El sábado 11 de junio el Santo Padre Francisco recibió en audiencia a los Participantes en el Congreso para Personas Minusválidas, promovido por la Conferencia Episcopal Italiana con ocasión del 25° aniversario de la institución del Sector para la Catequesis de las personas minusválidas de la Oficina Catequística Nacional italiana: una conmemoración que “estimula a la renovación del compromiso para que las personas minusválidas sean plenamente acogidas en las parroquias, en las asociaciones y en los diversos movimentos eclesiales”. El Papa respondió algunas preguntas que le plantearon, invitando a continuar trabajando con una doble atención: la “conciencia de la educabilidad a la fe de la persona con minusvalía” y la “voluntad de considerarla sujeto activo en la comunidad”.
“Estos hermanos y hermanas, subraya Francisco en el mensaje que les entregó, no son solamente capaces de vivir una genuina experiencia de encuentro con Cristo, sino también de testimoniarla a los demás”. “Se ha logrado mucho –observa- en el cuidado pastoral de los minusválidos; es necesario ir adelante, por ejemplo reconociendo mejor sus capacidades apostólicas y misioneras, y sobre todo el valor de su ‘presencia’ como personas, como miembros vivos del Cuerpo eclesial. En la debilidad y en la fragilidad se esconden tesoros capaces de renovar nuestras comunidades cristianas”, constata.
Puntualizando que en la Iglesia se observa una difundida atención a la minusvalía en sus formas física, mental y sensorial, y una actitud de general acogida, el Santo Padre nota que “nuestras comunidades todavía hacen esfuerzos en el practicar una inclusión verdadera, una participación plena que finalmente se vuelva normal”. “Esto requiere no solo técnicas y programas específicos, sino sobre todo reconocimiento y acogida de los rostros, tenaz y paciente certidumbre que toda persona es única e irrepetible, y cada rostro excluído es un empobrecimiento de la comunidad”.
Resaltando luego que en esta misión es indispensable la participación de las familias, Francisco pide que nuestras comunidades cristianas sean “casas” en las que todo sufrimiento encuentre com-pasión. Por esto citando su Exhortacion apostólica Amoris laetitia, el Obispo de Roma aboga para que “la atención dedicada ya sea a los migrantes que a las personas con minusvalía sea un signo del Espíritu. De hecho ambas situaciones son paradigmáticas: ponen especialmente en juego la manera en la que se vive hoy la lógica de la acogida misericordiosa y de la integración de las personas frágiles” .
El Papa constata asimismo que un lugar decisivo para la inclusión de los minusválidos lo ocupa su admisión a los Sacramentos. “Si reconocemos la peculiaridad y la belleza de su experiencia de Cristo y de la Iglesia, tenemos que afirmar claramente que ellos están llamados a la plenitud de la vida sacramental, también en presencia de graves disfunciones psíquicas”. “Es triste constatar que en algunos casos permanecen dudas, resistencias y hasta rechazos. A menudo se justifica el rechazo diciendo: ‘igual no entiende’, o también: ‘no tiene necesidad’. En realidad, con esta actitud, se demuestra no haber comprendido verdaderamente el sentido de los Sacramentos mismos , y así se niega de hecho a las personas minusválidas el ejercicio de su filiación divina y de la plena participación a la comunidad eclesial”, observa el Pontífice, recordando que el Sacramento es un don y la liturgia es vida. “Antes aún de ser entendida racionalmente, ella requiere ser vivida en la especificidad de la experiencia personal y eclesial. En este sentido, la comunidad cristiana está llamada a actuar para que cada bautizado pueda experimentar a Cristo en los Sacramentos”. La comunidad se debe comprometer para que también las personas minusválidas puedan experimentar que Dios es nuestro Padre y nos ama, que prefiere a los pobres y a los pequeños a través de los gestos de amor simples y cotidianos de los que son destinatarios, enfatiza.
“Es importante prestar atención también a la ubicación y a la participación de las personas minusválidas en las asambleas litúrgicas: estar en la asamblea y dar la propia contribución a la acción litúrgica con el canto y con gestos significativos, contribuye a reforzar el sentido de pertenencia de cada uno. Se trata de hacer crecer una mentalidad y un estilo que proteja de prejuicios, exclusiones y marginaciones, favoreciendo una fraternidad efectiva en el respeto de la diversidad apreciada como un valor”, es el deseo del Papa.