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PAROLE DEL CARDINALE SEGRETARIO DI STATO TARCISIO BERTONE DURANTE LA RECITA DEL SANTO ROSARIO NEL SANTUARIO DELLA "VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE" A SANTIAGO DE CUBA (CUBA), 24.02.2008


PAROLE DEL CARDINALE SEGRETARIO DI STATO TARCISIO BERTONE DURANTE LA RECITA DEL SANTO ROSARIO NEL SANTUARIO DELLA "VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE" A SANTIAGO DE CUBA (CUBA)

PAROLE DEL CARDINALE TARCISIO BERTONE

TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

Pubblichiamo di seguito le parole che il Cardinale Segretario di Stato Tarcisio Bertone ha pronunciato ieri pomeriggio durante la recita del Santo Rosario nel Santuario della Virgen de la Caridad del Cobre a Santiago de Cuba:

PAROLE DEL CARDINALE TARCISIO BERTONE

Señor Arzobispo de Santiago de Cuba,

Queridos Hermanos en el Episcopado,

Hermanos sacerdotes, religiosos y religiosas,

Queridos jóvenes,

Hermanas y hermanos todos en el Señor:

Con motivo del X aniversario de la Coronación de la Virgen de la Caridad del Cobre, como Reina y Patrona de Cuba, realizada por Juan Pablo II durante su viaje apostólico a esta Nación, hemos llegado a este célebre Santuario mariano para rezar el Santo Rosario. Lo hacemos en el marco del IV Centenario de la aparición de la Virgen, en el que recordamos el amor que la Madre de Dios, manifestó por esta tierra y por sus hijos, cuando tres jóvenes recogieron su imagen en las aguas del mar. Hoy, conscientes de la presencia de María en su historia, son Ustedes quienes la acogen en sus corazones, con el eco todavía vivo de las Palabras del Papa Peregrino, el cual los invitaba a no tener miedo de abrir sus corazones a Cristo.

Con el rezo del Rosario aprendemos de María a contemplar la belleza del rostro de su Hijo y a experimentar la profundidad de su amor. Es un recordar, un hacer memoria, una contemplación saludable, una meditación y una súplica. Es un recorrido por la vida de Jesús. Por ello "María ha sido definida como el libro... sobre el cual se ha escrito la doctrina del Hijo" (CARD. TARCISIO BERTONE, Homilía en la Misa concelebrada con los Nuncios Apostólicos de Latinoamérica, 17.2.2007). El Rosario, la mejor tradición del arte de la oración, tiene un fuerte arraigo en la misma vida, ya que ilumina el misterio del corazón del hombre.  En el rezo del Rosario hay una profunda actitud contemplativa de los misterios de la vida del Señor, una meditación pausada, mientras se desgranan las plegarias a María según la mejor tradición del arte de la oración, y particularmente benéfica en un mundo dominado a veces por el apresuramiento y la proliferación de voces que acaparan nuestra atención.

Sobre el trasfondo de las Avemarías se va poniendo en las manos de la Madre de Dios y Madre nuestra todo aquello que embarga "la vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas cercanas o que llevamos más en el corazón. De este modo la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana" (cf. JUAN PABLO II, Rosarium Virginis Mariae, 2).

Con los Misterios de Gozo hemos recordado esta tarde la encarnación y la vida oculta de Cristo. Según las palabras del Ángel, María se hizo templo de Dios de una forma única: fue Madre del Hijo de Dios. "

Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo". A lo que, con entero consentimiento y disponibilidad, respondió con aquellas palabras que nos abrieron la puerta a la salvación: "He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Gracias a Ella, mujer totalmente abierta a los planes de Dios, se cumple la venida definitiva al mundo del Salvador, el esperado de los tiempos. Por eso todas las generaciones la llamarán desde entonces bienaventurada (cf. Lc 1, 48). También Cristo al entrar en este mundo dice: "He aquí que vengo, oh Dios, para cumplir tu voluntad" (cf. Hb 10,5-7). Los dos "he aquí", el del Hijo y el de la Madre, se encuentran íntimamente en el misterio de salvación de todo el género humano. Y Ustedes también pueden participar en él renovando hoy su propio "heme aquí".

Así lo han hecho sus antepasados confiando a Dios con la práctica de esta plegaria mariana, la vida y la causa de la Iglesia que peregrina en Cuba. Del mismo modo que en momentos decisivos para la cristiandad se invocó a la Virgen del Rosario como propiciadora de la salvación, también el pueblo cubano en momentos cruciales de su propia historia, se ha confiado a la Virgen de la Caridad.

Hoy han venido hasta este Santuario jóvenes de diversas diócesis, especialmente de la que nos acoge, Santiago de Cuba, así como de las diócesis de Holguín y del Santísimo Salvador de Bayamo y Manzanillo.

Queridos jóvenes, gracias por su significativa presencia, que nos habla de un país joven con un futuro prometedor. Demuestren a la sociedad actual que, como decía el Papa Juan Pablo II, "pueden ser modernos y seguir a Jesús" (Oración al final de la Ceremonia de Canonización en Madrid, 4.5.2003). Ustedes son los herederos de la memoria de las comunidades cristianas que, en medio de pruebas y dificultades, han sabido transmitir a lo largo de la historia su fe genuina. Ahora les corresponde ser el presente y el futuro de la Iglesia en Cuba. Esto debe animarles a crecer cada día más en la fe y a entregarse desinteresadamente, aún a costa de sacrificios, a la causa del Evangelio, y a trabajar en favor de todos, especialmente de aquellos que más los necesitan, los pobres, los marginados, los excluidos, los enfermos y también de sus coetáneos, que en muchas ocasiones, a causa de su misma juventud, son los más vulnerables.

Sean voz de los que no tienen voz. Hoy tienen ante Ustedes nuevos desafíos, nuevos y numerosos problemas, y también nuevas esperanzas, sobre todo en los temas que conciernen a la dignidad de la persona y a sus derechos fundamentales. Defiendan la vida desde su concepción a su término natural y proclamen siempre la verdad. La verdad sobre el matrimonio y la familia, de un valor insustituible para toda la sociedad y también para su pueblo. Las familias cubanas, sus propias familias, han de ser ejemplo de fortaleza en las pruebas, y de alegría y confianza en el futuro. No olviden nunca la misión que el Señor les ha encomendado. Retomen con confianza el Rosario entre las manos, redescubriendo el rostro de Cristo, y llevando su amor y su Evangelio a su vida cotidiana, a la Universidad, a sus puestos de trabajo, a sus ambientes y a sus amigos. Hagan presente con su propio testimonio los valores del diálogo y del respeto mutuo, de la solidaridad, de la libertad y de la paz. Fomenten la esperanza y estén dispuestos a dejarlo todo para seguir a Cristo.

Pongan bajo la protección de María sus proyectos. Ella les acompañará en el camino de la evangelización como Madre de todos. El pueblo cubano ha experimentado siempre los beneficios de su protección maternal. Así lo afirmaba Juan Pablo II al decir que la historia cubana está jalonada de maravillosas muestras de amor a su Patrona.

Queridos jóvenes, amados hermanos, continúen dirigiéndose a Ella con serenidad de espíritu, pero al mismo tiempo con audacia apostólica, para que Ella siga siendo escudo y amparo, como cantan en su himno.

Confío sus vidas a María, bajo la venerada advocación de la Virgen de la Caridad del Cobre. Pongo en sus manos las dificultades y aspiraciones de todos los hijos de esta querida tierra. Que, como en el pasado, sea Ella quien guíe y sostenga sus pasos hacia el cielo y les aliente "a vivir de tal modo que en la sociedad reinen siempre los auténticos valores morales, que constituyen el rico patrimonio espiritual heredado de los mayores" (JUAN PABLO II, Homilía en Santiago de Cuba, 24.1.1998, n. 3).

Que esta plegaria de hoy sea para todos motivo de aliento y esperanza, sabiendo que cuentan con la especial cercanía del Papa Benedicto XVI, del cual les transmito su afectuosa Bendición Apostólica.

[00284-04.01] [Texto original: Español]

TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

Signor Arcivescovo di Santiago de Cuba,

Cari fratelli nell'Episcopato,

Fratelli sacerdoti, religiosi e religiose,

Cari giovani,

Sorelle e fratelli tutti nel Signore,

A motivo del X anniversario dell'Incoronazione della Virgen de la Caridad del Cobre, come Regina e Patrona di Cuba, compiuta da Giovani Paolo II durante il suo viaggio apostolico a questa Nazione, siamo giunti a questo celebre Santuario mariano per recitare il Santo Rosario. Lo facciamo nel quadro del IV Centenario dell'apparizione della Vergine, nel quale ricordiamo l'amore che la Madre di Dio, manifestò per questa terra e per i suoi figli, quando tre giovani trovarono la sua immagine nelle acque del mare. Oggi, consapevoli della presenza di Maria nella vostra storia, siete voi che la accogliete nei vostri cuori, con l'eco ancora viva delle parole del Papa pellegrino, con le quali vi ha invitato a non avere paura di aprire il vostro cuore a Dio.

Con la recita del Rosario impariamo da Maria a contemplare la bellezza del volto di suo Figlio e a sperimentare la profondità del suo amore. È un rammentare, un ricordare, una contemplazione salutare, una meditazione e una supplica. È un ripercorrere la vita di Gesù. Per questo «Maria è stata definita come il libro... sul quale è stata scritta la dottrina del Figlio» (Cardinale Tarcisio Bertone, Omelia nella Messa concelebrata con i Nunzi Apostolici dell'America Latina, 17.2.2007). Il Rosario, la migliore tradizione dell'arte della preghiera, è fortemente radicato nella vita stessa, in quanto illumina il mistero del cuore dell'uomo. Nella recita del Rosario vi è un profondo atteggiamento contemplativo dei misteri della vita del Signore, una meditazione lenta, mentre si sgranano le preghiere a Maria secondo la migliore tradizione dell'arte dell'orazione, e particolarmente benefica in un mondo dominato a volte dalla fretta e dal proliferare di voci che attirano la nostra attenzione.

Sullo sfondo delle Avemaria si pone nelle mani della Madre di Dio e Madre nostra tutto ciò che compone «la vita dell'individuo, della famiglia, della nazione, della Chiesa e dell'umanità. Vicende personali e vicende del prossimo e, in modo particolare, di coloro che ci sono più vicini, che ci stanno più a cuore. Così la semplice preghiera del Rosario batte il ritmo della vita umana» (cfr Giovanni Paolo II, Rosarium Virginis Mariae, n. 2).

Con i Misteri Gaudiosi abbiamo ricordato questo pomeriggio l'incarnazione e la vita occulta di Cristo. Secondo le parole dell'Angelo, Maria si fece tempio di Dio in un modo unico: fu Madre del Figlio di Dio. «Concepirai un figlio, lo darai alla luce e lo chiamerai Gesù. Sarà grande e chiamato Figlio dell'Altissimo». Maria, con totale consenso e disponibilità, rispose con quelle parole che ci hanno aperto la porta della salvezza: «Eccomi, sono la serva del Signore, avvenga di me quello che hai detto» (Lc 1, 38). Grazie a Lei, donna completamente aperta ai piani di Dio, si compie la venuta definitiva al mondo del Salvatore, l'atteso dei tempi. Per questo tutte le generazioni d'ora in poi la chiameranno beata (cfr Lc 1, 48).. Anche Cristo, entrando nel mondo, dice: «Ecco, Io vengo... per fare, o Dio, la tua volontà» (Eb 10, 5-7). I due «ecco», quello del Figlio e quello della Madre, s'incontrano intimamente nel mistero di salvezza di tutto il genere umano. E anche voi potete partecipare ad esso rinnovando oggi il vostro «eccomi».

Così hanno fatto i vostri avi affidando a Dio con la pratica di questa preghiera mariana, la vita e la causa della Chiesa pellegrinante a Cuba. Come in momenti decisivi per la cristianità, si è invocata la Vergine del Rosario come propiziatrice della salvezza, così il popolo cubano, in momenti cruciali della sua storia, si è affidato alla Virgen de la Caridad.

Oggi sono venuti fino a questo Santuario giovani di diverse Diocesi, soprattutto di quella che ci accoglie, Santiago de Cuba, e anche dalle Diocesi di Holguín e del Santísimo Salvador de Bayamo y Manzanillo.

Cari giovani, grazie per la vostra significativa presenza, che ci parla di un paese giovane con un futuro promettente. Dimostrate alla società attuale che, come ha detto Papa Giovanni Paolo II «si può essere moderni e profondamente fedeli a Gesù» (Preghiera al termine della Cerimonia di Canonizzazione a Madrid, 4.5.2003). Siete gli eredi della memoria delle comunità cristiane che, fra le prove e le difficoltà, hanno saputo trasmettere nel corso della storia la loro fede autentica. Ora spetta a voi essere il presente e il futuro della Chiesa a Cuba. Questo deve incoraggiarvi a crescere ogni giorno di più nella fede e a dedicarvi disinteressatamente, anche a costo di sacrifici, alla causa del Vangelo, e a lavorare a favore di tutti, soprattutto di quanti più ne hanno bisogno, i poveri, gli emarginati, gli esclusi, i malati e anche i vostri coetanei, che in molte occasioni, a causa della loro giovane età, sono i più vulnerabili.

Siate voce di quanti non hanno voce. Oggi avete dinanzi a voi nuove sfide, nuovi e numerosi problemi, e anche nuove speranze, soprattutto nei temi che riguardano la dignità della persona e i suoi diritti fondamentali. Difendete la vita dal suo concepimento fino al suo termine naturale e proclamate sempre la verità. La verità sul matrimonio e sulla famiglia, di un valore insostituibile per tutta la società e anche per il vostro popolo. Le famiglie cubane, le vostre famiglie, devono essere esempio di forza nelle prove, e di gioia e di fiducia nel futuro. Non dimenticate mai la missione che il Signore vi ha affidato. Riprendete con fiducia il Rosario fra le mani, riscoprendo il volto di Cristo, e portando il suo amore e il suo Vangelo nella vostra vita quotidiana, nell'università, nel vostro posto di lavoro, nel vostro ambiente e ai vostri amici. Rendete presente con la vostra testimonianza i valori del dialogo e del rispetto reciproco, della solidarietà, della libertà e della pace. Promuovete la speranza e siate disposti a lasciare tutto per seguire Cristo.

Ponete sotto la protezione di Maria i vostri progetti. Ella vi accompagnerà nel cammino dell'evangelizzazione come Madre di tutti. Il popolo cubano ha sperimentato sempre i benefici della sua protezione materna. Così ha osservato Giovanni Paolo II dicendo che la storia cubana è costellata di meravigliose dimostrazioni di amore per la sua Patrona.

Cari giovani, amati fratelli, continuate a rivolgervi a Lei con serenità di spirito, ma al contempo con audacia apostolica, affinché continui a essere scudo e riparo, come cantate nell'inno.

Affido le vostre vite a Maria, venerata con il titolo di Virgen de la Caridad del Cobre. Pongo nelle sue mani le difficoltà e le aspirazioni di tutti i figli di questa amata terra. Che, come in passato, sia Lei a guidare e a sostenere i vostri passi verso il cielo e vi incoraggi a «vivere in modo che nella società regnino sempre gli autentici valori morali, che costituiscono il ricco patrimonio spirituale ereditato dagli avi» (Giovanni Paolo II, Omelia a Santiago de Cuba, 24.1.1998, n. 3)!

Che questa preghiera odierna sia per tutti voi motivo di incoraggiamento e di speranza, sapendo che potete contare sulla speciale vicinanza di Papa Benedetto XVI, del quale vi trasmetto l'affettuosa Benedizione Apostolica!

[00284-01.01] [Testo originale: Spagnolo]

[B0121-XX.01]