Ciudad del Vaticano, 29 de junio de 2016.-En el ángelus rezado a mediodía con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro el Papa recordó la fiesta de los apostóles Pedro y Pablo, subrayando que sobre su fe se funda la Iglesia de Roma, que desde siempre los venera como patronos. “Sin embargo –añadió- toda la Iglesia universal los mira con admiración, considerándolos dos columnas y dos luceros que brillan, no sólo en el cielo de Roma, sino en el corazón de los creyentes de Oriente y de Occidente”.
Si el relato evangélico de la misión de los apóstoles dice que Jesús los envió de dos en dos, entonces, de alguna manera, también Pedro y Pablo, desde Tierra Santa, fueron enviados a Roma para predicar el Evangelio. “Eran dos hombres muy distintos entre sí –explicó Francisco- Pedro «un humilde pescador». Pablo «maestro y doctor»… Pero si aquí en Roma conocemos a Jesús, si la fe cristiana es parte viva y fundamental del patrimonio espiritual y de la cultura de este territorio, se debe al coraje apostólico de estos dos hijos del Cercano Oriente que, por amor de Cristo, dejaron su patria y sin preocuparse de las dificultades del largo viaje y de los peligros y la desconfianza que habrían encontrado, llegaron a Roma. Aquí se hicieron anunciadores y testigos del Evangelio entre la gente y sellaron con el martirio su misión de fe y caridad”.
“Hoy Pedro y Pablo regresan idealmente entre nosotros, vuelven a recorrer las calles de esta ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo de nuestros corazones. Quieren traernos una vez más a Jesús, su amor misericordioso, su consuelo, su paz ¡Nos hace tanta falta! ¡Acojamos su mensaje! ¡Atesoremos su testimonio! La fe escueta y firme de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos”, dijo el Pontífice antes de encomendar a la Virgen María, Salus Populi Romani, el mundo entero, y, en particular la ciudad de Roma, para que “pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales que la enriquecen el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo».
Después de la oración mariana Francisco habló del atentado terrorista que el sábado por la noche en Estambul (Turquía) causó 41 muertos y 239 heridos, pidiendo a los presentes que rezasen un minuto en silencio por todos ellos. “Recemos por las víctimas, por sus familiares y por el querido pueblo turco. Que el Señor convierta los corazones de los violentos y sostenga nuestros pasos por el camino de la paz”, dijo.
También se refirió a la Conferencia Internacional sobre las inversiones responsables de impacto social titulada “Hacer del Año de la Misericordia un año de impacto para los pobres” que acaba de concluir en Roma y auguró que las inversiones privadas unidas a las públicas favorezcan la superación de la pobreza de tantas personas marginadas.
Por último saludó a los fieles de Roma ,que hoy celebran su fiesta patronal, señalando la tradicional “infiorata”, calles tapizadas de flores con dibujos artísticos, realizados por los voluntarios del Servicio Civil y los fuegos artificiales de esta noche en la Plaza del Popolo, cuya recaudación se destina a las obras de caridad en Tierra Santa y en los países de Oriente Medio.