Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


Audiencia general , 01.02.2017

Catequesis del Santo Padre

Saludos en las diversas lenguas

La audiencia general ha tenido lugar esta mañana a las 9, 30 en el Aula Pablo VI donde el Santo Padre Francisco ha encontrado  a los grupos de peregrinos y fieles procedentes de Italia y de todos los lugares del mundo.

En su discurso, el  Papa, continuando el nuevo ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana ha hablado de : “El yelmo de la  esperanza” ((1Ts 5,4-11).).

Después de resumir su catequesis en diversas lenguas, el Santo Padre ha saludado en particular a los grupos de fieles presentes.

La audiencia general ha terminado con el canto del  Pater Noster  y la  bendición apostólica.

 

Catequesis del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En las catequesis pasadas hemos empezado nuestro recorrido sobre el tema de la esperanza releyendo en esta perspectiva algunas páginas del Antiguo Testamento. Ahora queremos pasar a dar luz a la extraordinaria importancia que esta virtud asume en el Nuevo Testamento, cuando encuentra la novedad representada por Jesucristo y por el evento pascual.

Es lo que emerge claramente desde el primer texto que se ha escrito, es decir, la Primera Carta de san Pablo a los Tesalonicenses. En el pasaje que hemos escuchado, se puede percibir toda la frescura y la belleza del primer anuncio cristiano. La de Tesalónica era una comunidad joven, fundada desde hacía poco; sin embargo, no obstante las dificultades y las muchas pruebas, estaba enraizada en la fe y celebraba con entusiasmo y con alegría la resurrección del Señor Jesús. El Apóstol entonces se alegra de corazón con todos, en cuanto que renacen en la Pascua se convierten realmente en “hijos de la luz e hijos del día” (Tesalonicenses 5, 5), en fuerza de la plena comunión con Cristo.

Cuando Pablo les escribe, la comunidad de Tesalónica ha sido apenas fundada, y solo pocos años la separan de la Pascua de Cristo. Por esto, el Apóstol trata de hacer comprender todos los efectos y las consecuencias que este evento único y decisivo supone para la historia y para la vida de cada uno. En particular, la dificultad de la comunidad no era tanto reconocer la resurrección de Jesús, sino creer en la resurrección de los muertos. En tal sentido, esta Carta se revela más actual que nunca. Cada vez que nos encontramos frente a nuestra muerte, o a la de un ser querido, sentimos que nuestra fe es probada. Surgen todas nuestras dudas, toda nuestra fragilidad, y nos preguntamos: “¿Pero realmente habrá vida después de la muerte…? ¿Podré todavía ver y abrazar a las personas que he amado…?”. Esta pregunta me la hizo una señora hace pocos días en una audiencia, manifestado una duda: “¿Me encontraré con los míos?”. También nosotros, en el contexto actual, necesitamos volver a la raíz y a los fundamentos de nuestra fe, para tomar conciencia de lo que Dios ha obrado por nosotros en Jesucristo y qué significa nuestra muerte. Todos tenemos un poco de miedo por esta incertidumbre de la muerte. Me viene a la memoria un viejecito, un anciano, bueno, que decía: “Yo no tengo miedo de la muerte. Tengo un poco de miedo de verla venir”. Tenía miedo de esto.

Pablo, frente a los temores y a las perplejidades de la comunidad, invita a tener firme en la cabeza como un yelmo, sobre todo en las pruebas y en los momentos más difíciles de nuestra vida, “la esperanza de la salvación”. Es un yelmo. Esta es la esperanza cristiana. Cuando se habla de esperanza, podemos ser llevados a entenderla según la acepción común del término, es decir en referencia a algo bonito que deseamos, pero que puede realizarse o no. Esperamos que suceda, es como un deseo. Se dice por ejemplo: “¡Espero que mañana haga buen tiempo!”, pero sabemos que al día siguiente sin embargo puede hacer malo… La esperanza cristiana no es así. La esperanza cristiana es la espera de algo que ya se ha cumplido; está la puerta allí, y yo espero llegar a la puerta. ¿Qué tengo que hacer? ¡Caminar hacia la puerta! Estoy seguro de que llegaré a la puerta. Así es la esperanza cristiana: tener la certeza de que yo estoy en camino hacia algo que es, no que yo quiero que sea.

Esta es la esperanza cristiana. La esperanza cristiana es la espera de algo que ya ha sido cumplido y que realmente se realizará para cada uno de nosotros. También nuestra resurrección y la de los seres queridos difuntos, por tanto, no es algo que podrá suceder o no, sino que es una realidad cierta, en cuanto está enraizada en el evento de la resurrección de Cristo. Esperar por tanto significa aprender a vivir en la espera. Cuando una mujer se da cuenta que está embaraza, cada día aprende a vivir en espera de ver la mirada de ese niño que vendrá. Así también nosotros tenemos que vivir y aprender de estas esperas humanas y vivir la espera de mirar al Señor, de encontrar al Señor. Esto no es fácil, pero se aprende: vivir en la espera. Esperar significa y requiere un corazón humilde, un corazón pobre. Solo un pobre sabe esperar. Quien está ya lleno de sí y de sus bienes, no sabe poner la propia confianza en nadie más que en sí mismo.

Escribe san Pablo: “Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos juntos con él” (1 Tesalonicenses 5, 10). Estas palabras son siempre motivo de gran consuelo y paz. También para las personas amadas que nos han dejado, estamos por tanto llamados a rezar para que vivan en Cristo y estén en plena comunión con nosotros. Una cosa que a mí me toca mucho el corazón es una expresión de san Pablo, dirigida a los Tesalonicenses. A mí me llena de seguridad de la esperanza. Dice así: “permaneceremos con el Señor para siempre” (1 Tesalonicenses 4, 17). Una cosa bonita: todo pasa pero, después de la muerte, estaremos para siempre con el Señor. Es la certeza total de la esperanza, la misma que, mucho tiempo antes, hacía exclamar a Job: “Yo sé que mi Defensor está vivo […] y con mi propia carne veré a Dios”. (Job 19, 25-27). Y así para siempre estaremos con el Señor. ¿Creéis esto? Os pregunto: ¿creéis esto? Para tener un poco de fuerza os invito a decirlo conmigo tres veces: “Y así estaremos para siempre con el Señor”. Y allí, con el Señor, nos encontraremos.

 

Saludos en las diversas lenguas

 

Saludos en francés

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua francesa, especialmente a los jóvenes venidos  de Francia. Pidamos al Señor que fortalezca nuestra esperanza en la resurrección para aprender a vivir en la espera  cierta  del encuentro  con Él y con todos nuestros seres queridos


Saludos en inglés

Saludo a los peregrinos de lengua inglesa  presentes en la audiencia de hoy, especialmente a los procedentes  de Corea y  Estados Unidos de América. Doy gracias a los coros por su alabanza a Dios a través del canto. Sobre todos vosotros y vuestras familias invoco la alegría y la paz de nuestro Señor Jesucristo. ¡Dios os bendiga!

Saludos en alemán

Dirijo un cordial saludo a todos los peregrinos de lengua alemana. En particular, saludo a los estudiantes de la Deutsche Internationale Schule de Dubai. El Señor resucitado nos da la esperanza segura de estar siempre con Él, porque Jesús es la vida y el camino hacia el Padre. Os  deseo una buena estancia en Roma. ¡Dios os bendiga a todos!

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica.

Que el Señor Jesús eduque nuestros corazones en la esperanza de la resurrección, para que aprendamos a vivir en la espera segura del encuentro definitivo con él y con todos nuestros seres queridos. Nos acompañe en este camino la presencia amorosa de María, Madre de la esperanza. Muchas gracias.

 Saludos en portugués

Dirijo un saludo especial a todos los peregrinos de lengua portuguesa, en particular a los estudiantes provenientes de Portugal. Estimados amigos, la fe en la resurrección nos empuje a mirar al futuro, fortalecidos por la esperanza en la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. ¡Dios os bendiga!


Saludos en árabe

Doy una cordial bienvenida a los peregrinos de la lengua árabe, en particular los de Oriente Medio. Queridos hermanos y hermanas, la esperanza cristiana es una virtud humilde y fuerte que nos sostiene y hace que no nos ahoguemos en las muchas dificultades de la vida; es fuente de alegría y da paz a nuestros corazones. ¡No os dejéis  robar d la esperanza! ¡El Señor os bendiga!

Saludos en polaco

Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Mañana, fiesta de la Presentación del Señor, celebraremos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Encomiendo a vuestras  oraciones a  los sacerdotes, a las monjas y frailes  de los Institutos religiosos apostólicos y contemplativos. Sus vidas  dedicadas al Señor y su servicio carismático produzcan abundantes frutos para el bien de los fieles y para la misión evangelizadora de la Iglesia. Bendigo de corazón a los aquí presentes, y sus seres queridos.

Saludos en italiano

Doy una cordial bienvenida a la delegación del Movimiento Católico  Mundial para el Clima y les doy las  gracias por su esfuerzo para cuidar nuestra común en estos tiempos de  grave crisis socio-ambiental. Animo a seguir tejiendo redes para que las iglesias locales respondan con decisión  al grito de la tierra y al grito de los pobres.

Recibo con alegría a los peregrinos de lengua italiana. Saludo a los participantes en el Congreso de la Liga sacerdotal mariana promovida por los Trabajadores Silenciosos de la Cruz  y a los invitados de la Fundación Santa Lucía, exhortándolos a la asiduidad de la oración, remedio eficaz en la enfermedad y en el sufrimiento.


Saludo a los agentes de la Comandancia de la Guardia de Financias de Parma y a los miembros del Centro de Espiritualidad  de la Misericordia, con el obispo de Piazza Armerina, Mons. Rosario Gisana, venidos  con el icono de la Madre de la Misericordia, que se expondrá en la basílica de San Pedro . Invito a todos a continuar con el ejercicio de las obras de misericordia  de modo que se conviertan en virtudes habituales de la vida cotidiana.


Dirijo un saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Mañana celebramos la fiesta de la Presentación del Señor y la Jornada  Mundial de la Vida Consagrada. Encomiendo a vuestras oraciones aquellos que han sido llamados a profesar los consejos evangélicos para  que a través de su testimonio de vida irradien en el mundo el amor de Cristo y la gracia del Evangelio.