Tres mil estudiantes universitarios de 115 países llegados a Roma con motivo del 2016 Harvard World Model United Nations, (Modelo Mundial de Naciones Unidas (WorldMUN), han participado esta mañana en una audiencia con el Papa en el Aula Pablo VI. El WorldMUN, que en Roma tiene lugar del 14 al 18 de marzo, es una “simulación” donde estudiantes de diversas escuelas o universidades asumen el papel de los diplomáticos de los países miembros de la ONU, debiendo capacitarse sobre cuestiones culturales, económicas, de política interior y de relaciones internacionales que debatirán como lo hacen los organismos y comités de la ONU.
WorldMUN se fundó hace 25 años con la misión de formar a la nueva generación de líderes mundiales y enseñar a los estudiantes universitarios a comprender el mundo en que viven y a utilizar los instrumentos de la cooperación y la diplomacia para mejorarlo. El tema de este año es “Future 25” y se propone hacer reflexionar a sus participantes sobre el pasado para proyectar las instituciones globales del futuro. Las sedes de las anteriores ediciones han sido entre otras Puebla (México), Ginebra (Suiza), Pekín (China), Belo Horizonte (Brasil), Sharm el-Sheikh (Egipto), Taipei (Taiwán), Singapur y Vancouver (Canadá).
“Como estudiantes universitarios -dijo el Papa abriendo el discurso que les dirigió- os dedicáis de forma particular a la búsqueda de la verdad y de la comprensión, al crecimiento de la sabiduría, no solo en beneficio propio, sino por el bien de vuestras comunidades locales y de toda la sociedad. Espero que esta experiencia os lleve a apreciar la necesidad y la importancia de estructuras de cooperación y solidaridad que han sido forjadas por la comunidad internacional en el curso de muchos años... y son especialmente eficaces cuando se ponen al servicio de cuantos en el mundo son más vulnerables y marginados. Rezo para que las Naciones Unidas y cada uno de los Estados Miembros estén siempre dispuestos a ese servicio y a esa atención”.
Francisco observó a continuación que el mejor fruto de este encuentro en Roma no era tanto el aprendizaje de la diplomacia o de los sistemas institucionales, a pesar de su indudable importancia, sino “el tiempo transcurrido juntos, el encuentro con personas de todas las partes del mundo que representan no solamente los retos contemporáneos, sino sobre todo la rica variedad de talentos y potenciales de la familia humana”.
“Los argumentos y problemáticas que habéis tratado no carecen de rostro -subrayó- Y cada uno de vosotros puede describir las esperanzas y los sueños, los desafíos y los sufrimientos que caracterizan a la gente de vuestro país. En estos días aprenderéis mucho unos de otros y os recordareis recíprocamente que, detrás de cada dificultad que el mundo enfrenta, hay hombres y mujeres, jóvenes y viejos, personas como vosotros. Hay familias e individuos que luchan todos los días, que quieren cuidar a sus hijos y mantenerles, pero no solo en el futuro, sino también hacer frente a sus necesidades más elementares hoy. También muchos de ellos, afectados por los problemas más graves del mundo actual, por la violencia y la intolerancia, se han convertido en refugiados, obligados trágicamente a abandonar sus casas, privados de su tierra y de su libertad”.
“Estos son los que necesitan vuestra ayuda, los que os piden a grandes voces que les escuchéis y que son más que nunca dignos de cualquier esfuerzo vuestro en pro de la justicia, la paz y la solidaridad”, destacó Francisco recordando que San Pablo afirma que tenemos que alegrarnos con los que se alegran y llorar con los que lloran. “En resumidas cuentas – nuestra fuerza como comunidad, en cualquier nivel de vida y organización -reiteró- se basa no tanto en nuestros conocimientos y habilidades personales, sino en la compasión que demostramos unos con otros, en el cuidado que prestamos especialmente a aquellos que no pueden cuidar de sí mismos”.
“También espero que vuestra experiencia os haya llevado a ver el compromiso de la Iglesia Católica en el servicio de las necesidades de los pobres y de los refugiados, a sostener a las familias y a las comunidades y a proteger la dignidad inalienable y los derechos de cada uno de los miembros de la familia humana. Nosotros, los cristianos, creemos que Jesús nos llama a servir a nuestros hermanos y hermanas, a cuidar unos de otros, prescindiendo de su procedencia y de sus circunstancias. Sin embargo, esto no es un distintivo de los cristianos, sino una llamada universal, enraizada en nuestra humanidad común, algo que tenemos como personas, que llevamos dentro como seres humanos” concluyó el Papa, deseando a los participantes del WorldMUN que Dios los bendijera “con la felicidad que ha prometido a los que tienen hambre y sed de justicia y son artífices de paz”.