DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN EL ENCUENTRO DEL CUERPO DE CARABINEROS,
EN EL BICENTENARIO DE FUNDACIÓN
Plaza de San Pedro
Viernes 6 de junio de 2014
Queridos hermanos y hermanas:
Os doy la bienvenida a todos vosotros, con ocasión del bicentenario de la fundación del Cuerpo de Carabineros. Los «carabineros de la gente», como ha dicho el ministro. Es así. Saludo a los carabineros en servicio y a los reservistas, y a vuestros familiares. Saludo a los ministros y a las demás autoridades presentes, y agradezco al comandante general las palabras con las que ha introducido este encuentro. Doy las gracias a la señora ministra y dirijo un pensamiento particular a mi hermano, el Ordinario militar monseñor Santo Marcianò y a los capellanes, presencia importante en vuestro ambiente y para vuestro camino de fe.
Celebrar este aniversario significa repasar dos siglos de la historia de Italia, tan fuerte es el vínculo del Cuerpo de Carabineros con el país. Entre los carabineros y la gente existe un vínculo hecho de solidaridad, confianza y dedicación al bien común. Las comisarías de los carabineros son puestos de control presentes en todo el territorio nacional: son puntos de referencia para la colectividad, incluso en las ciudades y en los pueblos más remotos y periféricos. Y esta presencia esparcida os llama a participar en la vida de la comunidad en la que estáis insertados, tratando de estar cerca de los problemas de la gente, especialmente de las personas más débiles y con dificultades. Vuestra vocación es el servicio.
Vuestro servicio se expresa en la protección de las personas y del ambiente, en la acción por la seguridad, por el respeto de las reglas de la convivencia civil y por el bien común: es un compromiso concreto y constante en la defensa de los derechos y deberes de las personas y de las comunidades. La tutela del orden público y de la seguridad de las personas es un compromiso cada vez más actual en una sociedad dinámica, abierta y garante, como la italiana, en la que estáis llamados a actuar; y constituye, además, la condición necesaria e indispensable para que toda persona, ya sea como individuo, ya sea en las comunidades de las que forma parte, pueda expresarse libremente, madurar, y así responder a la vocación particular que Dios ha reservado a cada uno de nosotros.
Queridos carabineros: vuestra misión se expresa en el servicio al prójimo y os compromete cada día a corresponder a la confianza y a la estima que la gente siente por vosotros. Esto requiere disponibilidad constante, paciencia, espíritu de sacrificio y sentido del deber. En vuestro trabajo estáis sostenidos por una historia escrita por servidores fieles del Estado, que han honrado al Cuerpo con la entrega de sí mismos. A estos recordémoslos en este momento con el corazón, con la oración y con el silencio (silencio), con la adhesión al juramento prestado y el generoso servicio al pueblo. Pensemos en el siervo de Dios Salvo d'Acquisto, que a los 23 años, aquí, cerca de Roma, en Polidoro, ofreció espontáneamente su joven existencia para salvar la vida de personas inocentes de la brutalidad nazi. Siguiendo esta larga tradición, proseguid con serenidad y generosidad vuestro servicio, testimoniando los ideales que os animan a vosotros y a vuestras familias, que están siempre a vuestro lado.
Gran importancia tiene vuestro compromiso más allá de los confines nacionales. En efecto, también en el extranjero os esforzáis por ser constructores de paz, para garantizar la seguridad, el respeto de la dignidad humana y la defensa de los derechos humanos en los países atormentados por todo tipo de conflictos y tensiones. No dejéis de dar por doquier, en vuestra patria y fuera de ella, un claro y gozoso testimonio de humanidad, especialmente respecto a los más necesitados y desfavorecidos.
Sobre vosotros, sobre vuestras familias y sobre vuestro servicio vele la Virgen María, vuestra patrona celestial, a la que veneráis con el título de Virgo fidelis. A ella recurrid con confianza, especialmente en los momentos de cansancio y dificultad, seguros de que, como madre tiernísima, sabrá presentar a su Hijo Jesús vuestras necesidades y vuestras expectativas.
Antes de invocar sobre vosotros la bendición del Señor, deseo anunciar que el próximo 13 de septiembre iré en peregrinación al cementerio militar de Redipuglia, en la provincia de Gorizia, para rezar por los caídos de todas las guerras. La ocasión es el centenario del inicio de aquella enorme tragedia que fue la primera guerra mundial, de la que oí tantas historias dolorosas de labios de mi abuelo, que la libró en el Piave.
Gracias, queridos amigos carabineros, por haber venido en gran número. Que el Señor os bendiga a vosotros y a vuestras familias.
Os invito a rezar a la Virgo fidelis, nuestra madre, por todo el Cuerpo de Carabineros, por las autoridades, por vuestras familias, por los caídos y por la patria.
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