“El fútbol, como los demás deportes es imagen de vida y de sociedad”. Lo ha dicho el Papa Francisco recibiendo esta mañana en la Sala Clementina del Palacio Apostólico a los directivos y jugadores del equipo español“Villarreal CF”, que esta tarde jugará en Roma un partido de la Liga Europea.
“Ustedes en el campo se necesitan unos a otros –dijo el Papa a los futbolistas- Cada jugador pone su profesionalidad y habilidad en beneficio de un ideal común, que es jugar bien para ganar. Para lograr esa afinidad se necesita mucho entrenamiento; pero también es importante invertir tiempo y esfuerzo en fortalecer el espíritu del equipo, para lograr crear esa conexión de movimientos: una simple mirada, un pequeño gesto, una expresión comunican tantas cosas en el campo. Esto es posible si se actúa con espíritu de compañerismo, dejando de lado el individualismo o las aspiraciones personales. Si se juega pensando en el bien del grupo, entonces es más fácil obtener la victoria. En cambio, cuando uno piensa en sí mismo y se olvida de los demás, nosotros en Argentina decimos que es uno que le gusta “comerse la pelota” para él solo.
“Por otra parte, cuando ustedes juegan al futbol están al mismo tiempo educando y transmitiendo valores. Muchas personas, especialmente los jóvenes, los admiran y los observan.Quieren ser como ustedes. A través de su profesionalidad, están transmitiendo un modo de ser a aquellos que les siguen, sobre todo a las nuevas generaciones. Y esto es una responsabilidad y les debe motivar para dar lo mejor de ustedes mismos para ejercitar esos valores que en el futbol tienen que ser palpables: el compañerismo, el esfuerzo personal, la belleza del juego, el juego de equipo.
“Una de las características del buen deportista es el agradecimiento –señaló el Pontífice- Si pensamos en nuestra vida, podemos traer a la memoria el recuerdo de tantas personas que nos han ayudado y sin las cuales no estaríamos aquí. Pueden recordar con quienes jugaban de chicos, a sus primeros compañeros de equipo, entrenadores, asistentes, y también a los aficionados que con su presencia los animan en cada partido. Este recuerdo nos hace bien, para no sentirnos superiores sino para tomar conciencia de que somos parte de un gran equipo que empezó a formarse desde hace ya tiempo. Sentir de este modo nos ayuda a crecer como personas, porque nuestro «juego» no es sólo nuestro, sino también el de los demás, que de algún modo forman parte de nuestras vidas. Y esto además fortalece el espíritu del juego amateur, que nunca hay que perderlo, hay que recuperarlo todos los días, por lo que te mantiene con esa frescura, con esa grandeza de alma”.
Francisco terminó su discurso animando a los presentes “a seguir jugando dando lo más bello y mejor de ustedes para que otros puedan disfrutar de esos momentos agradables, que hacen la jornada diferente. Me uno a ustedes rezo por ustedes, imploro la bendición de la Virgen de Gracia y la intercesión de San Pascual Bailón, Patronos de la ciudad de Villarreal, para que sean sostenidos en sus vidas y puedan ser instrumentos para llevar a cuantos los siguen y animan, la alegría y la paz de Dios”.
“A mí me ayuda mucho pensar en el fútbol porque me gusta, y me ayuda –dijo como apostilla- Pero cuando suelo pensar más es al portero. ¿Por qué? Porque él tiene que atajar la pelota de donde se la patean, no sabe de donde vendrá. Y la vida es así. Hay que tomar las cosas de donde vienen y como vienen. Y cuando yo me encuentro frente a situaciones que no esperaba, que hay que resolver y vinieron de acá cuando yo las esperaba de allá, pienso en el portero, así que los tengo muy presentes. Gracias”.