DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DE LA UNIÓN NACIONAL DE FERIANTES (U.N.A.V.)
Sala Clementina
Lunes, 20 de marzo de 2023
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¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días, bienvenidos y gracias!
Os saludo de corazón a todos vosotros y os doy las gracias por vuestra presencia. Doy las gracias al presidente de vuestra Asociación por sus palabras.
¿Vosotros sabéis cantar? Para felicitar, ¿qué cantáis? Felicitad cantando porque esta jovencita, sor Geneviève, ¡cumple 80 años! ¿Le cantamos “cumpleaños feliz”? [cantan] ¡Así es, mirad! La ternura!
La pandemia os ha impedido desarrollar las actividades habituales, viajando de plaza en plaza con vuestras atracciones. Sé que la Fundación Migrantes ha estado cerca de vosotros animándoos para ir adelante con espíritu de fe y de esperanza. Ahora, gracias a Dios, habéis podido reanudar. La Iglesia os sigue acompañando anunciándoos a Cristo Salvador, el cual recorría ciudades y pueblos llevando a todos el anuncio alegre del Reino de Dios. «El Señor —nos dice la Escritura— marchará delante de ti, él estará contigo; no te dejará ni te abandonará. No temas ni te asustes» (Dt 31,8). Estas palabras las dirijo hoy a vosotros, queridos hermanos y hermanas trabajadores del espectáculo itinerante.
La Exhortación apostólica Evangelii gaudium inicia así: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús» (n. 1). Y también vosotros cooperáis en sentido amplio al anuncio del Evangelio por la alegría que lleváis a la gente con vuestras atracciones. Vosotros sois sembradores de alegría, ¡no olvidéis esto! Y a veces sembráis alegría en momentos en los que el corazón no está alegre, está triste por los problemas… Pero vosotros sembráis, vuestra vocación es sembrar alegría. Por esto os animo a tener siempre vuestro corazón y vuestra vida abiertos a una perspectiva de fe, que nace del encuentro con Jesús, presente y operante en su Iglesia, presente y operante en vosotros, en cada una de las personas que vosotros encontráis, en cada una de las personas que vosotros hacéis reír. Que es una de las cosas más hermosas: ¡sembradores de sonrisas, es hermoso!
Parando con las atracciones en los pueblos y en las ciudades, vosotros ofrecéis a los niños y a los adultos momentos de desenfado, distrayéndoles un poco de las preocupaciones que perturban la vida cotidiana. La felicidad de un niño en el tiovivo es una imagen de alegría limpia que pertenece a la memoria de cada familia.
El sentido de alegría y de fiesta que vosotros difundís brota de la creatividad y de la fantasía, no sigue los modelos artificiales y conformistas que circulan en los medios de comunicación; se alimenta no de la búsqueda de sensaciones siempre nuevas, sino de la sencillez y genuinidad que se puede respirar en un parque de atracciones.
Queridos hermanos y hermanas, ¡id adelante en vuestro trabajo itinerante! En un mundo donde se respira a menudo un clima gris y pesado, vosotros nos recordáis que el camino para estar contentos es la sencillez; y también una forma de diversión al aire libre y en compañía: lo opuesto de lo que cada vez más a menudo se ve hoy, cada uno solo con su móvil o con el ordenador, que te aísla de la comunicación social. Vosotros invitáis a salir, a encontrarse en la plaza, a divertirse siempre. Os aprecio por esto. Y os doy las gracias porque, en el fondo, nos recordáis que no estamos hechos solo para el trabajo sino también para la fiesta, y Dios está contento cuando nosotros nos divertimos juntos como hermanos con sencillez. Y vuestra vocación es: reír y hacer sonreír. A veces el corazón está triste, pero la vocación te lleva adelante para dar sonrisas a los otros, sonrisas que les hagan reír. Y esto es hermoso: sembrar sonrisas, sembrar alegría, sembrar paz, sembrar un horizonte más positivo de lo que quizá está viviendo la gente en ese momento. Adelante, con la alegría…
Os encomiendo a la intercesión de la Virgen María “Madre de los Viajantes”, guía segura que nos conduce a Jesús. Y que os sostengan también vuestro patrón san Juan Bosco y el Siervo de Dios Don Dino Torregiani, el apóstol de las caravanas. Os bendigo de corazón, y os pido por favor que recéis por mí. ¡Gracias!
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