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Erradicar el estigma de la lepra: el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud organiza un Congreso Internacional, 07.06.2016

”Por una atención holística a las personas afectadas por la enfermedad de Hansen, respetuosa de su dignidad”, es el título del congreso internacional organizado por el Pontificio Consejo para la Pastoral Sanitaria con la Fundación el Buen Samaritano y la Fundación “Nippon”, en colaboración con la Fundación “Raoul Follereau”, la Soberana Orden Militar de Malta y la “Sasakawa Memorial Health” Foundation. El congreso se celebrará en el Auditorium Padre Agostino Trape del Instituto Patrístico Augustinianum de Roma, del 9 al 10 de junio de 2016.

Para presentar esa iniciativa han acudido esta mañana a la Oficina de Prensa de la Santa Sede, monseñor Jean-Marie Mupendawatu, Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral Sanitaria, el padre Augusto Chendi, M.I., Subsecretario del mismo dicasterio, Yōhei Sasakawa, Presidente de la Fundación Nippon, embajador de la OMS para la erradicación de la lepra y embajador de buena voluntad para los derechos humanos de las personas afectadas por la lepra, Roch Christian Johnson, consejero médico de la Fundación Raoul Follereau e Ivo Graziani,Jefe de Gabinete del Gran Hospitalario de la Orden Soberana Militar de Malta, de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta.

En su intervención el padre Chendi explicó que la finalidad del congreso es reproponer el gesto evangélico de Jesús, prohibido por la ley mosaica, de “tocar” al leproso, en este caso de entrar en la entera realidad de la persona aquejada de lepra, una enfermedad tan antigua como temida, que por un retazo cultural todavía presente en nuestro inconsciente, hace sufrir a los que la padecen no solo las consecuencias de la enfermedad sino las mucho más atroces de la marginación, el abandono y la reducción a una condición infrahumana. Sin embargo, la lepra es completamente curable y además con un gasto mínimo, no obstante sigan siendo muy fuertes los prejuicios para la reinserción, entre otras cosas porque los daños a los nervios, sin una terapia de rehabilitación, siguen causando deformidades después de la curación.

Pero a este estigma social, se acompaña otro que se refiere al valor de la justicia porque la lepra sigue estando difusa entre los pobres de los países menos avanzados que son también los que tienen menos posibilidades de acceso a las curas. “Por eso -recalcó Chendi- cualquier esfuerzo contra la lepra no debe limitarse a la dimensión médica de los enfermos y de sus familiares, sino involucrar también los aspectos sociales para eliminar, en la medida de los posible, las causas profundas de la enfermedad: pobreza y subdesarrollo, individuar y curar precozmente a las personas aquejadas, informar y educar a la población para erradicar el estigma social”.

En este sentido, la Iglesia, como apuntó el subsecretario, ha llevado siempre a cabo una tarea no solo de cura y solidaridad, sino también de denuncia social según los momentos históricos y las situaciones logísticas en las que actuaba, y muchos de sus santos se han dedicado a la atención a los leprosos, empezando por Francisco de Asís que lavó y sanó las heridas de uno que no quería que se le acercase nadie. De este elenco forman parte san Damiano De Veuster que se ocupó del lazareto de Molokai, Raoul Follereau, el padre Josué de Cas que operó en el Sud Sudán, santa Marianne Cope, el beato Jan Beyzman o el doctor Albert Schweizer.

“Del mismo modo, también en nuestros días hay numerosas órdenes, congregaciones religiosas, asociaciones de voluntariado religioso y laico que brindan al mundo el testimonio de una solidaridad cotidiana, silenciosa y eficaz, al lado de los leprosos y sus familiares...Por eso, insertándose en este surco de gracia y acogiendo la invitación del Papa Francisco a vivir este Año Jubilar a la enseña de las obras de misericordia, corporal y espiritual -finalizó el prelado- el dicasterio, también con este Congreso Internacional, quiere hacer suyo el “reto” o mejor dicho, la “provocación”, no solamente sanitaria sino también cultural y de justicia que la enfermedad de Hansen sigue lanzando a la Iglesia y a la entera sociedad, empujando a los que viven con salud a ayudar a vivir de forma digna a los que, todavía hoy, son víctimas de un estigma social injustificado”.

Entre los participantes en la conferencia de prensa, el doctor Johnson, consultor médico de la Raoul Follereau, señaló que su institución prosigue la lucha de su fundador contra la exclusión, tanto la causada por la enfermedad como por la pobreza y la ignorancia, basando sus programas y proyectos en cuatro pilares: apoyar los programas sanitarios de control y cura de la lepra, salvar a los niños en situaciones difíciles, respaldar los programas de desarrollo y promover la reinserción social mediante el empleo en Francia, país de origen del Follereau. Después, reiteró que no obstante la lepra fuera una vieja enfermedad, seguía siendo un problema sanitario actual. “Cada año -dijo- se registran alrededor de 200.000 nuevos casos, con un número relativamente alto de pacientes con discapacidad, 14.110, es decir el 6,6% en 2015. Los niños menores de 15 años señalados cada año por la OMS (18.869, o sea el 8,8% de los nuevos casos en 2015) demuestra que la transmisión de la enfermedad continua”.

Por su parte monseñor Jean-Marie Mupendawatu señaló que el Congreso, en el que inicialmente estaba prevista la participación de 70 personas, contará, en cambio, con 230 participantes, entre médicos, profesionales, voluntarios y ex enfermos procedentes de más de 45 países de los cinco continentes y que ya ha comenzado a dar sus frutos pues de él se beneficiarán tres proyectos de lucha contra la lepra en Malí, Brasil y el Sudeste asiático. “La voluntad de lograr resultados concretos y casi inmediatos en su puesta en marcha -explicó- es una de las características de los “congresos de primavera” organizados por el dicasterio y la Fundación Buen Samaritano. Para hacerse una idea hay que recordar que el encuentro sobre hipovisión y ceguera organizado en 2012 se ha traducido, entre otros, en un programa de prevención y cura destinado a los niños en edad escolar de algunas aldeas del valle de Coroíco (Bolivia) y que entre los resultados del congreso sobre el VIH-Sida de 2011 están el proyecto Test and Treat en Shinyanga (Tanzania), gracias al cual diez mil personas, muchas de ellas niños, se benefician ya de asistencia, formación, nutrición y si es necesario de terapia retroviral.