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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
CON MOTIVO DE LA PRESENTACIÓN DE LAS CARTAS CREDENCIALES
DE LOS EMBAJADORES DE MAURITANIA, NEPAL, TRINIDAD Y TOBAGO,
SUDÁN, KAZAJSTÁN Y NÍGER*

Sala Clementina
Jueves 18 de mayo de 2017

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Excelencias:

Me complace darles la bienvenida con motivo de la presentación de las Cartas que les acreditan como embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de sus respectivos países ante la Santa Sede: Kazajstán, Mauritania, Nepal, Níger, Sudán, Trinidad y Tobago. Una bienvenida especial a la Sra. M'Haiham, primera embajadora de Mauritania ante la Santa Sede. Les agradecería que transmitieran a los Jefes de Estado de sus países mis sentimientos de gratitud y respeto, acompañados por la seguridad de mis oraciones por sus personas y los pueblos que representan.

El escenario internacional se caracteriza por una complejidad considerable y está atravesado por espesas nubes, y por lo tanto requiere una mayor toma de conciencia de los comportamientos y de las acciones necesarias para emprender un camino de paz que disminuya las tensiones. Entre los factores que agudizan los problemas se encuentran una economía y unas finanzas que, en lugar de servir al ser humano concreto, se organizan principalmente para servirse a sí mismas y escapar del control de las autoridades públicas, que siguen siendo responsables del bien común, pero carecen de las herramientas necesarias para moderar los apetitos exagerados de unos pocos.

Se advierte, además, la tendencia creciente a considerar el recurso a la fuerza no como ultima ratio sino casi como un medio entre otros, disponible para ser utilizado sin una evaluación exhaustiva de las consecuencias.

Otro factor que agrava los conflictos es el fundamentalismo, el abuso de la religión para justificar la sed de poder, la explotación del santo nombre de Dios para que progrese, por cualquier medio, el propio proyecto hegemónico.

A estas degradaciones y a los riesgos que representan para la paz en el mundo, se responde mediante la construcción de una economía y una finanza responsables frente a las suertes del ser humano y de las comunidades donde vive. ¡Que el hombre y no el dinero vuelva a ser el fin de la economía! También se debe hacer frente a las divergencias con la paciencia valiente del diálogo y de la diplomacia, con iniciativas de encuentro y de paz y no con la exhibición de la fuerza y ​​su uso precipitado y desconsiderado. Es indispensable, además, aislar a todo aquel que intenta transformar una pertenencia y una identidad religiosa en razón para odiar a todos los demás. A quien desfigura así la imagen de Dios hay que oponer un esfuerzo concertado para demostrar que su Nombre se honra salvando vidas, no matándolas, llevando reconciliación y paz, no división y guerra, con la misericordia y la compasión y no con la indiferencia y la brutalidad. Si avanzamos con decisión por este camino, la causa de la paz y de la justicia — condiciones de un desarrollo equilibrado para todos— dará pasos concretos hacia adelante.

Señores Embajadores, a través de Ustedes quisiera que mi saludo llegase también a los pastores y fieles de las comunidades católicas presentes en sus países. Les animo a continuar su testimonio de fe y a ofrecer su generosa contribución al bien común.

En el momento en que comienzan su misión, les expreso mis mejores deseos, asegurando la continua colaboración de la Curia Romana en el cumplimiento de su función. Con este fin, invoco de buen grado sobre ustedes y sus familiares, así como sobre sus compatriotas, la abundancia de las bendiciones divinas.


* Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede



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