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Udienza ai partecipanti al Forum Internazionale dei Giovani, 22.06.2019


Discorso del Santo Padre

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua inglese

Alle ore 11.30 di questa mattina, nella Sala Clementina del Palazzo Apostolico Vaticano, il Santo Padre Francesco ha ricevuto in Udienza i partecipanti al Forum Internazionale dei Giovani, promosso dal Dicastero per i Laici, la Famiglia e la Vita, in corso di svolgimento a Sassone di Ciampino (Roma), presso la Casa Il Carmelo, dal 19 al 22 giugno, sul tema: “Giovani in azione in una Chiesa sinodale”.

Pubblichiamo di seguito il discorso che il Papa ha pronunciato nel corso dell’incontro con i giovani:

Discorso del Santo Padre

Queridos jóvenes:

Estoy muy contento de encontrarlos al finalizar el XI Fórum Internacional de los Jóvenes, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, con el objetivo de promover la implementación del Sínodo 2018 sobre Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Felicito al Cardenal Farrell y a todos sus colaboradores por esta iniciativa, que reconoce en ustedes, jóvenes, los primeros protagonistas de la conversión pastoral tanto deseada por los padres sinodales. Esta palabra “protagonista” no es un gesto de diplomacia y buena voluntad, o son protagonistas o no son nada; o van delante del tren o terminarán siendo vagón de cola, arrastrados por la marea. Protagonistas. Ustedes son jóvenes y jóvenes en acción en una Iglesia sinodal, y por eso han meditado y reflexionado en los últimos días.

Agradezco al cardenal Farrell sus palabras, a vos la lectura de la proclamación final y al cardenal Baldisseri, que fue el que llevó el Sínodo adelante, su presencia. Gracias.

El Documento final de la última Asamblea sinodal ve «el episodio de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35) como un texto paradigmático, o sea, modélico, para comprender la misión eclesial en relación a las jóvenes generaciones» (n. 4). Cuando los dos discípulos estaban sentados a la mesa con Jesús, él «tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron» (Lc 24,30s). No es casualidad que hayan podido celebrar la solemnidad del Corpus Christi precisamente los días en que estaban reunidos en este encuentro. ¿No será que el Señor quiera abrir una vez más sus corazones y hablarles mediante este pasaje del Evangelio?

La experiencia que vivieron los discípulos de Emaús los empujó de modo irresistible a ponerse de nuevo en camino, a pesar de haber recorrido once kilómetros. Está oscureciendo, pero ya no tienen miedo de caminar de noche, pues es Cristo quien ilumina su vida. También nosotros, un día, encontramos al Señor en el camino de nuestra vida. Como los discípulos de Emaús, fuimos llamados para llevar la luz de Cristo en la noche del mundo. Ustedes, queridos jóvenes, están llamados a ser la luz en la obscuridad de la noche de tantos compañeros que aún no conocen la alegría de la vida nueva en Jesús.

Cleofás y el otro discípulo, después de haber encontrado a Jesús, sintieron la necesidad vital de estar con su comunidad. No hay verdadera alegría si no la compartimos con los demás. «¡Qué bueno y qué agradable es que los hermanos vivan unidos!» (Sal 133,1). Me imagino que están contentos de haber participado en este Fórum. Y ahora que llega el momento de despedirse, quizás sientan cierta nostalgia... Y Roma estará más tranquila. Es normal que suceda así. Forma parte de la experiencia humana. Tampoco los discípulos de Emaús querían que su “huésped misterioso” se fuera... «Quédate con nosotros», decían, intentando convencerlo de que se quedara con ellos. En otros episodios del Evangelio también aflora este mismo sentimiento. Recordemos, por ejemplo, la transfiguración, cuando Pedro, Santiago y Juan querían hacer tiendas, carpas, y quedarse en el monte. O cuando María Magdalena se encontró con el Resucitado y quería retenerlo. Pero «su Cuerpo resucitado no es un tesoro para retener, sino un Misterio para compartir» (Documento Final del Sínodo, 115). A Jesús lo encontramos, sobre todo, en la comunidad y por los caminos del mundo. Cuanto más lo llevemos a los demás, más lo sentiremos presente en nuestras vidas. Y estoy seguro de que ustedes lo harán cuando vuelvan a sus lugares de origen. El texto de Emaús dice que Jesús encendió un fuego en los corazones de los discípulos (cf. Lc 24,32). Como saben, el fuego, para que no se apague, tiene que expandirse, sino se convierte en cenizas, tiene que propagarse. Por ello, ¡alimenten y propaguen el fuego de Cristo que tienen en ustedes!

Queridos jóvenes, les repito una vez más: ¡Ustedes son el hoy de Dios, el hoy de la Iglesia! No sólo el futuro, no, el hoy. O la juegan hoy o perdieron el partido. Hoy. La Iglesia los necesita para ser plenamente ella misma. Como Iglesia, ustedes son el Cuerpo del Señor Resucitado presente en el mundo. Quiero que recuerden siempre que ustedes son miembros de un único cuerpo, de esta comunidad. Están unidos el uno al otro y solos no sobrevivirían. Se necesitan mutuamente para marcar, de verdad, la diferencia en un mundo cada vez más tentado por las divisiones. Piensen esto: En el mundo cada vez más son las divisiones; y las divisiones traen guerras, traen enemistad. Y ustedes tienen que ser el mensaje de la unidad. Que vale la pena andar por este camino. Solo caminando juntos seremos de verdad fuertes. ¡Con Cristo, Pan de Vida que nos da fuerza para el camino, llevemos la luz de su fuego a las noches de este mundo!

Quisiera aprovechar esta oportunidad para hacerles un anuncio importante. Como ustedes saben, el camino de preparación al Sínodo de 2018 coincidió en gran parte con el itinerario de la JMJ de Panamá, que tuvo lugar solo 3 meses después. En mi mensaje a los jóvenes de 2017 expresé la esperanza de que hubiera una gran armonía entre estos dos caminos (cf. también Documento Preparatorio, III, 5) ¡Pues bien!, la próxima edición internacional de la JMJ será en Lisboa en 2022. Y hay una portuguesa entusiasta allí… Para esta etapa de peregrinación intercontinental de los jóvenes elegí como tema: “María se levantó y partió sin demora” (Lc 1,39). Y para los dos años precedentes los invito a meditar sobre los versículos: ¡Joven, a ti te digo, levántate! (cf. Lc 7,14; Christus vivit, 20) y ¡Levántate! ¡Te hago testigo de las cosas que has visto! (cf. Hch 26,16). Con esto, deseo también esta vez que haya sintonía entre el itinerario hacia la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa y el camino post-sinodal. No ignoren la voz de Dios que los empuja a levantarse y a seguir los caminos que Él preparó para ustedes. Como María, y junto a ella, sean cada día portadores de su alegría y de su amor. Dice que María se levantó sin demora y apurada fue a ver a su prima. Siempre dispuestos, siempre apurados, pero no ansiosos, no ansiosos. Les pido que recen por mí y ahora les doy la bendición. Todos juntos, cada uno en su lengua, pero todos juntos, recemos el Ave María: Dios te salve María

[01113-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

Carissimi giovani,

sono molto felice di incontrarvi al termine dell’XI Forum Internazionale dei Giovani, organizzato dal Dicastero per i Laici, la Famiglia e la Vita con l’obiettivo di promuovere l’attuazione del Sinodo 2018 sul tema I giovani, la fede e il discernimento vocazionale. Mi congratulo con il Cardinale Farrell e tutti i suoi collaboratori per questa iniziativa, che riconosce in voi, giovani, i primi protagonisti della conversione pastorale tanto auspicata dai padri sinodali. Questa parola “protagonista” non è un gesto di diplomazia e di buona volontà, o sono protagonisti o non sono niente; o stanno davanti al treno o finiranno nell’ultimo vagone, trascinati dalla marea. Protagonisti. Voi siete giovani in azione in una Chiesa sinodale, e per questo avete meditato e riflettuto negli ultimi giorni.

Ringrazio il Cardinale Farrell per le sue parole, ringrazio te per la lettura della proclamazione finale e ringrazio il Cardinale Baldisseri, che ha diretto il Sinodo, per la sua presenza. Grazie.

Il Documento finale dell’ultima Assemblea sinodale riconosce «l’episodio dei discepoli di Emmaus (cfr. Lc 24,13-35) come un testo paradigmatico, ossia un modello, per comprendere la missione ecclesiale in relazione alle giovani generazioni» (n. 4). Quando i due discepoli furono seduti a tavola con Gesù, egli «prese il pane, recitò la benedizione, lo spezzò e lo diede loro. Allora si aprirono loro gli occhi e lo riconobbero» (Lc 24, 30s). È un caso che abbiate potuto celebrare la solennità del Corpus Domini proprio nei giorni in cui vi siete riuniti per questo incontro? Non è forse il Signore che vuole aprire i vostri cuori ancora una volta e parlarvi attraverso questo brano del Vangelo?

L’esperienza che i discepoli di Emmaus avevano vissuto li spinse irresistibilmente a mettersi di nuovo in cammino, nonostante avessero già percorso undici chilometri. Si stava facendo buio, ma non hanno più paura di camminare nella notte, poiché è Cristo che illumina la loro vita. Anche noi, un giorno, abbiamo incontrato il Signore sulla strada della nostra vita. E, come i discepoli di Emmaus, siamo chiamati a portare la luce di Cristo nella notte del mondo. Voi, cari giovani, siete chiamati ad essere la luce nella notte di tanti vostri coetanei che ancora non conoscono la gioia della vita nuova in Gesù.

Clèopa e l’altro discepolo, dopo aver incontrato Gesù, sentirono il bisogno vitale di stare con la loro comunità. Non è vera gioia se non la condividiamo con gli altri. «Com’è bello e com’è dolce che i fratelli vivano insieme!» (Sal 133, 1). Immagino che siate contenti di aver partecipato a questo Forum. E ora che si avvicina il momento di salutarvi, forse già provate una certa nostalgia… E Roma starà più tranquilla. È normale che sia così. Fa parte dell’esperienza umana. Pure i discepoli di Emmaus non volevano che il loro “ospite misterioso” se ne andasse… “Resta con noi”, dicevano, cercando di convincerlo a rimanere con loro. In altri episodi del Vangelo affiora questo medesimo sentimento. Ricordiamo, per esempio, la trasfigurazione, quando Pietro, Giacomo e Giovanni volevano fare delle tende e rimanere sul monte. Oppure quando Maria Maddalena incontrò il Risorto e voleva trattenerlo. Però «il suo Corpo risorto non è un tesoro da imprigionare, ma un Mistero da condividere» (Documento Finale del Sinodo, 115). Gesù lo incontriamo, soprattutto, nella comunità e per le strade del mondo. Quanto più lo portiamo agli altri, tanto più lo sentiremo presente nelle nostre vite. E sono sicuro che voi lo farete, quando ritornerete nei vostri luoghi di origine. Il testo di Emmaus dice che Gesù ha acceso un fuoco nei cuori dei discepoli (cfr. Lc 24, 32). Come sapete, il fuoco, per non spegnersi, deve espandersi, per non diventare cenere, deve propagarsi. Perciò alimentate e diffondete il fuoco di Cristo che è in voi!

Cari giovani, lo ripeto ancora una volta: voi siete l’oggi di Dio, l’oggi della Chiesa! Non solamente il futuro, no, l’oggi. O ve la giocate oggi, o perderete la partita. Oggi. La Chiesa ha bisogno di voi per essere pienamente sé stessa. Come Chiesa, voi siete il Corpo del Signore Risorto presente nel mondo. Vi chiedo di ricordare sempre che siete membra di un unico corpo, di questa comunità. Siete legati gli uni agli altri e da soli non sopravvivrete. Avete bisogno gli uni degli altri per segnare veramente la differenza in un mondo sempre più tentato dalle divisioni. Considerate questo: in un mondo in cui sono sempre di più le divisioni e le divisioni portano con sé conflitti e inimicizie, voi dovete essere il messaggio dell’unità, che vale la pena di seguire questo cammino. Solo camminando insieme saremo veramente forti. Con Cristo, Pane di Vita che ci dà forza per il cammino, portiamo la luce del suo fuoco nelle notti di questo mondo!

Vorrei cogliere l’occasione per farvi un annuncio importante. Come sapete, il cammino di preparazione al Sinodo del 2018 ha coinciso in gran parte con il percorso verso la GMG di Panama, che ha avuto luogo soltanto tre mesi dopo. Nel mio messaggio ai giovani del 2017 ho auspicato che ci fosse una grande sintonia tra queste due vie, affidando questa intenzione alla potente intercessione di Maria (cfr. anche Documento Preparatorio, III, 5). Ebbene! La prossima edizione internazionale della GMG sarà a Lisbona nel 2022. Per questa tappa del pellegrinaggio intercontinentale dei giovani ho scelto come tema: “Maria si alzò e andò in fretta” (Lc 1, 39). Per i due anni precedenti vi invito a meditare sui brani: Giovane, dico a te, alzati! (cfr Lc 7, 14 e ChV 20) e Alzati! Ti costituisco testimone delle cose che hai visto! (cfr At 26, 16). Con ciò, desidero anche questa volta che ci sia una grande sintonia tra il percorso verso la GMG di Lisbona e il cammino post-sinodale. Non ignorate la voce di Dio che vi spinge ad alzarvi e seguire le strade che Lui ha preparato per voi. Come Maria ed insieme a lei, siate ogni giorno i portatori della Sua gioia e del suo amore. Maria si alzò e andò in fretta e di fretta andò a visitare sua cugina. Sempre pronti, sempre di fretta, ma non ansiosi. Vi chiedo di pregare per me e ora vi benedico. Tutti insieme, ciascuno nella sua lingua, ma tutti insieme preghiamo l’Ave Maria: “Ave Maria….”

[01113-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

Chers jeunes

Je suis très heureux de vous rencontrer à la fin du 11ème Forum International des Jeunes, organisé par le Dicastère pour les Laïcs, la Famille et la Vie, avec l’objectif de promouvoir la mise en œuvre du Synode de 2018 sur Les jeunes, la foi et le discernement vocationnel. Je félicite le Cardinal Farrell et tous ses collaborateurs pour cette initiative qui reconnait en vous, les jeunes, les premiers protagonistes de la conversion pastorale tant désirée par les pères synodaux. Ce mot “protagoniste” n’est pas un geste de diplomatie et de bonne volonté, ou ils sont protagonistes, ou ils ne sont rien; ou ils sont à l’avant du train ou ils finiront dans le dernier wagon, emportés par la marée. Protagonistes. Vous êtes jeunes et des jeunes en action dans une Eglise synodale, et c’est pour ça que vous avez médité et réfléchi ces derniers jours.

Je remercie le Cardinal Farrell pour ses paroles, je vous remercie pour la lecture de la proclamation finale, et je remercie le Cardinal Baldisseri, qui a mené le Synode, pour sa présence. Merci.

Le Document final de la dernière Assemblée synodale voit «l’épisode des disciples d’Emmaüs (cf. Lc 24, 13-35) comme un texte paradigmatique, c’est-à-dire un modèle, pour comprendre la mission ecclésiale en relation avec les jeunes générations» (n.4). Lorsque les deux disciples étaient assis à table avec Jésus, il «prit le pain, il prononça la bénédiction et, l’ayant rompu, il le leur donna. Alors leurs yeux s’ouvrirent, et ils le reconnurent» (Lc 24, 30.31). Ce n’est pas un hasard si vous avez pu célébrer la solennité du Corpus Christi précisément dans les jours où vous étiez réunis pour cette rencontre. N’est-ce pas le Seigneur qui veut, une fois encore, ouvrir vos cœurs et vous parler par le moyen de ce passage d’Evangile?

L’expérience que les disciples d’Emmaüs ont vécue, les a poussés irrésistiblement à se mettre de nouveau en marche, bien qu’ils aient parcouru onze kilomètres. L’obscurité arrivait, mais ils n’avaient plus peur de marcher de nuit, puisque c’est le Christ qui éclairait leur vie. Nous aussi, un jour, nous avons rencontré le Seigneur sur le chemin de notre vie. Comme les disciples d’Emmaüs, nous avons été appelés pour porter la lumière du Christ dans la nuit du monde. Chers jeunes, vous êtes appelés à être la lumière dans l’obscurité de la nuit de tant de camarades qui ne connaissent pas même la joie de la vie nouvelle en Jésus.

Cléophas et l’autre disciple, après avoir rencontré Jésus, ont senti le besoin vital d’être avec sa communauté. Il n’y a pas de joie véritable si on ne la partage pas avec les autres. «Il est doux pour des frères de vivre ensemble et d'être unis !» (Ps 133, 1). J’imagine que vous êtes contents d’avoir participé à ce Forum. Et maintenant qu’est venu le moment de nous séparer, peut-être que vous sentez une certaine nostalgie…Et Rome sera plus tranquille. C’est normal qu’il en soit ainsi. Cela fait partie de l’expérience humaine. Les disciples d’Emmaüs non plus ne voulaient pas que leur “hôte mystérieux” parte… «Reste avec nous», disaient-ils, voulant le convaincre de rester avec eux. Dans d’autres passages de l’Évangile, ce même sentiment apparaît. Rappelons-nous, par exemple, la Transfiguration, lorsque Pierre, Jacques et Jean veulent dresser des tentes et rester sur la montagne. Ou bien lorsque Marie Madeleine rencontre le Ressuscité et veux le retenir. Mais «son Corps ressuscité n’est pas un trésor à emprisonner, mais un Mystère à partager» (Document final du Synode, n. 115). Nous rencontrons Jésus surtout dans la communauté et sur les chemins du monde. Plus nous le portons aux autres, plus nous le sentons présent dans nos vies. Et je suis sûr que vous le ferez quand vous serez de retour chez vous. Le texte d’Emmaüs dit que Jésus a allumé un feu dans le cœur des disciples (cf. Lc 24, 32). Comme vous le savez, le feu, pour qu’il ne s’éteigne pas, doit se répandre, pour ne pas devenir des cendres, il doit se propager. C’est pourquoi, alimentez et propagez le feu du Christ que vous avez en vous!

Chers jeunes, je le répète encore une fois: vous êtes l’aujourd’hui de Dieu, l’aujourd’hui de l’Église! Pas seulement l’avenir, non, l’aujourd’hui. Soit vous jouez aujourd’hui, soit vous perdrez la partie. Aujourd’hui. L’Église a besoin de vous pour être pleinement elle-même. Comme Église, vous êtes le Corps du Seigneur ressuscité présent dans le monde. Je veux que vous vous rappeliez toujours que vous êtes les membres d’un unique Corps, de cette communauté. Vous êtes unis les uns aux autres, seuls vous ne pourriez pas survivre. Vous avez besoin les uns des autres pour faire bouger vraiment les choses dans un monde toujours plus tenté par les divisions. Pensez à cela: dans le monde, les divisions se multiplient; et les divisions engendrent des guerres, des inimitiés. Et vous devez être le message de l’unité. Que ça vaut la peine de marcher sur cette voie. C’est seulement en marchant ensemble que nous serons vraiment forts. Avec le Christ, Pain de Vie qui nous donne la force pour la route, portons la lumière de son feu aux nuits de ce monde!

Je voudrais profiter de cette occasion pour vous faire une annonce importante. Comme vous le savez, le chemin de préparation au Synode de 2018 a coïncidé en grande partie avec l’itinéraire vers les JMJ de Panama qui ont eu lieu trois mois après. Dans mon message aux jeunes de 2017 j’avais exprimé l’espérance qu’il y ait une grande harmonie entre ces deux chemins (cf. Document préparatoire, III, 5). Et bien! la prochaine édition internationale des JMJ sera à Lisbonne en 2022. Et il y a une Portugaise enthousiaste là-bas… Pour cette étape du pèlerinage intercontinental des jeunes, j’ai choisi le thème suivant : “Marie se leva et partit avec empressement” (cf. Lc 1, 39). Et pour les deux années qui précèdent, je vous invite à méditer sur les versets: «Jeune homme, je te le dis, lève-toi» (cf. Lc 7, 14, Chrisus vivit, n. 20) et «Lève-toi, je te destine à être témoin de ce que tu as vu» (cf. Ac 26, 16). De cette manière, je souhaite qu’il y ait une syntonie entre l’itinéraire jusqu’aux Journées Mondiales de la Jeunesse de Lisbonne et le chemin post-synodal. N’ignorez pas la voix de Dieu qui vous pousse à vous lever et à suivre les chemins qu’il a préparés pour vous. Comme Marie, et avec elle, soyez tous les jours des porteurs de sa joie et de son amour. Marie se leva sans tarder et avec empressement alla visiter sa cousine. Toujours prêts, toujours avec empressement, mais pas anxieux, non pas anxieux. Je vous demande de prier pour moi et maintenant je vous donne la bénédiction. Tous ensemble, chacun dans sa propre langue, mais tous ensemble, prions le “Je vous salue Marie”: “Je vous salue Marie”…

[01113-FR.02] [Texte original: Italien]

Traduzione in lingua inglese

Dear young friends,

I am very happy to meet you at the conclusion of the Eleventh International Youth Forum organized by the Dicastery for the Laity, Family and Life, aimed at promoting the implementation of the 2018 Synod on Young People, the Faith and Vocational Discernment. I am grateful to Cardinal Farrell and his entire staff for this initiative, which acknowledges that you, young people, are the chief protagonists of the pastoral conversion so greatly desired by the Synod Fathers. To call you “protagonists” is not just to say something nice about you. Either you are protagonists or you are not. Either you go ahead of the train or you end up as the final car, dragged along by the rest. Protagonists. You are young people, and young people on the move, in a synodal Church, and this is what you have been thinking about and reflecting on during these past days.

I thank Cardinal Farrell for his kind words, all of you for the reading of the final proclamation, and Cardinal Baldisseri, who kept the Synod moving forward, for his presence. Thank you!

The Final Document of the last synodal assembly views “the account of the disciples on the way to Emmaus (cf. Lk 24:13-35) as paradigmatic, a model for our understanding of the Church’s mission to the young” (No. 4). When the two disciples were seated at table with Jesus, he “took bread, blessed and broke it, and gave it to them. Then their eyes were opened and they recognized him” (Lk 24:30ff.). It is not by chance that you celebrated the Solemnity of Corpus Christi at the very time when you were gathered for this meeting. Could it be that the Lord wanted once more to open your hearts so that he could speak to you through this page of the Gospel?

The experience of the disciples of Emmaus led them irresistibly to take up anew on their journey, even though they had already walked some seven miles. It was growing dark, yet they were no longer afraid to walk at night, for Christ was lighting up their lives. We too once encountered the Lord on the journey of our own life. Like the disciples of Emmaus, we were called to bring the light of Christ into the darkness of the world. You, dear young people, are called to be light in the dark night experienced by so many of your friends who do not yet know the joy of new life in Jesus.

Cleopas and the other disciple, after meeting Jesus, felt a vital need to be with their community. There can be no true joy unless we share it with others. “How very good and pleasant it is, when brothers live together in unity!” (Ps 133:1). I imagine that you are all happy that you could take part in this Forum. And now that the time has come to go home, perhaps you feel a certain nostalgia… and Rome will be a little more peaceful. But that is normal; it is part of our human experience. The disciples of Emmaus did not want their “mysterious guest” to go away… “Stay with us”, they said, in an effort to convince him to stay with them. In other parts of the Gospel, we see the same thing happening. We can recall, for example, the Transfiguration, when Peter, James and John wanted to set up tents and remain on the mountain. Or when Mary Magdalene met the risen Lord and wanted to cling to him. Yet, “his risen body is not a treasure to be locked up, but a mystery to be shared (Final Document of the Synod, 115). We encounter Jesus above all in the community and on the paths of the world. The more we bring him to others, the more we will feel his presence in our lives. I am certain that you will do this when you go home to your various countries. The Emmaus account tells us that Jesus lit a fire in the hearts of the disciples (cf. Lk 24:32). As you know, a fire, if it is not to go out, if it is not to turn into ashes, has to spread. So feed the fire of Christ burning in your hearts, and let it spread!

Dear young people, let me say to you once again: you are the today of God, the today of the Church! Not just the future, but the today. Either you start playing today, or you have lost the match. Today. The Church needs you, so that she can be fully herself. As Church, you are the body of the risen Lord present in the world. I would like you always to remember that you are members of one body, of this community. You are part of one another; by yourselves, you would not survive. You need one another, if you are to make a difference in a world increasingly tempted to divisiveness. Think about it. Our world is more and more divided, and divisions bring wars and conflict in their wake. You have to be a message of unity. It is worth setting out on this path. Only if we journey together, will we be truly strong. With Christ, the Bread of Life who gives us strength for the journey, let us bring his fire to light up the darkness of this world!

I would like to take this occasion to make an important announcement. As you know, the journey of preparation for the 2018 Synod mostly coincided with the journey of World Youth Day in Panama, which took place just three months later. In my 2017 Message to Young People, I expressed my hope for a harmonious coordination between those two journeys (cf. Preparatory Document, III, 5). Well then! The next international edition of World Youth Day will be held in Lisbon in 2022. (I can hear a fan of Portugal out there!) The theme I chose for this stage of the intercontinental pilgrimage of young people is: “Mary arose and went with haste” (cf. Lk 1:39). In the two coming years, I would ask you to meditate on these two verses: “Young man, I say to you, arise!” (cf. Lk 7:14; Christus Vivit, 20) and “Stand up. I appoint you as a witness of what you have seen” (cf. Acts 26:16). In this way, I hope that this time too, will see a harmonious coordination between our journey towards the Lisbon World Youth Day and our post-synodal journey. Do not tune out the voice of God, who urges you to arise and follow the paths that he has prepared for you. Like Mary, and in union with her, may you daily bring to others his joy and his love. The theme says that Mary arose and went with haste to see her cousin. Always ready, always hastening, but not anxious or troubled. I ask you to pray for me, and now I will give you my blessing. All together, each in his or her own language, but all together, let us recite the Hail Mary. Hail Mary…

[01113-EN.02] [Original text: Spanish]

[B0535-XX.02]