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Udienza ai partecipanti al IV Forum mondiale delle ONG di ispirazione cattolica, 07.12.2019


Discorso del Santo Padre

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

 

Questa mattina, nel Palazzo Apostolico Vaticano, il Santo Padre Francesco ha ricevuto in Udienza i partecipanti al IV Forum mondiale delle ONG di ispirazione cattolica, in corso a Roma dal 5 al 7 dicembre 2019, sul tema Toward a More Inclusive Society.

Pubblichiamo di seguito il discorso che il Papa ha rivolto ai presenti nel corso dell’Udienza:

Discorso del Santo Padre

Queridos Representantes de la Santa Sede ante los Organismos internacionales,

Queridos amigos, Responsables y Dirigentes de Organizaciones no gubernamentales de inspiración católica:

Me alegro de poderles acoger en esta sede de Pedro, símbolo de la comunión con la Iglesia universal. Gracias por venir desde varios países del mundo para compartir experiencias y reflexiones en torno al tema de la inclusión. Gracias por este esfuerzo. Con esto ustedes quieren transmitir un testimonio concreto para favorecer que los más vulnerables sean acogidos, incluidos, para hacer del mundo una “casa común”. Todo ello lo realizan con experiencias sobre el terreno y también en el ámbito político internacional.

Muchos de ustedes se interesan y tratan de estar presentes en los lugares donde se debaten los derechos humanos de las personas, su condición de vida, su hábitat, su educación, su desarrollo y otros problemas sociales. De esta manera, dan vida a cuanto afirmó el Concilio Vaticano II: la Iglesia «existe en este mundo y vive y actúa con él» (Const. past. Gaudium et spes, 40).

Se trata de una “frontera” para la Iglesia en la que pueden realizar un papel notable, como recordaba el mismo Concilio al hablar de la cooperación del cristiano en las instituciones internacionales: «A la creación pacífica y fraterna de la comunidad de los pueblos pueden servir también de múltiples maneras las varias asociaciones católicas internacionales, que hay que consolidar aumentando el número de sus miembros bien formados, los medios que necesitan, y la adecuada coordinación de energías. La eficacia en la acción y la necesidad del diálogo piden en nuestra época iniciativas de equipo» (ibíd., 90).

Esta afirmación conciliar tiene una gran actualidad y quisiera destacar en ella tres aspectos: 1) formación de los miembros; 2) tener los medios necesarios; 3) compartir iniciativas sabiendo trabajar en “equipo”.

Primero: La formación. La complejidad del mundo y la crisis antropológica en la que estamos inmersos hoy exigen un testimonio coherente de vida para poder suscitar un diálogo y una reflexión positiva sobre la dignidad humana. Este testimonio supone dos exigencias: por una parte, una gran fe y confianza en sabernos instrumentos de la acción de Dios en el mundo; no es nuestra eficacia lo que prima; por otra, es necesario tener la preparación profesional adecuada en las materias científicas y humanas para saberlas presentar desde la perspectiva cristiana; en este sentido, la Doctrina Social de la Iglesia ofrece el marco de principios eclesiales adecuados para servir mejor a la humanidad. Les recomiendo conocerla, formarse bien en ella, para luego “traducirla” en sus proyectos.

La formación adecuada y la educación, como dimensión transversal a los problemas de la vida socio-política, es hoy día un compromiso prioritario para la Iglesia. No podemos “hablar de memoria”. Es por esto, que he querido lanzar un llamamiento mundial, para reconstruir un Pacto global sobre educación, un paso adelante, que forme para la paz y la justicia, que forme para la acogida entre los pueblos y la solidaridad universal, además de tener en cuenta el cuidado de la “casa común”, en el sentido expresado en la Encíclica Laudato si’. Por tanto, los animo a incrementar, aún más, su profesionalidad e su identidad eclesial.

Segundo: tener los medios materiales necesarios para llevar a cabo los fines indicados. Recordemos la parábola de los talentos. Los medios son importantes, son necesarios, sí, pero puede ser que a veces sean insuficientes para alcanzar los objetivos propuestos. No tenemos que descorazonarnos. Hay que recordar que la Iglesia ha hecho siempre grandes obras con medios pobres. Hay que procurarlos, ciertamente, y hacer rendir al máximo los propios talentos, pero demostrando con ello que todo poder nos viene de Dios, que todo poder no es nuestro. Es ahí donde radica su riqueza; por el resto, dice san Pablo: «Dios tiene poder para colmarlos de todos sus dones, a fin de que siempre tengan lo que les hace falta, y aún les sobre para hacer toda clase de buenas obras» (2 Co 9,8). A veces el exceso de medios materiales para llevar adelante una obra es contra producente porque anestesia la creatividad. Y eso, desde la administración de una ama de casa, hasta las grandes industrias o las grandes instituciones de beneficencia. El tener que aceitar la cabeza para ver cómo doy de comer a seis mil, con porción para cuatro mil, eso aumenta la creatividad, por poner un ejemplo. Más aún, hay una enfermedad en esto de los medios materiales en las instituciones: a veces los recursos cuando son abundantes no llegan a donde tienen que llegar. Porque, como tenemos recursos, pagamos una subsecretaría y una sub subsecretaría aquí; y, entonces, el organigrama administrativo crece tanto, que el 40, 50, 60% de los aportes que se reciben queda en el aparato organizativo y no llega a donde tiene que llegar. Esto no invento, esto sucede hoy en muchas instituciones de la Iglesia que ustedes conocen bien.

Por último, el compartir iniciativas para trabajar en equipo. La experiencia de fe, el saberse portadores de la gracia del Señor, nos dice que esto es posible. El colaborar en proyectos comunes hace resplandecer aún más el valor de las obras, porque se pone en evidencia algo que es connatural a la Iglesia, su comunión, el caminar juntos en la misma misión (syn-odos) al servicio del bien común, mediante la corresponsabilidad y aportación de cada uno. Vuestro Forum quiere ser un ejemplo de ello, por eso, los proyectos que realizan en cada lugar, uniendo fuerzas con otras organizaciones católicas, y en comunión con sus pastores y con los Representantes de la Santa Sede ante los organismos internacionales, tendrán el efecto multiplicador de la levadura del Evangelio, y la luz y la fuerza de los primeros cristianos. El mundo de hoy está reclamando nueva audacia y nueva imaginación para abrir otras vías de diálogo y de cooperación, para favorecer una cultura del encuentro, donde la dignidad de lo humano, según el plan creador de Dios, se ponga en el centro.

Queridos amigos: la Iglesia y el Papa necesitan de vuestro trabajo, de vuestro compromiso y de vuestro testimonio en la frontera del ámbito internacional. La palabra frontera para ustedes tiene que tener mucho significado. Sigan adelante con valentía y con la esperanza siempre renovada. Gracias.

[01997-ES.03] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua inglese

Dear Representatives of the Holy See to International Organizations,

Dear Friends, Leaders of Catholic-inspired Non-Governmental Organizations,

            I am pleased to welcome all of you to the See of Peter as a symbol of your communion with the universal Church.  You have come from various countries of the world in order to share experiences and reflections on the theme of inclusion.  I thank you for this initiative, by which you wish to offer a concrete testimony to help the most vulnerable be accepted and included, and thus to make our world a “common home”.  You accomplish all this with experiences both on the ground and in the international political context.

            Many of you are concerned to be present in the places where discussions are taking place about human rights, people’s living conditions, habitat, education and development, and other social problems.  In this way, you demonstrate what the Second Vatican Council referred to as “the presence of the Church in the world, and her life and activity there” (Gaudium et Spes, 40).  For the Church, those places are a “frontier” where she can play a significant role.  As the Council stated, in speaking of the cooperation of Christians in international institutions: “Different Catholic international bodies can assist the community of nations on the way to peace, sisterhood and brotherhood; these bodies should be strengthened by increasing the number of their trained members, by increasing the subsidies they need so badly, and by suitable coordination of their forces.  Nowadays, efficiency of action and the need for dialogue call for concerted effort” (ibid., 90).  This statement of the Council remains timely, and I would like to address three aspects of it: 1) the formation of members, 2) having the necessary means, and 3) coordinating initiatives through “teamwork”.

            First, formation.  The complexity of our world and the anthropological crisis in which we find ourselves today call for a consistent witness of life, for the sake of stimulating dialogue and a positive reflection on human dignity.  This witness calls for two things.  On the one hand, great faith and the confidence that comes from knowing that we are instruments of God’s activity in the world; in this sense, efficiency is not the most important thing.  On the other, the need for suitable professional preparation in scientific and human affairs so as to address these from the Christian perspective.  In this regard, the social doctrine of the Church offers the framework of ecclesial principles that can help provide a better service to humanity.  I encourage you to be familiar with that doctrine, to be well-trained in it, so as then to be able to “translate” it in your projects.  The need to provide adequate training and education as a means of confronting the complex issues of contemporary social and political life represents a priority commitment for the Church today.  We cannot “rest on our laurels”.  That is why I have wished to launch a worldwide appeal to reconstruct a global Compact on education, a step forward, which can train for peace and justice, the acceptance of peoples and universal solidarity, while also taking into account the care of our “common home” along the lines of Laudato Si’.  I encourage you, then, to keep growing in professionalism and in your ecclesial identity.

            Second, possessing the necessary means to achieve your stated goals.  Let us remember the parable of the talents.  Yes, those means are necessary and important, but it can happen that sometimes they prove insufficient to reach the goals.  We should not become discouraged, but keep in mind that the Church has always accomplished great works with limited means.  Certainly, those means need to be found and our talents used in the best way possible, but in a way that demonstrates that all power comes to us from God and is not our own.  That is where the Church’s wealth comes from; indeed, “God is able to provide you with every blessing in abundance, so that by always having enough of everything, you may share abundantly in every good work” (2 Cor 9:8).  Sometimes it is counterproductive to have too many material resources for carrying out a work because it anesthetizes creativity.  And this, from the administration of a housewife to large industries or large charitable organizations.  Having to work out how to feed six thousand with only four thousand portions, for example, increases creativity.  Moreover, there is a disease that concerns material resources in institutions: sometimes, when they are plentiful, such resources do not arrive where they are needed.  Because, since we have resources, we pay a sub-secretariat here and an under-sub-secretariat there… and then the administrative organization chart grows to the point that forty, fifty, sixty percent of the contributions received remains in the organizational apparatus and does not reach where it should arrive.  I am not inventing this, it happens today in many Church institutions that you know well.

            Finally, coordinating initiatives through teamwork.  The experience of faith, of knowing that we are vessels of the Lord’s grace, tells us that this is possible. Cooperating in shared projects makes the value of our works even more evident, since it brings out something connatural to the Church: her communion, her journeying together (syn-odos) in the same mission in service of the common good, through “co-responsibility” and the contribution of everyone.  Your Forum wishes to be an example in this regard.  As a result, the projects that you carry out in different places, by joining forces with other Catholic organizations and in communion with your Pastors and the Representatives the Holy See to International Organizations, will have the expanding effect of the leaven of the Gospel and the light and power of the earliest Christians.  Today’s world is calling for new boldness and new imagination in opening new paths of dialogue and cooperation, in order to promote a “culture of encounter”, where, in accordance with the creative plan of God, the dignity of every human person is foremost.

            Dear friends, the Church and the Pope need your work, your commitment and your witness at the frontiers of the international community.  The word “frontier” for you is full of meaning.  Move forward with courage and ever-renewed hope.  Many thanks.

[01997-EN.02] [Original text: Spanish]

Traduzione in lingua italiana

Cari Rappresentanti della Santa Sede presso gli Organismi Internazionali,

Cari amici, Responsabili e Dirigenti delle Organizzazioni non governative di ispirazione cattolica,

Sono lieto di potervi accogliere in questa sede di Pietro, simbolo della comunione con la Chiesa universale. Vi ringrazio di essere venuti da vari Paesi del mondo per condividere esperienze e riflessioni intorno al tema dell’inclusione. Grazie per questo sforzo. Con esso voi desiderate trasmettere una testimonianza concreta per incoraggiare l’accoglienza e l’inclusione dei più vulnerabili, per rendere il mondo una “casa comune”. Tutto ciò lo realizzate con esperienze sul campo e anche nell’ambito politico internazionale.

Molti di voi si interessano e cercano di essere presenti nei luoghi dove si dibattono i diritti umani delle persone, le loro condizioni di vita, il loro habitat, l’educazione, lo sviluppo e altri problemi sociali. In questo modo, realizzate quanto ha affermato il Concilio Vaticano II: la Chiesa «si trova nel mondo e insieme con esso vive ed agisce» (Cost. past. Gaudium et spes, 40). Si tratta di una “frontiera” per la Chiesa in cui potete svolgere un ruolo notevole, come ricordava lo stesso Concilio trattando della cooperazione del cristiano nelle istituzioni internazionali: «Inoltre, le varie associazioni cattoliche internazionali possono servire in tanti modi all’edificazione della comunità dei popoli nella pace e nella fratellanza. Perciò bisognerà rafforzarle, aumentando il numero dei cooperatori ben formati, con i necessari sussidi e mediante un adeguato coordinamento delle forze. Ai nostri giorni, infatti, efficacia d’azione e necessità di dialogo esigono iniziative collettive» (ibid., 90). Tale affermazione conciliare è di grande attualità e vorrei metterne in risalto tre aspetti: 1) la formazione degli aderenti; 2) i mezzi necessari; 3) condividere iniziative sapendo lavorare in gruppo.

Primo: la formazione. La complessità del mondo e la crisi antropologica in cui oggi siamo immersi esigono una testimonianza coerente di vita per poter suscitare un dialogo e una riflessione positiva sulla dignità umana. Tale testimonianza comporta due esigenze: da una parte, una grande fede e fiducia nel saperci strumenti dell’azione di Dio nel mondo; al primo posto non c’è la nostra efficienza. Dall’altra parte, è necessario avere la preparazione professionale adeguata nelle materie scientifiche e umanistiche per saperle presentare secondo una prospettiva cristiana; in questo senso, la dottrina sociale della Chiesa offre il quadro di principi ecclesiali idonei a servire meglio l’umanità. Vi raccomando di conoscerla, di essere ben formati in essa, per poi “tradurla” nei vostri progetti.

La formazione appropriata e l’educazione, come dimensione trasversale ai problemi della vita socio-politica, è al giorno d’oggi un impegno prioritario per la Chiesa. Non possiamo “vivere di rendita”. È per questo che ho voluto lanciare un appello mondiale per ricostruire un Patto globale sull’educazione – un passo avanti – che formi alla pace e alla giustizia, all’accoglienza tra i popoli e alla solidarietà universale, oltre all’attenzione per la cura della “casa comune”, nel senso espresso dall’Enciclica Laudato si’. Vi incoraggio, pertanto, a incrementare, ancora di più, la vostra professionalità e la vostra identità ecclesiale.

Secondo: avere le risorse materiali necessarie per raggiungere i fini indicati. Ricordiamo la parabola dei talenti. Le risorse sono importanti, sono necessarie, sì, ma può succedere che a volte siano insufficienti per raggiungere gli obiettivi proposti. Non dobbiamo scoraggiarci. Bisogna ricordare che la Chiesa ha sempre fatto grandi opere con mezzi poveri. Occorre procurarli, certamente, e far rendere al massimo i propri talenti, ma dimostrando con ciò che ogni capacità ci viene da Dio, non è nostra. È lì che è radicata la vostra ricchezza; «del resto – dice San Paolo – Dio ha potere di far abbondare in voi ogni grazia perché, avendo sempre il necessario in tutto, possiate compiere generosamente tutte le opere di bene» (2 Cor 9,8). A volte l’eccesso di mezzi materiali per portare avanti un’opera è controproducente, perché anestetizza la creatività. E questo, dall’amministrazione di una casalinga fino alle grandi industrie o alle grandi organizzazioni di beneficenza. Dovendo ingegnarsi per vedere come dare da mangiare a seimila con porzioni per quattromila, questo, per fare un esempio, aumenta la creatività. Inoltre, c’è una malattia che riguarda i mezzi materiali nelle istituzioni: a volte le risorse, quando sono abbondanti, non arrivano dove devono arrivare. Perché, dal momento che abbiamo risorse, paghiamo una sotto-segreteria qui e una sotto-sotto-segreteria là…; e allora l'organigramma amministrativo cresce al punto che il 40, 50, 60% dei contributi ricevuti rimane nell’apparato organizzativo e non arriva dove deve arrivare. Questo non lo invento, questo succede oggi in molte istituzioni della Chiesa che voi conoscete bene.

Infine, condividere iniziative per lavorare in gruppo. L’esperienza di fede, il sapersi portatori della grazia del Signore, ci dice che questo è possibile. Collaborare nei progetti comuni fa risplendere ancora di più il valore delle opere, perché si mette in evidenza qualcosa che è connaturale alla Chiesa, la sua comunione, il camminare insieme nella stessa missione (syn-odos) al servizio del bene comune, mediante la corresponsabilità e il contributo di ciascuno. Il vostro Forum vuole esserne un esempio, e per questo i progetti che realizzate in ogni luogo, unendo le forze con altre organizzazione cattoliche e in comunione con i Pastori e con i Rappresentanti della Santa Sede presso gli organismi internazionali, avranno l’effetto moltiplicatore del lievito del Vangelo e la luce e la forza dei primi cristiani. Il mondo di oggi esige nuova audacia e nuova immaginazione per aprire altre vie di dialogo e di cooperazione, per favorire una cultura dell’incontro, dove la dignità dell’umano, secondo il piano creatore di Dio, sia posta al centro.

Cari amici, la Chiesa e il Papa hanno bisogno del vostro lavoro, del vostro impegno e della vostra testimonianza sulla frontiera dell’ambito internazionale. La parola “frontiera” per voi è carica di significato! Andate avanti con coraggio e con speranza sempre nuova. Grazie!

[01997-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

Chers Représentants du Saint-Siège auprès des Organismes internationaux,

Chers amis, Responsables et dirigeants d’Organisations non gouvernementales d’inspiration catholique,

Je suis heureux de pouvoir vous accueillir au Siège de Pierre, symbole de la communion avec l’Église universelle, vous, Représentants pontificaux et Représentants de certains dicastères de la Curie Romaine, et membres d’Organisations non gouvernementales (ONG) d’inspiration catholique, venus de divers pays du monde pour partager des expériences et des réflexions autour du thème de l’inclusion. Merci pour cet effort! Par ce biais, vous désirez donner un témoignage concret de sorte que les plus vulnérables puissent être accueillis, inclus, afin de faire du monde une ‘‘maison commune’’. Vous réalisez tout cela par des expériences sur le terrain et aussi au niveau politique international.

Beaucoup d’entre vous sont engagés et essaient d’être présents dans des lieux où se déroulent des débats sur les droits humains des personnes, sur leur condition de vie, leur milieu de vie, leur éducation, leur développement et sur d’autres problèmes sociaux. Vous donnez ainsi vie à ce qu’a affirmé le Concile Vatican II: l’Église «est dans ce monde et […] elle vit et agit avec lui» (Gaudium et spes, n. 40). Il s’agit d’une ‘‘frontière’’ pour l’Église dans laquelle vous pouvez jouer un rôle important, comme le rappelait le Concile en parlant de la coopération du chrétien dans les institutions internationales, je cite : «Les diverses associations catholiques internationales peuvent, en outre, rendre de multiples services pour l’édification d’une communauté mondiale pacifique et fraternelle. Il faut les consolider, en les dotant d’un personnel plus nombreux et bien formé, en augmentant les moyens matériels dont elles ont besoin, et en coordonnant harmonieusement leurs forces. De nos jours, en effet, l’efficacité de l’action et les nécessités du dialogue réclament des initiatives collectives» (ibid., n. 90). Cette affirmation conciliaire est encore d’une grande actualité et je voudrais en souligner trois aspects: 1) la formation des membres, 2) la mise à disposition des moyens nécessaires et 3) le partage des initiatives dans un esprit de travail en ‘‘équipe’’.

Primo: la formation. La complexité du monde et la crise anthropologique dans laquelle nous sommes immergés exigent aujourd’hui un témoignage cohérent de vie pour pouvoir susciter un dialogue et une réflexion positive sur la dignité humaine. Ce témoignage suppose deux exigences: d’une part, une grande foi et une grande confiance, avec la conscience que nous sommes des instruments de l’action de Dieu dans le monde; ce n’est pas notre efficacité qui compte d’abord; d’autre part, il faut une préparation professionnelle adéquate dans les matières scientifiques et humaines pour savoir les présenter dans une perspective chrétienne; dans ce sens, la doctrine sociale de l’Église offre un ensemble de principes ecclésiaux adéquats pour mieux servir l’humanité. Je vous recommande de la connaître, de vous en imprégner, pour pouvoir la ‘‘traduire’’ dans vos projets.

La formation adéquate et l’éducation, comme la dimension transversale des problèmes de la vie socio-politique, est aujourd’hui un défi prioritaire pour l’Église. On ne peut pas vivre sur l’acquis. C’est pourquoi j’ai voulu lancer un appel mondial afin de reconstruire un Pacte global sur l’éducation, un pas en avant, qui forme pour la paix et la justice, qui forme pour l’accueil des peuples et la solidarité universelle et qui prend également en compte la protection de la ‘‘maison commune’’, dans le sens indiqué par Laudato si’. Par conséquent, je vous encourage à accroître davantage encore votre professionnalisme et votre identité ecclésiale.

Secundo: disposer des moyens matériels nécessaires afin d’atteindre les objectifs visés. Rappelons-nous la parabole des talents. Ils sont importants, ils sont nécessaires, en effet, mais parfois ils peuvent être insuffisants pour atteindre les objectifs visés. Nous ne devons pas nous décourager. Il faut savoir que l’Église a toujours réalisé de grandes œuvres avec de modestes moyens; il faut certes se les procurer, et faire fructifier au maximum ses propres talents, mais en montrant par-là que tout pouvoir nous vient de Dieu, que tout pouvoir ne vient pas de nous. C’est là que s’enracine votre richesse; pour le reste, «Dieu est assez puissant pour vous donner toute grâce en abondance, afin que vous ayez, en toute chose et toujours, tout ce qu’il vous faut, et même que vous ayez en abondance de quoi faire toute sorte de bien» (2 Co 9, 8). Parfois l’excès de moyens matériels pour promouvoir une œuvre est contre productrice car il anesthésie la créativité. Et cela, en commençant par la gestion d’une maîtresse de maison, jusqu’aux grandes entreprises ou aux grandes institutions de bienfaisance, le fait de devoir se creuser les méninges pour voir comment je donne à manger à six mille personnes avec une portion pour quatre mille; cela augmente la créativité, pour donner un exemple. Plus encore, il y a une maladie dans les moyens matériels et les institutions; parfois les ressources, lorsqu’elles sont abondantes ne parviennent pas là où elles devraient arriver. Parce que, comme nous avons des ressources, nous payons une sous-secrétaire et une sous sous-secrétaire; et alors l’organigramme administratif grossit beaucoup, si bien que 40, 50, 60% des contributions reçues reste dans l’appareil administratif et ne parvient pas où il devrait aller. Je ne l’invente pas, cela arrive aujourd’hui en beaucoup d’institutions d’Eglise que vous connaissez bien.

Enfin, partager des initiatives pour travailler en équipe. L’expérience de foi, la conscience d’être des porteurs de la grâce du Seigneur nous dit que cela est possible, partager des initiatives pour travailler en équipe. La collaboration dans des projets communs fait resplendir encore davantage la valeur des œuvres, car on met en évidence quelque chose qui est connaturel à l’Église, à sa communion: marcher ensemble dans la même mission (syn-odos) au service du bien commun, à travers la ‘‘coresponsabilité’’ et la contribution de chacun. Votre Forum s’en veut un exemple; c’est pourquoi les projets que vous réalisez partout, en unissant vos forces à celles d’autres organisations catholiques, et en communion avec vos pasteurs ainsi qu’avec les Représentants du Saint-Siège auprès des Organisations internationales, auront un effet multiplicateur propre au levain de l’Évangile, ainsi qu’à la lumière et à la force des premiers chrétiens. Le monde d’aujourd’hui demande une audace nouvelle et une imagination nouvelle afin d’ouvrir d’autres voies de dialogue et de coopération, pour favoriser une ‘‘culture de la rencontre’’, où la dignité de l’homme, selon le dessein créateur de Dieu, est mise au centre.

Chers amis, l’Église et le Pape ont besoin de votre travail, de votre engagement et de votre témoignage à la frontière du domaine international. Le mot frontière doit avoir pour vous beaucoup de sens. Allez de l’avant avec courage et avec une espérance toujours renouvelée. Merci beaucoup!

[01997-FR.02] [Texte original: Espagnol]

[B0974-XX.02]