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El Papa recibe a los familiares de las víctimas del atentado del 14 de julio en Niza, 24.09.2016

El Santo Padre ha recibido esta mañana en el Aula Pablo VI a los familiares de las víctimas del atentado del pasado 14 de julio en Niza (Francia) en el que fallecieron 87 personas y más de trescientas resultaron heridas, algunas de mucha gravedad. Francisco ha manifestado su profunda emoción al encontrar a aquellos que sufren en su cuerpo y en su ánimo porque en una noche de fiesta, la violencia  se cebó ciegamente, en ellos o en sus seres queridos,  sin importar el origen o la religión. “Quiero compartir vuestro dolor- dijo- un dolor que se hace aún más fuerte cuando pienso en los niños, incluso en familias enteras, cuyas vidas fueron arrancadas de repente y de manera dramática. Os aseguro a cada uno de vosotros  mi compasión, mi cercanía y mi oración”.

“Queridas familias –prosiguió-  invoco  a nuestro Padre Celestial, Padre de todos, para que acoja consigo  a vuestros seres queridos, que encuentren el descanso y la alegría de la vida eterna. Para nosotros los cristianos, el fundamento de la esperanza es Jesucristo crucificado y resucitado. Nos lo asegura el  apóstol Pablo: "Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él”… Que la certeza de la vida eterna, que también pertenece a los creyentes de otras religiones, os sirva de consuelo en la vida, y sea  motivo de perseverancia para continuar con valentía vuestro camino en esta tierra”.

También imploró el Papa al Dios de la Misericordia por todas las personas heridas, en algunos casos atrozmente mutiladas, en la carne o en el espíritu,  sin olvidar a aquellos que no estaban hoy presentes en el Aula Pablo VI por este motivo o porque están todavía hospitalizados.  “La Iglesia –afirmó- está cerca de vosotros  y os acompaña  con una inmensa compasión. Con su presencia a vuestro lado  en estos momentos tan duros  pide al Señor que os salga al encuentro y haga brotar en vuestros corazones  sentimientos de paz y fraternidad".

El drama de Niza despertó en todo el mundo gestos muy significativos  de solidaridad  y cercanía y el Papa no dejó  de recordar a todos aquellos que prestaron de inmediato socorro a las víctimas o a los que siguen estando cerca, y lo estarán por mucho tiempo, de ellas o de sus familiares. En particular  dio las gracias a la comunidad católica y a su obispo, André Marceau, a los servicios asistenciales, a los voluntarios, en especial a  la asociación Alpes-Maritimes Fraternité, presente en el Aula, de la que forman parte personas de todas las confesiones religiosas. “Esto es una señal muy hermosa de esperanza –recalcó-  Me alegra ver que entre vosotros  las relaciones interreligiosas están muy vivas, y esto no puede por menos que contribuir  a sanar las heridas de estos acontecimientos dramáticos”.

“Efectivamente, entablar un diálogo sincero y relaciones fraternas entre todos,  en particular  entre aquellos que confiesan un  Dios único y misericordioso  es una prioridad urgente que los responsables, tanto políticos como religiosos, deben   alentar y que cada uno está llamado a aplicar en su ámbito . Cuando  la tentación de encerrarse en sí mismos, o de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia es fuerte –advirtió el Obispo de Roma-  es necesaria una  auténtica conversión del corazón. Este es el mensaje que el Evangelio de Jesús nos dirige a todos.  Se puede responder a los ataques del diablo solamente con las obras de Dios que son  perdón,  amor y respeto del prójimo, aunque sea diferente”.

Por último el Papa aseguró  una vez más a todos  sus oraciones y “toda la ternura del Sucesor de Pedro”. “También rezo por vuestro amado país y por sus líderes, para que se  construya sin escatimar esfuerzos una solución justa, pacífica y fraterna y como signo de mi cercanía –terminó- invoco sobre cada uno de vosotros la ayuda de la Virgen María y la abundancia de bendiciones celestiales”.