Los saludo cordialmente de parte de la Delegación de la Santa Sede que me honro en presidir. Hemos escuchado muchos de los grandes riesgos que corre la salud hoy en día: actualmente, 17 millones de personas han muerto por enfermedades infecciosas y deficiencias nutricionales; 2.7 millones por el SIDA, 2.2 millones por diarrea, 1.7 millones por tuberculosis, y 1 millón por paludismo. Al cuadro infeccioso se suman el mayor número de muertes por tabaquismo y alcoholismo, por el cáncer, por otras enfermedades degenerativas, por hábitos de vida equivocados, por falta de higiene, por la droga, por accidentes de tráfico y laborales, por abuso de los mismos medicamentos o por ausencia de los mismos, debido a altos precios, y por enfermedades mentales, como es hoy el aumento de la depresión. Es de señalar como un riesgo patente contra la salud la mentalidad neo-maltusiana contra la vida (dado que salud y vida se identifican), presente en proyectos de salud reproductiva especialmente propuestos para el tercer mundo, y en particular el equívoco en la concepción de lo que es la calidad de vida, que ha llevado en algunos lugares a la legalización de la eutanasia. No podemos olvidar la polución ambiental, el hambre, los conflictos armados, las catástrofes naturales.
Sr. Presidente, hay un riesgo que quisiera subrayar: existe hoy una unificación "microbial" del mundo, donde las enfermedades infecciosas, dada la movilidad creciente de las poblaciones, están presentes donde quiera, tanto para ricos como para pobres; los virus y las bacterias no tienen fronteras. Además, debido también en gran parte a la globalización económica e informática, los hábitos de producción constituyen cuadros laborales homogéneos que conllevan un desgaste también homogéneo de la población, y así a enfermedades tumorales, degenerativas y psíquicas similares. Aquí mismo, en la OMS se han señalado tres áreas de prioridad para reconducir la globalización a favor de la salud:
1. La necesidad de una gobernabilidad global más efectiva, que sea capaz de asegurar al crear los consensos y decisiones políticas, que se tomen en cuenta las necesidades reales de la gente en materia de salud.
2. La necesidad de generar y diseminar el conocimiento adecuado para informar a los que toman decisiones y a la gente en general acerca de su salud.
3. El apoyo a la globalización en el área de la salud, promoviendo acciones en el ámbito local y nacional, para lograr una mejor salud, en especial para aquellos de los que se prescinde en la globalización económica.
Nos colocamos ya. no sólo en los riesgos sino en soluciones a los mismos. Sr. Presidente, precisamente. para desarrollar una gobernabilidad global más efectiva, nuestra Delegación quisiera aportar una colaboración: En Alma Ata se habló de tres aspectos de la salud: físico, mental y social. Un riesgo importante es que se consideren cerrados en sí mismos, o que se le dé más importancia a uno que a otro. Son vasos comunicantes. Podríamos decir que la salud consiste en su armonía. Esta armonía impele a salir de sí mismo y emplear la capacidad física y la auto-transparencia psíquica para crear la solidaridad social y ambiental. El proyecto global de vida y de salud que armoniza todo es lo que algunos llamamos espiritualidad de la salud. Consiste en vencer el encerramiento individualista y vivir para los demás. Es una tensión dinámica hacia la armonía, para crear nuevas condiciones de vida y por tanto de salud para toda la humanidad, prefiriendo a los más pobres y necesitados. Consiste en crear el "Bien común internacional" de la Salud.
Muchas Gracias.
*L'Osservatore Romano 21-22.5.2002 p.2.