Omelia del Santo Padre
Parole a braccio del Santo Padre al termine della Santa Messa
Nel pomeriggio, lasciata la Nunziatura Apostolica, il Santo Padre si è trasferito in auto nella Spianata di Taci Tolu per la celebrazione della Santa Messa.
Al Suo arrivo, il Papa ha assistito a una danza tradizionale di benvenuto tipica dell’accoglienza timorese e ha salutato alcune persone con disabilità. Alle ore 16.30 (9.30 ora di Roma) Papa Francesco ha presieduto la Celebrazione Eucaristica.
Nel corso della Santa Messa, dopo la proclamazione del Vangelo, il Papa ha pronunciato l’omelia.
Al termine della Celebrazione, dopo le parole di ringraziamento dell’Arcivescovo di Dili, Em.mo Card. Virgílio do Carmo da Silva, il Papa, dopo aver effettuato un giro tra i fedeli, è rientrato in auto alla Nunziatura Apostolica.
Hanno partecipato alla Santa Messa nella spianata e nelle aree vicine circa 600.000 fedeli.
Pubblichiamo di seguito l’omelia che Papa Francesco ha pronunciato nel corso della Celebrazione della Santa Messa e le parole a braccio rivolte ai fedeli al termine della Messa:
Omelia del Santo Padre
Testo in lingua spagnola
Traduzione in lingua italiana
Traduzione in lingua francese
Traduzione in lingua inglese
Traduzione in lingua tedesca
Traduzione in lingua portoghese
Traduzione in lingua polacca
Traduzione in lingua araba
Testo in lingua spagnola
«Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9,5).
Estas son las palabras con las que el profeta Isaías se dirige, en la primera lectura, a los habitantes de Jerusalén, en una época de prosperidad para la ciudad, pero lamentablemente caracterizada, por una gran decadencia moral.
Hay mucha riqueza, pero el bienestar ciega a los poderosos, los engaña haciéndoles creer que se pueden bastar a sí mismos, que no necesitan al Señor; y su presunción los lleva a ser egoístas injustos. Por eso, a pesar de que hay abundancia de bienes, los pobres están abandonados y sufren de hambre, la infidelidad a Dios se extiende y la práctica religiosa se reduce cada vez más a una mera formalidad. La engañosa apariencia de un mundo, a primera vista perfecto, esconde así una realidad mucho más oscura mucho más dura y cruel, en la que hay una gran necesidad de conversión, de misericordia y de sanación.
Por eso el profeta anuncia a sus compatriotas un horizonte nuevo, que Dios abrirá ante ellos, un futuro de esperanza, un futuro de alegría, donde el abuso y la guerra serán desterrados para siempre (cf. Is 9,1-4). Hará surgir para ellos una gran luz (cf. v. 1) que los librará de las tinieblas del pecado por el que están oprimidos, y lo hará no con el poder de ejércitos, por el poder de armas o riquezas, sino mediante el don de un hijo (cf. vv. 5-6).
Detengámonos a reflexionar sobre esta imagen. Dios hace brillar su luz salvadora a través del don de un hijo.
En todas partes el nacimiento de un hijo es un momento luminoso, un momento de alegría y de fiesta, y a veces nos provoca también buenos deseos: de renovarnos en el bien volver a la pureza y a la sencillez. Ante un recién nacido, incluso el corazón más duro se conmueve y se llena de ternura. La fragilidad de un niño lleva siempre un mensaje tan fuerte que toca incluso los ánimos más endurecidos, trayendo consigo movimientos y propósitos de armonía y serenidad. ¡Es maravilloso, hermanos y hermanas, lo que pasa cuando nace un bebé!
La cercanía de Dios es a través de un niño. Dios se hace niño y no es sólo para asombrarnos y conmovernos, sino también para abrirnos al amor del Padre y dejarnos modelar por Él. Para que Él pueda sanar nuestras heridas, arreglar nuestras divergencias, poner en orden la existencia. Esta realidad se revela hermosa en Timor-Leste, porque hay muchos niños; y ustedes son un país joven en el que en cada rincón la vida se siente palpitar y bullir. Y la presencia de tanta juventud y de tantos niños es un regalo, es un don inmenso, renueva constantemente nuestra energía y nuestra vida. Pero todavía es un signo más fuerte, porque hacer espacio a los niños, a los pequeños, acogerlos, cuidarlos; y hacernos también nosotros pequeños ante Dios y ante los hermanos, son precisamente las actitudes que nos abren a la acción del Señor. Al hacernos niños, permitimos la acción de Dios en nosotros. Hoy veneramos a la Santísima Virgen como Reina, es decir, la madre de un Rey que quiso nacer pequeño, hacerse nuestro hermano, pidiendo el “sí” de una joven humilde y frágil (cf. Lc 1,38).
María entendió, hasta el punto que eligió permanecer pequeña durante toda su vida, se hizo cada vez más pequeña, sirviendo, rezando, desapareciendo para hacer lugar a Jesús, incluso cuando esto le costó mucho.
Por eso, queridos hermanos, queridas hermanas, no tengamos miedo de hacernos pequeños ante Dios y ante los unos frente a los otros; no tengamos miedo de perder nuestra vida, de dar nuestro tiempo, de rever nuestros programas y redimensionar, cuando se requiera, nuestros proyectos, no para minimizarlos, sino para hacerlos todavía mejores a través del don de nosotros mismos y la acogida a los demás. Todo esto está muy bien simbolizado por dos hermosas joyas tradicionales de esta tierra, el Kaibauk y el Belak. Ambas son de metal precioso; eso quiere decir que son importantes.
La primera simboliza los cuernos del búfalo y la luz del sol, y se coloca en lo alto, como adorno de la frente, así como en la parte superior de las viviendas. Simboliza fuerza y energía y el calor. Puede representar el poder de Dios que da la vida. Además, puesto a la altura de la cabeza y en la cima de las casas, nos recuerda que, con la luz de la Palabra del Señor y con la fuerza de su gracia, también nosotros podemos colaborar con nuestras opciones y acciones al gran designio de la redención. La segunda, el Belak, que se pone en el pecho, complementa la primera. Recuerda la delicada luz de la luna, que refleja humildemente en la noche la luz del sol, envolviéndolo todo con una fluorescencia ligera. Nos habla de paz, de fertilidad, de dulzura, a la vez que simboliza la ternura de la madre, que con los delicados reflejos de su amor vuelve resplandeciente lo que toca por la misma luz que, a su vez, recibe de Dios.
Kaibauk y Belak, fuerza y ternura del Padre y la Madre. Así manifiesta el Señor su realeza, hecha caridad y misericordia.
Y cada uno de nosotros, pidamos juntos, en esta Eucaristía, como mujeres y hombres, como Iglesia, como sociedad, saber reflejar en el mundo la luz potente, la luz tierna del Dios del amor, de ese Dios que, como rezamos en el Salmo responsorial, «levanta del polvo al desvalido y alza al pobre de su miseria, para hacerlo sentar entre los nobles» (Sal 113,7-8).
[01325-ES.02] [Texto original: Español]
Traduzione in lingua italiana
«Un bambino è nato per noi, ci è stato dato un figlio» (Is 9,5).
Queste sono le parole con cui il profeta Isaia si rivolge, nella prima Lettura, agli abitanti di Gerusalemme, in un momento prospero per la città, caratterizzato però, purtroppo, anche da una grande decadenza morale.
C’è tanta ricchezza, ma il benessere acceca i potenti, li illude di bastare a sé stessi, di non aver bisogno del Signore, e la loro presunzione li porta ad essere egoisti e ingiusti. Per questo, anche se ci sono tanti beni, i poveri sono abbandonati e soffrono la fame, l’infedeltà dilaga e la pratica religiosa si riduce sempre più a pura formalità. La facciata ingannevole di un mondo a prima vista perfetto nasconde così una realtà molto più oscura, molto più dura e crudele, in cui c’è tanto bisogno di conversione, di misericordia e di guarigione.
Per questo il profeta annuncia ai suoi concittadini un orizzonte nuovo, che Dio aprirà davanti a loro: un futuro di speranza, un futuro di gioia, dove la sopraffazione e la guerra saranno bandite per sempre (cfr Is 9,1-4). Farà sorgere per loro una grande luce (cfr v. 1) che li libererà dalle tenebre del peccato da cui sono oppressi, e lo farà non con la potenza di eserciti, di armi o ricchezze, ma attraverso il dono di un figlio (cfr vv. 5-6).
Fermiamoci a riflettere su questa immagine: Dio fa splendere la sua luce che salva attraverso il dono di un figlio.
In ogni luogo la nascita di un figlio è un momento luminoso, un momento di gioia e di festa, e a volte suscita anche in noi desideri buoni, di rinnovarci nel bene, di ritornare alla purezza e alla semplicità. Di fronte ad un neonato, anche il cuore più duro si riscalda e si riempie di tenerezza. La fragilità di un bambino porta sempre un messaggio così forte da toccare anche gli animi più induriti, portando con sé movimenti e propositi di armonia e di serenità. È meraviglioso, fratelli e sorelle, quello che succede alla nascita di un bambino!
La vicinanza di Dio è attraverso un bambino. Dio si fa bambino. E non solo per stupirci e commuoverci, ma anche per aprirci all’amore del Padre e lasciarcene plasmare, perché possa guarire le nostre ferite, ricomporre i nostri dissensi, rimettere ordine nella nostra esistenza.
A Timor Est è bello, perchè ci sono tanti bambini: siete un Paese giovane in cui in ogni angolo si sente pulsare, esplodere la vita. E questo è un regalo, un dono grande: la presenza di tanta gioventù e di tanti bambini, infatti, rinnova costantemente la nostra energia e la nostra vita. Ma ancora di più è un segno, perché fare spazio ai bambini, ai piccoli, accoglierli, prendersi cura di loro, e farci anche noi piccoli davanti a Dio e gli uni di fronte agli altri, sono proprio gli atteggiamenti che ci aprono all’azione del Signore. Facendoci bambini permettiamo l’azione di Dio in noi. Oggi veneriamo la Madonna come Regina, cioè la madre di un Re, Gesù, che ha voluto nascere piccolo, farsi nostro fratello, chiedendo il “sì” di una giovane umile e fragile (cfr Lc 1,38).
Maria questo lo ha capito, al punto che ha scelto di rimanere piccola per tutta la vita, di farsi sempre più piccola, servendo, pregando, scomparendo per far posto a Gesù, anche quando questo le è costato molto.
Perciò, cari fratelli, care sorelle, non abbiamo paura di farci piccoli davanti a Dio, e gli uni di fronte agli altri, non abbiamo paura di perdere la nostra vita, di donare il nostro tempo, di rivedere i nostri programmi e ridimensionare quando necessario anche i nostri progetti, non per sminuirli, ma per renderli ancora più belli attraverso il dono di noi stessi e l’accoglienza degli altri.
Tutto questo è simboleggiato molto bene da due bellissimi monili tradizionali di questa terra: il Kaibauk e il Belak. Tutti e due sono di metallo prezioso. Vuol dire che sono importanti!
Il primo simboleggia le corna del bufalo e la luce del sole, e si mette in alto, a ornamento della fronte, come pure sulla sommità delle abitazioni. Esso parla di forza, di energia e di calore, e può rappresentare la potenza di Dio, che dona la vita. Ma non solo: posto a livello del capo, infatti, e in cima alle case, ci ricorda che, con la luce della Parola del Signore e con la forza della sua grazia, anche noi possiamo cooperare con le nostre scelte e azioni al grande disegno della redenzione.
Il secondo, poi, il Belak, che si mette sul petto, è complementare al primo. Ricorda il chiarore delicato della luna, che riflette umilmente, nella notte, la luce del sole, avvolgendo ogni cosa di una fluorescenza leggera. Parla di pace, di fertilità, di dolcezza, e simboleggia la tenerezza della madre, che coi riflessi delicati del suo amore rende ciò che tocca luminoso della stessa luce che riceve da Dio.
Kaibauk e Belak, forza e tenerezza di Padre e di Madre: così Il Signore manifesta la sua regalità, fatta carità e misericordia.
E allora chiediamo insieme, in questa Eucaristia, ciascuno di noi, come donne e uomini, come Chiesa, come società, di saper riflettere nel mondo la luce forte, la luce tenera del Dio dell’amore, di quel Dio che, come abbiamo pregato nel Salmo responsoriale, «solleva dalla polvere il debole, dall’immondizia rialza il povero, per farlo sedere tra i principi […]» (Sal 113,7-8).
[01325-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]
Traduzione in lingua francese
« Un enfant nous est né, un fils nous a été donné ! » (Is 9, 5).
Ce sont les paroles avec lesquelles le prophète Isaïe s’adresse, dans la première lecture, aux habitants de Jérusalem, à une époque de prospérité pour la ville, caractérisée aussi, malheureusement, par une grande décadence morale.
Il y a beaucoup de richesses, mais le bien-être aveugle les puissants, leur faisant croire qu’ils se suffisent à eux-mêmes, qu’ils n’ont pas besoin du Seigneur ; et leur présomption les conduit à l’égoïsme et à l’injustice. C’est pourquoi, même s’il y a énormément de biens, les pauvres sont abandonnés et souffrent de la faim, l’infidélité est répandue partout et la pratique religieuse se trouve de plus en plus réduite à une simple formalité. La façade trompeuse d’un monde à première vue parfait cache donc une réalité beaucoup plus sombre, beaucoup plus dure et cruelle, où il y a un grand besoin de conversion, de miséricorde et de guérison.
C’est pourquoi le prophète annonce à ses concitoyens un horizon nouveau que Dieu ouvrira devant eux : un avenir d’espérance, un avenir de joie où l’oppression et la guerre seront bannies pour toujours (cf. Is 9, 1-4). Il fera surgir pour eux une grande lumière (cf. v. 1) qui les délivrera des ténèbres du péché qui les opprime, et Il le fera non pas avec la puissance des troupes, des armes ou des richesses, mais par le don d’un fils (cf. v. 5-6).
Arrêtons-nous sur cette image : Dieu fait briller sa lumière qui sauve à travers le don d’un fils.
En tout lieu, la naissance d’un fils est un moment lumineux, un moment de joie et de fête, qui souvent suscite en nous de bons désirs, de nous renouveler dans le bien, de retourner à la pureté et à la simplicité. Devant un nouveau-né, même le cœur le plus dur se réchauffe et se remplit de tendresse. La fragilité d’un enfant porte toujours un message si fort qu’il touche même les âmes les plus endurcies, apportant avec elle des mouvements et des résolutions d’harmonie et de sérénité. C’est merveilleux, frères et sœurs, ce qui se passe à la naissance d’un enfant !
La proximité de Dieu passe par un enfant. Dieu se fait enfant. Et pas seulement pour nous étonner et nous émouvoir, mais aussi pour nous ouvrir à l'amour du Père et nous laisser modeler par lui, afin qu'il puisse guérir nos blessures, réparer nos désaccords, remettre de l’ordre dans notre existence.
Au Timor-Oriental, c’est magnifique parce qu’il y a beaucoup d’enfants : vous êtes un pays jeune où l’on sent partout la vie palpiter, exploser. Et c’est un cadeau, un grand don : la présence de tant de jeunesse et de tant d’enfants, en effet, renouvelle constamment notre énergie e notre vie. Mais plus encore, c’est un signe, parce que faire de la place aux enfants, aux petits, les accueillir, prendre soin d’eux, et nous faire petits, devant Dieu et les uns devant les autres, ce sont précisément les attitudes qui nous ouvrent à l’action du Seigneur. En nous faisant enfants, nous permettons l’action de Dieu en nous.
Aujourd’hui, nous vénérons la Vierge comme Reine, c’est-à-dire la mère d’un Roi, Jésus, qui a voulu naître petit, se faire notre frère, en demandant le “oui” d’une jeune femme humble et fragile (cf. Lc 1, 38).
Marie l’a compris, au point de choisir de rester petite toute sa vie, de se faire toujours plus petite, en servant, en priant, en disparaissant pour faire place à Jésus, même quand cela lui a beaucoup coûté.
Alors, chers frères, chères sœurs, n’ayons pas peur de nous faire petits devant Dieu et, les uns devant les autres, nous n’avons pas peur de perdre notre vie, de donner de notre temps, de revoir nos programmes et de redimensionner nos projets lorsque c’est nécessaire, non pas pour les diminuer, mais pour les rendre encore plus beaux par le don de nous-mêmes et l’accueil des autres.
Tout cela est très bien symbolisé par deux magnifiques bijoux traditionnels de ce pays : le Kaibauk et le Belak. Tous deux sont en métal précieux. Cela signifie qu’ils sont importants !
Le premier symbolise les cornes du buffle et la lumière du soleil. Il est placé en hauteur, comme ornement du front, comme sommet des maisons. Il évoque la force, l’énergie et la chaleur, et il peut représenter la puissance de Dieu qui donne la vie. Mais ce n’est pas tout : placé au niveau de la tête, en effet, et au sommet des maisons, il nous rappelle que, avec la lumière de la Parole du Seigneur et la puissance de sa grâce, nous pouvons nous aussi coopérer par nos choix et nos actions au grand plan de la Rédemption.
Le second, le Belak, qui se porte sur la poitrine, est complémentaire du premier. Il rappelle la douce lueur de la lune, qui reflète humblement la lumière du soleil dans la nuit, enveloppant tout d’une légère fluorescence. Il évoque la paix, la fertilité, la douceur, et symbolise la tendresse de la mère qui, par les délicats reflets de son amour, rend tout ce qu’elle touche lumineux de la même lumière que celle qu’elle reçoit de Dieu.
Kaibauk et Belak, force et tendresse du Père et de la Mère : c’est ainsi que le Seigneur manifeste sa royauté, faite de charité et de miséricorde.
Alors demandons ensemble, dans cette Eucharistie, chacun de nous, comme femmes et hommes, comme Église, comme société, de savoir refléter dans le monde la lumière forte, la lumière tendre du Dieu d’amour, de ce Dieu qui, comme nous l’avons prié dans le Psaume responsorial, « de la poussière il relève le faible, il retire le pauvre de la cendre pour qu’il siège parmi les princes » (Ps 112, 7-8).
[01325-FR.02] [Texte original: Espagnol]
Traduzione in lingua inglese
“A child has been born for us, a son given to us” (Is 9:6).
With these words, in the first reading, the prophet Isaiah addresses the inhabitants of Jerusalem. It was a prosperous time for that city, but sadly also characterized by great moral decadence.
We see much wealth there, but this affluence blinds the powerful, seducing them into thinking that they are self-sufficient, with no need for the Lord, and their conceit leads them to be selfish and unjust. For this reason, despite so much prosperity, the poor are abandoned and go hungry, infidelity is rampant, and religious practice is increasingly reduced to mere formalism. This deceptive façade of a world that at first sight appears to be perfect hides a reality that is much darker, harsher and more cruel. A reality where there is much need for conversion, mercy and healing.
This is why the prophet announces to his fellow citizens a new horizon, which God will open before them: a future of hope, a future of joy, where oppression and war will be banished forever (cf. Is 9:1-4). He will make a great light shine upon them (cf. v. 2), which will deliver them from the darkness of sin that oppresses them. Yet he will do so not with the power of armies, weapons or wealth, but through the gift of a son (cf. vv. 6-7).
Let us pause for a moment to reflect on this image: God shines his saving light through the gift of a son.
In every place, the birth of a son is a shining moment of joy and celebration, and can instil also in us a desire for the good, a renewal of goodness, a return to purity and simplicity. In the presence of a newborn child, even the coldest of hearts is warmed and filled with tenderness. An infant’s vulnerability always bears a message so strong that it touches even the most hardened souls, bringing with it feelings and desires for harmony and serenity. Brothers and sisters, the birth of a child indeed brings marvels!
God’s closeness comes through a child. God becomes a child, not merely to amaze and move us, but also to open us to the Father’s love, and so that we might let ourselves be fashioned by him, so that he may heal our wounds, reconcile our differences and reorder our lives.
How wonderful that here in Timor-Leste there are so many children. Indeed, you are a young country and we can see every corner of your land teeming with life. What a great gift it is that so many children and young people are present, constantly renewing our energy and our lives. Furthermore, this is a sign, since making room for little ones, for children, welcoming them, taking care of them, and making ourselves “small” before God and before one another, are precisely the attitudes that open us to the Lord’s action. By becoming like children, we allow God to act in us.
Today, we venerate Our Lady as Queen, that is, the mother of a King, Jesus, who chose to be born small, to make himself our brother, and who asked for the “yes” of an innocent young woman (cf. Lk 1:38).
Mary understood this, to the point of choosing to remain small all her life, to make herself ever smaller, serving, praying, withdrawing to make room for Jesus, even when this cost her much.
So, dear brothers and sisters, let us not be afraid to make ourselves small before God, and before each other, let us not be afraid to lose our lives, to give up our time, to revise our schedules and to scale down our plans when necessary, not in order to diminish them but to make them even more beautiful through the gift of ourselves and the acceptance of others.
All of this is well symbolized by two beautiful traditional treasures of this land: the Kaibauk and the Belak. Both are made of precious metal, which shows how important they are!
The Kaibauk represents the horns of a water buffalo and the light of the sun, and can be used as a headdress worn high on the forehead, or placed on the tops of houses. It speaks of strength, energy and warmth, and can represent the life-giving power of God. What is more, through its lofty positon on the head and on housetops, it reminds us that with the light of the Lord’s word and the power of his grace, we too can cooperate, through our choices and actions, in the sublime plan of redemption.
Complementary to the Kaibauk is the Belak, which is worn on the chest. This recalls the gentle glow of the moon, which humbly reflects the light of the sun during the night, enveloping everything in a light fluorescence. It speaks of peace, fertility and sweetness, and symbolizes the tenderness of a mother, who by her delicate loving gestures makes whatever she touches glow with the same light she receives from God.
The Kaibauk and Belak show the strength and tenderness of father and mother. Indeed, that is how the Lord reveals his kingship, consisting of charity and mercy.
Finally, let us ask together in this Eucharist, as women and men, as Church and as society, that we may reflect in the world the strong and tender light of God’s love, of that God who, as we prayed in the Responsorial Psalm, “raises the poor from the dust, and lifts the needy from the ash heap, to make them sit with princes” (Ps 113:7-8).
[01325-EN.02] [Original text: Spanish]
Traduzione in lingua tedesca
»Denn ein Kind wurde uns geboren, ein Sohn wurde uns geschenkt« (Jes 9,5)
Dies sind die Worte aus der ersten Lesung, mit denen sich der Prophet Jesaja an die Bewohner Jerusalems wendet, in einer Zeit des Wohlstands für die Stadt, die aber leider auch durch einen großen moralischen Verfall gekennzeichnet ist.
Es gibt viel Reichtum, aber der Wohlstand macht die Mächtigen blind und gaukelt ihnen vor, dass sie sich selbst genügen, dass sie den Herrn nicht brauchen, und ihre Vermessenheit verleitet sie dazu, selbstsüchtig und ungerecht zu sein. Das ist der Grund, weshalb trotz des großen Reichtums die Armen im Stich gelassen werden und Hunger leiden, die Untreue um sich greift und die religiöse Praxis zu einer reinen Formalität verkommt. Die trügerische Fassade einer auf den ersten Blick perfekten Welt verbirgt also eine viel dunklere, viel härtere und grausamere Wirklichkeit, die dringend der Umkehr, der Barmherzigkeit und der Heilung bedarf.
Deshalb verheißt der Prophet einen neuen Horizont, den Gott ihnen eröffnen wird: eine Zukunft der Hoffnung, eine Zukunft der Freude, in der Unterdrückung und Krieg für immer verbannt sein werden (vgl. Jes 9,1-4). Er wird über ihnen ein großes Licht aufgehen lassen (vgl. V. 1), das sie von der Finsternis der Sünde, die sie belastet, befreit, und zwar nicht mit der Macht von Armeen, Waffen oder Reichtum, sondern durch das Geschenk eines Sohnes (vgl. V. 5-6).
Verweilen wir bei der Betrachtung dieses Bildes: Gott lässt sein rettendes Licht durch das Geschenk eines Sohnes aufleuchten.
Überall ist die Geburt eines Kindes ein lichter Augenblick, ein Augenblick der Freude und des Feierns und manchmal weckt er auch in uns gute Sehnsüchte: nach Erneuerung im Guten, nach Rückkehr zu Reinheit und Einfachheit. Angesichts eines neugeborenen Kindes erfüllt sich selbst das härteste Herz mit Wärme und Zärtlichkeit. Die Schwäche eines Kindes bringt immer eine Botschaft, die so stark ist, dass sie selbst die verstocktesten Herzen berührt und ihnen wieder Harmonie und Gelassenheit gibt. Es ist wunderbar, Brüder und Schwestern, was bei der Geburt eines Kindes geschieht!
Die Nähe Gottes geschieht durch ein Kind. Gott wird Kind. Und nicht nur, um uns ins Staunen zu bringen und innerlich zu bewegen, sondern auch, um uns der Liebe des Vaters zu öffnen und uns von ihr formen zu lassen, damit sie unsere Wunden heilen, uns bei Uneinigkeit wieder vereinen und unser Leben wieder in Ordnung bringen kann.
In Timor-Leste ist es schön, weil es so viele Kinder gibt: Ihr seid ein junges Land, in dem man in jeder Ecke das Leben pulsieren und aufblühen sieht. Und das ist ein Geschenk, eine große Gabe: So viel Jugend und so viele Kinder erneuern nämlich beständig unsere Energie, und das Leben. Aber mehr noch ist es ein Zeichen, denn wenn wir den Kindern, den Kleinen Raum geben, sie aufnehmen, uns um sie kümmern und auch uns selbst vor Gott und voreinander klein machen, sind das genau die Haltungen, die uns für das Wirken des Herrn öffnen. Indem wir uns zu Kindern machen, erlauben wir das Wirken Gottes in uns.
Heute verehren wir die Gottesmutter als Königin, d.h. als Mutter eines Königs, Jesus, der klein geboren werden wollte, um unser Bruder zu werden, indem er sein mächtiges Handeln dem „Ja“ einer demütigen und zarten jungen Mutter anvertraute (vgl. Lk 1,38).
Maria hat dies so gut verstanden, dass sie sich entschloss, ihr ganzes Leben lang klein zu bleiben, sich immer kleiner zu machen, indem sie diente, betete, in den Hintergrund trat, um Jesus Platz zu machen, auch wenn sie das sehr viel kostete.
Deshalb, liebe Brüder und Schwestern, wollen wir keine Angst davor haben, uns vor Gott und voreinander klein zu machen, haben wir keine Angst, unser Leben zu versäumen, unsere Zeit zu verschenken, unsere Pläne zu revidieren und, wenn nötig, kleiner ausfallen zu lassen, nicht um sie zu schmälern, sondern um sie noch schöner zu machen, dadurch dass wir uns selbst verschenken und die Anderen annehmen. All dies wird durch zwei wunderschöne traditionelle Schmuckstücke dieses Landes sehr gut versinnbildlicht: der Kaibauk und der Belak. Beide sind aus Edelmetall gefertigt. Das heißt, dass sie von Bedeutung sind!
Das erste Schmuckstück symbolisiert die Hörner des Büffels und das Licht der Sonne, es wird erhöht platziert, als Stirnschmuck, oder auch ganz oben auf den Häusern. Es steht für Kraft, Energie und Wärme und kann die lebensspendende Kraft Gottes darstellen. Aber nicht nur: Auf Kopfhöhe getragen und ganz oben auf den Häusern, erinnert es uns daran, dass auch wir mit dem Licht des Wortes Gottes und mit der Kraft seiner Gnade durch unsere Entscheidungen und Handlungen am großen Erlösungsplan mitwirken können.
Das zweite Schmuckstück, der Belak, das auf der Brust getragen wird, ist eine Ergänzung zum ersten. Er erinnert an den zarten Schein des Mondes, der in der Nacht das Licht der Sonne bescheiden reflektiert und alle Dinge in einen leichten Schimmer hüllt. Er steht für Frieden, Fruchtbarkeit, Sanftheit und symbolisiert die Zärtlichkeit der Mutter, die mit dem zarten Widerschein ihrer Liebe alles, was sie berührt, mit demselben Licht erstrahlen lässt, das sie von Gott empfängt.
Kaibauk und Belak, Kraft und Zärtlichkeit von Vater und Mutter: So zeigt der Herr sein Königtum, das aus Liebe und Barmherzigkeit besteht.
Und so bitten wir in dieser Eucharistiefeier gemeinsam darum – ein jeder von uns, als Frauen und Männer, als Kirche, als Gesellschaft – dass wir in der Welt das starke Licht, das zärtliche Licht des Gottes der Liebe widerspiegeln können, jenes Gottes, der, wie wir im Antwortpsalm gebetet haben, „den Geringen aufrichtet aus dem Staub und aus dem Schmutz den Armen erhebt, um ihn bei den Fürsten wohnen zu lassen“ (vgl. Ps 113,7-8).
[01325-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]
Traduzione in lingua portoghese
«Um menino nasceu para nós, um filho nos foi dado» (Is 9, 5).
São estas as palavras com as quais, na Primeira Leitura, o profeta Isaías se dirige aos habitantes de Jerusalém, numa época próspera para a cidade, mas infelizmente caracterizada por uma grande decadência moral.
Há muita riqueza, porém o bem-estar cega os poderosos, iludindo-os com a ideia de serem auto-suficientes, de não precisarem do Senhor, e a sua presunção leva-os a ser egoístas e injustos. É por isso que, apesar de haver tantos bens, os pobres são abandonados e passam fome, a infidelidade alastra e a prática religiosa se reduz, cada vez mais, a mera formalidade. A fachada enganadora de um mundo, à primeira vista perfeito, esconde assim uma realidade mais sombria, muito mais dura e cruel, com necessidade de conversão, misericórdia e cura.
Por isso, o profeta anuncia aos seus concidadãos que Deus abrirá diante deles um novo horizonte: um futuro de esperança e alegria, do qual serão banidas para sempre a opressão e a guerra (cf. Is 9, 1-4). Fará brilhar para eles uma grande luz (cf. v. 1) que os libertará das trevas do pecado que oprime; e não o fará com a força de exércitos, armas ou riquezas, mas com o dom de um filho (cf. vv. 5-6).
Paremos para refletir sobre esta imagem: Deus faz brilhar a sua luz salvadora através do dom de um filho.
Em todo o lado, o nascimento de um filho é um momento luminoso de alegria e festa, e por vezes suscita em nós bons desejos, de renovação no bem, de regresso à pureza e à simplicidade. Diante de um recém-nascido, até o coração mais duro se acalenta e enche de ternura. A fragilidade de uma criança é sempre portadora duma mensagem tão forte que toca até as almas mais endurecidas, trazendo consigo movimentos e propósitos de harmonia e serenidade. É maravilhoso, irmãos e irmãs, o que acontece com o nascimento de uma criança!
A proximidade de Deus acontece através duma criança. Deus faz-se criança, não apenas para nos maravilharmos e comovermos, mas também para nos abrirmos ao amor do Pai e nos deixarmos moldar por Ele, para que possa curar as nossas feridas, recompor os nossos desentendimentos, pôr ordem na nossa existência.
Esta realidade é bonita de ver em Timor-Leste, porque há muitas crianças: sois um país jovem onde por todo o lado se sente a vida a pulsar, a desabrochar. E isso é uma dádiva, um grande dom: a presença de tantos jovens e crianças renova constantemente a nossa energia e a nossa vida. Mas, mais ainda, trata-se de um sinal, porque dar espaço às crianças, aos mais pequenos, acolhê-los, cuidar deles, e fazermo-nos pequenos diante de Deus e diante uns dos outros, são precisamente as atitudes que nos abrem à ação do Senhor. Fazendo-nos pequenos, permitimos o agir de Deus em nós.
Hoje, veneramos Nossa Senhora como Rainha, isto é, a mãe de um Rei, Jesus, que quis nascer pequeno, fazer-se nosso irmão, pedindo o “sim” de uma jovem humilde e frágil (cf. Lc 1, 38).
Maria entendeu-o bem, a ponto de ter escolhido permanecer pequena durante toda a vida, tornando-se cada vez mais pequena, servindo, rezando, desaparecendo para dar lugar a Jesus, mesmo quando isso lhe custava muito.
Por isso, queridos irmãos e irmãs, não tenhamos medo de nos tornarmos pequenos diante de Deus e uns dos outros, não tenhamos medo de perder a nossa vida, de dar o nosso tempo, de rever os nossos programas e de redimensionar os nossos projetos quando for necessário, não para os diminuir, mas para os tornar ainda mais belos através do dom de nós mesmos e do acolhimento dos outros.
Tudo isto é simbolizado muito bem por dois belíssimos adornos tradicionais desta terra: o Kaibauk e o Belak. Ambos são feitos de metal precioso. Significa que são importantes!
O primeiro simboliza os cornos do búfalo e a luz do sol, e é colocado no alto, adornando a fronte, bem como no topo das casas. Fala de força, energia e calor, e pode representar o poder de Deus que dá vida. Mas não só! Com efeito, colocado ao nível da cabeça e no cimo das casas, recorda-nos que, com a luz da Palavra do Senhor e a força da sua graça, também nós podemos cooperar no grande plano da redenção, através das nossas escolhas e ações.
O segundo, o Belak, coloca-se sobre o peito e é complementar do primeiro. Recorda o brilho delicado da lua, que à noite reflete humildemente a luz do sol, envolvendo tudo numa suave fluorescência. Fala de paz, fertilidade, doçura, e simboliza a ternura da mãe que, com os delicados reflexos do seu amor, faz brilhar o que toca com a mesma luz que recebe de Deus.
Kaibauk e Belak, força e ternura do Pai e da Mãe: assim o Senhor manifesta a sua realeza, feita caridade e misericórdia.
Por isso, em conjunto, nesta Eucaristia, cada um de nós enquanto mulher e homem, enquanto Igreja, enquanto sociedade, peça a sabedoria de refletir no mundo a luz forte e terna do Deus de amor, daquele Deus que, como rezámos no Salmo responsorial, «levanta do pó o indigente e tira o pobre da miséria, para o fazer sentar entre os grandes» (Sal 112, 7-8).
[01325-PO.02] [Texto original: Espanhol]
Traduzione in lingua polacca
„Dziecię nam się narodziło, Syn został nam dany” (Iz 9, 5).
To są słowa, którymi prorok Izajasz zwraca się w pierwszym czytaniu do mieszkańców Jerozolimy, w czasie pomyślnym dla miasta, nacechowanym jednak, niestety, również wielkim upadkiem moralnym.
Jest wiele bogactwa, ale bogactwo zaślepia możnych, łudząc ich, że są samowystarczalni, że nie potrzebują Pana, a ich zarozumiałość prowadzi do egoizmu i niesprawiedliwości. Dlatego, chociaż jest tak wiele dóbr, ubodzy są opuszczeni i cierpią głód, szerzy się niewierność, a praktyki religijne są coraz bardziej ograniczane do czystej formalności. Zwodnicza fasada świata, który na pierwszy rzut oka jest doskonały, skrywa więc rzeczywistość, która jest o wiele bardziej mroczna, o wiele bardziej sroga i okrutna, w której bardzo potrzebne jest nawrócenie, miłosierdzie i uzdrowienie.
Dlatego prorok głosi swoim współrodakom nowy horyzont, jaki Bóg otworzy przed nimi: przyszłość nadziei, przyszłość radości, w której ucisk i wojna zostaną na zawsze wygnane (por. Iz 9, 1-4). Sprawi, że wzejdzie dla nich wielka światłość (por. w. 1), która wyzwoli ich z ciemności grzechu, jakimi są uciskani, a uczyni to nie mocą wojsk, broni lub bogactw, lecz poprzez dar syna (por. w. 5-6).
Zatrzymajmy się, aby zastanowić się nad tym obrazem: Bóg jaśnieje swoim zbawczym światłem poprzez dar syna.
Wszędzie narodziny dziecka są promiennym momentem radości i momentem świętowania, a czasami wzbudzają w nas również dobre pragnienia, aby odnowić się w dobru, aby powrócić do czystości i prostoty. W obliczu nowonarodzonego dziecka rozpala się nawet najbardziej zatwardziałe serce i napełnia się czułością. Kruchość dziecka niesie zawsze przesłanie tak mocne, że dotyka nawet najbardziej zatwardziałe dusze, przynosząc ze sobą intencje i dążenia do harmonii i spokoju. To cudowne, bracia i siostry, co dzieje się wraz z narodzinami dziecka!
Bliskość Boga dokonuje się poprzez dziecko. Bóg staje się dzieckiem. I nie tylko po to, aby nas zadziwić i wzruszyć, ale także aby nas otworzyć na miłość Ojca i pozwolić, aby ona kształtowała nas, aby mogła uleczyć nasze rany, rozwiązać nasze spory, zaprowadzić porządek w naszej egzystencji.
W Timorze Wschodnim jest pięknie, bo jest wiele dzieci: jesteście młodym krajem, gdzie w każdym zakątku można poczuć pulsujące, eksplodujące życie. I jest dar, to wielki dar: obecność wielu młodych i wielu dzieci, naprawdę nieustannie odnawia nasze siły i życie. Ale jeszcze więcej, jest to znak, ponieważ czynienie miejsca dla dzieci, dla maluchów, przyjmowanie ich, troszczenie się o nich jest także czynieniem także nas, maluczkimi wobec Boga i wobec siebie nawzajem. Są to właśnie postawy, które otwierają nas na działanie Pana. Stając się dziećmi, pozwalamy Bogu działać w nas.
Dzisiaj czcimy Matkę Bożą jako Królową, to znaczy Matkę Króla, Jezusa, który zechciał narodzić się maluczki, stać się naszym bratem, prosząc o „tak” pokorną i kruchą młodą dziewczynę (por. Łk 1, 38).
Maryja zrozumiała to, do tego stopnia, że postanowiła pozostać maluczką przez całe swoje życie, czynić się coraz mniejszą, służąc, modląc się, usuwając się, aby zrobić miejsce Jezusowi, nawet jeśli kosztowało Ją to wiele.
Zatem, drodzy bracia, drogie siostry, nie lękajmy się uczynić siebie maluczkimi wobec Boga i wobec siebie nawzajem, nie lękajmy się tracić nasze życie, rezygnować z naszego czasu, rewidować nasze programy, i ograniczać nasze plany, gdy jest to konieczne, nie po to, aby je umniejszać, lecz aby uczynić je jeszcze piękniejszymi poprzez dar z siebie i akceptację innych.
Wszystko to bardzo dobrze symbolizują dwa piękne tradycyjne klejnoty tej ziemi: Kaibauk i Belak. Oba są wykonane z metali szlachetnych. To znaczy, że są ważne!
Pierwszy z nich symbolizuje rogi bawołu i światło słońca, i jest umieszczany wysoko, zdobiąc czoło, a także na szczytach domów. Mówi o sile, energii i cieple, i może ukazywać życiodajną moc Boga. Ale nie tylko to: umieszczony na wysokości głowy i na szczytach domów przypomina nam bowiem, że dzięki światłu Słowa Boga i mocy Jego łaski także i my możemy uczestniczyć – poprzez nasze wybory i działania – w wielkim planie odkupienia.
Drugi natomiast, Belak, który jest umieszczony na piersi, jest uzupełnieniem pierwszego. Przypomina delikatny blask księżyca, który pokornie odbija światło słońca w nocy, otaczając wszystko lekką fluorescencją. Mówi o pokoju, płodności, słodyczy, oraz symbolizuje czułość matki, która delikatnymi odruchami swojej miłości sprawia, że to, czego dotyka, świeci tym samym światłem, jakie otrzymuje od Boga.
Kaibauk e Belak, siła i czułość Ojca i Matki: w ten sposób Pan objawia swoją królewskość, opartą na miłości i miłosierdziu.
A zatem, prośmy razem w tej Eucharystii, każdy z nas, jako kobieta i mężczyzna, jako Kościół, jako społeczeństwo, abyśmy umieli odzwierciedlać w świecie silne światło, czułe światło Boga miłości, tego Boga, który, jak modliliśmy się w psalmie responsoryjnym, „podnosi nędzarza z prochu, i dźwiga z gnoju ubogiego, by go posadzić wśród książąt [...]” (Ps 113, 7-8).
[01325-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]
Traduzione in lingua araba
الزيارة الرّسوليّة إلى إندونيسيا، وبابوا غينيا الجديدة، وتيمور الشّرقيّة، وسنغافورة
2-13 أيلول/سبتمبر 2024
عظة قداسة البابا فرنسيس
في القداس الإلهيّ
في ساحة تاسي تول (SPIANATA DI TACI TOL) - ديلي (DILI)
10 أيلول/سبتمبر 2024
"وُلِدَ لَنا وَلَدٌ وأُعطِيَ لَنا ابنٌ" (أشعيا 9، 5).
بهذا الكلام يخاطب أشعيا النّبيّ سكّان أورشليم، في القراءة الأولى، في لحظة ازدهارٍ للمدينة، ولكن، للأسف، في لحظة انحطاطٍ أخلاقيّ كبير أيضًا.
كان هناك غِنًى كثير، لكن الرّفاهية أعمت الأقوياء، وأوهمتهم أنّهم يمكنهم أن يكفوا أنفسهم، وأنّهم لا يحتاجون إلى الله، وقادهم غرورهم إلى أن يكونوا أنانيّين وظالمين. لهذا، ولو كان الخير كثيرًا، هناك أيضًا فقراء متروكون، يتضوَّرون جوعًا، وتفشّت الخيانة، وصارت الممارسة الدّينيّة مجرّد شكليّات. واجهة مخادعة لعالم يبدو لأوّل وهلة أنّه مثاليّ، لكنه يُخفي واقعًا مُظلمًا، وقاسيًا، يحتاج إلى كثير من التّوبة والرّحمة والشّفاء.
لذلك أعلن النّبيّ لمواطنيه عن أفقٍ جديدٍ سيفتحه الله لهم: مستقبل رجاء وفرح، حيث يُطرد الظّلم والحرب إلى الأبد. (راجع أشعيا 9، 1-4). وسيُشرقُ لهم نور عظيم (راجع الآية 1) يحرّرهم من ظلام الخطيئة التي تظلمهم، وسيقوم بذلك لا بقوّة الجيوش والأسلحة أو الغِنَى، بل بواسطة الابن الذي يعطيهم إياه (راجع الآيات 5-6).
لنتوقّف ولنتأمّل في هذه الصّورة: الله يُشعّ نوره الذي يخلّص بالابن الذي يعطيه.
في كلّ مكان، تُعتبر ولادة الابن لحظة مشرقة من الفرح والاحتفال، وتثير فينا أيضًا أحيانًا الرّغبات الصّالحة، وتجدّدنا في الخير، والعودة إلى النّقاء والبساطة. أمام المولود الجديد، حتّى القلب القاسي يشعر بالدّفء ويمتلئ بالحنان. الطّفل الضّعيف يحمل دائمًا رسالة تبلغ درجة من القوّة تحرِّك أقسى النّفوس، وتُعيد معها حركات ومقاصد التّناغم والهدوء. إنّه أمر عجيب ما يحدث عندما يولد طفل!
قرب الله منّا يكون من خلال طفل. صار الله طفلًا. ليست فقط لنندهش ونتأثّر، بل أيضًا لننفتح على محبّة الآب ولنتركه يصوغنا، حتّى يقدر أن يشفي جراحنا ويعيدنا إلى الوفاق، وينظّم حياتنا.
الحياة جميلة في تيمور الشّرقيّة، لأنّ فيها أطفالًا كثيرين: أنتم بلد شابٌّ، يُسمَع فيه خفقان الحياة، تتفجَّر في كلّ زاوية. وهذه هديّة، وعطيّة كبيرة: في الواقع، وجود شباب كثيرين وأطفال كثيرين، يجدّد باستمرار طاقتنا وحياتنا. وأكثر من ذلك، هذه علامة، لأنّ إعطاء المجال للأطفال، وللصّغار، وقبولهم، والاعتناء بهم، وأن نصير نحن أيضًا صغارًا أمام الله وأمام بعضنا البعض، هو التّصرّف الذي يجعلنا ننفتح على عمل الله. إن صِرنا أطفالًا، نسمح لله أن يعمل فينا.
اليوم نكرّم سيِّدتنا مريم العذراء الملكة، أي أمّ الملك يسوع، الذي أراد أن يولد صغيرًا ويصير أخًا لنا، وطلب كلمة ”نعم“ التي قالتها شابّة وضعيفة (راجع لوقا 1، 38).
فهمت مريم ذلك، واختارت أن تبقى صغيرة في حياتها كلّها، وجعلت نفسها أصغر من غيرها، فخدمت، وصلّت، واختفت لتفسح المجال أمام يسوع، حتّى عندما كان ذلك يكلّفها كثيرًا.
لذلك، أيّها الإخوة والأخوات الأعزّاء، لا نخَف من أن نصير صغارًا أمام الله، وأمام بعضنا البعض، وأن نخسر حياتنا، وأن نعطي وقتنا لغيرنا، وأن نراجع برامجنا، وأن نقلّص حجم مشاريعنا أيضًا عند الضّرورة، وذلك لا لنقلّل من قيمتها، بل لنزيدها جمالًا بعطاء أنفسنا واستقبالنا للآخرين.
كلّ ذلك يُرمز إليه جيّدًا بحُليتَيْن جميلتَيْن في تقليد هذه الأرض: كايبوك وبيلاك (Kaibauk-Belak). كلّتاهما من المعدن الثّمين. هذا يعني أنّ لهما أهميّة كبيرة!
الأوّلى ترمز إلى قرون الجاموس ونور الشّمس، وتُوضع عاليًا، لتزيّن الجَبِين، وتُوضَع أيضًا في أعلى البيوت. إنّها تعبِّر عن القوّة والطّاقة والحرارة، ويمكن أن تشير إلى قدرة الله الذي يعطي الحياة. وليس هذا فقط: في الواقع، عندما تُوضَع على مستوى الرّأس، وفي أعلى البيوت، تذكّرنا أنّها بنور كلمة الله وبقوّة نعمته، يمكننا نحن أيضًا أن نتعاون، بخياراتنا وأعمالنا، في خطّة الفداء الكبرى.
والثّانية، البيلاك (Belak)، تُوضَع على الصّدر، وهي مكمّلة للأولى. تذكّرنا بنور القمر الرّفيق، الذي يعكس بتواضع نور الشّمس في الليل، ويُحيط كلّ شيء بوميض خفيف. إنّه يشير إلى السّلام والخصوبة والعذوبة، ويرمز إلى حنان الأمّ، التي تجعل، بانعكاسات محبّتها الرّقيقة، ما تلمسه مُشرقًا بالنّور نفسه الذي تقبله من الله.
كايبوك وبيلاك، قوّة وحنان الأب والأمّ: هكذا يبيِّن الرّبّ يسوع ملوكيّته، القائمة على المحبّة والرّحمة.
لنطلب معًا، إذًا، في هذه الإفخارستيّا، كلّ واحدٍ منّا، رجالًا ونساء، وكنيسة ومجتمعًا، أن نعرف أن نعكس في العالم نور إله المحبّة القويّ والحنون، هذا الإله، كما صلّينا في مزمور الرّدّة، الذي "يُنهِضُ المِسْكينَ مِنَ التُّراب، ويُقيمُ الفَقيرَ مِنَ الأَقْذار، لِيُجلِسَه مع العُظَماء، عُظَماءِ شَعبِه" (مزمور 113، 7-8).
[01325-AR.02] [Testo originale: Spagnolo]
Parole a braccio del Santo Padre al termine della Santa Messa
Testo in lingua spagnola
Traduzione in lingua italiana
Traduzione in lingua francese
Traduzione in lingua inglese
Traduzione in lingua tedesca
Traduzione in lingua portoghese
Traduzione in lingua polacca
Traduzione in lingua araba
Testo in lingua spagnola
Queridos hermanos y hermanas, estuve pensando mucho, ¿qué es lo mejor que tiene Timor? El sándalo, la pesca, no es lo mejor eso. Lo mejor es su pueblo. No puedo olvidar ese pueblo al costado del camino con los niños. ¡Cuántos chicos tienen ustedes! Ese pueblo, que lo mejor que tiene el pueblo, es la sonrisa de sus niños. Y un pueblo que enseña a sonreír a esos niños, es un pueblo con futuro.
Pero estén atentos, porque me dijeron que, en algunas playas, vienen los cocodrilos. Los cocodrilos que vienen nadando y tienen la mordida más fuerte de lo que manejamos. Estén atentos.
Estén atentos a esos cocodrilos que quieren cambiarles la cultura, que quieren cambiarles la historia. Manténgase fieles. Y no se acerquen a esos cocodrilos porque muerden, y muerden mucho.
Les deseo la paz. Les dedeo que sigan teniendo muchos hijos, que la sonrisa de este pueblo sean sus niños. Cuiden a sus niños, pero también cuiden a sus ancianos que son la memoria de esta tierra.
Gracias, muchas gracias por vuestra caridad, por vuestra fe. Sigan adelante con esperanza.
Y ahora vamos a pedir al Señor que nos bendiga a todos. Y después, cantaremos un canto a la Virgen María.
[01372-ES.01] [Texto original: Español]
Traduzione in lingua italiana
Cari fratelli e sorelle,
ho pensato molto: qual è la cosa migliore che ha Timor? Il sandalo? La pesca? Non è questa la cosa migliore. La cosa migliore è il suo popolo. Non posso dimenticare la gente ai lati della strada, con i bambini. Quanti bambini avete! Il popolo, che la cosa migliore che ha è il sorriso dei suoi bambini. E un popolo che insegna a sorridere ai bambini è un popolo che ha un futuro.
Ma state attenti! Perché mi hanno detto che in alcune spiagge vengono i coccodrilli; i coccodrilli vengono nuotando e hanno il morso più forte di quanto possiamo tenere a bada. State attenti! State attenti a quei coccodrilli che vogliono cambiarvi la cultura, che vogliono cambiarvi la storia. Restate fedeli. E non avvicinatevi a quei coccodrilli perché mordono, e mordono molto.
Vi auguro la pace. Vi auguro di continuare ad avere molti figli: che il sorriso di questo popolo siano i suoi bambini! Prendetevi cura dei vostri bambini; ma prendetevi cura anche dei vostri anziani, che sono la memoria di questa terra.
Grazie, tante grazie per la vostra carità, per la vostra fede. Andate avanti con speranza!
E ora chiediamo al Signore di benedirci tutti, e poi canteremo un canto alla Vergine Maria.
[01372-IT.01] [Testo originale: Spagnolo]
Traduzione in lingua francese
Chers frères et sœurs,
J'ai beaucoup réfléchi : quelle est la meilleure chose que possède le Timor ? Le santal ? La pêche ? Ce n'est pas cela la meilleure chose. Ce qu'il y a de mieux, c'est son peuple. Je ne peux pas oublier les gens sur le bord de la route, avec les enfants. Vous avez tant d'enfants ! Ce peuple, ce qu'il a de mieux, c'est le sourire de ses enfants. Et un peuple qui apprend aux enfants à sourire est un peuple qui a un avenir
Mais attention ! Parce l’on m’a dit que les crocodiles viennent sur certaines plages ; les crocodiles viennent nager et ont une morsure plus forte que celle que nous pouvons maitriser. Faites attention ! Méfiez-vous de ces crocodiles qui veulent changer votre culture, qui veulent changer votre histoire. Restez fidèles. Et ne vous approchez pas de ces crocodiles parce qu'ils mordent, et ils mordent fort.
Je vous souhaite la paix. Je vous souhaite de continuer à avoir beaucoup d'enfants : que le sourire de ce peuple soit ses enfants ! Prenez soin de vos enfants, mais aussi de vos personnes âgées, qui sont la mémoire de cette terre.
Merci, merci beaucoup pour votre charité, pour votre foi. Allez de l'avant avec espérance !
Et maintenant, nous demandons au Seigneur de nous bénir tous, puis nous chanterons un chant à la Vierge Marie.
[01372-FR.01] [Texte original: Espagnol]
Traduzione in lingua inglese
Dear brothers and sisters,
I have been thinking a lot about what is the best thing Timor-Leste has? Its sandalwood? Its fishing? These are not the best things. The best thing is its people. I cannot forget the people on the side of the road, with the children. How many children you have! The people, the best thing they have is the smile of their children. And a people that teaches its children to smile is a people that has a future.
But be careful! For I have been told that crocodiles come to some beaches; crocodiles come swimming and have a stronger bite than we can keep at bay. Be careful! Be careful of those “crocodiles” who want to change your culture, who want to change your history. Stay faithful. And do not go near those “crocodiles” because they bite, and they bite hard.
I wish you all peace. I wish you many children: may the smile of this people be its children! Take care of your children; but also take care of your elderly, who are the memory of this land.
Thank you; many thanks for your charity, for your faith. Move forward with hope!
And now let us ask the Lord to bless us all, and then we will sing a hymn to the Virgin Mary.
[01372-EN.01] [Original text: Spanish]
Traduzione in lingua tedesca
……………..
[01372-DE.01] [Originalsprache: Spanisch]
Traduzione in lingua portoghese
Queridos irmãos e irmãs,
Tenho pensado muito nisto: qual é a melhor coisa que Timor tem? O sândalo? A pesca? O melhor não é isso. O melhor é o seu povo. Não me posso esquecer das pessoas que me acolhiam nas bermas das estradas, com as crianças. Quantas crianças tendes! O que o povo tem de melhor é o sorriso das suas crianças. E um povo que ensina as crianças a sorrir é um povo com futuro.
Mas atenção! Porque me disseram que os crocodilos aparecem nalgumas praias: eles vêm a nadar e têm uma mordidela tão forte que não podemos enfrentar. Estai atentos! Tende cuidado com os crocodilos que querem mudar a vossa cultura, que querem mudar a vossa história. Permanecei fiéis. E não vos aproximeis desses crocodilos porque eles mordem, e mordem com força.
Desejo-vos a paz. Desejo que continuem a ter muitos filhos: que o sorriso deste povo seja os seus filhos! Cuidai das vossas crianças; mas cuidai também dos vossos idosos, que são a memória desta terra.
Obrigado, muito obrigado pela vossa caridade, pela vossa fé. Continuai em frente com esperança!
Agora peçamos ao Senhor que nos abençoe a todos, e depois cantaremos um cântico à Virgem Maria.
[01372-PO.01] [Texto original: Espanhol]
Traduzione in lingua polacca
Drodzy bracia i siostry,
Długo się zastanawiałem: co Timor ma najcenniejszego? Drewno sandałowe? Rybołówstwo? Nie to jest najcenniejsze. Najcenniejszą rzeczą są ludzie. Nie mogę zapomnieć o ludziach na poboczach dróg, z dziećmi. Jak wiele macie dzieci! Najlepszą rzeczą w narodzie jest uśmiech dzieci. A naród, który uczy swoje dzieci uśmiechu, to naród, który ma przyszłość.
Ale bądźcie ostrożni! Ponieważ powiedzieli mi, że krokodyle pojawiają się na niektórych plażach; krokodyle przypływają i potrafią ugryźć, mocno, i nie zawsze da się przed nimi uciec. Bądźcie ostrożni! Uważaj na te krokodyle, które chcą ingerować w waszą kulturę, które chcą zmienić waszą historię. Pozostańcie wierni i nie zbliżajcie się do tych krokodyli, ponieważ gryzą i to mocno!
Życzę wam pokoju. Życzę wam wielu dzieci. Niech uśmiechem tego narodu będą jego dzieci! Dbajcie o nie, a także o ludzi starszych, którzy są pamięcią tej ziemi.
Dziękuję, bardzo dziękuję za waszą dobroczynność, za waszą wiarę. Idźcie naprzód z nadzieją!
A teraz poprosimy Pana, aby pobłogosławił nas wszystkich, a następnie zaśpiewajmy pieśń do Najświętszej Maryi Panny.
[01372-PL.01] [Testo originale: Spagnolo]
Traduzione in lingua araba
أيّها الإخوة والأخوات الأعزّاء!
فكّرت كثيرًا: ما هو أفضل شيء في تيمور الشّرقيّة؟ هل هو خشب الصّندل؟ هل هو صيد السّمك؟ كلا. الأفضل هو شعبها. لا أستطيع أن أنسى النّاس على جانبَيْ الطّريق، مع الأطفال. كم من الأطفال لديكم في هذا البلد! وأفضل شيء في شعبٍ هو ابتسامة أطفاله. والشّعب الذي يعلِّم الأطفال أن يبتسموا، هو شعب له مستقبل.
ولكن تنبّهوا! لأنّهم قالوا لِي إنّ التّماسيح تأتي إلى بعض الشّواطئ. التّماسيح تأتي سباحة وعضّتها أقوى ممّا يمكننا أن نقاومها. تنبّهوا! من هذه التّماسيح التي تريد أن تغيّر ثقافتكم وتاريخكم. ابقوا أمناء. ولا تقتربوا من هذه التّماسيح لأنّها تعضّ، كثيرًا.
أتمنّى لكم السّلام. وأتمنّى لكم أن تستمرّوا في أن تنجِبوا أبناءً كثيرين: وأن يكون الأطفال هُم ابتسامة هذا الشّعب! اعتنوا بأطفالكم، واعتنوا أيضًا بكبار السّنّ، الذين هم ذاكرة هذه الأرض.
شكرًا، شكرًا جزيلًا على محبّتكم، وعلى إيمانكم. استمرّوا في الرّجاء!
والآن لنطلب من الرّبّ يسوع أن يباركنا كلّنا، وبعد ذلك سنرنّم ترنيمة لسيِّدتنا مريم العذراء.
[01372-AR.01] [Testo originale: Spagnolo]
[B0678-XX.02]