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VIAGGIO APOSTOLICO DI SUA SANTITÀ GIOVANNI PAOLO II A TORONTO, A CIUDAD DE GUATEMALA E A CIUDAD DE MÉXICO (23 LUGLIO-2 AGOSTO 2002) - [XI], 31.07.2002


Questa mattina il Papa si trasferisce dalla Nunziatura Apostolica in Messico alla Basilica di Nostra Signora di Guadalupe, per la celebrazione eucaristica e la canonizzazione del Beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin, laico (1474-1548), l’indio al quale apparve la Vergine del Tepeyac.

La Santa Messa ha inizio alle 10 (le 17 ora di Roma) ed è concelebrata con numerosi Cardinali, Vescovi e sacerdoti. Tra i moltissimi fedeli che partecipano all’eucaristia nella Basilica e nel piazzale antistante, è presente anche una folta rappresentanza della popolazione indigena.

In apertura di celebrazione, l’Arcivescovo di México, Card. Norberto Rivera Carrera, rivolge al Papa un indirizzo di omaggio. Quindi il Prefetto della Congregazione delle Cause dei Santi, Card. José Saraiva Martins, con il Postulatore della Causa, chiede che si proceda alla Canonizzazione e il Santo Padre proclama Santo il Beato Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dopo la lettura del Santo Vangelo, il Papa pronuncia la seguente omelia:

 OMELIA DEL SANTO PADRE

1. "¡Yo te alabo, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien!" (Mt 11, 25).

Queridos hermanos y hermanas: Estas palabras de Jesús en el evangelio de hoy son para nosotros una invitación especial a alabar y dar gracias a Dios por el don del primer santo indígena del Continente americano.

Con gran gozo he peregrinado hasta esta Basílica de Guadalupe, corazón mariano de México y de América, para proclamar la santidad de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el indio sencillo y humilde que contempló el rostro dulce y sereno de la Virgen del Tepeyac, tan querido por los pueblos de México.

2. Agradezco las amables palabras que me ha dirigido el Señor Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México, así como la calurosa hospitalidad de los hombres y mujeres de esta Arquidiócesis Primada: para todos mi saludo cordial. Saludo también con afecto al Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, Arzobispo emérito de México y a los demás Cardenales, a los Obispos mexicanos, de América, de Filipinas y de otros lugares del mundo. Asimismo, agradezco particularmente al Señor Presidente y a las Autoridades civiles su presencia en esta celebración.

Dirijo hoy un saludo muy entrañable a los numerosos indígenas venidos de las diferentes regiones del País, representantes de las diversas etnias y culturas que integran la rica y pluriforme realidad mexicana. El Papa les expresa su cercanía, su profundo respeto y admiración, y los recibe fraternalmente en el nombre del Señor.

3. ¿Cómo era Juan Diego? ¿Por qué Dios se fijó en él? El libro del Eclesiástico, como hemos escuchado, nos enseña que sólo Dios "es poderoso y sólo los humildes le dan gloria" (3, 20). También las palabras de San Pablo proclamadas en esta celebración iluminan este modo divino de actuar la salvación: "Dios ha elegido a los insignificantes y despreciados del mundo; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios"(1 Co 1, 28.29).

Es conmovedor leer los relatos guadalupanos, escritos con delicadeza y empapados de ternura. En ellos la Virgen María, la esclava "que glorifica al Señor" (Lc 1, 46), se manifiesta a Juan Diego como la Madre del verdadero Dios. Ella le regala, como señal, unas rosas preciosas y él, al mostrarlas al Obispo, descubre grabada en su tilma la bendita imagen de Nuestra Señora.

"El Acontecimiento Guadalupano - como ha señalado el Episcopado Mexicano - significó el comienzo de la evangelización con una vitalidad que rebasó toda expectativa. El mensaje de Cristo a través de su Madre tomó los elementos centrales de la cultura indígena, los purificó y les dio el definitivo sentido de salvación" (14.05.2002, n. 8). Así pues, Guadalupe y Juan Diego tienen un hondo sentido eclesial y misionero y son un modelo de evangelización perfectamente inculturada.

4. "Desde el cielo el Señor, atentamente, mira a todos los hombres" (Sal 32, 13), hemos recitado con el salmista, confesando una vez más nuestra fe en Dios, que no repara en distinciones de raza o de cultura. Juan Diego, al acoger el mensaje cristiano sin renunciar a su identidad indígena, descubrió la profunda verdad de la nueva humanidad, en la que todos están llamados a ser hijos de Dios en Cristo. Así facilitó el encuentro fecundo de dos mundos y se convirtió en protagonista de la nueva identidad mexicana, íntimamente unida a la Virgen de Guadalupe, cuyo rostro mestizo expresa su maternidad espiritual que abraza a todos los mexicanos. Por ello, el testimonio de su vida debe seguir impulsando la construcción de la nación mexicana, promover la fraternidad entre todos sus hijos y favorecer cada vez más la reconciliación de México con sus orígenes, sus valores y tradiciones.

Esta noble tarea de edificar un México mejor, más justo y solidario, requiere la colaboración de todos. En particular es necesario apoyar hoy a los indígenas en sus legítimas aspiraciones, respetando y defendiendo los auténticos valores de cada grupo étnico. ¡México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a México!

Amados hermanos y hermanas de todas las etnias de México y América, al ensalzar hoy la figura del indio Juan Diego, deseo expresarles la cercanía de la Iglesia y del Papa hacia todos ustedes, abrazándolos con amor y animándolos a superar con esperanza las difíciles situaciones que atraviesan.

5. En este momento decisivo de la historia de México, cruzado ya el umbral del nuevo milenio, encomiendo a la valiosa intercesión de San Juan Diego los gozos y esperanzas, los temores y angustias del querido pueblo mexicano, que llevo tan adentro de mi corazón.

¡Bendito Juan Diego, indio bueno y cristiano, a quien el pueblo sencillo ha tenido siempre por varón santo! Te pedimos que acompañes a la Iglesia que peregrina en México, para que cada día sea más evangelizadora y misionera. Alienta a los Obispos, sostén a los sacerdotes, suscita nuevas y santas vocaciones, ayuda a todos los que entregan su vida a la causa de Cristo y a la extensión de su Reino.

¡Dichoso Juan Diego, hombre fiel y verdadero! Te encomendamos a nuestros hermanos y hermanas laicos, para que, sintiéndose llamados a la santidad, impregnen todos los ámbitos de la vida social con el espíritu evangélico. Bendice a las familias, fortalece a los esposos en su matrimonio, apoya los desvelos de los padres por educar cristianamente a sus hijos. Mira propicio el dolor de los que sufren en su cuerpo o en su espíritu, de cuantos padecen pobreza, soledad, marginación o ignorancia. Que todos, gobernantes y súbditos, actúen siempre según las exigencias de la justicia y el respeto de la dignidad de cada hombre, para que así se consolide la paz.

¡Amado Juan Diego, "el águila que habla"! Enséñanos el camino que lleva a la Virgen Morena del Tepeyac, para que Ella nos reciba en lo íntimo de su corazón, pues Ella es la Madre amorosa y compasiva que nos guía hasta el verdadero Dios. Amén.

Al concluir esta canonización de Juan Diego, deseo renovar el saludo a todos los que habéis podido participar, algunos desde esta basílica, otros desde los aledaños y muchos más a través de la radio y la televisión. Agradezco de corazón el afecto de cuantos he encontrado en las calles que he recorrido. En el nuevo santo tenéis el maravilloso ejemplo de un hombre de bien, recto de costumbres, leal hijo de la Iglesia, dócil a los pastores, amante de la Virgen, buen discípulo de Jesús. Que sea modelo para vosotros que tanto lo amáis, y que él interceda por México para que sea siempre fiel. Llevad a todos el mensaje de esta celebración y el saludo y el afecto del Papa a todos los mexicanos.

[01225-04.01] [Texto original: Español]

 TRADUZIONE IN LINGUA ITALIANA

1. "Ti benedico, o Padre, Signore del cielo e della terra, perché hai tenuto nascoste queste cose ai sapienti e agli intelligenti, e le hai rivelate ai piccoli. Sì, o Padre, perché così è piaciuto a te" (Mt, 11,25-26).

Carissimi fratelli e sorelle: queste parole di Gesù nel Vangelo di oggi costituiscono per noi un invito speciale a lodare e a rendere grazie a Dio per il dono del primo santo indigeno del Continente americano.

Con grande gioia sono venuto in pellegrinaggio a questa Basilica di Guadalupe, cuore mariano del Messico e dell’America, per proclamare la santità di Juan Diego Cuauhtlatoatzin, l’indio semplice ed umile che contemplò il volto dolce e sereno della Vergine del Tepeyac, tanto caro alle popolazioni del Messico.

2. Ringrazio per le affettuose parole che mi ha rivolto il Signor Cardinale Norberto Carrera Rivera, Arcivescovo di Messico, così come per la calorosa accoglienza degli uomini e delle donne di questa Arcidiocesi Primaziale: a tutti va il mio più cordiale saluto. Saluto con affetto anche il Cardinale Ernesto Corripio Ahumada, Arcivescovo emerito di Messico, e gli altri Cardinali, i Vescovi messicani, dell’America, delle Filippine e di altre parti del mondo. Allo stesso tempo ringrazio in modo particolare il Signor Presidente e le Autorità civili per la loro partecipazione a questa celebrazione.

Rivolgo oggi un saluto particolarmente affettuoso ai numerosi indigeni giunti dalle varie regioni del Paese, rappresentanti delle diverse etnie e culture che costituiscono la ricca e multiforme realtà messicana. Il Papa esprime loro la sua vicinanza, il suo profondo rispetto e ammirazione, e li accoglie fraternamente nel nome del Signore.

3. Come era Juan Diego? Perché Dio fissò il suo sguardo su di lui? Il libro dell’Ecclesiastico, come abbiamo ascoltato, ci insegna che "grande è la potenza del Signore e dagli umili egli è glorificato" (3, 20). Ugualmente, le parole di san Paolo proclamate in questa celebrazione illuminano questo modo divino di realizzare la salvezza: "Dio ha scelto ciò che nel mondo è ignobile e disprezzato e ciò che è nulla per ridurre a nulla le cose che sono, perché nessun uomo possa gloriarsi davanti a Dio" (1 Cor 1, 28.29).

È commovente leggere le narrazioni guadalupane, scritte con delicatezza ed intrise di tenerezza. In esse la Vergine Maria, la serva "che glorifica il Signore" (Lc 1, 46), si manifesta a Juan Diego come la Madre del vero Dio. Ella gli dona, come segno, alcune rose preziose e lui, quando le mostra al Vescovo, scopre raffigurata sul suo mantello la benedetta immagine di Nostra Signora.

"L’evento Guadalupano - come ha rilevato l’Episcopato Messicano – significò l’inizio dell’evangelizzazione con una vitalità che superò ogni aspettativa. Il messaggio di Cristo, attraverso sua Madre, riprese gli elementi centrali della cultura indigena, li purificò e diede loro il definitivo significato di salvezza" (14.05.2002, n. 8). Pertanto, Guadalupe e Juan Diego possiedono un profondo significato ecclesiale e missionario e sono un modello di evangelizzazione perfettamente inculturata.

4. "Il Signore guarda dal cielo, egli vede tutti gli uomini" (Sal 32, 13), abbiamo proclamato col salmista, confessando ancora una volta la nostra fede in Dio, che non fa distinzioni di razza o di cultura. Juan Diego, nell’accogliere il messaggio cristiano senza rinunciare alla sua identità indigena, scoprì la profonda verità della nuova umanità, nella quale tutti sono chiamati ad essere figli di Dio. In tal modo facilitò l’incontro fecondo di due mondi e si trasformò in protagonista della nuova identità messicana, intimamente unita alla Vergine di Guadalupe, il cui volto meticcio esprime la sua maternità spirituale che abbraccia tutti i messicani. Attraverso di esso, la testimonianza della sua vita deve continuare a dare vigore alla costruzione della nazione messicana, a promuovere la fraternità tra tutti i suoi figli e a favorire sempre di più la riconciliazione del Messico con le sue origini, i suoi valori e le sue tradizioni.

Questo nobile compito di edificare un Messico migliore, più giusto e solidale, richiede la collaborazione di ciascuno. In particolare è necessario sostenere oggi gli indigeni nelle loro legittime aspirazioni, rispettando e difendendo gli autentici valori di ciascun gruppo etnico. Il Messico ha bisogno dei suoi indigeni e gli indigeni hanno bisogno del Messico!

Amati Fratelli e Sorelle di tutte le etnie del Messico e dell’America, nell’esaltare oggi la figura dell’indio Juan Diego, desidero esprimere la vicinanza della Chiesa e del Papa a tutti voi, abbracciandovi con affetto ed esortandovi a superare con speranza le difficili situazioni che attraversate.

5. In questo momento decisivo della storia del Messico, già oltrepassata la soglia del nuovo millennio, affido all’efficace intercessione di San Juan Diego le gioie e le speranze, i timori e le angustie del diletto popolo messicano, che porto nel mio cuore.

Benedetto Juan Diego, indio buono e cristiano, che il popolo semplice ha sempre considerato come un vero santo! Ti chiediamo di accompagnare la Chiesa pellegrina in Messico, perché ogni giorno sia sempre più evangelizzatrice e missionaria. Incoraggia i Vescovi, sostieni i sacerdoti, suscita nuove e sante vocazioni, aiuta tutti coloro che offrono la propria vita per la causa di Cristo e per la diffusione del suo Regno.

Felice Juan Diego, uomo fedele ed autentico! Ti affidiamo i nostri fratelli e sorelle laici, perché sentendosi chiamati alla santità, impregnino tutti gli ambiti della vita sociale con lo spirito evangelico. Benedici le famiglie, sostieni gli sposi nel loro matrimonio, appoggia gli sforzi dei genitori per educare cristianamente i loro figli. Guarda benigno il dolore di quanti soffrono nel corpo e nello spirito, di quanti patiscono povertà, solitudine, emarginazione o ignoranza. Che tutti, governanti e sudditi, agiscano sempre secondo le esigenze della giustizia e il rispetto della dignità di ogni uomo, perché così si consolidi la vera pace.

Amato Juan Diego, "l'aquila che parla"! Insegnaci il cammino che conduce alla Virgen Morena del Tepeyac, affinché Ella ci accolga nell’intimo del suo cuore, giacché Ella è la Madre amorosa e compassionevole che ci conduce fino al vero Dio. Amen.

Al termine di questa canonizzazione di Juan Diego, desidero rinnovare il saluto a tutti voi che avete potuto parteciparvi, alcuni da questa basilica, altri dalle aree vicine e molti altri ancora attraverso la radio e la televisione. Ringrazio di cuore per l'affetto di quanti ho incontrato lungo le strade che ho percorso. Nel nuovo santo avete un meraviglioso esempio di un uomo buono, dai retti costumi, leale figlio della Chiesa, docile ai Pastori, amante della Vergine, buon discepolo di Gesù. Che egli sia un modello  per voi che lo amate tanto e che interceda per il Messico perché sia sempre fedele! Portate a tutti il messaggio di questa celebrazione e il saluto e l'affetto del Papa a tutti i messicani!

[01225-01.01] [Testo originale: Spagnolo]

 TRADUZIONE IN LINGUA INGLESE

1. I thank you, Father ... that you have hidden these things from the wise and understanding and revealed them to babes; yea, Father, for such was your gracious will" (Mt 11:25-26).

Dear Brothers and Sisters, These words of Jesus in today’s Gospel are a special invitation to us to praise and thank God for the gift of the first indigenous Saint of the American Continent.

With deep joy I have come on pilgrimage to this Basilica of Our Lady of Guadalupe, the Marian heart of Mexico and of America, to proclaim the holiness of Juan Diego Cuauhtlatoatzin, the simple, humble Indian who contemplated the sweet and serene face of Our Lady of Tepeyac, so dear to the people of Mexico.

2. I am grateful for the kind words of Cardinal Norberto Rivera Carrera, Archbishop of Mexico City, and for the warm hospitality of the people of this Primatial Archdiocese: my cordial greeting goes to everyone. I also greet with affection Cardinal Ernesto Corripio Ahumada, Archbishop Emeritus of Mexico City, and the other Cardinals, as well as the Bishops of Mexico, of America, of the Philippines and of other places in the world. I am likewise particularly grateful to the President and the civil Authorities for their presence at this celebration.

Today I address a very affectionate greeting to the many indigenous people who have come from the different regions of the country, representing the various ethnic groups and cultures which make up the rich, multifaceted Mexican reality. The Pope expresses his closeness to them, his deep respect and admiration, and receives them fraternally in the Lord’s name.

3. What was Juan Diego like? Why did God look upon him? The Book of Sirach, as we have heard, teaches us that God alone "is mighty; he is glorified by the humble" (cf. Sir 3:20). Saint Paul’s words, also proclaimed at this celebration, shed light on the divine way of bringing about salvation: "God chose what is low and despised in the world ... so that no human being might boast in the presence of God" (1 Cor 1:28,29).

It is moving to read the accounts of Guadalupe, sensitively written and steeped in tenderness. In them the Virgin Mary, the handmaid "who glorified the Lord" (Lk 1:46), reveals herself to Juan Diego as the Mother of the true God. As a sign, she gives him precious roses, and as he shows them to the Bishop, he discovers the blessed image of Our Lady imprinted on his tilma.

"The Guadalupe Event", as the Mexican Episcopate has pointed out, "meant the beginning of evangelization with a vitality that surpassed all expectations. Christ’s message, through his Mother, took up the central elements of the indigenous culture, purified them and gave them the definitive sense of salvation" (14 May 2002, No. 8). Consequently Guadalupe and Juan Diego have a deep ecclesial and missionary meaning and are a model of perfectly inculturated evangelization.

4. "The Lord looks down from heaven, he sees all the sons of men" (Ps 33:13), we recited with the Psalmist, once again confessing our faith in God, who makes no distinctions of race or culture. In accepting the Christian message without forgoing his indigenous identity, Juan Diego discovered the profound truth of the new humanity, in which all are called to be children of God. Thus he facilitated the fruitful meeting of two worlds and became the catalyst for the new Mexican identity, closely united to Our Lady of Guadalupe, whose mestizo face expresses her spiritual motherhood which embraces all Mexicans. This is why the witness of his life must continue to be the inspiration for the building up of the Mexican nation, encouraging brotherhood among all its children and ever helping to reconcile Mexico with its origins, values and traditions.

The noble task of building a better Mexico, with greater justice and solidarity, demands the cooperation of all. In particular, it is necessary today to support the indigenous peoples in their legitimate aspirations, respecting and defending the authentic values of each ethnic group. Mexico needs its indigenous peoples and these peoples need Mexico!

Beloved bothers and sisters of every ethnic background of Mexico and America, today, in praising the Indian Juan Diego, I want to express to all of you the closeness of the Church and the Pope, embracing you with love and encouraging you to overcome with hope the difficult times you are going through.

5. At this decisive moment in Mexico’s history, having already crossed the threshold of the new millennium, I entrust to the powerful intercession of Saint Juan Diego the joys and hopes, the fears and anxieties of the beloved Mexican people, whom I carry in my heart.

Blessed Juan Diego, a good, Christian Indian, whom simple people have always considered a saint! We ask you to accompany the Church on her pilgrimage in Mexico, so that she may be more evangelizing and more missionary each day. Encourage the Bishops, support the priests, inspire new and holy vocations, help all those who give their lives to the cause of Christ and the spread of his Kingdom.

Happy Juan Diego, true and faithful man! We entrust to you our lay brothers and sisters so that, feeling the call to holiness, they may imbue every area of social life with the spirit of the Gospel. Bless families, strengthen spouses in their marriage, sustain the efforts of parents to give their children a Christian upbringing. Look with favour upon the pain of those who are suffering in body or in spirit, on those afflicted by poverty, loneliness, marginalization or ignorance. May all people, civic leaders and ordinary citizens, always act in accordance with the demands of justice and with respect for the dignity of each person, so that in this way peace may be reinforced.

Beloved Juan Diego, "the talking eagle"! Show us the way that leads to the "Dark Virgin" of Tepeyac, that she may receive us in the depths of her heart, for she is the loving, compassionate Mother who guides us to the true God. Amen.

At the end of the canonization of Juan Diego, I want to renew my greeting to all of you who have been able to take part, some in this basilica, others in the nearby areas and many others by means of radio and television. I warmly thank all those I have met in the streets for their affection. In this new saint you have a marvellous example of a just and upright man, a loyal son of the Church, docile to his Pastors, who deeply loved the Virgin and was a faithful disciple of Jesus. May he be a model for you who are so attached to him, and may he intercede for Mexico so that it may always be faithful! Take to all Mexicans the message of this celebration and the Pope's greeting and love for them all!

[01225-02.01] [Original text: Spanish]

Al termine della Santa Messa nel corso della quale ha proclamato Santo Juan Diego Cuauhtlatoatzin, il Santo Padre Giovanni Paolo II rientra in Nunziatura.