Sensibilizar a las Iglesias locales y a cada creyente al sentido y al deber de la caridad con formas adecuadas a las necesidades y a los tiempos. Ese fue el mandato que en 1972, el beato Pablo VI dio a la Caritas italiana, que este año celebra su 45 aniversario. Para recordar esa fecha y con motivo del congreso de Caritas de las diócesis italianas el Papa Francisco ha recibido esta mañana en al Aula Pablo VI a setecientos participantes en dicho encuentro.
Fiel a ese mandato, que requiere “el compromiso de un amor concreto por cada ser humano, con una opción preferencial por los pobres, en los que el mismo Jesús nos pide ayuda y cercanía”, Caritas se enfrenta en nuestros días con la tarea difícil pero fundamental de que el servicio caritativo se convierta en compromiso para cada uno de nosotros, en definitiva de que “toda la comunidad cristiana sea sujeto de caridad”. “Este -dijo el Papa- es el objetivo principal de vuestro ser y actuar: ser estímulo y alma, para que toda la comunidad crezca en la caridad y encuentre caminos siempre nuevos para acercarse a los más pobres, capaz de leer y enfrentarse a las situaciones que oprimen a millones de hermanos, en Italia y en el mundo”. En este sentido asume un gran relieve el voluntariado que Caritas promueve; voluntariado en el que se debería involucrar, de diversas formas, toda la comunidad y que puede convertirse en un estímulo para las instituciones civiles de cara a la promoción de una legislación en favor del bien común y de la protección de los grupos más vulnerables. herramientas para un adecuado conocimiento y situaciones constructivas.
“Frente a los desafíos globales que siembran miedo, iniquidad, especulación financiera - - incluso sobre los alimentos -, degradación ambiental y guerra, es necesario, junto con el trabajo diario sobre el territorio esforzarse para educar al encuentro respetuoso y fraternal entre culturas y civilizaciones y al cuidado de la creación, para una "ecología integral”, afirmó el Santo Padre, reiterando la invitación a Caritas de promover comunidades que alimenten una pasión por el diálogo “para vivir los conflictos de forma evangélica, sin negarlos, sino convirtiéndolos en motivo de crecimiento, de reconciliación porque esta es la paz que Cristo nos ha conquistado y que estamos invitados a llevar”.
“Que vuestro orgullo sea siempre -añadió- la voluntad de individuar las causas de la pobreza, para intentar removerlas: el esfuerzo de prevenir la exclusión, de incidir en los mecanismos que generan la injusticia, de operar en contra de cualquier estructura de pecado. Se trata de educar a los individuos y a los grupos a estilos de vida conscientes, para que todos se sientan responsables de todos”. Francisco les animó también a continuar con su compromiso con los inmigrantes. “El fenómeno de la migración, que hoy presenta aspectos críticos que deben administrarse con políticas orgánicas y de amplios horizontes -puntualizó- es siempre una riqueza y un recurso, desde diferentes puntos de vista. Y por eso es precioso vuestro trabajo que junto con el enfoque solidario tiende a privilegiar las opciones que favorezcan una mayor integración entre las poblaciones extranjeras y los ciudadanos”.
Tocando después el tema de la familia, el Papa subrayó que esta “es constitucionalmente "Caritas", porque Dios mismo la hizo así: el alma de la familia y su misión es el amor. Ese amor misericordioso que - como recordé en la exhortación apostólica “Amoris laetitia” - sabe acompañar, discernir e integrar las situaciones de fragilidad. Las respuestas más completas a muchos malestares las pueden dar las mismas familias que, superando la tentación de la solidaridad "corta”y episódica, anque a veces necesaria, deciden colaborar entre sí y con todos los demás servicios de solidaridad del territorio, ofreciendo los recursos de su disponibilidad diaria”.
“El Señor, sale a nuestro encuentro en los rostros y las historias de los hermanos y hermanas más necesitados. Está a la puerta de nuestro corazón, de nuestras comunidades y espera a que alguien responda a su "llamar" discreto y persistente: espera la caridad, es decir la "caricia" misericordiosa del Señor, a través de la "mano" de su Iglesia. Una caricia que exprese la ternura, la cercanía del Padre. Que en el mundo actual, complejo e interconectado, vuestra misericordia sea atenta e informada, concreta y competente.. pero también comunitaria; creíble en virtud de una coherencia que es testimonio evangélico ...abierta a todos, atenta a la hora de invitar a los pequeños y los pobres del mundo a tomar parte activa en la comunidad. Porque los pobres -concluyó el Santo Padre- son la propuesta fuerte que Dios hace a nuestra Iglesia para que pueda crecer en el amor y la fidelidad”.