Incontro Interreligioso al Memoriale di Ground Zero di New York
Discorso del Santo Padre
Preghiera per la Pace recitata dal Papa
Alle ore 11.30 di questa mattina, il Santo Padre Francesco si è recato al Ground Zero Memorial di New York per un Incontro Interreligioso. Al Suo arrivo insieme all’Arcivescovo di New York Card. Timothy M. Dolan, il Papa ha deposto una corona di fiori in prossimità della fontana sud ed ha salutato individualmente 20 familiari di soccorritori caduti l’11 settembre 2001.
Quindi il Santo Padre e il Cardinale sono entrati nell’edificio del Memoriale scendendo al piano -4, per raggiungere la Foundation Hall, dove si trovavano già presenti 12 leader religiosi.
L’incontro interreligioso si è aperto con la presentazione del Card. Dolan e le riflessioni del Rabbino e dell’Imam Khalid Latif. Il Santo Padre ha recitato quindi la Preghiera per la Pace. Successivamente, dopo la lettura di 5 meditazioni sulla pace (indù, buddista, sikh, cristiana, musulmana) e la preghiera ebraica per i defunti, Papa Francesco ha pronunciato il discorso che riportiamo di seguito:
Discorso del Santo Padre
Testo in lingua originale
Traduzione in lingua inglese
Traduzione in lingua italiana
Testo in lingua originale
Me produce distintos sentimientos, emociones, estar en la Zona Cero donde miles de vidas fueron arrebatadas en un acto insensato de destrucción. Aquí el dolor es palpable. El agua que vemos correr hacia ese centro vacío nos recuerda todas esas vidas que se fueron bajo el poder de aquellos que creen que la destrucción es la única forma de solucionar los conflictos. Es el grito silencioso de quienes sufrieron en su carne la lógica de la violencia, del odio, de la revancha. Una lógica que lo único que puede causar es dolor, sufrimiento, destrucción, lágrimas. El agua cayendo es símbolo también de nuestras lágrimas. Lágrimas por las destrucciones de ayer, que se unen a tantas destrucciones de hoy. Este es un lugar donde lloramos, lloramos el dolor que provoca sentir la impotencia frente a la injusticia, frente al fratricidio, frente a la incapacidad de solucionar nuestras diferencias dialogando. En este lugar lloramos la pérdida injusta y gratuita de inocentes por no poder encontrar soluciones en pos del bien común. Es agua que nos recuerda el llanto de ayer y el llanto de hoy.
Hace unos minutos encontré a algunas familias de los primeros socorristas caídos en servicio. En el encuentro pude constatar una vez más cómo la destrucción nunca es impersonal, abstracta o de cosas; sino, que sobre todo, tiene rostro e historia, es concreta, posee nombres. En los familiares, se puede ver el rostro del dolor, un dolor que nos deja atónitos y grita al cielo.
Pero a su vez, ellos me han sabido mostrar la otra cara de este atentado, la otra cara de su dolor: el poder del amor y del recuerdo. Un recuerdo que no nos deja vacíos. El nombre de tantos seres queridos están escritos aquí en lo que eran las bases de las torres, así los podemos ver, tocar y nunca olvidar.
Aquí, en medio del dolor lacerante, podemos palpar la capacidad de bondad heroica de la que es capaz también el ser humano, la fuerza oculta a la que siempre debemos apelar. En el momento de mayor dolor, sufrimiento, ustedes fueron testigos de los mayores actos de entrega y ayuda. Manos tendidas, vidas entregadas. En una metrópoli que puede parecer impersonal, anónima, de grandes soledades, fueron capaces de mostrar la potente solidaridad de la mutua ayuda, del amor y del sacrificio personal. En ese momento no era una cuestión de sangre, de origen, de barrio, de religión o de opción política; era cuestión de solidaridad, de emergencia, de hermandad. Era cuestión de humanidad. Los bomberos de Nueva York entraron en las torres que se estaban cayendo sin prestar tanta atención a la propia vida. Muchos cayeron en servicio y con su sacrificio permitieron la vida de tantos otros.
Este lugar de muerte se transforma también en un lugar de vida, de vidas salvadas, un canto que nos lleva a afirmar que la vida siempre está destinada a triunfar sobre los profetas de la destrucción, sobre la muerte, que el bien siempre despertará sobre el mal, que la reconciliación y la unidad vencerán sobre el odio y la división.
En este lugar de dolor y de recuerdo, me llena de esperanza la oportunidad de asociarme a los líderes que representan las muchas tradiciones religiosas que enriquecen la vida de esta gran ciudad. Espero que nuestra presencia aquí sea un signo potente de nuestras ganas de compartir y reafirmar el deseo de ser fuerzas de reconciliación, fuerzas de paz y justicia en esta comunidad y a lo largo y ancho de nuestro mundo. En las diferencias, en las discrepancias, es posible vivir un mundo de paz. Frente a todo intento uniformizador es posible y necesario reunirnos desde las diferentes lenguas, culturas, religiones y alzar la voz a todo lo que quiera impedirlo. Juntos hoy somos invitados a decir «no» a todo intento uniformante y «sí» a una diferencia aceptada y reconciliada.
Y para eso necesitamos desterrar de nosotros sentimientos de odio, de venganza, de rencor. Y sabemos que eso solo es posible como un don del cielo. Aquí, en este lugar de la memoria, cada uno a su manera, pero juntos, les propongo hacer un momento de silencio y oración. Pidamos al cielo el don de empeñarnos por la causa de la paz. Paz en nuestras casas, en nuestras familias, en nuestras escuelas, en nuestras comunidades. Paz en esos lugares donde la guerra parece no tener fin. Paz en esos rostros que lo único que han conocido ha sido el dolor. Paz en este mundo vasto que Dios nos lo ha dado como casa de todos y para todos. Tan solo, PAZ. Oremos en silencio.
[momento de silencio]
Así, la vida de nuestros seres queridos no será una vida que quedará en el olvido, sino que se hará presente cada vez que luchemos por ser profetas de construcción, profetas de reconciliación, profetas de paz.
[01510-ES.02] [Texto original: Español]
Traduzione in lingua inglese
I feel many different emotions standing here at Ground Zero, where thousands of lives were taken in a senseless act of destruction. Here grief is palpable. The water we see flowing towards that empty pit reminds us of all those lives which fell prey to those who think that destruction, tearing down, is the only way to settle conflicts. It is the silent cry of those who were victims of a mindset which knows only violence, hatred and revenge. A mindset which can only cause pain, suffering, destruction and tears.
The flowing water is also a symbol of our tears. Tears at so much devastation and ruin, past and present. This is a place where we shed tears, we weep out of a sense of helplessness in the face of injustice, murder, and the failure to settle conflicts through dialogue. Here we mourn the wrongful and senseless loss of innocent lives because of the inability to find solutions which respect the common good. This flowing water reminds us of yesterday’s tears, but also of all the tears still being shed today.
A few moments ago I met some of the families of the fallen first responders. Meeting them made me see once again how acts of destruction are never impersonal, abstract or merely material. They always have a face, a concrete story, names. In those family members, we see the face of pain, a pain which still touches us and cries out to heaven.
At the same time, those family members showed me the other face of this attack, the other face of their grief: the power of love and remembrance. A remembrance that does not leave us empty and withdrawn. The name of so many loved ones are written around the towers’ footprints. We can see them, we can touch them, and we can never forget them.
Here, amid pain and grief, we also have a palpable sense of the heroic goodness which people are capable of, those hidden reserves of strength from which we can draw. In the depths of pain and suffering, you also witnessed the heights of generosity and service. Hands reached out, lives were given. In a metropolis which might seem impersonal, faceless, lonely, you demonstrated the powerful solidarity born of mutual support, love and self-sacrifice. No one thought about race, nationality, neighborhoods, religion or politics. It was all about solidarity, meeting immediate needs, brotherhood. It was about being brothers and sisters. New York City firemen walked into the crumbling towers, with no concern for their own wellbeing. Many succumbed; their sacrifice enabled great numbers to be saved.
This place of death became a place of life too, a place of saved lives, a hymn to the triumph of life over the prophets of destruction and death, to goodness over evil, to reconciliation and unity over hatred and division.
In this place of sorrow and remembrance I am filled with hope, as I have the opportunity to join with leaders representing the many religious traditions which enrich the life of this great city. I trust that our presence together will be a powerful sign of our shared desire to be a force for reconciliation, peace and justice in this community and throughout the world. For all our differences and disagreements, we can experience a world of peace. In opposing every attempt to create a rigid uniformity, we can and must build unity on the basis of our diversity of languages, cultures and religions, and lift our voices against everything which would stand in the way of such unity. Together we are called to say “no” to every attempt to impose uniformity and “yes” to a diversity accepted and reconciled.
This can only happen if we uproot from our hearts all feelings of hatred, vengeance and resentment. We know that that is only possible as a gift from heaven. Here, in this place of remembrance, I would ask everyone together, each in his or her own way, to spend a moment in silence and prayer. Let us implore from on high the gift of commitment to the cause of peace. Peace in our homes, our families, our schools and our communities. Peace in all those places where war never seems to end. Peace for those faces which have known nothing but pain. Peace throughout this world which God has given us as the home of all and a home for all. Simply PEACE. Let us pray in silence.
[a moment of silence]
In this way, the lives of our dear ones will not be lives which will one day be forgotten. Instead, they will be present whenever we strive to be prophets not of tearing down but of building up, prophets of reconciliation, prophets of peace.
[01510-EN.02] [Original text: Spanish]
Traduzione in lingua italiana
Suscita in me diversi sentimenti, emozioni, trovarmi qui a Ground Zero, dove migliaia di vite sono state strappate in un atto insensato di distruzione. Qui il dolore è palpabile. L’acqua che vediamo scorrere verso questo centro vuoto, ci ricorda tutte quelle vite che stavano sotto il potere di quelli che credono che la distruzione sia l’unico modo di risolvere i conflitti. E’ il grido silenzioso di quanti hanno sofferto nella loro carne la logica della violenza, dell’odio, della vendetta. Una logica che può causare solo dolore, sofferenza, distruzione, lacrime. L’acqua che scorre giù è simbolo anche delle nostre lacrime. Lacrime per le distruzioni di ieri, che si uniscono a quelle per tante distruzioni di oggi. Questo è un luogo in cui piangiamo, piangiamo il dolore provocato dal sentire l’impotenza di fronte all’ingiustizia, di fronte al fratricidio, di fronte all’incapacità di risolvere le nostre differenze dialogando. In questo luogo piangiamo per la perdita ingiusta e gratuita di innocenti, per non poter trovare soluzioni per il bene comune. E’ acqua che ci ricorda il pianto di ieri e il pianto di oggi.
Qualche minuto fa ho incontrato alcune famiglie dei primi soccorritori caduti in servizio. Nell’incontro ho potuto constatare ancora una volta come la distruzione non è mai impersonale, astratta o solo di cose; ma che soprattutto ha un volto e una storia, è concreta, possiede dei nomi. Nei familiari, si può vedere il volto del dolore, un dolore che ci lascia attoniti e grida al cielo.
Ma, a loro volta, essi mi hanno saputo mostrare l’altra faccia di questo attentato, l’altra faccia del loro dolore: la potenza dell’amore e del ricordo. Un ricordo che non ci lascia vuoti. Il nome di tante persone care sono scritti qui dove c’erano le basi delle torri, e così li possiamo vedere, toccare e mai più dimenticarli.
Qui in mezzo al dolore lacerante, possiamo toccare con mano la capacità di bontà eroica di cui è anche capace l’essere umano, la forza nascosta a cui sempre dobbiamo fare appello. Nel momento di maggior dolore, sofferenza, voi siete stati testimoni dei più grandi atti di dedizione e di aiuto. Mani tese, vite offerte. In una metropoli che può sembrare impersonale, anonima, di grandi solitudini, siete stati capaci di mostrare la potente solidarietà dell’aiuto reciproco, dell’amore e del sacrificio personale. In quel momento non era una questione di sangue, di origine, di quartiere, di religione o di scelta politica; era questione di solidarietà, di emergenza, di fraternità. Era questione di umanità. I pompieri di New York sono entrati nelle torri che stavano crollando senza fare tanta attenzione alla propria vita. Molti sono caduti in servizio e col loro sacrificio hanno salvato la vita di tanti altri.
Questo luogo di morte si trasforma anche in un luogo di vita, di vite salvate, un canto che ci porta ad affermare che la vita è sempre destinata a trionfare sui profeti della distruzione, sulla morte, che il bene avrà sempre la meglio sul male, che la riconciliazione e l’unità vinceranno sull’odio e sulla divisione.
In questo luogo di dolore e di ricordo, mi riempie di speranza l’opportunità di associarmi ai leader che rappresentano le molte religioni che arricchiscono la vita di questa città. Spero che la nostra presenza qui sia un segno potente delle nostre volontà di condividere e riaffermare il desiderio di essere forze di riconciliazione, forze di pace e giustizia in questa comunità e in ogni parte del mondo. Nelle differenze, nelle discrepanze è possibile vivere un mondo di pace. Davanti ad ogni tentativo di rendere uniformi è possibile e necessario riunirci dalle diverse lingue, culture, religioni e dare voce a tutto ciò che vuole impedirlo. Insieme oggi siamo invitati a dire: “no” ad ogni tentativo uniformante e “sì” ad una differenza accettata e riconciliata.
Per questo scopo abbiamo bisogno di bandire i nostri sentimenti di odio, di vendetta, di rancore. E sappiamo che ciò è possibile soltanto come un dono del cielo. Qui, in questo luogo della memoria, ciascuno nella sua maniera, ma insieme. Vi propongo di fare un momento di silenzio e preghiera. Chiediamo al cielo il dono di impegnarci per la causa della pace. Pace nelle nostre case, nelle nostre famiglie, nelle nostre scuole, nelle nostre comunità. Pace in quei luoghi dove la guerra sembra non avere fine. Pace sui quei volti che non hanno conosciuto altro che dolore. Pace in questo vasto mondo che Dio ci ha dato come casa di tutti e per tutti. Soltanto, pace. Preghiamo in silenzio.
[momento di silenzio]
Così la vita dei nostri cari non sarà una vita che finirà nell’oblio, ma sarà presente ogni volta che lottiamo per essere profeti di ricostruzione, profeti di riconciliazione, profeti di pace.
[01510-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]
Preghiera per la Pace recitata dal Papa
Testo in lingua inglese
Traduzione in lingua spagnola
Traduzione in lingua italiana
Testo in lingua inglese
The Holy Father:
O God of love, compassion, and healing,
look on us, people of many different faiths
and religious traditions,
who gather today on this hallowed ground,
the scene of unspeakable violence and pain.
We ask you in your goodness
to give eternal light and peace
to all who died here:
the heroic first-responders:
our fire fighters, police officers,
emergency service workers
and Port Authority personnel,
along with all the innocent men and women
who were victims of this tragedy
simply because their work or service
brought them here on September 11.
We ask you, in your compassion,
to bring healing to those who,
because of their presence here fourteen years ago,
continue to suffer from injuries and illness.
Heal, too, the pain of still-grieving families
and all who lost loved ones in this tragedy.
Give them strength to continue their lives
with courage and hope.
We are mindful as well
of those who suffered death, injury, and loss
on the same day at the Pentagon
and in Shanksville, Pennsylvania.
Our hearts are one with theirs
as our prayer embraces their pain and suffering.
God of peace, bring your peace to our violent world:
peace in the hearts of all men and women
and peace among the nations of the earth.
Turn to your way of love
those whose hearts and minds
are consumed with hatred,
and who justify killing in the name of religion.
God of understanding,
overwhelmed by the magnitude of this tragedy,
we seek your light and guidance
as we confront such terrible events.
Grant that those whose lives were spared
may live so that the lives lost here
may not have been lost in vain.
Comfort and console us, strengthen us in hope,
and give us the wisdom and courage
to work tirelessly for a world
where true peace and love reign
among nations and in the hearts of all.
[01561-EN.01] [Original text: English]
Traduzione in lingua spagnola
¡Oh Dios de amor, compasión y salvación!
¡Míranos, gente de diferentes creencias y tradiciones,
reunidos hoy en este lugar,
escenario de violencia y dolor increíbles.
Te pedimos que por tu bondad
concedas la luz y la paz eternas
a todos los que murieron aquí—
a los que heroicamente acudieron los primeros,
nuestros bomberos, policías,
servicios de emergencia y las autoridades del puerto,
y a todos los hombres y mujeres inocentes
que fueron víctimas de esta tragedia
simplemente porque vinieron aquí para cumplir con su deber
el 11 de septiembre de 2001.
Te pedimos que tengas compasión
y alivies las penas de aquellos que,
por estar presentes aquí ese día,
hoy están heridos o enfermos.
Alivia también el dolor de las familias que todavía sufren
y de todos los que han perdido a sus seres queridos en esta tragedia.
Dales fortaleza para seguir viviendo con valentía y esperanza.
También tenemos presentes
a cuantos murieron, resultaron heridos o sufrieron pérdidas
ese mismo día en el Pentágono y en Shanskville, Pennsylvania.
Nuestros corazones se unen a los suyos,
mientras nuestras oraciones abrazan su dolor y sufrimiento.
Dios de la paz, concede tu paz a nuestro violento mundo:
paz en los corazones de todos los hombres y mujeres
y paz entre las naciones de la tierra.
Lleva por tu senda del amor
a aquellos cuyas mentes y corazones
están nublados por el odio.
Dios de comprensión,
abrumados por la magnitud de esta tragedia,
buscamos tu luz y tu guía
cuando nos enfrentamos con hechos tan terribles como éste.
Haz que aquellos cuyas vidas fueron salvadas
vivan de manera que las vidas perdidas aquí
no lo hayan sido en vano.
Confórtanos y consuélanos,
fortalécenos en la esperanza,
y danos la sabiduría y el coraje
para trabajar incansablemente por un mundo
en el que la verdadera paz y el amor
reinen entre las naciones y en los corazones de todos.
[01561-ES.01] [Texto original: Inglés]
Traduzione in lingua italiana
O Dio dell’amore, della compassione e della riconciliazione,
rivolgi il Tuo sguardo su di noi, popolo di molte fedi e tradizioni diverse,
che siamo riuniti oggi in questo luogo,
scenario di incredibile violenza e dolore.
Ti chiediamo nella Tua bontà
di concedere luce e pace eterna
a tutti coloro che sono morti in questo luogo—
i primi eroici soccorritori:
i nostri vigili del fuoco, agenti di polizia,
addetti ai servizi di emergenza e personale della Capitaneria di Porto,
insieme a tutti gli uomini e le donne innocenti,
vittime di questa tragedia
solo perché il loro lavoro e il loro servizio
li ha portati qui l’11 settembre 2001.
Ti chiediamo, nella Tua compassione
di portare la guarigione a coloro i quali,
a causa della loro presenza qui in quel giorno,
soffrono per le lesioni e la malattia.
Guarisci, anche la sofferenza delle famiglie ancora in lutto
e di quanti hanno perso persone care in questa tragedia.
Concedi loro la forza di continuare a vivere con coraggio e speranza.
Ricordiamo anche coloro
che hanno trovato la morte, i feriti e quanti hanno perso i loro cari
in quello stesso giorno al Pentagono e a Shanksville, in Pennsylvania.
I nostri cuori si uniscono ai loro
mentre la nostra preghiera abbraccia il loro dolore e la loro sofferenza.
Dio della pace, porta la Tua pace nel nostro mondo violento:
pace nei cuori di tutti gli uomini e le donne
e pace tra le Nazioni della terra.
Volgi verso il Tuo cammino di amore
coloro che hanno il cuore e la mente
consumati dall’odio.
Dio della comprensione,
sopraffatti dalla dimensione immane di questa tragedia,
cerchiamo la Tua luce e la Tua guida
mentre siamo davanti ad eventi così tremendi.
Concedi a coloro le cui vite sono state risparmiate
di poter vivere in modo che le vite perdute qui
non siano state perdute in vano.
Confortaci e consolaci,
rafforzaci nella speranza
e concedici la saggezza e il coraggio
di lavorare instancabilmente per un mondo
in cui pace e amore autentici regnino
tra le Nazioni e nei cuori di tutti.
[01561-IT.01] [Testo originale: Inglese]
Al termine, salutati individualmente i leader religiosi, il Santo Padre ha visitato il Museo del Memorial Ground Zero insieme all’Arcivescovo di New York. Quindi è rientrato in auto alla Residenza papale di New York.
[B0719-XX.02]