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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN EL CONGRESO NACIONAL
DE LOS CAPELLANES DE LAS CÁRCELES ITALIAN
AS

Aula Pablo VI
Miércoles 23 de octubre de 2013

 

Queridos hermanos:

Os doy las gracias, y desearía aprovechar este encuentro con vosotros, que trabajáis en las cárceles de toda Italia, para hacer llegar un saludo a todos los detenidos. Por favor, decidles que rezo por ellos, les tengo en el corazón, ruego al Señor y a la Virgen para que puedan superar positivamente este período difícil de sus vidas. Que no se desalienten, que no se cierren. Vosotros sabéis que un día todo va bien, pero otro día están abatidos, y esa oleada es difícil. El Señor está cercano, pero decid con los gestos, con las palabras, con el corazón que el Señor no se queda fuera, no se queda fuera de sus celdas, no se queda fuera de las cárceles, sino que está dentro, está allí. Podéis decir esto: el Señor está dentro con ellos; también Él es un encarcelado, todavía hoy, prisionero de nuestros egoísmos, de nuestros sistemas, de muchas injusticias, porque es fácil castigar a los más débiles, pero los peces grandes nadan libremente en las aguas. Ninguna celda está tan aislada como para excluir al Señor, ninguna; Él está allí, llora con ellos, trabaja con ellos, espera con ellos; su amor paterno y materno llega por todas partes. Ruego para que cada uno abra el corazón a este amor. Cuando yo recibía una carta de uno de ellos en Buenos Aires les visitaba, mientras que ahora cuando todavía me escriben los de Buenos Aires, alguna vez les llamo, especialmente el domingo, conversamos. Después, cuando acabo, pienso: ¿por qué él está allí y no yo que tengo tantos y más motivos para estar allí? Pensar en esto me hace bien: puesto que las debilidades que tenemos son las mismas, ¿por qué él ha caído y no he caído yo? Para mí esto es un misterio que me hace orar y me hace acercarme a los encarcelados.

Y ruego también por vosotros, capellanes, por vuestro ministerio, que no es fácil, es muy arduo y muy importante, pues expresa una de las obras de misericordia; hace visible la presencia del Señor en la cárcel, en la celda. Vosotros sois signo de la cercanía de Cristo a estos hermanos que tienen necesidad de esperanza. Recientemente habéis hablado de una justicia de reconciliación, pero también de una justicia de esperanza, de puertas abiertas, de horizontes. Esta no es una utopía, se puede hacer. No es fácil, porque nuestras debilidades están por todas partes, también el diablo está por todas partes, las tentaciones están por todas partes, pero es necesario siempre intentarlo.

Os deseo que el Señor esté siempre con vosotros, que os bendiga y que la Virgen os proteja; siempre en las manos de la Virgen, porque ella es la madre de todos vosotros y de todos ellos en la cárcel. Os deseo esto, ¡gracias! Y pidamos al Señor que os bendiga a vosotros y a vuestros amigos y amigas de las cárceles; pero antes roguemos a la Virgen que nos lleve siempre hacia Jesús: Ave María...

 



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