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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN UN CONGRESO ORGANIZADO
POR LA FUNDACIÓN "CENTESIMUS ANNUS - PRO PONTIFICE"

Sala Regia
Sábado, 26 de mayo de 2018

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Queridos amigos:

Doy la bienvenida a todos, reunidos para la conferencia internacional de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice. En particular, en este 25 aniversario de la constitución de la Fundación por san Juan Pablo II, os expreso mi gratitud por el trabajo que hacéis para dar a conocer la sabiduría de la Doctrina Social de la Iglesia a los que forman parte del mundo de los negocios y de los sectores económicos de la sociedad civil. Después de un cuarto de siglo, esta tarea sigue siendo más necesaria que nunca, ya que los desafíos sociales y financieros planteados a la comunidad internacional se han vuelto cada vez más complejos e interconectados.

Las dificultades y crisis actuales en el sistema económico tienen una dimensión ética innegable: están vinculadas a una mentalidad de egoísmo y exclusión que de hecho ha generado una cultura del descarte, ciega ante la dignidad humana de los más vulnerables. Lo vemos en la creciente “globalización de la indiferencia” frente a los evidentes desafíos morales que la familia humana está llamada a enfrentar. Pienso especialmente en los numerosos obstáculos al desarrollo humano integral de tantos hermanos y hermanas nuestros, no solo en los países materialmente más pobres sino también cada vez más en medio de la opulencia del mundo desarrollado. También pienso en las urgentes cuestiones éticas relacionadas con los movimientos migratorios mundiales.

Vuestra Fundación tiene un papel importante que desempeñar para iluminar con la luz del mensaje evangélico estas acuciantes necesidades humanitarias y para ayudar a la Iglesia a cumplir este aspecto esencial de su misión. A través de vuestro compromiso constante con los líderes de la economía y las finanzas, así como con los líderes sindicales y otros en el sector público, intentáis garantizar que la dimensión social intrínseca de toda la actividad económica esté adecuadamente protegida y activamente promovida.

Con demasiada frecuencia, ha habido una dicotomía trágica y falsa ―análoga a la fractura artificiosa entre la ciencia y la fe― entre la doctrina ética de nuestras tradiciones religiosas y los intereses prácticos de la comunidad comercial actual. Pero hay una circularidad natural entre el beneficio y la responsabilidad social. De hecho, existe un «vínculo indisoluble [...] entre una ética respetuosa de las personas y del bien común, y la funcionalidad real de todo sistema económico-financiero» (Oeconomicae et pecuniariae quaestiones, 23, 17 de mayo de 2018). En pocas palabras, la dimensión ética de las relaciones sociales y económicas no puede importarse a la vida y la actividad social desde el exterior, sino que debe surgir desde dentro. Esta es, por supuesto, una meta a largo plazo, que requiere el compromiso de cada persona y de cada institución dentro de la sociedad.

Vuestra conferencia ha elegido este año el tema «Nuevas políticas y nuevos estilos de vida en la era digital». Uno de los desafíos relacionados con este tema es la amenaza a la que se enfrentan las familias a causa de la incertidumbre de las oportunidades de trabajo y del impacto de la revolución de la cultura digital. Como destaca el camino de preparación para el Sínodo de este año sobre los jóvenes, este es un ámbito decisivo en el que la solidaridad de la Iglesia es realmente necesaria. Vuestra contribución es una expresión privilegiada de la atención de la Iglesia por el futuro de los jóvenes y de las familias. Además, esta es una actividad en la que la colaboración ecuménica es de especial importancia y la presencia del Patriarca Bartolomé de Constantinopla en vuestra conferencia es una señal elocuente de esta responsabilidad común.

Queridos amigos, compartiendo vuestro conocimiento y experiencia, y transmitiendo la riqueza de la doctrina social de la Iglesia, queréis formar las conciencias de los líderes en el campo político, social y económico. Os animo a perseverar en este esfuerzo, que contribuye a construir una cultura global de justicia económica, de igualdad y de inclusión. Con gratitud y aprecio por lo que ya habéis logrado, confío en la oración vuestro compromiso futuro a la providencia de Dios. Sobre vosotros, vuestros colegas y vuestras familias, invoco de todo corazón y en abundancia las bendiciones del Señor.


Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 26 de mayo de 2018.

 



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