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Fundación Juan Pablo I: Un año después de su nacimiento

1.-Artículo de S.E. Monseñor Francesco Moraglia, Patriarca de Venecia

2) Artículo de Stefania Falasca, vicepresidenta y representante legal de la "Fundación Vaticana Juan Pablo I".

Ambos artículos se publicarán en la edición de hoy de L'Osservatore Romano,miércoles 28 de abril de 2021.

JUAN PABLO I

El regreso a la Santa Sede del archivo privado de Albino Luciani

Uno de los primeros actos de la Fundación Vaticana Juan Pablo I ha interesado a Venecia y ha consistido en la recuperación y en el "retorno" a Roma de los archivos personales del Santo Padre, antiguo patriarca, Albino Luciani.

Dicha documentación, hasta ahora, estaba custodiada en la sede del archivo histórico diocesano que, sin embargo, conservará una copia de la misma, como testimonio y en beneficio de nuestro patriarcado.

En Venecia, como en muchas partes del noreste italiano, el recuerdo de Albino Luciani está vivo y presente en el corazón de muchos. Todavía destaca la fisonomía espiritual de este hijo de la tierra vénenta que fue, durante más de ocho años, patriarca de Venecia y luego Sumo Pontífice de la Iglesia Católica permaneciendo, sin embargo, siempre como un manso y valiente trabajador en la viña del Señor.

Hombre obediente a Dios y a su proyecto, fue llamado a arduas tareas en tiempos difíciles, complicados y turbulentos -en el ámbito eclesial y social-, como la propia historia atestigua claramente.

Para Albino Luciani, también cuando se convirtió en Juan Pablo I, la prioridad y la atención fueron el anuncio del Evangelio sin dejarlo nunca en "segundo plano" ni trivializarlo, situándose siempre con esencialidad ante el mundo sin temerlo y sin ceder a compromisos, sirviendo a una comunidad eclesial a veces herida, otras veces frágil, y sin caer en la tentación de ganar notoriedad fácil, sino cargando siempre con su responsabilidad personal y su sufrimiento.

Por eso su figura, físicamente delicada y sobre todo por tan poco tiempo "concedida" a la Iglesia universal (como se ha dicho a menudo "magis ostentus quam datus"), sigue difundiendo una nostalgia de santidad, humildad y autenticidad verdadera.

Espero que la Fundación emprenda cada vez más la labor de difusión de su patrimonio religioso y cultural para que podamos conocer mejor la hermosa "sorpresa" que Dios quiso reservar, un día, a su Iglesia y al mundo colocando a Albino Luciani en la Cátedra de Pedro.

 

✠ Francesco Moraglia, Patriarca

 

 

El espejo de papel de Luciani

Stefania Falasca

Un imponente equipaje personal había acompañado siempre sus viajes en las distintas sedes episcopales y llegó también al apartamento papal, al día siguiente de su elección al Trono de Pedro, el 26 de agosto de 1978: sus papeles, los del archivo privado de Albino Luciani, el Papa Juan Pablo I. Son los documentos de toda una vida: desde 1929 hasta el 28 de septiembre de su pontificado. Documentos cuya existencia salió a la luz sólo a principios del año 2000 y de cuyo primer reconocimiento me encargó en 2007 la Inquisitio Dioecesana Suppletiva, ordenada por el obispo de Belluno-Feltre en el marco de la causa de canonización del Papa de origen véneto. Un primer examen permitió identificar la naturaleza de los escritos y reconstruir la génesis, el desarrollo y el complejo curso de este archivo privado que, tras la muerte de Juan Pablo I el 28 de septiembre de 1978, fue enviado desde el Palacio Apostólico de la Santa Sede a la sede patriarcal de Venecia. Se trata de una colección muy rica de material documental heterogéneo que abarca un período de cincuenta años, compuesto por un conjunto que incluye escritos autógrafos, cuadernos, diarios, material impreso y fotográfico, y correspondencia. La medida de estos documentos, que se caracteriza principalmente como un fichero personal, es en gran parte la de los discursos, conferencias, homilías, artículos, publicaciones. Medida fundamental para indagar en ese taller del texto tan apreciado por una de las épocas más intensas de las disciplinas filológicas: es decir, la elaboración de un pensamiento y de un tema y sus oscilaciones, en los rinicios y en las múltiples variantes de su redacción, donde la dinámica de la construcción progresiva del texto ofrece las claves más auténticas de su interpretación.

Por tanto, los documentos de Albino Luciani dicen ciertamente mucho, en su conjunto y en sus partes, sobre el perfil de la persona que los compiló y conservó. El archivo privado no presenta esas características, tan bien identificadas en otros fondos personales, de construcción intencionada de la propia memoria e identidad. En este caso, no hay ninguna intención por parte del autor de asignar a sus papeles la tarea de conmemorar una vida o un proyecto: el archivo de Luciani se presenta como el archivo de una persona que se inscribe en los archivos definidos como "espejos de papel" o "evidence of identity". Aunque excepcionalmente haya descripciones puntuales en forma de diario, como algunas notas relativas a su participación en el Concilio Vaticano II o de la audiencia privada con Juan XXIII con motivo de su consagración episcopal, Luciani aparece ajeno a la forma de un diario íntimo y privado. A los escritos del archivo se unió, como parte integrante de los mismos, una biblioteca muy surtida. En su conjunto funcionaban como un taller, es decir, constituían lo que puede describirse como el taller de Luciani. Una especie de cantera abierta, obra en curso esencial, de la que extraer y añadir continuamente y lugar de confluencia de diferentes lecturas ensambladas por su capacidad de síntesis e interlocución.

Sobre la base de las investigaciones realizadas, que luego confluyeron en la Positio, se pudo identificar el núcleo original del archivo privado a partir del conjunto de documentos que comprenden los escritos autógrafos de 1929 a 1959 relativos principalmente a los cuadernos temáticos, las colecciones de manuscritos con los temas de estudio y las conferencias, elaborados por el futuro Juan Pablo I como estudiante en el Seminario Gregoriano de Belluno (1928-1935) y, posteriormente, como profesor de diversas disciplinas en el mismo Instituto (1937-1959). Y luego, de nuevo, como estudiante en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma para obtener la licenciatura en Teología. A esta documentación hay que añadir la específica relativa a la publicación de la tesis doctoral sobre Antonio Rosmini y la publicación de Catechetica in briciole en diciembre de 1949, a la que hay que añadir parte de la documentación y la correspondencia relativa a la concesión del doctorado y al cargo que ocupó como provicario general de la diócesis de Belluno-Feltre (1948-1953). Este núcleo original se ha enriquecido y ampliado con otros apuntes, cuadernos, esquemas, conferencias, correspondencia y artículos en los años de su episcopado en Vittorio Veneto (1958-1969), donde destaca una consistente adquisición de material inherente a la Conferencia Episcopal Triveneta, a la Conferencia Episcopal Italiana y al Concilio Vaticano II, en el que Luciani participó durante las cuatro Sesiones. Elegido Patriarca de Venecia, llevó consigo, en la sede patriarcal, todo el material del archivo personal, ampliándolo aún más y enriqueciéndolo con la relevante conservación de la correspondencia de aquellos años, que ilumina las relaciones de colaboración confidencial con la Santa Sede y con los titulares del episcopado italiano, así como su pensamiento en medio de las contingencias que le preocupaban e interesaban.

Es este bagaje personal, unido a los libros de su biblioteca, el que dispuso que se entregara en el Palacio Apostólico al día siguiente de su ascenso al Trono de Pedro. Reconstruir el proceso fue el objeto de la primera investigación. El traslado desde Venecia al Vaticano del archivo y de su biblioteca fue realizado por la empresa indicada por el jesuita Padre Roberto Busa, (su compañero de estudios en el Seminario de Belluno) que ya se había ocupado de la mudanza de los efectos personales de Pablo VI. A Don Carlo Bolzan, sacerdote de confianza de Luciani, se le encomendó el cuidado del transporte para que todo el material llegara en el orden deseado y el 13 de septiembre entrara en el Vaticano. Los contenedores se colocaron en las salas situadas debajo del apartamento pontificio. Durante el breve período de su pontificado sólo se retiró del embalaje una parte no cuantitativamente reveladora, entre la que se encuentra el diario personal de 1978, en polipiel azul, en el que siguió escribiendo como Pontífice apuntando las notas del ángelus y de las audiencias. En cuanto a los libros de la biblioteca, comenzó con los volúmenes de las obras completas de San Francisco de Sales, que quiso colocar en la biblioteca de su estudio. Con su muerte y la posterior elección de Juan Pablo II (16 de octubre de 1978), todos los papeles y libros del Papa Luciani, incluidos el diario y el cuaderno de notas del pontificado, fueron enviados en los días siguientes a la dirección del Palacio Patriarcal de la Serenísima, donde permanecieron hasta 2001, cuando fueron transferidos al archivo histórico del patriarcado de Venecia. Bajo los auspicios de la Fundación Vaticana Juan Pablo I, el 1 de diciembre de 2020, después de 42 años, el archivo Luciani remontó por cuarta vez las aguas de la laguna. Ahora ha vuelto a casa. Donde le espera una nueva vida de estudio.