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VIAGGIO APOSTOLICO DI SUA SANTITÀ FRANCESCO A RIO DE JANEIRO (BRASILE) IN OCCASIONE DELLA XXVIII GIORNATA MONDIALE DELLA GIOVENTÙ (22-29 LUGLIO 2013) (VIII), 25.07.2013


VIAGGIO APOSTOLICO DI SUA SANTITÀ FRANCESCO A RIO DE JANEIRO (BRASILE) IN OCCASIONE DELLA XXVIII GIORNATA MONDIALE DELLA GIOVENTÙ (22-29 LUGLIO 2013) (VIII)

FESTA DI ACCOGLIENZA DEI GIOVANI SUL LUNGOMARE DI COPACABANA

 SALUTO INIZIALE DEL PAPA

 DISCORSO DEL SANTO PADRE

Alle ore 17 del pomeriggio, il Santo Padre Francesco ha lasciato in elicottero la Residenza di Sumaré e si è recato a Copacabana per la Festa di accoglienza dei giovani della GMG. Al suo arrivo all’eliporto, il Papa è salito sull’auto panoramica per il passaggio tra i fedeli sul lungomare di Copacabana. Quindi ha raggiunto il palco allestito per l’occasione.
La Festa di accoglienza dei giovani è iniziata alle ore 18. Dopo un’introduzione musicale, l’incontro si è aperto con il saluto dell’Arcivescovo di São Sebastião do Rio de Janeiro, S.E. Mons. Orani João Tempesta e le parole di saluto di Papa Francesco ai giovani.
È seguita una rappresentazione dal titolo "Rio de Fé" in cui 150 giovani hanno presentato artisticamente la vita quotidiana della "Cidade maravilhosa". Quindi 5 giovani, in rappresentanza dei 5 Continenti, hanno salutato l’arrivo di Papa Francesco per la GMG 2013.
Con l’intronizzazione dell’immagine di Nossa Senhora Aparecida, l’incontro è continuato in forma di Celebrazione della Parola, sul tema "Maestro, è bello per noi stare qui". Nel corso della Liturgia, il Santo Padre ha rivolto ai giovani presenti un discorso.
Di seguito riportiamo il testo del saluto e del discorso del Papa:

 SALUTO INIZIALE DEL PAPA

Testo del saluto del Santo Padre

Traduzione in lingua spagnola 

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua francese 

Traduzione in lingua tedesca

Traduzione in lingua polacca 

Testo del saluto del Santo Padre

[En portugués:]

Queridos jovens,
Boa tarde!

Primeiramente quero lhes agradecer pelo testemunho de fé que vocês estão dando ao mundo. Sempre ouvi dizer que as cariocas não gostam do frio e da chuva, mas vocês estão mostrando que a fé de vocês é mais forte que o frio e a chuva. Parabéns. Vocês são verdadeiros heróis! 
Vejo em vocês a beleza do rosto jovem de Cristo e meu coração se enche de alegria! Lembro-me da primeira Jornada Mundial da Juventude a nível internacional. Foi celebrada em 1987 na Argentina, na minha cidade de Buenos Aires. Guardo vivas na memória estas palavras do Bem-aventurado João Paulo II aos jovens: «Tenho muita esperança em vocês! Espero, sobretudo, que renovem a fidelidade de vocês a Jesus Cristo e à sua cruz redentora» (Discurso aos jovens (11 de abril de 1987): Insegnamenti, X/1 (1987), 1261).

[En español:]

Antes de continuar, quisiera recordar el trágico accidente en la Guyana francesa, que sufrieron los jóvenes que venían a esta Jornada, allí perdió la vida la joven Sophie Morinière, y otros jóvenes resultaron heridos.
Los invito a hacer un instante de silencio y de oración a Dios, nuestro Padre, por Sophie, los heridos y sus familiares.

Este año, la Jornada vuelve, por segunda vez, a América Latina. Y ustedes, jóvenes, han respondido en gran número a la invitación de Benedicto XVI, que los ha convocado para celebrarla. A él se lo agradecemos de todo corazón. Y a él, que nos convocó hoy aquí, le enviamos un saludo y un fuerte aplauso. Ustedes saben que, antes de venir a Brasil, estuve charlando con él. Y le pedí que me acompañara en el viaje, con la oración. Y me dijo: los acompaño con la oración, y estaré junto al televisor. Así que ahora nos está viendo. Mi mirada si extiende sobre esta gran muchedumbre: ¡Son ustedes tantos! Llegados de todos los continentes. Distantes, a veces no sólo geográficamente, sino también desde el punto de vista existencial, cultural, social, humano. Pero hoy están aquí, o más bien, hoy estamos aquí, juntos, unidos para compartir la fe y la alegría del encuentro con Cristo, de ser sus discípulos. Esta semana, Río se convierte en el centro de la Iglesia, en su corazón vivo y joven, porque ustedes han respondido con generosidad y entusiasmo a la invitación que Jesús les ha hecho para estar con él, para ser sus amigos.

El tren de esta Jornada Mundial de la Juventud ha venido de lejos y ha atravesado la Nación brasileña siguiendo las etapas del proyecto "Bota fe - Poned fe". Hoy ha llegado a Río de Janeiro. Desde el Corcovado, el Cristo Redentor nos abraza y nos bendice. Viendo este mar, la playa y a todos ustedes, me viene a la mente el momento en que Jesús llamó a sus primeros discípulos a orillas del lago de Tiberíades. Hoy Jesús nos sigue preguntando: ¿Quieres ser mi discípulo? ¿Querés ser mi amigo? ¿Querés ser testigo del Evangelio? En el corazón del Año de la fe, estas preguntas nos invitan a renovar nuestro compromiso cristiano. Sus familias y comunidades locales les han transmitido el gran don de la fe. Cristo ha crecido en ustedes. Hoy quiere venir aquí para confirmarlos en esta fe, la fe en Cristo vivo que habita en ustedes, pero he venido yo también para ser confirmado por el entusiasmo de la fe de ustedes. Ustedes saben que en la vida de un obispo hay tantos problemas que piden ser solucionados. Y con estos problemas y dificultades, la fe del obispo puede entristecerse, Qué feo es un obispo triste. Qué feo, que es. Para que mi fe no sea triste he venido aquí para contagiarme con el entusiasmo de ustedes.

Los saludo con cariño. A ustedes aquí presentes, venidos de los cinco continentes y, a través de ustedes, saludo a todos los jóvenes del mundo, en particular a aquellos que querían venir a Río de Janeiro, y no han podido. A los que nos siguen por medio de la radio, y la televisión e internet, a todos les digo: ¡Bienvenidos a esta fiesta de la fe! En diversas partes del mundo, muchos jóvenes están reunidos ahora para vivir juntos con nosotros este momento: sintámonos unidos unos a otros en la alegría, en la amistad, en la fe. Y tengan certeza de que mi corazón los abraza a todos con afecto universal. Porque lo más importante hoy es ésta reunión de ustedes y la reunión de todos los jóvenes que nos están siguiendo a través de los medios. ¡El Cristo Redentor, desde la cima del monte Corvado, los acoge y los abraza en esta bellísima ciudad de Río!

Un saludo particular al Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el querido e incansable Cardenal Stanisław Ryłko, y a cuantos colaboran con él. Agradezco a Monseñor Orani João Tempesta, Arzobispo de São Sebastião do Río de Janeiro, la cordial acogida que me ha dispensado, además quiero decir aquí que los cariocas saben recibir bien, saben dar una gran acogida, y agradecerle el gran trabajo para realizar esta Jornada Mundial de la Juventud, junto a sus obispos auxiliares, con las diversas diócesis de este inmenso Brasil. Mi agradecimiento también se dirige a todas las autoridades nacionales, estatales y locales, y a cuantos han contribuido para hacer posible este momento único de celebración de la unidad, de la fe y de la fraternidad. Gracias a los Hermanos Obispos, a los sacerdotes, a los seminaristas, a las personas consagradas y a los fieles laicos que acompañan a los jóvenes, desde diversas partes de nuestro planeta, en su peregrinación hacia Jesús. A todos y a cada uno, un abrazo afectuoso en Jesús y con Jesús.

[En portugués:]

Irmãos e amigos, bem-vindos à vigésima oitava Jornada Mundial da Juventude, nesta cidade maravilhosa do Rio de Janeiro!

[01085-XX.02] [Testo originale: Plurilíngue]

Traduzione in lingua spagnola

Queridos jóvenes
Buenas tardes.

Quiero primero darle las gracias por el testimonio de fe que ustedes están dando al mundo. Siempre oí decir que a los cariocas no les gusta el frío y la lluvia. Pero ustedes están mostrando que la fe de ustedes es más fuerte que el frío y la lluvia. ¡Enhorabuena! Ustedes son verdaderamente grandes héroes.

Veo en ustedes la belleza del rostro joven de Cristo, y mi corazón se llena de alegría. Recuerdo la primera Jornada Mundial de la Juventud a nivel internacional. Se celebró en 1987 en Argentina, en mi ciudad de Buenos Aires. Guardo vivas en la memoria estas palabras de Juan Pablo II a los jóvenes: "¡Tengo tanta esperanza en vosotros! Espero sobre todo que renovéis vuestra fidelidad a Jesucristo y a su cruz redentora" (Discurso a los Jóvenes, 11 de abril 1987: Insegnamenti, X/1 [1987], p. 1261).

Antes de continuar, quisiera recordar el trágico accidente en la Guyana francesa, que sufrieron los jóvenes que venían a esta Jornada, allí perdió la vida la joven Sophie Morinière, y otros jóvenes resultaron heridos.
Los invito a hacer un instante de silencio y de oración a Dios, nuestro Padre, por Sophie, los heridos y sus familiares.

Este año, la Jornada vuelve, por segunda vez, a América Latina. Y ustedes, jóvenes, han respondido en gran número a la invitación de Benedicto XVI, que los ha convocado para celebrarla. A él se lo agradecemos de todo corazón. Y a él, que nos convocó hoy aquí, le enviamos un saludo y un fuerte aplauso. Ustedes saben que, antes de venir a Brasil, estuve charlando con él. Y le pedí que me acompañara en el viaje, con la oración. Y me dijo: los acompaño con la oración, y estaré junto al televisor. Así que ahora nos está viendo. Mi mirada si extiende sobre esta gran muchedumbre: ¡Son ustedes tantos! Llegados de todos los continentes. Distantes, a veces no sólo geográficamente, sino también desde el punto de vista existencial, cultural, social, humano. Pero hoy están aquí, o más bien, hoy estamos aquí, juntos, unidos para compartir la fe y la alegría del encuentro con Cristo, de ser sus discípulos. Esta semana, Río se convierte en el centro de la Iglesia, en su corazón vivo y joven, porque ustedes han respondido con generosidad y entusiasmo a la invitación que Jesús les ha hecho para estar con él, para ser sus amigos.

El tren de esta Jornada Mundial de la Juventud ha venido de lejos y ha atravesado la Nación brasileña siguiendo las etapas del proyecto "Bota fe - Poned fe". Hoy ha llegado a Río de Janeiro. Desde el Corcovado, el Cristo Redentor nos abraza y nos bendice. Viendo este mar, la playa y a todos ustedes, me viene a la mente el momento en que Jesús llamó a sus primeros discípulos a orillas del lago de Tiberíades. Hoy Jesús nos sigue preguntando: ¿Querés ser mi discípulo? ¿Querés ser mi amigo? ¿Querés ser testigo del Evangelio? En el corazón del Año de la fe, estas preguntas nos invitan a renovar nuestro compromiso cristiano. Sus familias y comunidades locales les han transmitido el gran don de la fe. Cristo ha crecido en ustedes. Hoy quiere venir aquí para confirmarlos en esta fe, la fe en Cristo vivo que habita en ustedes, pero he venido yo también para ser confirmado por el entusiasmo de la fe de ustedes. Ustedes saben que en la vida de un obispo hay tantos problemas que piden ser solucionados. Y con estos problemas y dificultades, la fe del obispo puede entristecerse, Qué feo es un obispo triste. Qué feo, que es. Para que mi fe no sea triste he venido aquí para contagiarme con el entusiasmo de ustedes.

Los saludo con cariño. A ustedes aquí presentes, venidos de los cinco continentes y, a través de ustedes, saludo a todos los jóvenes del mundo, en particular a aquellos que querían venir a Río de Janeiro, y no han podido. A los que nos siguen por medio de la radio, y la televisión e internet, a todos les digo: ¡Bienvenidos a esta fiesta de la fe! En diversas partes del mundo, muchos jóvenes están reunidos ahora para vivir juntos con nosotros este momento: sintámonos unidos unos a otros en la alegría, en la amistad, en la fe. Y tengan certeza de que mi corazón los abraza a todos con afecto universal. Porque lo más importante hoy es ésta reunión de ustedes y la reunión de todos los jóvenes que nos están siguiendo a través de los medios. ¡El Cristo Redentor, desde la cima del monte Corvado, los acoge y los abraza en esta bellísima ciudad de Río!

Un saludo particular al Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el querido e incansable Cardenal Stanisław Ryłko, y a cuantos colaboran con él. Agradezco a Monseñor Orani João Tempesta, Arzobispo de São Sebastião do Río de Janeiro, la cordial acogida que me ha dispensado, además quiero decir aquí que los cariocas saben recibir bien, saben dar una gran acogida, y agradecerle el gran trabajo para realizar esta Jornada Mundial de la Juventud, junto a sus obispos auxiliares, con las diversas diócesis de este inmenso Brasil. Mi agradecimiento también se dirige a todas las autoridades nacionales, estatales y locales, y a cuantos han contribuido para hacer posible este momento único de celebración de la unidad, de la fe y de la fraternidad. Gracias a los Hermanos Obispos, a los sacerdotes, a los seminaristas, a las personas consagradas y a los fieles laicos que acompañan a los jóvenes, desde diversas partes de nuestro planeta, en su peregrinación hacia Jesús. A todos y a cada uno, un abrazo afectuoso en Jesús y con Jesús.

¡Hermanos y amigos, bienvenidos a la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, en esta maravillosa ciudad de Río de Janeiro!

[01085-04.02] [Texto original: Plurilingüe]

Traduzione in lingua italiana

Carissimi giovani,
buona sera!

Anzitutto voglio ringraziarvi per la testimonianza di fede che state dando al mondo. Sempre ho sentito dire che ai carioca non piacciono il freddo e la pioggia, ma voi state mostrando che la vostra fede è più forte del freddo e della pioggia. Congratulazioni! Siete dei veri eroi!

Vedo in voi la bellezza del volto giovane di Cristo e il mio cuore si riempie di gioia! Ricordo la prima Giornata Mondiale della Gioventù a livello internazionale. È stata celebrata nel 1987 in Argentina, nella mia città di Buenos Aires. Custodisco vive nella memoria queste parole del beato Giovanni Paolo II ai giovani: "Ho tanta speranza in voi! Mi auguro soprattutto che rinnoviate la vostra fedeltà a Gesù Cristo e alla sua croce redentrice" (Discorso ai Giovani (11 aprile 1987): Insegnamenti X/1 (1987), 1261).

Prima di continuare, vorrei ricordare il tragico incidente nella Guyana francese, che hanno sofferto i giovani che venivano a questa Giornata. Lì ha perso la vita la giovane Sophie Morinière, e altri giovani sono stati feriti.
Vi invito a fare un momento di silenzio e di preghiera a Dio, nostro Padre, per Sophie, per i feriti e per i familiari.

Quest’anno, la Giornata ritorna, per la seconda volta, in America Latina. E voi, giovani, avete risposto in tanti all'invito del Papa Benedetto XVI, che vi ha convocato per celebrarla. Lo ringraziamo con tutto il cuore! A lui che ci ha convocati oggi, qui, inviamo un saluto e un forte applauso. Voi sapete che prima di venire in Brasile ho conversato con lui, e gli ho chiesto di accompagnarmi nel Viaggio, con la preghiera. E lui mi ha detto: vi accompagno con la preghiera e sarò vicino alla televisione. Così, in questo momento, ci sta guardando. Il mio sguardo si estende su questa grande folla: Siete in tanti! Venite da tutti i continenti! Siete spesso distanti non solo geograficamente, ma anche dal punto di vista esistenziale, culturale, sociale, umano. Ma oggi siete qui, anzi oggi siamo qui, insieme, uniti per condividere la fede e la gioia dell’incontro con Cristo, dell’essere suoi discepoli. Questa settimana, Rio diventa il centro della Chiesa, il suo cuore vivo e giovane, perché voi avete risposto con generosità e coraggio all’invito che Gesù vi ha fatto per rimanere con Lui, per essere suoi amici.

Il treno di questa Giornata Mondiale della Gioventù è venuto da lontano e ha attraversato tutta la Nazione brasiliana seguendo le tappe del progetto «Bota fé – Metti fede». Oggi è arrivato a Rio de Janeiro. Dal Corcovado, il Cristo Redentore ci abbraccia e ci benedice. Guardando questo mare, la spiaggia e tutti voi, mi viene in mente il momento in cui Gesù ha chiamato i primi discepoli a seguirlo sulla riva del lago di Tiberiade. Oggi Gesù ci chiede ancora: Vuoi essere mio discepolo? Vuoi essere mio amico? Vuoi essere testimone del mio Vangelo? Nel cuore dell'Anno della fede queste domande ci invitano a rinnovare il nostro impegno di cristiani. Le vostre famiglie e le comunità locali vi hanno trasmesso il grande dono della fede, Cristo è cresciuto in voi. Oggi desidera venire qui per confermarvi in questa fede, la fede nel Cristo vivente che dimora in voi, ma sono venuto anche io per essere confermato dall'entusiasmo della vostra fede! Voi sapete che nella vita di un vescovo ci sono tanti problemi che richiedono di essere risolti. E con questi problemi e difficoltà, la fede di un vescovo può rattristarsi. Che brutto è un vescovo triste! Che brutto! Perché la mia fede non sia triste sono venuto qui per essere contagiato dall’entusiasmo di tutti voi!

Vi saluto tutti con affetto. Voi qui presenti, venuti dai cinque continenti e, attraverso di voi, saluto tutti i giovani del mondo, in particolare coloro che desideravano venire a Rio de Janeiro e non sono potuti venire. A coloro che sono collegati per mezzo della radio, della televisione e di internet, a tutti dico: Benvenuti a questa festa della fede! In varie parti del mondo, in questo stesso momento, tanti giovani si sono radunati per vivere insieme con noi questo momento: sentiamoci uniti gli uni con gli altri nella gioia, nell’amicizia, nella fede. E siate certi: il mio cuore vi abbraccia tutti con affetto universale. Perché la cosa più importante oggi è questa vostra riunione e la riunione di tutti i giovani che ci stanno seguendo attraverso i mezzi di comunicazione. Il Cristo Redentore, dalla cima del monte del Corcovado, vi accoglie e vi abbraccia in questa bellissima città di Rio!

Un saluto particolare al Presidente del Pontificio Consiglio per i Laici, il caro e infaticabile Cardinale Stanisław Ryłko, e tutti coloro che lavorano con lui. Ringrazio Monsignor Orani João Tempesta, Arcivescovo di São Sebastião do Rio de Janeiro, per la cordialità con cui mi ha accolto - e desidero dire qui che i carioca sanno accogliere bene, sanno offrire una grande accoglienza - e lo ringrazio del grande lavoro per realizzare questa Giornata Mondiale della Gioventù, assieme ai suoi vescovi ausiliari e con le varie diocesi di questo immenso Brasile. Esprimo il mio ringraziamento a tutte le autorità nazionali, statali e locali, e a quanti altri sono stati coinvolti per far diventare realtà questo momento unico di celebrazione dell’unità, della fede e della fraternità. Grazie ai Fratelli Vescovi, ai sacerdoti, ai seminaristi, alle persone consacrate e ai fedeli laici che accompagnano i giovani, da diverse parti del nostro Pianeta, nel loro pellegrinaggio verso Gesù. A tutti e a ciascuno un abbraccio affettuoso in Gesù e con Gesù.

Fratelli e amici, benvenuti alla XXVIII Giornata Mondiale della Gioventù, in questa meravigliosa città di Rio de Janeiro!

[01085-01.02] [Testo originale: Plutilingue]

Traduzione in lingua inglese

Dear Young Friends,
Good evening!

First of all, I want to thank you for the testimony you are giving to the world. I always heard it said that the people of Rio didn’t like the cold and rain, but you are showing that your faith is stronger than the cold and rain. Congratulations! You are true heroes!

In you I see the beauty of Christ’s young face and I am filled with joy. I recall the first World Youth Day on an international level. It was celebrated in 1987 in Argentina, in my home city of Buenos Aires. I still cherish the words of Blessed John Paul II to the young people on that occasion: "I have great hope in you! I hope above all that you will renew your fidelity to Jesus Christ and to his redeeming Cross" (Address to Young People, Buenos Aires, 11 April 1987).

Before I continue, I would like to call to mind the tragic accident in French Guiana, that the young people suffered on their way to this World Youth Day. There young Sophie Morinière was killed and other young people were wounded. I invite all of you to observe a moment of silence and of prayer to God, Our Father, for Sophie, for the wounded, and for their families.

This year, World Youth Day comes to Latin America for the second time. And you, young people, have responded in great number to the invitation extended by Pope Benedict XVI to celebrate this occasion. We thank him with all our hearts! We send our greeting and our enthusiastic applause to him who brought us together here today. You know that, before coming to Brazil, I spoke with him, and I asked him to accompany me in prayer on this trip. And he said to me: I will accompany all of you in prayer and I will follow you on television. So, at this moment, he is watching us. We express to him our heartfelt thanks. I am looking at the large crowd before me – there are so many of you! And you have come from every continent! In many cases you have come from afar, not only geographically, but also existentially, culturally, socially and humanly. But today you are all here, or better yet, we are all here together as one, in order to share the faith and the joy of an encounter with Christ, of being his disciples. This week Rio has become the centre of the Church, its heart both youthful and vibrant, because you have responded generously and courageously to the invitation that Christ has made to you to be with him and to become his friends.

The train of this World Youth Day has come from afar and has travelled across all of Brazil following the stages of the project entitled "Bota fé – put on faith!" Today the train has arrived at Rio de Janeiro. From Corcovado, Christ the Redeemer embraces us and blesses us. Looking out to this sea, the beach and all of you gathered here, I am reminded of the moment when Jesus called the first disciples to follow him by the shores of Lake Tiberias. Today Christ asks each of us again: Do you want to be my disciple? Do you want to be my friend? Do you want to be a witness to my Gospel? In the spirit of The Year of Faith, these questions invite us to renew our commitment as Christians. Your families and local communities have passed on to you the great gift of faith, Christ has grown in you. Today he desires to come here to confirm you in this faith, faith in the living Christ who dwells within you, but I have come as well to be confirmed by the enthusiasm of your faith! You know that in the life of a Bishop there are many problems that need to be resolved. And with these problems and difficulties, a Bishop’s faith can grow sad. How horrible is a sad Bishop! How bad is that! So that my faith might not be sad, I came here to be filled with your contagious enthusiasm!

I greet you with affection. All of you assembled here from the five continents and, through you, all young people of the world, in particular those who wanted to come to Rio de Janeiro but weren’t able to come. To those who are following us by means of radio, television and internet, to everyone I say: Welcome to this feast of faith! In several parts of the world, at this very moment, many young people have come together to share this event with us: let us all experience the joy of being united with each other in friendship and faith. And be sure of this: my heart embraces all of you with universal affection. Because what is most important today is your gathering here and the gathering together of all the young people who are following us through various forms of media. From the summit of the mountain of Corcovado, Christ the Redeemer welcomes you and embraces you in this beautiful city of Rio!

A particular greeting to the President of the Pontifical Council for the Laity, the untiring Cardinal Stanisław Ryłko, and to all who work with him. I thank Archbishop Orani João Tempesta, of São Sebastião do Rio de Janeiro, for the warm welcome given to me – I wish to say here that the people of Rio know well how to welcome, they know how to offer a great welcome – and I thank the Archbishop for the considerable work of realizing this World Youth Day, together with his Auxiliary Bishops and with the many Dioceses of this vast country of Brazil. I would also like to express my gratitude to all the national, state and local authorities and to those who have worked to make possible this unique moment of celebration of unity, faith and fraternity. Thank you to my brother Bishops, to the priests, seminarians, consecrated persons and the lay faithful that have accompanied the young from various parts of the world on their pilgrimage to Jesus. To each and every one of you I offer an affectionate embrace in Jesus and with Jesus.

Brothers and sisters, dear friends, welcome to the XXVIII World Youth Day in this marvellous city of Rio de Janeiro!

[01085-02.02] [Original text: Plurilingual]

Traduzione in lingua francese

Chers jeunes,
Bonsoir !

Je vous remercie tout d’abord pour le témoignage de foi que vous donnez en ce momente au monde. J’ai toujours entendu dire que les Cariocas n’aiment ni le froid, ni la pluie, mais vous êtes en train de démontrer que votre foi est plus forte que le froid et la pluie. Félicitations ! Vous êtes de véritables héros !

Je vois en vous la beauté du visage jeune du Christ et mon cœur est plein de joie ! Je me souviens des premières Journées mondiales de la Jeunesse au niveau international. Elles furent célébrées en 1987 en Argentine, dans ma ville de Buenos Aires. Je garde vivantes en mémoire ces paroles du bienheureux Jean-Paul II aux jeunes : « J’attends beaucoup de vous ! J’attends surtout que vous renouveliez votre fidélité à Jésus Christ et à sa croix rédemptrice » (Discours aux jeunes (11 avril 1987) : Insegnamenti, X/1 (1987), p. 1261).

Avant de continuer, je voudrais rappeler le tragique accident en Guyane française, dont ont souffert les jeunes qui venaient à ces Journées. La jeune Sophie Morinière y a perdu la vie, et d’autres jeunes y ont été blessés.
Je vous invite à un moment de silence et de prière à Dieu, notre Père, pour Sophie, pour les blessés et pour leurs familles.

Cette année, les Journées reviennent pour la seconde fois en Amérique latine. Et vous, jeunes, vous avez répondu si nombreux à l’invitation du Pape Benoît XVI qui vous avait convoqués pour la célébrer. Nous le remercions de tout cœur ! À lui qui nous a convoqués aujourd’hui, ici, nous adressons un salut et un grand applaudissement. Vous savez que j’ai conversé avec lui avant de venir au Brésil, et je lui ai demandé de m’accompagner par la prière dans mon voyage. Et il m’a dit : je vous accompagne par la prière et je serai près du téléviseur. Ainsi, en ce moment-même, il nous regarde. Mon regard s’étend sur cette grande foule : vous êtes si nombreux ! Vous venez de tous les continents ! Vous êtes souvent éloignés non seulement géographiquement, mais aussi du point de vue existentiel, culturel, social, humain. Mais aujourd’hui vous êtes ici, ou plutôt aujourd’hui nous sommes ici, ensemble, unis pour partager la foi et la joie de la rencontre avec le Christ, dans le fait d’être ses disciples. Cette semaine, Rio devient le centre de l’Église, son cœur vivant et jeune, parce que vous, vous avez répondu avec générosité et courage à l’invitation que Jésus vous a faite pour demeurer avec lui, pour être ses amis.

Le train de ces Journées mondiales de la Jeunesse est venu de loin et a traversé tout le Brésil en suivant les étapes du projet « Botta FéMets la foi ». Aujourd’hui, il est arrivé à Rio de Janeiro. Du Corcovado, le Christ Rédempteur nous ouvre ses bras et nous bénit. En regardant la mer, la plage et vous tous, il me revient à l’esprit le moment où Jésus a appelé les premiers disciples à le suivre sur la rive du lac de Tibériade. Aujourd’hui, Jésus demande à chacun de nous encore : veux-tu être mon disciple ? Veux-tu être mon ami ? Veux-tu être un témoin de mon Évangile ? Au cœur de l’Année de la Foi ces questions nous invitent à renouveler notre engagement de chrétiens. Vos familles et les communautés locales vous ont transmis le don immense de la foi, le Christ a grandi en vous. Aujourd’hui, le Christ veut venir ici pour vous confirmer dans cette foi, la foi au Christ vivant qui demeure en vous, mais je suis venu moi aussi pour être confirmé par l’enthousiasme de votre foi ! Vous savez que dans la vie d’un évêque, il y a beaucoup de problèmes qui demandent à être résolus. Et avec ces problèmes et ces difficultés, la foi d’un évêque peut devenir triste. Que c’est laid d’être un évêque triste ! Que c’est laid ! Pour que ma foi ne soit pas triste, je suis venu ici pour être contaminé par votre enthousiasme à tous !

Je vous salue tous avec affection. Vous, ici présents, venus des cinq continents, et à travers vous, je salue tous les jeunes du monde, spécialement ceux qui désiraient venir à Rio de Janeiro et n’ont pas pu venir. À ceux qui sont reliés par la radio, la télévision ou internet, à tous je dis : bienvenue à cette fête de la foi ! En ce moment même, dans les diverses parties du monde, tant de jeunes nous ont rejoints pour vivre avec nous cet événement : sentons-nous unis les uns aux autres dans la joie, l’amitié et la foi. Et soyez-en sûrs : mon cœur vous étreint tous avec une affection sans limite. Car la chose la plus importante, aujourd’hui, c’est votre rencontre et la rencontre de tous les jeunes qui nous suivent en ce moment par les moyens de communication ! Le Christ Rédempteur, du sommet du Corcovado vous accueille et vous embrasse dans cette magnifique ville de Rio !

Je salue particulièrement le Président du Conseil pontifical pour les Laïcs, le cher et infatigable Cardinal Stanisław Ryłko, et tous ceux qui travaillent avec lui. Je remercie Monseigneur Orani João Tempesta, Archevêque de São Sebastião do Rio de Janeiro, de la cordialité par laquelle il m’a accueilli – et je désir dire ici que les Cariocas savent bien accueillir, ils savent offrir un grand accueil – et je le remercie du grand travail accompli avec ses évêques auxiliaires et avec les divers diocèses de cet immense Brésil pour la réalisation de ces Journées mondiales de la Jeunesse. J’exprime ma reconnaissance à toutes les autorités nationales, gouvernementales et locales, et à tant d’autres qui se sont impliqués pour permettre ce moment unique de célébration de l’unité, de la foi et de la fraternité. Merci à mes frères Évêques, aux prêtres, aux séminaristes, aux personnes consacrées et aux fidèles laïcs qui accompagnent les jeunes, des diverses parties de notre planète, dans leur pèlerinage vers Jésus. À tous et à chacun j’offre mon affection en Jésus et avec Jésus.

Frères et amis, bienvenue aux XXVIIIe Journées mondiales de la Jeunesse, dans cette merveilleuse ville de Rio de Janeiro !

[01085-03.02] [Texte original: Plurilingue]

Traduzione in lingua tedesca

Liebe junge Freunde,
guten Abend!

Zunächst möchte ich euch für das Glaubenszeugnis danken, das ihr der Welt gebt. Immer habe ich gehört, dass den Einwohnern von Rio die Kälte und der Regen nicht gefallen, aber ihr zeigt gerade, dass euer Glaube stärker ist als die Kälte und der Regen. Alle Achtung! Ihr seid wirklich Helden!

In euch sehe ich die Schönheit des jugendlichen Antlitzes Christi, und mein Herz ist voller Freude! Ich erinnere mich an den ersten Weltjugendtag auf internationaler Ebene, der 1987 in Argentinien in meiner Stadt Buenos Aires begangen wurde. Mir sind diese Worte des seligen Johannes Paul II. an die Jugendlichen in lebendiger Erinnerung: „Ich setze große Hoffnung auf euch! Ich wünsche mir vor allem, dass ihr eure Treue zu Jesus Christus und zu seinem erlösenden Kreuz erneuert (vgl. Ansprache an die Jugendlichen, 11. April 1987: Insegnamenti X/1 [1987], 1261).

Bevor ich fortfahre, möchte ich an den tragischen Unfall in Französisch-Guayana erinnern, den die Jugendlichen erlitten haben, die zum Weltjugendtag unterwegs waren. Dort ist die junge Sophie Morinière ums Leben gekommen und andere Jugendliche sind verletzt worden. 
Ich lade euch ein, einen Augenblick der Stille und des Gebets zu halten und zu Gott, unserem Vater, für Sophie, die Verletzten und ihre Familienangehörigen zu beten.

Dieses Jahr kommt der Weltjugendtag zum zweiten Mal nach Lateinamerika. Und ihr, junge Freunde, seid so zahlreich der Einladung von Papst Benedikt XVI. gefolgt, der euch zusammengerufen hat, dieses Fest zu feiern. Ihm wollen wir von ganzem Herzen danken! Ihm, der uns heute hier zusammengerufen hat, schicken wir einen Gruß und einen großen Applaus. Wie ihr wisst, habe ich vor meiner Fahrt nach Brasilien mit ihm gesprochen und ihn gebeten, mich auf der Reise im Gebet zu begleiten. Und er hat mir gesagt: Ich begleite euch im Gebet und werde euch über das Fernsehen nahe sein. So schaut er uns in diesem Augenblick gerade zu. Mein Blick schweift über diese große Menge: Ihr seid wirklich viele! Ihr kommt von allen Kontinenten! Oft seid ihr nicht nur geographisch weit voneinander entfernt, sondern auch in existentiellem, kulturellem, sozialem, menschlichem Sinn verschieden. Aber heute seid ihr hier; ja heute sind wir hier zusammengekommen, vereint, um den Glauben und die Freude der Begegnung mit Christus zu teilen, die Freude, seine Jünger zu sein. In dieser Woche wird Rio das Zentrum der Kirche, ihr lebendiges und junges Herz, denn ihr seid mit Großherzigkeit und Mut der Einladung Jesu an euch gefolgt, um bei ihm zu bleiben, um seine Freunde zu sein.

Der Zug dieses Weltjugendtags ist von weit her gekommen und hat auf den Etappen des Projekts „Bota fé – Füge Glauben hinzu" ganz Brasilien durchquert. Heute ist er in Rio de Janeiro angekommen. Vom Corcovado aus umarmt und segnet uns Christus der Erlöser. Wenn ich auf dieses Meer schaue, auf den Strand und euch alle, kommt mir in den Sinn, wie Jesus die ersten Jünger am Ufer des Sees von Tiberias rief, ihm zu folgen. Heute fragt uns Jesus immer noch: Willst du mein Jünger sein? Willst du mein Freund sein? Willst du Zeuge meines Evangeliums sein? Mitten im Jahr des Glaubens laden uns diese Fragen dazu ein, unseren Einsatz als Christen zu erneuern. Eure Familien und Gemeinschaften vor Ort haben euch das große Geschenk des Glaubens weitergegeben, Christus ist in euch gewachsen. Heute möchte ich kommen, um euch in diesem Glauben zu bestärken, dem Glauben an den lebenden Christus, der in euch wohnt. Aber ich bin auch gekommen, um selber durch die Begeisterung eures Glaubens bestärkt zu werden. Wie ihr wisst, gibt es im Leben eines Bischofs viele Probleme, die Lösungen erfordern. Und mit diesen Problemen und Schwierigkeiten kann der Glaube eines Bischofs traurig werden. Wie schlimm ist ein trauriger Bischof! Wie schlimm! Damit mein Glaube nicht traurig ist, bin ich hierher gekommen, um von euer aller Begeisterung angesteckt zu werden!

Ich grüße euch alle von Herzen. Ich grüße euch, die ihr hier zugegen seid, die ihr von den fünf Kontinenten gekommen seid, und durch euch alle Jugendlichen der Welt, insbesondere jene, die nach Rio de Janeiro kommen wollten, aber nicht kommen konnten. Denen, die über Radio, Fernsehen und Internet mit uns verbunden sind, allen sage ich: Willkommen zu diesem Fest des Glaubens! In verschiedenen Teilen der Welt haben sich gerade in diesem Augenblick viele Jugendliche versammelt, um gemeinsam mit uns diesen Moment zu erleben: Fühlen wir uns miteinander verbunden in der Freude, in der Freundschaft, im Glauben. Und seid sicher: Mein Herz umfängt euch alle mit grenzenloser Zuneigung. Denn das Wichtigste heute ist euer Treffen und das Treffen aller Jugendlichen, die uns über die Medien folgen. Vom Gipfel des Corcovado aus nimmt Christus der Erlöser euch in dieser wunderschönen Stadt Rio auf und umarmt euch!

Besonders möchte ich den Präsidenten des Päpstlichen Laienrates, den werten und unermüdlichen Kardinal Stanisław Ryłko, begrüßen und alle, die mit ihm zusammenarbeiten. Ich danke Seiner Exzellenz Orani João Tempesta, dem Erzbischof von São Sebastião do Rio de Janeiro, für die Herzlichkeit, mit der er mich empfangen hat, – und ich möchte sagen, dass die Bewohner von Rio es verstehen, festlich zu empfangen, einen großen Empfang zu bereiten. Ich danke ihm für die große Arbeit, um zusammen mit seinen Weihbischöfen und den verschiedenen Diözesen in diesem riesigen Land Brasilien diesen Weltjugendtag zu realisieren. Ich danke allen Verantwortungsträgern auf nationaler, staatlicher und lokaler Ebene sowie allen anderen, die daran beteiligt waren, um diesen einzigartigen Moment der Feier der Einheit, des Glaubens und der Brüderlichkeit zu realisieren. Ein Dank an die Mitbrüder im Bischofsamt, die Priester, Seminaristen, an die gottgeweihten Personen und die gläubigen Laien, welche die Jugendlichen aus verschiedenen Teilen der Erde auf ihrer Pilgerschaft zu Jesus begleiten. Alle und jeden umarme ich herzlich in und mit Jesus.

Brüder und Schwestern, liebe Freunde, willkommen zum 28. Weltjugendtag in dieser wunderbaren Stadt Rio de Janeiro!

[01085-05.02] [Originalsprache: Portugiesisch]

Traduzione in lingua polacca

Droga Młodzieży,
dobry wieczór!

Przede wszystkim chcę wam podziękować za świadectwo wiary, jakie dajecie wobec świata. Zawsze mówiono mi, że „carioca" nie lubią chłodu i deszczu, a wy pokazujecie, że wasza wiara jest mocniejsza od chłodu i deszczu. Gratuluję! Jesteście prawdziwymi bohaterami!

Widzę w was piękno młodego oblicza Chrystusa, a moje serce napełnia się radością! Pamiętam pierwszy Światowy Dzień Młodzieży o charakterze międzynarodowym. Był on obchodzony w 1987 r. w Argentynie, w moim rodzinnym Buenos Aires. Wciąż żywe są w mojej pamięci słowa błogosławionego Jana Pawła II do młodzieży: „Wiele od was oczekuję! Oczekuję od was przede wszystkim, że odnowicie swą wierność wobec Jezusa Chrystusa i Jego odkupieńczego krzyża" (przemówienie do młodzieży, 11 kwietnia 1987 r.: Insegnamenti, X/1 (1987), 1261; „L'Osservatore Romano", wyd. polskie, n. 6/1987, s. 27).

Zanim rozwinę przemówienie, chciałbym wspomnieć o tragicznym wypadku w Gujanie Francuskiej, w której ucierpieli młodzi ludzie zmierzający na ten Dzień. Straciła tam życie młoda Sophie Morinière, a inni młodzi ludzie zostali ranni.
Proszę was o chwilę ciszy i o modlitwę do Boga, naszego Ojca, za Sophie, za rannych i za ich bliskich.

W tym roku Światowy Dzień Młodzieży powraca po raz drugi do Ameryki Łacińskiej. A wy, młodzi, bardzo licznie odpowiedzieliście na zaproszenie papieża Benedykta XVI, który was zwołał na obchody tego Dnia. Dziękujemy mu z całego serca! Temu, który nas tu zgromadził przesyłamy pozdrowienie i gorący aplauz. Wiecie, że zanim przybyłem do Brazylii rozmawiałem z nim i prosiłem, aby mi towarzyszył w podróży modlitwą. I powiedział mi: będę towarzyszył w modlitwie i będę blisko za pośrednictwem telewizji. Tak więc, w tym momencie patrzy na nas. Ogarniam spojrzeniem to wielkie zgromadzenie: jest was tak wielu! Przybywacie ze wszystkich kontynentów. Często jesteście od siebie daleko nie tylko w sensie geograficznym, ale także z punktu widzenia egzystencjalnego, kulturowego, społecznego, ludzkiego. Ale dziś jesteście tutaj, więcej, dziś jesteśmy tutaj razem, zjednoczeni, aby dzielić się wiarą i radością spotkania z Chrystusem, bycia Jego uczniami. W tym tygodniu Rio staje się centrum Kościoła, jego żywym i młodym sercem, bo odpowiedzieliście wielkodusznie i odważnie na zaproszenie Jezusa, aby z Nim pozostać, być Jego przyjaciółmi.

Pociąg tego Światowego Dnia Młodzieży przybył z daleka i przemierzył całą ziemię brazylijską, pokonując etapy projektu „Bota fé – dodaj wiary". Dziś przybył do Rio de Janeiro. Z Corcovado bierze nas w objęcia i błogosławi Chrystus Odkupiciel. Kiedy patrzę na to morze, na plażę i na was wszystkich, przychodzi mi na myśl chwila, gdy Jezus na brzegu Jeziora Tyberiadzkiego wezwał pierwszych uczniów, aby poszli za Nim. Dzisiaj Jezus wciąż nas pyta: Czy chcesz być moim uczniem? Czy chcesz być moim przyjacielem? Czy chcesz być świadkiem mojej Ewangelii? W połowie obecnego Roku Wiary pytania te zachęcają nas do odnowienia naszego zaangażowania jako chrześcijan. Wasze rodziny i wspólnoty lokalne przekazały wam wielki dar wiary, wzrósł w was Chrystus. Dzisiaj chce przybyć tutaj, aby umocnić was w tej wierze, wierze w żyjącego Chrystusa, który w was mieszka. Ja też przybyłem tu, aby mnie samego umocnił entuzjazm waszej wiary! Wiecie, że w życiu biskupa jest wiele problemów, które wymagają rozwiązania. A wraz z tymi problemami i trudnościami wiara biskupa może stać się smutna. Jak żałosny jest smutny biskup! Jak żałosny! Żeby moja wiara nie była smutna przybyłem tu, aby zarazić się entuzjazmem was wszystkich!

Pozdrawiam was wszystkich z miłością. Was, tu obecnych, którzy przybyliście z pięciu kontynentów, a poprzez was, pozdrawiam wszystkich młodych na świecie, zwłaszcza tych, którzy chcieli a nie mogli przybyć do Rio de Janeiro. Tym, którzy łączą się z nami za pośrednictwem radia, telewizji i internetu, wszystkim mówię: Witajcie na tym święcie wiary! W różnych częściach świata wielu ludzi młodych zgromadziło się w tej właśnie chwili, aby ją razem z nami przeżywać: czujmy się zjednoczeni ze sobą w radości, przyjaźni, wierze. I bądźcie pewni: moje serce obejmuje was wszystkich z miłością powszechną. Bo dzisiaj najważniejszą rzeczą jest to wasze zgromadzenie i zgromadzenie wszystkich młodych ludzi, którzy jednoczą się z nami za pośrednictwem środków przekazu. Chrystus Odkupiciel ze szczytu góry Corcovado, przyjmuje was i obejmuje was w tym pięknym mieście Rio!

W sposób szczególny pozdrawiam przewodniczącego Papieskiej Rady ds. Świeckich, drogiego i niestrudzonego kard. Stanisława Ryłkę i wszystkich, którzy z nim pracują. Dziękuję abpowi Oraniemu João Tempeście, metropolicie São Sebastião do Rio de Janeiro, za serdeczność, z jaką mnie przyjął i chcę powiedzieć tu, że „carioca" potrafią przyjąć dobrze, potrafią zapewnić gorące przyjęcie – i dziękuję mu za wielki trud włożony w zorganizowanie tego Światowego Dnia Młodzieży, wraz z jego biskupami pomocniczymi i z różnymi diecezjami ogromnej Brazylii. Wyrażam podziękowania wszystkim władzom krajowym, stanowym i lokalnym, a także wszystkim osobom, które wniosły wkład, aby mogło stać się rzeczywistością to wyjątkowe święto jedności, wiary i braterstwa. Dziękuję braciom biskupom, księżom, seminarzystom, osobom konsekrowanym i wiernym świeckim, którzy towarzyszą ludziom młodym z różnych części naszej planety w pielgrzymowaniu do Jezusa. Wszystkim i każdemu z osobna przekazuję serdeczny uścisk w Jezusie i z Jezusem.

Bracia i przyjaciele, witajcie na XXVIII Światowym Dniu Młodzieży w tym wspaniałym mieście Rio de Janeiro!

[01085-09.02] [Testo originale: Plurilingue]

 DISCORSO DEL SANTO PADRE

Testo del discorso del Papa

Traduzione spagnola

Traduzione italiana

Traduzione inglese

Traduzione francese

Traduzione tedesca 

Traduzione polacca

Nel corso della Celebrazione della Parola, dopo la lettura di un brano del Vangelo, il Santo Padre ha pronunciato il discorso che riportiamo di seguito:

Testo del discorso del Papa

[En español:]

Queridos jóvenes:

"Qué bien se está aquí", exclamó Pedro, después de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria. ¿ Podemos repetir también nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos nosotros, hoy es bueno estar aquí hoy, en torno a Jesús. Él es quien nos acoge y se hace presente en medio de nosotros, aquí en Río. Y en el Evangelio hemos también escuchado las palabras del Padre: "Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenlo" (Lc 9,35). Por tanto, si por una parte es Jesús el que nos acoge; por otra, también nosotros queremos acogerlo, ponernos a la escucha de su palabra, porque precisamente acogiendo a Jesucristo, Palabra encarnada, es como el Espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro, y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para caminar con alegría (cf. Carta enc. Lumen fidei, 7).

[En portugués:]

Mas o que podemos fazer? «Bote fé». A cruz da Jornada Mundial da Juventude peregrinou através do Brasil inteiro com este apelo. «Bote fé»: o que significa? Quando se prepara um bom prato e vê que falta o sal, você então "bota" o sal; falta o azeite, então «bota» o azeite... «Botar», ou seja, colocar, derramar. É assim também na nossa vida, queridos jovens: se queremos que ela tenha realmente sentido e plenitude, como vocês mesmos desejam e merecem, digo a cada um e a cada uma de vocês: «bote fé» e a vida terá um sabor novo, a vida terá uma bússola que indica a direção; «bote esperança» e todos os seus dias serão iluminados e o seu horizonte já não será escuro, mas luminoso; «bote amor» e a sua existência será como uma casa construída sobre a rocha, o seu caminho será alegre, porque encontrará muitos amigos que caminham com você. «Bote fé», «bote esperança», «bote amor»! Todos juntos: Bote fé, bote esperança, bote amor!

[En español:]

Pero, ¿quién puede darnos esto? En el Evangelio escuchamos la respuesta: Cristo. "Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenlo". Jesús nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con él toda nuestra vida se transforma, se renueva y nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos (cf. Carta enc. Lumen fidei, 18). Por eso hoy les digo a cada uno de ustedes: "Poné a Cristo" en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; " poné a Cristo" y vas a ver crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; "poné a Cristo" y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda. Porque todos nosotros queremos tener una vida fecunda. Una vida que dé vida a otros.

Hoy nos hará bien a todos que nos preguntásemos sinceramente, que cada uno piense en su corazón: ¿En quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús? Todos tenemos muchas veces la tentación de ponernos en el centro, de creer creernos que somos el eje del universo, de creer que nosotros solos construimos nuestra vida, o pensar que el tener, el dinero, el poder es lo que da la felicidad. Pero todos sabemos que no es así. El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos. Y terminamos empachados pero no alimentados, y es muy triste ver una juventud empachada pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe, y no empacharse de otras cosas. ¡" Poné a Cristo" en tu vida, poné tu confianza en él y no vas a quedar defraudado! Miren, queridos amigos, la fe en nuestra vida hace una revolución que podríamos llamar copernicana, nos quita del centro y pone en el centro a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza y esperanza. Aparentemente parece que no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, cambia todo. Cuando está Dios en nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22), entonces y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios. Amigos queridos, la fe es revolucionaria y yo te pregunto a vos, hoy: ¿Estás dispuesto, estás dispuesta a entrar en esta onda de la revolución de la fe?. Sólo entrando tu vida joven va a tener sentido y así será fecunda.

Querido joven, querida joven: "Poné a Cristo" en tu vida. En estos días, Él te espera: Escúchalo con atención y su presencia entusiasmará tu corazón. "Poné a Cristo": Él te acoge en el Sacramento del perdón, con su misericordia cura todas las heridas del pecado. No le tengas miedo a pedirle perdón, porque Él en su tanto amor nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama. ¡Dios es pura misericordia! "Poné a Cristo": Él te espera también en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y Él te espera también en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje del amor, de la bondad, del servicio. También vos, querido joven, querida joven, podés ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo. Dejáte buscar por Jesús, dejáte amar por Jesús, es un amigo que no defrauda.

"Qué bien se está aquí", poniendo a Cristo, la fe, la esperanza, el amor que él nos da, en nuestra vida. Queridos amigos, en esta celebración hemos acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. A María le pedimos que nos enseñe a seguir a Jesús. Que nos enseñe a ser discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir "sí" a Dios. Pidamos a su Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que nuestros corazones estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. Queridos jóvenes, ¡Jesús nos espera. Jesús cuenta con nosotros! Amén.

[01086-XX.02] [Testo originale: Plurilíngue]

Traduzione spagnola

Queridos jóvenes:

"Qué bien se está aquí", exclamó Pedro, después de haber visto al Señor Jesús transfigurado, revestido de gloria. ¿ Podemos repetir también nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos nosotros, hoy es bueno estar aquí hoy, en torno a Jesús. Él es quien nos acoge y se hace presente en medio de nosotros, aquí en Río. Y en el Evangelio hemos también escuchado las palabras del Padre: "Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenlo" (Lc 9,35). Por tanto, si por una parte es Jesús el que nos acoge; por otra, también nosotros queremos acogerlo, ponernos a la escucha de su palabra, porque precisamente acogiendo a Jesucristo, Palabra encarnada, es como el Espíritu nos transforma, ilumina el camino del futuro, y hace crecer en nosotros las alas de la esperanza para caminar con alegría (cf. Carta enc. Lumen fidei, 7).

Pero, ¿qué podemos hacer? "Bota fé – Poné fe". La cruz de la Jornada Mundial de la Juventud ha gritado estas palabras a lo largo de su peregrinación por Brasil. ¿Qué significa "Poné fe"? Cuando se prepara un buen plato y ves que falta la sal, "pones" sal; si falta el aceite, "pones" aceite… "Poner", es decir, añadir, echar. Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos jóvenes: si queremos que tenga realmente sentido y sea plena, como ustedes desean y merecen, les digo a cada uno y a cada una de ustedes: "Poné fe" y tu vida tendrá un sabor nuevo, la vida tendrá una brújula que te indicará la dirección; "Poné esperanza" y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso; "Poné amor" y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo. ¡Poné fe, poné esperanza, poné amor! Todos juntos: «Bote fé», «bote esperanza», «bote amor».

Pero, ¿quién puede darnos esto? En el Evangelio escuchamos la respuesta: Cristo. "Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenlo". Jesús nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con él toda nuestra vida se transforma, se renueva y nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos (cf. Carta enc. Lumen fidei, 18). Por eso hoy les digo a cada uno de ustedes: "Poné a Cristo" en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; " poné a Cristo" y vas a ver crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; "poné a Cristo" y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda. Porque todos nosotros queremos tener una vida fecunda. Una vida que dé vida a otros.

Hoy nos hará bien a todos que nos preguntásemos sinceramente, que cada uno piense en su corazón: ¿En quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús? Todos tenemos muchas veces la tentación de ponernos en el centro, de creer creernos que somos el eje del universo, de creer que nosotros solos construimos nuestra vida, o pensar que el tener, el dinero, el poder es lo que da la felicidad. Pero todos sabemos que no es así. El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos. Y terminamos empachados pero no alimentados, y es muy triste ver una juventud empachada pero débil. La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe, y no empacharse de otras cosas. ¡" Poné a Cristo" en tu vida, poné tu confianza en él y no vas a quedar defraudado! Miren, queridos amigos, la fe en nuestra vida hace una revolución que podríamos llamar copernicana, nos quita del centro y pone en el centro a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza y esperanza. Aparentemente parece que no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, cambia todo. Cuando está Dios en nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22), entonces y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios. Amigos queridos, la fe es revolucionaria y yo te pregunto a vos, hoy: ¿Estás dispuesto, estás dispuesta a entrar en esta onda de la revolución de la fe?. Sólo entrando tu vida joven va a tener sentido y así será fecunda.

Querido joven, querida joven: "Poné a Cristo" en tu vida. En estos días, Él te espera: Escúchalo con atención y su presencia entusiasmará tu corazón. "Poné a Cristo": Él te acoge en el Sacramento del perdón, con su misericordia cura todas las heridas del pecado. No le tengas miedo a pedirle perdón, porque Él en su tanto amor nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama. ¡Dios es pura misericordia! "Poné a Cristo": Él te espera también en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de amor, y Él te espera también en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje del amor, de la bondad, del servicio. También vos, querido joven, querida joven, podés ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo. Dejáte buscar por Jesús, dejáte amar por Jesús, es un amigo que no defrauda.

"Qué bien se está aquí", poniendo a Cristo, la fe, la esperanza, el amor que él nos da, en nuestra vida. Queridos amigos, en esta celebración hemos acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. A María le pedimos que nos enseñe a seguir a Jesús. Que nos enseñe a ser discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir "sí" a Dios. Pidamos a su Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que nuestros corazones estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. Queridos jóvenes, ¡Jesús nos espera. Jesús cuenta con nosotros! Amén.

[01086-04.02] [Texto original: Plurilingüe]

Traduzione italiana

Giovani amici,

«È bello per noi essere qui!»: ha esclamato Pietro, dopo aver visto il Signore Gesù trasfigurato, rivestito di gloria. Possiamo ripetere anche noi queste parole? Io penso di sì, perché per tutti noi, oggi, è bello essere qui insieme attorno a Gesù! E’ Lui che ci accoglie e si rende presente in mezzo a noi, qui a Rio. E nel Vangelo abbiamo ascoltato anche le parole di Dio Padre: «Questi è il Figlio mio, l'eletto; ascoltatelo!» (Lc 9, 35). Se da una parte, allora, è Gesù che ci accoglie, dall’altra anche noi vogliamo accoglierlo, metterci in ascolto della sua parola perché è proprio accogliendo Gesù Cristo, Parola incarnata, che lo Spirito Santo ci trasforma, illumina il cammino del futuro, e fa crescere in noi le ali della speranza per camminare con gioia (cfr Lett. enc. Lumen fidei, 7).

Ma che cosa possiamo fare? "Bota fé - metti fede". La croce della Giornata Mondiale della Gioventù ha gridato queste parole lungo tutto il suo pellegrinaggio attraverso il Brasile. "Metti fede": che cosa significa? Quando si prepara un buon piatto e vedi che manca il sale, allora tu "metti" il sale; manca l'olio, allora tu "metti" l'olio... "Mettere", cioè collocare, versare. Così è anche nella nostra vita cari giovani: se vogliamo che essa abbia veramente senso e pienezza, come voi stessi desiderate e meritate, dico a ciascuno e a ciascuna di voi: "metti fede" e la vita avrà un sapore nuovo, la vita avrà una bussola che indica la direzione; "metti speranza" e ogni tuo giorno sarà illuminato e il tuo orizzonte non sarà più oscuro, ma luminoso; "metti amore" e la tua esistenza sarà come una casa costruita sulla roccia, il tuo cammino sarà gioioso, perché incontrerai tanti amici che camminano con te. Metti fede, metti speranza, metti amore! Tutti uniti: "metti fede", "metti speranza", "metti amore".

Ma chi può donarci tutto questo? Nel Vangelo sentiamo la risposta: Cristo. «Questo è il Figlio mio, l'eletto; ascoltatelo!». Gesù ci porta Dio e ci porta a Dio, con Lui tutta la nostra vita si trasforma, si rinnova e noi possiamo guardare la realtà con occhi nuovi, dal punto di vista di Gesù, con i suoi stessi occhi (cfr Lett. enc. Lumen fidei, 18). Per questo oggi vi dico, a ciascuno di voi: "metti Cristo" nella tua vita e troverai un amico di cui fidarti sempre; "metti Cristo" e vedrai crescere le ali della speranza per percorrere con gioia la via del futuro; "metti Cristo" e la tua vita sarà piena del suo amore, sarà una vita feconda. Perché tutti noi desideriamo avere una vita feconda, una vita che sona vita agli altri!

Oggi, farà bene a tutti chiedersi con sincerità, che ciascuno pensi nel suo cuore: in chi riponiamo la nostra fiducia? In noi stessi, nelle cose, o in Gesù? Tutti abbiamo spesso la tentazione di metterci al centro, di credere che siamo l’asse dell’universo, di credere che siamo solo noi a costruire la nostra vita o di pensare che essa sia resa felice dal possedere, dai soldi, dal potere. Ma tutti sappiamo che non è così! Certo l’avere, il denaro, il potere possono dare un momento di ebbrezza, l’illusione di essere felici, ma, alla fine, sono essi che ci possiedono e ci spingono ad avere sempre di più, a non essere mai sazi. E finiamo "riempiti", ma non nutriti, ed è molto triste vedere una gioventù "riempita", ma debole. La gioventù deve essere forte, nutrirsi della sua fede e non riempirsi di altre cose! "Metti Cristo" nella tua vita, metti in Lui la tua fiducia e non sarai mai deluso! Vedete cari amici, la fede compie nella nostra vita una rivoluzione che potremmo chiamare copernicana: ci toglie dal centro e mette al centro Dio; la fede ci immerge nel suo amore che ci dà sicurezza, forza, speranza. Apparentemente sembra che non cambi nulla, ma nel più profondo di noi stessi cambia tutto. Quando c’è Dio, nel nostro cuore dimora la pace, la dolcezza, la tenerezza, il coraggio, la serenità e la gioia, che sono i frutti dello Spirito Santo (cfr Gal 5, 22); allora la nostra esistenza si trasforma, il nostro modo di pensare e di agire si rinnova, diventa il modo di pensare e di agire di Gesù, di Dio. Cari amici, la fede è rivoluzionaria e io oggi ti chiedo: sei disposto, sei disposta e entrare in quest’onda rivoluzionaria della fede? Solo entrando in quest’onda la tua giovane vita acquisterà senso e così sarà feconda!

Caro giovane, cara giovane: "metti Cristo" nella tua vita. In questi giorni, Lui ti attende: ascoltalo con attenzione e la sua presenza entusiasmerà il tuo cuore; "Metti Cristo": Lui ti accoglie nel Sacramento del perdono, con la sua misericordia le ferite del peccato. Non avere paura di chiedere perdono a Dio, perché Lui nel suo grande amore non si stanca mai di perdonarci, come un padre che ci ama. Dio è pura misericordia! "Metti Cristo": Lui ti aspetta anche nell'Eucaristia, Sacramento della sua presenza, del suo sacrificio di amore, e ti aspetta anche nell’umanità di tanti giovani che ti arricchiranno con la loro amicizia, ti incoraggeranno con la loro testimonianza di fede, ti insegneranno il linguaggio dell’amore, della bontà, del servizio. Anche tu caro giovane, cara giovane, puoi essere un testimone gioioso del suo amore, un testimone coraggioso del suo Vangelo per portare in questo mondo un po’ di luce. Lasciati cercare da Gesù, lasciati amare da Gesù, è un amico che non delude.

"E’ bello per noi stare qui", mettere Cristo nella nostra vita, mettere la fede, la speranza, l’amore che Lui ci dona. Cari amici, in questa celebrazione abbiamo accolto l'immagine di Nostra Signora di Aparecida. A Maria, le chiediamo che ci insegni a seguire Gesù, che ci insegni ad essere discepoli e missionari. Come Lei, vogliamo dire "sì" a Dio. Chiediamo al suo cuore di madre di intercedere per noi, affinché i nostri cuori siano disponibili ad amare Gesù e a farlo amare. Cari giovani, Gesù ci attende. Gesù conta su di noi! Amen.

[01086-01.02] [Testo originale: Plurillingue]

Traduzione inglese

Dear Friends,

"It is good for us to be here!", Peter cries out after seeing the Lord Jesus transfigured in glory. Are we able to repeat these words with him? I think the answer is yes, because here today, it is good for all of us to be together around Jesus! It is he who welcomes us and who is present in our midst here in Rio. In the Gospel we have heard God the Father say: "This is my Son, my chosen one; listen to him!" (Lk 9:35). If it is Jesus who welcomes us, we too want to welcome him and listen to his words; it is precisely through the welcome we give to Jesus Christ, the Word made flesh, that the Holy Spirit transforms us, lights up our way to the future, and enables us joyfully to advance along that way with wings of hope (cf. Lumen Fidei, 7).

But what can we do? "Bota fé – put on faith". The World Youth Day Cross has proclaimed these words throughout its pilgrimage in Brazil. "Put on faith": what does this mean? When we prepare a plate of food and we see that it needs salt, well, we "put on" salt; when it needs oil, then you "put on" oil. "To put on", that is, to place on top of, to pour over. And so it is in our life, dear young friends: if we want it to have real meaning and fulfilment, as you want and as you deserve, I say to each one of you, "Put on faith", and life will take on a new flavour, life will have a compass to show you the way; "put on hope" and every one of your days will be enlightened and your horizon will no longer be dark, but luminous; "put on love", and your life will be like a house built on rock, your journey will be joyful, because you will find many friends to journey with you. Put on faith, put on hope, put on love! All together: "put on faith", "put on hope", "put on love".

But who can give us all this? In the Gospel we hear the answer: Christ. "This is my Son, my chosen one. Listen to him!" Jesus brings God to us and us to God. With him, our life is transformed and renewed, and we can see reality with new eyes, from Jesus’ standpoint, with his own eyes (cf. Lumen Fidei, 18). For this reason, I say to every one of you today: "Put on Christ!" in your life, and you will find a friend in whom you can always trust; "put on Christ" and you will see the wings of hope spreading and letting you journey with joy towards the future; "put on Christ" and your life will be full of his love; it will be a fruitful life. Because we all want to have a fruitful life, one that is life-giving for others.

Today, it would be good for all of us to ask ourselves sincerely: in whom do we place our trust? In ourselves, in material things, or in Jesus? We all have the temptation often to put ourselves at the centre, to believe that we are the axis of the universe, to believe that we alone build our lives or to think that our life can only be happy if built on possessions, money, or power. But we all know that it is not so. Certainly, possessions, money and power can give a momentary thrill, the illusion of being happy, but they end up possessing us and making us always want to have more, never satisfied. And we end up "full", but not nourished, and it is very sad to see young people "full", but weak. Young people must be strong, nourished by the faith and not filled with other things! "Put on Christ" in your life, place your trust in him and you will never be disappointed! You see how faith accomplishes a revolution in us, one which we can call Copernican; it removes us from the centre and puts God at the centre; faith immerses us in his love and gives us security, strength, and hope. Seemingly, nothing has changed; yet, in the depths of our being, everything is different. With God, peace, consolation, gentleness, courage, serenity and joy, which are all fruits of the Holy Spirit (cf. Gal 5:22), find a home in our heart; then our very being is transformed; our way of thinking and acting is made new, it becomes Jesus’ own, God’s own, way of thinking and acting. Dear friends, faith is revolutionary and today I ask you: are you open to entering into this revolutionary wave of faith? Only by entering into this wave will your young lives make sense and so be fruitful!

Dear young people: "Put on Christ" in your lives. In these days, Christ awaits you in his word; listen carefully to him and his presence will arouse your heart; "Put on Christ": he awaits you in the sacrament of Penance, with his mercy he will cure all the wounds caused by sin. Do not be afraid to ask God’s forgiveness, because he never tires of forgiving us, like a father who loves us. God is pure mercy! "Put on Christ": he is waiting for you also in the Eucharist, the sacrament of his presence and his sacrifice of love, and he is waiting for you also in the humanity of the many young people who will enrich you with their friendship, encourage you by their witness to the faith, and teach you the language of love, goodness and service.

You too, dear young people, can be joyful witnesses of his love, courageous witnesses of his Gospel, carrying to this world a ray of his light. Let yourselves be loved by Christ, he is a friend that will not disappoint.

"It is good for us to be here", putting on Christ in our lives, putting on the faith, hope and love which he gives us. Dear friends, in this celebration we have welcomed the image of Our Lady of Aparecida. In our prayer to Mary, we ask her to teach us to follow Jesus, that she may teach us to be disciples and missionaries. Like her, may we say "Yes" to God. Let us ask that her maternal heart intercede for us, so that our hearts may be open to loving Jesus and making others love him. Dear young people, Jesus is waiting for us. Jesus is counting on us. Amen.

[01086-02.02] [Original text: Plurilingual]

Traduzione francese

Jeunes amis,

Après avoir vu le Seigneur Jésus transfiguré, revêtu de gloire, Pierre s’est écrié : « Il est bon pour nous d’être ici ! » Est-ce que nous pouvons, nous aussi, redire cette parole ? Je pense que oui, puisque pour nous tous, aujourd’hui, il est beau d’être ici réunis autour de Jésus ! C’est lui qui nous accueille et se rend présent au milieu de nous, ici, à Rio. Et dans l’Évangile nous avons aussi écouté les paroles de Dieu le Père : « Celui-ci est mon Fils, celui que j’ai choisi, écoutez-le » (Lc 9, 35). Si d’une part, c’est Jésus qui nous accueille, de l’autre nous pouvons, nous aussi, l’accueillir, nous mettre à l’écoute de sa parole, parce que c’est en accueillant Jésus Christ, Parole incarnée, que le Saint-Esprit nous transforme, illumine la route de l’avenir et fait grandir en nous les ailes de l’espérance pour marcher avec joie (Cf. Lettre enc. Lumen fidei, n. 7).

Mais que pouvons-nous faire ? « Bota fé - Mets la foi ». La croix des Journées mondiales de la Jeunesse a crié ces paroles tout au long de son pèlerinage à travers le Brésil. « Mets la foi » : qu’est-ce que cela signifie ? Quand se prépare un bon plat, si tu vois qu’il manque le sel, alors tu y « mets » du sel ; s’il manque l’huile, alors tu y « mets » de l’huile… « Mettre », c’est placer, verser. Il en est ainsi dans notre vie, chers jeunes ; si nous voulons qu’elle ait vraiment sens et plénitude, comme vous-mêmes le désirez et le méritez, je dis à chacun et à chacune d’entre vous : « mets la foi » et la vie aura une saveur nouvelle, la vie aura une boussole qui donne la direction ; « mets l’espérance » et chacune de tes journées sera illuminée, ton horizon ne sera plus sombre, mais lumineux ; « mets l’amour » et ton existence sera comme une maison construite sur le roc, ton chemin sera joyeux, parce que tu rencontreras beaucoup d’amis qui marchent avec toi. Mets la foi, mets l’espérance, mets l’amour ! Tous ensemble : « mets la foi ! », « mets l’espérance ! », « mets l’amour ! ».

Mais qui peut nous donner tout cela ? Dans l’Évangile nous entendons la réponse : le Christ. « Celui-ci est mon Fils, celui que j’ai choisi, écoutez-le ! » Jésus nous porte Dieu et nous porte à Dieu, avec lui toute notre vie se transforme, se renouvelle et nous pouvons regarder la réalité avec un regard nouveau, du point de vue de Jésus, avec ses yeux à lui (Cf. Lettre enc. Lumen fidei, n. 18). C’est pourquoi je vous dis aujourd’hui, à chacun de vous: « mets le Christ » dans ta vie, et tu trouveras un ami en qui te fier toujours ; « mets le Christ » et tu verras croître les ailes de l’espérance pour parcourir avec joie la route de l’avenir ; « mets le Christ » et ta vie sera pleine de son amour, elle sera une vie féconde. Car tous nous désirons une vie féconde, une vie qui parle de la vie aux autres !

Aujourd’hui, il serait bien que chacun se demande avec sincérité : en qui mettons-nous notre confiance ? En nous-mêmes, dans les choses, ou bien en Jésus ? Tous, nous sommes souvent tentés de nous mettre au centre, de croire que nous sommes l’axe de l’univers, de croire que nous sommes seuls, nous, à construire notre vie, ou de penser que celle-ci est rendue heureuse par la possession, par l’argent, par le pouvoir. Mais tous, nous savons qu’il n’en n’est pas ainsi ! Certes, l’avoir, l’argent, le pouvoir peuvent donner un moment d’ébriété, l’illusion d’être heureux ; mais, à la fin, ce sont eux qui nous possèdent et nous poussent à avoir toujours plus, à ne jamais être rassasiés. À la fin, nous sommes « remplis », mais pas nourris, et c’est très triste de voir une jeunesse « remplie », mais faible. La jeunesse doit être forte, elle doit se nourrir de sa foi et ne pas se remplir d’autres choses. « Mets le Christ » dans ta vie, mets en lui ta confiance et tu ne seras jamais déçu ! Voyez chers amis, la foi accomplit dans notre vie une révolution que nous pourrions appeler copernicienne : elle nous enlève du centre et met Dieu au centre. La foi nous immerge dans son amour qui nous donne sécurité, force, espérance. En apparence rien ne semble changer, mais au plus profond de nous-mêmes tout change. Quand Dieu y est présent, dans notre cœur demeurent la paix, la douceur, la tendresse, le courage, la sérénité et la joie, qui sont les fruits du Saint-Esprit (cf. Ga 5, 22), alors notre existence se transforme, notre façon de penser et d’agir se renouvelle, elle devient la façon de penser et d’agir de Jésus, de Dieu. Chers amis, la foi est révolutionnaire et moi je demande à chacun de vous aujourd’hui : es-tu prêt, es-tu prête à entrer dans cette onde révolutionnaire de la foi ? C’est en y entrant seulement que ta vie de jeune aura un sens et sera ainsi féconde !

Cher jeune : « mets le Christ » dans ta vie. En ces jours, il t’attend : écoute-le avec attention et sa présence enthousiasmera ton cœur. « Mets le Christ » : Il t’accueille dans le Sacrement du Pardon, par sa miséricorde, il soigne toutes les blessures du péché. N’aie pas peur de demander pardon à Dieu. Il ne se fatigue jamais de nous pardonner, comme un père qui nous aime. Dieu est pure miséricorde ! « Mets le Christ » : Il t’attend dans l’Eucharistie, Sacrement de sa présence, de son sacrifice d’amour, et il t’attend aussi dans l’humanité de tant de jeunes qui t’enrichiront de leur amitié, qui t’encourageront de leur témoignage de foi, qui t’apprendront le langage de l’amour, de la bonté, du service. Toi aussi, cher jeune, tu peux être un témoin joyeux de son amour, un témoin courageux de son Évangile pour porter dans ce monde un peu de lumière. Laisse-toi aimer par Jésus, il est un ami que ne déçoit pas.

« Il est bon pour nous d’être ici », de mettre le Christ dans notre vie, de mettre la foi, l’espérance, l’amour qu’il nous donne. Chers amis, dans cette célébration nous avons accueilli l’image de Nossa Senhora Aparecida. Nous lui demandons de nous enseigner à suivre Jésus. Qu’elle nous enseigne à être des disciples et des missionnaires. Comme elle, nous voulons dire « oui » à Dieu. Demandons à son cœur de mère d’intercéder pour nous, pour que nos cœurs soient disponibles pour aimer Jésus et pour le faire aimer. Chers jeunes, Jésus nous attend. Jésus compte sur nous ! Amen.

[01086-03.02] [Texte original: Plurilingue]

Traduzione tedesca 

Meine jungen Freunde,

„Es ist gut, dass wir hier sind", rief Petrus, nachdem er Jesus, den Herrn, verklärt und mit Herrlichkeit bekleidet gesehen hatte. Können auch wir diese Worte wiederholen? Ich denke schon, denn für uns alle ist es heute gut, hier gemeinsam um Jesus zu sein. Er ist es, der uns hier in Rio empfängt und mitten unter uns gegenwärtig wird. Und im Evangelium haben wir auch die Worte von Gott Vater gehört: „Das ist mein auserwählter Sohn, auf ihn sollt ihr hören!" (Lk 9,35). Wenn nun einerseits Jesus derjenige ist, der uns aufnimmt, so wollen andererseits auch wir ihn aufnehmen, auf sein Wort hören. Denn gerade wenn wir Jesus Christus, das Mensch gewordene Wort, aufnehmen, verwandelt uns der Heilige Geist. Er erhellt den Weg in die Zukunft und lässt uns die Flügel der Hoffnung wachsen, um diesen Weg freudig zurückzulegen (vgl. Enzyklika Lumen fidei, 7).

Aber was können wir tun? „Bota fé" – „Füg Glauben hinzu". Das Weltjugendtagskreuz hat diese Worte während seiner ganzen Pilgerreise durch Brasilien ausgerufen. „Füg Glauben hinzu": Was bedeutet das? Wenn ein gutes Gericht zubereitet wird, und du merkst, dass Salz fehlt, dann „tust" du noch Salz dazu; fehlt Öl, dann „tust" du noch Öl dazu … „Dazutun", d. h. einbringen, eingießen. So ist es auch in unserem Leben, liebe junge Freunde. Wenn wir wollen, dass es wirklich sinnerfüllt ist, so wie ihr es wünscht und verdient, dann sage ich jedem und jeder von euch: „Füg Glauben hinzu" und das Leben wird einen neuen Geschmack haben, das Leben wird einen Kompass haben, der die Richtung anzeigt. „Füg Hoffnung hinzu" und jeder deiner Tage wird hell sein und dein Horizont wird nicht mehr düster, sondern klar sein. „Füg Liebe hinzu" und dein Leben wird wie ein Haus sein, das auf Fels gebaut ist, dein Weg wird voll Freude sein, denn du wirst viele Freunde treffen, die mit dir gehen. Füg Tu Glauben, Hoffnung und Liebe hinzu! Alle zusammen: „Füg Glauben hinzu!", „Füg Hoffnung hinzu!", „Füg Liebe hinzu!"

Aber wer kann uns dies alles schenken? Im Evangelium hören wir die Antwort: Christus. „Das ist mein auserwählter Sohn, auf ihn sollt ihr hören!" Jesus bringt uns Gott und bringt uns zu Gott. Mit ihm verwandelt sich unser ganzes Leben, es wird neu und wir können die Wirklichkeit mit neuen Augen sehen, vom Gesichtspunkt Jesu aus, mit seinen Augen (vgl. Enzyklika Lumen fidei, 18). Daher sage ich euch heute, einem jeden von euch: „Füg Christus hinzu", nimm Christus in dein Leben hinein und du wirst einen Freund finden, auf den du dich immer verlassen kannst. „Füg Christus hinzu" und du wirst die Flügel der Hoffnung wachsen sehen, um den Weg der Zukunft voll Freude zu beschreiten. „Füg Christus hinzu" und dein Leben wird voll von seiner Liebe sein, es wird ein Leben sein, das Frucht bringt. Denn wir alle sehnen uns danach, ein Leben zu haben, das Frucht bringt, ein Leben, welches Leben für andere klingt!

Heute täte es allen gut, sich ehrlich zu fragen: In wen setzen wir unser Vertrauen? In uns selbst, in die materiellen Dinge oder in Jesus? Alle Wir sind wir oft versucht, uns selbst in den Mittelpunkt zu stellen, zu glauben, dass wir die Achse des Universums sind, zu glauben, dass es an uns allein liegt, unser Leben aufzubauen, oder zu denken, dass Besitz, Geld, Macht es glücklich machen. Aber wir alle wissen, dass es nicht so ist! Sicher, der Besitz, das Geld, die Macht können einen Augenblick des Rausches bieten, die Illusion, glücklich zu sein, aber am Ende sind diese Dinge es, die uns besitzen und uns drängen, immer mehr zu wollen, nie genug zu haben. Am Ende sind wir „abgefüllt", aber nicht genährt, und es ist sehr traurig, eine „abgefüllte", doch schwache Jugend zu sehen. Die Jugend muss stark sein, sich von seinem Glauben nähren und nicht mit anderen Dingen abfüllen! „Füg Christus hinzu", nimm Christus in deinem Leben hinein, setze dein Vertrauen in ihn und du wirst nicht enttäuscht sein! Schaut, liebe Freunde, der Glaube vollbringt in unserem Leben eine Revolution, die wir kopernikanisch nennen könnten: Er rückt uns aus dem Mittelpunkt heraus und stellt Gott wieder in die Mitte; der Glaube taucht uns in Gottes Liebe ein, die uns Sicherheit, Kraft und Hoffnung gibt. Äußerlich scheint sich nichts zu ändern, aber tief in unserem Innersten ändert sich alles. Wenn Gott da ist, wohnen in unserem Herzen Friede, Sanftmut, Herzlichkeit, Mut, Gelassenheit und Freude, die Früchte des Heiligen Geistes sind (vgl. Gal 5,22). Unser Leben wird also verwandelt, unsere Weise zu denken und zu handeln erneuert sich, sie wird die Weise des Denkens und Handelns Jesu, des Denkens und Handelns Gottes. Liebe Freunde, der Glaube ist revolutionär, und heute frage ich dich: Bist du bereit, in diese revolutionäre Welle des Glaubens hineinzugehen? Nur wenn du in diese Welle hineingehst, erhält dein junges Leben Sinn und so wird es Frucht bringen. Lieber Jugendlicher, liebe Jugendliche! „Füg Christus hinzu" nimm Christus in dein Leben hinein. In diesen Tagen wartet er auf dich: Höre aufmerksam auf ihn und seine Gegenwart wird dein Herz mitreißen. „Füg Christus hinzu": Er nimmt dich an im Sakrament der Vergebung, mit seiner Barmherzigkeit heilt er alle Wunden der Sünde. Hab keine Angst, Gott um Vergebung zu bitten. Denn wie ein Vater, der uns liebt, wird er nie müde zu vergeben. Gott ist reine Barmherzigkeit! „Füg Christus hinzu": Er wartet auf dich auch in der Eucharistie, dem Sakrament seiner Gegenwart, seines Opfers aus Liebe. Und er wartet auf dich auch in der Gestalt, im Menschsein so vieler Jugendlicher, die dich mit ihrer Freundschaft bereichern, mit ihrem Glaubenszeugnis ermutigen werden, die dich die Sprache der Liebe, der Güte und des Dienstes lehren werden. Auch du, lieber Jugendlicher, liebe Jugendliche, kannst ein froher Zeuge seiner Liebe, ein mutiger Zeuge seines Evangeliums sein, um in diese Welt ein wenig Licht zu bringen. Lass dich von Jesus lieben, er ist ein Freund, der nicht enttäuscht.

„Es ist gut, dass wir hier sind", dass wir Christus in unser Leben hinein nehmen, Glauben, Hoffnung und Liebe dazutun, die er uns schenkt. Liebe Freunde, in dieser Feier haben wir das Bild Unserer Lieben Frau von Aparecida in Empfang genommen. Bitten wir Maria, dass sie uns lehre, Jesus zu folgen, dass sie uns lehre, Jünger und Missionare sein. Wie sie wollen wir zu Gott „ja" sagen. Bitten wir ihr mütterliches Herz um Fürsprache für uns, damit unsere Herzen fähig werden, Jesus zu lieben und dafür zu sorgen, dass andere ihn lieben. Liebe junge Freunde, Jesus wartet auf uns. Jesus zählt auf uns! Amen.

[01086-05.02] [Originalsprache: Portugiesisch]

 Traduzione polacca

Młodzi Przyjaciele!

„Dobrze, że tu jesteśmy" – zawołał Piotr na widok Pana Jezusa przemienionego, w chwale. Czy my również możemy wypowiedzieć te słowa? Myślę, że tak, bo dzisiaj wszystkim nam jest dobrze być tutaj razem, zgromadzonym wokół Jezusa! To On nas przyjmuje i jest obecny pośród nas tutaj, w Rio. W Ewangelii słyszeliśmy też słowa Boga Ojca: „To jest Syn mój, Wybrany, Jego słuchajcie!" (Łk 9, 35). Jeśli więc z jednej strony przyjmuje nas Jezus, to z drugiej strony również my chcemy Go przyjąć, wsłuchać się w Jego słowa, ponieważ właśnie wtedy, gdy przyjmujemy Jezusa Chrystusa, Wcielone Słowo, Duch Święty nas przemienia, oświetla drogę przyszłości i sprawia, że rosną w nas skrzydła nadziei, byśmy przemierzali drogę z radością (por. enc. Lumen fidei, 7).

Ale co możemy zrobić? „Bota fé – dodaj wiary". Krzyż Światowego Dnia Młodzieży głosił te słowa w czasie całego swego pielgrzymowania po Brazylii. „Dodaj wiary" – co to znaczy? Kiedy przygotowuje się dobrą potrawę i okazuje się, że brakuje soli, to „dodaje się" soli; jeśli brakuje oleju, to „dodajemy" oleju... „Dodać" to znaczy umieścić, dolać. Droga młodzieży, tak jest także w naszym życiu; jeśli chcemy, aby miało ono naprawdę sens i było pełne, jak sami tego pragniecie i na co zasługujecie, to mówię każdemu i każdej z was: „dodaj wiary", a życie nabierze nowego smaku, życie będzie miało busolę, wskazującą kierunek; „dodaj nadziei", a każdy twój dzień będzie oświecony i twój horyzont nie będzie już ciemny, lecz pełen światła; „dodaj miłości", a twoje życie będzie jak dom zbudowany na skale, twoje podążanie będzie radosne, bo spotkasz wielu przyjaciół, którzy idą wraz z tobą. Dodaj wiary, dodaj nadziei, dodaj miłości! Wszyscy razem: „dodaj wiary", „dodaj nadziei", „dodaj miłości".

Ale kto może dać nam to wszystko? W Ewangelii słyszymy odpowiedź: Chrystus. „To jest Syn mój, Wybrany, Jego słuchajcie!". Jezus daje nam Boga i nas prowadzi do Boga, z Nim całe nasze życie się przemienia, odnawia się i możemy patrzeć na rzeczywistość nowymi oczami, z punktu widzenia Jezusa, Jego oczami (por. encyklika Lumen fidei, 18). Dlatego dziś mówię wam, każdemu z was: „dodaj Chrystusa" do swojego życia, a znajdziesz przyjaciela, któremu zawsze możesz ufać; „dodaj Chrystusa" a zobaczysz, że rosną skrzydła nadziei, pozwalającej przemierzać drogę przyszłości; „dodaj Chrystusa", a twoje życie będzie pełne Jego miłości, będzie życiem owocnym. Bo wszyscy pragniemy życia owocnego, życia, które wybrzmiewa w życiu innych!

Dziś byłoby dobrze, abyśmy wszyscy szczerze zapytali samych siebie: w kim pokładamy ufność? W nas samych, w rzeczach czy w Jezusie? Wszyscy mamy często pokusę, aby stawiać siebie w centrum, aby sądzić, że jesteśmy osią świata, aby wierzyć, że my sami budujemy swoje życie albo by myśleć, że będzie ono szczęśliwe, jeśli będziemy posiadali rzeczy, mieli pieniądze czy władzę. Ale wszyscy wiemy, że tak nie jest! Oczywiście posiadanie, pieniądze, władza mogą dać chwilę upojenia, złudzenie, że jest się szczęśliwym, ale w ostateczności to one nas posiadają, pobudzają nas do tego, aby posiadać coraz więcej, by nigdy nie być zaspokojonymi. I zostajemy „napełnieni", ale nie nakarmieni, a to smutne widzieć młodzież „napełnioną", ale słabą. Młodzież musi być mocna, karmić się swoją wiarą a nie napełniać się innymi rzeczami! „Dodaj Chrystusa" do swojego życia, w Nim złóż swoją ufność, a nigdy się nie zawiedziesz! Widzicie, drodzy przyjaciele, wiara w naszym życiu dokonuje rewolucji, którą moglibyśmy nazwać kopernikańską: usuwa nas z centrum i umieszcza w centrum Boga. Wiara zanurza nas w Jego miłości, która daje nam bezpieczeństwo, siłę i nadzieję. Pozornie wydaje się, że niczego nie zmienia, ale w najgłębszej istocie nas samych zmienia wszystko. Kiedy jest Bóg, w naszym sercu panuje pokój, łagodność, czułość, odwaga, pogoda ducha i radość, które są owocami Ducha Świętego (por. Ga 5, 22), wówczas nasze życie się przemienia, odnawia się nasz sposób myślenia i działania, staje się sposobem myślenia i działania Jezusa, Boga. Drodzy przyjaciele, wiara jest rewolucyjna i dzisiaj pytam ciebie: jesteś gotowy, jesteś gotowa wejść w tę rewolucyjną falę wiary? Tylko wtedy, gdy wejdziesz w tę falę, twoje młode życie nabierze sensu i tylko wtedy będzie owocne!

Drogi młodzieńcze, droga dziewczyno, „dodaj Chrystusa" do swego życia. W tych dniach On czeka na ciebie: słuchaj Go uważnie, a Jego obecność rozpali twoje serce. „Dodaj Chrystusa": On ciebie przyjmuje w sakramencie przebaczenia, swoim miłosierdziem leczy wszystkie rany grzechu. Nie bój się prosić Boga o przebaczenie, bo On nigdy nie przestaje nam przebaczać, jak miłujący nas ojciec. Bóg jest czystym miłosierdziem! „Dodaj Chrystusa", On na ciebie czeka również w Eucharystii, sakramencie Jego obecności, Jego ofiary miłości, i czeka także w człowieczeństwie wielu ludzi młodych, którzy cię wzbogacą swoją przyjaźnią, dodadzą ci otuchy swoim świadectwem wiary, nauczą cię języka miłości, dobroci, służby. Także ty, drogi młodzieńcze, droga dziewczyno, możesz być radosnym świadkiem Jego miłości, odważnym świadkiem Jego Ewangelii, aby wnosić w ten świat trochę światła. Pozwól Jezusowi się kochać. On jest przyjacielem, który nie zawodzi.

„Dobrze, że tu jesteśmy", że dodajemy Chrystusa do naszego życia, dodajemy wiarę, nadzieję, miłość, które On nam daje. Drodzy przyjaciele, podczas tej uroczystości przyjęliśmy wizerunek Matki Bożej z Aparecidy. Wraz z Maryją! Prośmy Ją, aby nauczyła nas naśladować Jezusa, aby nauczyła nas być uczniami i misjonarzami. Podobnie jak Ona, chcemy powiedzieć „tak" Bogu. Prośmy Jej matczyne serce, by wstawiało się za nami, aby nasze serca były gotowe kochać Jezusa i uczyły Go kochać. Drodzy młodzi, Jezus na nas czeka. Jezus na nas liczy! Amen.

[01086-09.02] [Testo originale: Polacco]

Al termine della Festa di accoglienza dei giovani, il Santo Padre è rientrato in auto alla Residenza di Sumaré dove ha cena in privato.

[B0489-XX.02]