El Papa Francisco ha recibido esta mañana en la Sala Clementina a los participantes en el encuentro de los representantes pontificios que ha tenido lugar en el Vaticano del 15 al 17 de septiembre con motivo del Jubileo de la Misericordia.
En el discurso que ha dirigido a los miembros de la diplomacia pontificia y del que reproducimos amplios extractos, el Santo Padre ha reiterado la importancia de que los nuncios sean representantes de una Iglesia “en salida”, allí donde se encuentren y de que hagan suyo el lugar de su destino, abriendo sus maletas para compartir las riquezas que llevan con ellos pero también para recibir las que todavía no tienen. También ha hecho hincapie en la urgencia de hacer resonar la voz de la misericoridia en los foros internacionales y ha instado a los nuncios, que proponen los candidatos al colegio episcopal, a buscar a los nuevos obispos “mar adentro” .
Extractos del discurso del Santo Padre
“¡Bienvenidos a Roma! Volver a abrazarla en esta hora del Jubileo tiene para vosotros un significado especial. Aquí están muchas de vuestras fuentes y recuerdos. Aquí llegásteis todavía jóvenes con el propósito de servir a Pedro, aquí regresais a menudo para volverlo a encontrar y desde aquí volvéis a partir como enviados suyos, llevando su mensaje, su cercanía, su testimonio..
Os agradezco vuestra dedicación y vuestra disponibilidad inmediata y generosa en vuestra vida llena de compromisos y marcada por ritmos a menudo difíciles. Vosotros tocáis con mano la carne de la Iglesia, el esplendor del amor que la hace gloriosa, pero también las llagas y heridas que la hacen necesitada de perdón. Con verdadero sentido eclesial y humilde búsqueda del conocimiento de los diversos problemas y cuestiones ponéis ante los ojos del Papa a la Iglesia y al mundo… Como no sois pastores diocesanos y vuestro nombre no se pronuncia en ninguna Iglesia particular, sabed que el Papa en todas las anáforas os recuerda como una extensión de su propia persona, como enviados suyos para servir con sacrificio a la Esposa de Cristo y a los pueblos en que vive.
1. Servir con sacrificio como enviados humildes
Sin humildad ningún servicio es posible o fecundo. La humildad de un nuncio pasa a través del amor por el país y por la Iglesia en la que está llamado a servir…Estar allí completamente, con la mente y el corazón indiviso; abrir las maletas para compartir las riquezas llevadas consigo, pero también para recibir lo que todavía no se tienen... Observar, analizar y referir son verbos esenciales, pero no suficientes en la vida de un nuncio. También hace falta encontrar, escuchar, dialogar, compartir, proponer y trabajar juntos, para demostrar un amor sincero, simpatía, empatía con la población y la Iglesia local. Lo que los católicos, y también la sociedad civil en general quiere y debe percibir es que, en su país, el nuncio se encuentra bien, como en su propia casa y se siente libre y feliz para… compartir la vida cotidiana del lugar …expresar sus opiniones e impresiones con gran respeto y sentido de proximidad.
No basta señalar con el dedo o agredir a los que no piensan como nosotros. Es una táctica miserable de las guerras políticas y culturales de hoy en día, pero no puede ser el método de la Iglesia. Nuestra mirada debe ser amplia y profunda. La formación de la conciencia es nuestro primer deber de caridad y requiere delicadeza y perseverancia en su puesta en práctica.Ciertamente, la amenaza del lobo que desde fuera roba y ataca al rebaño es siempre actual…El lobo tiene el mismo semblante: incomprensión, hostilidad, maldad, persecución, eliminación de la verdad, resistencia a la bondad, cerrazón al amor, hostilidad cultural inexplicable, desconfianza ... Bien sábeis como están hechos los lobos de todo tipo. Pienso en los cristianos de Oriente, a cuya erradicación, con el silencio cómplice de muchos, parece apuntar el violento asedio.
No se os pide la ingenuidad de los corderos, sino la magnanimidad de las palomas y la astucia y la prudencia del siervo sabio y fiel. Debéis mantener los ojos abiertos para reconocer de dónde vienen las hostilidades y para discernir las posibles formas de combatir sus causas y hacer frente a sus dificultades. Sin embargo, os animo a no habituaros a una atmósfera de asedio, a no ceder a la tentación de lamentarse, de hacerse las víctimas de quienes nos critican… y a veces nos denigran. Dedicad vuestras mejores energías a que la alegría y la potencia de la bienaventuranza proclamada por Jesús resuene siempre en el alma de las iglesias a las que servís.
Que la sede de la Nunciatura Apostólica sea realmente la "Casa del Papa”… no sólo para la función diplomática, sino por el carácter, propio y único, de la diplomacia pontificia. Vigilad para que vuestras nunciaturas no se vuelvan nunca refugio de "amigos y amigos de amigos". Huid de las malas lenguas y de los arribistas. …Vuestra relación con la comunidad civil debe inspirarse en la imagen evangélica del Buen Pastor, capaz de conocer y representar las exigencias, las necesidades y la condición del rebaño, sobre todo cuando los únicos criterios que lo definen son el desprecio, la inseguridad y el descarte. No tengáis miedo de llegar hasta las fronteras más complejas y difíciles.
En la ingente tarea de garantizar la libertad de la Iglesia frente a cualquier forma de poder que quiera silenciar la verdad, no os hagáis la ilusión de que esta libertad sea sólo el resultado de acuerdos, convenios y negociaciones diplomáticas, por muy perfectos y logrados que sean… Acordaos de que representáis a Pedro, la roca que sobrevive al desbordamiento de las ideologías, a la reducción de la Palabra sólo a lo que conviene, a la sumisión a los poderes de este mundo que pasa. Por lo tanto, no abraceis líneas políticas o batallas ideológicas porque la permanencia de la Iglesia no se basa en el consenso de los salones o de las plazas sino en la lealtad a su Señor que, a diferencia de los zorros y las aves, no tiene madriguera o nido donde descansar su cabeza…La Iglesia, esposa, no puede reclinar la cabeza si no sobre el pecho traspasado de su Esposo. A partir de ahí fluye su verdadero poder, el de la Misericordia.. No tenemos derecho a privar al mundo, incluso en los foros de la acción diplomática multilateral y bilateral y en los grandes ámbitos del debate internacional, de esta riqueza que nadie más puede dar. Esta conciencia nos anima a dialogar con todos y en muchos casos a hacernos voz profética de los marginados por su fe o por su condición étnica, económica, social o cultural.
2. Acompañar a las iglesias con el corazón de Pastores
Para acompañar es necesario moverse…No esperéis a que la gente venga a vosotros …Sed una verdadera expresión de una Iglesia “en salida” y de una Iglesia "hospital de campaña", capaces de vivir la dimensión de la Iglesia local, del país y la institución a la que habéis sido enviados… Esta cercanía es hoy una condición esencial para la fecundidad de la Iglesia.
Me preocupa vivamente la selección de los futuros obispos. Hablando a la Congregación para los Obispos, hace algún tiempo, tracé el perfil de los pastores que considero necesario para la Iglesia de hoy: testigos del Resucitado y no portadores de curriculum; obispos orantes, familiarizados con las cosas de '' las alturas” y no aplastados por el peso de “lo bajo”; obispos capaces de entrar con "paciencia" en presencia de Dios, para tener la libertad de no traicionar el Kerigma que se les ha confiado; obispos pastores y no príncipes ni autoridades…Vosotros sois los primeros en escrutar los campos para saber donde se esconden los pequeños David: los hay. Dios no deja que falten…
Hay que salir a buscarlos... Por lo tanto, echad las redes mar adentro.. No hay que conformarse con pescar en los acuarios, en el coto o en la granja de los "amigos de amigos". Está en juego la confianza en el Señor de la historia y de la Iglesia, que no se desentiende nunca de su verdadero bien y por lo tanto no hay que andar con rodeos.
3. Acompañar a los pueblos en que está presente la Iglesia de Cristo
Vuestro servicio diplomático es la mirada alerta y clara del Sucesor de Pedro sobre la Iglesia y el mundo. Os pido que estéis a la altura de esa misión noble para la que necesitáis una preparación constante… La velocidad de nuestra época exige una formación permanente, evitando dar todo por sentado… Una profundización seria y constante contribuiría a superar la fragmentación que lleva a tratar de hacer individualmente el mejor trabajo, pero sin ninguna o muy poca coordinación e integración con los demás… Tendríamos que hacer cada vez más nuestra la necesidad de operar en una red unificada y coordinada, necesaria para evitar una visión personal que a menudo no resiste a la realidad de la Iglesia local, el país o la comunidad internacional.
Grandes son los desafíos a los que os enfrentáis en nuestros días, y no voy a hacer una lista.. Cómo se ve, poco a poco, la diplomacia pontificia no puede ser ajena a la urgencia de hacer palpable la misericordia en este mundo herido y roto…También en el ámbito internacional, la misericordia comporta el no dar nadie ni nada por perdido…Ninguna situación es impermeable al poder sutil e irresistible de la bondad de Dios, que nunca abandona al hombre y a su destino… Esta nueva percepción radical de la misión diplomática libera al representante pontificio de intereses geopolíticos , económicos o militares inmediatos, llamándolo a discernir en sus primeros interlocutores gubernamentales , políticos y sociales y en las instituciones sociales públicas el deseo de servir al bien común …La Iglesia, aunque no subestime la actualidad, está llamada a trabajar en el largo plazo, sin la obsesión de los resultados inmediatos. Debe soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas o cambios de planes que el dinamismo de la realidad impone… Pero la Iglesia no necesita ocupar espacios de poder y de autoafirmación, sino hacer que la buena semilla nazca y crezca acompañando con paciencia su desarrollo, alegrándose de la cosecha temporal que se pueda obtener, sin desanimarse cuando una tormenta repentina y helada arruine lo que parecía dorado y listo para la cosecha…Recomenzar confiadamente nuevos procesos”.
No tengáis miedo de hablar con confianza con las personas y las instituciones públicas. Nos enfrentamos a un mundo en el que no siempre es fácil identificar a los centros de poder y muchos se desaniman pensando que son anónimos e inalcanzables. En cambio, estoy convencido de que las personas siguen siendo asequibles. Subsiste en el hombre el espacio interior en el que la voz de Dios puede resonar. Dialogad con claridad y no tengais miedo de que la misericordia pueda confundir o disminuir la belleza y el poder de la verdad. La verdad se cumple en plenitud sólo en la misericordia.
Queridos hermanos: Enviándoos de nuevo a vuestra misión…quiero confiaros a la alegría del Evangelio. No somos vendedores del miedo y de la noche, sino guardianes del alba y de la luz del Resucitado. El mundo tiene tanto miedo y lo difunde. A menudo hace de eses miedo la clave de la historia, y no con poca frecuencia lo usa como estrategia para construir un mundo que se asiente sobre muros y fosos. Podemos entender las razones de miedo, pero no podemos aceptarlo, porque "Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de caridad y de prudencia". Infundioos de ese espíritu, e id: abrid puertas; construid puntos; tejed lazos; haced amistades ; promoved la unidad. Sed hombres de oración: no la descuidéis nunca, especialmente la adoración silenciosa, la verdadera fuente de todos vuestros esfuerzos. El miedo vive permanentemente en la oscuridad del pasado, pero tiene una debilidad: es provisional. ¡El futuro pertenece a la luz! !El futuro es nuestro porque pertenece a Cristo!”