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 Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and Itinerant People

People on the Move

N° 106, April 2008

 

 

ASPECTOS DE PASTORAL DE LA MOBILIDAD HUMANA*

 

Arzobispo Agostino MARCHETTO

Secretario del Consejo Pontificio

para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes

 

I Parte: la pastoral migratoria

 

Eminencias,

Excmos. hermanos,

Estimados amigos, 

Vivamente agradezco esta invitación de Vuestra Conferencia Episcopal que me permite presentar especialmente algunos aspectos de la solicitud pastoral participada por el Obispo de Roma a nuestro Consejo Pontificio, del cual soy Secretario hace seis años y medio. Me refiero a las migraciones, al turismo en su realidad transversal e consiguientes aspectos pastorales y a las peregrinaciones.

Empiezo pues con una visión general de las migraciones: enseñanza eclesial y su actuación, subrayando en primer lugar la  

Actualidad del fenómeno

La migración, a nivel internacional, se afirma como elemento típico de nuestro tiempo, afectando a millones de personas con sus derechos y dignidad humana. En particular, en las últimas décadas, este fenómeno se convirtió en una realidad estructural y constituye, incluso, un problema cada vez más complejo, desde el punto de vista social, cultural, político, religioso, económico y pastoral. En efecto, se calcula que hoy en día casi doscientos millones de hombres y mujeres, niños y personas ancianas, están involucrados en la emigración, sobre todo por trabajo, a los que hay que añadir diez millones de refugiados, mientras que es incalculable el número de los evacuados y de aquellos a los que, convencionalmente, se les identifica como desplazados internos en crecimiento exponencial.

 Se trata, para los varios tipos de migrantes, sobre todo, de encarar graves problemas que conllevan la globalización, la cuestión demográfica, especialmente en los Países industrializados, el aumento creciente de la desigualdad entre Norte y Sur del planeta, la explotación y la degradación de las personas, la proliferación de los conflictos y de las guerras civiles. Los flujos migratorios, especialmente, hoy en día mixtos, conllevan situaciones complejas y problemáticas, tanto en los Países de origen como en aquellos de transito o de acogida y, desafortunadamente, son las familias, y sobre todo las mujeres y los niños quienes sufren sus consecuencias negativas. Pero no hay que fijarse en lo negativo, al ofrecer la movilidad también una ocasión extraordinaria de conocimiento entre las distintas personas, con posibilidad de experimentar directamente la unidad de la familia humana.

Por ello, el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la “Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado” de 2006 subrayaba que “Entre los signos de los tiempos reconocibles hoy pueden incluirse seguramente las migraciones, un fenómeno que a lo largo del siglo recién concluido asumió una configuración, por decirlo así, estructural, transformándose en una característica importante del mercado del trabajo a nivel mundial, como consecuencia, entre otras cosas, del fuerte impulso ejercido por la globalización. Naturalmente, en este «signo de los tiempos» confluyen diversos componentes. En efecto, ello comprende las migraciones internas y las internacionales, las forzadas y las voluntarias, las legales y las irregulares, también sujetas a la plaga del tráfico de seres humanos. Y no puede olvidarse la categoría de los estudiantes extranjeros, cuyo número aumenta cada año en el mundo” (OR 29.10.2005, p. 4). En el Mensaje de 2007, además, en una visión bíblica, el Santo Padre quiso subrayar que “en el drama de la Familia de Nazaret, obligada a refugiarse en Egipto, percibimos la dolorosa condición de todos los migrantes, especialmente de los refugiados, de los desterrados, de los evacuados, de los prófugos, de los perseguidos” (OR 15.11.2006, p. 5). Este año el tema del Día mundial del migrante y del refugiado fue también importante pues trató el tema de “Los jóvenes migrantes” (OR 29.11.2007, p. 8).

El Magisterio eclesial

Es justamente en este contexto de fenómeno estructural que nació la Instrucción Erga migrantes caritas Christi (de ahora en adelante EMCC) de nuestro Pontificio Consejo, publicada el 3 de mayo de 2004 (AAS XCVI [2004] 762-822). Ella quizo poner al día la pastoral migratoria, en continuidad, en la renovación, con el Motu propio de Pablo VI Pastoralis migratorum cura (AAS LXI [1969] 601-603) y la relacionada Instrucción de la Congregación para los Obispos De Pastorali migratorum cura (conocida también como Nemo est: AAS LXI [1969] 614-643), que, a su vez, estaba en desarrollo postconciliar en línea con la Constitución Apostólica Exsul Familia de Pío XII (AAS XLIV [1952] 649-704). En el amplio abanico de las intervenciones del Magisterio, en fin, tenemos que recordar la carta circular Iglesia y movilidad humana, de la Pontificia Comisión para la Pastoral de las Migraciones y del Turismo (AAS LXX [1978] 357-378), en la que se confirma la solicitud pastoral de la Iglesia hacia las distintas categorías de personas en el amplio cuadro de la movilidad humana (son nueve los correspondientes sectores en nuestro Consejo Pontificio).

En sustancia, la EMCC es una respuesta eclesial a las nuevas necesidades pastorales de los migrantes-refugiados-estudiantes extranjeros, a fin de conducirles, a su vez, a transformar la experiencia migratoria en una ocasión de nueva evangelización y de misión. El Documento tiende, por otra parte, a una aplicación puntual de la legislación contenida en el Código de Derecho Canónico (CIC) y también en el Código de los Cánones de las Iglesias Orientales (CCEO), a fin de responder en modo más adecuado (en línea con la categorización de los migrantes) a las particulares exigencias de los fieles orientales emigrantes, hoy en día cada vez más numerosos (cfr. EMCC 3; 52-55).

La composición de las migraciones actuales impone igualmente una visión ecuménica de tal fenómeno, a causa de la presencia de muchos migrantes cristianos que no están en plena comunión con la Iglesia católica, con necesidad asimismo de dialogo interreligioso, por causa del cada vez más consistente numero de migrantes de otras religiones, en particular musulmanes (cfr. EMCC 56-69). Una exigencia estrictamente pastoral se impone finalmente para nosotros católicos, es decir, el deber de promover una acción pastoral fiel y, al mismo tiempo abierta a nuevas perspectivas, también por lo que concierne a nuestras mismas estructuras pastorales, que deberán ser adecuadas, y garantizar, al mismo tiempo, la comunión entre los agentes pastorales específicos y la jerarquía local de acogida, que es la instancia decisiva de la solicitud eclesial hacia los inmigrantes (cfr. EMCC 70-88).

En la Instrucción se subraya, además, que los migrantes no pueden ser considerados como una mercancía o como mera fuerza de trabajo. Todos gozan, incluso los irregulares, de derechos fundamentales inalienables que deben ser respetados en cualquier situación y es deber fundamental, sobre todo al considerar que hoy falta en general una “cultura de la acogida”, que se les reconozcan, a todos, sus derechos y necesidades espirituales. Se convidan a los cristianos, por lo tanto, para que respeten las tradiciones y las culturas de los inmigrantes, que deben, por su parte, tener la misma actitud hacia aquellas de los autóctonos y las leyes del Estado que los acoge. Hay también que testimoniar el Evangelio, ya que justamente el humilde anuncio es el deber fundamental de los discípulos de Cristo (cfr. EMCC 39-43). Ello respeta, sea como sea, la libertad religiosa y las convicciones de los demás, sin proselitismos, en el sentido negativo de la palabra. 

Urgencias, perspectivas y actuaciones

El Magisterio de la Iglesia, entonces, en el contexto de la movilidad humana, brinda con la EMCC consideraciones analíticas y sintéticas, pero sobre todo ofrece directivas e individua itinerarios de actuación, para que cada migrante se sienta “acogido, reconocido y valorado como persona” (EMCC 96), prescindiendo - repito - de su condición de regularidad o irregularidad[1].

La Instrucción EMCC, en este marco, tras un rápido análisis de los matices peculiares del actual fenómeno migratorio, subraya las fuertes consecuencias negativas que generalmente la emigración provoca en los individuos y en sus familias. Además, ella revela importantes adquisiciones teológicas y pastorales. Aquí nos referimos a la centralidad de la persona y a la defensa de los derechos del migrante, a la dimensión eclesial y misionera de las migraciones, a la valoración de la contribución pastoral de los laicos, de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica, al valor de las culturas en la obra de evangelización, a la tutela y valoración de las minorías, también dentro de la Iglesia local, a la importancia del diálogo intra y extra eclesial, y, por último, a la contribución específica que la migración puede ofrecer a la paz universal. Por otro lado se corrobora la siempre actual importancia de una pastoral específica para los migrantes, el empeño dialógico-misionero de todos los miembros de la Iglesia y el consiguiente deber de una cultura de acogida y de solidaridad en relación con los migrantes[2]. Digo cultura de acogida y no solamente acogida.

La Instrucción precisa la configuración, pastoral y jurídica (recordamos la unión jus-justicia), de los agentes pastorales - en particular de los capellanes/misioneros y de sus coordinadores nacionales, de los presbíteros diocesanos/eparquiales, de aquellos religiosos, con sus respectivos hermanos, de las religiosas, de los laicos, de sus asociaciones y de los movimientos eclesiales - cuyo empeño apostólico es visto y considerado en la línea de una pastoral de comunión[3].

Un “Ordenamiento jurídico-pastoral” constituye la parte final de la Instrucción, evocando, con apropiado lenguaje, las tareas, las incumbencias y los roles de los agentes pastorales y de los varios Organismos eclesiales encargados de la pastoral migratoria para que sea lo más posible adecuada a las exigencias de los migrantes y a las previsibles perspectivas de futuro: por lo tanto se dibujan caminos específicos para concretar orientaciones y líneas de principio. 

Retos y solicitud pastoral

La evolución continua del fenómeno migratorio, en todo caso, obliga también a superar la visión estrictamente “asistencialista” hacia el extranjero pobre, que pide ayuda a los Países “ricos” y a las comunidades cristianas. Hoy estamos solicitados pues en la búsqueda de aquellos fundamentos antropológicos y teológicos de la acogida y de la hospitalidad, que están a la base de una pastoral migratoria respetuosa de los migrantes, con visión de comunión y catolicidad. La encarnación del Hijo de Dios llama la Iglesia a actuar el diseño divino de esta comunión y a vivir la nota de la catolicidad también como celebración de la legítima diversidad. Por otro lado, una lectura desde el punto de vista migratorio de la Doctrina de la Iglesia subraya que el estilo de vida de los cristianos debe ser marcado por la acogida, virtud-fundamento de la relación con los demás y criterio para juzgar una actitud que quiere imitar el comportamiento misericordioso y justo de Dios (cfr. EMCC 98-99).

Por estas razones la Instrucción EMCC pone de relieve el misterio de la Trinidad, fuente de comunión y de acogida. Justamente la realidad actual, en la que las personas de distintas culturas, religiones y procedencias viven en una única sociedad, estimula la reflexión y la solicitud pastoral de la Iglesia a sondear el misterio fontal de la unión en la diversidad y a descubrir en la SS.ma Trinidad la indicación de una nueva frontera del amor cristiano para los creyentes de hoy. Los movimientos de los pueblos, de hecho, piden ulteriores ahondamientos de temáticas como la unión fundamental de todo el genero humano, familia de pueblos, la libertad de conciencia, de culto y de religión, la fraternidad universal, el destino universal de los bienes de este mundo, el derecho a la libertad de desplazarse, aunque en el respeto de aquello de los Estados de proteger sus propias fronteras, la responsabilidad de las Instituciones para encontrar soluciones estables, en el marco socio-económico, que ya no obliguen a los ciudadanos a emigrar, la centralidad de la persona humana[4] y de sus derechos fundamentales y una formación que respete la cultura originaria del migrante, quien por otra parte se va integrando en el País de acogida que debe ser amado e incluso defendido. 

Desplazamientos de población

Al hablar de la migración, podríamos pensar, por causa de esta palabra única, en un fenómeno homogéneo. En realidad no es tal como lo vemos, al tratarse de desplazamientos diversificados, con una gran variedad de formas y tipos, cada uno de ellos apto a transformarse en otro, a través de una serie de mecanismos[5].

Nuestra mirada general sobre los migrantes, a los que aquí consideramos, abarca primero a unos 175 millones de personas que actualmente residen en un País distinto de aquello natal, mientras observamos que desde 1979 el número se duplicó. Europa es el destino privilegiado[6]. Entre ellos, el 9% son refugiados[7], es decir migrantes forzados, bajo la responsabilidad del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA). Aquí es importante aclarar que el ACNUR no se ocupa sólo de los refugiados, según la definición de la Convención de las Naciones Unidas de 1951 y de su protocolo de 1967, sino también de aquellos quienes piden asilo, con atención incluso a los desplazados en el interior del mismo País, a los apátridas, etc. Pues bien, en enero de 2004, las personas bajo responsabilidad del ACNUR, alcanzaron la cifra de casi 17 millones, 6 en Asia, 4 en África al igual que en Europa.

Es necesario añadir que para la gran multitud de los migrantes es muy difícil lograr obtener el permiso de trabajo y que por lo tanto muchos acuden a quienes abastecen los documentos, incluso falsos, y "aseguran" un empleo en el extranjero. Otros, pueden ser introducidos en un País sin documentos, pasando abusivamente por las fronteras del País de destino, a cambio de dinero, quizás juntado con la ayuda de parientes y amigos, que tendrá que ser devuelto. Explotando la desesperada esperanza de esta gente vulnerable y pobre, prospera así el comercio muy rentable del tráfico de seres humanos, un considerable abastecedor de nuevos esclavos de la época moderna. 

Nuevas esclavitudes

Aquí llegamos, al núcleo de nuevos problemas, en la perspectiva del pasado Año Internacional de Conmemoración de la Lucha contra la Esclavitud y de su Abolición, proclamado por las Naciones Unidas bajo propuesta de la UNESCO, recientemente celebrado. En ocasión del bicentenario de la proclamación del primer estado negro, Haití, símbolo del combate y de la resistencia de los esclavos, así hemos asistido, de hecho, en la mayoría de los casos sin reacción, a la afirmación de nuevas formas de explotación sexual y laboral llevadas a cabo a escala global, un comercio obsceno y sin embargo prospero, según las Naciones Unidas, que produce un volumen de ventas - come se afirma - entre los 7 y 10 mil millones de dólares por año. Crece con este fenómeno también la conciencia de la necesidad  de lucha para liberar a esos nuevos esclavos, como demuestra el reciente primero Forum global organizado por las Naciones Unidas contra el Crimen (UNODOC) en Viena (Austria), el 13 - 15 de febrero, 2008, al cual he participado come Jefe de la Delegación de la Santa Sede. Quedando en el marco de las cifras, recuerdo que la agencia Fides, no hace mucho tiempo, traía los datos del informe UNICEF “Stop the traffic!”. Ensanchando nuestra mirada, sabemos que los nuevos esclavos, incluso niños, son casi 246 millones, explotados en el trabajo, pero también víctimas de acosos sexuales (ver nuestro comunicado final del Congreso Mundial de la Pastoral del Turismo, llevado a cabo en Bangkok del 5 al 8 de julio de 2004 y publicado en internet: www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/migrants/index_sp.htm).

En conclusión, el tráfico de seres humanos ligado a la prostitución constituiría la tercera actividad, ilegal, más rentable del mundo, que interesa decenas de Países de todos los continentes. El tráfico que induce a la esclavitud sexual involucraría a unos 6 millones de mujeres y niños. Como decíamos, ya no existe sólo la esclavitud del sexo. Muchos inmigrados, por ejemplo, tienen que trabajar en condiciones inhumanas, totalmente a la merced  de sus “dueños”, bajo la continua amenaza de violencia, sin tener la posibilidad de acudir a las Autoridades, al ser desprovistos de documentos regulares o tan sólo por miedo de extorsión, incluso sobre sus familias. Quiero recordar, aquí, para ser concretos, una “investigación” de Kevin Bales, cuyo título es Disposable People[8], que profundizó el tema de la esclavitud moderna, de la cual existen distintas formas, no obstante las leyes nacionales las prohíban. Algunas están atadas a las culturas locales, pero las más difundidas resultan ser dos, es decir la esclavitud contraída al fin de redimir una deuda (el autor localizó casi 20 millones de casos, prevalentemente en la India, Pakistán, Bangladés y Nepal) y aquella por “contrato” de empleo, la más común en el marco de la movilidad humana, que está en rápido aumento. Las victimas de esta última esclavitud serian entre 700.000 y 4 millones en todos los Países del mundo.

Bales hace notar que se les explota a estos esclavos modernos en los trabajos simples, tradicionales, que no necesitan de ningún conocimiento tecnológico; la mayoría, sin embargo, trabaja en el sector agrario. 

La solicitud de la Iglesia

¿Y que es lo que hace la Iglesia con respecto a las nuevas esclavitudes? Juan Pablo II, en su Mensaje[9], con ocasión de la Conferencia Internacional sobre la esclavitud del siglo XXI de mayo de 2002, afirmaba que “El mercado de personas humanas constituye una impactante ofensa a la dignidad humana y una violación grave de los derechos humanos fundamentales” y, refiriéndose al Concilio Vaticano II (GS 27), definía que son infamias “la esclavitud, la prostitución, la venta de mujeres y niños y las condiciones vergonzosas de trabajo donde las personas son tratadas como instrumentos de ganancia antes que personas libres y responsables”. Él recordaba, asimismo, que aquellas prácticas “degradan la civilización humana”, pero aun “deshonran más a sus autores”, corroborando en fin que dichas “situaciones son una afrenta a los valores fundamentales compartidos por todas las culturas y todos los pueblos, valores enraizados en la verdadera naturaleza de la persona humana”. Os invito a que lean detenidamente todo el Mensaje, para sus implicancias políticas, jurídicas, económicas y éticas y por la búsqueda de las causas del aumento de la “demanda” que alimenta el comercio de la esclavitud y tolera  el coste humano que de ello deriva.

También nuestro Pontificio Consejo, en su Instrucción Erga migrantes caritas Christi, se refiere al tráfico de las personas humanas calificándolo como “un nuevo capitulo de la esclavitud” (n. 5), fijándose, entre otras cosas, en la solución jurídica. Al reconocer, de hecho, la fuerte conexión entre el tráfico y las migraciones, nuestro documento anima la ratificación de los “instrumentos legales internacionales que garantizan los derechos de los migrantes, de los refugiados y de sus familias” (n. 6), particularmente de la Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores emigrantes y los miembros de sus familias[10], que ofrece un compendio de sus derechos (ibid.). Esa Convención, de hecho, protege también a aquellos migrantes irregulares, incluyendo de esa forma las víctimas del tráfico de seres humanos. Pero para ser más concretos, la Iglesia tiene que proporcionar “a través de sus diversas instituciones y asociaciones competentes, esa labor de intermediario (advocacy) que cada vez se hace más necesaria (centros de atención para los inmigrantes, casas abiertas para ellos, oficinas de servicios humanitarios, de documentación y ‘asesoramiento’, etc)” (ibid.).

Además, en concreto, muchas Congregaciones religiosas están en primera línea en la lucha contra esta terrible plaga y las Conferencias Nacionales de Superioras mayores, en varios Países, movilizaron sobre todo a las religiosas para que se organicen en red, también en sintonía con otras hermanas de otros Países (de procedencia, transito o destino de las víctimas del tráfico) y con las Organizaciones internacionales, gubernamentales y no, activas en este marco. Las Congregaciones masculinas están también invitadas para que den su contribución. No faltan asimismo Conferencias episcopales de varias Naciones que dan alta prioridad a este problema, formulan planes pastorales y programan acciones en sintonía con otras Iglesias y Comunidades eclesiales.

Nuestro Consejo Pontificio organizó a este respecto un Primer y Segundo Encuentro Europeo para los Directores Nacionales de la Pastoral de la Carretera (2003 y 2006), también un Primer Encuentro internacional de Pastoral para los niños de la calle (2004) y uno de Pastoral para la liberación de las mujeres de la calle (2005), y además un Primer Congreso internacional de Pastoral para los “sin techo” (2007). Sobre todos estos esfuerzos pastorales se puede consultar nuestra Revista y nuestro website. Luego se publicaron las Orientaciones para la Pastoral de la Carretera-Calle (mayo de 2007)[11].

Formar a la pastoral de la movilidad

Sin embargo, no hay que olvidar que la raíz principal de todo este desgraciado fenómeno de las nuevas esclavitudes está sobre todo en la gran distancia económica entre los Países ricos y pobres y también entre ricos y pobres al interior del mismo País. Ello empuja a muchas personas a dejar de una manera u otra su tierra natal en búsqueda de fortuna. Erga migrantes caritas Christi recuerda así que “El fenómeno migratorio plantea, sin embargo, contemporáneamente, un auténtico problema ético: la búsqueda de un nuevo orden económico internacional para lograr una distribución más equitativa de los bienes de la tierra, que contribuiría bastante a reducir y moderar los flujos de una parte numerosa de los pueblos en situación precaria”(n. 8). El documento, además, subraya el derecho de las personas “a no emigrar, es decir, a tener la posibilidad de realizar los propios derechos y exigencias legítimas en el país de origen” (n. 29) y recuerda que “El Magisterio, además, ha denunciado siempre los desequilibrios socioeconómicos, que son, en la mayoría de los casos, la causa de las migraciones, los peligros de una globalización indisciplinada, en la que los migrantes resultan víctimas más que protagonistas de sus vicisitudes migratorias, y el grave problema de la inmigración irregular, sobre todo cuando el migrante se transforma en objeto de tráfico y explotación por parte de bandas criminales” (ibid.). Por ello, Erga migrantes caritas Christi insiste en la “necesidad de un trabajo más incisivo para crear sistemas educativos y pastorales con vistas a una formación a la ‘dimensión mundial’, es decir, una nueva visión de la comunidad mundial considerada como una familia de pueblos a la que, finalmente, están destinados los bienes de la tierra, desde una perspectiva del bien común universal” (n. 8).

La Iglesia, entonces, lucha contra las nuevas esclavitudes a través del pensamiento y de la acción, con los medios a su disposición, conforme a su naturaleza y misión. El documento, además, fruto de una intensa cooperación intra-eclesial, llama a “toda la Iglesia del país receptor para que se sienta involucrada y movilizada a favor de los migrantes”, y  para que “se busque la manera adecuada de crear, en la conciencia cristiana, el sentido de acogida, especialmente hacia los más pobres y marginados, como son con frecuencia los migrantes: una acogida fundada en el amor a Cristo” (n. 41). Ello ha de cumplirse en la “certeza de que el bien hecho al prójimo, en particular al más necesitado, por amor de Dios, lo hacemos a Él mismo” (ibid.).

Una ultima palabra considerando Argentina en el contexto latinoamericano. Cito sencillamente los párrafos del Documento final de la 5ª Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida (Brasil) el año pasado, que se refieren a la pastoral de los migrantes. El numero de los párrafos - me parece - manifiesta su importancia, la de una pastoral especifica que debe ser realizada juntamente a la ordinaria, territorial, parroquial digamos, y integrada con ella. Aquí los índico: 56, 59, 65, 73, 88, 90, 100, 207, 231, 377, 402, 411-416 y 445.

Ellos han sido publicados en el ultimo numero del año pasado de nuestra Revista People on the Move XXXIX (2007), N. 105.

 

II Parte: la pastoral del turismo, también del religioso

El turismo, realidad transversal, con su propia pastoral específica

Sintetizo mis pensamientos y convicciones en 14 puntos, los siguientes:

1) Vivimos en un mundo cada vez más complejo. También por esta razón necesitamos hallar nuevas formas de organización, planificación y, ¿por qué no?, de enseñanza y aprendizaje pastorales, manteniéndonos siempre fieles a la Tradición de nuestra vocación cristiana y sacerdotal.

Además nuestra sociedad, que - a pesar de todo - tiene sed de paz, de igualdad de derechos y oportunidades para todos, reivindica la defensa y el desarrollo del medio ambiente, para así vivir de una manera más saludable y desarrollar una afectividad que permita mejorar las relaciones interpersonales. Sin embargo, todo esto está bajo continua amenaza, en crisis, también por causa del turismo, puesto que la nuestra es una sociedad de consumo, fuertemente masificada, caracterizada por el relativismo y el egoísmo.

A este respecto, el Concilio Vaticano II debe ser nuestra brújula, como respuesta a los signos de los tiempos, uno de los cuales - como hemos dicho esta mañana - es la movilidad humana, de la cual el turismo[12] es una expresión.

2) Una nueva realidad como es la del turismo contemporáneo necesita también de “una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”[13]. Es evidente que no se trata de modificar los contenidos de la fe, puesto que la Verdad es eterna, ya que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre (cfr. Hb. 13,8). Él es la Verdad que se manifiesta en la plenitud de los tiempos. No se trata tampoco de un Evangelio desencarnado que no guarda relación con nosotros, hoy, con nuestra cultura y nuestro análisis de las necesidades del hombre, de la humanidad. Éste no sería “Evangelio”, porque no podria salvar al hombre en su totalidad, todo lo que está arraigado en el corazón del hombre (cfr. 1 R 8,39; Hch 1,24; 15,8; Gaudium et spes, n. 22). Ni se trata de abandonar aquello que parece difícilmente aceptable por la mentalidad moderna, que se manifiesta también en el turismo. Esta nueva forma de evangelización se basa en la certeza de que en Cristo existen “incontables riquezas” (Ef. 3,8), que no se agotan en ninguna cultura, ni en ninguna época, riquezas a la que todos pueden recurrir siempre, incluidos los turistas.  

3) La evangelización, por lo tanto, tiene que ser fervorosa, porque también en el mundo del turismo existe una realidad secularizante[14], atea o de indiferencia.

Todo esto requiere, además, un nuevo ardor, un profundo celo para imprimir en la pastoral del turismo también “un impulso nuevo, capaz de crear tiempos nuevos de evangelización en una Iglesia todavía más arraigada en la fuerza y poder perennes de Pentecostés” (Evangelii nuntiandi, 2). Por nuestra parte, una evangelización nueva en su fervor presupone una fe sólida, una intensa caridad pastoral y una gran esperanza que, bajo la acción del Espíritu Santo, generen una cierta mística, un gran entusiasmo en el anuncio del Evangelio. “La verdad de Cristo ha de iluminar las mentes y los corazones con la activa, incansable y pública proclamación de los valores cristianos” [15]. Es iluminante, bajo esta perspectiva, la reflexión del Papa Benedicto XVI a la IV Asamblea Eclesial Nacional Italiana en Verona[16].  

4) Decíamos: el turismo, una realidad transversal, con una pastoral específica. Quisiera pues recordar que los temas transversales poseen una especificidad particular, debido a su complejidad, que traspasa pues diferentes áreas de la evangelización, y presenta un conjunto de cuestiones de relevancia que deben ser tratadas en su totalidad. Ellas integran diferentes realidades en un contexto cultural, social, económico, humano. Y esto condiciona nuestra pastoral.

En esta complejidad transversal y global, hay que notar que el turismo es uno de los sectores más importantes de la movilidad humana, con una elevada tasa de crecimiento. Los turistas internacionales son 900 millones y los empleados en esta industria, a nivel mundial, son más de 200 millones, el mayor número de empleados en un sector económico: es uno de los índices de la globalización. También en algunas regiones turísticas, el turismo contribuye a mejorar e incrementar la situación laboral y el desarrollo económico, a pesar de ser causa, al mismo tiempo, de muchos problemas sociales, culturales y ecológicos, como decíamos. Incluso aquí se manifiesta la visión transversal debido a su presencia en varios ámbitos humanos.

En todo caso, aunque sea verdad que, en cierto modo, todo está relacionado con todo, y ninguna actividad humana se puede considerar aislada e independiente de las demás, lo que se pretende evidenciar, en la visión transversal del turismo, es que su relación con otros sectores no es circunstancial o pasajera, sino condición y causa de su desarrollo. Tomemos como ejemplo evidente la actividad económica. Hoy día el turismo incide en la economía mundial de manera sustancial. De hecho, si consideramos sus diferentes ramas, observaremos que el turismo goza de una posición y una influencia decisiva, por ejemplo, en los sectores de la construcción, del transporte, del comercio, de la artesanía, de los consumos alimenticios, del entretenimiento, etc. Y lo mismo sucede en otros ámbitos, como la cultura, el medio ambiente, el patrimonio, el deporte (baste pensar en las Olimpiadas, en las competiciones automovilísticas o en los campeonatos internacionales de fútbol). 

5) Teniendo en cuenta tal contexto realista, de evangelización y transversalidad, es importante valorizar aquí también la riqueza de las experiencias y reuniones de nuestro Consejo Pontificio, pero estimulando la creatividad de cada uno de cara al futuro. Destaco pues la necesidad de creatividad como una de las bellas características de la pastoral del turismo, en un mundo que se mueve velozmente, muy velozmente.

Por consiguiente, mirando hacia atrás, quiero recordar al ultimo Congreso Mundial de Pastoral del Turismo, que se realizó en Bangkok en el 2004. Fue un momento importante de nuestro itinerario pastoral, porque - como del resto cada Congreso mundial - se reveló como un don de Dios, gracias a la profundización de algunos temas importantes, a la formulación de sugerencias útiles para el servicio eclesial y un renovado empeño de comunión. Su celebración nos brindó asimismo la ocasión de reforzar nuestra catolicidad y de sentir con mayor participación las heridas de aquellos que sufren a causa del turismo, de manera especial los niños y las mujeres. El turismo no es, por tanto, algo siempre bello, en sus reflejos. 

6) A este respecto me permito retomar algunas Recomendaciones formuladas en Bangkok[17].

Ante todo aquellas sobre la formación (n. 2, 8 y 11) de los que están comprometidos directamente con el turismo, para que pueda darse, cada vez más, “un rostro humano”. Es de hecho, tarea de la Iglesia orientar en la formación moral y espiritual, apoyando también todos los esfuerzos destinados a una seria preparación profesional.

Seria útil a este fin de “instituir cursos sobre el fenómeno del turismo en las Universidades Católicas y Pontificias, así como en los Centros de formación para sacerdotes y religiosos”. Ya aquí encontramos un aspecto transversal pastoral, por que se prevé de difundir especialmente el “conocimiento” del turismo justo desde el punto de vista pastoral y sociológico, como fenómeno humano. Ampliando ahora la visión, más allá de las Universidades, sería de gran ayuda un estudio profundo sobre las instituciones eclesiales nacidas con la pastoral del turismo, para ver sus resultados y su problematica. Para tal fin, se podrían animar trabajos de investigación sobre las parroquias turísticas, el material litúrgico ofrecido, sobre catálogos y guías para la presentación y visita del patrimonio artístico-religioso interesado, sin olvidar el análisis de oportunidades de encuentro con las comunidades de fe de los lugares visitados[18]

7) En efecto, el del turismo puede ser una ocasión privilegiada para el encuentro entre las personas. Así es necesario “preparar psicológica y litúrgicamente a las comunidades, tanto de acogida come de origen, de forma que el encuentro turístico enriquezca ambas”. Ahora, en la realidad argentina, esta Recomendación (n. 12) debería encontrar sistemáticamente una acogida, si no la ha encontrado ya. Al hacerlo, no deberíamos limitarnos a ofrecer informaciones superficiales, como hacen a veces las oficinas de turismo, sino ayudar a los cristianos a comprender mejor la propia y la ajena experiencia religiosa. Naturalmente el respeto, que es la base de todo diálogo, será uno de los baluartes de nuestra actitud, especialmente si los interlocutores pertenecen a otras religiones y tradiciones culturales. Se podrá, de hecho, admirar la presencia de las Semillas del Verbo (EMCC, 96 y 97) en ellas, sin relativizar, ciertamente, nuestra identidad cristiana y eclesial. 

8) Una otra Recomendación concierne principalmente la profunda implicación de nuestras comunidades en la acogida. De hecho, (en el n. 13) se sugiere “formular un plan para motivar, por una parte, a los miembros de las comunidades de acogida a participar como voluntarios en la pastoral del turismo”. Esta consigna no sólo apela a la buena aptitud de la comunidad, a la disponibilidad de los voluntarios para la acogida y al eventual conocimiento y empleo del idioma de los visitadores, sino considera, más bien, el turismo como una gran oportunidad de testimonio[19]. De aquí la importancia de manifestar con humildad al visitador la fe misma (cfr. 1 Pe 3,15-17), que se traduce en hospitalidad y solidaridad, bien arraigadas en una sólida identidad cultural[20]. La visita del turista, por lo demás, ofrece también el don de una apertura, el interés por una compañía, la posibilidad de construir algo juntos, que dure más allá del episodio único del encuentro. 

9) Quisiera recordar, en fin, (Recomendación n. 10) una sugerencia, de carácter muy práctico, de crear sitios web relacionados con cuanto he afirmado hasta aquí. Es esta también una expresión de transversalidad. Sabemos que Internet es un océano con muchos mares, calmos, algunos, y borrascosos, otros, por lo que el uso, por nuestra parte, de este instrumento de trabajo tiene que ser encomendado a buenos técnicos y operadores de confianza. Además, ya que hablamos de un medio que tiende de por sí, más a la presentación que al contenido, nos tendremos que esforzar para que las páginas que publicamos lo reflejen, con un espíritu pastoral, revelando nuestra identidad cristiana. 

10) A este punto miramos hacia el futuro, considerando la dimensión transversal y global del turismo incluso en sus aspectos pastorales, como ya he señalado. Esto no nos debería resultar algo nuevo, si tenemos presente la amplia documentación y el Magisterio sobre la pastoral del turismo[21]. La Iglesia, de hecho, ha sentido el deber de estar presente en el mundo del turismo desde hace mucho tiempo[22], reconociendo también su transversalidad, y, gracias a ella, la posibilidad de influenciar positivamente, por ejemplo, la unidad y el desarrollo de la familia, la identidad de las comunidades, el tejido social, el diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural, la relación entre los pueblos y la globalización. “Este objetivo global de la pastoral del turismo pone de manifiesto que ésta debe ser considerada en el conjunto de tareas pastorales de la Iglesia. La pastoral del turismo debe inscribirse orgánicamente en la pastoral ordinaria y coordinarse con los otros sectores, como la familia, la escuela, los jóvenes, la promoción social, la gestión de los bienes culturales, el ecumenismo” [23]. Como ven, se necesita una sinergia en el compromiso especifico de la Iglesia, así que el turismo no se vive cual paréntesis aislada, un tiempo “perdido”, en la vida del individuo y de las comunidades. 

11) Por consecuencia deberíamos estudiar y hallar, precisamente, las formas con las que la Iglesia pueda reforzar su presencia en el mundo del turismo en su ser un fenómeno transversal, con variadas posibles direcciones a seguir, teniendo en cuenta su propia Nación, en el contexto latinoamericano.  

12) Con tal visión de conjunto, lo que me interesa subrayar es la necesidad sentida por aquel que posee una responsabilidad en dicho sector, tanto en el ámbito público como en la iniciativa privada, las empresas, los hoteles, los tour operators…, de intensificar y estructurar la colaboración, también con nosotros. Sobre este punto, en relación a las empresas turísticas y, en general, con el mundo económico, considero que sea conveniente aprovechar una oportunidad que aún no está suficientemente utilizada. Me refiero a la tradición de los códigos deontológicos de empresa, a los más recientes códigos específicos sobre la actividad turística, a los que se ha sumado, recientemente, un nuevo recurso, constituido por la así llamada “asesoría filosófica”, a la que muchas empresas recurren y que tiene por objetivo el incrementar el bienestar interior del individuo y de la empresa. ¿Sería oportuno dirigir nuestros estudios hacia estos nuevos temas, en línea con cuanto ya se ha dicho acerca de la presencia del turismo en las Universidades Católicas? Ciertamente, trabajo se suma a trabajo, pero éste es nuestro deber y también nuestra alegría, con los ojos de la fe.

13) Deberíamos pues - como decíamos - intensificar la formación, ante todo de los Agentes pastorales, para que conozcan siempre mejor la naturaleza, las formas, las implicaciones, las incidencias y las oportunidades pastorales del turismo. Pero también la formación de los fieles, para que perciban la importancia de este fenómeno, insertándolo en el contexto eclesial. Quizás no contemos con instrucciones ya listas para entregar a los cristianos de vacaciones, para que puedan descubrir cómo conciliar el tiempo del descanso con la riqueza de la celebración religiosa, sin ceñirla a la Misa dominical, que todavía ya es algo. Ciertamente no podemos limitarnos a ella para decir que tenemos una verdadera pastoral del turismo. 

14) Si seguimos considerando que el turismo es un instrumento de diálogo, de promoción de la paz, de ayuda al desarrollo, de conocimiento de la memoria de otros pueblos, de crecimiento espiritual, para concretizar esta convicción que tenemos necesitamos sujetos capaces de traducirla en realidad. Somos pues Agentes, también nosotros, de un turismo con un rostro nuevo, con un alma, o un suplemento de alma, especialmente teniendo en cuenta nuestra “transversalidad” eclesial, que se expresa en una pastoral integrada, aquella ordinaria, parroquial, territorial y aquella específica (cfr. Christus Dominus, 18), en una solicitud que es compartida por la Iglesia local de origen y aquella de llegada, en el contexto de la Iglesia universal, con sus vínculos transversales ecuménicos y de diálogo interreligioso. Es necesario que entren en simbiosis todos los gestos de la acción pastoral con un único denominador: la persona y ella insertada en la comunidad.  

A este punto, ya acabando mi intervención, me refiero brevemente a

Peregrinaciones y Santuarios

Bueno, cada persona humana lleva en sí una “marca de fábrica”, grabada por el Creador, - debemos creerlo - un hiato, una apertura infinita hacia lo pulchrum, bonum, verum et unum (bello, bueno, verdadero y uno), es decir, hacia lo Trascendente, con T mayúscula. El “Lebrel del Cielo” insta a cada uno a buscar el Absoluto, en sus varias formas y expresiones, en los aspectos y en los acontecimientos contingentes y relativos a su propia existencia y devenir. 

En este itinerario hacia la Trascendencia, muchos se ponen en camino para llegar a un “lugar santo”, en donde esperan vivir una experiencia de lo divino, un encuentro con su Señor y su Dios, con sus amigos los Santos. Este viaje en la fe se denomina, comúnmente, “peregrinación”, y muy a menudo los peregrinos cruzan las fronteras de su patria para alcanzar su destino. Para los católicos, se trata generalmente de un Santuario dedicado a la SS.ma Virgen María o a su Santo Patrón. Prosaicamente, algunos definen este camino come una expresión del “turismo religioso”. 

Si un turista, por interés cultural, social, de descanso, etc. (cfr. GS 61), viaja a un destino de identidad religiosa, esto se llama propiamente “turismo religioso” y, de este hay que debidamente distinguir la peregrinación, que es práctica religiosa, común a todas las grandes religiones, un camino de fe, de penitencia, de oración, desde la salida hasta la llegada a la meta, con participación a la vida litúrgica del Santuario, y regreso a la vida habitual.

Bien, hace más de cincuenta años, con intuición profética, la Iglesia católica institucionalizó la pastoral para la mobilidad humana que incluye turismo y peregrinaciones. El Obispo de Roma encomendó así dicha solicitud a nuestro Consejo (anteriormente Comisión) Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes.

Ello lo consideramos también un think tank y miramos estimular, sobre todo, las Conferencias episcopales, animándolas en dicho cuidado pastoral. Reconociendo también las peculiaridades y las tradiciones de cada continente, grosso modo, y además las dificultades de hacer viajes intercontinentales, hemos pensado organizar asimismo reuniones de formación permanente para Directores de Peregrinaciones y Rectores de Santuarios de un mismo continente. Así, considerando sólo el año pasado (2007), hemos hecho dos encuentros, uno europeo, en Lourdes (Francia), y otro asiático en Nagasaki (Japón). Los temas escogidos fueron, respectivamente, “Peregrinaciones y Santuarios: caminos de paz, espacios de misericordia” y “Peregrinaciones y Santuarios: lugares de la esperanza”.

En estas ocasiones, así como por ejemplo en el Cuarto Congreso europeo[24] del mismo tipo en Kevelaer (Alemania) en el 2004, y en el Primer Congreso asiático celebrado en Manila hace cinco años, estuvo presente el importante elemento del “diálogo” - ecuménico, interreligioso, intercultural y también entre civilizaciones, en este ultimo aspecto sobre todo en los dos citados encuentros asiáticos.

 Todo esto demuestra la sintonía existente (y no es cosa de poco valor) entre nuestra visión y el interés que la Organización Mundial del Turismo expresó en su reciente Conferencia Internacional sobre “Turismo, Religiones y Diálogo entre Culturas, Civilizaciones” (Córdoba, España, 29-31 de octubre de 2007). Otro encuentro del mismo tipo, esta vez con organización portuguesa, se realizará en el norte del Portugal este mes, con nuestra participación.

Deseo hacer notar que aquí, también, existe la búsqueda de la paz, con el reconocimiento de la creciente importancia del elemento religioso en ella, a pesar del fenómeno de secularización, que puede llegar a ser secularismo. Esto sucede porque, después de todo, la paz es también una condición indispensable para el turismo y las peregrinaciones. 

La mochilla del peregrino contiene, sin lugar a dudas, el deseo de paz, un regalo de Dios, confiado a los hombres de buena voluntad. Benedicto XVI escribió en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2007[25] que es, al mismo tiempo, un don de Dios y una misión.

Al celebrar la Jornada Mundial del Turismo, en 2001, proclamado “Año Internacional del Diálogo entre las Civilizaciones” por las Naciones Unidas, el Papa Juan Pablo II también afirmó que “rectamente orientado, el turismo llega a ser una oportunidad para el diálogo entre las civilizaciones y las culturas y, a fin de cuentas, un precioso servicio a la paz”, puesto que “la naturaleza misma del turismo comporta algunas circunstancias que favorecen ese diálogo”. La razón es “porque promueve el conocimiento de las riquezas específicas que distinguen a una civilización de otra; favorece una memoria viva de la historia y de sus tradiciones sociales, religiosas y espirituales, y una profundización recíproca de las riquezas en la humanidad”[26]

Permitan que cite, al terminar ya esta jornada para mi muy bella, el discurso que pronuncié en Nagasaki, con ocasión del Tercer Congreso Asiático de Peregrinaciones y Santuarios, en el cual hice notar que los peregrinos marchan hacia los santuarios animados por la esperanza, prerrogativa de los seres humanos, que asombra también a Dios, según la visión de Péguy. Pero no hay que confundirse, limitándose a identificarla con las necesidades materiales humanas que exigen respuestas inmediatas. En la peregrinación se va al encuentro con Dios, fuente de toda esperanza. En este camino hacia lo Absoluto, es importante la tarea de los agentes de pastoral para sostener y guiar a los fieles, de manera que no falten la oración y el debido recogimiento. Hablando, luego, de los Santuarios, subrayé que se pueden considerar como “estaciones intermedias” en nuestro camino terreno, lugares donde se adquiere un nuevo impulso y la fuerza para marchar en pos del Reino en plenitud, prometido por Dios. En los santuarios todos los peregrinos, incluso los agentes de pastoral que los acompañan, se ven llamados a acercarse al Sacramento de la penitencia para reconciliarse con Dios y consigo mismos, y abrirse a los demás en la caridad. En la peregrinación, por tanto, y en el Santuario, los fieles tienen que ver más allá de lo que estiman correspondiente a sus necesidades materiales para comprender cuáles son los verdaderos bienes a los que se debe aspirar. El primer bien es la vida, material y espiritual, que es un don de Dios y en cuanto tal hay que apreciarla y amarla. El que no ama la vida no puede tener caridad con el prójimo y, por consiguiente, no puede hacer el bien. En momentos de angustia y desesperación, es posible olvidar la importancia de este don, pero la presencia del agente de pastoral, que remite a la fe y a la esperanza, podrá dar la capacidad de tener paciencia y la humildad de aceptar el misterio de Dios, confiando en Él también en la oscuridad[27].

Quiero añadir que en Europa las peregrinaciones fueron un factor que condujo a su integración (como declaró Goethe: “Europa nació en la peregrinación y su lengua materna es el Cristianismo”). Esto podría ser también verdad para vuestro continente[28] y quisiera referirme al tema de las peregrinaciones y de la hospitalidad, que es digno de especial atención, puesto que es considerado como “sagrado” también por varias religiones[29].

Expresando aquí nuestro punto de vista católico, me parece oportuno, en el contexto de las diferentes religiones, mencionar la consideración de las peregrinaciones en el tiempo y espacio[30], un tema fascinante porque está vinculado a la universalidad de esta experiencia humana y divina.

Quisiera concluir recordando los dos Documentos, que consideramos más importantes en esta materia, publicados por nuestro Consejo Pontificio en los últimos años. Son dignos de atención y de estudio. Uno se refiere a las peregrinaciones, bajo el título “La Peregrinación en el Gran Jubileo del Año 2000” [31], y el otro lleva el titulo “El Santuario. Memoria, presencia y profecía del Dios Vivo”[32]

Muchas gracias!

 

Sommario 

ASPETTI DI PASTORALE DELLA MOBILITÀ UMANA 

L’intervento è composto di due parti, nel contesto globale della pastorale della mobilità umana. Anzitutto vi è attenzione alla realtà migratoria e alla relativa sollecitudine pastorale. La seconda sezione, invece, è dedicata alla pastorale del turismo, ivi compreso quello religioso e quello più specifico dei pellegrinaggi.

Base della presentazione della questione migratoria è l’Istruzione Erga migrantes caritas Christi, pubblicata dal Pontificio Consiglio della Pastorale per i Migranti e gli Itineranti il 3 Maggio 2004, la quale, in continuità con i precedenti pronunciamenti del Magistero della Chiesa e nell’aggiornamento di molti aspetti della cura pastorale ecclesiale nell’ambito delle migrazioni, offre una visione globale di tale fenomeno, toccandone soprattutto aspetti religiosi e socio-culturali, senza dimenticare di incoraggiare l’impegno per un giusto ordine etico, economico e politico. In effetti, il Documento mantiene lo sguardo della Chiesa orientato verso la testimonianza della carità, come via privilegiata per una rinnovata evangelizzazione, passando attraverso le significative tappe dell’accoglienza, della solidarietà e della comunione. Non vi manca altresì un incisivo impegno a favorire il dialogo interculturale, ecumenico ed interreligioso, in connessione con i temi del pluralismo etnico e della inculturazione della fede, sui quali si innesta una nuova opportunità per la vita e la missione della Chiesa, negli attuali frangenti. Si inseriscono, in tale contesto, pure le molteplici iniziative che manifestano la sollecitudine ecclesiale nell’ambito definito, a ragione, delle “nuove schiavitù”, dove emergono fenomeni, sempre più gravi e preoccupanti, di abuso a detrimento della dignità della persona umana.

Nella seconda parte si rileva che il turismo è una realtà “trasversale”, dato che esso tocca vari ambiti e influenza diversi settori della vita, condizionandone nel tempo lo sviluppo stesso. In effetti, con attenzione particolare agli aspetti pastorali, si mette in evidenza come la trasversalità sia anche caratteristica della relativa pastorale specifica, che sempre più dilata il suo impegno, integrandosi anche nella pastorale ordinaria, in settori come la famiglia, la scuola, i giovani, la promozione sociale, la giustizia e la pace, e la gestione dei beni culturali. Senza dimenticare, infine, un altro aspetto trasversale pastorale, vale a dire l’attenzione all’ecumenismo e al dialogo interreligioso, mentre non può mancare il dialogo fra Chiesa locale d’origine e d’arrivo dei turisti per una loro efficace assistenza spirituale e cristiana.

In tale contesto, si fa riferimento soprattutto ai capisaldi emersi dai Congressi di Bangkok (2004), Kevelaer (2004), Nagasaki (2007) e Cordoba (2007) sulla pastorale del turismo, anche religioso, dei pellegrinaggi e santuari, pure per individuare i modi per rafforzare la presenza della Chiesa nel mondo del turismo in prospettiva di evangelizzazione.
 

Summary

SOME ASPECTS OF THE PASTORAL CARE  OF HUMAN MOBILITY 

This intervention is composed of two parts, in the global context of the pastoral care of human mobility. First of all consideration is given to the reality of migration and the subsequent pastoral solicitude. The second section, instead, is dedicated to the pastoral care of  tourism, which includes  the religious one and also that of pilgrimages.

Basing itself on the issue of migration, the Instruction Erga migrantes caritas Christi, published by  the Pontifical Council for the Pastoral Care of Migrants and  Itinerant People on 3rd  May 2004, in continuity with the preceding pronouncements of the Magisterium of the Church, and opening up of many aspects of the ecclesial pastoral care within  migration, offers a global vision of such phenomenon, touching above all aspects which are religious and socio-cultural, whilst at the same time not forgetting  to encourage the commitment for a just ethical, new economic and political order. In effect, the Document maintains the gaze of the Church oriented towards the witness of  charity, like  a  privileged way for a renewed evangelization, passing through the important stages of acceptance, solidarity and communion. It is not lacking an incisive commitment towards intercultural, ecumenical and interreligious dialogue, connected with the topics of the ethnic pluralism and the inculturalization of the faith, onto which a new opportunity for the life and the mission of the Church is grafted. In such context there are multiple initiatives that manifest the ecclesial solicitude to fight “new slaveries”, from which emerge phenomena which are increasingly serious and worrisome, that is abuses damaging the dignity of the human person.

 In the second part  tourism is presented as a  “transverse” reality, since it touches several various spheres and influences areas of life, which, in time, conditions their development. In effect, with particular attention to pastoral aspects (of tourism),  what  is underlined is the trasversality, characteristic of this specific pastoral care, more and more  expanding its own commitment  (whilst also integrating itself in the ordinary pastoral care) in areas such as family, school, young people, social promotion, justice and peace, and the management of cultural assets. Finally one should not forget, another transverse pastoral aspect, that is the attention to ecumenism and interreligious dialogue, without loosing the one between the local Churches of origin and of arrival of those who are tourists, in order to make their welcome valuable in a way which is both spiritual and christian.

In such context, reference is above all made to the important points that emerged from the Conferences of Bangkok (2004), Kevelaer (2004), Nakasaki (2007) and Cordoba (2007), on the pastoral care of tourism, especially that which is ‘religious’, and of pilgrimages and sanctuaries, in order to distinguish ways to strengthen the presence of the Church in the world of tourism in the perspective of evangelization. 


 

* Texto de la intervención en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (Buenos Aires, 8 de abril, 2008). 

 

[1] Ver Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, La solicitud de la Iglesia hacia los Migrantes, [Cuadernos Universitarios 1], Librería Editora Vaticana (LEV), Ciudad del Vaticano 2005.

[2] Cfr. Erga migrantes caritas Christi, 38, y Pontificio Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, Migrantes y pastoral de la acogida, [Cuadernos Universitarios 2], LEV, Ciudad del Vaticano 2006.

[3] Cfr. EMCC 70-95; Comentarios a EMCC: People on the Move XXXVII [98, 2005] 23-125 y relativas Lecciones de A. Marchetto: People on the Move XXXVIII [101, 2006] 67-112. El tercer volumen, luego, de la Colección Cuadernos Universitarios, dedicado a la tercera parte de EMCC, tiene como tema: “Los Agentes de una pastoral de comunión”, LEV, Ciudad del Vaticano 2007. El cuarto, que se publicará este año, está dedicado a las estructuras de pastoral migratoria.

[4] Cfr. Benedicto XVI Mensaje para la Jornada Mundial de la paz de 2007, con titulo: “La persona humana, corazón de la paz”: OR 146 [44.429 - 13.12.2006] 4-5.

[5] Cfr. John Salt, Current Trends in International Migration in Europe, Introducción (Consejo de Europa, Noviembre de 2001).

[6] Datos estadisticos: ONU, International Migration Report 2002 (New York, 2002). V. incluso mi intervención al Congreso Nacional mexicano de pastoral de la movilidad humana: “Flows of Human Mobility Worldwide: Consequences and Expectations” (Veracruz, Mexico, marzo de 2003): People on the Move XXV [91-92, 2003] 45-66.

[7] Fuente datos estadisticos: ONU, op. cit.; ACNUR, 2003 Global Refugee Trends (Ginebra, 2004).

[8] Berkeley, University of California Press, 1999.

[9] Juan Pablo II, Carta al Arzobispo Jean-Louis Tauran en ocasión de la Conferencia Internacional “Esclavitud del siglo XXI:  la dimensión de los derechos humanos en la trata de seres humanos”, Roma, 15-16 de mayo de 2002: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XXV/1, Città del Vaticano 2002, p. 746-748.

[10] Convención vigente desde el 1 de julio de 2003.

[11] People on the Move XXXIX [104 Supl., 2007] p. 247-300.

[12] Cfr. Agostino Marchetto, La Chiesa di fronte al turismo, segno dei tempi, Discurso en el Congreso promovido por la Oficina Nacional para la Pastoral del tiempo libre, turismo y deporte, Viterbo (Italia), 16.03.2006, publicado en sus Actas: Notiziario n. 16, julio de 2006, Quaderno della Segreteria Generale CEI.

[13] Juan Pablo II, Alocución a la Asamblea del CELAM, Port-au-Prince, Haití, 9.3.1983, III: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, VI/1, Città del Vaticano 1983, p. 698.

[14] Cfr. Benedicto XVI, Discurso a la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura, Ciudad del Vaticano, 8.03.2008: OR 59 (44.799), 9 de marzo de 2008, p. 1.

[15] Juan Pablo II, Discurso inaugural a la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Santo Domingo, 12.10.1992, n. 10; cfr. Benedicto XVI, Discurso a los Obispos, Sacerdotes y Fieles Laicos participantes en la IV Asamblea Eclesial Nacional Italiana, Verona, 19.10.2006: OR 243, del 20.10.2006, p. 6 y 7. En lo que se refiere al turismo y a las peregrinaciones, en el Documento final de Aparecida (Brasil, 13-31 de mayo, 2007), véanse los párrafos nn. 21, 65, 231, 259, 260, 264, 268, 269, 413, 446, 493, 518 y 553.

[16]  Cfr. Benedicto XVI, Discurso a los Obispos, op. cit. p. 6-7.

[17] Cfr. VI Congreso Mundial de Pastoral del Turismo, Documento final: People on the Move XXXVI, [96 Supl., 2004], p. 261-267.

[18] Cfr. I Encuentro sobre la Pastoral del Turismo y de Peregrinaciones en Medio Oriente y África del Norte, Beirut, Líbano, (5-7.03.2003), volumen de las Actas publicado en el 2004 por el Secretariado general de la Asamblea de los Patriarcas y de los Obispos del Líbano, p. 56-63.

[19] Cfr. Benedicto XVI, Discurso en la IV Asamblea Eclesial Nacional Italiana, l.c.

[20] Cfr. Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, Orientaciones para la Pastoral del Turismo (29.06.2001), LEV, Ciudad del Vaticano 2001, n. 20. 

[21] Cfr. Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/migrants/index_sp.htm y People on the Move XXXVIII [100, 2006] (Índices desde el N. 51 al N. 99 Suplemento).

[22] Cfr. Agostino Marchetto, La Chiesa di fronte al turismo, segno dei tempi, l.c.

[23] Consejo Pontificio para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, Orientaciones para la Pastoral del Turismo, l.c., n. 18.

[24] Cfr. People on the Move XXXVII [97 supl., 2005] y http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/migrants/pom2005_97suppl/rc_pc_migrants_pom97_index.htm

[25] OR 287 (44.429), 13 de diciembre de 2006, p. 4 y 5.

[26] OR 139 (42.777), 20 de junio de 2001, p. 4 y 5.

[27] Cfr. Tercer Congreso Asiatico de Peregrinaciones y Santuarios, Nagasaki (Japón), 15-17 de octubre, 2007, Documento final: People on the Move XXXIX (2007), N. 105.

[28] Ver People on the Move XXXVII [97 supl., 2005] p. 79.

[29] Ver EMCC, n. 66.   

[30] Ver Agostino Marchetto: People on the Move XXXVII, [97, 2005] p. 57.

[31] LEV, Ciudad del Vaticano 1998, (en italiano) y http://www.vatican.va/roman_curia/ pontifical_councils/migrants/documents/rc_pc_migrants_doc_19980425_pilgrimage_sp.htm (también en español).

[32] LEV, Ciudad del Vaticano 1999, (en italiano) y http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_ councils/migrants/ documents/rc_pc _ migrants_ doc_19990525_shrine_sp.htm (también en español).

 

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