“Es un bellísimo signo fraternal ver a los primados de tantas provincias de la Comunión Anglicana junto a Su Gracia (el arzobispo de Canterbury Justin Welby) aquí en Roma”, ha dicho el Papa recibiendo esta mañana en la Sala de los Papas a 35 primados de esa confesión llegados a Roma para conmemorar el 50 aniversario del encuentro entre el beato Pablo VI y el arzobispo Michael Ramsey. Un encuentro que, como recordó Francisco, ha dado tantos frutos, entre ellos el nacimiento del Centro Anglicano en Roma, el nombramiento del representante permanente del arzobispo de Canterbury ante la Santa Sede y el comienzo del diálogo teológico entre católicos y anglicanos, del que deja constancia un volumen que recoge cinco documentos de la segunda fase de la ARCIC (Comisión Internacional Anglicana Católico Romana) que van de 1982 a 2005.
“A la hora de compartir estos frutos pensamos que vienen de un árbol que hunde sus raíces en el encuentro de hace cincuenta años –dijo Francisco- Y pensando en el proseguimiento de nuestro camino común me vienen en mente tres palabras: oración, testimonio, misión”.
“Oración: Ayer tarde celebramos las vísperas; esta mañana habéis rezado aquí, en la tumba del apóstol Pedro: no nos cansemos nunca de pedir juntos y con insistencia al Señor el don de la unidad”.
“Testimonio: Estos cincuenta años de encuentro e intercambio, así como la reflexión y los textos comunes nos hablan de cristianos que, por la fe y con la fe, se han escuchado y han compartido tiempo y fuerzas. Ha crecido la convicción de que el ecumenismo nunca es un empobrecimiento, sino una riqueza; ha madurado la certeza de que todo lo que el Espíritu ha sembrado en el otro produce una cosecha común. Atesoremos esta herencia y sintámonos llamados cada día a dar al mundo, como Jesús pidió, el testimonio del amor y de la unidad entre nosotros”.
“Misión: Hay un tiempo para cada cosa, y este es el tiempo en que el Señor nos interpela, de forma particular , a salir de nosotros mismos y de nuestros ambientes, para llevar su amor misericordioso a un mundo sediento de paz. Ayudémonos unos a otros a colocar en el centro las exigencias del Evangelio y a entregarnos concretamente a esta misión”.
“Y para pedir la gracia de crecer en la oración, en dar testimonio y en salir en misión, me permito invitaros a rezar juntos el Padre Nuestro”, concluyó el Pontífice , mientras los presentes hicieron así.