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Viaggio Apostolico di Sua Santità Francesco in Sri Lanka e Filippine (12-19 gennaio 2015) - Incontro con i Giovani nell’Università Santo Tomas di Manila, 18.01.2015


Viaggio Apostolico di Sua Santità Francesco in Sri Lanka e Filippine (12-19 gennaio 2015) - Incontro con i Giovani nell’Università Santo Tomas di Manila

Incontro con Leader religiosi delle Filippine presso l’Università Santo Tomas di Manila

Incontro con i Giovani nel campo sportivo dell’Università Santo Tomas di Manila

Incontro di Papa Francesco con il padre della volontaria morta ieri all’aeroporto di Tacloban

Incontro con Leader religiosi delle Filippine presso l’Università Santo Tomas di Manila

Questa mattina, dopo un saluto ai collaboratori e benefattori della Nunziatura Apostolica, il Santo Padre Francesco si è trasferito in auto alla Pontificia e Reale Università Santo Tomas, il più grande e antico ateneo delle Filippine e di tutta l’Asia.

Al Suo arrivo nei pressi del monumentale "Arch of the Centuries", il Papa è stato accolto dal Rettore e dal Cancelliere, e ha incontrato i Leader delle principali Confessioni religiose del Paese: buddista, ebraica, evangelica, "Filippina Indipendente", induista, islamica e ortodossa.

Dopo il saluto ai Leader religiosi, il Santo Padre ha compiuto un giro in papamobile nel campus dell’Università dove - nei viali e nel campo sportivo - lo attendevano decine di migliaia di studenti e ragazzi.

[00067-01.01]

Incontro con i Giovani nel campo sportivo dell’Università Santo Tomas di Manila

Discorso pronunciato dal Santo Padre

Testo del discorso preparato dal Santo Padre

Questa mattina alle ore 10 il Santo Padre Francesco ha incontrato i giovani nel campo sportivo dell’Università Santo Tomas di Manila.
La Liturgia della Parola che ha caratterizzato l’evento, è stata introdotta dalla presentazione del Presidente della Commissione Episcopale per i giovani, S.E. Mons. Leopoldo C. Jaucian, S.V.D., Vescovo di Bangued e dal saluto di una famiglia.
Dopo l’intronizzazione della Santa Croce, si sono susseguite le testimonianze di alcuni giovani - che hanno posto al Papa anche le loro domande - e le letture bibliche.
Colpito dalle testimonianze dei ragazzi, Papa Francesco ha pronunciato a braccio il discorso che riportiamo di seguito:

Discorso pronunciato dal Santo Padre

Testo in lingua originale

Traduzione in lingua spagnola

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua inglese

Testo in lingua originale

Dear Young Friends,
When I speak spontaneously, I do it in Spanish. No? Because I don’t know English language. May I do it? Thank you very much!
Here is father Mark, a good translator!

Primero de todo una noticia triste: ayer, mientras estaba por empezar la Misa, se cayó una de las torres, como ésa, y, al caer, hirió a una muchacha que estaba trabajando y murió. Su nombre es Kristel. Ella trabajó en la organización de esa Misa. Tenía 27 años. Era joven como ustedes y trabajaba para una asociación que se llama Catholic Relief Services. Era una voluntaria. Yo quisiera que nosotros, todos juntos, ustedes jóvenes como ella, rezáramos en silencio un minuto y, después, invocáramos a nuestra Madre del cielo. Oremos.
[Silencio … Ave María]

También, hagamos una oración por su papá y su mamá. Era única hija. Su mamá está llegando de Hong Kong. Su papá ha venido a Manila a esperar a su mamá.
[Our Father…]

It is a joy for me to be with you this morning. I greet each of you from the heart, and I thank all those who made this meeting possible. During my visit to the Philippines, I wanted in a particular way to meet with young people, to listen to you and to talk with you. I want to express the love and the hopes of the Church for you. And I want to encourage you, as Christian citizens of this country, to offer yourselves passionately and honestly to the great work of renewing your society and helping to build a better world.

In a special way, I thank the young people who have offered words of welcome to me: Jun Chura, Leandro Santos II and Rikky Macalor. Thank you very much! Y la pequeña representación de las mujeres. ¡Demasiado poco! Las mujeres tienen mucho que decirnos en la sociedad de hoy. A veces, somos demasiado machistas, y no dejamos lugar a la mujer. Pero la mujer es capaz de ver las cosas con ojos distintos de los hombres. La mujer es capaz de hacer preguntas que los hombres no terminamos de entender. Presten ustedes atención. Ella [indica a Glyzelle] hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta. Y no le alcanzaron las palabras. Necesitó decirla con lágrimas. Así que, cuando venga el próximo Papa a Manila, que haya más mujeres.

Yo te agradezco, Jun, que hayas expresado tan valientemente tu experiencia. Como dije recién, el núcleo de tu pregunta casi no tiene respuesta. Solamente cuando somos capaces de llorar sobre las cosas que vos viviste, podemos entender algo y responder algo. La gran pregunta para todos: ¿Por qué sufren los niños?, ¿por qué sufren los niños? Recién cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta y a llorar, podemos entender algo. Existe una compasión mundana que no nos sirve para nada. Vos hablaste algo de esto. Una compasión que, a lo más, nos lleva a meter la mano en el bolsillo y a dar una moneda. Si Cristo hubiera tenido esa compasión, hubiera pasado, curado a tres o cuatro y se hubiera vuelto al Padre. Solamente cuando Cristo lloró y fue capaz de llorar, entendió nuestros dramas.

Queridos chicos y chicas, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero, aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades, no sabemos llorar. Ciertas realidades de la vida se ven solamente con los ojos limpios por las lágrimas. Los invito a que cada uno se pregunte: ¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado, un niño abusado, un niño usado por una sociedad como esclavo? ¿O mi llanto es el llanto caprichoso de aquel que llora porque le gustaría tener algo más? Y esto es lo primero que yo quisiera decirles: Aprendamos a llorar, como ella [Glyzelle] nos enseñó hoy. No olvidemos este testimonio. La gran pregunta: ¿Por qué sufren los niños?, la hizo llorando; y la gran respuesta que podemos hacer todos nosotros es aprender a llorar.

Jesús, en el Evangelio, lloró. Lloró por el amigo muerto. Lloró en su corazón por esa familia que había perdido a su hija. Lloró en su corazón cuando vio a esa pobre madre viuda que llevaba a enterrar a su hijo. Se conmovió y lloró en su corazón cuando vio a la multitud como ovejas sin pastor. Si vos no aprendés a llorar, no sos un buen cristiano. Y éste es un desafío. Jun Chura y su compañera, que habló hoy, nos han planteado este desafío. Y, cuando nos hagan la pregunta: ¿Por qué sufren los niños? ¿Por qué sucede esto o esto otro o esto otro de trágico en la vida?, que nuestra respuesta sea o el silencio o la palabra que nace de las lágrimas. Sean valientes. No tengan miedo a llorar.

Y después vino Leandro Santos II. También hizo preguntas sobre el mundo de la información. Hoy, con tantos medios, estamos informados, hiper-informados, y ¿eso es malo? No. Eso es bueno y ayuda, pero corremos el peligro de vivir acumulando información. Y tenemos mucha información, pero, quizás, no sabemos qué hacer con ella. Corremos el riesgo de convertirnos en "jóvenes museos", que tienen de todo, pero no saben qué hacer. No necesitamos "jóvenes museos", sino jóvenes sabios. Me pueden preguntar: Padre, ¿cómo se llega ser sabio? Y éste es otro desafío: el desafío del amor. ¿Cuál es la materia más importante que tienen que aprender en la Universidad? ¿Cuál es la materia más importante que hay que aprender en la vida? Aprender a amar. Y éste es el desafío que la vida te pone a vos hoy: Aprender a amar. No sólo acumular información. Llega un momento que no sabes qué hacer con ella. Eso es un museo. Sino, a través del amor, que esa información sea fecunda. Para esto el Evangelio nos propone un camino sereno, tranquilo: usar los tres lenguajes, el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos. Y los tres lenguajes armoniosamente: lo que pensás, lo sentís y lo realizás. Tu información baja al corazón, lo conmueve y lo realiza. Y esto armoniosamente: pensar lo que se siente y lo que se hace; sentir lo que pienso y lo que hago; hacer lo que pienso y lo que siento. Los tres lenguajes. ¿Se animan a repetir los tres lenguajes? Pensar, sentir, hacer. En voz alta. Y todo esto armoniosamente.

El verdadero amor es amar y dejarme amar. Es más difícil dejarse amar que amar. Por eso es tan difícil llegar al amor perfecto de Dios, porque podemos amarlo, pero lo importante es dejarnos amar por él. El verdadero amor es abrirse a ese amor que está primero y que nos provoca una sorpresa. Si vos tenés sólo toda la información, estás cerrado a las sorpresas. El amor te abre a las sorpresas, el amor siempre es una sorpresa, porque supone un diálogo entre dos: entre el que ama y el que es amado. Y de Dios decimos que es el Dios de las sorpresas, porque él siempre nos amó primero y nos espera con una sorpresa. Dios nos sorprende. Dejémonos sorprender por Dios. Y no tengamos la psicología de la computadora de creer saberlo todo. ¿Cómo es esto? Espera un momento y la computadora tiene todas las respuestas: ninguna sorpresa. En el desafío del amor, Dios se manifiesta con sorpresas.

Pensemos en san Mateo. Era un buen comerciante. Además, traicionaba a su patria porque le cobraba los impuestos a los judíos para pagárselos a los romanos. Estaba lleno de plata y cobraba los impuestos. Pasa Jesús, lo mira y le dice: Ven, sígueme. No lo podía creer. Si después tienen tiempo, vayan a ver el cuadro que Caravaggio pintó sobre esta escena. Jesús lo llama, le hace así. Los que estaban con él dicen: ¿A éste, que es un traidor, un sinvergüenza? Y él se agarra a la plata y no la quiere dejar. Pero la sorpresa de ser amado lo vence y sigue a Jesús. Esa mañana, cuando Mateo fue al trabajo y se despidió de su mujer, nunca pensó que iba volver sin el dinero y apurado para decirle a su mujer que preparara un banquete. El banquete para aquel que lo había amado primero, que lo había sorprendido con algo muy importante, más importante que toda la plata que tenía.

¡Déjate sorprender por Dios! No le tengas miedo a las sorpresas, que te mueven el piso, nos ponen inseguros, pero nos meten en camino. El verdadero amor te lleva a quemar la vida, aun a riesgo de quedarte con las manos vacías. Pensemos en san Francisco: dejó todo, murió con las manos vacías, pero con el corazón lleno.

¿De acuerdo? No jóvenes de museo, sino jóvenes sabios. Para ser sabios, usar los tres lenguajes: pensar bien, sentir bien y hacer bien. Y para ser sabios, dejarse sorprender por el amor de Dios, y andá y quemá la vida.

¡Gracias por tu aporte de hoy!

Y el que vino con un buen plan para ayudarnos a ver cómo podemos andar en la vida fue Rikky. Contó todas las actividades, todo lo que hace, todo lo que hacen los jóvenes, todo lo que pueden hacer. Gracias, Rikky, gracias por lo que hacés vos y tus compañeros. Pero yo te voy a hacer una pregunta: Vos y tus amigos van a dar, dan, dan, ayudan, pero vos ¿dejás que te den? Contéstate en el corazón. En el Evangelio que escuchamos recién, hay una frase que para mí es la más importante de todas. Dice el Evangelio que Jesús a ese joven lo miró y lo amó. Cuando uno ve el grupo de compañeros de Rikky y Rikky, uno los quiere mucho porque hacen cosas muy buenas, pero la frase más importante que dice Jesús: Sólo te falta una cosa. Cada uno de nosotros escuchemos en silencio esta palabra de Jesús: Sólo te falta una cosa.

¿Qué cosa me falta? Para todos los que Jesús ama tanto porque dan tanto a los demás, yo les pregunto: ¿Vos dejás que los otros te den de esa otra riqueza que no tenés?

Los saduceos, los doctores de la ley de la época de Jesús daban mucho al pueblo: le daban la ley, le enseñaban, pero nunca dejaron que el pueblo les diera algo. Tuvo que venir Jesús para dejarse conmover por el pueblo. ¡Cuántos jóvenes, no lo digo de vos, pero cuántos jóvenes como vos que hay aquí saben dar, pero todavía no aprendieron a recibir!

Sólo te falta una cosa. Hazte mendigo. Esto es lo que nos falta: aprender a mendigar de aquellos a quienes damos. Esto no es fácil de entender. Aprender a mendigar. Aprender a recibir de la humildad de los que ayudamos. Aprender a ser evangelizados por los pobres. Las personas a quienes ayudamos, pobres, enfermos, huérfanos, tienen mucho que darnos. ¿Me hago mendigo y pido también eso? ¿O soy suficiente y solamente voy a dar? Vos que vivís dando siempre y crees que no tenés necesidad de nada, ¿sabés que sos un pobre tipo? ¿sabés que tenés mucha pobreza y necesitás que te den? ¿Te dejás evangelizar por los pobres, por los enfermos, por aquellos que ayudás? Y esto es lo que ayuda a madurar a todos aquellos comprometidos como Rikky en el trabajo de dar a los demás: aprender a tender la mano desde la propia miseria.

Había algunos puntos que yo había preparado. Primero, ya lo dije, aprender a amar y aprender a dejarse amar.

Hay un desafío, además, que es el desafío por la integridad. A second key area where you are called to make a contribution is in showing concern for the environment. This is not only because this country, more than many others, is likely to be seriously affected by climate change. A final area in which you can make a contribution is one dear to all of us. It is care for the poor. .Amar a los pobres. Vuestros obispos quieren que miren a los pobres de manera especial este año. ¿Vos pensás en los pobres? ¿vos sentís con los pobres? ¿vos hacés algo por los pobres? ¿y vos pedís a los pobres que te den esa sabiduría que tienen? Esto es lo que quería decirles.

Perdónenme porque no leí casi nada de lo que tenía preparado. Pero hay una frase que me consuela un poquito: "La realidad es superior a la idea". "La realidad es superior a la idea". Y la realidad que ellos plantearon, la realidad de ustedes es superior a todas las ideas que yo había preparado. ¡Gracias! ¡Muchas gracias! Y recen por mí.

[00096-XX.01] [Testo originale: Plurilingue]

Traduzione in lingua spagnola

Queridos jóvenes:
Cuando hablo espontáneamente, lo hago en español porque no conozco la lengua inglesa. ¿Puedo hacerlo? Muchas gracias. 
Está aquí el P. Mark, un buen traductor.

Primero de todo, una noticia triste. Ayer, mientras estaba por empezar la Misa, se cayó una de las torres, como ésa. Y, al caer, hirió a una muchacha que estaba trabajando y murió. Su nombre es Kristel. Ella trabajó en la organización de esa Misa. Tenía 27 años. Era joven como ustedes y trabajaba para una asociación que se llama Catholic Relief Services. Era una voluntaria. Yo quisiera que nosotros, todos juntos, ustedes jóvenes como ella, rezáramos en silencio un minuto y, después, invocáramos a nuestra Madre del cielo. Oremos.
[Silencio] Ave María
También hagamos una oración por su papá y su mamá. Era única hija. Su mamá está llegando de Hong Kong. Su papá ha venido a Manila a esperar a su mamá.
Padre nuestro

Me alegro de estar con ustedes esta mañana. Mi saludo afectuoso a cada uno, y mi agradecimiento a todos los que han hecho posible este encuentro. En mi visita a Filipinas, he querido reunirme especialmente con ustedes los jóvenes, para escucharlos y hablar con ustedes. Quiero transmitirles el amor y las esperanzas que la Iglesia tiene puestas en ustedes. Y quiero animarles, como cristianos ciudadanos de este país, a que se entreguen con pasión y sinceridad a la gran tarea de la renovación de su sociedad y ayuden a construir un mundo mejor.

Doy las gracias de modo especial a los jóvenes que me han dirigido las palabras de bienvenida: Jun Chura, Leandro Santos II y Rikki Macalor. Muchas gracias. Y la pequeña representación de las mujeres. ¡Demasiado poco! Las mujeres tienen mucho que decirnos en la sociedad de hoy. A veces, somos demasiado machistas, y no dejamos lugar a la mujer. Pero la mujer es capaz de ver las cosas con ojos distintos de los hombres. La mujer es capaz de hacer preguntas que los hombres no terminamos de entender. Presten ustedes atención. Ella [la chica Glyzelle] hoy ha hecho la única pregunta que no tiene respuesta. Y no le alcanzaron las palabras. Necesitó decirla con lágrimas. Así que, cuando venga el próximo Papa a Manila, que haya más mujeres.

Yo te agradezco, Jun, que hayas expresado tan valientemente tu experiencia. Como dije recién, el núcleo de tu pregunta casi no tiene respuesta. Solamente cuando somos capaces de llorar sobre las cosas que vos viviste, podemos entender algo y responder algo. La gran pregunta para todos: ¿Por qué sufren los niños? ¿por qué sufren los niños? Recién cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta y a llorar, podemos entender algo. Existe una compasión mundana que no nos sirve para nada. Vos hablaste algo de eso. Una compasión que, a lo más, nos lleva a meter la mano en el bolsillo y a dar una moneda. Si Cristo hubiera tenido esa compasión, hubiera pasado, curado a tres o cuatro y se hubiera vuelto al Padre. Solamente cuando Cristo lloró y fue capaz de llorar, entendió nuestros dramas.

Queridos chicos y chicas, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar. Solamente ciertas realidades de la vida se ven con los ojos limpios por las lágrimas. Los invito a que cada uno se pregunte: ¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado, un niño abusado, un niño usado por una sociedad como esclavo? ¿O mi llanto es el llanto caprichoso de aquel que llora porque le gustaría tener algo más? Y esto es lo primero que yo quisiera decirles: Aprendamos a llorar, como ella [Glyzelle] nos enseñó hoy. No olvidemos este testimonio. La gran pregunta: ¿Por qué sufren los niños?, la hizo llorando; y la gran respuesta que podemos hacer todos nosotros es aprender a llorar.

Jesús, en el Evangelio, lloró. Lloró por el amigo muerto. Lloró en su corazón por esa familia que había perdido a su hija. Lloró en su corazón cuando vio a esa pobre madre viuda que llevaba a enterrar a su hijo. Se conmovió y lloró en su corazón cuando vio a la multitud como ovejas sin pastor. Si vos no aprendés a llorar, no sos un buen cristiano. Y éste es un desafío. Jun Chura y su compañera, que habló hoy, nos han planteado este desafío. Y, cuando nos hagan la pregunta: ¿Por qué sufren los niños? ¿Por qué sucede esto o esto otro o esto otro de trágico en la vida?, que nuestra respuesta sea o el silencio o la palabra que nace de las lágrimas. Sean valientes. No tengan miedo a llorar.

Y después vino Leandro Santos II. También hizo preguntas sobre el mundo de la información. Hoy, con tantos medios, estamos informados, híper-informados, y ¿eso es malo? No. Eso es bueno y ayuda, pero corremos el peligro de vivir acumulando información. Y tenemos mucha información, pero, quizás, no sabemos qué hacer con ella. Corremos el riesgo de convertirnos en "jóvenes museos", que tienen de todo, pero no saben qué hacer. No necesitamos "jóvenes museos", sino jóvenes sabios. Me pueden preguntar: Padre, ¿cómo se llega ser sabio? Y éste es otro desafío: el desafío del amor. ¿Cuál es la materia más importante que tienen que aprender en la Universidad? ¿Cuál es la materia más importante que hay que aprender en la vida? Aprender a amar. Y éste es el desafío que la vida te pone a vos hoy: Aprender a amar. No sólo acumular información. Llega un momento que no sabes qué hacer con ella. Eso es un museo. Sino, a través del amor, que esa información sea fecunda. Para esto el Evangelio nos propone un camino sereno, tranquilo: usar los tres lenguajes, el lenguaje de la mente, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos. Y los tres lenguajes armoniosamente: lo que pensás, lo sentís y lo realizás. Tu información baja al corazón, lo conmueve y lo realiza. Y esto armoniosamente: pensar lo que se siente y lo que se hace; sentir lo que pienso y lo que hago; hacer lo que pienso y lo que siento. Los tres lenguajes. ¿Se animan a repetir los tres lenguajes? Pensar, sentir, hacer. En voz alta. Y todo esto armoniosamente.

El verdadero amor es amar y dejarme amar. Es más difícil dejarse amar que amar. Por eso es tan difícil llegar al amor perfecto de Dios, porque podemos amarlo, pero lo importante es dejarnos amar por él. El verdadero amor es abrirse a ese amor que está primero y que nos provoca una sorpresa. Si vos tenés sólo toda la información, estás cerrado a las sorpresas. El amor te abre a las sorpresas, el amor siempre es una sorpresa, porque supone un diálogo entre dos: entre el que ama y el que es amado. Y de Dios decimos que es el Dios de las sorpresas, porque él siempre nos amó primero y nos espera con una sorpresa. Dios nos sorprende. Dejémonos sorprender por Dios. Y no tengamos la psicología de la computadora de creer saberlo todo. ¿Cómo es esto? Espera un momento y la computadora tiene todas las respuestas: ninguna sorpresa. En el desafío del amor, Dios se manifiesta con sorpresas.

Pensemos en san Mateo. Era un buen comerciante. Además, traicionaba a su patria porque le cobraba los impuestos a los judíos para pagárselos a los romanos. Estaba lleno de plata y cobraba los impuestos. Pasa Jesús, lo mira y le dice: Ven, sígueme. No lo podía creer. Si después tienen tiempo, vayan a ver el cuadro que Caravaggio pintó sobre esta escena. Jesús lo llama; le hace así. Los que estaban con él dicen: «¿A éste, que es un traidor, un sinvergüenza?». Y él se agarra a la plata y no la quiere dejar. Pero la sorpresa de ser amado lo vence y sigue a Jesús. Esa mañana, cuando Mateo fue al trabajo y se despidió de su mujer, nunca pensó que iba volver sin el dinero y apurado para decirle a su mujer que preparara un banquete. El banquete para aquel que lo había amado primero, que lo había sorprendido con algo muy importante, más importante que toda la plata que tenía.

¡Déjate sorprender por Dios! No le tengas miedo a las sorpresas, que te mueven el piso, nos ponen inseguros, pero nos meten en camino. El verdadero amor te lleva a quemar la vida, aun a riesgo de quedarte con las manos vacías. Pensemos en san Francisco: dejó todo, murió con las manos vacías, pero con el corazón lleno.

¿De acuerdo? No jóvenes de museo, sino jóvenes sabios. Para ser sabios, usar los tres lenguajes: pensar bien, sentir bien y hacer bien. Y para ser sabios, dejarse sorprender por el amor de Dios, y andá y quemá la vida.

¡Gracias por tu aporte de hoy!

Y el que vino con un buen plan para ayudarnos a ver cómo podemos andar en la vida fue Rikki. Contó todas las actividades, todo lo que hace, todo lo que hacen los jóvenes, todo lo que pueden hacer. Gracias, Rikki, gracias por lo que hacés vos y tus compañeros. Pero yo te voy a hacer una pregunta: Vos y tus amigos van a dar, dan, dan, ayudan, pero vos ¿dejás que te den? Contéstate en el corazón. En el Evangelio que escuchamos recién, hay una frase que para mí es la más importante de todas. Dice el Evangelio que Jesús a ese joven lo miró y lo amó. Cuando uno ve el grupo de compañeros de Rikki y Rikki, uno los quiere mucho porque hacen cosas muy buenas, pero la frase más importante que dice Jesús: Sólo te falta una cosa. Cada uno de nosotros escuchemos en silencio esta palabra de Jesús: Sólo te falta una cosa.

¿Qué cosa me falta? Para todos los que Jesús ama tanto porque dan tanto a los demás, yo les pregunto: ¿Vos dejás que los otros te den de esa otra riqueza que no tenés?

Los saduceos, los doctores de la ley de la época de Jesús daban mucho al pueblo: le daban la ley, le enseñaban, pero nunca dejaron que el pueblo les diera algo. Tuvo que venir Jesús para dejarse conmover por el pueblo. ¡Cuántos jóvenes, no lo digo de vos, pero cuántos jóvenes como vos que hay aquí saben dar, pero todavía no aprendieron a recibir!

Sólo te falta una cosa. Hazte mendigo. Esto es lo que nos falta: aprender a mendigar de aquellos a quienes damos. Esto no es fácil de entender. Aprender a mendigar. Aprender a recibir de la humildad de los que ayudamos. Aprender a ser evangelizados por los pobres. Las personas a quienes ayudamos, pobres, enfermos, huérfanos, tienen mucho que darnos. ¿Me hago mendigo y pido también eso? ¿O soy suficiente y solamente voy a dar? Vos que vivís dando siempre y crees que no tenés necesidad de nada, ¿sabés que sos un pobre tipo? ¿sabés que tenés mucha pobreza y necesitás que te den? ¿Te dejás evangelizar por los pobres, por los enfermos, por aquellos que ayudás? Y esto es lo que ayuda a madurar a todos aquellos comprometidos como Rikki en el trabajo de dar a los demás: aprender a tender la mano desde la propia miseria.

Había algunos puntos que yo había preparado. Primero, ya lo dije, aprender a amar y aprender a dejarse amar.

Hay un desafío, además, que es el desafío por la integridad. Y está el desafío, la preocupación por el medio ambiente. Y esto no sólo porque su país esté probablemente más afectado que otros por el cambio climático.

Y, finalmente, está el desafío de los pobres. Amar a los pobres. Vuestros obispos quieren que miren a los pobres de manera especial este año. ¿Vos pensás en los pobres? ¿vos sentís con los pobres? ¿vos hacés algo por los pobres? ¿y vos pedís a los pobres que te den esa sabiduría que tienen? Esto es lo que quería decirles.

Perdónenme porque no leí casi nada de lo que tenía preparado. Pero hay una frase que me consuela un poquito: «La realidad es superior a la idea». «La realidad es superior a la idea». Y la realidad que ellos plantearon, la realidad de ustedes es superior a todas las ideas que yo había preparado. ¡Gracias! ¡Muchas gracias! Y recen por mí.

[00096-04.01] [Texto original: Plurilingüe]

Traduzione in lingua italiana

Cari giovani,
quando parlo spontaneamente, lo faccio in spagnolo… No?... Perché non conosco bene la lingua inglese… Posso farlo?... Grazie tante!
Qui c’è Padre Mark, un bravo traduttore!...

Prima di tutto una notizia triste. Ieri, mentre stava per iniziare la Messa, è caduta una delle torri e cadendo ha colpito una ragazza ed è morta. Il suo nome è Kristel. Lei ha lavorato nell’organizzazione di quella Messa. Aveva 27 anni. Era giovane come voi e lavorava per un’associazione che si chiama Catholic Relief Services. Era una volontaria. Vorrei che noi tutti insieme, voi giovani come lei, pregassimo in silenzio un minuto e poi invochiamo la nostra Madre del cielo.
[Silenzio … Ave Maria]
Facciamo una preghiera anche per suo papà e sua mamma. Era figlia unica. Sua mamma sta venendo da Hong Kong. Suo papà è venuto a Manila ad aspettare la mamma.
[Padre nostro…]

E’ una gioia per me stare oggi con voi. Saluto cordialmente ciascuno di voi e ringrazio tutti coloro che hanno reso possibile questo incontro. Nel corso della mia visita alle Filippine, ho voluto in modo particolare incontrarmi con voi giovani, per ascoltarvi e parlare con voi. Desidero esprimere l’amore e la speranza che la Chiesa ha per voi. E voglio incoraggiarvi, come cittadini cristiani di questo Paese, a dedicarvi con passione e con onestà al grande impegno di rinnovare la vostra società e di contribuire a costruire un mondo migliore.

In modo speciale, ringrazio i giovani che mi hanno rivolto parole di benvenuto: Jun Chura, Leandro Santos II e Rikki Macalor. Grazie tante! E la piccola rappresentanza delle donne. Troppo poco! Le donne hanno molto da dirci nella società di oggi. A volte siamo troppo maschilisti, e non lasciamo spazio alla donna. Ma la donna sa vedere le cose con occhi diversi dagli uomini. La donna sa fare domande che noi uomini non riusciamo a capire. Fate attenzione: lei [indica Glyzelle] oggi ha fatto l’unica domanda che non ha risposta. E non le venivano le parole, ha dovuto dirlo con le lacrime. Così, quando verrà il prossimo Papa a Manila, che ci siano più donne!

Ti ringrazio, Jun, che hai presentato con tanto coraggio la tua esperienza. Come ho detto prima, il nucleo della tua domanda quasi non ha risposta. Solo quando siamo capaci di piangere sulle cose che voi avete vissuto possiamo capire qualcosa e rispondere qualcosa. La grande domanda per tutti: perché i bambini soffrono? Perché i bambini soffrono? Proprio quando il cuore riesce a porsi la domanda e a piangere, possiamo capire qualcosa. C’è una compassione mondana che non serve a niente! Una compassione che tutt’al più ci porta a mettere mano al borsellino e a dare una moneta. Se Cristo avesse avuto questa compassione avrebbe passato, curato tre o quattro persone e sarebbe tornato al Padre. Solamente quando Cristo ha pianto ed è stato capace di piangere ha capito i nostri drammi.

Cari ragazzi e ragazze, al mondo di oggi manca il pianto! Piangono gli emarginati, piangono quelli che sono messi da parte, piangono i disprezzati, ma quello che facciamo una vita più meno senza necessità non sappiamo piangere. Certe realtà della vita si vedono soltanto con gli occhi puliti dalle lacrime. Invito ciascuno di voi a domandarsi: io ho imparato a piangere? Quando vedo un bambino affamato, un bambino drogato per la strada, un bambino senza casa, un bambino abbandonato, un bambino abusato, un bambino usato come schiavo per la società? O il mio è il pianto capriccioso di chi piange perché vorrebbe avere qualcosa di più? Questa è la prima cosa che vorrei dirvi: impariamo a piangere, come lei [Glyzelle] ci ha insegnato oggi. Non dimentichiamo questa testimonianza. La grande domanda: perché i bambini soffrono?, l’ha fatta piangendo e la grande risposta che possiamo dare tutti noi è imparare a piangere.

Gesù nel Vangelo ha pianto, ha pianto per l’amico morto. Ha pianto nel suo cuore per quella famiglia che aveva perso la figlia. Ha pianto nel suo cuore quando ha visto quella povera madre vedova che portava al cimitero suo figlio. Si è commosso e ha pianto nel suo cuore quando ha visto la folla come pecore senza pastore. Se voi non imparate a piangere non siete buoni cristiani. E questa è una sfida. Jun e la sua compagna ci hanno lanciato questa sfida. E quando ci fanno la domanda: perché i bambini soffrono?, perché succede questo o quest’altro di tragico nella vita?, che la nostra risposta sia il silenzio o la parola che nasce dalle lacrime. Siate coraggiosi, non abbiate paura di piangere!

E poi è venuto Leandro Santos II. Lui ha posto delle domande sul mondo dell’informazione. Oggi con tanti media siamo superinformati: questo è un male? No. Questo è bene e aiuta, però corriamo il pericolo di vivere accumulando informazioni. E abbiamo tante informazioni, ma forse non sappiamo che farcene. Corriamo il rischio di diventare "giovani-museo", che hanno tutto ma non sanno che farsene. Non abbiamo bisogno di giovani-museo, ma di giovani sapienti! Mi potreste chiedere: Padre, come si arriva ad essere sapienti? E questa è un’altra sfida, la sfida dell’amore. Qual è la materia più importante che bisogna imparare all’università? Qual è la più importante da imparare nella vita? Imparare ad amare! E questa è la sfida che la vita pone a voi oggi. Imparare ad amare! Non solo accumulare informazioni e non sapere che farsene. E’ un museo. Ma attraverso l’amore far sì che questa informazione sia feconda. Per questo scopo il Vangelo ci propone un cammino sereno, tranquillo: usare i tre linguaggi: il linguaggio della mente, il linguaggio del cuore e il linguaggio delle mani. E questi tre linguaggi in modo armonioso: quello che pensi lo senti e lo realizzi. La tua informazione scende al cuore, lo commuove e lo realizza. E questo armoniosamente: pensare ciò che si sente e ciò che si fa. Sentire ciò che penso e che faccio; fare ciò che penso e che sento. I tre linguaggi. Siete capaci di ripetere i tre linguaggi a voce alta?

Il vero amore è amare e lasciarmi amare. E’ più difficile lasciarsi amare che amare. Per questo è tanto difficile arrivare all’amore perfetto di Dio, perché possiamo amarlo, ma la cosa importante è lasciarsi amare da Lui. Il vero amore è aprirsi a questo amore che ci precede e che ci provoca una sorpresa. Se voi avete solo tutta l’informazione siete chiusi alle sorprese; l’amore ti apre alle sorprese, l’amore è sempre una sorpresa perché presuppone un dialogo a due. Tra chi ama e chi è amato. E di Dio diciamo che è il Dio delle sorprese perché Lui ci ha amati per primo e ci aspetta con una sorpresa. Dio ci sorprende.. Lasciamoci sorprendere da Dio! E non abbiamo la psicologia del computer di credere di sapere tutto. Com’è questa cosa? Un attimo e il computer ti dà tutte le risposte, nessuna sorpresa. Nella sfida dell’amore Dio si manifesta con delle sorprese.

Pensiamo a san Matteo: era un buon commerciante, in più tradiva la sua patria perché prendeva le tasse dei giudei per darle ai romani, era pieno di soldi e prendeva le tasse. Passa Gesù, lo guarda e gli dice: vieni! Quelli che stavano con Lui dicono: Chiama questo che è un traditore, un infame? E lui si attacca al denaro. Ma la sorpresa di essere amato lo vince e segue Gesù. Quella mattina quando si aveva salutato sua moglie non avrebbe mai pensato che sarebbe tornato senza denaro e di fretta per dire a sua moglie di preparare un banchetto. Il banchetto per colui che lo aveva amato per primo. Che lo aveva sorpreso con qualcosa di più importante di tutti i soldi che aveva.

Lasciati sorprendere dall’amore di Dio! Non abbiate paura delle sorprese, che ti scuotono, ti mettono in crisi, ma ci mettono in cammino. Il vero amore ti spinge a spendere la vita anche a costo di rimanere a mani vuote. Pensiamo a san Francesco: lasciò tutto, morì con le mani vuote ma con il cuore pieno.

D’accordo? Non giovani da museo, ma giovani sapienti. Per essere sapienti, usare i tre linguaggi: pensare bene, sentire bene e fare bene. E per essere sapienti, lasciarsi sorprendere dall’amore di Dio, e vai, e spendi la vita!

Grazie per il tuo contributo di oggi!

E quello che è venuto con un buon programma per aiutarci a vedere come possiamo fare nella vita è stato Rikki! Ha raccontato tutte le attività, tutto quello che fanno, tutto quello che vogliono fare. Grazie Rikki! Grazie per quello che fate tu e i tuoi compagni. Però ti voglio fare una domanda: tu e i tuoi amici vi impegnate a dare, date, date, date, aiutate… ma lasci che ti diano?... Rispondi nel tuo cuore. Nel Vangelo che abbiamo ascoltato poco fa, c’è una frase che per me è la più importante di tutte: dice il Vangelo che Gesù, quel giovane, lo guardò e lo amò (cfr Mc 10,21). Quando uno vede il gruppo di Rikki e i suoi compagni, li ama molto perché fanno cose molto buone, però la frase più importante che dice Gesù è: «Una cosa sola ti manca» (Mc 10,21). Ognuno di noi ascolti in silenzio questa parola di Gesù: «Una cosa sola ti manca».

Che cosa mi manca? A tutti quelli che Gesù ama tanto perché danno tanto agli altri io domando: voi lasciate che gli altri vi diano di quell’altra ricchezza che voi non avete?

I sadducei, i dottori della legge dell’epoca di Gesù davano molto al popolo, davano la legge, insegnavano, ma non hanno mai lasciato che il popolo desse loro qualcosa. E’ dovuto venire Gesù per lasciarsi commuovere dal popolo. Quanti giovani come voi che sono qui sanno dare però non sono altrettanto capaci di ricevere!

«Una cosa sola ti manca». Questo è ciò che ci manca: imparare a mendicare da quelli a cui diamo. Questo non è facile da capire: imparare a mendicare. Imparare a ricevere dall’umiltà di quelli che aiutiamo. Imparare ad essere evangelizzati dai poveri. Le persone che aiutiamo, poveri, malati, orfani, hanno molto da darci. Mi faccio mendicante e chiedo anche questo? Oppure sono autosufficiente e so soltanto dare? Voi che vivete dando sempre e credete che non avete bisogno di niente, sapete che siete veramente poveri? Sapete che avete una grande povertà e bisogno di ricevere? Ti lasci aiutare dai poveri, dai malati e da quelli che aiuti? Questo è ciò che aiuta a maturare i giovani impegnati come Rikki nel lavoro di dare agli altri: imparare a tendere la mano a partire dalla propria miseria.

Ci sono alcuni punti che avevo preparato. Il primo, che già ho detto, imparare ad amare e a lasciarsi amare.

C’è un’altra sfida, che è la sfida dell’integrità morale. Questo non soltanto a causa del fatto che il vostro Paese, più di altri, rischia di essere seriamente colpito dal cambiamento climatico. E’ la sfida del prendersi cura dell’ambiente.

E infine c’è la sfida per i poveri. Amare i poveri. I nostri Vescovi vogliono che siate attenti ai poveri soprattutto in questo "Anno dei poveri". Voi pensate ai poveri? Sentite con i poveri? Fate qualcosa per i poveri? E chiedete ai poveri di darvi quella sapienza che loro hanno? Questo è ciò che volevo dirvi.

Perdonatemi perché non ho letto quasi niente di ciò che avevo preparato Ma c’è una espressione che mi consola un po’: "La realtà è superiore all’idea". E la realtà che voi avete presentato, la realtà che voi siete è superiore a tutte le risposte che io avevo preparato. Grazie!

[00096-01.01] [Testo originale: Plurilingue]

Traduzione in lingua inglese

Dear Young Friends,

When I speak spontaneously, I do it in Spanish. No? Because I don’t know the English language. May I do it? Thank you very much! Here is Father Mark, a good translator!

First of all, some sad news. Yesterday, as Mass was about to begin, one of the towers fell, like that one over there, and injured a young lady working there and she died. Her name is Cristel. She was helping in the organization of that Mass. She was 27 years old. She was young like you and she was working for a group called "Catholic Relief Services". She was a volunteer. I would like all of us, together, you who are young people just like her, to pray for a moment in silence, and then to call upon our heavenly Mother. Let us pray.

[Silence … Ave Maria]

Let us also say a prayer for her mother and father. She was their only child. Her mother is flying in from Hong Kong. Her father has come to Manila to wait for her mother.

[Our Father…]

It is a joy for me to be with you this morning. I greet each of you from the heart, and I thank all those who made this meeting possible. During my visit to the Philippines, I wanted in a particular way to meet with young people, to listen to you and to talk with you. I want to express the love and the hopes of the Church for you. And I want to encourage you, as Christian citizens of this country, to offer yourselves passionately and honestly to the great work of renewing your society and helping to build a better world.

In a special way, I thank the young people who have offered words of welcome to me: Jun, Leandro and Rikki. Thank you very much.

And the small… the small representation of women. Too small! Women have much to say to us in today’s society. Sometimes we are too "machista"; we don’t make room for women. Women are able to see things differently than men. Women can ask questions that we men just don’t get. Pay attention. She [Glyzelle] today asked the one question that doesn’t have an answer. And she couldn’t say it in words. She had to say it with tears. So that, when the next Pope comes to Manila, there should be more women.

I thank you, Jun, for being so brave in talking about your experience. As I just said, your question, deep down, is almost unanswerable. Only when we are able to weep over the things that you experienced, can we understand and give some kind of response. The great question for everybody is: "Why do children suffer?". Why do children suffer? Only when our hearts can ask this question and weep, can we begin to understand. There is a worldly compassion which is completely useless. You said something about this. A compassion which, at most, makes us reach into our pocket and take out a coin. If Christ had that kind of compassion, he would have passed by, cured three or four people, and then returned to the Father. Only when Christ wept, and he was capable of weeping, did he understand our troubles. Dear young men and women, our world today needs weeping. The marginalized weep, those who are neglected weep, the scorned weep, but those of us who have relatively comfortable life, we don’t know how to weep. Certain realities of life are seen only with eyes that are cleansed by tears. I ask each one of you to ask: Can I weep? Can I weep when I see a child who is hungry, on drugs and on the street, homeless, abandoned, mistreated or exploited as a slave by society? Or is my weeping the self-centred whining of those who weep because they want to have something else? This is the first thing I would like to say to you. Let’s learn to weep, the way [Glyzelle] taught us today. Let’s not forget this witness. She asked the big question – why do children suffer? – by weeping; and the big answer which we can give, all of us, is to learn how to weep.

In the Gospel, Jesus wept. He wept for his dead friend. He wept in his heart for the family which lost its daughter. He wept in his heart when he saw the poor widowed mother who was burying her son. He was moved and he wept in his heart when he saw the crowds like sheep without a shepherd. If you don’t learn how to weep, you are not a good Christian. And this is a challenge. Jun Chura and her friend who spoke today posed this challenge. When they ask us: Why do children suffer? Why does this or that tragedy occur in life?, let us respond either by silence or with a word born of tears. Be brave. Don’t be afraid to cry!

Then we heard from Leandro Santos, who was the second to speak. He asked questions about information and technology. Today, with so many kinds of media, we are informed, even over-informed. Is this a bad thing? No. It is good and useful, but we do run the risk of information overload. We have plenty of information, but maybe we don’t know what to do with it all. We risk becoming "museums", storing up all sorts of things but not knowing what to do with them. We don’t need young people who are storehouses, but young people who are wise. You can ask me: Father, how can I become wise? This is another challenge: the challenge of love. What is the most important lesson which you have to learn at the University? What is the most important lesson that you have to learn in life? It is learning how to love. This is the challenge which life sets before you today. Learning how to love. Not just how to accumulate information. There comes a time when you don’t know what to do with it all. It’s a storehouse. Unless, through love, all this information can bear fruit.

For this to happen, the Gospel proposes to us a serene and tranquil thing to do. It is to use the three languages: the language of the mind, the language of the heart and the language of the hands. All three together, harmoniously: what you think, you feel and you do. Your information descends to the heart, moves it and gets translated into action. And all this in a harmonious way: I think what I feel and do, I feel what I think and what I do, and I do what I think and what I feel. The three languages. Are you ready to repeat these three languages? Thinking, feeling and acting. Say those words back to me. And all of this harmoniously.

True love is both loving and letting oneself be loved. It is harder to let ourselves be loved than it is to love. That is why it is so hard to achieve the perfect love of God, because we can love him but the important thing is to let ourselves be loved by him. True love is being open to that love which was there first and catches us by surprise. If all you have is information, you are closed to surprises. Love makes you open to surprises. Love is always a surprise, because it starts with a dialogue between two persons: the one who loves and the one who is loved. We say that God is the God of surprises, because he always loved us first and he waits to take us by surprise. God surprises us. Let’s allow ourselves to be surprised by God. Let’s not have the psychology of a computer, thinking that we know everything. What do I mean? Think for a moment: the computer has all the answers: never a surprise. In the challenge of love, God shows up with surprises.

Think of Saint Matthew. He was a good businessman. He also betrayed his country because he collected taxes from the Jews and paid them to the Romans. He was loaded with money and he collected taxes. Then Jesus comes along, looks at him and says: "Come, follow me". Matthew couldn’t believe it. If you have some time later, go look at the picture that Caravaggio painted about this scene. Jesus called him, like this. Those who were with Jesus were saying: "[He is calling] this man, a traitor, a scoundrel?" And Matthew hangs on to his money and doesn’t want to leave. But the surprise of being loved wins him over and he follows Jesus. That morning, when Matthew was going off to work and said goodbye to his wife, he never thought that he was going to return in a hurry, without money to tell his wife to prepare a banquet. The banquet for the one who loved him first, who surprised him with something important, more important than all the money he had.

So let yourselves be surprised by God! Don’t be afraid of surprises, afraid that they will shake you up. They make us insecure, but they change the direction we are going in. True love makes you "burn life", even at the risk of coming up empty-handed. Think of Saint Francis: he left everything, he died with empty hands, but with a full heart.

Do you agree? Not young people who are "museums", "storehouses", but young people who are wise. To be wise, use the three languages: think well, feel well and act well. And to be wise, let yourselves be surprised by God’s love, then go out and burn life!

Thank you for your contribution today!

The one who came with a good idea to help us to see how to get ahead in life was Rikki. He talked about all his activities, everything he is doing, everything that young people are doing, all the things that they can do. Thanks, Rikki, thanks for all that you and your friends are doing. But I have a question. You and your friends are giving and giving, helping other people. But what about you? Do you let them give something to you? Ask yourselves, in your heart. In the Gospel we just heard, there is a phrase I think is the most important of all. The Gospel says that Jesus looked at that young man and loved him. When we see Rikki and his friends we like them because they do really good things, but Jesus tells us what is the most important thing. Jesus says: "Only one thing is lacking". Let’s each of us listen silently to these words of Jesus: "Only one thing is lacking to you".

What is lacking to me? To all of you, whom Jesus loves so much because you give so generously to others, I ask: "Do you let people give you that other kind of wealth that you don’t possess?"

The Sadducees and the teachers of the Law in Jesus’ day gave much to the people: they gave the Law, they taught, but they never let the people give them anything. Jesus had to come so that he could be moved by people. How many young people – I’m not talking about you – but how many young people like you here today know how to give, but have not yet learned how to receive?

Only one thing is lacking. Become a beggar. That’s what is lacking; learning to beg from those to whom we give. This is not easy to understand. Learning to beg. Learning to receive from the humility of the people we help. Learning to be evangelized by the poor. The persons we help, the poor, the sick, orphans, have much to give us. Will I become a begger and also ask this? Or am I sufficient and will I only give? You who live by always giving, and think that you need nothing, do you realize that you are poor yourself? Do you realize that you are very poor and that you need what they can give you? Do you let yourself be evangelized by the poor, by the sick, by those you assist? This is what can help all those people who are committed like Rikki to trying to give to others: it is learning to stretch out our own hands from our poverty.

There are a couple of points which I had prepared. The first, and I have already said it, is about learning to love and to be loved.

There is another challenge, the challenge of integrity. And the challenge of concern for the environment. This is not only because this country, more than many others, is likely to be seriously affected by climate change.

Finally there is the challenge of caring for the poor. Loving the poor. Your bishops want you to look at the poor in a special way this year. Do you think about the poor? Do you do anything for the poor? And do you ask the poor to give you that wisdom which they have? This is what I want to say to you.

Pardon me that I read practically nothing of what I had prepared. But there is a phrase which gives me a little bit of consolation: "Realities are greater than ideas". "Realities are greater than ideas". And the reality which [the young people who spoke] described, your reality, is greater than the ideas which I had prepared. So thank you! Thank you very much! And pray for me!

[00096-02.02] [Original text: Plurilingual]

Testo del discorso preparato dal Santo Padre

Testo  in lingua inglese

Traduzione  in lingua italiana

Traduzione  in lingua spagnola

Di seguito pubblichiamo il testo che il Papa aveva preparato per l’incontro con i giovani e che viene dato per letto:

Testo  in lingua inglese

Dear Young Friends,

It is a joy for me to be with you this morning. I greet each of you from the heart, and I thank all those who made this meeting possible. During my visit to the Philippines, I wanted in a particular way to meet with young people, to listen to you and to talk with you. I want to express the love and the hopes of the Church for you. And I want to encourage you, as Christian citizens of this country, to offer yourselves passionately and honestly to the great work of renewing your society and helping to build a better world.

In a special way, I thank the young people who have offered words of welcome to me. They have expressed eloquently, in your name, your concerns and worries, your faith and your hopes. They have spoken of the difficulties and the expectations of the young. Although I cannot respond to each of these issues at length, I know that, together with your pastors and among yourselves, you will prayerfully consider them and make concrete proposals for action in your lives.

Today I would like to suggest three key areas where you have a significant contribution to make to the life of your country. The first of these is the challenge of integrity. The word "challenge" can be understood in two ways. First, it can be understood negatively, as a temptation to act against your moral convictions, what you know to be true, good and right. Our integrity can be challenged by selfish interest, greed, dishonesty, or the willingness to use other people.

But the word "challenge" can be also understood positively. It can be seen as invitation to courage, a summons to bear prophetic witness to what you believe and hold sacred. In this sense, the challenge of integrity is something which you have to face now, at this time in your lives. It is not something you can put off until you are older or have greater responsibilities. Even now you are challenged to act with honesty and fairness in your dealings with others, young and old alike. Do not avoid the challenge! One of the greatest challenges young people face is learning to love. To love means to take a risk: the risk of rejection, the risk of being taken advantage of, or worse, of taking advantage of another. Do not be afraid to love! But in love, too, maintain your integrity! Here too, be honest and fair!

In the reading we have just heard, Paul tells Timothy: "Let no one have contempt for your youth, but set an example for those who believe, in speech, conduct, love, faith, and purity" (1 Tim 4:12). You are called, then, to set a good example, an example of integrity. Naturally, in doing this, you will encounter opposition, negativity, discouragement, and even ridicule. But you have received a gift which enables you to rise above those difficulties. It is the gift of the Holy Spirit. If you nurture this gift by daily prayer and draw strength from sharing in the Eucharist, you will be able to achieve that moral greatness to which Jesus calls you. You will also be a compass for those of your friends who are struggling. I think especially of those young people who are tempted to lose hope, to abandon their high ideals, to drop out of school, or to live from day to day on the streets.

So it is essential not to lose your integrity! Not to compromise your ideals! Not to give in to temptations against goodness, holiness, courage and purity! Rise to the challenge! With Christ, you will be – indeed you already are! – the architects of a renewed and more just Filipino culture.

A second key area where you are called to make a contribution is in showing concern for the environment. This is not only because this country, more than many others, is likely to be seriously affected by climate change. You are called to care for creation not only as responsible citizens, but also as followers of Christ! Respect for the environment means more than simply using cleaner products or recycling what we use. These are important aspects, but not enough. We need to see, with the eyes of faith, the beauty of God’s saving plan, the link between the natural environment and the dignity of the human person. Men and women are made in the image and likeness of God, and given dominion over creation (cf. Gen 1:26-28). As stewards of God’s creation, we are called to make the earth a beautiful garden for the human family. When we destroy our forests, ravage our soil and pollute our seas, we betray that noble calling.

Three months ago, your Bishops addressed these issues in a prophetic Pastoral Letter. They asked everyone to think about the moral dimension of our activities and lifestyles, our consumption and our use of the earth’s resources. Today I ask you to do this in the context of your own lives and your commitment to the building up of Christ’s kingdom. Dear young people, the just use and stewardship of the earth’s resources is an urgent task, and you have an important contribution to make. You are the future of the Philippines. Be concerned about what is happening to your beautiful land!

A final area in which you can make a contribution is one dear to all of us. It is care for the poor. We are Christians. We are members of God’s family. No matter how much or how little we have individually, each one of us is called to personally reach out and serve our brothers and sisters in need. There is always someone near us who is in need, materially, emotionally, spiritually. The greatest gift we can give to them is our friendship, our concern, our tenderness, our love for Jesus. To receive Jesus is to have everything; to give him is to give the greatest gift of all.

Many of you know what it is to be poor. But many of you have also experienced something of the blessedness that Jesus promised to "the poor in spirit" (cf. Mt 5:3). Here I would say a word of encouragement and gratitude to those of you who choose to follow our Lord in his poverty through a vocation to the priesthood and the religious life; by drawing on that poverty you will enrich many. But to all of you, especially those who can do more and give more, I ask: Please, do more! Please, give more! When you give of your time, your talents and your resources to the many people who struggle and who live on the margins, you make a difference. It is a difference that is so desperately needed, and one for which you will be richly rewarded by the Lord. For, as he has said: "you will have treasure in heaven" (Mk 10:21).

Twenty years ago, in this very place, Saint John Paul II said that the world needs "a new kind of young person" – one committed to the highest ideals and eager to build the civilization of love. Be those young persons! Never lose your idealism! Be joyful witnesses to God’s love and the beautiful plan he has for us, for this country and for the world in which we live. Please pray for me. God bless you all!

[00056-02.01] [Original text: English]

Traduzione  in lingua italiana

Cari giovani amici,

è una gioia per me essere oggi con voi. Saluto cordialmente ciascuno di voi e ringrazio tutti coloro che hanno reso possibile questo incontro. Nel corso della mia visita alle Filippine, ho voluto in modo particolare incontrarmi con voi giovani, per ascoltarvi e parlare con voi. Desidero esprimere l’amore e la speranza che la Chiesa ha per voi. E voglio incoraggiarvi, come cittadini cristiani di questo Paese, a dedicarvi con passione e con onestà al grande impegno di rinnovare la vostra società e di contribuire a costruire un mondo migliore.

In modo speciale, ringrazio i giovani che mi hanno rivolto parole di benvenuto. Loro hanno espresso in maniera eloquente, a vostro nome, le vostre preoccupazioni e inquietudini, la vostra fede e le vostre speranze. Hanno parlato delle difficoltà e delle attese dei giovani. Anche se non posso rispondere a ciascuna di queste problematiche in modo esaustivo, so che, insieme con i vostri Pastori e tra di voi, le considererete attentamente con l’aiuto della preghiera e farete concrete proposte di azione.

Oggi vorrei suggerire tre ambiti-chiave nei quali voi potete offrire un contributo significativo alla vita del vostro Paese. Il primo è la sfida dell’integrità morale. Il termine "sfida" può essere inteso in due modi. Il primo in senso negativo, come un tentativo di agire contro le vostre convinzioni morali, contro quanto voi professate circa il vero, il buono e il giusto. La nostra integrità morale può essere "sfidata" da interessi egoistici, dall’avidità, dalla disonestà, o dall’intenzione di strumentalizzare gli altri.

Ma l’espressione "sfida" può essere anche compresa in senso positivo. Può essere vista come un invito ad essere coraggiosi, a dare una testimonianza profetica della propria fede e a quanto viene ritenuto sacro. In questo senso, la sfida all’integrità morale è qualcosa con cui in questi tempi e nella vostra vita è necessario confrontarsi. Non si tratta di qualcosa che è possibile rimandare a quando sarete più anziani o avrete maggiori responsabilità. Anche adesso siete sfidati ad agire con onestà e correttezza nei vostri rapporti con gli altri, siano essi giovani o vecchi. Non fuggite da questa sfida! Una delle più grandi sfide che i giovani hanno di fronte è quella di imparare ad amare. Amare significa prendersi un rischio: il rischio del rifiuto, il rischio di venire usati, o peggio di usare l’altro. Non abbiate paura di amare! Ma, anche amando, preservate la vostra integrità morale! Anche in questo siate onesti e leali!

Nella Lettura che abbiamo ora ascoltato, Paolo dice a Timoteo: «Nessuno disprezzi la tua giovane età, ma sii di esempio ai fedeli nel parlare, nel comportamento, nella carità, nella fede, nella purezza» (1 Tm 4,12).

Siete dunque chiamati a dare buon esempio, esempio di integrità morale. Naturalmente, nel farlo, dovrete affrontare opposizioni e critiche, lo scoraggiamento e persino la derisione. Ma voi avete ricevuto un dono che vi consente di superare quelle difficoltà. E’ il dono dello Spirito Santo. Se voi alimenterete questo dono con la preghiera quotidiana e trarrete forza dalla partecipazione all’Eucaristia, sarete in grado di raggiungere quella grandezza morale alla quale Gesù vi chiama. Diventerete anche una bussola per quei vostri amici che sono in ricerca. Penso specialmente a quei giovani che sono tentati di perdere la speranza, di abbandonare i loro alti ideali, di lasciare la scuola o di vivere alla giornata per la strada.

Perciò, è essenziale non perdere la vostra integrità morale! Non compromettere i vostri ideali! Non cedere alle tentazioni contro la bontà, la santità, il coraggio e la purezza! Raccogliete la sfida! Con Cristo, voi sarete – e veramente lo siete già – gli artefici di una cultura filippina rinnovata e più giusta.

Un secondo ambito in cui siete chiamati a dare un contributo è nell’avere cura dell’ambiente. Questo non soltanto a causa del fatto che il vostro Paese, più di altri, rischia di essere seriamente colpito dal cambiamento climatico. Siete chiamati a prendervi cura del creato non solo come cittadini responsabili, ma anche come seguaci di Cristo! Il rispetto dell’ambiente richiede di più che semplicemente usare prodotti puliti o riciclarli. Questi sono aspetti importanti ma non sufficienti. Abbiamo bisogno di vedere, con gli occhi della fede, la bellezza del piano di salvezza di Dio, il legame tra l’ambiente naturale e la dignità della persona umana. L’uomo e la donna sono creati ad immagine e somiglianza di Dio e a loro è stato dato il dominio sulla creazione (cfr Gen 1,26-28). Come amministratori della creazione, siamo chiamati a fare della Terra un bellissimo giardino per la famiglia umana. Quando distruggiamo le nostre foreste, devastiamo il suolo e inquiniamo i mari, noi tradiamo quella nobile chiamata.

Tre mesi fa, i vostri Vescovi hanno affrontato questi temi in una profetica Lettera Pastorale. Hanno chiesto a ciascuno di riflettere sulla dimensione morale delle nostre attività e dei nostri stili di vita, sui nostri consumi e sull’uso che facciamo delle risorse naturali. Oggi vi chiedo di farlo nel contesto della vostra vita e del vostro impegno per la costruzione del Regno di Cristo. Cari giovani, l’uso corretto e la corretta gestione delle risorse naturali è un compito urgente e voi avete un importante contributo da offrire. Voi siete il futuro delle Filippine. Siate attivamente interessati a quanto avviene nella vostra bellissima terra!

Un altro ambito nel quale voi potete offrire un contributo è particolarmente caro a tutti noi. E’ la cura per i poveri. Siamo cristiani, membri della famiglia di Dio. Ognuno di noi, non importail tanto o il pocoche possiede, è chiamato atendere la manopersonalmentee servirei fratelli ele sorelleche hanno bisogno. C’è sempre qualcuno vicino a noi che si trova nella necessità, materiale, psicologica, spirituale. Il più grande dono che possiamo fare loro è la nostra amicizia, la nostra attenzione, la nostra tenerezza, il nostro amore per Gesù.Ricevere Lui significa ricevere ogni cosa insieme con Lui; donare Lui significa offrire il dono più grande di tutti.

Molti di voi sanno che cosa significa essere poveri. Ma molti di voi hanno anche fatto l’esperienza di qualcosa della beatitudine che Gesù ha promesso ai "poveri in spirito" (cfrMt 5,3). E qui vorrei dire una parola di incoraggiamento e di gratitudine a quelli tra voi che hanno scelto di seguire nostro Signore nella sua povertà, attraverso la vocazione al sacerdozio e alla vita religiosa; attingendo a quella povertà arricchirete molti. Ma a tutti voi, specialmente a quelli che possono fare e dare di più, io chiedo: per favore, fate di più! Per favore, date di più! Quando offrite qualcosa del vostro tempo, dei vostri talenti e delle vostre risorse alle tante persone bisognose che vivono ai margini, voi fate la differenza. E’ una differenza di cui c’è un disperato bisogno e per la quale sarete abbondantemente ricompensati dal Signore. Perché, come Lui disse, avrete «un tesoro in cielo»(Mc 10,21).

Vent’anni fa, in questo stesso luogo, san Giovanni Paolo II affermò che il mondo ha bisogno di "un nuovo tipo di giovane" – uno che sia impegnato con i più alti ideali e desideroso di costruire la civiltà dell’amore. Siate quei giovani di cui parlava san Giovanni Paolo II! Non perdete i vostri ideali! Siate testimoni gioiosi dell’amore di Dio e dello splendido piano che Egli ha per noi, per questo Paese e per il mondo in cui viviamo. Per favore, pregate per me. Dio vi benedica tutti!

[00056-01.01] [Testo originale: Inglese]

Traduzione  in lingua spagnola

Queridos jóvenes amigos

Me alegro de estar con vosotros esta mañana. Mi saludo afectuoso a cada uno, y mi agradecimiento a todos los que han hecho posible este encuentro. En mi visita a Filipinas, he querido reunirme especialmente con vosotros los jóvenes, para escucharos y hablar con vosotros. Quiero transmitiros el amor y las esperanzas que la Iglesia tiene puestas en vosotros. Y quiero animaros, como cristianos ciudadanos de este país, a que os entreguéis con pasión y sinceridad a la gran tarea de la renovación de vuestra sociedad y ayudéis a construir un mundo mejor.

Doy las gracias de modo especial a los jóvenes que me han dirigido las palabras de bienvenida. Hablando en nombre de todos, han expresado con claridad vuestras inquietudes y preocupaciones, vuestra fe y vuestras esperanzas. Han hablado de las dificultades y las expectativas de los jóvenes. Aunque no puedo responder detalladamente a cada una de estas cuestiones, sé que, junto con vuestros pastores, las consideraréis atentamente y haréis propuestas concretas de acción para vuestras vidas.

Me gustaría sugerir tres áreas clave en las que podéis hacer una importante contribución a la vida de vuestro país. En primer lugar, el desafío de la integridad. La palabra «desafío» puede entenderse de dos maneras. En primer lugar, puede entenderse negativamente, como la tentación de actuar en contra de vuestras convicciones morales, de lo que sabéis que es verdad, bueno y justo. Nuestra integridad puede ser amenazada por intereses egoístas, la codicia, la falta de honradez, o el deseo de utilizar a los demás.

La palabra «desafío» puede entenderse también en un sentido positivo. Se puede ver como una invitación a ser valientes, una llamada a dar testimonio profético de aquello en lo que crees y consideras sagrado. En este sentido, el reto de la integridad es algo a lo que tenéis que enfrentaros ahora, en este momento de vuestras vidas. No es algo que podáis diferir para cuando seáis mayores y tengáis más responsabilidades. También ahora tenéis el desafío de actuar con honestidad y equidad en vuestro trato con los demás, sean jóvenes o ancianos. ¡No huyáis de este desafío! Uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los jóvenes es el de aprender a amar. Amar significa asumir un riesgo: el riesgo del rechazo, el riesgo de que se aprovechen de ti, o peor aún, de aprovecharse del otro. ¡No tengáis miedo de amar! Pero también en el amor mantened vuestra integridad. También en esto sed honestos y justos.

En la lectura que acabamos de escuchar, Pablo dice a Timoteo: «Que nadie te menosprecie por tu juventud; sé, en cambio, un modelo para los creyentes en la palabra, la conducta, el amor, la fe y la pureza» (1 Tm 4,12). Estáis, pues, llamados a dar un buen ejemplo, un ejemplo de integridad. Naturalmente, al actuar así sufriréis la oposición, el rechazo, el desaliento, y hasta el ridículo. Pero vosotros habéis recibido un don que os permite estar por encima de esas dificultades. Es el don del Espíritu Santo. Si alimentáis este don con la oración diaria y sacáis fuerzas de vuestra participación en la Eucaristía, seréis capaces de alcanzar la grandeza moral a la que Jesús os llama. También seréis un punto de referencia para aquellos amigos vuestros que están luchando. Pienso especialmente en los jóvenes que se sienten tentados de perder la esperanza, de renunciar a sus altos ideales, de abandonar los estudios o de vivir al día en las calles.

Por lo tanto, es esencial que no perdáis vuestra integridad. No pongáis en riesgo vuestros ideales. No cedáis a las tentaciones contra la bondad, la santidad, el valor y la pureza. Aceptad el reto. Con Cristo seréis, de hecho ya los sois, los artífices de una nueva y más justa cultura filipina.

Una segunda área clave en la que estáis llamados a contribuir es la preocupación por el medio ambiente. Y esto no sólo porque vuestro país esté probablemente más afectado que otros por el cambio climático. Estáis llamados a cuidar de la creación, en cuanto ciudadanos responsables, pero también como seguidores de Cristo. El respeto por el medio ambiente es algo más que el simple uso de productos no contaminantes o el reciclaje de los usados. Éstos son aspectos importantes, pero no es suficiente. Tenemos que ver con los ojos de la fe la belleza del plan de salvación de Dios, el vínculo entre el medio natural y la dignidad de la persona humana. Hombres y mujeres están hechos a imagen y semejanza de Dios, y han recibido el dominio sobre la creación (cf. Gn 1, 26-28). Como administradores de la creación de Dios, estamos llamados a hacer de la tierra un hermoso jardín para la familia humana. Cuando destruimos nuestros bosques, devastamos nuestro suelo y contaminamos nuestros mares, traicionamos esa noble vocación.

Hace tres meses, vuestros obispos abordaron estas cuestiones en una Carta pastoral profética. Pidieron a todos que pensaran en la dimensión moral de nuestras actividades y estilo de vida, nuestro consumo y nuestro uso de los recursos del planeta. Os pido que lo apliquéis al contexto de vuestras propias vidas y vuestro compromiso con la construcción del reino de Cristo. Queridos jóvenes, el justo uso y gestión de los recursos de la tierra es una tarea urgente, y vosotros tenéis mucho que aportar. Vosotros sois el futuro de Filipinas. Interesaos por lo que le sucede a vuestra hermosa tierra.

Una última área en la que podéis contribuir es muy querida por todos nosotros: la ayuda a los pobres. Somos cristianos. Somos miembros de la familia de Dios. No importa lo mucho o lo poco que tengamos individualmente, cada uno de nosotros está llamado a acercarse y servir a nuestros hermanos y hermanas necesitados. Siempre hay alguien cerca de nosotros que tiene necesidades, ya sea materiales, emocionales o espirituales. El mayor regalo que le podemos dar es nuestra amistad, nuestro interés, nuestra ternura, nuestro amor por Jesús. Quien lo recibe lo tiene todo; quien lo da hace el mejor regalo.

Muchos de vosotros sabéis lo que es ser pobres. Pero muchos también habéis podido experimentar la bienaventuranza que Jesús prometió a los «pobres de espíritu» (cf. Mt 5,3). Quisiera dirigir una palabra de aliento y gratitud a todos los que habéis elegido seguir a nuestro Señor en su pobreza mediante la vocación al sacerdocio y a la vida religiosa. Con esa pobreza enriqueceréis a muchos. Os pido a todos, especialmente a los que podéis hacer y dar más: Por favor, ¡haced más! Por favor, ¡dad más! Qué distinto es todo cuando sois capaces de dar vuestro tiempo, vuestros talentos y recursos a la multitud de personas que luchan y que viven en la marginación. Hay una absoluta necesidad de este cambio, y por ello seréis abundantemente recompensados por el Señor. Porque, como él ha dicho: «Tendrás un tesoro en el cielo» (Mc 10,21).

Hace veinte años, en este mismo lugar, san Juan Pablo II dijo que el mundo necesita «un tipo nuevo de joven», comprometido con los más altos ideales y con ganas de construir la civilización del amor. ¡Sed vosotros de esos jóvenes! ¡Que nunca perdáis vuestros ideales! Sed testigos gozosos del amor de Dios y de su maravilloso proyecto para nosotros, para este país y para el mundo en que vivimos. Por favor, rezad por mí. Que Dios os bendiga.

[00056-04.01] [Texto original: Inglés]

Dopo la recita dell’Angelus, i giovani, insieme ai loro genitori e sacerdoti, hanno chiesto la benedizione del Santo Padre. Concluso il rito, il Papa è rientrato in auto alla Nunziatura Apostolica.

Incontro di Papa Francesco con il padre della volontaria morta ieri all’aeroporto di Tacloban

Verso le ore 12, appena rientrato alla Nunziatura, il Papa ha incontrato il padre della volontaria Kristel Mae Padasas, di 27 anni, morta ieri a causa della caduta di un ponteggio della struttura allestita per la Messa all’aeroporto di Tacloban, divelto dalla furia delle raffiche di vento.
Il padre della giovane era accompagnato da un cugino. Il colloquio commovente è durato oltre 20 minuti, con il Card. Tagle come interprete. Sul tavolo due bellissime foto della giovane e di lei piccola con i genitori. Il padre ha detto che era rimasto sconvolto ma che si era consolato pensando che la figlia aveva potuto preparare l’incontro della gente con Papa. Si è cercato di telefonare alla madre a Hong Kong ma non si è riusciti. La madre arriverà domani a Manila.

[00097-01.01]

[B0046-XX.02]