Visita al “Centro Penitenciario Femenino” di Santiago
Discorso del Santo Padre
Traduzione in lingua italiana
Traduzione in lingua francese
Traduzione in lingua inglese
Traduzione in lingua tedesca
Traduzione in lingua portoghese
Traduzione in lingua polacca
Nel pomeriggio, lasciata la Nunziatura Apostolica, il Santo Padre si è trasferito in auto al “Centro Penitenciario Femenino” di Santiago.
Al Suo arrivo, alle ore 16 locali (20 ora di Roma), il Papa è stato accolto, nei pressi della Cappella, dalla Comandante della struttura carceraria e dai 5 Cappellani. Dopo l’omaggio floreale di due recluse insieme ai loro bambini, Papa Francesco si è recato nella palestra del Centro dove lo attendevano la Suora responsabile della Pastorale e una rappresentanza di recluse.
Dopo un breve indirizzo di saluto della responsabile della Pastorale, la testimonianza di una detenuta e l’esecuzione di un canto del coro del carcere, il Santo Padre ha rivolto il suo saluto ai presenti.
Dopo lo scambio dei doni ed una foto con le Guardie Carcerarie, il Papa si è recato in auto alla Cattedrale di Santiago.
Pubblichiamo di seguito il discorso che il Papa ha pronunciato nel corso della visita al “Centro Penitenciario Femenino”:
Discorso del Santo Padre
Queridas hermanas y hermanos:
Gracias, gracias, gracias por lo que hicieron y gracias por la oportunidad que me dan para visitarlas. Para mí es importante compartir este tiempo con ustedes y poder estar más cerca de tantos hermanos nuestros que hoy están privados de la libertad. Gracias, Hna. Nelly, por sus palabras y especialmente por testimoniar que la vida triunfa siempre sobre la muerte, siempre. Gracias, Janeth, por animarte a compartir con todos nosotros tus dolores y ese valiente pedido de perdón. ¡Cuánto tenemos que aprender de esa actitud tuya llena de coraje y humildad! Te cito: «Pedimos perdón a todos los que herimos con nuestros delitos». Gracias por recordarnos esa actitud sin la cual nos deshumanizamos, todos tenemos que pedir perdón, yo primero, todos, eso los humaniza. Sin esta actitud de pedir perdón perdemos la conciencia de que nos equivocamos y que nos podemos equivocar y que cada día estamos invitados a volver a empezar, de una u otra manera.
También ahora me viene al corazón la frase de Jesús: «El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra» (Jn 8,7). ¡La conocéis bien! ¿Y saben qué suelo hacer yo en los sermones cuando hablo de que todos tenemos algo adentro o por debilidad, o porque siempre caemos, o lo tenemos muy escondido? Le digo a la gente: “A ver, todos somos pecadores, todos tenemos pecados. No sé, ¿acá hay alguno que no tiene pecados?. Levante la mano”. Ninguno se anima a levantar la mano. Él nos invita, Jesús, a dejar la lógica simplista de dividir la realidad en buenos y malos, para ingresar en esa otra dinámica capaz de asumir la fragilidad, los límites e incluso el pecado, para ayudarnos a salir adelante.
Cuando ingresaba, me esperaban las madres con sus hijos. Ellos me dieron la bienvenida, que bien se puede expresar en dos palabras: madre e hijos.
Madre: muchas de ustedes son madres y saben qué significa gestar la vida. Han sabido «cargar» en su seno una vida y la gestaron. La maternidad nunca es ni será un problema, es un don, es uno de los regalos más maravillosos que puedan tener. Y hoy tienen un desafío muy parecido: se trata también de gestar vida. Hoy a ustedes se les pide que gesten el futuro. Que lo hagan crecer, que lo ayuden a desarrollarse. No solamente por ustedes, sino por sus hijos y por la sociedad toda. Ustedes, las mujeres, tienen una capacidad increíble de poder adaptarse a las situaciones y salir adelante. Quisiera hoy apelar a esa capacidad de gestar futuro, capacidad de gestar futuro que vive en cada una de ustedes. Esa capacidad que les permite luchar contra los tantos determinismos «cosificadores», es decir, que transforman a las personas en cosas, que terminan matando la esperanza. Ninguno de nosotros es cosa, todos somos personas y como personas tenemos esa dimensión de esperanza. No nos dejemos “cosificar”: No soy un número, no soy el detenido número tal, soy fulano de tal que gesta esperanza, porque quiere parir esperanza.
Estar privadas de la libertad, como bien nos decías, Janeth, no es sinónimo de pérdida de sueños y de esperanzas. Es verdad, es muy duro, es doloroso, pero no quiere decir perder la esperanza, no quiere decir dejar de soñar. Ser privado de la libertad no es lo mismo que el estar privado de la dignidad, no, no es lo mismo. La dignidad no se toca a nadie, se cuida, se custodia, se acaricia. Nadie puede ser privado de la dignidad. Ustedes están privadas de la libertad. De ahí que es necesario luchar contra todo tipo de corsé, de etiqueta que diga que no se puede cambiar, o que no vale la pena, o que todo da lo mismo. Como dice el tango argentino: “dale que va, que todo es igual, que allá en el horno nos vamos a encontrar..”. No es todo lo mismo, no es todo lo mismo. Queridas hermanas, ¡no! Todo no da lo mismo. Cada esfuerzo que se haga por luchar por un mañana mejor —aunque muchas veces pareciera que cae en saco roto— siempre dará fruto y se verá recompensado.
La segunda palabra es hijos: ellos son fuerza, son esperanza, son estímulo. Son el recuerdo vivo de que la vida se construye para delante y no hacia atrás. Hoy estás privada de libertad, eso no significa que esta situación sea el fin. De ninguna manera. Siempre mirar el horizonte, hacia adelante, hacia la reinserción en la vida corriente de la sociedad. Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura. Toda pena que uno está llevando adelante para pagar una deuda con la sociedad tiene que tener horizonte, es decir, el horizonte de reinsertarme de nuevo y prepararme para la reinserción. Eso exíjanlo a ustedes mismas y a la sociedad. Miren siempre el horizonte, hacia adelante, hacia la reinserción de la vida corriente de la sociedad. Por eso, celebro e invito a intensificar todos los esfuerzos posibles para que los proyectos como el Espacio Mandela y la Fundación Mujer Levántate puedan crecer y robustecerse.
El nombre de la Fundación me hace recordar ese pasaje evangélico donde muchos se burlaban de Jesús por decir que la hija del jefe de la sinagoga no estaba muerta, sino dormida. Se burlaban, se reían de él. Frente a la burla, la actitud de Jesús es paradigmática; entrando donde la chica estaba, la tomó de la mano y le dijo: «¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!» (Mc 5,41). Para todos estaba muerta, para Jesús no. Ese tipo de iniciativas son signo vivo de que este ese Jesús que entra en la vida de cada uno de nosotros, que va más allá de toda burla, que no da ninguna batalla por perdida con tal de tomarnos las manos e invitarnos a levantarnos. Qué bueno que haya cristianos, que haya personas de buena voluntad, que haya personas de cualquier creencia, de cualquier opción religiosa en la vida o no religiosa pero de buena voluntad que sigan las huellas de Jesús y se animen a entrar y a ser signo de esa mano tendida que levanta. Yo te lo pido, ¡levántate! Siempre levantando.
Todos sabemos que muchas veces, lamentablemente, la pena de la cárcel puede ser pensada o reducida a un castigo, sin ofrecer medios adecuados para generar procesos. Es lo que les decía yo sobre la esperanza, es mirar adelante, generar procesos de reinserción. Este tiene que ser el sueño de ustedes: la reinserción. Y si es larga llevar este camino, hacer lo mejor posible para que sea más corta, pero siempre reinserción. La sociedad tiene la obligación, obligación de reinsertarlas a todas. Cuando digo reinsertarlas, digo reinsertarlas a cada una, cada una con el proceso personal de reinserción, una por un camino, otra por otro, una más tiempo, otra menos tiempo, pero es una persona que está en camino hacia la reinserción. Y eso métanselo en la cabeza y exíjanlo. Esto es generar un proceso. En cambio, estos espacios que promueven programas de capacitación laboral y acompañamiento para recomponer vínculos son signo de esperanza y de futuro. Ayudemos a que crezcan. La seguridad pública no hay que reducirla sólo a medidas de mayor control sino, y sobre todo, edificarla con medidas de prevención, con trabajo, educación y mayor comunidad.
Quiero decir que con estos pensamientos quiero bendecir a todos ustedes y también saludar a los agentes de pastoral, a los voluntarios, a los profesionales y, de manera especial, a los funcionarios de Gendarmería y a sus familias. Rezo por ustedes. Ustedes tienen una tarea delicada, una tarea compleja, y por eso los invito, a ustedes, a las autoridades a que puedan también darles, a ustedes las condiciones necesarias para desarrollar su trabajo con dignidad. Dignidad que genera dignidad. La dignidad se contagia, se contagia más que la gripe, la dignidad se contagia, la dignidad genera dignidad.
A María, ella que es Madre y para la cual somos hijos —ustedes son sus hijas—, le pedimos que interceda por ustedes, por cada uno de sus hijos, por las personas que tienen en el corazón, y los cubra con su manto. Y, por favor, les pido que recen por mí porque lo necesito. Gracias.
[00054-ES.02] [Texto original: Español]
Traduzione in lingua italiana
Care sorelle e fratelli,
Grazie, grazie, grazie per quello che avete fatto, e grazie per l’opportunità che mi offrite di potervi visitare: per me è importante condividere questo tempo con voi e poter essere più vicino a tanti nostri fratelli che oggi sono privi della libertà. Grazie Suor Nelly per le Sue parole e specialmente per la testimonianza che la vita trionfa sempre sulla morte. Sempre. Grazie Janeth per aver avuto il coraggio di condividere con tutti noi i tuoi dolori e quella coraggiosa richiesta di perdono. Quanto abbiamo da imparare da questo tuo atteggiamento pieno di coraggio e umiltà! Ti cito: “Chiediamo perdono a tutti quelli che abbiamo ferito con i nostri delitti”. Grazie perché ci ricordi questo atteggiamento senza il quale noi ci disumanizziamo. Tutti noi dobbiamo chiedere perdono, io per primo, tutti. Questo ci umanizza. Senza questo atteggiamento di chiedere perdono, perdiamo la coscienza di aver sbagliato e che ogni giorno siamo chiamati a ricominciare, in un modo o nell’altro.
In questo momento il cuore mi fa anche ricordare la frase di Gesù: «Chi di voi è senza peccato, getti per primo la pietra contro di lei» (Gv 8,7) [il Papa sente che alcune detenute la citano insieme con lui]… la conoscete bene! E sapete cosa dico spesso nelle omelie quando parlo del fatto che tutti abbiamo qualcosa dentro, o per debolezza, o perché sempre cadiamo, e l’abbiamo molto nascosto? Dico alle persone: “Tutti siamo peccatori, abbiamo tutti dei peccati. Non so: c’è qualcuno qui che non ha peccati? Alzi la mano…”. Nessuno ha il coraggio di alzare la mano! Egli ci invita – Gesù – ad abbandonare la logica semplicistica di dividere la realtà in buoni e cattivi, per entrare in quell’altra dinamica capace di assumere la fragilità, i limiti e anche il peccato, per aiutarci ad andare avanti.
Quando sono entrato, mi aspettavano le mamme con i loro figli Sono stati loro a darmi il benvenuto, che si può esprimere in due parole: madre e figli.
Madre: molte di voi sono madri e sapete cosa significa dare la vita. Avete saputo “portare” nel vostro seno una vita e l’avete data alla luce. La maternità non è e non sarà mai un problema, è un dono, è uno dei più meravigliosi regali che potete avere. Oggi siete di fronte a una sfida molto simile: si tratta ancora di generare vita. Oggi a voi è chiesto di dare alla luce il futuro. Di farlo crescere, di aiutarlo a svilupparsi. Non solo per voi, ma per i vostri figli e per tutta la società. Voi, donne, avete una capacità incredibile di adattarvi alle situazioni e di andare avanti. Vorrei oggi fare appello alla capacità di generare futuro. Capacità di generare futuro che vive in ognuna di voi. Quella capacità che vi permette di lottare contro i tanti determinismi “cosificatori”, cioè che trasformano le persone in cose, che finiscono per uccidere la speranza. Nessuno di noi è una cosa: siamo tutti persone, e come persone abbiamo questa dimensione della speranza. Non lasciamoci “cosificare”. Non sono un numero, non sono il detenuto numero tale, sono Tizio o Caio che porta dentro di sé la speranza e vuole dare alla luce speranza.
Essere private della libertà, come ci diceva bene Janeth, non è sinonimo di perdita di sogni e di speranze. E’ vero, è molto duro, è doloroso, ma non vuol dire perdere la speranza. Non vuol dire smettere di sognare. Essere privato della libertà non è la stessa cosa che essere privo di dignità, no, non è la stessa cosa. La dignità non si tocca, a nessuno. Si cura, si custodisce, si accarezza. Nessuno può essere privato della dignità. Voi siete private della libertà. Da qui consegue che bisogna lottare contro ogni tipo di cliché, di etichetta che dica che non si può cambiare, o che non ne vale la pena, o che il risultato è sempre lo stesso. Come dice il tango argentino: “Dai, avanti così, che tutto è uguale, che là all’inferno ci ritroveremo…”. No, non è tutto lo stesso. Care sorelle, no! Non è vero che il risultato è sempre lo stesso. Ogni sforzo fatto lottando per un domani migliore – anche se tante volte potrebbe sembrare che cada nel vuoto – darà sempre frutto e vi verrà ricompensato.
La seconda parola è figli: essi sono forza, sono speranza, sono stimolo. Sono il ricordo vivo che la vita si costruisce guardando avanti e non indietro. Oggi siete private della libertà, ma ciò non vuol dire che questa situazione sia definitiva. Niente affatto. Sempre guardare l’orizzonte, in avanti, verso il reinserimento nella vita ordinaria della società. Una pena senza futuro, una condanna senza futuro non è una condanna umana: è una tortura. Ogni pena che una persona si trova a scontare per pagare un debito con la società, deve avere un orizzonte, l’orizzonte di reinserirmi di nuovo e quindi di prepararmi al reinserimento. Questo esigetelo, da voi stesse e dalla società. Guardate sempre l’orizzonte, guardate sempre avanti verso il reinserimento nella vita ordinaria della società. Per questo, apprezzo e invito a intensificare tutti gli sforzi possibili affinché i progetti come “Espacio Mandela” e “Fundación Mujer levántate” possano crescere e rafforzarsi.
Il nome di questa Fondazione mi fa ricordare quel passo evangelico in cui molti prendevano in giro Gesù perché diceva che la figlia del capo della sinagoga non era morta, ma addormentata. Lo deridevano per questo. Di fronte allo scherno, l’atteggiamento di Gesù è paradigmatico: entrando dove stava la ragazza, la prese per mano e le disse: «Fanciulla, io ti dico: alzati!» (Mc 5,41). Per tutti era morta, per Gesù no. Questo tipo di iniziative sono segno vivo di Gesù che entra nella vita di ognuno di noi, che va oltre ogni scherno, che non dà per persa nessuna battaglia, ci prende per mano e ci invita ad alzarci. Che bello che ci siano cristiani e persone di buona volontà, che ci siano persone di qualunque credenza, di qualunque scelta religiosa nella vita, o anche non religiosa, ma di buona volontà, che seguono le orme di Gesù, che hanno il coraggio di entrare ed essere segno di quella mano tesa cha fa rialzare. Io te lo chiedo: alzati! Sempre rialzarsi.
Tutti sappiamo che molte volte, purtroppo, la pena del carcere si riduce soprattutto a un castigo, senza offrire strumenti adeguati per attivare processi. E’ quello che dicevo della speranza: guardare avanti, generare processi di reinserimento. Questo dev’essere il vostro sogno: il reinserimento. E se è lungo portare avanti questo cammino, fare il meglio possibile perché sia più breve. Ma sempre reinserimento. La società ha l’obbligo – l’obbligo! – di reinserire tutte voi. Quando dico “reinserire tutte voi”, dico reinserire ognuna di voi, ognuna con un processo personale di reinserimento: una con un cammino, un’altra con un altro, una per un tempo più lungo, un’altra più corto; ma una persona che è in cammino verso il reinserimento. Questo dovete mettervelo in testa e dovete esigerlo. E questo vuol dire generare un processo, attivare un processo. E questi spazi che promuovono programmi di apprendistato lavorativo e di accompagnamento per ricomporre legami sono segno di speranza e di futuro. Adoperiamoci perché crescano. La sicurezza pubblica non va ridotta solo a misure di maggior controllo ma soprattutto va costruita con misure di prevenzione, col lavoro, l’educazione e più vita comunitaria.
Con questi pensieri voglio benedire tutte voi e anche salutare gli operatori pastorali, i volontari, il personale e, in modo speciale, i funzionari della Gendarmeria e le loro famiglie. Prego per voi. Voi avete un compito delicato e complesso, e per questo auspico che le Autorità possano assicurarvi anche le condizioni necessarie per svolgere il vostro lavoro con dignità. Dignità che genera dignità. La dignità si contagia, si contagia più dell’influenza; la dignità si contagia. La dignità genera dignità.
A Maria, che è Madre e per la quale siamo figli – e voi siete sue figlie –, chiediamo che interceda per voi, per ognuno dei vostri figli, per le persone che avete nel cuore, e vi copra col suo mantello. E, per favore, vi chiedo di pregare per me, perché ne ho bisogno. Grazie.
[00054-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]
Traduzione in lingua francese
Chers sœurs et frères,
Merci, merci, merci pour ce que vous avez fait et merci pour l’occasion que vous m’offrez de vous rendre visite ; il est important pour moi de partager ce temps avec vous et de pouvoir être plus proche de beaucoup de nos frères qui aujourd’hui sont privés de la liberté. Merci, Sœur Nelly, de vos paroles et surtout de témoigner que la vie triomphe toujours de la mort, toujours. Merci Janeth de vouloir partager, avec nous tous, tes douleurs et cette courageuse demande de pardon. Que de choses devons-nous apprendre de ton attitude de courage et d’humilité ! Je te cite : « Nous demandons pardon à tous ceux que nous avons blessés par nos délits ». Merci de nous rappeler cette attitude sans laquelle nous nous déshumanisons, nous devons tous demander pardon, moi le premier, tous, cela nous humanise. Sans cette attitude de demande de pardon, nous perdons conscience du fait que nous nous trompons, que nous pouvons nous tromper et que chaque jour nous sommes invités à recommencer, de l’une ou de l’autre manière.
À l’instant même me vient aussi à l’esprit la phrase de Jésus : « Celui […] qui est sans péché, qu’il soit le premier à jeter une pierre » (Jn 8, 7). Et savez-vous ce que j’ai l’habitude de faire dans les homélies quand je dis que nous avons tous quelque chose à l’intérieur ou à cause de la faiblesse, ou parce que nous tombons toujours, ou que nous le tenons bien caché ? Je dis aux gens : Voyons, nous sommes tous pécheurs, nous avons tous des péchés. Je ne sais pas, y-a-t-il quelqu’un exempt de péchés ? Levez la main. Personne n’a le courage de lever la main. Il nous invite, Jésus, à abandonner la logique simpliste de diviser la réalité entre bons et mauvais, pour entrer dans cette autre dynamique à même d’assumer la fragilité, les limites et y compris le péché, pour nous aider à aller de l’avant.
Quand je suis entré, des mères m’attendaient avec leurs enfants. Ils m’ont souhaité la bienvenue, qu’on peut bien exprimer en deux mots : mères et enfants.
Mère : beaucoup d’entre vous sont des mères et savent ce que signifie donner la vie. Vous avez su ‘‘porter’’ dans votre sein une vie et engendrer. La maternité n’est jamais ni ne sera jamais un problème, elle est un don, elle est l’un des présents les plus merveilleux que vous puissiez avoir. Et aujourd’hui, vous vous trouvez devant un défi très semblable : il s’agit aussi de donner la vie. Aujourd’hui, on vous demande d’engendrer l’avenir. De le faire grandir, de l’aider à se développer. Non seulement pour vous, mais aussi pour vos enfants et pour la société tout entière. Vous, les femmes, vous avez une capacité incroyable de pouvoir vous adapter aux situations et d’aller de l’avant. Je voudrais en ce jour faire appel à cette capacité de faire naître l’avenir, capacité de faire naître l’avenir qui vit en chacune d’entre vous. Cette capacité qui vous permet de lutter contre les nombreux déterminismes ‘‘chosifiants’’, c’est-à-dire qui transforment les personnes en choses, qui finissent par tuer l’espérance. Personne d’entre nous n’est une chose, nous sommes tous des personnes et en tant que personnes nous avons cette dimension d’espérance. Ne nous laissons pas ‘‘chosifier’’ : je ne suis pas un numéro, je ne suis pas le détenu numéro tant, je suis un tel qui fait naître l’espérance, parce qu’il veut enfanter l’espérance.
Être privé de la liberté, comme tu le disais si bien Janet, n’est pas synonyme de perdre les rêves et l’espérance. C’est vrai, c’est très dur, c’est douloureux, mais cela ne veut pas dire perdre l’espérance, cela ne veut pas dire arrêter de rêver. Être privé de la liberté, ce n’est pas la même chose que d’être privé de la dignité, non, ce n’est pas la même chose. On ne touche la dignité de personne, on en prend soin, on la garde, on la caresse. Personne ne peut être privé de la dignité. Vous êtes privées de la liberté. D’où la nécessité de lutter contre tout type de carcan, d’étiquette selon lesquels on ne peut pas changer, ou que cela ne vaut pas la peine, ou que tout revient au même. Comme le dit le tango argentin : “Vas-y aussi, tout est pareil, nous nous retrouverons tous dans le four…”. Tout ne se vaut pas, tout ne se vaut pas ! Chères sœurs, non ! Tout ne revient pas au même. Chaque effort qui se fait pour lutter en vue d’un lendemain meilleur – même si bien des fois il semble tomber dans un sac troué – portera toujours des fruits et sera récompensé.
Le deuxième mot, c’est enfants : ils sont force, ils sont espérance, ils sont encouragement. Ils sont le souvenir vivant du fait que la vie se construit vers l’avenir et non vers le passé. Aujourd’hui tu es privée de liberté, cela ne signifie pas que cette situation marque la fin. D’aucune manière ! Il faut toujours regarder l’horizon, vers l’avenir, vers la réinsertion dans la vie courante de la société. Une condamnation sans avenir n’est pas une condamnation humaine, c’est une torture. Toute peine que quelqu’un accomplit pour payer une dette à la société doit avoir un horizon ; c’est-à-dire l’horizon de me réinsérer de nouveau et de me préparer à la réinsertion. Cela, exigez-le de vous-mêmes et de la société. Regardez toujours l’horizon, en avant, vers la réinsertion dans la vie courante de la société. C’est pourquoi, je loue et invite à intensifier tous les efforts possibles pour que les projets comme l’Espace Mandela et la Fondation Femme, lève-toi puissent gagner en importance et se renforcer.
Le nom de la Fondation semble me rappeler cette scène de l’Évangile où beaucoup se moquaient de Jésus parce qu’il a dit que la fille du chef de la synagogue n’était pas morte, mais qu’elle dormait. Ils se moquaient, ils riaient de lui. Face aux moqueries, l’attitude de Jésus est pragmatique : en entrant là où la fille était, il la prit par la main et lui dit : « Jeune fille, je te le dis, lève-toi » (Mc 5, 21). Pour tous, elle était morte ; pour Jésus, non. Ce genre d’initiatives constitue un signe vivant de ce Jésus qui entre dans la vie de chacun d’entre nous, qui va au-delà de toute moquerie, qui ne considère aucune bataille comme perdue, au point de nous prendre par la main et de nous inviter à nous lever. Qu’il est bon qu’il y ait des chrétiens, qu’il y ait des personnes de bonne volonté, qu’il y ait des personnes de quelque croyance que ce soit, de quelque option religieuse dans la vie, ou non religieuse mais de bonne volonté, qui suivent les traces de Jésus et qui soient déterminés à entrer et à être signe cette main tendue qui relève ! Je te le demande lève-toi ! Toujours se lever.
Nous savons tous que souvent, malheureusement, la peine de prison peut être considérée ou réduite à une punition, sans offrir des moyens adéquats afin de créer des processus. C’est ce que je vous disais sur l’espérance, c’est regarder en avant, générer des processus de réinsertion. Cela doit être votre rêve : la réinsertion. Et si elle est longue, parcourir ce chemin le mieux possible pour qu’elle soit plus courte, mais toujours la réinsertion. La société a l’obligation, l’obligation de vous réinsérer toutes. Quand je dis vous réinsérer toutes, je dis vous réinsérer chacune, chacune avec son parcours personnel de réinsertion, l’une par un chemin, l’autre par un autre, l’une en plus de temps, l’autre en moins de temps ; mais c’est une personne qui est en cheminement vers la réinsertion. Et cela mettez-le vous dans la tête et exigez-le. C’est cela générer un processus. En revanche, ces espaces qui promeuvent des programmes de formation au travail et un accompagnement pour recoudre les liens sont un signe d’espérance et d’avenir. Aidons à ce qu’ils grandissent. Il ne faut pas réduire la sécurité publique à des mesures de contrôle accentué, mais et surtout, il faut l’édifier sur des mesures de prévention, sur le travail, sur l’éducation et en faisant grandir la communauté.
Je veux dire qu’avec ces pensées j’aimerais vous bénir toutes et aussi saluer les agents pastoraux, les volontaires, les professionnels et, de manière spéciale, les fonctionnaires de la Gendarmerie et leurs familles. Je prie pour vous. Vous avez une tâche délicate, une tâche complexe, et pour cela je demande aux Autorités de vous permettre d’avoir les conditions nécessaires pour accomplir votre travail dans la dignité. Dignité qui engendre dignité. La dignité se transmet par contagion, elle se transmet plus que la grippe, la dignité se transmet, la dignité génère la dignité.
À Marie, qui est Mère et dont nous sommes les enfants, dont vous êtes les filles, nous demandons d’intercéder pour vous, pour chacun de ses enfants, pour les personnes que vous portez dans vos cœurs, et de vous couvrir de son manteau. Et s’il vous plaît, je vous demande de prier pour moi, parce que j’en ai besoin. Merci.
Et ces fleurs que vous m’avez offertes, je les porterai à la Vierge au nom de vous toutes. De nouveau, merci!
[00054-FR.02] [Texte original: Espagnol]
Traduzione in lingua inglese
Dear Sisters and Brothers:
Thank you, thank you, thank you for what you have done and thank you for giving me this opportunity to visit you. For me it is important to share this time with you and draw closer to our many brothers and sisters presently deprived of their freedom. Thank you, Sister Nelly, for your kind words and especially for testifying that life always triumphs over death, always. Thank you, Janeth, for coming forward and sharing your hurt with all of us, and for your courageous request for forgiveness. How much we all have to learn from your act of courage and humility! I quote your words: “We ask forgiveness from all those whom we have harmed by our misdeeds”. I thank you for reminding us that without this attitude we lose our humanity, all of us need to ask forgiveness, me first of all, all of us, that is what makes us human. Without this attitude of asking forgiveness, we forget that we did wrong and that we can make mistakes and that every day is an invitation to start over, one way or another.
I also think of the words of Jesus: “Let him who is without sin among you be the first to throw a stone” (Jn 8:7). And do you know what I tend to do in my homilies when I speak about all of us having something inside either due to weakness or because we fall or because we hide it well? I tell the people: Let’s see, we are all sinners, we all have sins. I don’t know, is there anyone here without sin? Raise your hand. No one dares raise their hand. Jesus asks us to leave behind the simplistic way of thinking that divides reality into good and bad, and to enter into that other mindset that recognizes our weaknesses, limitations and even sins, and thus helps us to keep moving forward.
As I came in, some mothers met me with their children. They welcomed me, and their welcome can nicely be expressed in two words: mother and children.
Mother. Many of you are mothers and you know what it means to bring a new life into the world. You were able to “take upon yourself” a new life and bring it to birth. Motherhood is not, and never will be a problem. It is a gift, and one of the most wonderful gifts you can ever have. Today you face a very real challenge: you also have to care for that life. You are asked to care for the future. To make it grow and to help it to develop. Not just for yourselves, but for your children and for society as a whole. As women, you have an incredible ability to adapt to new circumstances and move forward. Today I appeal to that ability to bring forth the future that is alive in each one of you. That ability enables you to resist everything that might rob you of your identity and end up by killing your hope. None of us are things, we are all persons and as such we have the dimension of hope. Let us not be robbed of our identity. I am not a number, I am not a prisoner with a given number, I have a name and I have the ability to bring forth hope, because I want to give birth to hope.
Janeth was right: losing our freedom does not mean losing our dreams and hopes. This is true, it is very painful, but this does not mean losing hope, nor losing the ability to dream. Losing our freedom is not the same thing as losing our dignity, it is not the same thing. Dignity must not be touched, it must be cared for, protected, and shown tenderness. No one must be deprived of dignity. You are deprived of freedom. That is why we need to reject all those petty clichés that tell us we can’t change, that it’s not worth trying, that nothing will make a difference. As the Argentinean tango says: “Go ahead, keep it up, we’ll all meet there in hell”. It’s not true that we cannot make a difference. No, dear sisters! Some things do make a difference! All those efforts we make to build for a better future – even if often it seems they just go down the drain – all of them will surely bear fruit and be rewarded.
The second word is children. Children are our strength, our future, our incentive. They are a living reminder that life has to be lived for the future, not remain in the past. Today your freedom has been taken away, but that is not the last word. Not at all! Keep looking forward. Look ahead to the day when you will return to life in society. A prison sentence without a future is not a human sentence, it is torture. Every sentence being lived out to pay a debt to society must have a perspective, that is, it must have the horizon of reintegration and preparation for being reintegrated. This is something you must demand of society. Always have this outlook, look forwards, towards reintegration into today’s society. For this reason, I applaud and encourage every effort to spread and support projects like Espacio Mandela and the Fundación Mujer levántate.
The name of that Foundation makes me think of the Gospel passage where people laughed at Jesus because he said that the daughter of the synagogue leader wasn’t dead, but only asleep. They laughed at him. Jesus showed us how to meet that kind of derision: he went straight to her room, took her by the hand and said: “Little girl, I say to you, get up!” (Mk 5:41). For all, the girl was dead, but for Jesus, not so. Projects like those I mentioned are a living sign of this Jesus, who enters into each of our homes, pays no attention to ridicule and never gives up. He takes us by the hand and tells us to “get up”. It is wonderful that so many Christians and people of good will, that there are people of different beliefs in life or who have no religion but show good will, who follow in the footsteps of Jesus and decide to come here to be a sign of that outstretched hand us that lifts us up. I ask you: “Get up”. Always get up.
We all know that, sadly, a jail sentence can be thought of or reduced to the idea of a punishment, offering no opportunities for personal growth. This is what I was explaining about hope, about looking forwards, generating processes of reintegration. This must be your dream: reintegration. If the path is long, do your best to make it shorter, but always with the idea of reintegration. Society has an obligation – an obligation – to provide for your reintegration, for all of you. When I say this, I mean to reintegrate each of you in your own personal way. One will do it one way, another will do it in a different way. One will take more time, another less. But it is always a person who is being reintegrated. Please have this firmly in your minds and demand it. This is what it means to generate a process. On the contrary, those initiatives that offer job training and help to rebuild relationships are signs of hope for the future. Let us help them to grow. Public order must not be reduced to stronger security measures, but should be concerned primarily with preventive measures, such as work, education, and greater community involvement.
With these thoughts I want to bless all of you and also greet the pastoral workers, volunteers and professional personnel, especially the police officers and their families. I pray for you. Your work is sensitive and complex, and so I ask you, the authorities, to try to provide the conditions needed to carry out your work with dignity. A dignity that engenders dignity. Dignity is contagious, more so than the flu. Dignity is contagious, dignity engenders dignity.
Mary is our Mother and we are her children, you are her daughters. We ask her to intercede for you, for each of your children and your dear ones. May she cover you with her mantle. And I ask you, please, pray for me because I need it. Thank you.
[00054-EN.02] [Original text: Spanish]
Traduzione in lingua tedesca
Liebe Schwestern und Brüder,
danke, danke, danke für das, was ihr getan habt, und danke für die Gelegenheit, die ihr mir gebt, euch zu besuchen, denn für mich ist es wichtig, diese Zeit mit euch zu verbringen und den vielen Geschwistern noch näher zu sein, die zur Zeit unter Freiheitsentzug leben. Ich danke Sr. Nelly für ihre Worte und insbesondere für das Zeugnis, dass das Leben immer über den Tod siegt, immer. Danke, Janeth, dafür, dass du den Mut gefasst hast, mit uns allen deine Schmerzen zu teilen, und für diese tapfere Vergebungsbitte. Wie viel haben wir von dieser deiner Haltung zu lernen, die voll von Mut und Demut ist! Ich zitiere dich: »Wir bitten alle um Vergebung, die wir mit unseren Straftaten geschädigt haben«. Danke, dass du uns diese Haltung in Erinnerung rufst, ohne die wir entmenschlichen, wir alle müssen um Vergebung bitten, ich als Erster, alle. Dies macht uns menschlich. Ohne diese Haltung, um Vergebung zu bitten, verlieren wir das Bewusstsein, dass wir uns verfehlen und dass wir uns verfehlen können und dass wir jeden Tag eingeladen sind, auf die eine oder andere Weise neu zu beginnen.
Nun habe ich den Satz Jesu im Herzen: »Wer von euch ohne Sünde ist, werfe als Erster einen Stein auf sie« (Joh 8,7). Und wisst ihr, was ich oft in den Predigten sage, wenn ich darüber spreche, dass wir alle etwas in uns tragen, entweder aus Schwäche oder weil wir immer fallen oder weil wir es ganz versteckt halten? Ich sage den Leuten: „Also, wir alle sind Sünder, wir alle haben Sünden. Ich weiß es nicht: Gibt es hier jemanden, der ohne Sünde ist? Er erhebe die Hand.“ Keiner hat den Mut, die Hand zu erheben. Er, Jesus, lädt uns dazu ein, von der einseitigen Logik zu der Aufteilung der Wirklichkeit in Gute und Böse zu lassen, um in diese andere Dynamik einzutreten, die die Zerbrechlichkeit, die Grenzen einschließlich der Sünde auf sich nehmen kann, um uns zu helfen und weiterzugehen.
Als ich eintrat, erwarteten mich die Mütter mit ihren Kindern. Sie hießen mich willkommen und wie gut kann man dies in zwei Worten ausdrücken: Mutter und Kinder.
Mutter: viele von euch sind Mütter und wissen, was es bedeutet, ein Leben zur Welt zu bringen. Ihr konntet in euren Schoß ein Leben „austragen“ und es zur Welt zu bringen. Die Mutterschaft ist und wird niemals ein Problem sein, sie ist eine Gabe, sie ist eines der wunderbarsten Geschenke, das ihr haben könnt. Und heute steht ihr vor einer sehr ähnlichen Herausforderung: Es geht auch darum, das Leben zur Welt zu bringen. Heute werdet ihr aufgefordert, die Zukunft zur Welt zu bringen. Dass ihr sie wachsen lasst, dass ihr ihr helft, sich zu entwickeln. Nicht nur für euch, sondern für eure Kinder und die ganze Gesellschaft. Ihr, die Frauen, habt eine unglaubliche Fähigkeit, euch an die Situationen anzupassen und voranzugehen. Ich wollte heute an diese Fähigkeit zur Zukunftsgestaltung appellieren, die Fähigkeit zur Zukunftsgestaltung, die einer jeden von euch innewohnt. Diese Fähigkeit ermöglicht gegen die vielen Arten des „versachlichenden“ Determinismus – er macht nämlich die Menschen zu einer Sache und tötet am Ende die Hoffnung – zu kämpfen. Lassen wir nicht zu, dass wir „versachlicht“ werden: Ich bin keine Nummer, ich bin nicht der/die Gefangene Nummer soundso, ich bin Herr/Frau X und trage Hoffnung, weil ich Hoffnung hervorbringen will.
Der Freiheit beraubt zu sein ist, wie es uns Janeth gut gesagt hat, nicht gleichbedeutend mit dem Verlust von Träumen und Hoffnungen. Es ist wahr, es ist sehr hart, es ist schmerzhaft, aber es bedeutet nicht, die Hoffnung zu verlieren, es bedeutet nicht, aufhören zu träumen. Der Freiheit beraubt zu sein ist nicht das Gleiche, wie der Würde beraubt zu sein, nein, es ist nicht das Gleiche. Die Würde wird bei niemandem angetastet, sie wird geachtet, bewahrt, liebkost. Niemand kann der Würde beraubt werden. Ihr seid der Freiheit beraubt. Von daher ist es notwendig, gegen jede Art von Korsett, von Etikette zu kämpfen, die sagt, dass man nichts ändern kann oder es sich nicht lohnt oder dass alles gleichgültig ist. Wie der argentinische Tango sagt: „Los, weiter so, denn es ist alles egal, denn dort im Feuer werden wir uns wieder treffen …“ Es ist nicht alles gleichgültig, es ist nicht alles gleichgültig. Liebe Schwestern, nein! Es ist nicht alles gleichgültig. Jede Mühe, die man auf sich nimmt, um für ein besseres Morgen zu kämpfen, auch wenn sie oftmals erfolglos scheint, wird immer Frucht tragen und belohnt werden.
Das zweite Wort ist Kinder – das heißt, Söhne und Töchter: Sie sind Kraft, Hoffnung, Ansporn. Sie sind die lebendige Erinnerung, dass das Leben vorwärts und nicht rückwärts ausgerichtet ist. Heute seid ihr eurer Freiheit beraubt, dies bedeutet nicht, dass diese Situation das Ende ist. Keineswegs! Immer auf den Horizont blicken, vorwärts, der Wiedereingliederung in das gängige gesellschaftliche Leben entgegen. Eine Verurteilung ohne Zukunft ist keine menschliche Verurteilung, es ist eine Folter. Jede Strafe, die einer verbüßt, um gegenüber der Gesellschaft eine Schuld wiedergutzumachen, muss einen Horizont haben, das heißt den Horizont, sich erneut wiedereinzugliedern und sich auf eine Wiedereingliederung vorzubereiten. Verlangt dies von euch selbst und von der Gesellschaft. Schaut immer auf den Horizont, vorwärts, der Wiedereingliederung in das gängige gesellschaftliche Leben entgegen. Deshalb begrüße ich es und lade dazu ein, alle möglichen Bemühungen zu intensivieren, damit Projekte wie Espacio Mandela und die Fundación Mujer levántate wachsen können und gestärkt werden.
Der Name der Stiftung lässt mich an die Stelle aus dem Evangelium denken, wo viele Jesus auslachen, weil er sagte, dass die Tochter des Synagogenvorstehers nicht gestorben sei, sondern nur schlafe. Sie machten sich über ihn lustig, sie lachten ihn aus. Die Haltung Jesu angesichts des Spottes ist paradigmatisch: Als er bei dem Mädchen eintrat, nahm er sie an der Hand und sprach zu ihr: »Mädchen, ich sage dir, steh auf!« (Mk 5,41). Für alle war es tot, für Jesus nicht. Derartige Initiativen sind lebendiges Zeichen für diesen Jesus, der in das Leben eines jeden von uns eintritt, der über jeden Spott hinweggeht, der keine Schlacht für verloren gibt und uns an den Händen nimmt und uns einlädt aufzustehen. Wie gut, dass es Christen, dass es Menschen guten Willens gibt, dass es Menschen jedweder Glaubensrichtung, jedweder religiöser Lebensentscheidung gibt oder Menschen, die nicht religiös, aber guten Willens sind, die alle den Spuren Jesu folgen und sich entscheiden, einzutreten und Zeichen dieser ausgestreckten Hand zu sein, die aufrichtet. Ich bitte dich darum: Steh auf! Immer aufstehen.
Wir alle wissen, dass die Haft oftmals leider als Bestrafung gedacht oder darauf beschränkt werden kann, ohne angemessene Mittel anzubieten, um Prozesse in Gang zu setzen. Es ist das, was ich euch über die Hoffnung sagte: vorwärts schauen, Prozesse der Wiedereingliederung anstoßen. Dies muss euer Traum sein: die Wiedereingliederung. Und wenn der Weg lang scheint, das Bestmögliche tun, damit er kürzer werde – aber immer der Wiedereingliederung entgegen. Die Gesellschaft hat die Pflicht, die Pflicht, euch alle wiedereinzugliedern. Wenn ich Wiedereingliederung sagte, meine ich damit jede Einzelne, jede Einzelne mit dem persönlichen Prozess der Wiedereingliederung, die eine auf einem Weg, die andere auf einem anderen, die eine länger, die andere kürzer, aber es ist eine Person, die der auf dem Weg der Wiedereingliederung ist. Und setzt euch das in den Kopf und verlangt es. Das heißt es, einen Prozess anzustoßen. Im Gegenzug sind diese Initiativen, die Programme zur Arbeitsbefähigung und Begleitung zur Wiederaufnahme von Beziehungen fördern, Zeichen der Hoffnung und der Zukunft. Helfen wir, damit sie wachsen. Die öffentliche Sicherheit sollte nicht auf Maßnahmen größerer Kontrolle beschränkt werden, sondern sie sollte mit präventiven Vorkehrungen, mit Arbeit, Bildung und mehr Gemeinschaft gestärkt werden.
Ich möchte sagen, dass ich mit diesen Gedanken euch alle gerne segne und ebenso die pastoralen Mitarbeiter, die Volontäre, das Personal und auf besondere Weise die Polizeibeamten und ihre Familien. Ich bete für euch. Ihr habt eine heikle und komplexe Aufgabe, und deshalb lade ich die Verantwortungsträger ein, die notwendigen Bedingungen für euch zu schaffen, um eure Arbeit mit Würde verrichten zu können. Würde, die Würde hervorbringt. Die Würde steckt an, sie ist ansteckender als die Grippe, die Würde steckt an, die Würde bringt Würde hervor.
Maria ist Mutter, und wir sind ihre Söhne, ihr seid ihre Töchter. Sie wollen wir bitten, dass sie für euch Fürsprache einlege, für jedes ihrer Kinder, für die Personen, die euch am Herzen liegen, und über sie alle ihren Mantel ausbreite. Und, bitte, betet für mich, ich brauche es. Danke.
Und diese Blumen, die ihr mir geschenkt habt, werde ich der seligen Jungfrau im Namen von euch allen bringen. Nochmals danke!
[00054-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]
Traduzione in lingua portoghese
Queridas irmãs e irmãos!
Obrigado, obrigado, obrigado pelo que fizestes para me dar a oportunidade de visitar-vos; para mim, é importante partilhar este tempo convosco e poder estar mais perto de tantos irmãos nossos que hoje estão privados da liberdade. Obrigado, Ir. Nelly, pelas suas palavras, especialmente por testemunhar que a vida triunfa sempre sobre a morte. Sempre. Obrigado, Janeth, por teres tido a coragem de partilhares com todos nós as tuas aflições e aquele corajoso pedido de perdão. Quanto temos de aprender desta tua atitude cheia de coragem e humildade! São palavras tuas: «Pedimos perdão a todos aqueles que ferimos com os nossos delitos». Obrigado por nos lembrares esta atitude, sem a qual nós nos desumanizamos. Todos nós devemos pedir perdão, a começar por mim. Todos. Isto humaniza-nos: sem esta atitude de pedir perdão, perdemos a consciência de ter errado e de que somos chamados, duma maneira ou doutra, a recomeçar cada dia.
Neste momento, o coração faz-me recordar também a frase de Jesus: «Quem de vós estiver sem pecado, atire-lhe a primeira pedra» (Jo 8, 7). [O Papa apercebe-se que algumas reclusas citam a frase juntamente com ele] Vejo que a conheceis bem! E muitas vezes nas homilias, ao falar que todos temos dentro qualquer coisa menos boa – ou por fraqueza, ou porque caímos – e a temos bem escondida, sabeis o que digo? Digo às pessoas: «Todos somos pecadores, todos temos pecados. Não sei: aqui há alguém que não tenha pecados? Levante a mão…» Ninguém tem a coragem de levantar a mão! Jesus convida-nos a deixar a lógica simplicista de dividir a realidade em bons e maus, para entrar numa outra dinâmica capaz de assumir a fragilidade, os limites e também o pecado, para nos ajudar a seguir em frente.
Quando entrei, estavam à minha espera duas mães com os seus filhos. Assim me deram as boas-vindas, que bem se podem expressar em duas palavras: mãe e filhos.
Mãe: muitas de vós sois mães e sabeis o que significa gerar a vida. Soubestes «trazer» no vosso seio uma vida, e a destes à luz. A maternidade não é, e nunca será, um problema; é um presente, um dos presentes mais maravilhosos que podeis ter. Hoje encontrais-vos perante um desafio muito parecido: trata-se ainda de gerar vida. Hoje é-vos pedido que deis à luz o futuro; que o façais crescer, que o ajudeis a desenvolver-se. Não só para vós, mas também para os vossos filhos e para toda a sociedade. Vós, mulheres, tendes uma capacidade incrível de vos adaptardes às situações e seguir em frente. Hoje gostaria de fazer apelo à capacidade de gerar futuro. Capacidade de gerar futuro, que vive em cada uma de vós. Essa capacidade que vos permite lutar contra a multidão de determinismos «coisificantes» isto é, que transformam as pessoas em coisas, que acabam por matar a esperança. Nenhum de nós é uma coisa: todos somos pessoas e, como pessoas, temos esta dimensão da esperança. Não nos deixemos «coisificar». Não sou um número, não sou o recluso número tal; sou Tício ou Caio que trago dentro de mim a esperança e quero dar à luz a esperança.
Estar privadas da liberdade, como justamente nos dizia Janeth, não é sinónimo de perda de sonhos e esperanças. É verdade, custa muito, é doloroso, mas não significa perder a esperança. Não significa deixar de sonhar. Ser privadas de liberdade não é o mesmo que ser privadas de dignidade, não! Não é a mesma coisa. A dignidade não se toca, em ninguém. Zela-se, defende-se, nutre-se. Ninguém pode ser privado da dignidade. Vós estais privadas sim, mas da liberdade. Por isso, é necessário lutar contra todo o tipo de clichês, de rótulos que digam que não se pode mudar, ou que não vale a pena, ou que o resultado é sempre o mesmo. Como diz o tango argentino: «Não faças caso, continua assim, que tudo é igual, que lá no inferno nos reencontraremos…» Não, não é tudo igual. Não, queridas irmãs! Não é verdade que o resultado é sempre o mesmo. Todo o esforço que se fizer lutando por um amanhã melhor – embora muitas vezes pareça que cai em saco roto –, sempre dará fruto e será recompensado.
A segunda palavra é filhos: estes são força, são esperança, são estímulo. São a memória viva de que a vida se constrói olhando para a frente e não para trás. Hoje estais privadas da liberdade, mas isto não significa que esta situação seja definitiva. De maneira nenhuma. Levantai sempre o olhar para o horizonte, para a frente, para a reinserção na vida normal da sociedade. Uma pena sem futuro, uma condenação sem futuro não é uma condenação humana: é uma tortura. Qualquer pena, que uma pessoa esteja a descontar pagando uma dívida à sociedade, deve ter um horizonte, o horizonte de me inserir de novo e, por conseguinte, de me preparar para a reinserção. Isto, exigi-o, de vós mesmas e da sociedade. Levantai sempre o olhar para o horizonte, olhai sempre para a frente, para a reinserção na vida normal da sociedade. Por isso, louvo e convido a intensificar todos os esforços possíveis para que projetos como «Espacio Mandela» e «Fundación Mujer levántate» possam crescer e reforçar-se.
O nome desta Fundação faz-me recordar aquela passagem do Evangelho onde muitos zombavam de Jesus por dizer que a filha do chefe da sinagoga não estava morta, mas dormia. Zombavam d’Ele por isso. Face à zombaria, é paradigmática a atitude de Jesus: entrando onde estava a filha, tomou-a pela mão e disse-lhe: «Menina, sou Eu que te digo: levanta-te!» (Mc 5, 41). Todos a consideravam morta, Jesus não. Iniciativas deste tipo são sinal vivo de Jesus que entra na vida de cada um de nós – Ele que ultrapassa toda a zombaria, que não dá por perdida nenhuma batalha –, toma-nos pela mão e convida-nos a levantar. Como é bom haver cristãos e pessoas de boa vontade – sejam elas da crença que for, de qualquer opção religiosa ou mesmo não religiosa na vida, mas de boa vontade – que seguem os passos de Jesus, que têm a coragem de entrar e ser sinal daquela mão estendida que faz levantar! Eu te peço: levanta-te! Sempre… levantar-se.
Todos sabemos que muitas vezes, infelizmente, a pena da prisão se reduz sobretudo a um castigo, sem oferecer meios adequados para gerar processos. É aquilo que eu dizia a propósito da esperança: olhar para a frente, gerar processos de reinserção. Este deve ser o vosso sonho: a reinserção. E se for longo o caminho a percorrer, faz o melhor possível para que seja mais breve. Mas sempre reinserção. A sociedade tem a obrigação – a obrigação! – de vos reinserir a todas vós. Quando digo «reinserir a todas vós», quero dizer reinserir cada uma de vós, cada uma com um processo pessoal de reinserção: uma com um caminho a fazer, outra com outro; uma durante um tempo mais longo, outra mais breve; mas uma pessoa que está a caminho da reinserção. Isto deveis mantê-lo fixo na mente e deveis exigi-lo. E é isto que significa gerar um processo, ativar um processo. E espaços como estes, que promovem programas de habilitação laboral e acompanhamento para recompor vínculos, são sinal de esperança e de futuro. Demos a nossa ajuda, para que cresçam. A segurança pública não se deve reduzir apenas a medidas de maior controle, mas sobretudo deve ser construída com medidas de prevenção, com trabalho, educação e mais vida comunitária.
Com estes pensamentos, quero abençoar-vos a vós todas e também saudar os agentes de pastoral, os voluntários, o pessoal, nomeadamente os funcionários da Gendarmaria e as suas famílias. Rezo por vós. Tendes uma tarefa delicada e complexa e, por isso, espero que as autoridades possam assegurar-vos também as condições necessárias para realizardes o vosso trabalho com dignidade. Dignidade, que gera dignidade. A dignidade é contagiosa, contagia-se mais do que a gripe; a dignidade contagia-se. A dignidade gera dignidade.
A Maria – Ela é Mãe e, para Ela, somos filhos: vós sois suas filhas –, pedimos-Lhe que interceda por vós, por cada um dos vossos filhos, pelas pessoas que trazeis no coração e vos cubra com o seu manto. E peço-vos, por favor, que rezeis por mim, porque preciso. Obrigado!
[00054-PO.02] [Texto original: Espanhol]
Traduzione in lingua polacca
Drogie siostry i bracia,
Dziękuję, dziękuję za to, co uczyniłyście i dziękuję za umożliwienie mi odwiedzenia was. Ważne jest dla mnie dzielenie tego czasu z wami i możliwość bycia bliżej tak wielu naszych braci, którzy są dzisiaj pozbawieni wolności. Dziękuję siostrze Nelly za jej słowa, a zwłaszcza za świadectwo, że życie zawsze triumfuje nad śmiercią. Zawsze. Dziękuję Janeth za to, że miałaś odwagę, by podzielić się z nami wszystkimi swoimi bólami i za tę mężną prośbę o przebaczenie. Jakże wiele możemy się nauczyć z tej twojej działalności pełnej odwagi i pokory! Cytuję cię: „Prosimy o przebaczenie wszystkich, których zraniłyśmy swymi przestępstwami”. Dziękuję za przypomnienie nam tych działań, bez których się odczłowieczamy. Wszyscy musimy prosić o przebaczenie, ja jako pierwszy. Wszyscy. To nas odczłowiecza. Bez tej postawy proszenia o przebaczenie tracimy świadomość tego, że się mylimy i że każdego dnia jesteśmy wzywani do rozpoczynania od nowa, w taki, czy inny sposób.
W tej chwili przychodzi mi do serca zdanie Jezusa: „Kto z was jest bez grzechu, niech pierwszy rzuci w nią kamieniem” (J 8, 7). [Papież słyszy, że niektóre z osadzonych wypowiadają te słowa wraz z nim]. …Dobrze to znacie! A czy wiecie, co często mówię podczas homilii, gdy przypominam, że każdy ma coś w swoim wnętrzu, czy to z powodu słabości, albo dlatego, że zawsze upadamy i bardzo to ukrywaliśmy? Mówię ludziom: „Wszyscy jesteśmy grzesznikami, wszyscy mamy grzechy. Nie wiem: czy jest tu ktoś, kto nie ma grzechów? Niech podniesie rękę…”. Nikt nie ma odwagi, aby podnieść rękę! Jezus zaprasza nas do porzucenia prostej logiki dzielenia rzeczywistości na dobrych i złych, aby wejść w tę inną dynamikę zdolną do przyjęcia kruchości, ograniczeń a nawet grzechu, aby pomóc sobie pójść naprzód.
Gdy wchodziłem, czekały na mnie dwie matki ze swymi dziećmi i kwiatami. To one mnie powitały; jakże pięknie można to wyrazić w trzech słowach: matka, dzieci i kwiaty.
Matka: wiele z was to matki i wiecie, co znaczy obdarzyć życiem. Potrafiłyście „nieść” w swoim łonie życie i je urodziłyście. Macierzyństwo nigdy nie jest ani nie będzie problemem, jest darem, jednym z najcudowniejszych podarunków, jakie można otrzymać. Dziś stajecie w obliczu bardzo podobnego wyzwania: chodzi również o zrodzenie życia. Dziś jesteście proszone o zrodzenie przyszłości. Aby spowodować jej wzrost, aby pomóc jej rozwijać się. Nie tylko wy macie to czynić, ale też wasze dzieci i całe społeczeństwo. Wy, kobiety, macie niewiarygodną zdolność przystosowywania się do sytuacji i pójścia naprzód. Chciałbym dziś odwołać się do tej zdolności rodzenia przyszłości, do tej zdolności rodzenia przyszłości jaka żyje w każdej z was. Tej zdolności, która pozwala wam walczyć z licznymi determinizmami „urzeczowiającymi”, to znaczy zamieniają osoby w rzeczy, które doprowadzają do zabicia nadziei. Nikt z nas nie jest rzeczą: wszyscy jesteśmy osobami, a jako osoby mamy ten wymiar nadziei. Nie dajmy się „urzeczowiać”. Nie jestem liczbą, nie jestem więźniem numer takim czy innym, jestem Tytusem lub Kasjuszem, który niesie w swoim wnętrzu nadzieję i chce zrodzić nadzieję.
Bycie pozbawionymi wolności, jak to trafnie powiedziała Janeth, nie jest synonimem utraty marzeń i nadziei. To prawda, jest to bardzo ciężkie, bolesne, ale nie oznacza utraty nadziei. Nie oznacza rezygnacji z marzeń. Bycie pozbawionym wolności to nie to samo, co bycie pozbawionym godności, nie to nie to samo. Nie wolno naruszać godności nikogo. Trzeba o nią się starać, strzec, otaczać czułością. Nikt nie może być pozbawiony godności. Jesteście pozbawione wolności. Dlatego trzeba walczyć z wszelkiego rodzaju stereotypami, etykietkami, mówiącymi, że nie można się zmienić lub że nie warto, albo że wynik jest zawsze taki sam. Jak mówi argentyńskie tango: „Ruszmy naprzód, wszystko jedno, w piekle się odnajdziemy”. Nie, nie wszystko jest jedno. Drogie siostry, nie! To nie prawda, że rezultat jest zawsze taki sam. Każdy wysiłek, podejmowany w imię walki o lepsze jutro – chociaż wielokrotnie może się wydawać, że wpada w studnię bez dna – zawsze przyniesie owoce i zostanie wam wynagrodzony.
Drugim słowem są dzieci: są one siłą, nadzieją, bodźcem. Są żywą pamięcią, że życie buduje się w imię przyszłości, a nie oglądając się wstecz. Dziś jesteście pozbawione wolności, ale nie oznacza to, że ta sytuacja jest ostateczna. W żadnym wypadku. Zawsze należy spoglądać ku perspektywom, naprzód, ku ponownemu włączeniu w zwyczajne życie społeczeństwa. Kara bez przyszłości, skazanie bez przyszłości nie jest skazaniem ludzkim: to tortura. Każda kara, na jaką skazana jest jakaś osoba służy do spłacenia długu wobec społeczeństwa, musi mieć perspektywę, perspektywę ponownego włączenia, a zatem przygotowania mnie do reintegracji. Tego wymagajcie od siebie i od społeczeństwa. Zawsze patrzcie na perspektywy, zawsze patrzcie w przyszłość ku reintegracji w zwykłym życiu społeczeństwa. Dlatego doceniam i wzywam do wzmożenia wszelkich możliwych wysiłków, aby takie projekty, jak Espacio Mandela i Fundacja „Kobieto, powstań”, mogły się rozwijać i umacniać.
Nazwa tej Fundacji przypomina mi ten ewangeliczny fragment, w którym wielu szydziło z Jezusa, gdy mówił On, że córka przełożonego synagogi nie zmarła, lecz tylko zasnęła. Z tego powodu Go wyśmiewali. W obliczu drwin postępowanie Jezusa jest wzorcowe: wchodząc do pokoju, gdzie leżała dziewczynka, wziął ją za rękę i rzekł do niej: „Dziewczynko, mówię ci, wstań!” (Mk 5, 41). Dla wszystkich była umarła, ale nie dla Jezusa. Inicjatywy tego rodzaju są żywym znakiem tego Jezusa, który wkracza w życie każdego z nas, który wychodzi poza wszelkie szyderstwa, który żadnej bitwy nie uważa za przegraną, ale bierze nas za ręce i zaprasza, byśmy powstali. Jak to dobrze, że są chrześcijanie i osoby dobrej woli, że są osoby różnych wyznań, wszelkich wyborów religijnych w życiu, a także niereligijnych, ale dobrej woli, które naśladują Jezusa, które mają odwagę, by wejść, aby być znakiem tej wyciągniętej ręki, która podnosi. Proszę cię: powstań! Zawsze trzeba powstawać.
Wszyscy wiemy, że niestety wielokrotnie wyrok więzienia sprowadza się przede wszystkim do kary, bez zaproponowania odpowiednich środków, aby rozpocząć procesy. To właśnie powiedziałem o nadziei: patrzenie w przyszłość, generowanie procesów reintegracyjnych. To powinno być waszym marzeniem: reintegracja. A jeśli długo trzeba iść tą drogą naprzód, zróbcie, co w waszej mocy, aby było krótsze. Ale zawsze reintegracja. Społeczeństwo ma obowiązek - obowiązek! - aby ponownie włączyć was wszystkie. Kiedy mówię „ponownie włączyć wszystkie” mam na myśli włączenie każdej z was, każdą z was z osobistym procesem reintegracji: jedna jednym procesem, inna innym, jedna przez czas dłuższy, inna krótszy, ale chodzi o osobę, która jest na drodze do reintegracji. To musicie zapamiętać i tego wymagać. A to oznacza generowanie procesu, aktywowanie procesu, tych przestrzeni, jakie promują programy szkolenia zawodowego i towarzyszenie, aby odtworzyć więzy, są znakiem nadziei i przyszłości. Starajmy się, aby wzrastały. Bezpieczeństwa publicznego nie należy sprowadzać jedynie do środków większej kontroli, ale i przede wszystkim trzeba je budować za pomocą środków zapobiegawczych przez pracę, oświatę i więcej życia wspólnotowego.
Z tymi myślami chcę pobłogosławić was wszystkie a także pozdrowić pracowników duszpasterstwa, wolontariuszy, pracowników, a w sposób szczególny funkcjonariuszy Żandarmerii i ich rodziny. Modlę się za was. Macie do wykonania delikatne i złożone zadanie, dlatego zachęcam władze, aby mogły zapewnić wam również warunki niezbędne do wypełniania waszej pracy z godnością. Z godnością, która rodzi godność. Godność jest zaraźliwa, zaraźliwa bardziej niż grypa. Godność jest zaraźliwa. Godność rodzi godność.
Maryję – Tę, która jest Matką i dla której jesteśmy dziećmi, wy jesteście Jej dziećmi – prosimy, aby wstawiała się za wami, za każdym z waszych dzieci, za osobami, które leżą wam na sercu i aby okryła was swym płaszczem. I proszę was, abyście za mnie się modlili, bo tego potrzebuję. Dziękuję.
[00054-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]
[B0032-XX.02]