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La Santa Sede en la Unesco: Educar a una ecología integral, 15.04.2016

Monseñor Francesco Follo, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) intervino el pasado 8 de abril en la asamblea plenaria del Consejo Ejecutivo de ese organismo, manifestando el agrado de la Santa Sede por aportar su contribución al Marco de Acción de Educación 2030 y de la Estrategia de la UNESCO para la acción sobre el cambio climático que finalizará la sesión otoñal de dicho Consejo.

En su discurso monseñor Follo afirmó que la educación y la formación deben estar cada vez más vinculadas a la ecología. “De hecho, si queremos una educación integral, que es el acceso de la persona a su plena humanidad -dijo- no lo conseguiremos sin una ecología integral, como recordaba el Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si' sobre la defensa de la Casa Común. En este importante documento, el Santo Padre propone - entre otras - una educación "cuya vocación es crear una ciudadanía ecológica'' es decir, formadora de un humanismo integral”.

“Si, por un lado, la educación es una emergencia -prosiguió- debe ser integral porque la información técnica y científica no es suficiente para educar a mujeres y hombres responsables en sus familias y en todos los niveles de la sociedad nacional e internacional. Por otro lado, nuestra época es testigo de la creciente capacidad del ser humano de intervenir para transformar. El aspecto de conquista y de explotación de los recursos se ha hecho predominante e invasivo, llegando incluso a poner en peligro la capacidad hospitalaria del medio ambiente: el medio ambiente "recurso" puede ser una amenaza para el medio ambiente "casa". Debido a los poderosos medios de transformación que ofrece la civilización tecnológica, parece que el equilibrio entre el ser humano y el ambiente haya llegado al umbral crítico”.

Por otra parte, observó el Representante de la Santa Sede “no se puede pretender que los jóvenes respeten el medio ambiente si no les ayudamos, en la familia y en la sociedad, a respetarse a sí mismos. Los deberes hacia el ambiente se desprenden de los deberes hacia la persona considerada en sí misma y en relación con los demás. Por tanto, debemos fomentar una educación a la responsabilidad ecológica, que se traduzca en una verdadera "ecología humana... Ante la sobreexplotación y la creciente destrucción del medio ambiente, el lugar ocupado por la educación y la formación debe ser inmenso: técnicamente, sin lugar a dudas, reside en el incremento de la educación para todos y en el uso de formas de producción eficientes. Sin embargo, el progreso observado en este ámbito es probable que se demuestre ineficaz si no se benefician de él todos los seres humanos”.

“Los problemas de nuestro tiempo -subrayó el prelado- son el reflejo de los problemas sociales subyacentes: la injusta distribución de la tierra y del capital perpetúa una disfunción técnica que repercute también en los países ricos, algo que sigue siendo el mayor escándalo de nuestro tiempo . Por lo tanto, el tema de la educación en el contexto del desarrollo duradero no puede resolverse con un simple inventario técnico, sino que debe considerar al corazón moral del problema. De ahí la importancia de que los niños, adolescentes y adultos vuelvan a descubrir la solidaridad. En este sentido, las experiencias de Proyectos Escuelas UNESCO son muy interesantes y la Santa Sede alienta a la UNESCO por cada escuela que vaya en el sentido de la solidaridad”.

Igualmente “la Santa Sede apoya una educación al compartir, para facilitar un desarrollo sostenible. Esto es esencial para los objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, como parte de la estrategia a medio plazo.... En efecto, los deberes más grandes incumben necesariamente a los más dotados, “ricos” de cultura y de saber, no solamente de dinero . Aquí, "rico" ha de entenderse en un sentido social y cultural. ...El "rico", por tanto, no es aquel que posee. Es el que transmite y comparte. Estamos invitados a compartir... Y la compartición material e “inmaterial”, espiritual no implica una pérdida: se trata de un enriquecimiento mutuo”.