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Udienza ai partecipanti all’Incontro “Debt Crisis in the Global South” promosso dalla Pontificia Accademia delle Scienze, 05.06.2024


Saluto del Santo Padre

Traduzione in lingua inglese

Questa mattina, prima dell’Udienza Generale, il Santo Padre Francesco ha ricevuto in Udienza i partecipanti all’Incontro promosso dalla Pontificia Accademia delle Scienze sul tema “Debt Crisis in the Global South”.

Pubblichiamo di seguito le parole di saluto che il Papa ha rivolto ai presenti nel corso dell’incontro:

Saluto del Santo Padre

Queridos amigos y amigas, buenos días, bienvenidos.

Me da gusto encontrarlos esta mañana. Saludo al cardenal Turkson, Canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias, como a todos ustedes, que participan en el taller “Abordando la crisis de deuda en el Sur Global”, que se propone entablar un diálogo sobre la implementación de políticas que ayuden a solucionar el problema de la deuda que aqueja a muchos países del sur global, que aqueja a millones de familias y de personas en el mundo.

A los pueblos no les sirve cualquier forma de financiación, sino aquella que implica una responsabilidad compartida entre quien la recibe y quien la otorga. El beneficio que ésta pueda aportar a una sociedad depende de sus condiciones, de cómo se use y de los marcos en los que se resuelvan las crisis de las deudas que puedan producirse.

Después de una globalización mal administrada, después de la pandemia y de las guerras, nos encontramos frente a una crisis de deudas que afectan principalmente a los países del sur del mundo, generando miseria y angustia, y despojando a millones de personas de la posibilidad de un futuro digno. En consecuencia, ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana.

Para tratar de romper el círculo financiamiento-deuda sería necesaria la creación de un mecanismo multinacional, basado en la solidaridad y la armonía de los pueblos, que tenga en cuenta el sentido global del problema y sus implicaciones económicas, financieras y sociales. La ausencia de este mecanismo favorece el “sálvese quien pueda”, donde pierden siempre los más débiles.

En sintonía con el magisterio de mis antecesores, quisiera reiterar que los principios de justicia y solidaridad son los que llevarán a encontrar pistas de solución. En esta vía es indispensable obrar de buena fe y con verdad, siguiendo un código de conducta internacional con normas de valor ético que tutele las negociaciones. Por ende, pensamos en una nueva arquitectura financiera internacional que sea audaz y creativa.

En el Jubileo del año 2000, san Juan Pablo II consideraba que el tema de la deuda externa «no es sólo de índole económica, sino que afecta a los principios éticos fundamentales y es preciso que encuentre espacio en el derecho internacional» y él reconocía que «el jubileo puede constituir una ocasión propicia para gestos de buena voluntad […], de condonar las deudas, o al menos reducirlas, […] en función del bien común» (Audiencia General, 3 noviembre 1999). Y ésta era una tradición del pueblo hebreo; en el año jubilar se condonaban las deudas. Quisiera hacerme eco de este llamado profético, hoy más urgente que nunca, teniendo presente que la deuda ecológica y la deuda externa son dos caras de una misma moneda que hipoteca el futuro. Por eso, queridos amigos, el Año Santo de 2025 al que nos encaminamos nos llama a abrir la mente y el corazón para ser capaces de desatar los nudos de esos lazos que estrangulan el presente, sin olvidar que somos sólo custodios y administradores, y no patrones.

Los invito a que soñemos y actuemos juntos en la construcción responsable de nuestra casa común; nadie puede habitarla con tranquilidad de conciencia cuando sabe que a su alrededor hay multitud de hermanos y hermanas con hambre y también sumergidos en la exclusión social y en la vulnerabilidad. Dejar pasar esto es pecado, pecado humano, aunque uno no tenga fe, es un pecado social. Lo que ustedes están haciendo aquí es importante, rezo por ustedes. Que Dios los bendiga. Y les pido también que no se olviden de rezar por mí. Y para todos pido al Señor que los bendiga. Amén.

[00974-ES.01] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua inglese

Dear friends, good morning and welcome!

I am pleased to meet with you today. I greet Cardinal Turkson, the Chancellor of the Pontifical Academy of Sciences, together with all of you who are taking part in the meeting on “Addressing the Debt Crisis in the Global South”. Your gathering aims to engage in a dialogue on the implementation of policies to help solve the debt problem that afflicts many countries in the global South and likewise afflicts millions of families and individuals around the world.

It is not just any kind of financing that is useful to people, but one that implies a shared responsibility between those who receive it and those who provide it. The benefit such financing can bring to society depends on its conditions, on how it is used and on the frameworks in which the debt crises that may arise are resolved.

In the wake of mismanaged globalization, and in wake of the pandemic and wars, we find ourselves faced with a debt crisis that mainly affects the countries of the global South, causing misery and distress, and depriving millions of people of the possibility of a dignified future. Consequently, no government can morally require that its people suffer deprivations incompatible with human dignity.

In order to try to break the debt-financing cycle, it is necessary to create a multinational mechanism, based on the solidarity and harmony of peoples, that takes into account the global nature of the problem and its economic, financial and social implications. The absence of such a mechanism favours the mentality of “every person for himself or herself”, where the weakest always lose.

In line with the teachings of my predecessors, I want to reiterate that it is the principles of justice and solidarity that will lead to finding solutions. On this path, it is essential to act in good faith and with truth, following an international code of conduct with ethical standards that can guide dialogue between parties. So let us think of a new international financial architecture that is bold and creative.

During the Jubilee of the Year 2000, Saint John Paul II said that the issue of foreign debt “is not only economic but involves fundamental ethical principles and should have a place in international law”. He also recognized that “the Jubilee can be an appropriate occasion for gestures of good will [...], to reducing substantially, if not cancelling outright, the international debt [...] for the common good” (General Audience, 3 November 1999). The Jubilee Year was a tradition among the Jewish people, a year in which debts were forgiven. I would like to echo this prophetic appeal, which is more urgent now than ever, bearing in mind that ecological debt and external debt are two sides of the same coin that mortgages the future. Therefore, dear friends, the forthcoming Holy Year of 2025 calls us to open our minds and hearts to be able to untie the knots of those bonds that strangle the present, without forgetting that we are only custodians and stewards, not masters.

I invite you to dream and act together in the responsible building up of our common home; we cannot inhabit it with a clear conscience when we know that around us is a multitude of brothers and sisters who are hungry and mired in social exclusion and in vulnerability. To let this pass is a sin, a human sin. Even if one does not have faith, it is a social sin. What you are doing here is important and I pray for you. May God bless you. And I also ask you, please do not forget to pray for me. I ask the Lord to bless all of you. Amen.

[00974-EN.01] [Original text: Spanish]

[B0472-XX.01]