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VIAGGIO APOSTOLICO DI SUA SANTITÀ GIOVANNI PAOLO II A TORONTO, A CIUDAD DE GUATEMALA E A CIUDAD DE MÉXICO (23 LUGLIO-2 AGOSTO 2002) - [XII], 01.08.2002


Nel pomeriggio di ieri il Santo Padre ha incontrato, nella Nunziatura Apostolica di Ciudad de México, il Presidente della Repubblica federale, S.E. il Signor Vicente Fox Quesada.

Questa mattina Giovanni Paolo II celebra la Santa Messa in privato e si congeda dalla Nunziatura Apostolica, trasferendosi poi alla Basilica di Nostra Signora di Guadalupe.

Qui, alle 10.30 (le 17.30 ora di Roma), il Papa concelebra con numerosi Cardinali, Vescovi e Sacerdoti la Liturgia della Parola secondo il rito latino, nel corso della quale proclama Beati i Servi di Dio Juan Bautista e Jacinto de los Ángeles, padri di famiglia, martiri, uccisi in odio alla fede il 16 settembre 1700 a San Francisco Cajonos (Messico).

È l’Arcivescovo di México, Card. Norberto Rivera Carrera, che rivolge al Santo Padre il saluto iniziale, mentre Mons. Héctor Gonzáles Martínez, Arcivescovo di Antequera - Oaxaca, con il Postulatore della Causa, introduce il rito di Beatificazione.

Nel corso della Liturgia della Parola - alla quale partecipa anche un folto pellegrinaggio dall’arcidiocesi di Oaxaca, da cui provengono i due nuovi Beati - il Papa pronuncia l’Omelia che pubblichiamo di seguito:

 OMELIA DEL SANTO PADRE

Queridos hermanos y hermanas:

l. "Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos" (Mt 5,10). En el evangelio de las bienaventuranzas, esta última invita a no desalentarse ante las persecuciones que la Iglesia ha afrontado desde el inicio. En el Sermón de la Montaña Jesús promete la felicidad auténtica a quienes son pobres de espíritu, lloran o son mansos; también a los que buscan la justicia y la paz, actúan con misericordia o son limpios de corazón.

Ante el sufrimiento humano que acompaña el camino en la fe, san Pedro exhorta: "Alégrense de compartir ahora los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, el júbilo de ustedes sea desbordante" (1 Pe 4, 13). Con esta convicción Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles afrontaron el martirio manteniéndose fieles al culto del Dios vivo y verdadero y rechazando los ídolos.

Mientras sufrían el tormento, al proponerles renunciar a la fe católica y salvarse, contestaron con valentía: "Una vez que hemos profesado el Bautismo seguiremos siempre la religión verdadera". Hermoso ejemplo de cómo no se debe anteponer nada, ni siquiera la propia vida, al compromiso bautismal, como hacían los primeros cristianos que, regenerados por el bautismo, abandonaban toda forma de idolatría (cf. Tertuliano, De baptismo, 12, 15).

2. Saludo con afecto a los Señores Cardenales y Obispos congregados en esta Basílica. En particular al Arzobispo de Oaxaca, Monseñor Héctor González Martínez, a los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos, especialmente a los venidos desde Oaxaca, tierra natal de los nuevos Beatos, donde su recuerdo sigue tan vivo.

Vuestra tierra es una rica amalgama de culturas. Allí llegó el Evangelio en 1529 con los Padres Dominicos, sirviéndose de las lenguas nativas y los usos y costumbres de las comunidades locales. Entre los frutos de esta semilla cristiana destacan estos dos grandes mártires.

3. En la segunda lectura San Pedro nos ha recordado que si alguno "sufre por ser cristiano, que le dé gracias a Dios por llevar ese nombre" (1 Pe 4, 16). Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, derramando su sangre por Cristo, son auténticos mártires de la fe. Como el apóstol Pablo, podrían preguntarse en su interior: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?" (Rm 8, 35).

Estos dos cristianos indígenas, intachables en su vida personal y familiar, sufrieron el martirio por su fidelidad a la fe católica, contentos de ser bautizados. Ellos son ejemplo para los fieles laicos, llamados a santificarse en las circunstancias ordinarias de la vida.

4. Con esta beatificación, la Iglesia pone de relieve su misión de anunciar el Evangelio a todas las gentes. Los nuevos Beatos, fruto de santidad de la primera Evangelización entre los indios zapotecas, animan a los indígenas de hoy a apreciar sus culturas y sus lenguas y, sobre todo, su dignidad de hijos de Dios que los demás deben respetar en el contexto de la nación mexicana, plural en el origen de sus gentes y dispuesta a construir una familia común en la solidaridad y la justicia.

Los dos Beatos son un ejemplo de cómo, sin mitificar sus costumbres ancestrales, se puede llegar a Dios sin renunciar a la propia cultura, pero dejándose iluminar por la luz de Cristo, que renueva el espíritu religioso de las mejores tradiciones de los pueblos.

5. "Estábamos alegres, pues ha hecho cosas grandes por su pueblo el Señor" (Sal 125, 3). Con estas palabras del salmista nuestro corazón se llena de gozo, porque Dios ha bendecido a la Iglesia de Oaxaca y al pueblo mexicano con dos hijos suyos que hoy suben a la gloria de los altares. Ellos, con ejemplar cumplimiento de sus encargos públicos, son modelo para quienes, en las pequeñas aldeas o en las grandes estructuras sociales, tienen el deber de favorecer el bien común con esmero y desinterés personal.

Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, esposos y padres de familia de conducta intachable, como fue reconocido entonces por sus conciudadanos, recuerdan a las familias mexicanas de hoy la grandeza de su vocación, el valor de la fidelidad en el amor y de la aceptación generosa de la vida.

Se alegra, pues, la Iglesia porque con estos nuevos Beatos ha recibido muestras evidentes del amor que Dios nos tiene (cf. Prefacio II de los Santos). Se alegra también la comunidad cristiana de Oaxaca y de México entero porque el Todopoderoso ha puesto sus ojos en dos de sus hijos.

6. Ante el dulce rostro de la Virgen de Guadalupe, que ha dado aliento constante a la fe de sus hijos mexicanos, renovemos el compromiso evangelizador que distinguió también a Juan Bautista y a Jacinto de los Ángeles. Hagamos partícipes de esta tarea a todas las comunidades cristianas para que proclamen con entusiasmo su fe y la trasmitan íntegra a las nuevas generaciones. ¡Evangelizad estrechando los lazos de comunión fraterna y dando testimonio de la fe con una vida ejemplar en la familia, en el trabajo y en las relaciones sociales! ¡Buscad el Reino de Dios y su justicia ya aquí en la tierra mediante una solidaridad efectiva y fraterna con los más desfavorecidos o marginados! (cf. Mt 25,34-35) ¡Sed artífices de esperanza para toda la sociedad!

A nuestra Madre del cielo expresamos el gozo que nos embarga por ver subir a los altares a dos hijos suyos pidiéndole al mismo tiempo que bendiga, consuele y auxilie, como siempre ha hecho desde este Santuario del Tepeyac, al querido pueblo mexicano y a toda América.

Me recuerdo que durante mi primera visita, en el 1979, he podido visitar Oaxaca. Me alegro que hoy he podido beatificar a dos hijos suyos. ¡Gracias a Dios!

Aquí he palpado vuestra estima, y volver me ha causado una profunda alegría espiritual de la que doy gracias a Dios ya su Santísima Madre.

Gracias también a todos los que habéis preparado mi visita cuidando todos los detalles. Gracias a los que, con tanto cariño, me habéis recibido en las calles de esta ciudad, a los que habéis venido desde lejos, a los que habéis escuchado y acogeréis el mensaje que os dejo, a los que rezáis tanto per mi ministerio de Sucesor de San Pedro.

Al disponerme a dejar esta tierra bendita me sale de muy dentro lo que dice la canción popular en lengua española: "Me voy, pero no me voy. Me voy, pero no me ausento, pues, aunque me voy, de corazón me quedo".

¡México, México, México lindo, que Dios te bendiga!

[01226-04.01] [Texto original: Español]

 TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

Carissimi Fratelli e Sorelle!

1. "Beati i perseguitati per causa della giustizia, perché di essi è il regno dei cieli" (Mt 5,10). Nel brano evangelico delle beatitudini, quest’ultima invita a non scoraggiarsi di fronte alle persecuzioni che la Chiesa ha affrontato fin dall’inizio. Nel Discorso della Montagna Gesù promette l’autentica felicità a quanti sono poveri di spirito, piangono o sono miti; allo stesso modo, a coloro che cercano la giustizia e la pace, agiscono con misericordia o sono puri di cuore.

Davanti alla sofferenza umana che accompagna il cammino della fede, san Pietro esorta: "Ma nella misura in cui partecipate alle sofferenze di Cristo, rallegratevi, perché anche nella rivelazione della sua gloria possiate rallegrarvi ed esultare" (1 Pt 4,13). Con questa convinzione Juan Battista e Jacinto de los Ángeles affrontarono il martirio, mantenendosi fedeli al culto del Dio vivo e vero e rifiutando gli idoli.

Mentre soffrivano i tormenti, all’invito a rinunciare alla fede cattolica e a salvarsi, ribatterono con forza: "Poiché abbiamo professato il Battesimo. seguiremo sempre la vera religione". Fulgido esempio di come non si debba anteporre nulla, neppure la propria vita, alla promessa battesimale, come fecero i primi cristiani che, rigenerati dal battesimo, abbandonarono ogni forma di idolatria (cfr Tertulliano, De baptismo, 12, 15).

2. Saluto con affetto i Signori Cardinali e i Vescovi convenuti in questa Basilica. In particolare l’Arcivescovo di Oaxaca, Mons. Héctor Gonzáles Martínez, i Sacerdoti, i Religiosi, le Religiose e i fedeli laici, specialmente quelli provenienti da Oaxaca, terra natale dei nuovi beati, dove il loro ricordo permane così vivo.

La vostra terra costituisce un ricco amalgama di culture. Qui arrivò il Vangelo nel 1529 con i Padri Domenicani, utilizzando le lingue native e gli usi e i costumi delle comunità locali. Così si incominciò a conoscere Dio nelle lingue locali. Tra i frutti di questa seminagione cristiana risaltano questi due grandi martiri.

3. Nella seconda lettura san Pietro ci ha ricordato che se "uno soffre come cristiano, non ne arrossisca; glorifichi anzi Dio per questo nome" (1 Pt 4,16). Juan Bautista e Jacinto de los Ángeles, avendo versato il loro sangue per Cristo, sono autentici martiri della fede. Come l’apostolo Paolo, possono domandarsi nel loro intimo: "Chi ci separerà dunque dall’amore di Cristo? Forse la tribolazione, l’angoscia, la persecuzione, la fame, la nudità, il pericolo, la spada?" (Rm 8,35).

Questi due cristiani indigeni, irreprensibili nella loro vita personale e familiare, soffrirono il martirio per la fedeltà alla fede cattolica, felici di essere battezzati. Essi sono di esempio per i fedeli laici, chiamati a santificarsi nelle circostanze ordinarie della vita.

4. Con questa beatificazione, la Chiesa mette in rilievo la sua missione di annunciare il Vangelo a tutte le genti. I nuovi Beati, frutto della santità della prima evangelizzazione tra gli indios Zapotecas, incoraggiano gli indigeni di oggi ad apprezzare la loro cultura e la loro lingua e, soprattutto, la loro dignità di figli di Dio che gli altri devono rispettare nel contesto della nazione messicana, diversificata nell’origine delle sue genti e disposta a costruire una famiglia comune nella solidarietà e nella giustizia.

I due Beati costituiscono un esempio di come, senza mitizzare i propri costumi ancestrali, si possa giungere a Dio senza rinunciare alla propria cultura, lasciandosi però illuminare dalla luce di Cristo, che rinnova lo spirito religioso delle migliori tradizioni dei popoli.

5. "Grandi cose ha fatto il Signore per noi, ci ha colmato di gioia" (Sal 125, 3). Con queste parole del Salmista il nostro cuore si riempie di gioia, perché Dio ha benedetto la Chiesa di Oaxaca e il popolo messicano con due suoi figli che oggi salgono alla gloria degli altari. Essi, con l’esemplare adempimento dei loro incarichi pubblici, sono modello per quanti, nei piccoli villaggi o nelle grandi strutture sociali, hanno il dovere di favorire il bene comune con diligenza e disinteresse personale.

Juan Bautista e Jacinto de los Ángeles, sposi e padri di famiglia dalla condotta irreprensibile, come fu riconosciuto allora dai loro concittadini, ricordano alle famiglie messicane di oggi la grandezza della loro vocazione, il valore della fedeltà nell’amore e dell’accoglienza generosa della vita.

Gioisce, dunque, la Chiesa perché con questi nuovi Beati ha ricevuto segni sicuri dell’amore di Dio verso di noi (cfr Prefazio dei Santi II). E si rallegra anche la comunità cristiana di Oaxaca e dell’intero Messico, perché l’Onnipotente ha posto i suoi occhi su due dei suoi figli.

6. Davanti al dolce volto della Vergine di Guadalupe, che ha costantemente alimentato la fede dei suoi figli messicani, rinnoviamo l’impegno ad evangelizzare, che ha contraddistinto anche la vita di Juan Bautista e di Jacinto de los Ángeles. Rendiamo partecipi di questa missione tutte le comunità cristiane perché proclamino con entusiasmo la loro fede e la trasmettano integra alle nuove generazioni. Annunciate il Vangelo, stringendo i vincoli di comunione fraterna e testimoniando la fede con una vita esemplare nella famiglia, nel lavoro e nelle relazioni sociali! Cercate il Regno di Dio e la sua giustizia già qui sulla terra mediante una solidarietà effettiva e fraterna con i più sfortunati o emarginati (cfr Mt 25,34-35).

Alla nostra Madre celeste esprimiamo la gioia che proviamo nel vedere due suoi figli salire gli altari, chiedendole nello stesso tempo che benedica, consigli e aiuti, come ha sempre fatto da questo Santuario del Tepeyac, il caro popolo messicano e tutta l’America.

Mi ricordo che durante la mia prima visita , nel 1979, ho potuto visitare Oaxaca. Mi rallegro di aver potuto beatificare oggi  due suoi figli. Grazie a Dio!

Qui ho potuto palpare la vostra stima e il tornare mi ha fatto sentire una profonda gioia spirituale della quale rendo grazie a Dio e alla sua Santissima Madre.

Grazie anche a tutti voi che avete preparato la mia visita, curando tutti i dettagli. Grazie a voi che, con tanto affetto, mi avete ricevuto nelle strade di questa città, a voi che siete venuti da lontano, a voi  che avete ascoltato e accoglierete il messaggio che vi lascio, a voi che pregate tanto per il mio ministero di Successore di San Pietro. 

Mentre mi accingo a lasciare questa terra benedetta, mi viene alle labbra quello che dice la canzone popolare in lingua spagnola: "Me ne vado, ma non me ne vado. Me ne vado, ma non mi assento, anche se me ne vado, con il cuore resto".

Messico, Messico, Messico bello, che Dio ti benedica!

[01226-01.01] [Testo originale: Spagnolo]

 TRADUZIONE IN LINGUA INGLESE

Dear Brothers and Sisters,

1. "Blessed are those who are persecuted for righteousness’ sake, for theirs is the kingdom of heaven" (Mt 5:10). In the Gospel Beatitudes, we find this final exhortation not to be discouraged at the persecutions which the Church has faced from the very beginning. In the Sermon on the Mount, Jesus promises true happiness to those who are poor in spirit, who mourn or who are meek; and also to those who hunger and thirst after righteousness, who act with mercy or are pure of heart.

Faced with the human suffering that accompanies the journey of faith, Saint Peter urges: "Rejoice insofar as you share Christ’s sufferings, that you may also rejoice and be glad when his glory is revealed" (1 Pt 4:13). With this conviction, Juan Bautista and Jacinto de los Ángeles faced martyrdom, remaining faithful to their devotion to the true, living God and rejecting idols.

As they were being tortured, they were invited to renounce their Catholic faith and save themselves. But they answered bravely: "Once we have professed Baptism, we shall always follow the true religion": a beautiful example of how nothing, not even our life, should be put before our baptismal commitment. This is the same example given by the early Christians, who,born to new life through Baptism, abandoned all forms of idolatry (cf. Tertullian, De baptismo, 12,15).

2. I greet with affection the Cardinals and Bishops who have gathered in this Basilica, and in particular Archbishop Héctor González Martínez of Oaxaca, and the priests, religious and lay faithful, especially those who have come from Oaxaca, the birthplace of the new "Blesseds" where their memory is still very much alive.

Your land is a rich mixture of cultures. The Gospel arrived there in 1529 with the Dominican Fathers who used the native languages and the manners and customs of the local communities. Thus your land came to know God in the local languages. These two great martyrs stand out among the fruit of this Christian seed.

3. In the second reading, St Peter has reminded us that if someone "suffers as a Christian, let him not be ashamed, but under that name let him glorify God" (1 Pt 4:16). Juan Bautista and Jacinto de los Ángeles, who shed their blood for Christ, are true martyrs of the faith. Like the Apostle Paul, they could have asked themselves: "Who shall separate us from the love of Christ? Shall tribulation, or distress, or persecution, or famine, or nakedness, or peril, or sword?" (Rom 8:35).

These two indigenous Christians, whose personal and family life was irreproachable, suffered martyrdom for their fidelity to the Catholic faith, happy to have been baptized. They are an example to the lay faithful, who are called to sanctify themselves in the ordinary circumstances of everyday life.

4. With this beatification, the Church emphasizes the mission to proclaim the Gospel to all peoples. The new "Blesseds", fruit of the holiness of the First Evangelization among the Zapotec Indians, encourage indigenous people today to appreciate their cultures and languages, and above all their dignity as children of God. This dignity must be respected by others in the context of the Mexican nation, made up of peoples of many different origins but willing to build a common family in solidarity and justice.

The two "Blesseds" are an example of how, without regarding one’s ancestral customs as myths, one can reach God without renouncing one’s own culture but letting oneself be enlightened by the light of Christ, which renews the religious spirit of the best popular traditions.

5. "The Lord has done great things for us; we are glad" (Ps 125:3). With the Psalmist’s words, our hearts are filled with joy, for God has blessed the Church of Oaxaca and the Mexican people with two of their children who today are raised to the glory of the altar. Exemplary in carrying out their public duties, they are a model for everyone, in the little villages or in the large social structures, whose duty it is to promote the common good with great care and selflessness.

Juan Bautista and Jacinto de los Ángeles, husbands and fathers of families, and men whose conduct — as their fellow citizens recognized at the time — was blameless, remind Mexican families today of the greatness of their vocation, the value of fidelity and love, and the generous acceptance of life.

May the Church therefore rejoice, for with these new "Blesseds" she has received clear proof of God’s love for us (cf. Preface II of the Saints). May the Christian community of Oaxaca and the whole of Mexico also rejoice, for the Almighty has looked upon two of their sons.

6. Before the sweet face of Our Lady of Guadalupe, who has been a constant support of the faith of her Mexican children, let us renew the commitment to evangelization which also distinguished Juan Bautista and Jacinto de los Ángeles. Let us enable all the Christian communities to share in this task, so that they may proclaim their faith with enthusiasm and pass it on in its entirety to future generations. Evangelize by strengthening the bonds of fraternal communion and by witnessing to your faith by an exemplary life, in the family, at work and in social relations! Seek the Kingdom of God and his justice here on earth through effective, brotherly solidarity with the neediest and the marginalized (cf. Mt 25:34-35)! Be the builders of hope for all society!

Let us express to our Mother in heaven the joy we feel at seeing two children of hers raised to the altar, asking her at the same time to bless, console and help the beloved Mexican people and all America, as she always has from this Shrine of Tepeyac.

I recall that during my visit in 1979 I visited Oaxaca. I am happy to be able to beatify two of her sons today. Thanks be to God!

Here I have felt your veneration and the chance to return has been the cause of great spiritual happiness for me, for which I thank God and Mary.

Thanks also to all of you who have prepared my visit, taking care of all the details. Thanks to all of you who with great affection have welcomed me in the streets of the city, to those who have come from far away, to those who listened and welcomed the message I leave you, to those who pray so much for my ministry as successor of St Peter.

As I get ready to leave this blessed land, what comes from the heart is what the popular song says in Spanish: "I go but I do not leave. I go but I will be absent, then, even if I go, in my heart I stay".

Mexico! Mexico! beautiful Mexico, God bless you!

[01226-02-01] [Original text: Spanish]

CERIMONIA DI CONGEDO ALL’AEROPORTO INTERNAZIONALE DI CIUDAD DE MÉXICO

Lasciata la Cattedrale di Nostra Signora di Guadalupe al termine della Beatificazione di due martiri messicani, il Papa si trasferisce all’aeroporto internazionale "Benito Juárez" di Ciudad de México per la cerimonia di congedo.

La partenza per Roma, a bordo di un B767-AeroMéxico, è prevista alle 13.30 (ora locale, le 20.30 ora di Roma).

[01236-01.01]