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Presentación de la exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia: La lógica de la misericordia pastoral , 08.04.2016

Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha tenido lugar la presentación de la exhortación apostólica “Amoris Laetitia: La alegría del amor”, firmada por el Santo Padre el pasado 19 de marzo, solemnidad de San José. Han intervenido los cardenales Lorenzo Baldisseri, Secretario general del Sínodo de los Obispos y Christopher Schönborn O.P, arzobispo de Viena (Austria) y el matrimonio formado por Francesco Miano, profesor de Filosofía Moral en la universidad romana de Tor Vergata y Giuseppina De Simone, docente de Filosofía en la Facultad Teológica de Italia Meriodional en Nápoles.

En su intervención el cardenal Baldisseri explicó que el título Amoris Laetitia está en plena continuidad con la exhortación apostólica Evangelii Gaudium. “De la alegría del Evangelio-dijo a la alegría del amor en la familia. El recorrido sinodal ha presentado la belleza de la familia hablando del amor que constituye el fundamento de la institución familiar, porque Dios es amor entre Personas, y la Trinidad no es soledad. Así, el trabajo de los padres sinodales recoge la pluralidad de las experiencias y los puntos de vista de las Iglesias particulares. El debate entre opiniones diversas se ha desarrollado con libertad y franqueza, lo que permitió lograr un resultado casi unánimemente compartido”.

El principio de que "el tiempo es superior al espacio" -prosiguió el purpurado- indica que lleva tiempo y que hay maneras diversas de encontrar las soluciones más adecuadas a las diferentes situaciones... Por ejemplo, el texto se refiere a tres situaciones simbólicas en las que es necesario el paso del tiempo: la preparación para el matrimonio, la educación de los hijos, la superación del luto en la familia”.

La clave de lectura de la exhortación, de acuerdo con el tiempo jubilar que vive la Iglesia es “la lógica de la misericordia pastoral”. El Santo Padre afirma claramente la doctrina sobre el matrimonio y la familia y la propone como idea irrenunciable. Pero por otra parte, el Papa no se olvida de prestar atención a la fragilidad de las familias e incluso a su fracaso dejando espacio a la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible.

Hablando de las fuentes que han inspirado Amoris Laetitia el cardenal recordó que el documento es “otra expresión eminente del pontificado del papa Francisco: representa una espléndida síntesis y se proyecta hacia nuevos horizontes. La base fundamental de la exhortación son los documentos finales de las dos asambleas sinodales sobre la familia. Además, el texto se acompaña de numerosas referencias a los Padres de la Iglesia, a los autores contemporáneos (de Erich Fromm, a Santa Teresa de Lisieux pasan por Dietrich Bonhoeffer, Jorge Luis Borges o Martin Luther King) y a los documentos pontificios de los predecesores de Francisco” .

Entre los aspectos más destacados del texto, el Secretario General del Sínodo señaló su “perspectiva positiva sobre la belleza del amor conyugal y la familia” y apuntó que al obispo “se le confía la tarea de guiar al pueblo de Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor que llama a sus ovejas una a una”, recordando también que el obispo, a través de los sacerdotes y los agentes de pastoral, disponga los servicios adecuados para los que están en una situación de malestar familiar, de crisis o de fracaso.

Como cualquier pastor el Papa Francisco “dirige a su paternal solicitud a la innumerable diversidad de situaciones concretas” y por lo tanto afirma que puede comprenderse que “no debería esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica aplicable a todos los casos”. Después, el cardenal citó algunas situaciones conretas como la de los bautizados que viven un segundo matrimonio que “deben ser integrados y no excluidos” y subrayó que para acompañar e integrar a las personas que viven en las llamadas situaciones "irregulares" es necesario que los pastores las miren a la cara una por una. El discernimiento se produce través de la "conversación con el sacerdote, en el fuero interno, [que] contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer" .

“En vista de la realización del ideal del matrimonio -agregó- la exhortación ha acentúado la gran importancia de la preparación de los novios para el sacramento y también indica la necesidad de que este camino continue también después de la boda sobre todo en los primeros años de vida matrimonial”. “El documento recuerda que los Padres sinodales también han puesto la mirada en la situación particular de un matrimonio civil sólo civil o, salvadas las distancias , aun de una mera convivencia en la que cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público, está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole , de capacidad de superar las pruebas, puede ser vista como una ocasión de acompañamiento en la evolución hacia el sacramento del matrimonio”.

 

“A la hora de acompañar a la fragilidad y de curar las heridas, el principio de gradualidad en la pastoral -reiteró el cardenal- refleja la pedagogía divina: así como Dios cuida de todos sus hijos, comenzando por los más débiles y más distantes, del mismo modo "la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto porque se traa de integrar a todos en la vida de la comunidad eclesial”.

“No limitándose a las llamadas situaciones "irregulares" -concluyó mons. Baldisseri la exhortación, revela el amplio horizonte de la gracia inmerecida y de la misericordia compasión incondicional para todos, en cualquier situación en que se encuentren. En ese contexto se coloca la exhortación apostólica que con esta expresión toca el corazón del Evangelio y cura el del hombre herido: "La misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios".

A su vez el cardenal Schönborn comenzó diciendo que antes de entrar en el texto le gustaría revelar de forma muy personal, el por qué lo había leído “con alegría, con gratitud, y siempre con gran emoción”. “En la enseñanza eclesial sobre el matrimonio y la familia a menudo hay una tendencia, tal vez inconsciente, a abordar con dos enfoques estas dos realidades de la vida -dijo- Por un lado están los matrimonios y las familias “normales", que obedecen a la regla, en los que todo está "bien”, y está "en orden", y luego están las situaciones "irregulares" que plantean un problema. Ya el mismo término "irregular" sugiere que hay una clara distinción. Por lo tanto, el que se encuentra en el lado de los "irregulares" tiene que dar por sentado que los "regulares" están en la otra parte. Sé personalmente, debido a mi propia familia, lo difícil que es esto para los que vienen de una familia “patchwork”. En estas situaciones las enseñanzas de la Iglesia, pueden hacer daño, pueden dar la sensación de estar excluidos”.

“El Papa Francisco -continuó- ha puesto su exhortación bajo el lema: "Se trata de integrar a todos" , porque se trata de una comprensión fundamental del Evangelio: ¡Todos necesitamos misericordia! "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra". Todos nosotros, independientemente del matrimonio y la situación familiar en la que nos encontramos, estamos en camino”.

El Santo Padre “ha conseguido hablar de todas las situaciones sin catalogar, sin categorizar, con esa mirada fundamental de benevolencia que tiene algo que ver con el corazón de Dios, con los ojos de Jesús, que no excluyen a nadie que acogen a todos y a todos conceden la "alegría del Evangelio". Por eso la lectura de Amoris laetitia es tan reconfortante. Nadie debe sentirse condenado, nadie despreciado. En este clima de acogida, la enseñanza de la visión cristiana del matrimonio y de la familia, se convierte en invitación, estímulo, alegría del amor en la que podemos creer y que no excluye, verdadera y sinceramente, a nadie”.

Otras dos palabras claves de la exhortación son discernir y acompañar que, afirmó el arzobispo de Viena “no se aplican únicamente a las "situaciones llamadas irregulares" (Francisco hace hincapié en este ¡"las llamadas"!), sino que valen para todas las personas, para cada matrimonio, para cada familia. Todas, de hecho, están en camino, y todas necesitan "discernimiento" y "acompañamiento".”Mi gran alegría ante este documento -reafirmó- reside en el hecho de que, coherentemente, supera la artificiosa, externa y neta división entre "regular" e "irregular" y pone a todos bajo la instancia común del Evangelio, siguiendo las palabras de San Pablo: "Pues Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos misericordia”.

“Obviamente, este principio continuo de "inclusión", preocupa a algunos -señaló- ¿No se habla aquí a favor del relativismo? ¿No se convierte en permisivismo la tan evocada misericordia? ¿ Se ha acabado la claridad de los límites que no se deben superar, de las situaciones que objetivamente se definen como irregulares, pecaminosas? Esta exhortación ¿no favorece una cierta laxitud, un "anything goes"? ¿La misericordia propia de Jesús ¿no es, a menudo en cambio, una misericordia severa, exigente?Para aclarar esto el Papa Francisco no deja duda alguna sobre sus intenciones y nuestra tarea: "Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda, o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano. Estaríamos privando al mundo de los valores que podemos y debemos aportar. Es verdad que no tiene sentido quedarnos en una denuncia retórica de los males actuales, como si con eso pudiéramos cambiar algo. Tampoco sirve pretender imponer normas por la fuerza de la autoridad. Nos cabe un esfuerzo más responsable y generoso, que consiste en presentarlas razones y las motivaciones para optar por el matrimonio y la familia, de manera que las personas estén mejor dispuestas a responder a la gracia que Dios les ofrece””.

El Papa Francisco está convencido de que la visión cristiana del matrimonio y de la familia tiene, también hoy en día, una fuerza de atracción inmutable. Pero exige "una saludable reacción autocrítica": "Tenemos que ser humildes y realistas para reconocer que a veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos. " Hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales”, escribe en Amoris Laetitia.

El cardenal Schönborn habló a este propósito de una experiencia del Sínodo de octubre pasado: “Que yo sepa -dijo- dos de los trece "circuli minores" comenzaron su trabajo haciendo que cada participante contase su propia situación familiar. Pronto se descubrió que casi todos los obispos o los otros participantes del “circulus minor" enfrentaban, en sus familias, los temas, las preocupaciones, las "irregularidades" de las cuales, nosotros en el Sínodo, habíamos hablado de forma algo abstracta. El Papa Francisco nos invita a hablar de nuestras familias "tal cual son" .Y ahora, lo magnífico del camino sinodal y de su proseguimiento con el Papa Francisco: Este sobrio realismo sobre las familias "tal cual son" ¡no nos aleja para nada del ideal¡. Por el contrario: el Papa Francisco consigue con el trabajo de ambos Sínodos situar a las familias en una perspectiva positiva, profundamente rica de esperanzas. Pero esta perspectiva alentadora sobre las familias exige esa "conversión pastoral" de la que hablaba Evangelii gaudium de una manera tan emocionante”. El Papa Francisco “habla de una profunda confianza en los corazones y en la nostalgia de los seres humanos. Se percibe aquí la gran tradición educacional de la Compañía de Jesús a la responsabilidad personal. Habla de dos peligros contrarios : El "laissez-faire" y la obsesión de querer controlar y dominar todo”.

El Santo Padre escribe “Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” y el cardenal Schönborn ha especificado: “La gran cuestión obviamente es ésta: ¿cómo se forma la conciencia?, ¿cómo llegar a aquello que es el concepto clave de todo este gran documento, la clave para comprender correctamente la intención de Papa Francisco: “el discernimiento personal”, sobre todo en situaciones difíciles, complejas? ... Es el discernimiento el que hace de la persona una personalidad madura, y el camino cristiano quiere ser de ayuda al logro de esta madurez personal...Solo allí donde ha madurado este “discernimiento” personal es también posible alcanzar un “discernimiento pastoral”, el cual es importante sobre todo ante “situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone”.

Para el Santo Padre los capítulos cuarto y quinto son centrales por su contenido: “No podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar”, escribe. “De experto pedagogo -comentó el purpurado- el Papa Francisco sabe bien que nada atrae y motiva tan fuertemente como la experiencia positiva del amor. “Hablar del amor”... Recomiendo a todos la meditación de estas páginas. Ellas nos animan a creer en el amor y a tener confianza en su fuerza. Es aquí que “crecer”, otra palabra clave del Amoris Laetitia, tiene su sede principal: en ningún otro lugar se manifiesta tan claramente como en el amor, que se trata de un proceso dinámico en el cual el amor puede crecer, pero también puede enfriarse ...y aquí se hace también dolorosamente visible cuanto mal hacen las heridas de amor. Como son lacerantes las experiencias de fracaso de las relaciones. Por esto no me maravilla que sea sobre todo el octavo capítulo el que llama la atención y el interés. De hecho la cuestión de cómo la Iglesia trate estas heridas, de cómo trate los fracasos del amor se ha vuelto para muchos una cuestión-test para entender si la Iglesia es verdaderamente el lugar en el cual se puede experimentar la misericordia de Dios”.

Ese capítulo “debe mucho al intenso trabajo de los dos Sínodos, a las amplias discusiones en la opinión pública y eclesial. Aquí se manifiesta la fecundidad del modo de proceder del Papa Francisco. Él deseaba expresamente una discusión abierta sobre el acompañamiento pastoral de situaciones complejas y ha podido ampliamente fundarse sobre los textos que los dos Sínodos le han presentado para mostrar cómo se puede “acompañar, discernir e integrar la fragilidad... En lo que respecta a los divorciados vueltos a casar con rito civil él sostiene: “Acojo las consideraciones de muchos Padres sinodales, quienes quisieron expresar que (…) la lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral (…) Ellos no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia, sintiéndola como una madre que les acoge siempre” .Pero ¿qué significa esto concretamente? ... El Papa lo dice con toda claridad: “Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares”.

Y de cómo puede y debe ser este discernimiento personal y pastoral, trata la entera sección de Amoris Laetitia 300-312. “Ya en el Sínodo del 2015, en el apéndice a los enunciados del círculus germánicus fue propuesto un “Itinerarium” del discernimiento, del examen de conciencia que el Papa Francisco hizo suyo: “Se trata de un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios”. Pero el Papa Francisco recuerda también que “este discernimiento no podrá jamás prescindir de las exigencias de verdad y de caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia” .

Y, en este sentido surge naturalmente la pregunta: ¿Qué dice el Papa del acceso a los sacramentos de las personas que viven en situaciones irregulares? “Francisco -dijo el purpurado- vuelve a recordar la necesidad de discernir bien las situaciones siguiendo la línea de la Familiaris consortio de San Juan Pablo II. “El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento, y desalentamos caminos de santificación que dan gloria a Dios”. ... En el sentido de esta “via caritatis” el Papa afirma, de manera humilde y simple, en una nota , que se puede dar también la ayuda de los sacramentos en “algunos casos”. Pero a este propósito no nos ofrece una casuística de recetas, sino que simplemente nos recuerda dos de sus frases famosas: “a los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de tortura, sino el lugar de la misericordia del Señor” y la Eucaristía “no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”.

“¿No es un desafío excesivo para los pastores, para los guías espirituales, para las comunidades, si el “discernimiento de las situaciones” no está regulado de modo más preciso? El Papa Francisco conoce esta preocupación: “Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna”. A esta él objeta diciendo: “Ponemos tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio” .

“El Papa Francisco – finalizó el cardenal Schönborn confía en la “alegría del amor”. El amor debe encontrar el camino. Es la brújula que nos indica el camino. Es la meta y el camino mismo. Porque Dios es amor y porque el amor es de Dios. Nada es tan exigente como el amor. El amor no se puede comprar. Por esto nadie debe temer que el Papa Francisco nos invite, con “Amoris Laetitia”, a un camino demasiado fácil. “El camino no es fácil pero es pleno de alegría”.