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Viaggio Apostolico di Papa Francesco a Panamá in occasione della XXXIV Giornata Mondiale della Gioventù (23-28 gennaio 2019) – Santa Messa per la GMG nel Campo San Juan Pablo II, 27.01.2019


Santa Messa per la Giornata Mondiale della Gioventù nel Campo San Juan Pablo II

Omelia del Santo Padre

Saluto finale del Santo Padre

Questa mattina, lasciata la Nunziatura Apostolica, il Santo Padre Francesco si è trasferito in auto nel Campo San Juan Pablo II (Metro Park) per la Santa Messa a conclusione della XXXIV Giornata Mondiale della Gioventù che ha avuto per tema: “Ecco la serva del Signore; avvenga per me secondo la tua parola” (Lc 1,38).

Al Suo arrivo, il Papa è stato accolto dall’Arcivescovo di Panamá, S.E. Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, O.S.A., che lo ha accompagnato sulla papamobile per il giro tra i fedeli.

Alle ore 8.00 locali (14.00 ora di Roma) il Santo Padre ha presieduto la Celebrazione Eucaristica nella III Domenica del Tempo Ordinario. Dopo le parole di ringraziamento dell’Arcivescovo di Panamá e la proclamazione del Vangelo, il Santo Padre ha pronunciato l’omelia.

Al termine della Celebrazione Eucaristica, il Prefetto del Dicastero per i Laici, la Famiglia e la Vita, Em.mo Card. Kevin Joseph Farrell, dopo aver rivolto al Papa un breve saluto, ha annunciato che la prossima GMG si terrà a Lisbona, in Portogallo, nel 2022.

Prima della Benedizione finale il Santo Padre ha rivolto ai giovani e ai pellegrini presenti alcune parole di saluto. Quindi, dopo aver salutato 40 benefattori locali, si è trasferito in auto alla Casa Hogar El Buen Samaritano Juan Díaz.

Pubblichiamo di seguito l’omelia e il saluto finale che il Papa ha pronunciato nel corso della Santa Messa:

Omelia del Santo Padre

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua tedesca

Traduzione in lingua portoghese

Traduzione in lingua polacca

Traduzione in lingua araba

Omelia del Santo Padre

«Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,20-21).

Así el evangelio nos presenta el comienzo de la misión pública de Jesús. Lo hace en la sinagoga que lo vio crecer, rodeado de conocidos y vecinos y hasta quizá de alguna de sus “catequistas” de la infancia que le enseñó la ley. Momento importante en la vida del Maestro por el cual, el niño que se formó y creció en el seno de esa comunidad, se ponía de pie, tomaba la palabra para anunciar y poner en acto el sueño de Dios. Una palabra proclamada hasta entonces solo como promesa de futuro, pero que en boca de Jesús solo podía decirse en presente, haciéndose realidad: «Hoy se ha cumplido».

Jesús revela el ahora de Dios que sale a nuestro encuentro para convocarnos también a tomar parte en su ahora de «llevar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia en el Señor» (cf. Lc 4,18-19). Es el ahora de Dios que con Jesús se hace presente, se hace rostro, carne, amor de misericordia que no espera situaciones ideales, situaciones perfectas para su manifestación, ni acepta excusas para su realización. Él es el tiempo de Dios que hace justa y oportuna cada situación y cada espacio. En Jesús se inicia y se hace vida el futuro prometido.

¿Cuándo? Ahora. Pero no todos los que allí lo escucharon se sintieron invitados o convocados. No todos los vecinos de Nazaret estaban preparados para creer en alguien que conocían y habían visto crecer y que los invitaba a poner en acto un sueño tan esperado. Es más, decían: “¿ Pero este no es el hijo de José?” (cf. Lc 4,22).

También a nosotros nos puede pasar lo mismo. No siempre creemos que Dios pueda ser tan concreto, tan cotidiano, tan cercano y tan real, y menos aún que se haga tan presente y actúe a través de alguien conocido como puede ser un vecino, un amigo, un familiar. No siempre creemos que el Señor nos pueda invitar a trabajar y a embarrarnos las manos junto a Él en su Reino de forma tan simple pero contundente. Cuesta aceptar que «el amor divino se haga concreto y casi experimentable en la historia con todas sus vicisitudes dolorosas y gloriosas» (Benedicto XVI, Audiencia general, 28 septiembre 2005).

Y no son pocas las veces que actuamos como los vecinos de Nazaret, que preferimos un Dios a la distancia: lindo, bueno, generoso, bien dibujadito pero distante y, sobre todo, un Dios que no incomode, un Dios “domesticado”. Porque un Dios cercano y cotidiano, un Dios amigo y hermano nos pide aprender de cercanías, de cotidianeidad y sobre todo de fraternidad. Él no quiso tener una manifestación angelical o espectacular, sino quiso regalarnos un rostro hermano y amigo, concreto, familiar. Dios es real porque el amor es real, Dios es concreto porque el amor es concreto. Y es precisamente esta «concreción del amor lo que constituye uno de los elementos esenciales de la vida de los cristianos» (cf. Benedicto XVI, Homilía, 1 marzo 2006).

Nosotros también podemos correr los mismos riesgos que los vecinos de Nazaret, cuando en nuestras comunidades el Evangelio se quiere hacer vida concreta y comenzamos a decir: “pero estos chicos, ¿no son hijos de María, José, no son hermanos de... son parientes de...? Estos, ¿no son los jovencitos que nosotros ayudamos a crecer…? Que se calle la boca, ¿cómo le vamos a creer? Ese de allá, ¿no era el que siempre rompía los vidrios con su pelota?”. Y lo que nació para ser profecía y anuncio del Reino de Dios termina domesticado y empobrecido. Querer domesticar la Palabra de Dios es tentación de todos los días.

E incluso a ustedes, queridos jóvenes, les puede pasar lo mismo cada vez que piensan que su misión, su vocación, que hasta su vida es una promesa pero solo para el futuro y nada tiene que ver con el presente. Como si ser joven fuera sinónimo de sala de espera de quien aguarda el turno de su hora. Y en el “mientras tanto” de esa hora, les inventamos o se inventan un futuro higiénicamente bien empaquetado y sin consecuencias, bien armado y garantizado y con todo “bien asegurado”. No queremos ofrecerles a ustedes un futuro de laboratorio. Es la “ficción” de alegría, no la alegría del hoy, del concreto, del amor. Y así con esta ficción de la alegría los “tranquilizamos”, los adormecemos para que no hagan ruido, para que no molesten mucho, para que no se pregunten ni nos pregunten, para que no se cuestionen ni nos cuestionen; y en ese “mientras tanto” sus sueños pierden vuelo, se vuelven rastreros, comienzan a dormirse y son “ensoñamientos” pequeños y tristes (cf. Homilía del Domingo de Ramos, 25 marzo 2018), tan solo porque consideramos o consideran que todavía no es su ahora; que son demasiado jóvenes para involucrarse en soñar y trabajar el mañana. Y así los seguimos procrastinando… Y ¿saben una cosa?, que a muchos jóvenes esto les gusta. Por favor, ayudémosle a que no les guste, a que se rebelen, a que quieran vivir el ahora de Dios.

Uno de los frutos del pasado Sínodo fue la riqueza de poder encontrarnos y, sobre todo, escucharnos. La riqueza de la escucha entre generaciones, la riqueza del intercambio y el valor de reconocer que nos necesitamos, que tenemos que esforzarnos en propiciar canales y espacios en los que involucrarse en soñar y trabajar el mañana ya desde hoy. Pero no aisladamente, sino juntos, creando un espacio en común. Un espacio que no se regala ni lo ganamos en la lotería, sino un espacio por el que también ustedes deben pelear. Ustedes jóvenes deben pelear por su espacio hoy, porque la vida es hoy. Nadie te puede prometer un día del mañana. Tu vida hoy, es hoy. Tu jugarte es hoy. Tu espacio es hoy. ¿Cómo estás respondiendo a esto?

Ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro. Nos gusta decir: “Ustedes son el futuro…”. No, son el presente. No son el futuro de Dios, ustedes jóvenes son el ahora de Dios. Él los convoca, los llama en sus comunidades, los llama en sus ciudades para ir en búsqueda de sus abuelos, de sus mayores; a ponerse de pie junto a ellos, tomar la palabra y poner en acto el sueño con el que el Señor los soñó.

No mañana, ahora, porque allí , ahora, donde está tu tesoro está también tu corazón (cf. Mt 6,21); y aquello que los enamore conquistará no solo vuestra imaginación, sino que lo afectará todo. Será lo que los haga levantarse por la mañana y los impulse en las horas de cansancio, lo que les rompa el corazón y lo que les haga llenarse de asombro, de alegría y de gratitud. Sientan que tienen una misión y enamórense, que eso lo decidirá todo (cf. Pedro Arrupe, S.J., Nada es más práctico). Podremos tener todo, pero, queridos jóvenes, si falta la pasión del amor, faltará todo. ¡La pasión del amor hoy! ¡Dejemos que el Señor nos enamore y nos lleve hasta el mañana!

Para Jesús no hay un “mientras tanto” sino amor de misericordia que quiere anidar y conquistar el corazón. Él quiere ser nuestro tesoro, porque Jesús no es un “mientras tanto” en la vida o una moda pasajera, es amor de entrega que invita a entregarse.

Es amor concreto, de hoy, cercano, real; es alegría festiva que nace al optar y participar en la pesca milagrosa de la esperanza y la caridad, la solidaridad y la fraternidad frente a tanta mirada paralizada y paralizante por los miedos y la exclusión, la especulación y la manipulación.

Hermanos: El Señor y su misión no son un “mientras tanto” en nuestra vida, un algo pasajero, no son solo una Jornada Mundial de la Juventud, ¡son nuestra vida de hoy y caminando!

Todos estos días de forma especial ha susurrado como música de fondo el hágase de María. Ella no solo creyó en Dios y en sus promesas como algo posible, le creyó a Dios, se animó a decir “sí” para participar en este ahora del Señor. Sintió que tenía una misión, se enamoró y eso lo decidió todo. Que ustedes sientan que tienen una misión, se dejen enamorar y el Señor decidirá todo.

Y como sucedió en la sinagoga de Nazaret, el Señor, en medio nuestro, sus amigos y conocidos, vuelve a ponerse de pie, a tomar el libro y decirnos: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,21).

Queridos jóvenes, ¿quieren vivir la concreción de su amor? Que vuestro “sí” siga siendo la puerta de ingreso para que el Espíritu Santo nos regale un nuevo Pentecostés, a la Iglesia y al mundo. Que así sea.

[00118-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

«Nella sinagoga, gli occhi di tutti erano fissi su di lui. Allora cominciò a dire loro: “Oggi si è compiuta questa Scrittura che voi avete ascoltato”» (Lc 4,20-21).

Così il Vangelo ci presenta l’inizio della missione pubblica di Gesù. Lo presenta nella sinagoga che lo ha visto crescere, circondato da conoscenti e vicini e chissà forse anche da qualche sua “catechista” di infanzia che gli ha insegnato la legge. Momento importante nella vita del Maestro, con cui il bambino che si era formato ed era cresciuto in seno a quella comunità, si alzava in piedi e prendeva la parola per annunciare e attuare il sogno di Dio. Una parola proclamata fino ad allora solo come promessa di futuro, ma che in bocca a Gesù si poteva solo dire al presente, facendosi realtà: «Oggi si è compiuta».

Gesù rivela l’adesso di Dio che ci viene incontro per chiamare anche noi a prendere parte al suo adesso, in cui «portare ai poveri il lieto annuncio», «proclamare ai prigionieri la liberazione e ai ciechi la vista», «rimettere in libertà gli oppressi» e «proclamare l’anno di grazia del Signore» (cfr Lc 4,18-19). È l’adesso di Dio che con Gesù si fa presente, si fa volto, carne, amore di misericordia che non aspetta situazioni ideali o perfette per la sua manifestazione, né accetta scuse per la sua realizzazione. Egli è il tempo di Dio che rende giusti e opportuni ogni situazione e ogni spazio. In Gesù inizia e si fa vita il futuro promesso.

Quando? Adesso. Ma non tutti quelli che là lo ascoltarono si sono sentiti invitati o convocati. Non tutti i vicini di Nazaret erano pronti a credere in qualcuno che conoscevano e avevano visto crescere e che li invitava a realizzare un sogno tanto atteso. Anzi, dicevano: “Ma non è il figlio di Giuseppe?” (cfr Lc 4,22).

Anche a noi può succedere la stessa cosa. Non sempre crediamo che Dio possa essere tanto concreto e quotidiano, tanto vicino e reale, e meno ancora che si faccia tanto presente e agisca attraverso qualche persona conosciuta come può essere un vicino, un amico, un familiare. Non sempre crediamo che il Signore ci possa invitare a lavorare e a sporcarci le mani insieme a Lui nel suo Regno in modo così semplice ma incisivo. Ci costa accettare che «l’amore divino si faccia concreto e quasi sperimentabile nella storia con tutte le sue vicissitudini dolorose e gloriose» (Benedetto XVI, Catechesi, 28 settembre 2005).

E non sono poche le volte in cui ci comportiamo come i vicini di Nazaret, quando preferiamo un Dio a distanza: bello, buono, generoso, ben disegnato, ma distante e, soprattutto che non scomodi, un Dio “addomesticato”. Perché un Dio vicino e quotidiano, un Dio amico e fratello ci chiede di imparare vicinanza, quotidianità e soprattutto fraternità. Egli non ha voluto manifestarsi in modo angelico o spettacolare, ma ha voluto donarci un volto fraterno e amico, concreto, familiare. Dio è reale perché l’amore è reale, Dio è concreto perché l’amore è concreto. Ed è precisamente questa «concretezza dell’amore ciò che costituisce uno degli elementi essenziali della vita dei cristiani» (cfr Id., Omelia, 1 marzo 2006).

Anche noi possiamo correre gli stessi rischi della gente di Nazaret, quando nelle nostre comunità il Vangelo vuole farsi vita concreta e cominciamo a dire: “ma questi ragazzi, non sono figli di Maria, di Giuseppe, non sono fratelli di?… parenti di…? Questi non sono i ragazzini che noi abbiamo aiutato a crescere?… Che stia zitto, come possiamo credergli? Quello là, non era quello che rompeva sempre i vetri col pallone?”. E uno che è nato per essere profezia e annuncio del Regno di Dio viene addomesticato e impoverito. Voler addomesticare la Parola di Dio è una tentazione di tutti i giorni.

E anche a voi, cari giovani, può succedere lo stesso ogni volta che pensate che la vostra missione, la vostra vocazione, perfino la vostra vita è una promessa che però vale solo per il futuro e non ha niente a che vedere col presente. Come se essere giovani fosse sinonimo di “sala d’attesa” per chi aspetta il turno della propria ora. E nel “frattanto” di quell’ora, inventiamo per voi o voi stessi inventate un futuro igienicamente ben impacchettato e senza conseguenze, ben costruito e garantito e con tutto “ben assicurato”. Non vogliamo offrirvi un futuro di laboratorio! È la “finzione” della gioia, non la gioia dell’oggi, del concreto, dell’amore. E così con questa finzione della gioia vi “tranquillizziamo”, vi addormentiamo perché non facciate rumore, perché non disturbiate troppo, non facciate domande a voi stessi e a noi, perché non mettiate in discussione voi stessi e noi; e in questo “frattanto” i vostri sogni perdono quota, diventano striscianti, cominciano ad addormentarsi e sono “illusioni” piccole e tristi (cfr Omelia della Domenica delle Palme, 25 marzo 2018), solo perché consideriamo o considerate che non è ancora il vostro adesso; che siete troppo giovani per coinvolgervi nel sognare e costruire il domani. E così continuiamo a rimandarvi… E sapete una cosa? A molti giovani questo piace. Per favore, aiutiamoli a fare in modo che non gli piaccia, che reagiscano, che vogliano vivere l’“adesso” di Dio.

Uno dei frutti del recente Sinodo è stata la ricchezza di poterci incontrare e, soprattutto, ascoltare. La ricchezza dell’ascolto tra generazioni, la ricchezza dello scambio e il valore di riconoscere che abbiamo bisogno gli uni degli altri, che dobbiamo sforzarci di favorire canali e spazi in cui coinvolgerci nel sognare e costruire il domani già da oggi. Ma non isolatamente, uniti, creando uno spazio in comune. Uno spazio che non si regala né lo vinciamo alla lotteria, ma uno spazio per cui anche voi dovete combattere. Voi giovani dovete combattere per il vostro spazio oggi, perché la vita è oggi. Nessuno ti può promettere un giorno del domani: la tua vita è oggi, il tuo metterti in gioco è oggi, il tuo spazio è oggi. Come stai rispondendo a questo?

Voi, cari giovani, non siete il futuro. Ci piace dire: “Voi siete il futuro...”. No, siete il presente! Non siete il futuro di Dio: voi giovani siete l’adesso di Dio! Lui vi convoca, vi chiama nelle vostre comunità, vi chiama nelle vostre città ad andare in cerca dei nonni, degli adulti; ad alzarvi in piedi e insieme a loro prendere la parola e realizzare il sogno con cui il Signore vi ha sognato.

Non domani, adesso, perché lì, adesso, dov’è il tuo tesoro, lì c’è anche il tuo cuore (cfr Mt 6,21); e ciò che vi innamora conquisterà non solo la vostra immaginazione, ma coinvolgerà tutto. Sarà quello che vi fa alzare al mattino e vi sprona nei momenti di stanchezza, quello che vi spezzerà il cuore e che vi riempirà di meraviglia, di gioia e di gratitudine. Sentite di avere una missione e innamoratevene, e da questo dipenderà tutto (cfr Pedro Arrupe, S.J., Nada es más práctico). Potremo avere tutto, ma, cari giovani, se manca la passione dell’amore, mancherà tutto. La passione dell’amore oggi! Lasciamo che il Signore ci faccia innamorare e ci porti verso il domani!

Per Gesù non c’è un “frattanto”, ma un amore di misericordia che vuole penetrare nel cuore e conquistarlo. Egli vuole essere il nostro tesoro, perché Gesù non è un “frattanto” nella vita o una moda passeggera, è amore di donazione che invita a donarsi.

È amore concreto, di oggi vicino, reale; è gioia festosa che nasce scegliendo di partecipare alla pesca miracolosa della speranza e della carità, della solidarietà e della fraternità di fronte a tanti sguardi paralizzati e paralizzanti per le paure e l’esclusione, la speculazione e la manipolazione.

Fratelli, il Signore e la sua missione non sono un “frattanto” nella nostra vita, qualcosa di passeggero, non sono soltanto una Giornata Mondiale della Gioventù: sono la nostra vita di oggi e per il cammino!

Per tutti questi giorni in modo speciale ci ha accompagnato come una musica di sottofondo il fiat di Maria. Lei non solo ha creduto in Dio e nelle sue promesse come qualcosa di possibile, ha creduto a Dio e ha avuto il coraggio di dire “sì” per partecipare a questo adesso del Signore. Ha sentito di avere una missione, si è innamorata e questo ha deciso tutto. Che voi possiate sentire di avere una missione, che vi lasciate innamorare, e il Signore deciderà tutto.

E come avvenne nella sinagoga di Nazaret, il Signore, in mezzo a noi, ai suoi amici e conoscenti, di nuovo si alza in piedi, prende il libro e ci dice: «Oggi si è compiuta questa Scrittura che voi avete ascoltato» (Lc 4,21).

Cari giovani, volete vivere la concretezza del suo amore? Il vostro “sì” continui ad essere la porta d’ingresso affinché lo Spirito Santo doni una nuova Pentecoste, alla Chiesa e al mondo. Così sia.

[00118-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

«Tous, dans la synagogue, avaient les yeux fixés sur lui. Alors il se mit à leur dire: Aujourd’hui s’accomplit ce passage de l’Écriture que vous venez d’entendre» (Lc 4, 20-21).

L’Evangile nous présente ainsi le commencement de la mission publique de Jésus. Cela a lieu dans la synagogue qui l’a vu grandir, il est entouré de connaissances et de voisins et peut-être même quelques-uns des catéchistes de son enfance qui lui ont enseigné la loi. Un moment important de la vie du Maître, où l’enfant qui s’est formé et a grandi au sein de cette communauté, se lève et prend la parole pour annoncer et mettre en œuvre le rêve de Dieu. Une parole proclamée jusque-là seulement comme une promesse d’avenir, mais qui, dans la bouche de Jésus seul peut être dite au présent, devenant réalité: «Aujourd’hui s’accomplit».

Jésus révèle l’heure de Dieu qui sort à notre rencontre pour nous appeler à prendre part à son heure de «porter la Bonne Nouvelle aux pauvres, annoncer aux captifs leur libération, et aux aveugles qu’ils retrouveront la vue, remettre en liberté les opprimés, annoncer une année favorable accordée par le Seigneur» (Lc 4, 18-19). C’est l’heure de Dieu qui, avec Jésus, se rend présent, se fait visage, chair, amour de miséricorde qui n’attend pas de situations idéales ou parfaites pour sa manifestation, ni n’accepte d’excuses pour sa réalisation. Lui, il est le temps de Dieu qui rend juste et approprié chaque situation et chaque espace. En Jésus, l’avenir promis commence et prend vie.

Quand? Maintenant. Mais tous ceux qui, là, l’écoutaient ne se sont pas sentis invités ni convoqués. Tous les habitants de Nazareth n’étaient pas prêts à croire en quelqu’un qu’ils connaissaient et avaient vu grandir et qui les invitait à mettre en œuvre un rêve tant espéré. Même,ils disaient: «Mais n’est-ce pas le fils de Joseph?» (cf. Lc 4, 22).

Il peut se passer aussi la même chose pour nous. Nous ne croyons pas toujours que Dieu peut être si concret et si quotidien, si proche et si réel, et encore moins qu’il se rend si présent et agissant à travers une personne connue, comme peut l’être un voisin, un ami, un parent. Nous ne croyons pas toujours que le Seigneur peut nous inviter à travailler et à nous salir les mains avec lui pour son royaume, de manière si simple mais si forte. Il en coute d’accepter que «l'amour divin devient concret et presque tangible dans l'histoire avec tous ses événements amers et glorieux» (Benoît XVI, Audience générale, 28 septembre 2005).

Et de nombreuses fois nous nous comportons comme les voisins de Nazareth, quand nous préférons un Dieu à distance: beau, bon, généreux, bien décrit, mais à distance et, surtout qui ne gêne pas, un Dieu «apprivoisé». Car un Dieu proche et quotidien, un Dieu ami et frère, nous demande de tirer les enseignements en terme de proximité, de vie quotidienne et surtout de fraternité. Il n’a pas voulu se manifester de manière angélique ou spectaculaire, mais il a voulu nous offrir un visage fraternel, amical, concret, familier. Dieu est réel parce que l’amour est réel, Dieu est concret parce que l’amour est concret. Et, justement, ce « caractère concret de l'amour constitue l'un des éléments essentiels de la vie des chrétiens» (Benoît XVI, Homélie, 1er mars 2006).

Nous pouvons aussi courir les mêmes risques que les habitants de Nazareth, quand, dans nos communautés, l’Evangile veut se faire vie concrète et que nous commençons à dire “mais ces garçons-là ne sont-ils pas enfants de Marie, de Joseph, ne sont-ils pas frères de …? parents de…? Ceux-là ne sont pas les jeunes que nous avons aidé à grandir?… Qu’il se taise, comment pouvons-nous le croire? Lui là-bas, n’est-il pas celui qui cassait toujours les vitres avec le ballon?”. Et ce qui est né pour être prophétie et annonce du Royaume de Dieu finit enchaîné et appauvri. Vouloir enchaîner la parole de Dieu est une tentation de tous les jours.

Et même vous, chers jeunes, il peut vous arriver la même chose chaque fois que vous pensez que votre mission, votre vocation, que même votre vie est une promesse qui cependant vaut seulement pour l’avenir et n’a rien à voir avec le présent. Comme si être jeune était synonyme de salle d’attente de celui qui attend son heure. Et dans l’”entre-temps” nous vous inventons ou vous vous inventez un avenir hygiéniquement bien emballé et sans conséquences, bien armé et garanti, et avec tout “bien assuré”. Nous ne voulons pas vous offrir un avenir de laboratoire! C’est la “fiction” de la joie, non la joie de l’aujourd’hui, du concret, de l’amour. Et ainsi avec cette fiction de la joie nous vous “tranquillisons”, nous vous endormons, pour que vous ne fassiez pas de bruit, pour que vous ne dérangiez pas trop, pour que vous ne posiez pas de questions à vous-mêmes et à nous, pour que vous ne vous remettiez pas en question vous et nous; et dans cet ”entre-temps”, vos rêves perdent de la hauteur, deviennent rampants, commencent à s’assoupir et sont des illusions, mesquines et tristes (cf. Homélie du Dimanche des Rameaux, 25 mars 2018), seulement parce que nous considérons ou vous considérez que ce n’est pas encore votre heure ; que vous êtes trop jeunes pour vous impliquer dans le rêve et construire le demain. Et ainsi nous continuons à vous renvoyer… Et vous savez une chose? Cela plaît à beaucoup de jeunes. S’il vous plaît, aidez-les à faire en sorte que cela ne leur plaise pas, qu’ils réagissent, qu’il veuillent vivre «l’heure» de Dieu.

L’un des fruits du Synode passé a été la richesse de pouvoir nous rencontrer et surtout de nous écouter. La richesse de l’écoute entre générations, la richesse de l’échange et la valeur de reconnaître que nous avons besoin les uns des autres, que nous devons faire des efforts pour favoriser les canaux et les espaces où s’impliquer pour rêver et travailler à demain, dès aujourd’hui. Mais pas de manière isolée, ensemble, en créant un espace commun.Un espace qui ne s’offre ni ne se gagne à la loterie, mais un espace pour lequel vous devez aussi vous battre. Vous les jeunes vous devez combattre pour votre espace aujourd’hui, parce que la vie c’est aujourd’hui. Personne ne peut te promettre un jour de demain: ta vie c’est aujourd’hui, le fait de te mettre en jeu c’est aujourd’hui, ton espace c’est aujourd’hui. Comment réponds-tu à cela?

Vous, chers jeunes, vous n’êtes pas l’avenir. On aime dire: «Vous êtes l’avenir…» Non, vous êtes le présent! vous n’êtes pas l’avenir de Dieu: vous les jeunes vous êtes l’heure de Dieu. Il vous convoque, il vous appelle dans vos communautés, il vous appelle dans vos villes à aller à la recherche de vos grands-parents, de vos aînés; à vous lever et, à prendre la parole avec eux et à réaliser le rêve que le Seigneur a rêvé pour vous.

Pas demain, maintenant, parce que là, maintenant, où se trouve ton trésor, là il y a aussi ton coeur (cf. Mt 6, 21); ce qui vous fait tomber amoureux atteindra non seulement votre imagination mais aussi affectera tout. Ce sera ce qui vous fera lever le matin et vous poussera dans les moments de lassitude, ce qui brisera le cœur et ce qui vous remplira d’étonnement, de joie et de gratitude. Sentez que vous avez une mission et tombez-en amoureux, cela décidera tout (cf. Pedro Arrupe, S.J., Nada es más práctico). Nous pourrons tout avoir, mais, chers jeunes, s’il manque la passion de l’amour, tout manquera. La passion de l’amour aujourd’hui! Laissons le Seigneur nous aimeret nous conduire vers demain!

Pour Jésus il n’y a pas d’”entre-temps”, mais un amour de miséricorde qui désire faire son nid et conquérir le cœur. Il veut être notre trésor parce Jésus n’est pas un ”entre-temps” dans la vie ou une mode passagère, il est amour de don qui invite à se donner.

Il est amour concret, proche d’aujourd’hui, réel; il est joie festive qui naît en choisissant et en prenant part à la pêche miraculeuse de l’espérance et de la charité, de la solidarité et de la fraternité face à tant de regards paralysés et paralysants, à cause des craintes et de l’exclusion, de la spéculation et de la manipulation.

Chers frères, le Seigneur et sa mission ne sont pas un ”entre-temps” dans notre vie, une chose passagère, ils ne sont pas seulement les Journées Mondiales de la Jeunesse: Ils sont notre vie d’aujourd’hui et pour le chemin!

Tous ces jours-ci, le qu’il en soit ainsi de Marie a été murmuré de manière spéciale comme une musique de fond. Non seulement elle a cru en Dieu et en ses promesses comme une chose possible, elle a cru en Dieu et a osé dire “oui” pour participer à cette heure du Seigneur? Elle a senti qu’elle avait une mission, elle est tombée amoureuse et cela a décidé de tout. Que vous puissiez sentir avoir une mission, que vous vous laissiez aimer, et le Seigneur décidera tout.

Et comme cela est arrivé dans la synagogue de Nazareth, le Seigneur, au milieu de nous, ses amis et ses connaissances, se lève à nouveau pour prendre le livre et nous dire: «Aujourd’hui s’accomplit ce passage de l’Écriture que vous venez d’entendre» (Lc 4, 21).

Chers jeunes, voulez-vous vivre la réalisation de son amour? Que votre “oui” continue d’être la porte d’entrée, pour que l’Esprit Saint offre une nouvelle Pentecôte à l’Eglise et au monde. Qu’il en soit ainsi.

[00118-FR.02] [Texte original: Espagnol]

Traduzione in lingua inglese

“The eyes of all in the synagogue were fixed on him. And he began to say to them: ‘Today this Scripture has been fulfilled in your hearing’” (Lk 4:20-21).

With these words, the Gospel presents the beginning of Jesus’ public ministry. It started in the synagogue that saw him grow up; he was in the midst of neighbours and people he knew, and perhaps even some of his childhood “catechists” who had taught him the Law. It was an important moment in the life of the Master: the child who was educated and grew up in that community, stood up and took the floor to proclaim and put into action God’s dream. A word previously proclaimed only as a future promise, but now, on the lips of Jesus alone, could be spoken in the present tense, as it became a reality: “Today it has been fulfilled”.

Jesus reveals the now of God, who comes to meet us and call us to take part in his now of “proclaiming good news to the poor… bringing liberty to the captives and recovering of sight to the blind, setting at liberty those who are oppressed, announcing the year of the Lord’s favour” (Lk 4:18-19). This is the now of God. It becomes present with Jesus: it has a face, it is flesh. It is a merciful love that does not wait for ideal or perfect situations to show itself, nor does it accept excuses for its appearance. It is God’s time, that makes every situation and place both right and proper. In Jesus, the promised future begins and becomes life.

When? Now. Yet not everyone who was listening felt invited or called. Not all the residents of Nazareth were prepared to believe in someone they knew and had seen grow up, and who was now inviting them to realize a long-awaited dream. Not only that, but they said, “Is not this Joseph’s son?” (Lk 4:22).

The same thing can also happen with us. We do not always believe that God can be that concrete and commonplace, that close and real, and much less that he can become so present and work through somebody like a neighbour, a friend, a relative. We do not always believe that the Lord can invite us to work and soil our hands with him in his Kingdom in that simple and blunt a way. It is hard to accept that “God’s love can become concrete and can almost be experienced in history with all its painful and glorious vicissitudes” (BENEDICT XVI, General Audience, 28 September 2005).

Often we too behave like the neighbours in Nazareth: we prefer a distant God: nice, good, generous, well depicted, yet far-off, and above all a God who does not inconvenience us, a “domesticated” God. Because a close and everyday God, a God who is friend and brother, demands that we be concerned with our surroundings, everyday affairs and above all fraternity. God chose not to reveal himself as an angel or in some spectacular way, but to give us a face that is fraternal and friendly, concrete and familiar. God is real because love is real; God is concrete because love is concrete. Indeed, this “concrete manifestation of love is one of the essential elements in the life of Christians” (BENEDICT XVI, Homily, 1 March 2006).

We can also run the same risks as the neighbours at Nazareth, when within our communities the Gospel seeks to be lived concretely. We begin to say: But these young people, aren’t they the children of Mary, Joseph, aren’t they the brothers and sisters of… related to…? Are these not the youngsters we saw grow up? They should keep quiet; how can we believe them? That one over there, wasn’t he the one who kept breaking windows with his ball? What was born as prophecy and proclamation of the kingdom of God gets domesticated and impoverished. Wanting to domesticate the word of God is a daily temptation.

You too, dear young people, can experience this whenever you think that your mission, your vocation, even your life itself, is a promise far off in the future, having nothing to do with the present. As if being young were a kind of waiting room, where we sit around until we are called. And in the “meantime”, we adults or you yourselves invent a hygienically sealed future, without consequences, where everything is safe, secure and “well insured”. We don’t want to offer you a laboratory kind of future. This is a “make-believe” happiness, not the happiness of today, of what is concrete, of love. And so, with this “make-believe” happiness, we “tranquilize” you, we numb you into keeping quiet, so that you don’t make too much of a nuisance, so that you don’t question yourselves or question us; and in that “meantime” your dreams lose their buoyancy, they seem to move slowly, they begin to become flat and dreary, petty and plaintive (cf. Palm Sunday Homily, 25 March 2018). Only because we think, or you think, that your now has not yet come, that you are too young to be involved in dreaming about and working for the future. And that’s how we keep procrastinating… And do you know something? A lot of young people like this. Please let us help them to not like this, to rebel, and to want to live the “now” of God.

One of the fruits of the last Synod was the enrichment that came from being able to meet and above all to listen to one another. The enrichment of intergenerational dialogue, the enrichment of exchange and the value of realizing that we need one another, that we have to work to create channels and spaces that encourage dreaming of and working for tomorrow, starting today. And this, not in isolation, but rather side by side, creating a common space. A space that is not simply taken for granted, or won in a lottery, but a space for which you too must fight. You young people must fight for your space today, because life is living for today. No one can make promises to you about a day in the future. Your life today is today. Your taking risks is today. Your space is today. How are you reacting to this?

You, dear young people, are not the future. We like to say, “you are the future”. No, you are the present. You are not the future of God, you young people are the now of God. He invites you and calls you in your communities and cities to go out and find your grandparents, your elders; to stand up and with them to speak out and realize the dream that the Lord has dreamed for you.

Not tomorrow, now, for wherever your treasure is now, there will your heart also be (cf. Mt 6:21). Whatever you fall in love with, it will win over not only your imagination, it will affect everything. It will be what makes you get up in the morning, what keeps you going at times of fatigue, what will break open your hearts and fill you with wonder, joy and gratitude. Realize that you have a mission and fall in love; that will decide everything (cf. PEDRO ARRUPE, S.J., Nada es más práctico). We may possess everything, but, dear young friends, if we lack the passion of love, we will have nothing. The passion of love today! Let us allow the Lord to make us fall in love and let him take us into the future!

For Jesus, there is no “meantime”, but only a merciful love that wants to enter into and win over our hearts. He wants to be our treasure, because Jesus is not a “meantime”, an interval in life or a passing fad; he is generous love that invites us to entrust ourselves.

He is concrete, close, real love, today. He is festive joy, born of opting for and taking part in the miraculous draught of hope and charity, solidarity and fraternity, despite the paralyzed and paralyzing gaze born of fear and exclusion, speculation and manipulation.

Brothers and sisters, the Lord and his mission are not a “meantime” in our life, something temporary, they are not only a World Day of Youth, they are our life today, our life of journeying ahead!

In a special way throughout these days, Mary’s fiat has been whispering like a kind of music in the background. She not only believed in God and in his promises as something possible, she believed God himself and dared to say “yes” to taking part in this now of the Lord. She felt she had a mission; she fell in love and that decided everything. May you feel that you have a mission, may you fall in love; the Lord will decide everything.

As in the synagogue of Nazareth, the Lord stands up again among us his friends and acquaintances; he takes the book and says to us “Today this Scripture has been fulfilled in your hearing” (Lk 4:21).

Dear young friends, do you want to live out your love in a practical way? May your “yes” continue to be the gateway for the Holy Spirit to give us a new Pentecost for the Church and for the world.

[00118-EN.02] [Original text: Spanish]

Traduzione in lingua tedesca

»Die Augen aller in der Synagoge waren auf ihn gerichtet. Da begann er, ihnen darzulegen: Heute hat sich das Schriftwort, das ihr eben gehört habt, erfüllt« (Lk 4,20-21).

So stellt uns das Evangelium den Beginn der öffentlichen Mission Jesu dar. Es schildert das Ereignis in der Synagoge seines Heimatortes, umgeben von Bekannten und Nachbarn und – wer weiß – vielleicht auch von manchen „Katecheten“ aus der Kindheit, die ihn das Gesetz gelehrt hatten. Ein wichtiger Augenblick im Leben des Meisters, der als Kind im Schoß jener Gemeinschaft erzogen wurde und aufgewachsen war. Er stand nun auf und ergriff das Wort, um den Traum Gottes zu verkünden und umzusetzen. Ein Wort, das bis dahin nur als Zukunftsverheißung verbreitet worden war, das aber im Munde Jesu nur im Präsens gesagt werden konnte, da es zur Gegenwart wurde: »Heute hat es sich erfüllt.«

Jesus offenbart das Jetzt Gottes, der uns entgegenkommt, um auch uns aufzurufen, an seinem Jetzt teilzunehmen, in dem den Armen eine frohe Botschaft gebracht, den Gefangenen die Entlassung verkündet und ein Gnadenjahr des Herrn ausgerufen wird (vgl. Lk 4,18-19). Es ist das Jetzt Gottes, das sich durch Jesus gegenwärtig wird. Es erhält ein Gesicht, wird zu Fleisch, zu barmherziger Liebe, die nicht auf ideale Situationen, auf vollkommene Situationen für ihre Offenbarung wartet. Sie braucht keine Ausreden zu ihrer Realisierung. Er ist die Zeit Gottes. Er macht jede Situation und jeden Raum richtig und geeignet. In Jesus beginnt die verheißene Zukunft und wird lebendig.

Wann? Jetzt. Aber nicht alle seine damaligen Zuhörer haben sich angesprochen oder aufgerufen gefühlt. Nicht alle Bewohner von Nazaret waren bereit, an jemanden zu glauben, den sie hatten aufwachsen sehen und sie dazu einlud, einen so sehr ersehnten Traum zu verwirklichen. Im Gegenteil, sie sagten: „Aber ist das nicht Josefs Sohn?“ (vgl. Lk 4,22).

Auch uns kann das Gleiche passieren. Nicht immer glauben wir, dass Gott so konkret und im Alltag anwesend sein kann, so nah und wirklich; und noch weniger, dass er sich durch eine bekannte Person, einen Nachbar, einen Freund oder einen Familienangehörigen so gegenwärtig macht und durch sie handelt. Nicht immer glauben wir, dass der Herr uns einladen kann, mit ihm in seinem Reich auf so einfache, aber wirkungsvolle Weise zu arbeiten und uns die Hände schmutzig zu machen. Es kostet uns Überwindung anzunehmen, dass die göttliche Liebe in der Geschichte durch alle ihre schwierigen und ruhmvollen Ereignisse konkret und gleichsam greifbar wird (vgl. Benedikt XVI., Katechese, 28. September 2005).

Und nicht selten verhalten wir uns wie die Bewohner von Nazaret, wenn uns ein Gott auf Distanz lieber ist: schön, gut, großzügig, schön dargestellt, aber fern, so dass er vor allem nicht unbequem wird, ein gezähmter Gott. Weil ein naher Gott im Alltag, ein Gott, der Freund und Bruder ist, von uns verlangt, Nähe, Alltäglichkeit und vor allem Geschwisterlichkeit zu lernen. Gott ist wirklich, weil die Liebe wirklich ist, Gott ist konkret, weil auch die Liebe konkret ist. Und es ist genau diese Konkretheit der Liebe, die eines der wesentlichen Elemente für das Leben der Christen ist (vgl. Ders., Predigt, 1 März 2006).

Auch wir können den gleichen Risiken wie die Menschen in Nazaret ausgesetzt sein, wenn in unseren Gemeinschaften das Evangelium zu konkretem Leben werden will und wir anfangen zu sagen: „Aber sind diese Jungen nicht Söhne von Maria, von Josef und sind sie nicht Brüder von ... Verwandte von …? Sind diese nicht die Jungen, denen wir geholfen haben aufzuwachsen ...? Der soll still sein, wie können wir dem glauben? War das nicht derjenige, der immer die Fenster mit dem Ball einschlug?“ Und einer, der geboren wurde, um Prophetie und Verkündigung des Reiches Gottes zu verkörpern, wird gezähmt und verkümmert in seiner schlimmsten Ausführung. Das Wort Gottes zähmen zu wollen ist eine Versuchung, die tagtäglich vorkommt.

Und auch euch, liebe junge Freunde, kann das Gleiche passieren; jedes Mal, wenn ihr denkt, dass eure Sendung, eure Berufung, ja selbst euer Leben eine Verheißung ist, die aber nur für die Zukunft gilt und nichts mit der Gegenwart zu tun hat. Als ob jung zu sein gleichbedeutend wäre mit „Wartezimmer“ für jemanden, der auf seinen Termin wartet. Und in der „Zwischenzeit“ bis zu diesem Termin erfinden wir für euch oder ihr selbst erfindet eine hygienisch gut verpackte und folgenlose Zukunft, die gut aufgebaut und in der alles gewährleistet und „gut abgesichert“ ist. Wir wollen euch nicht eine Zukunft aus dem Labor anbieten! Das ist die „Fiktion“ der Freude, nicht die Freude des Heute, des Konkreten, der Liebe. Und so „beruhigen“ wir euch mit dieser Fiktion der Freude, wir schläfern euch ein, damit ihr keinen Krach macht, damit ihr nicht zu sehr stört, damit ihr euch selbst und uns keine Fragen stellt, damit ihr euch selbst und uns nicht in Frage stellt. Und in dieser „Zwischenzeit“ verblassen eure Träume, sie kriechen dahin, sie beginnen einzuschlafen und sind kleine, traurige „Illusionen“ (vgl. Predigt am Palmsonntag, 25. März 2018), nur weil wir meinen oder ihr meint, dass euer Jetzt noch nicht gekommen ist; dass ihr zu jung seid, um euch beim Träumen und Aufbauen der Zukunft einzubringen. Und so schicken wir euch wieder weiter … Und wisst ihr was? Vielen jungen Leuten gefällt das. Bitte, helfen wir ihnen, es so zu machen, dass es ihnen nicht gefällt, so dass sie reagieren, so dass sie das „Jetzt“ Gottes leben wollen.

Eine der Früchte der kürzlich abgehaltenen Synode war der Reichtum, uns treffen und vor allem uns zuhören zu können. Der Reichtum des generationenübergreifenden Zuhörens, der Reichtum des Austausches und der Wert anzuerkennen, dass die einen auf die anderen angewiesen sind, dass wir uns bemühen müssen, die Kanäle und Räume zu fördern, in denen wir uns beim Träumen und Aufbau des Morgen schon von heute an einbringen können. Aber nicht isoliert, sondern vereint, indem wir einen gemeinsamen Raum schaffen. Einen Raum, der nicht verschenkt wird und den wir nicht in der Lotterie gewinnen, sondern einen Raum, für den auch ihr kämpfen müsst. Ihr Jugendlichen müsst euch euren Platz heute erkämpfen, weil das Leben heute stattfindet. Keiner kann dir einen Tag in der Zukunft versprechen: dein Leben ist heute, heute kommst du ins Spiel, dein Spielraum ist heute. Wie gehst du damit um?

Ihr, liebe junge Freunde, ihr seid nicht die Zukunft. Wir sagen gern: „Ihr seid die Zukunft …“ Nein, ihr seid die Gegenwart! Ihr seid nicht die Zukunft Gottes: ihr jungen Leute seid das Jetzt Gottes! Er versammelt euch, er ruft euch in euren Gemeinschaften, er ruft euch in euren Städten dazu auf, nach den Großeltern, nach den Erwachsenen Ausschau zu halten; aufzustehen und zusammen mit ihnen das Wort zu ergreifen und den Traum zu verwirklichen, mit dem der Herr euch geträumt hat.

Nicht morgen, jetzt; denn dort, jetzt, wo dein Schatz ist, da ist auch dein Herz (vgl. Mt 6,21). Und das, worin ihr verliebt seid, wird nicht nur eure Vorstellungskraft erobern, sondern es wird alles einbeziehen. Es wird das sein, was euch am Morgen zum Aufstehen bringt und euch in den Augenblicken der Ermüdung anspornt, was euch das Herz zerreißen wird und euch mit Staunen, mit Freude und Dankbarkeit erfüllen wird. Spürt, eine Mission zu haben und verliebt euch in sie, und davon wird alles abhängen (vgl. Pedro Arrupe, SJ, Nada es más práctico). Wir werden alles haben können, aber, junge Freunde, wenn die Leidenschaft der Liebe fehlt, wird alles fehlen. Die Leidenschaft der Liebe heute! Lassen wir zu, dass der Herr uns zum Verlieben bringt und uns zum Morgen führt!

Für Jesus gibt es keine „Zwischenzeit“, sondern eine barmherzige Liebe, die ins Herz eindringen und es erobern will. Er will unser Schatz sein, weil Jesus nicht eine „Zwischenzeit“ in unserem Leben oder eine vorübergehende Mode ist, er ist hingebungsvolle Liebe, die zur Hingabe einlädt.

Er ist konkrete, heute nahe, wirkliche Liebe; er ist festliche Freude, die entsteht, wenn man sich dafür entscheidet, am wunderbaren Fischfang der Hoffnung und der Liebe, der Solidarität und der Geschwisterlichkeit teilzunehmen angesichts so vieler gelähmter und lähmender Blicke aufgrund der Ängste und des Ausschlusses, der Spekulation und der Manipulation.

Brüder und Schwestern, der Herr und seine Sendung sind nicht eine „Zwischenzeit“ in unserem Leben, etwas Vorübergehendes, nicht nur ein Weltjugendtag: Sie sind unser Leben heute und auf dem weiteren Weg!

All diese Tage über hat uns auf besondere Weise wie eine Hintergrundmusik das Wort Marias „Mir geschehe“ begleitet. Sie hat nicht nur an Gott und an seine Verheißungen als etwas Mögliches geglaubt, sie hat Gott geglaubt und den Mut gehabt, „ja“ zu sagen, um an diesem Jetzt des Herrn teilzunehmen. Sie hat gespürt, eine Mission zu haben, sie hat sich verliebt und dies hat alles entschieden. Möget ihr spüren, dass ihr eine Mission habt, möget ihr zulassen, dass ihr euch verliebt, und der Herr wird alles entscheiden.

Und wie es in der Synagoge von Nazaret geschehen ist, steht der Herr mitten unter uns, seinen Freunden und Bekannten, erneut auf, nimmt das Buch und sagt uns: »Heute hat sich das Schriftwort, das ihr eben gehört habt, erfüllt« (Lk 4,21).

Liebe junge Freunde, wollt ihr die Konkretheit seiner Liebe leben? Euer „Ja“ möge weiterhin das Eingangstor sein, auf dass der Heilige Geist der Kirche und der Welt ein neues Pfingsten schenke. So sei es.

[00118-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]

Traduzione in lingua portoghese

«Todos os que estavam na sinagoga tinham os olhos fixos n’Ele. Começou, então, a dizer-lhes: “Cumpriu-se hoje esta passagem da Escritura, que acabais de ouvir” » (Lc 4, 20-21).

O Evangelho apresenta-nos, assim, o início da missão pública de Jesus. Apresenta-O na sinagoga que O viu crescer, circundado por conhecidos e vizinhos e talvez até por algum dos seus «catequistas» de infância que Lhe ensinou a lei. Momento importante na vida do Mestre quando Ele – a criança que Se formara e crescera dentro daquela comunidade – Se levantou e tomou a palavra para anunciar e realizar o sonho de Deus. Uma palavra até então proclamada apenas como promessa do futuro, mas que, na boca de Jesus, só podia ser pronunciada no presente, tornando-se realidade: «Cumpriu-se hoje».

Jesus revela o agora de Deus, que vem ao nosso encontro para nos chamar, também a nós, a tomar parte no seu agora, no qual «anunciar a Boa-Nova aos pobres», «proclamar a libertação aos cativos e, aos cegos a recuperação da vista», «mandar em liberdade os oprimidos» e «proclamar um ano favorável da parte do Senhor» (cf. Lc 4, 18-19). É o agora de Deus que, com Jesus, se faz presente, se faz rosto, carne, amor de misericórdia que não espera situações ideais ou perfeitas para a sua manifestação, nem aceita desculpas para a sua não-realização. Ele é o tempo de Deus que torna justos e oportunos todos os espaços e situações. Em Jesus, começa e faz-se vida o futuro prometido.

Quando? Agora. Mas nem todos aqueles que lá O ouviram, se sentiram convidados ou convocados. Nem todos os seus vizinhos de Nazaré estavam prontos para acreditar em alguém que conheciam e tinham visto crescer e que os convidava a realizar um sonho há muito aguardado. Antes, pelo contrário! Diziam: «Mas não é o filho de José?» (cf. Lc 4, 22).

A nós, também pode suceder o mesmo. Nem sempre acreditamos que Deus possa ser tão concreto no dia-a-dia, tão próximo e real, e menos ainda que Se faça assim presente agindo através de alguém conhecido, como um vizinho, um amigo, um parente. Nem sempre acreditamos que o Senhor nos possa convidar a trabalhar e meter as mãos na massa juntamente com Ele no seu Reino de forma tão simples mas incisiva. Custa a aceitar que «o amor divino se tornou concreto e quase experimentável na história com todas as suas vicissitudes ásperas e gloriosas» (Bento XVI, Catequese na Audiência Geral de 28/IX/2005).

E não é raro comportarmo-nos como os vizinhos de Nazaré, quando preferimos um Deus à distância: magnífico, bom, generoso, bem desenhado, mas distante e sobretudo que não incomode, um Deus «domesticado». Porque um Deus próximo no dia-a-dia, um Deus amigo e irmão pede-nos para aprendermos proximidade, presença diária e, sobretudo, fraternidade. Ele não quis manifestar-Se de modo angélico ou espetacular, mas quis oferecer-Se-nos com um rosto fraterno e amigo, concreto, familiar. Deus é real, porque o amor é real; Deus é concreto, porque o amor é concreto. E é precisamente esta «dimensão concreta do amor aquilo que constitui um dos elementos essenciais da vida dos cristãos» (Bento XVI, Homilia, 1/III/2006).

Também nós podemos correr os mesmos riscos que os vizinhos de Nazaré, quando, nas nossas comunidades, o Evangelho se quer fazer vida concreta e começamos a dizer: «Mas, estes jovens, não são filhos de Maria, de José, não são irmãos de..., parentes de…? Não são aquelas crianças que nós ajudamos a crescer? É melhor que se calem! Como podemos acreditar neles? E este ali… não é o que partia sempre os vidros com a bola?» E, assim, uma pessoa que nascera para ser profecia e anúncio do Reino de Deus acaba domesticada e empobrecida. Querer domesticar a Palavra de Deus é uma tentação de todos os dias.

E também a vós, queridos jovens, pode acontecer o mesmo, sempre que pensais que a vossa missão, a vossa vocação e até a vossa vida é uma promessa mas que vale só para o futuro, nada tem a ver com o presente. Como se ser jovem fosse sinónimo de «sala de espera» para quem aguarda que chegue o seu turno. E, enquanto este não chega, inventam para vós ou vós próprios inventais um futuro higienicamente bem embalado e sem consequências, bem construído e garantido com tudo «bem assegurado». Não queremos oferecer-vos um futuro de laboratório! É a «ficção» da alegria, não a alegria do dia de hoje, do concreto, do amor. E assim, com esta «ficção» da alegria, vos «tranquilizamos», vos adormentamos para não fazerdes barulho, para não estorvardes demasiado, não colocardes interrogativos a vós mesmos e a nós, para não vos pordes em discussão a vós próprios e a nós; e «entretanto» os vossos sonhos perdem altitude, tornam-se rasteiros, começam a adormentar-se e ficam «ilusões» pequenas e tristes (cf. Francisco, Homilia do Domingo de Ramos, 25/III/2018), só porque consideramos ou considerais que o vosso agora ainda não chegou; que sois demasiado jovens para vos envolverdes no sonho e construção do amanhã. E, assim, continuamos a adiar-vos... E sabeis uma coisa? Muitos jovens gostam disso. Por favor, ajudemo-los para que não gostem, que reajam, que queiram viver o «agora» de Deus.

Um dos frutos do Sínodo recente foi a riqueza de nos podermos encontrar e, sobretudo, escutar. A riqueza da escuta entre gerações, a riqueza do intercâmbio e o valor de reconhecer que precisamos uns dos outros, que devemos esforçar-nos por promover canais e espaços onde nos comprometamos a sonhar e construir o amanhã, já hoje. Não isoladamente, mas unidos, criando um espaço em comum: um espaço que não nos é oferecido de prenda, nem o ganhamos na loteria, mas um espaço pelo qual deveis lutar vós também. Vós, jovens, deveis lutar pelo vosso espaço hoje, porque a vida é hoje. Ninguém te pode prometer um dia do amanhã: a tua vida é hoje, o teu desafio é hoje, o teu espaço é hoje. Como estás a responder a isto?

Vós, queridos jovens, não sois o futuro. Gostamos de dizer-vos: «Sois o futuro….» Mas não é verdade! Vós sois o presente! Não sois o futuro de Deus; vós, jovens, sois o agora de Deus. Ele convoca-vos, chama-vos nas vossas comunidades, chama-vos nas vossas cidades, para irdes à procura dos avós, dos adultos; para vos erguerdes de pé e, juntamente com eles, tomar a palavra e realizar o sonho que o Senhor sonhou para vós.

Não amanhã; agora! Pois, onde agora está o teu tesouro, aí está também o teu coração (cf. Mt 6, 21); e, aquilo que vos apaixona, conquistará não apenas a vossa imaginação, mas envolverá tudo. Será aquilo que vos faz levantar de manhã e incita nos momentos de cansaço, aquilo que vos abrirá o coração enchendo-o de maravilha, de alegria e de gratidão. Senti que tendes uma missão e apaixonai-vos por ela, tudo dependerá disto (cf. Pedro Arrupe S.J., Nada és más práctico). Poderemos ter tudo; mas, queridos jovens, se falta a paixão do amor, faltará tudo! A paixão do amor hoje! Deixemos que o Senhor nos faça enamorar e nos leve para o amanhã!

Para Jesus, não há um «entretanto», mas um amor de misericórdia que quer penetrar no coração e conquistá-lo. Ele quer ser o nosso tesouro, porque Jesus não é um «entretanto» na vida nem uma moda passageira: é amor de doação que convida a doar-se.

É amor concreto, de hoje, próximo, real; é alegria festiva que nasce da opção de participar na pesca miraculosa da esperança e da caridade, da solidariedade e da fraternidade frente a tantos olhares paralisados e paralisadores por causa dos medos e da exclusão, da especulação e da manipulação.

Irmãos, o Senhor e a sua missão não são um «entretanto» na nossa vida, qualquer coisa de passageiro, não são apenas um Jornada Mundial da Juventude: são a nossa vida de hoje e para todo o caminho!

Ao longo de todos estes dias, como um fundo musical, acompanhou-nos de modo especial o «faça-se» de Maria. Ela não Se limitou a acreditar em Deus e nas suas promessas como algo possível, mas acreditou em Deus e teve a coragem de dizer «sim» para participar neste agora do Senhor. Possais vós, de igual modo, sentir que tendes uma missão, deixar-vos apaixonar… e o Senhor decidirá tudo.

E como sucedeu na sinagoga de Nazaré, o Senhor, no meio de nós, dos seus amigos e conhecidos, de novo Se ergue de pé, toma o livro e diz-nos: «Cumpriu-se hoje esta passagem da Escritura, que acabais de ouvir» (Lc 4, 21).

Queridos jovens, quereis viver em concreto o vosso amor? O vosso «sim» continue a ser a porta de entrada para que o Espírito Santo conceda um novo Pentecostes à Igreja e ao mundo. Assim seja.

[00118-PO.02] [Texto original: Espanhol]

Traduzione in lingua polacca

„Oczy wszystkich w synagodze były w Nim utkwione. Zaczął więc mówić do nich: «Dziś wypełniło się Pismo, które słyszeliście» (Łk 4,20-21).

W ten sposób ewangelia przedstawia nam początek publicznej misji Jezusa. Ukazuje Go w synagodze, w której dorastał, otoczonego przez znajomych i sąsiadów, a kto wie, może nawet niektórych ze swoich „katechetów” z dzieciństwa, którzy nauczyli go Prawa. Jest to ważne wydarzenie w życiu Nauczyciela, kiedy dziecko, które kształtowało się i wyrosło w tej wspólnocie, powstało i zabrało głos, aby ogłosić i wprowadzić w czyn marzenie Boga. Słowo głoszone do tej pory jedynie jako obietnica przyszłości, które jednak w ustach Jezusa mogło być wypowiedziane jedynie w czasie teraźniejszym, stając się rzeczywistością: „Dziś wypełniło się”.

Jezus objawia chwilę obecną Boga, która przychodzi, aby także i nas wezwać do wzięcia udziału w Jego teraz, aby „ubogim głosić dobrą nowinę”, „ogłosić więźniom wyzwolenie, a niewidomym przejrzenie”, „zniewolonych uczynić wolnymi”, „aby ogłosić rok łaski od Pana” (Łk 4,18-19). To „teraz Boga” staje się obecne wraz z Jezusem, staje się obliczem, ciałem, umiłowaniem miłosierdzia, które nie oczekuje sytuacji idealnych czy doskonałych, by się ukazać, ani nie przyjmuje wymówek, by się urzeczywistniło. On jest czasem Boga, który czyni właściwą i stosowną każdą sytuację i każdą przestrzeń. W Jezusie zaczyna się i staje się żywa obiecana przyszłość.

Kiedy? Teraz. Ale nie wszyscy, którzy tam słuchali, poczuli się zaproszeni lub wezwani. Nie wszyscy mieszkańcy Nazaretu byli gotowi uwierzyć w kogoś, kogo znali i widzieli, jak dorastał, a kto zaprosił ich do realizacji tak bardzo oczekiwanego marzenia. Co więcej, powiedzieli: „Ależ, czy nie jest to syn Józefa?” (por. Łk 4,22).

To samo może się przydarzyć także i nam. Nie zawsze wierzymy, że Bóg może być tak konkretny i codzienny, tak bliski i rzeczywisty, a tym bardziej, że staje się tak obecny i działa przez kogoś znanego, jak może być sąsiad, przyjaciel, krewny. Nie zawsze wierzymy, że Pan może nas zaprosić, byśmy pracowali i pobrudzili sobie ręce razem z Nim, w Jego Królestwie, w tak prosty, ale zdecydowany sposób. Trudno nam przyznać, że „Miłość Boża wyraża się w sposób konkretny i niemal namacalny w dziejach, na które składają się wszystkie wydarzenia, przykre i chwalebne” (Benedykt XVI, Audiencja generalna, 28 września 2005).

Nierzadko zachowujemy się jak mieszkańcy Nazaretu, gdy wolimy Boga na odległość: miłego, dobrego, wspaniałomyślnego, dobrze opisanego, ale odległego, a przede wszystkim takiego, który nie przeszkadza, Boga „oswojonego”. Bowiem Bóg bliski i codzienny, Bóg przyjaciel i brat wymaga od nas, byśmy nauczyli się bliskości, codzienności, a przede wszystkim braterstwa. Nie chciał ukazać się na sposób anielski czy w sposób spektakularny, ale chciał nas obdarzyć obliczem braterskim i przyjacielskim, konkretnym, rodzinnym. Bóg jest rzeczywisty, ponieważ miłość jest realna, Bóg jest konkretny, ponieważ miłość jest konkretna. I to właśnie „ten konkretny wymiar miłości jest jedną z zasadniczych cech życia chrześcijan” (Benedytkt XVI, Homilia, 1 marca 2006 r.).

Nam również może grozić to samo, co mieszkańcom Nazaretu, gdy Ewangelia w naszych wspólnotach chce się stać konkretnym życiem, a my zaczynamy mówić „ale czyż ci młodzi nie są dziećmi Maryi, Józefa, i nie są braćmi tego czy owego...? krewnymi tego...? Czyż nie są oni dzieciakami, którym pomagaliśmy się rozwijać...? Niech siedzi cicho, jakże możemy mu uwierzyć? Czy tamten, to nie ten chłopak, który zawsze piłką wybijał szyby?”. A ten, kto urodził się, aby być proroctwem i  głoszeniem królestwa Bożego, zostaje oswojony i zubożony. Chęć oswojenia Słowa Bożego jest codzienną pokusą.

Również wam, drodzy młodzi, może się przytrafić to samo, za każdym razem, gdy myślicie, że wasza misja, wasze powołanie, a nawet wasze życie jest obietnicą, która dotyczy jednak przyszłości i nie ma nic wspólnego z teraźniejszością. Jakby młodość była synonimem poczekalni dla oczekujących na swój czas. A w „międzyczasie” tej godziny wymyślamy lub sami wymyślacie dla siebie przyszłość higienicznie dobrze opakowaną i bez konsekwencji, dobrze skonstruowaną i zagwarantowaną, i ze wszystkim „dobrze zapewnionym”. Nie chcemy wam dawać przyszłości z laboratorium! Jest to „udawanie” radości, a nie radość dnia dzisiejszego, tego co konkretne, miłości. W ten sposób, z tą fikcją radości, was „uspokajamy” i usypiamy, byście „nie robili rabanu”, za bardzo nie przeszkadzali, abyście nie zadawali pytań samym sobie i nam, abyście nie poddawali w wątpliwość samych siebie i nas. A w tym „międzyczasie” wasze marzenia tracą polot, stają się przyziemne, zaczynają zasypiać i stają się małymi i smutnymi „fikcjami” (por. Homilia na Niedzielę Palmową, 25 marca 2018 r.), tylko dlatego, że uważamy, bądź uważacie, że jeszcze nie nadeszło wasze „teraz”, że jesteście zbyt młodzi, by zaangażować się w marzenia i budowanie jutra. I w ten  sposób stale was odprawiają... I wiecie co? Wielu młodym ludziom to się podoba. Proszę, pomóżmy im sprawić, aby im się to nie podobało, aby zareagowali, aby chcieli żyć Bożym „teraz”.

Jednym z owoców ostatniego Synodu było bogactwo możliwości spotkania, a przede wszystkim wysłuchania. Bogactwo słuchania między pokoleniami, bogactwo wymiany i wartość uznania, że potrzebujemy jedni drugich, że musimy dążyć do tworzenia kanałów i przestrzeni, w których trzeba angażować się w marzenie i budowanie jutra już od dzisiaj. Ale nie w izolacji, lecz razem, tworząc wspólną przestrzeń. Przestrzeń, której nie otrzymuje się w darze, ani której nie wygrywamy na loterii, ale przestrzeń, o którą również wy musicie walczyć. Wy, młodzi, musicie dzisiaj walczyć o swoją przestrzeń, ponieważ życie jest dzisiaj. Nikt nie może obiecać tobie dnia jutrzejszego: twoje życie jest dziś, twoje włączenie się do gry jest dzisiaj, twoja przestrzeń jest dzisiaj. Jak na to odpowiadasz?

Wy, drodzy młodzi, nie jesteście przyszłością. Lubimy mówić: „Jesteście przyszłością...”, Nie, jesteście chwilą obecną! Nie jesteście przyszłością Boga: wy młodzi jesteście Bożym teraz! On was zwołuje, wzywa was w waszych wspólnotach, wzywa was w waszych miastach, byście poszli szukać dziadków, dorosłych; abyście stanęli na nogi i razem z nimi zabrali głos i spełnili marzenie, z jakim Pan was wymarzył.

Nie jutro, teraz, bo tam, teraz, gdzie jest twój skarb, tam jest również twoje serce (por. Mt 6,21); a to, co rozbudza waszą miłość, podbije nie tylko waszą wyobraźnię, ale obejmie wszystko. Będzie tym, co wam każe wstać rankiem i pobudzi was w chwilach zmęczenia, co złamie wam serce i napełni was zadziwieniem, radością i wdzięcznością. Poczujcie, że macie misję i zakochajcie się w niej, a to zadecyduje o wszystkim” (por. Pedro Arrupe, SJ, Nada es más práctico). Możemy mieć wszystko, ale, drodzy młodzi,  jeśli brakuje nam namiętności miłości, to zabraknie wszystkiego. Namiętności miłości dzisiaj! Niech Pan sprawi, byśmy się zakochali i prowadzi nas ku jutrzejszemu dniowi!

Dla Jezusa nie ma „w międzyczasie”, ale jest miłość miłosierdzia, która chce przeniknąć do serca i je zdobyć. On chce być naszym skarbem, ponieważ Jezus nie jest „międzyczasem” w życiu lub przemijającą chwilową modą, jest miłością daru z siebie, która zaprasza, by dawać siebie.

Jest to miłość konkretna, dnia dzisiejszego, bliskiego, rzeczywistego. To świąteczna radość, która się rodzi, gdy postanawiamy uczestniczyć w cudownym połowie nadziei i miłości, solidarności i braterstwa w obliczu wielu spojrzeń sparaliżowanych i paraliżujących ze względu na lęki i wykluczenia, spekulacje i manipulacje.

Bracia: Pan i jego misja nie są „międzyczasem” w naszym życiu, czymś ulotnym, nie jest tylko Światowym Dniem Młodzieży: są naszym życiem dnia dzisiejszego i na pielgrzymowanie!

Przez wszystkie te dni w szczególny sposób towarzyszyły nam, jak muzyka w tle, słowa Maryi: „niech mi się stanie”. Ona nie tylko wierzyła w Boga i obietnice jako coś możliwego, ale wierzyła Bogu i odważyła się powiedzieć „tak”, aby uczestniczyć w tym teraz Pana. Poczuła, że ma misję, rozmiłowała się i to zadecydowało o wszystkim. Obyście mogli poczuć, że macie misję, że dajecie się zakochać, a Pan zdecyduje o wszystkim.

I podobnie, jak to się stało w synagodze w Nazarecie, Pan pośród nas, swoich przyjaciół i znajomych, ponownie wstaje, bierze księgę i mówi nam: „Dziś spełniły się te słowa Pisma, któreście słyszeli” (Łk 4, 21).

Drodzy młodzi, czy chcecie żyć konkretnością Jego miłości? Niech wasze „tak” nadal będzie bramą wejściową, aby Duch Święty dał nową Pięćdziesiątnicę dla Kościoła i dla świata. Niech się tak stanie.

[00118-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua araba

"كانَت عُيونُ أَهلِ الـمَجمَعِ كُلِّهِم شاخِصَةً إِلَيه. فَأَخَذَ يَقولُ لَهم: “اليوم تَمَّت هذه الآيةُ بِمَسمَعٍ مِنكُم”" (لو 4، 20- 21).

هكذا يقدّم لنا الإنجيل بداية رسالة يسوع العامّة. يقدّمها في المجمع الذي رآه ينمو، محاطًا بالمعارف والجيران، وربما حتى ببعض "معلّمي الشريعة" الذين علّموه الشريعة في صغره. إنها لحظة مهمّة في حياة المعلّم، اللحظة التي وقف فيها الطفل الذي نشأ وترعرع في ذلك المجمع، وأخذ يتكلّم كي يعلن حلم الله ويحقّقه. كانت قد أُعلِنت هذه الكلمة حتى ذلك الحين، كوعدٍ للمستقبل، ولكنّها من فم يسوع، لا تُقال إلّا للحاضر، فتصبح حقيقة: "اليوم تَمَّت هذه الآيةُ".

يكشف يسوع عن حاضر الله الذي يأتي للقائنا كي يدعونا نحن أيضًا للمشاركة في حاضره، الذي فيه "يبَشِّر الفُقَراء"، و "يعلِن لِلمَأسورينَ تَخلِيَةَ سَبيلِهم، ولِلعُميانِ عَودَةَ البصَرِ إِلَيهِم"، "ويفَرِّج عنِ الـمَظلومين" و "يعلِن سَنَةَ رِضاً عِندَ الرَّبّ" (را. لو 4، 18- 19). إنه حاضر الله الذي، بيسوع، يجعل نفسه حاضراً، ويصبح وجهًا، وجسدًا، ومحبّة رحيمة لا تنتظر الأوضاع المثاليّة أو الكاملة كي تظهر، ولا تقبل الأعذار لتحقيقها. إنه حاضر الله الذي يجعل كلّ وضع، وكلّ مكان، صحيحًا وملائمًا. فالمستقبل الموعود يبدأ ويصبح حياة، بيسوع.

متى؟ الآن. ولكن جميع الذين استمعوا إليه هناك لم يشعروا بأنهم مدعوونّ. لم يكن جميع جيران الناصرة مستعدّين للإيمان بشخص يعرفونه وقد رأوه ينمو وكان يدعوهم إلى تحقيق حلم طال انتظاره. لا بل "قالوا: أما هذا ابن يوسف؟" (لو 4، 22).

الأمر نفسه يمكن أن يحدث لنا أيضا. نحن لا نؤمن دائمًا بأن الله يمكن أن يكون ملموسًا ويوميًّا، وقريبًا وواقعيّا لهذه الدرجة، ولا أن يكون حاضرًا ويعمل من خلال شخص معروف كالجار، أو الصديق، أو أحد أفراد العائلة. نحن لا نؤمن دائمًا أن الربّ يستطيع أن يدعونا إلى العمل والمخاطرة معه في ملكوته بطريقة بسيطة ولكن حاسمة. يصعب علينا أن نقبل بأن يصبح الحبّ الإلهي "ملموسًا ونكاد نلمسه في التاريخ مع كلّ تقلبّاته المؤلمة والمجيدة" (بندكتس السادس عشر، المقابلة العامة، 28 سبتمبر/أيلول 2005).

غالبًا ما نتصرّف مثل جيران الناصرة، ونفضّل إلهًا بعيدًا: جميلًا، صالحًا، سخيّا، مُصمّمًا بشكل جيّد، ولكن بعيدًا، وقبل كلّ شيء غير مزعج، إلهًا "تمّ ترويضه". لأن الإله القريب واليومي، والإله الصديق والأخ، يطلب منّا أن نتعلّم التقارب والحياة اليوميّة، وفوق كلّ شيء، الأخوّة. لم يرد هو أن يظهر بطريقة ملائكية أو مذهلة، لكنّه أراد أن يعطينا وجهًا أخويًا، وودّيًا، وملموسًا، ومألوفًا. إن الله حقيقي لأن الحبّ حقيقي، والله ملموس لأن الحبّ ملموس. و"الحبّ الملموس هو الذي يشكلّ أحد العناصر الأساسيّة لحياة المسيحيّين" (را. نفس الكاتب، عظة، 1 مارس/آذار 2006).

يمكننا نحن أيضًا أن نكون عرضة للأخطار نفسها التي واجهت أهل الناصرة، عندما يريد الإنجيل، في جماعاتنا أن يتجسّد، ونبدأ بالقول: "لكن هؤلاء الأولاد، أليسوا أولاد مريم، ويوسف، وليسوا إخوة...؟ ليسا والديّ...؟ أليسوا هم الأطفال الذين ساعدناهم نحن على النمو؟ ...ليصمت، كيف يمكننا أن نصدقه؟ هذا الشاب، أليس ذاك الذي كان يكسر دائما النوافذ بالكرة؟". والذي وُلِدَ كي يكون نبوّة وبشارة بملكوت الله، نجعله أليفًا ونفقِره. إن الرغبة في جعل كلمة الله أليفة، هي تجربة يوميّة.

وأنتم أيضًا، أيّها الشبيبة، يمكن أن يحدث الشيء نفسه معكم كلّ مرّة تعتقدون فيها أن مهمّتكم، ورسالتكم، وحتى حياتكم، هي وعد، إنما لا يصلح إلّا للمستقبل ولا علاقة له بالحاضر. كما لو كان زمن الشباب مرادفًا لـ "غرفة انتظار" لمن ينتظر دوره. وفي "غضون" تلك الساعة، نخترع لكم أو تخترعون أنتم مستقبلاً "معبّئًا بطريقة صحّية" دون عواقب، مبنيّ ومضمون، وكلّ شيء فيه "مؤمَّن بشكل جيّد". لا نريد أن نؤمّن لكم مستقبلًا تحت الاختبار! إنه "وهم" الفرح، لا فرح اليوم، فرح الملموس، فرح المحبة. وبهذه الطريقة، مع "وهم" الفرح، "نطمئنكم" ونرقدكم حتى لا تُحدثوا ضجيجًا، حتى لا تسبّبوا الإزعاج، وحتى لا تطرحوا أسئلة على أنفسكم وعلينا، وحتى لا تشكّوا بأنفسكم وبنا؛ وفي "غضون" ذلك تفقد أحلامكم قيمتها، وتصبح ذليلة، تنعس وهي "أوهام" صغيرة وحزينة (را. عظة أحد الشعانين، 25 مارس/آذار 2018)، فقط لأننا نعتبر أو لأنكم تعتبرون أن ساعتكم لم تحن بعد؛ أنكم أصغر من أن تشاركوا في الحلم وفي بناء الغد. ولذا نستمرّ في تأجيلكم... أتعلمون؟ الكثير من الشبيبة يحبّون ذلك. من فضلكم، لنساعدهم على ألّا يحبّوا ذلك، على أن يتفاعلوا، على أن يرغبوا بعيش "حاضر" الله.

إحدى ثمار السينودس الأخير كانت غنى القدرة على الالتقاء، وقبل كلّ شيء، على الإصغاء. غنى الإصغاء بين الأجيال، وغنى التبادل وقيمة الاعتراف بأننا بحاجة إلى بعضنا البعض، وأنه يجب علينا أن نسعى جاهدين لخلق قنوات ومساحات يمكننا فيها المشاركة في الحلم وفي بناء الغد منذ الآن. ولكن ليس بشكل منعزل، بل متّحدين، عبر خلق مساحة مشتركة. مساحة لا تُعطى لنا، ولا نربحها باليانصيب، ولكن مساحة عليكم أنتم أيضًا أن تكافحوا من أجلها. أنتم الشبيبة عليكم أن تكافحوا من أجل مساحتكم اليوم، لأن الحياة هي اليوم. ما من أحد يستطيع أن يعدك بيوم غد: حياتك هي اليوم، مخاطرتك هي اليوم، مساحتك هي اليوم. كيف تتجاوب الآن مع هذا؟

أنتم، أيها الشباب، لستم المستقبل. نحن نحبّ أن نقول: "أنتم المستقبل...". كلّا، أنتم الحاضر! لستم مستقبل الله: أنتم أيها الشبيبة، أنتم حاضر الله! هو يدعوكم في مجتمعاتكم، ويدعوكم في مدنكم للبحث عن الأجداد والبالغين. كي تقفوا وتساهموا معهم وتحققوا الحلم الذي حلمكم به الربّ.

ليس غداً بل الآن، لأنه حَيثُ هو الآن كَنزُكَ هناك قلبُكَ الآن أيضًا (را. متى 6، 21)؛ وما يهيّمكم، لا يسيطر على خيالكم فحسب، بل يشمل كلّ شيء. يكون ما يجعلكم تستيقظون في الصباح ويحفزكم في لحظات الإرهاق، وما يكسر قلبكم ويملأكم بالدهشة والفرح والامتنان. اشعروا أنه لديكم مهمّة وتهيّموا بها، فكلّ شيء يقوم على هذا (را. بيدرو أروبي، يسوعي، ما من شيء أكثر عمليّا). يمكننا الحصول على كلّ شيء، ولكن، أيها الشبيبة، إن افتقرنا لشغف الحبّ، فسنفتقر لكلّ شيء. شغف الحبّ اليوم! لندع الربّ يهيّمنا ويحملنا نحو الغد!

ليس هناك من "غضون" بالنسبة إلى يسوع، إنما محبّة رحيمة تريد اختراق القلب وامتلاكه. فهو يريد أن يكون كنزنا، لأن يسوع ليس "غضونًا" في الحياة أو أسلوبًا عابرًا، إنما محبّة معطاء تدعونا إلى بذل أنفسنا.

إنها محبّة ملموسة، في الحاضر، قريبة وحقيقية؛ إنها فرح مبهج يولد من اختيار المشاركة في معجزة صيد الرجاء والمحبّة والتضامن والأخوّة، إزاء العديد من النظرات المشلولة والتي تشلّ من خلال الخوف والإقصاء والمضاربة والتلاعب.

أيّها الإخوة، إن الربّ ورسالته ليسا "غضونًا" في حياتنا، شيئًا عابرًا، ليسا فقط اليوم العالمي للشبيبة: إنّهم حياتنا في الحاضر وحياتنا في المسيرة!

لقد رافقتنا "نعم" مريم طيلة هذه الأيام بطريقة خاصّة، مثل موسيقى خلفيّة. فهي لم تؤمن بالله وبوعوده كشيء ممكن وحسب، لقد آمنت بالله وكانت لديها الشجاعة لتقول "نعم" للمشاركة في "ساعة" الربّ هذه. شعرت أن لديها رسالة، وتهيّمت، وقام كلّ شيء على هذا. اشعروا بأن لديكم رسالة، واسمحوا لأنفسكم بأن تتهيّموا، والربّ سوف يقرّر كلّ شيء.

وكما حدث في مجمع الناصرة، يقف الربّ مجدّدًا، في وسطنا، ووسط أصدقاءه ومعارفه، ويأخذ الكتاب ويقول: “اليوم تَمَّت هذه الآيةُ بِمَسمَعٍ مِنكُم” (لو 4، 20- 21).

أيها الشبيبة الأعزّاء، هل تريدون اختبار محبّته الملموسة؟ لتستمر الـ "نعم" التي قلتموها بكونها مدخلًا يسمح للروح القدس بأن يعطي عنصرة جديدة للعالم وللكنيسة. آمين.

[00118-AR.01] [Testo originale: Spagnolo]

Saluto finale del Santo Padre

Testo in lingua originale

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua tedesca

Traduzione in lingua portoghese

Traduzione in lingua polacca

Traduzione in lingua araba

 

Testo in lingua originale

Al final de esta celebración, doy gracias a Dios por habernos dado la posibilidad de compartir estos días y vivir nuevamente esta Jornada Mundial de la Juventud.

De modo particular quiero agradecer la presencia en esta celebración del señor Presidente de Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez, como también la de Presidentes de otras naciones y la de las demás autoridades políticas y civiles.

Agradezco a Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, su disponibilidad y su buen hacer al acoger en su Diócesis esta Jornada, así como a los demás obispos de este país y de los países vecinos, por todo lo que han realizado en sus comunidades para dar cobijo y ayuda a tantos jóvenes.

Gracias a todas aquellas personas que nos han sostenido con su oración, y que han colaborado con su esfuerzo y trabajo para hacer realidad este sueño de la Jornada Mundial de la Juventud en este país.

Y a ustedes, queridos jóvenes, un grande «gracias». Su fe y su alegría han hecho vibrar a Panamá, a América y al mundo entero. Como tantas veces escuchamos durante estos días en el Himno de esta jornada: “Somos peregrinos que venimos hoy aquí desde continentes y ciudades”. Estamos en camino, sigan caminando, sigan viviendo la fe compartan la fe. Y no se olviden que no son el mañana, no son el “mientras tanto” sino el ahora de Dios.

Ya se ha anunciado la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Les pido que no dejen enfriar lo que han vivido durante estos días. Vuelvan a su parroquias y comunidades, a sus familias y a sus amigos, transmitan lo que han vivido, para que otros puedan vibrar con esa fuerza y con esa ilusión concreta que ustedes tienen. Y con María sigan diciendo “sí” al sueño que Dios sembró en ustedes.

Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.

[00121-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

Al termine di questa celebrazione, rendo grazie a Dio per averci dato la possibilità di condividere questi giorni e vivere nuovamente questa Giornata Mondiale della Gioventù.

In modo particolare desidero ringraziare per la sua presenza a questa celebrazione il Signor Presidente di Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez, come pure i Presidenti di altre Nazioni e le altre Autorità politiche e civili.

Ringrazio Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, Arcivescovo di Panamá, per la sua disponibilità e i suoi buoni uffici per accogliere nella sua Diocesi questa Giornata, così come gli altri Vescovi di questo Paese e dei Paesi vicini, per tutto quello che hanno fatto nelle loro comunità per dare alloggio e aiuto a tanti giovani.

Grazie a tutte le persone che ci hanno sostenuto con la loro preghiera e che hanno collaborato col loro impegno e il loro lavoro per far diventare realtà il sogno della Giornata Mondiale della Gioventù in questo Paese.

E a voi, cari giovani, un grande «grazie». La vostra fede e la vostra gioia hanno fatto vibrare il Panamá, l’America e il mondo intero. Come abbiamo ascoltato tante volte in questi giorni nell’inno di questa Giornata: “Siamo pellegrini che veniamo oggi qui da continenti e città”. Siamo in cammino: continuate a camminare, continuate a vivere la fede e a condividerla. Non dimenticatevi che non siete il domani, non siete il “frattanto”, ma l’adesso di Dio.

Già è stata annunciata la sede della prossima Giornata Mondiale della Gioventù. Vi chiedo di non lasciar raffreddare ciò che avete vissuto in questi giorni. Ritornate alle vostre parrocchie e comunità, nelle vostre famiglie e dai vostri amici, trasmettete quello che avete vissuto, perché altri possano vibrare con la forza e la speranza concreta che voi avete. E con Maria continuate a dire “sì” al sogno che Dio ha seminato in voi.

E, per favore, non dimenticatevi di pregare per me.

[00121-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

A la fin de cette célébration, je rends grâce à Dieu de nous avoir donné la possibilité de partager ces journées et de vivre de nouveau ces Journées Mondiales de la Jeunesse.

En particulier, je désire remercier Monsieur Juan Carlos Varela Rodríguez, Président de Panama pour sa présence à cette célébration, comme aussi celle de Présidents d’autres nations ainsi que celle des autres Autorités politiques et civiles.

Je remercie Mgr José Domingo Ulloa Mendieta, Archevêque de Panama, pour sa disponibilité et pour avoir bien fait en sorte d’accueillir dans son diocèse ces Journées, comme aussi les autres évêques de ce pays et des pays voisins pour tout ce qu’ils ont fait dans leurs communautés pour héberger et aider tant de jeunes.

Merci à toutes les personnes qui nous ont soutenus par leur prière et qui ont collaboré par leurs efforts et leur travail pour réaliser ce rêve des Journées Mondiales de la Jeunesse dans ce pays.

Et à vous, chers jeunes, un grand merci. Votre foi et votre joie on fait vibrer à Panama, en Amérique et dans le monde entier. Comme nous l’avons entendu de nombreuses fois tous ces jours dans l’hymne de ces Journées : «Nous sommes des pèlerins qui venons ici de continents et de villes». Nous sommes en chemin, continuant à marcher, continuant à vivre la foi et à la partager. Souvenons-nous que nous ne sommes pas demain; nous ne sommes pas dans l’”entre-temps”, mais c’est l’heure de Dieu.

Le lieu des prochaines Journées Mondiales de la Jeunesse a déjà été annoncé. Je vous demande de ne pas laisser refroidir ce que vous avez vécu ces jours-ci. Retournez dans vos paroisses et vos communautés, dans vos familles et vers vos amis, transmettez ce que vous avez vécu, pour que d’autres puissent vibrer de cette force et de cette espérance concrète que vous avez. Et avec Marie, continuez de dire “oui” au rêve que Dieu a semé en vous.

Et, s’il vous plait, n’oubliez pas de prier pour moi.

[00121-FR.02] [Texte original: Espagnol]

Traduzione in lingua inglese

At the conclusion of this celebration, I thank God for having given us the opportunity to share these days together and to experience once more this World Youth Day.

In particular, I want to thank the President of Panama, Juan Carlos Varela Rodríguez, the Presidents of other nations and the other political and civil authorities for their presence at this celebration.

I thank Bishop José Domingo Ulloa Mendieta, Archbishop of Panama, for his generosity and hard work in hosting this World Youth Day in his diocese, as well as the other bishops of this and the neighbouring countries, for all they have done in their communities to provide accommodation and assistance to the great numbers of young people.

My thanks also go to all those who have supported us with their prayers, and who have helped by their efforts and hard work to make this World Youth Day dream come true in this country.

And to you, dear young people, a big “thank you”. Your faith and joy have made Panama, America and the entire world shake! As we have heard so many times in these days in the song of this World Youth Day: “As your pilgrim people we are gathered here today from every continent and city”. We are on a journey, keep walking, keep living the faith and sharing the faith. Do not forget that you are not the tomorrow, you are not the “meantime”; you are the now of God.

The venue for the next World Youth Day has already been announced. I ask you not to let the fervour of these days grow cold. Go back to your parishes and communities, to your families and your friends, and share what you have lived, so that others can resonate with the strength and concrete enthusiasm that is yours. And with Mary, keep saying “yes” to the dream that God has sown in you.

And, please, do not forget to pray for me.

[00121-EN.02] [Original text: Spanish]

Traduzione in lingua tedesca

Zum Schluss dieser Feier danke ich Gott dafür, dass er uns die Möglichkeit gegeben hat, diese Tage miteinander zu verbringen und erneut diesen Weltjugendtag zu erleben.

Insbesondere möchte ich dem Herrn Präsidenten von Panama, Juan Carlos Varela Rodríguez, für seine Anwesenheit bei dieser Feier danken wie auch allen anderen politischen und zivilen Autoritäten.

Ich danke Erzbischof José Domingo Ulloa Mendieta von Panama, für seine Hilfsbereitschaft und seine guten Dienste, um diesen Weltjugendtag in seiner Diözese auszurichten, wie auch den anderen Bischöfen dieses Landes und der benachbarten Länder für all das, was sie in ihren Gemeinschaften getan haben, um vielen jungen Menschen Unterkunft und Hilfe zu gewähren.

Danke an alle Personen, die uns mit ihrem Gebet unterstützt haben und mit ihrem Einsatz und ihrer Arbeit daran mitgewirkt haben, um den Traum des Weltjugendtags in diesem Land Wirklichkeit werden zu lassen.

Und euch, liebe junge Freunde, ein großes „Dankeschön“. Euer Glaube und eure Freude haben Panama, Amerika und die ganze Welt zum Pulsieren gebracht. Wie wir viele Male in diesen Tagen in der Hymne des Weltjugendtags gehört haben: „Aus Städten, Kontinenten und Nationen kommen wir als Pilger“. Wir sind unterwegs: Geht weiter auf dem Weg, lebt den Glauben weiter und teilt ihn miteinander. Und vergesst nicht, dass ihr nicht das Morgen seid, dass ihr ihr nicht die „Zwischenzeit“ seid, sondern das Jetzt Gottes.

Der Ort des nächsten Weltjugendtages ist bereits verkündet worden. Ich bitte euch, das, was ihr in diesen Tagen erlebt habt, nicht abkühlen zu lassen. Kehrt in eure Pfarreien und eure Gemeinschaften zurück, in eure Familien und zu euren Freunden. Gebt das, was ihr erlebt habt, weiter, damit andere den Schwung der Kraft und der konkreten Hoffnung leben, die euch erfüllt. Und sagt auch weiterhin mit Maria „ja“ zu dem Traum, den Gott in euch gesät hat.

Und bitte, vergesst nicht, für mich zu beten.

[00121-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]

Traduzione in lingua portoghese

No final desta celebração, dou graças a Deus por nos ter concedido a possibilidade de compartilharmos estes dias, vivendo mais uma Jornada Mundial da Juventude.

De modo particular, desejo agradecer a presença nesta celebração do Senhor Presidente do Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez, dos Presidentes doutras nações e das demais Autoridades políticas e civis.

Agradeço ao Arcebispo de Panamá, D. José Domingo Ulloa Mendieta, a sua disponibilidade e mediação para hospedar na sua diocese esta Jornada, bem como aos outros Bispos deste país e países vizinhos, por tudo o que fizeram nas suas comunidades para dar abrigo e ajuda a tantos jovens.

Obrigado a todas as pessoas que nos apoiaram com a sua oração e colaboraram com a sua dedicação e trabalho para tornar realidade o sonho da Jornada Mundial da Juventude neste país.

E a vós, queridos jovens, um grande «obrigado»! A vossa fé e alegria fizeram vibrar o Panamá, a América e o mundo inteiro. Como muitas vezes ouvimos, durante estes dias, no hino desta Jornada: «Somos peregrinos e viemos hoje aqui de tantos continentes e cidades». Estamos a caminho: continuai a caminhar, continuai a viver a fé e a partilhá-la. Não vos esqueçais que não sois o amanhã, não sois o «entretanto», mas o agora de Deus.

Já foi anunciado o local da próxima Jornada Mundial da Juventude. Peço-vos para não deixar resfriar o que vivestes nestes dias. Regressai às vossas paróquias e comunidades, às vossas famílias e aos vossos amigos, transmiti aquilo que vivestes, para que outros possam vibrar com a força e a esperança concreta que vós tendes. E com Maria, continuai a dizer «sim» ao sonho que Deus semeou em vós.

E, por favor, não vos esqueçais de rezar por mim!

[00121-PO.02] [Texto original: Espanhol]

Traduzione in lingua polacca

Na zakończenie tej celebracji dziękuję Bogu za to, że dał nam możliwość dzielenia tych dni i ponownego przeżycia tego Światowego Dnia Młodzieży.

W szczególności pragnę podziękować za obecność podczas tej celebracji prezydentowi Panamy, Juanowi Carlosowi Varela Rodriguezowi, a także prezydentom innych państw oraz przedstawicielom władz politycznych i cywilnych.

Dziękuję arcybiskupowi José Domingo Ulloa Mendietcie, arcybiskupowi Panamy, za jego dyspozycyjność i jego zaangażowanie, by ugościć w swojej diecezji ten Dzień, a także innym biskupom tego kraju oraz krajów sąsiednich, za to wszystko, co uczynili w swoich wspólnotach, aby udzielić dachu nad głową i pomocy tak wielu ludziom młodym.

Dziękuję wszystkim, którzy wspierali nas modlitwą i którzy współpracowali swoimi wysiłkami i pracą, aby marzenie Światowego Dnia Młodzieży w tym kraju stało się rzeczywistością.

A wam, drodzy młodzi, wielkie „dziękuję”. Wasza wiara i radość wprawiły w drganie Panamę, Amerykę i cały świat. Jak wiele razy słyszeliśmy w tych dniach w hymnie Dnia: „Jako pielgrzymi przybywamy dzisiaj tu z różnych kontynentów i miast”. Jesteśmy w drodze: idźcie dalej, żyjcie wiarą i dzielcie się nią. Nie zapominajcie, że nie jesteście jutrem, nie jesteście „międzyczasem”, lecz Bożym teraz.

Zostało już ogłoszone miejsce kolejnego Światowego Dnia Młodzieży. Proszę was, abyście nie ostudzili tego, co przeżyliście w tych dniach. Powróćcie do swoich parafii i wspólnot, do swoich rodzin i przyjaciół, przekażcie to, co przeżyliście, aby inni mogli wibrować z tą siłą i konkretną nadzieją, jaką wy macie. I razem z Maryją stale mówcie „tak” marzeniu, jakie zasiał w was Bóg.

I proszę, nie zapomnijcie modlić się za mnie.

[00121-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua araba

أشكر الله، في نهاية هذا الاحتفال، لأنه أعطانا الفرصة للمشاركة بهذه الأيام ولعيش اليوم العالمي للشبيبة مرّة أخرى.

وأودّ أن أشكر بشكل خاص فخامة الرئيس، السيّد خوان كارلوس فاريلا رودريغيز، على حضوره هذا الاحتفال، وكذلك رؤساء الدول الأخرى، كما وجميع السلطات السياسيّة والمدنيّة الأخرى.

أشكر رئيس الأساقفة خوسيه دومينغو أولوا ميندييتا، رئيس أساقفة بنما، على استعداده ومساعيه الحميدة لاستضافة هذا اليوم في أبرشيته، وكذلك أساقفة هذا البلد والدول المجاورة، على كلّ ما فعلوه في أبرشيّاتهم المحلّية، كي يستضيفوا العديد من الشبيبة ويساعدوهم.

شكرًا لجميع الأشخاص الذين دعمونا بصلواتهم والذين ساهموا عبر التزامهم وعملهم بجعل حلم اليوم العالمي للشبيبة يتحقّق في هذه البلاد.

ولكم أيها الشبيبة الأعزّاء، أوجّه شكرًا جزيلًا. لقد هزّ إيمانكم وفرحكم بنما وأميركا والعالم كلّه. كما سمعنا عدّة مرّات هذه الأيام في ترنيمة اليوم العالمي للشبيبة: "نحن حجّاج نأتي إلى هنا اليوم من القارات والمدن". نحن في مسيرة: استمرّوا في السير، واستمروا في عيش الإيمان والمشاركة به. لا تنسوا أنكم لستم الغد، لستم "الغضون"، بل أنتم حاضر الله.

لقد تمّ الإعلان عن مكان انعقاد اليوم العالمي للشبيبة المقبل. أطلب منكم ألّا تدعوا يبرد ما قد عشتموه هذه الأيام. عودوا إلى رعاياكم ومجتمعاتكم، وعائلاتكم وأصدقائكم، وانقلوا ما عشتموه، حتى يهتزّ الآخرون بالقوّة والرجاء الملموس اللذين في داخلكم. ومع مريم، استمرّوا في قول "نعم" للحلم الذي زرعه الله فيكم.

ورجاءً لا تنسوا أن تصلّوا من أجلي.

[00121-AR.01] [Testo originale: Spagnolo]

[B0070-XX.02]