Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


SANTA MESSA PRESIEDUTA DAL SEGRETARIO DI STATO CARDINALE TARCISIO BERTONE, PER L’APERTURA DELLA 19ª ASSEMBLEA GENERALE DELLA CARITAS INTERNATIONALIS (ROMA, 22 - 27 MAGGIO 2011), 22.05.2011


Sono iniziati a Roma, presso la Domus Mariae, Palazzo Carpegna, i lavori della 19.ma Assemblea Generale di Caritas Internationalis.
Alle ore 18.15 di oggi, domenica 22 maggio, il Cardinale Segretario di Stato Tarcisio Bertone presiede la Celebrazione Eucaristica per i 300 delegati che celebrano il 60° anniversario di fondazione della Confederazione.
Riportiamo di seguito il testo dell’omelia che il Cardinale pronuncia nel corso della Santa Messa:

OMELIA DEL CARDINALE TARCISIO BERTONE

"Cantate al Signore un canto nuovo, perché ha compiuto prodigi; a tutti i popoli ha rivelato la salvezza. Alleluia" (Sal 97,1-2).

Dear Brothers and Sisters!

The life of the Church, and the life of each Christian united to Christ in the Church, are always a "new song": they constantly proclaim, in the face of human weakness and failings, the wonders and marvellous deeds of the Lord.

Más aún, esta vida es ya en sí misma una maravilla, porque participa en la vida de Jesucristo y su manifestación al mundo. También Caritas Internationalis, puesta en el corazón de la Iglesia universal, y cada Caritas nacional, diocesana y local son una manifestación particular de ese "cántico nuevo" que revela la salvación a todos los hombres.

Nos hemos reunido para vuestra decimonovena Asamblea General y el sesenta aniversario de la fundación de Caritas. Dentro de esa gran alabanza a Dios y acción de gracias en Cristo, como es toda celebración eucarística, hoy se nos ofrece la ocasión particular de dar gracias al Señor por la caridad organizada de la Iglesia (cf. Enc. Deus caritas est, 21-23) y, más concretamente, por la historia, la vida y la acción de Caritas Internationalis. Elevemos, pues, nuestra voz a Dios para darle gracias por las innumerables iniciativas de caridad que este organismo ha llevado a cabo desde su fundación, especialmente por las realizadas en el último cuatrienio.

En nombre del Santo Padre, doy las gracias por la promoción y puesta en práctica de la caridad cristiana a todos los responsables de Caritas Internationalis, a los representantes de las Caritas nacionales y de otras instituciones hermanas, y hago extensivo este reconocimiento a todas las Caritas locales, tanto de ámbito diocesano como parroquial. Este compromiso de conjunto responde a la palabra del Señor Jesús que hemos proclamado en el Evangelio de hoy: "Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre" (Jn 14,1-12). Agradezco de modo especial la actividad desarrollada tras las recientes calamidades naturales en Haití y en Japón, así como también por los esfuerzos realizados en las emergencias debidas a los conflictos, como en Costa de Marfil y en otras situaciones de guerra, o en situaciones de pobreza extrema. En todas estas dolorosas realidades, esta benemérita institución eclesial está llamada a mostrar de modo práctico y eficaz que el mundo es una sola familia, la familia de los hijos de Dios: "One human family, zero poverty", como reza el tema de la Asamblea.

1. La Caridad organizada, caridad de toda la Iglesia, como Cuerpo de Cristo y Pueblo de Dios

El pasaje de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado en la primera lectura, la institución de los primeros diáconos en la comunidad de Jerusalén, resulta muy adecuado para vuestra convocatoria. Con la constitución de este primer grupo de los siete, la "diaconía" entró a formar parte de la estructura fundamental de la Iglesia como servicio comunitario y orgánico (cf. Enc. Deus caritas est, 21.23). Como afirma el Santo Padre en la encíclica sobre el amor cristiano, posteriormente, "el ejercicio de la caridad se confirmó como uno de sus ámbitos esenciales, junto con la administración de los Sacramentos y el anuncio de la Palabra: practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio. La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra" (n. 22).

Caritas Internationalis, por tanto, se sitúa dentro de esta dimensión fundamental de la caridad estructurada de la Iglesia (cf. ibíd., 23). Así pues, vuestra actividad es una manifestación pública de la Iglesia como Cuerpo de Cristo y como Pueblo de Dios. En efecto, "el amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial, y esto en todas sus dimensiones: desde la comunidad local a la Iglesia particular, hasta abarcar a la Iglesia universal en su totalidad". Vuestra aportación se sitúa en el orden de la diaconía eclesial. En efecto, "también la Iglesia en cuanto comunidad ha de poner en práctica el amor" y "el amor necesita también una organización, como presupuesto para un servicio comunitario ordenado" (ibíd., n. 20). Esto es válido particularmente para el organismo Caritas, que se debe entender como instrumento del Obispo para la pastoral caritativa.

2. Lo que está a la base: la Iglesia como Cuerpo de Cristo

En la segunda lectura ha resonado entre nosotros la palabra del apóstol Pedro: "Queridos hermanos: Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo" (1 P 2,4-9). La Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Es presencia viva de Cristo por los caminos de la historia. Por eso, el cristiano, llamado a vivir en plenitud la propia existencia unido estrechamente a Cristo, "en" Él, como suele decir san Pablo, no puede hacer esto sin vivir en la Iglesia. Como Cristo es el sacramento del Padre, la Iglesia es el sacramento de Cristo. Vivir en la Iglesia, pues, significa identificarse con su misión, cooperar con sus tareas de salvación: el anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), la celebración de los Sacramentos (leiturgia) y el servicio de la caridad (diakonia). Estas tres tareas se presuponen recíprocamente y no se pueden separar una de otra (cf. Enc. Deus caritas est, 25).

La plenitud de la misión de Caritas Internationalis, por consiguiente, se realiza en la Iglesia, y al mismo tiempo este organismo, con todo el conjunto de las Caritas nacionales, diocesanas y parroquiales, ofrece a los fieles una oportunidad privilegiada de compartir la misión de la Iglesia y de estar unidos a Jesucristo. "Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podía dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia" (ibíd.). Esta caridad eclesial tiene una doble manifestación: la primera en el seno de la comunidad, la segunda dirigida hacia todos. Sobre todo en la Iglesia misma, como familia, "no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario… ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad" (ibíd.). Pero, al mismo tiempo, la caritas-agape supera los "confines" de la comunidad eclesial y, según el modelo del Buen Samaritano, se dirige hacia el hermano necesitado, quienquiera que sea (cf. ibíd.).

Todo esto ha sido bien comprendido y puesto en práctica con la creación de Caritas Internationalis y con el desarrollo de su actividad a lo largo de estos sesenta años de historia; esto se ha hecho de manera muy particular al otorgarle, en el 2004, la personalidad jurídica canónica pública, que ha constituido al organismo en una comunión cualificada con la jerarquía de la Iglesia y le ha asegurado una participación peculiar en su misión, participación que Caritas Internationalis está llamada a conocer, profundizar, acoger y realizar cada vez mejor. La personalidad canónica pública es un instrumento jurídico para manifestar una realidad teológica: en la comunión plena con Cristo y con la Iglesia, manifestada también en la vida de sus miembros y en la búsqueda personal de Jesucristo, Caritas Internationalis será capaz de colaborar verdaderamente para que el mundo sea una familia, pues solamente en Jesucristo se revela plenamente al hombre su verdadera identidad y dignidad (cf. Concilio Vat. II, Const. Gaudium et spes, 22).

3. El Evangelio del paralítico: servir la plena dignidad del hombre

El Evangelio nos relata, en el episodio del paralítico de Cafarnaún (cf. Mt 9,1-7; Mc 2,1-12; Lc 5,17-26), que Jesús, antes de curar a aquel hombre, perdonó sus pecados, escandalizando a algunos escribas que estaban presentes. En aquella circunstancia, Jesús quiso revelar de manera explícita que había sido enviado por el Padre a curar íntegramente al hombre, en el cuerpo y en el espíritu; y que la parálisis profunda del hombre es la que no se ve, y que está causada por el pecado, del que solamente Dios puede liberar. Al mismo tiempo, Jesús revela plenamente el hombre al hombre: al paralítico lo que es sí mismo, recordándole su dignidad transcendente. Manifestándose como el Hijo del Padre misericordioso que perdona los pecados, sitúa al hombre ante el sentido pleno de su existencia, ante su relación con el Todopoderoso. La curación de la parálisis física es el signo de la vida nueva, en la dignidad redescubierta de hijo de Dios.

La acción caritativa de la Iglesia, como la de Cristo, nunca puede limitarse a socorrer las necesidades materiales de los hombres, aunque, a veces, éstas sean urgentísimas y no puedan esperar. Una asistencia humanitaria que prescinda habitualmente de la identidad cristiana y adopte un estilo, por así decir, "neutro"; un modo de actuar que quisiera complacer a todos, correría el riesgo de no prestar al hombre un servicio adecuado, a la altura de su plena dignidad, incluso en el caso de que lograse sus fines inmediatos. De este modo, aun sin quererlo, se acabaría por suscitar en las personas asistidas una mentalidad materialista, que ellas aplicarían a su vez a sus relaciones con los demás y a la hora de afrontar los problemas sociales. En una palabra: la Iglesia no solamente debe practicar la caridad, sino practicarla como Cristo.

4. Ayudar a reconocer al hermano en el pobre

Caritas Internationalis, ante las necesidades y las miserias humanas que afronta cada día, se ve apremiada a defender y promover los derechos de los más pobres, incluso ante las autoridades internacionales. Dentro de los límites propios de su modo peculiar de participar de la misión de la Iglesia y de su mandato específico como persona pública canónica, y realizada en comunión con los legítimos Pastores, esta acción de advocacy es una riqueza de la Iglesia. Sin embargo, existe otro nivel de servicio que precede y supera en importancia al realizado ante las autoridades públicas. Es el de llegar de modo convincente y respetuoso a la mente y al corazón de los creyentes y de todas las personas de buena voluntad, para que reconozcan a sus hermanos en los pobres. Es lo que deseaba el Siervo de Dios Pablo VI cuando insistía en la tarea eminentemente educativa de Caritas. Tanto la ideología liberal como la colectivista, aunque cada una tiene aspectos de verdad tomados del Cristianismo, han deslumbrado a la gente prometiendo el paraíso en la tierra. En realidad, en este tiempo histórico, el paraíso jamás se alcanzará; sin embargo, debemos esforzarnos en todo momento con responsabilidad en el servicio de los hermanos. En el fondo de todas las miserias está el egoísmo y la indiferencia, que en campo político se manifiestan especialmente en la corrupción. Caritas Internationalis y las Caritas nacionales y locales hacen un bien inmenso cuando ayudan a las personas y a las comunidades a reconocer con amor la presencia de otros hermanos necesitados, que es la presencia del mismo Cristo (cf. Mt 25,31-46); cuando logran sacudir sus conciencias, para que, tanto a través de la libre iniciativa como colaborando con la caridad organizada de la Iglesia, sientan siempre la urgencia exigente del compartir evangélico. Deseo, como fruto de esta Asamblea, que el compromiso fundamental de Caritas Internationalis, y también el objetivo de una relación renovada con los organismos de la Santa Sede, sea descubrir el rostro de los hermanos, ayudar a los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad a considerar como algo propio sus necesidades y la exigencia del reconocimiento total de su dignidad.

5. Fin último de la Asamblea

"No perdáis la calma... Señor no sabemos a dónde vas... Yo soy el camino, y la verdad y la vida" (Jn 14,1.5.6).

Para poder llevar a cabo la diaconía de la cariad en su plenitud, sin limitarse a dar ayudas materiales y ni siquiera a defender los derechos de los pobres, sino buscando despertar en todos los destinatarios de nuestra actividad la conciencia de su dignidad humana; para poder reforzar en los cristianos y en los hombres de buena voluntad una conciencia operativa, de fraternidad, especialmente hacia los más pobres, es preciso vivir en Jesucristo, que "es el camino, y la verdad y la vida", y estar animados por su Santo Espíritu. Esta Asamblea no es sólo la ocasión para un encuentro fraterno y para cumplir con las obligaciones institucionales. Esta Asamblea es sobre todo la ocasión para reencontrar a Cristo más intensamente, para dar un nuevo impulso al compromiso personal de servir a los hermanos con el Espíritu de Cristo. A Él lo encontramos en la Palabra y en el Pan de Vida, en la oración personal y en los Sacramentos, pero también lo encontraremos y transmitiremos su vida a los demás en la actividad de Caritas, de la familia de Caritas como parte cualificada de la Iglesia. En efecto, Sacramentos, Palabra y Diakonía son elementos co-esenciales de la vida de la Iglesia y de cada uno de los cristianos. Gracias a ellos podemos ocupar el "sitio" que Cristo nos ha preparado junto al Padre, pero solamente si hemos amado a los hermanos como Jesús nos ha enseñado.

6. Vœu et prière au nom du Saint-Père

Chers amis, c’est le vœu que je forme pour vous, en pensant aussi bien à votre vie personnelle et familiale qu’à votre engagement ecclésial dans la Caritas. Mais j’ai surtout la joie de vous apporter le salut du Saint-Père Benoît XVI et l’assurance de sa proximité spirituelle. Ayant voulu consacrer sa première encyclique à l’amour chrétien et, en particulier dans la deuxième partie, à son exercice de la part de l'Église, communauté d’amour, il suit avec une grande attention votre cheminement et il vous accompagne par sa prière qu’il confie à l’intercession maternelle de la Vierge Marie ainsi qu’à celle du Bienheureux Jean-Paul II qui érigea Caritas Internationalis comme personne canonique publique. Qu’ils obtiennent, pour toutes les personnes présentes et pour celles qui participeront aux travaux de cette Assemblée, des fruits durables et efficaces de charité et de paix.

[00786-XX.01] [Testo originale: Plurilingue]

TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

"Cantate al Signore un canto nuovo, perché ha compiuto prodigi; a tutti i popoli ha rivelato la salvezza. Alleluia" (Sal 97,1-2: Antifona d’ingresso, V Domenica di Pasqua).

Cari fratelli e sorelle!

La vita della Chiesa e la vita di ogni cristiano, unita a Cristo nella Chiesa, sono sempre un "canto nuovo": esse non cessano di annunciare, nonostante le debolezze e le imperfezioni degli uomini, i prodigi e le meraviglie del Signore. Anzi, questa vita, in se stessa, è una meraviglia, perché è partecipazione alla vita di Gesù Cristo e sua manifestazione al mondo. Anche Caritas internationalis, collocata nel cuore della Chiesa universale, e ogni Caritas nazionale, diocesana e locale sono una particolare manifestazione di quel "canto nuovo" che rivela la salvezza a tutti gli uomini.

Ci siamo riuniti per la vostra 19ª Assemblea Generale e il 60º anniversario della fondazione della Caritas. All’interno di quella grande lode a Dio e ringraziamento in Cristo che è ogni Celebrazione eucaristica, oggi ci è data la particolare occasione di rendere grazie al Signore per la carità organizzata della Chiesa (cfr Enc. Deus caritas est, 21-23) e, più concretamente, per la storia, la vita e l’azione di Caritas Internationalis. Leviamo quindi la nostra voce a Dio per ringraziare delle innumerevoli azioni di carità compiute da questo organismo sin dalla sua fondazione, con particolare attenzione a quelle compiute nell’ultimo quadriennio.

A nome del Santo Padre ringrazio tutti i responsabili di Caritas Internationalis, i rappresentanti delle Caritas nazionali e di altre istituzioni sorelle, ed estendo questa espressione di riconoscenza a tutte le Caritas locali, a livello diocesano e parrocchiale, per la promozione e l’attuazione della Carità cristiana. Questo impegno corale risponde alla parola del Signore Gesù che abbiamo sentito proclamare nel Vangelo odierno: "In verità, in verità vi dico: anche chi crede in me, compirà le opere che io compio e ne farà di più grandi, perché io vado al Padre" (Gv 14,1-12). In modo speciale, ringraziamo per l’azione compiuta dopo le recenti calamità naturali ad Haiti e in Giappone, come pure per l’impegno assicurato nelle emergenze dovute a conflitti, come in Costa d'Avorio e in altre situazioni di guerra, o a situazioni di povertà estrema. In tutte queste dolorose realtà, questa benemerita istituzione ecclesiale è chiamata a mostrare, in modo pratico ed efficace, che il mondo è un’unica famiglia, la famiglia dei figli di Dio: "One human family, zero poverty" come dice il tema dell’Assemblea.

1. La Carità organizzata - carità della Chiesa tutta, come Corpo di Cristo e Popolo di Dio

Il brano degli Atti degli Apostoli che abbiamo ascoltato nella prima Lettura – l’istituzione dei primi diaconi nella comunità di Gerusalemme – è quanto mai adatto a questa vostra convocazione. Con la costituzione di quel primo gruppo di sette, la "diaconia", quale servizio comunitario e organico, è entrata a far parte della struttura fondamentale della Chiesa (cfr Enc. Deus caritas est, 21.23). Successivamente, come afferma il Santo Padre nell’Enciclica sull’amore cristiano, "l’esercizio della carità si confermò come uno dei suoi ambiti essenziali, insieme con l’amministrazione dei Sacramenti e l'annuncio della Parola: praticare l'amore verso le vedove e gli orfani, verso i carcerati, i malati e i bisognosi di ogni genere appartiene alla sua essenza tanto quanto il servizio dei Sacramenti e l'annuncio del Vangelo. La Chiesa non può trascurare il servizio della carità così come non può tralasciare i Sacramenti e la Parola" (n. 22).

Caritas Internationalis, pertanto, si colloca all’interno di questa dimensione fondamentale della carità strutturata della Chiesa (cfr ibid., 23). La vostra attività è, dunque, una manifestazione pubblica della Chiesa come Corpo di Cristo e come Popolo di Dio. Infatti, anche se "l’amore del prossimo radicato nell’amore di Dio è anzitutto un compito per ogni singolo fedele, [esso] è anche un compito per l’intera comunità ecclesiale, e questo a tutti i suoi livelli: dalla comunità locale alla Chiesa particolare fino alla Chiesa universale nella sua globalità". Il vostro contributo si pone nell’ordine della diaconia ecclesiale. Infatti, "anche la Chiesa in quanto comunità deve praticare l’amore" e "l’amore ha bisogno anche di organizzazione quale presupposto per un servizio comunitario ordinato" (ibid., 20). Ciò vale in particolare per l’organismo Caritas in quanto si deve intendere come strumento del Vescovo per la pastorale caritativa.

2. Ciò che sta alla base: la Chiesa come Corpo di Cristo

Nella seconda Lettura è risuonata tra noi la parola dell’apostolo Pietro: "Carissimi, avvicinandovi al Signore, pietra viva, rifiutata dagli uomini ma scelta e preziosa davanti a Dio, quali pietre vive siete costruiti anche voi come edificio spirituale, per un sacerdozio santo e per offrire sacrifici spirituali graditi a Dio, mediante Gesù Cristo (1 Pt 2, 4-9). La Chiesa è Corpo di Cristo. E’ presenza viva di Cristo sulle vie della storia. Perciò, il cristiano, chiamato a vivere in pienezza la propria esistenza strettamente unito a Cristo, "in" Lui – come ama dire san Paolo –, non può fare questo senza vivere nella Chiesa. Come Cristo è il sacramento del Padre, la Chiesa è sacramento di Cristo. Vivere nella Chiesa, poi, significa fare propria la sua missione, cooperare ai suoi compiti di salvezza: l’annuncio della Parola di Dio (kerygma-martyria), la celebrazione dei Sacramenti (leiturgia) e il servizio della carità (diakonia). Questi tre compiti si presuppongono a vicenda e non possono essere separati l’uno dall’altro (cfr Enc. Deus caritas est, 25).

La pienezza della missione di Caritas Internationalis, pertanto, si compie nella Chiesa, e allo stesso tempo questo organismo, con tutto l’insieme delle Caritas nazionali, diocesane e parrocchiali, offre ai fedeli un’opportunità privilegiata di condividere la missione della Chiesa e di essere stretti a Gesù Cristo. "La carità non è per la Chiesa una specie di attività di assistenza sociale che si potrebbe anche lasciare ad altri, ma appartiene alla sua natura, è espressione irrinunciabile della sua stessa essenza" (ibid.). Questa carità ecclesiale ha una duplice espressione: la prima sul versante interno alla comunità, la seconda rivolta verso tutti. Anzitutto nella stessa Chiesa, come famiglia, "non deve esserci nessuno che soffra per mancanza del necessario … nessun membro soffra perché nel bisogno" (ibid.); al tempo stesso, però, la caritas-agape oltrepassa i "confini" della comunità ecclesiale, e, secondo il modello del buon Samaritano, si fa carico del bisogno del fratello, chiunque egli sia (cfr ibid.).

Tutto ciò è stato ben compreso ed attuato con la creazione di Caritas Internationalis e con lo sviluppo della sua azione lungo questi 60 anni di storia; in modo molto particolare, lo è stato con l’attribuzione ad essa, nel 2004, della personalità giuridica canonica pubblica, che ha costituito l’organismo in una qualificata comunione con la gerarchia della Chiesa e gli ha assicurato una peculiare partecipazione alla sua missione, partecipazione che Caritas Internationalis è chiamata sempre meglio a conoscere, approfondire, accogliere e attuare. La personalità canonica pubblica è uno strumento giuridico per manifestare una realtà teologica: Nella piena comunione con Cristo e con la Chiesa, manifestata anche nella vita dei suoi membri e nella ricerca personale di Gesù Cristo, Caritas Internationalis sarà capace di collaborare veramente a che il mondo sia una famiglia, perché solo in Gesù Cristo si rivela pienamente all’uomo la sua vera identità e dignità (cfr Conc. Vat II, Cost. Gaudium et spes, 22).

3. Il Vangelo del paralitico: servire la piena dignità dell’uomo

Ci racconta il Vangelo (cfr Mt 9,1-7; Mc 2,1-12; Lc 5,17-26), nell’episodio del paralitico di Cafarnao, come Gesù, prima di guarire quell’uomo, perdonò i suoi peccati, suscitando la reazione scandalizzata di alcuni scribi che erano presenti. In quella circostanza, Gesù volle rivelare in maniera esplicita che era stato inviato dal Padre a guarire l’uomo integralmente, nello spirito e nel corpo; e che la paralisi profonda dell’uomo è quella che non si vede, causata dal peccato, da cui solo Dio può liberare. Al tempo stesso, Gesù rivela pienamente l’uomo all’uomo: quel paralitico a se stesso, richiamandogli la sua dignità trascendente. Manifestandosi come il Figlio del Padre misericordioso che perdona i peccati, pone l’uomo di fronte al senso pieno della sua esistenza, al suo rapporto con l’Onnipotente. E la guarigione della paralisi fisica è il segno della vita nuova, nella ritrovata dignità di figlio di Dio.

L’azione caritativa della Chiesa, come quella di Cristo, non può mai limitarsi a soccorrere le necessità materiali degli uomini, anche se esse, alle volte, sono urgentissime e non possono attendere. Una assistenza umanitaria che in modo abituale prescindesse dall’identità cristiana e adottasse uno stile, per così dire, "neutro", un modo di agire che volesse compiacere tutti, rischierebbe, anche nel caso ottenesse i suoi scopi immediati, di non rendere all’uomo un buon servizio, all’altezza della sua piena dignità. In questo modo, pur senza volerlo, si finirebbe per indurre nelle persone aiutate una mentalità materialistica, che a loro volta esse applicherebbero nei rapporti con gli altri e nell’affrontare i problemi sociali. In sintesi: la Chiesa deve non solo fare la carità, ma farla come Cristo.

4. Aiutare a riconoscere nel povero il fratello

Caritas Internationalis, di fronte ai bisogni e alle miserie umane con cui ha a che fare ogni giorno, sente l’urgenza di difendere e promuovere i diritti dei più poveri, anche presso le autorità internazionali. All’interno dei termini propri del suo peculiare modo di partecipare alla missione della Chiesa e dello specifico mandato come persona pubblica canonica, e se svolta in comunione con i legittimi Pastori, questa azione di advocacy è una ricchezza della Chiesa. Tuttavia, esiste un altro livello di servizio che precede e supera per importanza quella presso le autorità pubbliche. E’ quello di raggiungere, in modo convincente e rispettoso, la mente e il cuore dei credenti e di tutte le persone di buona volontà affinché riconoscano nei poveri i loro fratelli. E’ ciò che intendeva il Servo di Dio Paolo VI quando insisteva sul compito primariamente educativo della Caritas. Tanto l’ideologia liberista quanto quella collettivista, pur contenendo ciascuna aspetti di verità mutuati dal Cristianesimo, hanno illuso la gente promettendo il paradiso sulla terra. In realtà, il paradiso, in questo tempo storico, non si otterrà mai, ma in ogni momento ci dobbiamo impegnare con responsabilità al servizio dei fratelli. Alla base di tutte le miserie ci sono l’egoismo e l’indifferenza, che in campo politico si manifestano specialmente nella corruzione. Caritas Internationalis e le Caritas nazionali e locali fanno un bene immenso quando aiutano le persone e le comunità a riconoscere con amore la presenza di altri fratelli nel bisogno, che è la presenza di Cristo stesso (cfr Mt 25,31-46); quando riescono a scuotere le loro coscienze, affinché, sia nelle libere iniziative, sia nella collaborazione con la carità organizzata della Chiesa, sentano sempre l’esigente premura della condivisione evangelica. Svelare il volto dei fratelli, aiutare i cristiani e tutti gli uomini di buona volontà a prendersi cura come propri dei loro bisogni e dell’esigenza di pieno riconoscimento della loro dignità, è l’impegno fondamentale di Caritas Internationalis, e anche l’obiettivo di un rinnovato rapporto con gli organismi della Santa Sede, che auspico come frutto di questa Assemblea.

5. Scopo ultimo dell’Assemblea

"Non sia turbato il vostro cuore ... Signore non sappiamo dove vai ... Io sono la via, la verità e la vita" (Gv 14,1.5.6).

Per poter eseguire la diaconia della carità nella sua pienezza, non limitandosi a dare aiuti materiali e nemmeno a difendere i diritti dei poveri, ma cercando di risvegliare in tutti i destinatari della nostra azione la coscienza della loro dignità umana; per poter rafforzare nei cristiani e negli uomini di buona volontà una consapevolezza operativa di fraternità, specialmente verso i più poveri, occorre vivere in Gesù Cristo, che è "la via, la verità e la vita", ed essere animati dal suo Santo Spirito. Questa Assemblea non è solo l’occasione per un incontro fraterno e per assolvere gli adempimenti istituzionali. Questa Assemblea è, soprattutto, l’occasione per ritrovare Cristo più intensamente, per rilanciarsi ognuno nell’impegno personale di servire i fratelli con lo Spirito di Cristo. Troviamo Lui nella Parola e nel Pane di vita, nella preghiera personale e nei Sacramenti, ma anche Lo troveremo e trasmetteremo la sua vita agli altri nell’agire di Caritas, della famiglia Caritas come parte qualificata della Chiesa. Infatti, Sacramenti, Parola e Diakonia sono elementi co-essenziale della vita della Chiesa e dei singoli cristiani. Grazie ad essi noi potremo ricevere il "posto" che Cristo ci ha preparato presso il Padre, ma solo se avremo amato i fratelli come Gesù ci ha insegnato.

6. Augurio e preghiera a nome del Santo Padre

Cari amici, è questo l’augurio che faccio a voi, sia per la vostra vita personale e familiare, sia pensando al vostro impegno ecclesiale nella Caritas. Soprattutto, però, ho la gioia di portarvi il saluto e la vicinanza spirituale del Santo Padre Benedetto XVI. Egli, che ha voluto dedicare la sua prima Enciclica all’amore cristiano, e in particolare, nella seconda parte, al suo esercizio da parte della Chiesa quale comunità d’amore, segue con grande attenzione il vostro cammino e vi accompagna con la Sua preghiera, che affida alla materna intercessione della Beata Vergine Maria, e anche dello stesso Beato Giovanni Paolo II, che eresse Caritas Internationalis come persona canonica pubblica. Essi ottengano, per tutti i presenti e per quanti parteciperanno ai lavori di questa Assemblea frutti duraturi ed efficaci di carità e di pace.

[00786-01.01] [Testo originale: Plurilingue]

TRADUZIONE IN LINGUA INGLESE

"Sing to the Lord a new song, for he has done marvellous deeds; he has revealed to the nations his saving power, alleluia" (Ps 97:1-2; Entrance antiphon for the Fifth Sunday of Easter).

Dear Brothers and Sisters!

The life of the Church, and the life of each Christian united to Christ in the Church, are always a "new song": they constantly proclaim, in the face of human weakness and failings, the wonders and marvellous deeds of the Lord. Our life is a itself wonder, for it is a share in the life of Jesus Christ and his revelation to the world. Caritas Internationalis, in the heart of the universal Church, and each diocesan and local Caritas are a sign of that "new song" which makes the Lord’s saving power known to all men and women.

We are gathered for your 19th General Assembly and for the 60th anniversary of the foundation of Caritas. As part of that great praise of God and thanksgiving in Christ which is the heart of every Eucharistic celebration, today gives us a special opportunity to thank the Lord for the organized charitable activity of the Church (cf. Encyclical Deus Caritas Est, 21-23) and, more concretely, for the history, life and activity of Caritas Internationalis. Let us raise our voices to God in thanksgiving for the countless acts of charity carried out by this agency since its foundation, and particularly for those carried out in the last four years.

In the name of the Holy Father I thank all of you, the officers of Caritas Internationalis and the representatives of the national Caritas agencies and its sister institutions, and I extend this expression of gratitude to all the local Caritas agencies at the diocesan and parish levels for your promotion and implementation of Christian charity. This unified effort is a response to the words of our Lord Jesus, who says in today’s Gospel: "I tell you most solemnly, whoever believes in me will perform the same works as I do myself; he will perform even greater works because I am going to the Father" (Jn 14:1-2). Particular gratitude is due for the work carried out in the aftermath of the recent natural disasters in Haiti and Japan, as well as for the ready assistance provided in emergencies resulting from conflicts like those in Côte d'Ivoire and in other situations of war, and from situations of extreme poverty. Amid all these painful realities, this worthy Church institution is called to demonstrate, practically and effectively, that the world is one family, the family of the children of God: "One human family, zero poverty", to echo the theme of the present Assembly.

1. Organized Charitable Assistance – the charity of the whole Church as the Body of Christ and the People of God

The passage from the Acts of the Apostles which we heard in first reading – the appointment of the first deacons in the community of Jerusalem – is very appropriate for this meeting. With the establishment of that first group of seven, "diaconia", as organized community service, became part of the Church’s basic structure (cf. Deus Caritas Est, 21-23). Subsequently, as the Holy Father says in his Encyclical on Christian love: "the exercise of charity became established as one of her essential activities, along with the administration of the sacraments and the proclamation of the Word: love for widows and orphans, prisoners, and the sick and needy of every kind is as essential to her as the ministry of the sacraments and the preaching of the Gospel. The Church cannot neglect the service of charity any more than she can neglect the sacraments and the Word" (No. 22).

Caritas internationalis, then, is a part of this fundamental dimension of the Church’s structured charitable activity (cf. ibid., 23). Your activity is thus a public sign of the Church as Christ’s Body and the People of God. For "love of neighbor, grounded in the love of God, is first and foremost a responsibility for each individual member of the faithful, … it is also a responsibility for the entire ecclesial community at every level: from the local community to the particular Church and to the Church universal in her entirety". Your contribution is part of this ordered ecclesial diaconia. "As a community", in fact, "the Church must practice love" and "love also needs to be organized if it is to be an ordered service to the community" (ibid., 20). This is particularly true for Caritas, inasmuch as it must be understood as a means by which the Bishop carries out his pastoral work of providing charitable assistance.

2. What is fundamental: the Church as the Body of Christ

In the second reading we heard the words of the Apostle Peter: "the Lord is the living stone, rejected by men but chosen by God and precious to him; set yourselves close to him so that you too, the holy priesthood that offers the spiritual sacrifices which Jesus Christ has made acceptable to God, may be living stones making a spiritual house" (1 Pet 2:4-9). The Church is the Body of Christ. She is the living presence of Christ along the pathways of history. Consequently, the Christian, called to live his or her own life fully in union with Christ – "in" him, as St. Paul loves to say – cannot do so apart from life in the Church. Just as Christ is the sacrament of the Father, the Church is the sacrament of Christ. To live in the Church, then, means to her mission our own, to cooperate in her saving work: the proclamation of the word of God (kerygma-martyria), the celebration of the sacraments (leiturgia) and the service of charity (diakonia). These three tasks presuppose and are inseparable from one another (cf. Deus Caritas Est, 25).

The full mission of Caritas Internationalis is thus carried out in the Church. This agency, along with all the national diocesan and parish Caritas offices, offers the faithful a privileged opportunity to participate in the Church’s mission and to draw near to Jesus Christ. "For the Church, charity is not a kind of welfare activity which could equally well be left to others, but is a part of her nature, an indispensable expression of her very being" (ibid.). This ecclesial charity has a twofold expression: one within the community, another reaching out to all. First, within the Church herself, as a family, "no one ought to go without the necessities of life … no member should suffer through being in need" (ibid.); at the same time, caritas-agape surpasses the "confines" of the ecclesial community and, following the example of the Good Samaritan, shoulders the needs of our brothers and sisters, whosoever they may be (cf. ibid.).

All this was clearly understood and implemented in the creation of Caritas Internationalis and the development of its activities during the past sixty years of its history; it was particularly shown in 2004, when it was granted public canonical juridical personality, which established the agency in qualified communion with the Church’s hierarchy and gave it a particular share in her mission, a share that Caritas Internationalis is constantly called to reflect deeply upon, to appropriate and to express in practice. Public canonical personality is a juridical means of reflecting a theological reality: in full communion with Christ and the Church, manifested in the life of its members and in their personal adherence to Jesus Christ, Caritas Internatonalis will be truly capable of helping to make the world one family, since it is only in Jesus Christ that our true human identity and dignity is revealed to us (cf. Second Vatican Council, Gaudium et Spes, 22).

3. The Gospel of the paralytic: at the service of full human dignity

In the episode of the paralytic at Capernaum (cf. Mt 9:1-7; Mk 2:1-12; Lk 5:17-26) the Gospels recount that Jesus, before healing the man, forgave him his sins, which scandalized some of the scribes present. Jesus wanted to reveal explicitly that he was sent by the Father to heal man integrally, in spirit and in body, and that the deepest human paralysis is unseen, a paralysis caused by sin, from which only God can set us free. At the same time Jesus reveals fully man to himself: he reveals the paralytic to himself by reminding him of his transcendent dignity. In manifesting himself as the Son of the merciful Father who forgives our sins, Jesus sets before us the full meaning of human life, our relationship with the Almighty. The healing of physical paralysis becomes the sign of new life in our refound dignity as sons and daughters of God.

The Church’s charitable activity, like that of Christ, could never be limited to assisting people’s material needs, however urgent and immediate those needs might be. A humanitarian assistance which would habitually prescind from its Christian identity, adapting a "neutral" approach seeking to please everyone, would risk, even in cases where it obtained its immediate goals, failing to offer men and women a fine service consonant with their full dignity. Thus, even without wishing to do so, they would eventually foster in those whom they assist a materialistic mentality which the latter would then bring to other relationships and to their approach to social issues. In a word: the Church must not only practice charity, but practice it as Christ did.

4. Helping to see the poor as our brothers and sisters

Caritas Internationalis, in its daily encounter with human needs and forms of poverty, recognizes the urgency of defending and promoting the rights of the poor, also vis-à-vis international authorities. Within the terms of the agency’s particular share in the Church’s mission and its specific mandate as a canonical public person, when carried out in communion with the Church’s rightful pastors, such advocacy enriches the Church. Nonetheless, there is another level of service which is prior to and more important than that which concerns public authorities. It involves appealing in a convincing and respectful way to the minds and hearts of believers and all persons of good will, enabling them to see the poor as their brothers and sisters. This is what the Servant of God Pope Paul VI had in mind he insisted that the task of Caritas is primarily educational. Ideologies both liberal and collectivist, while containing aspects of truth borrowed from Christianity, have led to disillusionment because they promised a paradise on earth. The fact is that paradise will never be attained in history, yet we must constantly commit ourselves responsibly to the service of our brothers and sisters. At the root of all forms of poverty are selfishness and indifference, which express themselves politically above all in corruption. Caritas Internationalis and the national and local Caritas agencies do immense good when they help persons and communities to lovingly acknowledge the presence of our brothers and sisters in need, which is the presence of Christ himself (cf. Mt 25:31-46); when they trouble consciences and help people to realize the importance of evangelical sharing, whether by personal initiatives or in cooperation with the Church’s organized charitable activity. To reveal the faces of our brothers and sisters, to help Christians and all people of goodwill to care for their needs as if they were their own, and to demand the full recognition of their dignity: this is the fundamental commitment of Caritas Internationalis, as well as the goal of that renewed relationship with the agencies of the Holy See which I trust will be the result of the present Assembly.

5. The ultimate aim of the Assembly

"Do not let your hearts be troubled … Lord we do not know where you are going… I am the way the truth and the life" (Jn 14:1, 5, 6).

To carry out the diaconia of charity in its fullness, to go beyond providing material assistance and defending the rights of the poor, to strive to awaken in all those whom you assist an awareness of their human dignity, and to confirm in Christians and in people of good will a practical sense of fraternity especially with regard to the poor, it is necessary to live in Jesus Christ, who is "the way, the truth and the life", and to be enlivened by his Holy Spirit. This Assembly is not only an occasion for a fraternal encounter and the fulfilment of institutional duties. It is primarily an occasion for a more intense encounter with Christ and for a renewed personal commitment to serve our brothers and sisters in the spirit of Christ. We find Christ in his Word and in the Bread of Life, in personal prayer and in the sacraments; we also find him, and we share his life with others, in the activities of Caritas and the Caritas family, as a distinctive part of the Church. The sacraments, the Word and diaconia are all essential elements of the Church’s life and that of individual Christians. Thanks to these elements we will be able to take the "place" prepared for us by Christ in the Father’s house, but only if we have loved our brothers and sisters as Jesus taught us.

6. Good wishes and a prayer in the name of the Holy Father

This, dear friends, is my hope for you, personally and in your families, and for your service to the Church and in Caritas. Above all, however, I have the joy of conveying the greetings and assuring your of the spiritual closeness of our Holy Father, Pope Benedict XVI. He chose to devote his first Encyclical to Christian charity, and, especially in its second part, to the exercise of that charity by the Church as a community of love. He attentively follows your progress and he accompanies you with his prayers, entrusting these intentions to the maternal intercession of the Blessed Virgin Mary and to the prayers of Blessed John Paul II, who erected Caritas Internationalis as a public canonical person. May those prayers obtain for all present, and for all those taking part in the work of this Assembly, efficacious and enduring fruits of charity and peace.

[00786-02.01] [Original text: Plurilingual]

[B0315-XX.01]