Como es habitual el día de San Enrique, patrón de Finlandia, una delegación ecuménica de ese país ha venido en peregrinación a Roma y el Papa ha recibido a sus miembros, encabezados por el obispo luterano de Turku, que ha dirigido unas palabras en español al Santo Padre. Un gesto que Francisco agradeció antes de comenzar su discurso a la delegación
“Durante más de treinta años es una hermosa costumbre que vuestra peregrinación coincida con la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que nos llama al acercamiento a partir de la conversión –dijo el Papa- De hecho, el verdadero ecumenismo se basa en la conversión común a Jesucristo como nuestro Señor y Redentor. Si nos acercamos a él, nos acercamos también los uno a los otros. En estos días invocamos con más intensidad al Espíritu Santo para que suscite en nosotros esta conversión que hace posible la reconciliación.
En esta andadura, católicos y luteranos, procedentes de diversos países, con diferentes comunidades que comparten el camino ecuménico, hemos dado un paso significativo cuando, el 31 de octubre del año pasado, nos reunimos en Lund, Suecia, para conmemorar el inicio de la Reforma con una oración común. Esta conmemoración conjunta de la Reforma tiene un significado importante en términos humanos y teológico-espirituales. Después de cincuenta años de diálogo ecuménico oficial entre católicos y luteranos, hemos sido capaces de exponer claramente las perspectivas sobre las que ahora podemos decir que estamos de acuerdo. Damos las gracias por ello. Al mismo tiempo, mantenemos vivo en el corazón el sincero arrepentimiento por nuestros pecados. En este espíritu, en Lund, se recordó que la intención de Martin Lutero, hace quinientos años, era renovar la Iglesia, no dividirla. Ese encuentro nos ha dado el valor y la fuerza para mirar hacia adelante en nuestro Señor Jesucristo, hacia el camino ecuménico que estamos llamados a recorrer juntos.
Mientras preparaban la conmemoración común de la Reforma, los católicos y los luteranos se han hecho más conscientes del hecho de que el diálogo teológico es esencial para la reconciliación y debe continuar con un compromiso constante. Por lo tanto, en esa comunión concorde permite que permite que el Espíritu Santo actúe, podremos llegar a ulteriores convergencias sobre los contenidos de la doctrina y de la enseñanza moral de la Iglesia y acercarnos cada vez más a la unidad plena y visible. Le pido al Señor que acompañe con su bendición la Comisión de diálogo luterana-católica en Finlandia, que está trabajando con esmero en una interpretación sacramental común de la Iglesia, la Eucaristía y del ministerio eclesial.
2017, el año conmemorativo de la Reforma, representa por lo tanto, para los católicos y los luteranos una oportunidad privilegiada de vivir la fe con más autenticidad, de redescubrir juntos el Evangelio y dar testimonio de Cristo con renovado celo. Al acabar la jornada conmemorativa de Lund, mirando hacia el futuro, sacamos valor de nuestro testimonio común de fe ante el mundo, cuando nos comprometimos a apoyar juntos a los que sufren, a los que pasan necesidades,a los que están expuestos a la persecución y la violencia . De este modo, como cristianos ya no estamos divididos, sino unidos en el camino hacia la plena comunión.
Me complace también recordar que los cristianos finlandeses están celebrando este año el centenario del Consejo Ecuménico de Finlandia, que es una herramienta importante para promover la comunión de fe y de vida entre vosotros. Por último, en 2017, vuestra tierra natal, Finlandia, cumple cien años como estado independiente. ¡Que este aniversario anime a todos los cristianos de vuestro país a profesar la fe en el Señor Jesucristo - como hizo con gran celo san Enrique - testimoniándola hoy ante el mundo y traduciéndola también en gestos concretos de servicio, de fraternidad, de compartir.
Espero que vuestra peregrinación contribuya a reforzar todavía más la buena cooperación entre ortodoxos, luteranos y católicos en Finlandia y en el mundo, y que el testimonio común de la fe, la esperanza y la caridad, con la intercesión de san Enrique, de abundantes frutos e invoco la gracia y la bendición de Dios para todos vosotros”.
“Y querido hermano obispo –añadió el Papa al final - quiero darle las gracias por el buen gusto de haber traído a sus nietos: necesitamos la sencillez de los niños. Ellos nos enseñan el camino hacia Jesucristo. Gracias, muchas gracias”