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Saludo al Santo Padre Benedicto XVI
de Su Excelencia Mons. Nikola Eterović,
Secretario General del Sínodo de los Obispos


Cotonú
Domingo 20 de noviembre de 2011

Beatísimo Padre,

“Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él... Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada... las pastorearé con justicia” (Ez 34, 11.16). Estas palabras del profeta Ezequiel, proclamadas en la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, revelan el gran amor de Dios hacia los hombres, sus ovejas, que desea reunir en un solo rebaño y conducir a verdes praderas y aguas tranquilas (cf. Sal 23, 2). Con la emocionante y participada Eucaristía, celebrada en el “Stade de l’amitié” en Cotonú, hemos dado gracias a Dios por tal amor eterno que se manifiesta en el mundo entero y que ha encontrado un lugar privilegiado en África, “nueva patria de Cristo”. Ofreciendo su cuerpo y su sangre, en la gracia del Espíritu Santo, hemos agradecido a Dios Padre por los grandes beneficios que ha concedido a su Pueblo que camina en esta bendita tierra africana. Le hemos dado gracias en modo particular por la inolvidable experiencia de comunión y de profunda unión de los Obispos entre ellos y con Vuestra Santidad, Obispo de Roma y cabeza del colegio episcopal, vivida durante la Segunda Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, celebrada del 4 al 25 de octubre de 2009 en el Vaticano sobre el tema “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz”.

La Palabra divina nos recuerda que Dios es la fuente de la reconciliación: “porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo” (2 Cor 5, 19). Ella revela también el modo según el cual Dios ha cumplido tal obra de salvación: reconciliando los dos pueblos, los hebreos y los paganos, derribando en su carne, “por medio de la cruz” (Ef 2, 16), el muro que los separaba. De dicha obra de la misericordia divina, proceden la paz – Cristo “porque él es nuestra paz” (Ef 2, 14) –, así como también la justicia. Dios mismo promete que pastoreará sus ovejas “con justicia” (Ez 34, 16). El pasaje del Evangelio proclamado (cf. Mt 25, 31-46) manifiesta los criterios de dicha justicia, que pueden ser resumidos en la afirmación: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).

Beatísimo Padre, las fecundas reflexiones de los Padres sinodales de la Segunda Asamblea Especial para África, inspiradas por el Espíritu Santo, se encuentran contenidas en la Exhortación Apostólica Postsinodal que Vuestra Santidad ha querido firmar ayer 19 de noviembre en la Basílica menor de Ouidah. Ella ofrece valiosas indicaciones pastorales para la actividad de la Iglesia en África en los próximos años, para un mayor compromiso no solamente en la primera evangelización sino también en la nueva evangelización. Según Africae munus ella se funda en el ministerio de la reconciliación, que está radicado en el corazón traspasado de Jesucristo (cf. Jn 19,34 ), del cual provienen como torrentes la justicia y la paz, que atravesando el dilatado campo de la Iglesia Católica, alcanzan a todo el continente africano. Que la Exhortación Apostólica Postsinodal pueda contribuir a que la Iglesia –que es en Cristo “como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1)– , ejerza tal misión en África, siendo cada vez más protagonista de la reconciliación como fuerza promotora de una auténtica justicia y de una muy necesaria paz.

Tengo el honor de invitarlo, Santo Padre, a entregar la Exhortación Apostólica Postsinodal Africae munus a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de África y a través de ellos a toda la Iglesia Católica que peregrina en el querido continente africano.

 
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