CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS LAICOS NOTICIARIO 14/2007
Queridos amigos: Hace poco se concluyó en Nuestra Señora de Aparecida, Brasil, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe sobre el tema: “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14, 6)”. Para entender plenamente la envergadura de este Congreso, cuyos trabajos fueron inaugurados el 13 de mayo por Su Santidad Benedicto XVI con un discurso que orientó el futuro de aquel continente y que es programa de vida y de acción para el laicado latinoamericano, es necesario hacer referencia a las Conferencias generales que lo han precedido y que representan piedras miliares en la vida de la Iglesia en América Latina, en particular Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992). En Medellín se buscaron vías de aplicación del magisterio conciliar a la situación latinoamericana, y emergieron los temas de los pobres, de la “ liberación ”, de las comunidades eclesiales de base y del compromiso sociopolítico. Sin embargo, las interpretaciones erróneas condujeron desgraciadamente a una lectura de la realidad en una óptica meramente ético-social o política que, en muchos casos, predominaron sobre el evento salvífico. Un cambio se obtuvo cuando la mirada y la solicitud pastoral de la Iglesia, desde las minorías laicales “comprometidas ” y las elites militantes, se extendieron a la multitud de bautizados donde la tradición cristiana, aunque poco cultivada, estaba muy arraigada. Se revalorizaron las formas de piedad popular como patrimonio de valores capaces de responder con sabiduría cristiana a las grandes interrogantes de la existencia. El custodiar, reformular y revitalizar el propio patrimonio de fe de casi el 90% de los latinoamericanos, que representan poco menos de la mitad de los católicos bautizados, se convirtió en una cuestión crucial. Este patrimonio se vio cada vez más amenazado por la corriente de descristianización inducida por una cultura global cada vez más lejana y hostil a la tradición católica, tanto por la difusión y proliferación de comunidades evangélicas y neopentecostales como por las sectas. La mayor exigencia fue la de afrontar las lagunas de la evangelización y la catequesis y de evitar el riesgo de traducir el cristianismo en moralismo exasperado, mesianismo político, sincretismo ideológico. Fue el tiempo de la Conferencia de Puebla y después la de Santo Domingo, las cuales se realizaron bajo la guía del pontificado de Juan Pablo II, y en las que surgió el anhelo de reafirmar la identidad cristiana y la misión de la Iglesia para suscitar una nueva evangelización que hiciera la presencia de Cristo más evidente, persuasiva e incisiva en la vida de las personas, las familias y los pueblos. En vista de este anhelo, la Conferencia de Aparecida ha querido ser una llamada fuerte para regresar a lo esencial del ser cristiano. En nuestro mundo, lleno de falsos maestros que seducen y engañan con falaces promesas de felicidad y de “salvación” a bajo precio, es realmente importante que los fieles laicos reconozcan en Cristo al único Maestro y Señor que “ tiene palabras de vida eterna ” (cfr. Jn 6, 56) y que se reconozcan sus discípulos, es decir personas que entran en comunión de vida con Cristo-Maestro. La generosidad del laicado latinoamericano destaca gracias al compromiso de numerosísimos catequistas, a la activa participación en la vida de las parroquias, a las comunidades cristianas, a tantas redes de solidaridad cercana a los más pobres. Pero es de suma importancia que los laicos aseguren una presencia más coherente y activa en los areópagos culturales y escenarios políticos donde se decide el destino de las naciones. Todavía hay mucho que hacer en favor de la cultura de la vida, de un desarrollo auténtico, de la lucha contra la pobreza y de una mayor equidad, de procesos de inclusión social y por la consolidación de las democracias y la integración entre los diferentes países del continente. Por un lado están los líderes políticos que se declaran católicos más por la búsqueda de consenso que por una verdadera asunción de responsabilidad y coherencia a la luz de la fe y la doctrina social de la Iglesia; por otro lado está el individualismo exasperado y el relativismo moral generado por la sociedad de consumo. Todo esto exige la necesidad de una atenta formación cristiana y un acompañamiento comunitario que capacite a los fieles laicos para un discernimiento iluminado por la fe y para un compromiso coherente y competente en la vida pública, para testimoniar la fuerza transformadora de la fe y de la caridad al servicio del bien común. En este sentido se puede esperar –como explícitamente señalado por el Santo Padre en su discurso inaugural– una gran ayuda por parte de los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades que, a partir de los años ochenta, han comenzado a difundirse en el continente. “Providenciales” en el pensamiento de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, éstos representan una extraordinaria riqueza carismática, educativa y misionera para la Iglesia y los pueblos. Esta riqueza emergió con fuerza en el Congreso de los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades organizado en Bogotá en marzo de 2006 por el Consejo Pontificio para los Laicos y el CELAM como contribución al camino de preparación de la Conferencia de Aparecida. Esta ha sido la primera en la cual participaron representantes de estas nuevas realidades eclesiales, de las que mucho se puede aprender en cuanto a métodos, caminos y escuelas de formación de verdaderos discípulos y misioneros del Señor. Con el ímpetu misionero y la creatividad que distingue sus métodos pedagógicos y su anuncio de Cristo, los movimientos y las nuevas comunidades nacidos por el influjo del Espíritu Santo en tierras latinoamericanas dan una extraordinaria aportación a la misión de la Iglesia no solamente en América Latina sino en muchos otros países del occidente opulento que se han apartado de Dios, ofreciendo según la ley de la traditio y la redditio la fe recibida. A un cristianismo cansado y desalentado de tantos, ellos responden con una fe llena de alegría, de entusiasmo y valentía; frente a un cristianismo encerrado en sí mismo, pasivo e inhibido, responden con una fe constructiva, misionera, carente de falsos complejos de inferioridad frente al mundo. Esto es lo que también se pone de manifiesto en la experiencia de renovación de la importante tradición de la Acción Católica y de otras beneméritas asociaciones de fieles. En Aparecida, Benedicto XVI ha entregado a los pueblos de América Latina un manifiesto programático que vale para todos los pueblos: cada proyecto serio al servicio del hombre, para la promoción social en la justicia y la libertad, debe iniciarse a partir del reconocimiento de la realidad de Dios, del primado de Dios, de su centralidad en la vida del hombre. Un primado que siempre se ha tratado de eliminar olvidando que “ quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de “realidad ” [y que] sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano ”. Por ello, el Papa delineó la memoria histórica, las urgencias presentes y las futuras metas de América Latina con la mirada fija sobre la verdad de la “ fe en Dios Amor, encarnado, muerto y resucitado en Jesucristo ”, fundamento inquebrantable de una esperanza que no se puede encerrar en ningún tipo de ideologías políticas, movimientos sociales o sistemas económicos. El Santo Padre, recordando que la evangelización siempre va al compás con la promoción humana y la auténtica liberación cristiana, exhortó a la necesidad de una catequesis social y una adecuada formación en la doctrina social de la Iglesia, porque “ la vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas ” y porque “el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia los demás”. ¿Cómo puede entonces la Iglesia, iluminada por la fe de Cristo, contribuir a la solución de los problemas de América Latina y del mundo de hoy? ¿Cómo puede responder al desafío de la pobreza y la degradación de la dignidad del hombre? ¿Cómo puede contribuir a la creación de estructuras justas, que son condición indispensable para una sociedad justa? Las estructuras justas, dijo el Papa, no surgen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y la necesidad de vivir estos valores hasta el punto de renunciar al interés personal. Sin embargo, una sociedad en la que Dios está ausente no encuentra el consenso necesario sobre los valores morales y la fuerza para vivir según el modelo de estos valores. Es, por lo tanto, tarea de la Iglesia y su vocación fundamental “formar las conciencias, ser abogada de la justicia y de la verdad, educar en las virtudes individuales y políticas”. Los laicos católicos deben madurar cada vez más el sentido de la responsabilidad que ellos tienen de estar presentes en la formación del consenso necesario y en la oposición contra las injusticias y de llevar la luz del Evangelio en la vida pública, cultural, económica y política, actuando en ella como “ fermento ” y haciendo allí visible a Cristo mediante el testimonio de una vida que refleje la fe, la esperanza y la caridad. Stanisław Ryłko
Benedicto XVI y los movimientos Seminario de estudio para los obispos Con el aliento de Su Santidad Benedicto XVI, el Consejo Pontificio para los Laicos ha organizado, del 22 al 24 de noviembre de 2007, un seminario de estudio con la presencia de un significativo grupo de obispos para reflexionar y dialogar sobre la realidad de los movimientos en la Iglesia. El 3 de junio de 2006, Vigilia de Pentecostés, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades fueron protagonistas de un extraordinario encuentro con el Santo Padre en la plaza de San Pedro. En los días precedentes se había desarrollado un congreso con la participación de más de un centenar de responsables de estas realidades eclesiales sobre el tema: “La belleza de ser cristiano y la alegría de comunicarlo ”. Después de estos dos eventos, nos ha parecido oportuno continuar con los pastores provenientes de cada parte del mundo la reflexión sobre los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades como don del Espíritu Santo para la Iglesia de nuestro tiempo. Los años que nos separan de una análoga iniciativa en junio de 1999 se han mostrado como fecundos para un conocimiento recíproco más profundo y una mayor conciencia del rol que estas diversas realidades tienen en la obra de la nueva evangelización. Al respecto, el pensamiento del Santo Padre Benedicto XVI se coloca en perfecta continuidad con el magisterio del siervo de Dios Juan Pablo II. Los trabajos del seminario de estudio estarán orientados por las palabras de Benedicto XVI “Os pido que salgáis al encuentro de los movimientos con mucho amor”. La expresión se ha tomado del discurso dirigido a un grupo de obispos en visita ad limina. Durante el seminario –al cual han sido invitados representantes de algunos movimientos eclesiales y nuevas comunidades– están previstas ponencias, grupos de trabajo, testimonios y debates. Momento culminante de los trabajos será la audiencia que el Santo Padre concederá a todos los participantes. Por las respuestas recibidas se está comprobando interés por la iniciativa y una adhesión convencida por parte de los obispos de las Iglesias particulares. Los movimientos y las nuevas comunidades en palabras del Santo Padre. Breve resumen La atención de los fieles y de los pastores, deseosos de profundizar las enseñanzas de Benedicto XVI sobre los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, se ha concentrado sobre todo en las palabras pronunciadas en el memorable encuentro de la Vigilia de Pentecostés de 2006 y en el mensaje enviado con ocasión del Congreso convocado como preparación a ese evento. Durante la Vigilia, el Papa subrayó, entre otras cosas, que el Espíritu Santo da la vida y la libertad, y que “los movimientos han nacido precisamente de la sed de la vida verdadera” y que “quieren y deben ser escuelas de libertad, de esta libertad verdadera”. Dirigiéndose unos días antes al Congreso, había afirmado que estas nuevas realidades eclesiales “son hoy signo luminoso de la belleza de Cristo y de la Iglesia, su Esposa”. Se trata evidentemente de indicaciones fundamentales que merecen ser conocidas y profundizadas cada vez más. En muchas otras ocasiones el Pontífice se ha detenido también en este argumento trazando las líneas fundamentales para una recta comprensión de la “nueva época asociativa de los fieles laicos” (Christifideles laici, 29). Quisiéramos mencionar aquí algunas de estas enseñanzas “ sueltas ”, porque quizás no todos las conocen o han comprendido la importancia. Otras enseñanzas del Santo Padre se expondrán en el próximo número de nuestro Noticiario. Benedicto XVI ha acentuado, en repetidas veces, que los movimientos y las nuevas comunidades no tienen su origen en iniciativas humanas, sino que son un regalo del Espíritu Santo, tal como lo es la Iglesia misma: “ Entre las realidades suscitadas por el Espíritu en la Iglesia están los movimientos y las comunidades eclesiales… Toda la Iglesia, como solía decir el Papa Juan Pablo II, es un único gran movimiento animado por el Espíritu Santo, un río que atraviesa la historia para regarla con la gracia de Dios y hacerla fecunda en vida, bondad, belleza, justicia, y paz ” (4 de junio de 2006, Regina Coeli). Estas nuevas realidades son consideradas por el Papa como un don para la Iglesia, en particular para favorecer la actuación del Concilio Vaticano II: en los últimos decenios hemos asistido a un “ vasto florecimiento de asociaciones, movimientos y nuevas realidades eclesiales suscitados providencialmente por el Espíritu Santo en la Iglesia después del Concilio Vaticano II. Todo don del Espíritu Santo está originaria y necesariamente al servicio de la edificación del cuerpo de Cristo, dando testimonio del inmenso amor de Dios por la vida de todo hombre. Por tanto, la realidad de los movimientos eclesiales es signo de la fecundidad del Espíritu del Señor, para que se manifieste en el mundo la victoria de Cristo resucitado y se cumpla el mandato misionero encomendado a toda la Iglesia ” (24 de marzo de 2007, a los miembros de Comunión y Liberación). Sosteniendo esta tesis, Benedicto XVI es muy consciente de ponerse en perfecta continuidad con las enseñanzas de Juan Pablo II: “Mi venerado predecesor Juan Pablo II presentó los movimientos y las nuevas comunidades surgidas en estos años como un don providencial del Espíritu Santo a la Iglesia para responder de manera eficaz a los desafíos de nuestro tiempo. Y vosotros sabéis que esta es también mi convicción” (8 de febrero de 2007, a los obispos amigos del Movimiento de los Focolares y de San Egidio). El Papa desea una difusión cada vez mayor: “ Queridos representantes de los nuevos movimientos en la Iglesia, la vitalidad de vuestras comunidades es un signo de la presencia activa del Espíritu Santo. Vuestra misión ha nacido de la fe de la Iglesia y de la riqueza de los frutos del Espíritu Santo. Deseo que seáis cada vez más numerosos, para servir a la causa del Reino de Dios en el mundo de hoy ” (26 de mayo de 2006, a los representantes de los movimientos en Polonia). Los movimientos manifiestan la variedad de los dones del Espíritu, todos necesarios para la edificación de la Iglesia, reunida en unidad gracias al ministerio de los obispos en comunión con el Papa: “ La multiformidad y la unidad de los carismas y ministerios son inseparables en la vida de la Iglesia. El Espíritu Santo quiere la multiformidad de los movimientos al servicio del único Cuerpo que es precisamente la Iglesia. Y esto lo realiza a través del ministerio de quienes Él ha puesto para gobernar a la Iglesia de Dios: los obispos en comunión con el Sucesor de Pedro ” (8 de febrero de 2007, a los obispos amigos del Movimiento de los Focolares y de San Egidio). El origen carismático de los movimientos exige que sean acogidos por los obispos con atención y respeto, “con mucho amor”, aunque tal oleada de novedades puede conllevar en algunas situaciones dificultades: “Después del Concilio, el Espíritu Santo nos ha regalado los 'movimientos'. A veces al párroco o al obispo les pueden parecer algo extraños, pero son lugares de fe en los que los jóvenes y los adultos experimentan un modelo de vida en la fe como oportunidad para la vida de hoy. Por eso os pido que salgáis al encuentro de los movimientos con mucho amor. En ciertos casos hay que corregirlos, insertarlos en el conjunto de la parroquia o de la diócesis, pero debemos respetar sus carismas específicos y alegrarnos de que surjan formas comunitarias de fe en las que la palabra de Dios se convierte en vida” (18 de noviembre de 2006, a los obispos alemanes). No hay en la Iglesia contraposición alguna entre carisma e institución, pero sí complementariedad y recíproca compenetración: “En el mensaje al Congreso mundial de los movimientos eclesiales, el 27 de mayo de 1998, el siervo de Dios Juan Pablo II repitió que, en la Iglesia, no hay contraste o contraposición entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la cual los movimientos son una expresión significativa, porque ambas son igualmente esenciales para la constitución divina del Pueblo de Dios. En la Iglesia también las instituciones esenciales son carismáticas y, por otra parte, los carismas deben institucionalizarse de un modo u otro para tener coherencia y continuidad. Así ambas dimensiones, suscitadas por el mismo Espíritu Santo para el mismo Cuerpo de Cristo, concurren juntas para hacer presente el misterio y la obra salvífica de Cristo en el mundo. Esto explica la atención con la que el Papa y los pastores observan la riqueza de los dones carismáticos en la época contemporánea” (24 de marzo de 2007, a los miembros de Comunión y Liberación). El Papa sugiere dos reglas fundamentales para acoger a los movimientos: “La primera regla nos la ha dado san Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses: no extingáis los carismas. Si el Señor nos da nuevos dones, debemos estar agradecidos, aunque a veces sean incómodos. Y es algo hermoso que, sin iniciativa de la jerarquía, con una iniciativa de la base, como se dice, pero también con una iniciativa realmente de lo alto, es decir, como don del Espíritu Santo, nazcan nuevas formas de vida en la Iglesia, como, por otra parte, han nacido en todos los siglos. En sus comienzos fueron siempre incómodas: también san Francisco fue muy incómodo, y para el Papa era muy difícil dar, finalmente, una forma canónica a una realidad que era mucho más grande que los reglamentos jurídicos. Para san Francisco era un grandísimo sacrificio dejarse encastrar en este esqueleto jurídico, pero, al final, nació una realidad que vive aún hoy y que vivirá en el futuro: da fuerza y nuevos elementos a la vida de la Iglesia. Sólo quiero decir esto: en todos los siglos han nacido movimientos. También san Benito, inicialmente, era un movimiento. Se insertan en la vida de la Iglesia con sufrimiento, con dificultad. San Benito mismo debió corregir la dirección inicial del monaquismo. Y así también en nuestro siglo el Señor, el Espíritu Santo, nos ha dado nuevas iniciativas con nuevos aspectos de la vida cristiana: vividos por personas humanas con sus límites, crean también dificultades. Así pues, la primera regla: no extinguir los carismas, estar agradecidos, aunque sean incómodos. La segunda regla es esta: la Iglesia es una; si los movimientos son realmente dones del Espíritu Santo, se insertan y sirven a la Iglesia, y en el diálogo paciente entre pastores y movimientos nace una forma fecunda, donde estos elementos llegan a ser elementos edificantes para la Iglesia de hoy y de mañana. Este diálogo se desarrolla en todos los niveles, comenzando por el párroco, el obispo y el Sucesor de Pedro; está en curso la búsqueda de estructuras adecuadas: en muchos casos la búsqueda ya ha dado su fruto” (22 de febrero de 2007, a los párrocos de Roma). [Continuará en el próximo número]
El deporte: un desafío pastoral y educativo El 7 y el 8 de septiembre se realizará, en el Consejo Pontificio para los Laicos, un seminario internacional de estudio organizado por la Sección “Iglesia y Deporte” que discutirá el tema “El deporte: un desafío pastoral y educativo”, donde la figura del capellán deportivo será el centro de particular atención. El primer seminario internacional de estudio, que, tuvo lugar en noviembre de 2005, se centró en el tema “El mundo del deporte hoy, campo de compromiso cristiano” discutiendo, en modo general, las oportunidades y los desafíos que este ámbito de la sociedad humana en creciente desarrollo presenta a la Iglesia. Aquel intercambio inicial de ideas ayudó a poner de relieve las diferentes modalidades del compromiso de los cristianos en el mundo deportivo y el rol que la Sección podía desarrollar en este contexto. Un posterior momento de estudio y de reflexión se tuvo en marzo de este año, cuando la Sección colaboró con la Comisión científica del grupo de estudio sobre Iglesia y deporte de la Conferencia episcopal alemana para el encuentro organizado en Maguncia, dedicado a la elaboración de los aspectos antropológicos, teológicos y pastorales de una visión cristiana del deporte. Para continuar la obra emprendida, la Sección “Iglesia y Deporte” considerará en el próximo seminario de septiembre uno de los aspectos pastorales del deporte, aquel relativo al rol específico de los capellanes dentro del contexto más amplio de la misión pastoral de la Iglesia en el mundo del deporte a la luz de los desafíos educativos actuales. En estos dos días de reflexión participarán los responsables de la pastoral deportiva de algunas conferencias episcopales, representantes de asociaciones deportivas católicas, personalidades con competencia y experiencia en este campo y diversos capellanes de equipos profesionales y juveniles. El seminario iniciará con una reflexión general sobre el mundo del deporte en el contexto de la amplia crisis actual de la educación. A continuación se hará un análisis sobre el ministerio pastoral de la Iglesia en el mundo del deporte hasta hoy. Finalmente, se pondrá el acento en el rol y el significado especifico del capellán deportivo. En el seminario también están previstas dos mesas redondas: una estará dedicada a lo que los atletas profesionales y aficionados y los entrenadores esperan de un capellán deportivo; la otra permitirá expresar las experiencias pastorales de varios capellanes en diferentes sectores del mundo del deporte. El seminario será también una oportunidad para un intercambio de ideas y para proponer iniciativas en vista de algunos grandes eventos deportivos en el mundo. A veinte años de la Mulieris dignitatem En el año 2008 se celebra el vigésimo aniversario de la carta apostólica Mulieris dignitatem de Juan Pablo II sobre la dignidad y vocación de la mujer. Esta carta se coloca en perfecta continuidad con las enseñanzas del Concilio Vaticano II que promueve una amplia participación de la mujer no sólo en el ámbito cultural y social, sino también en el ámbito eclesial. En el decreto Apostolicam actuositatem leemos: “Como en nuestros tiempos participan las mujeres más activamente en toda la vida social, es de sumo interés su mayor participación también en los campos del apostolado de la Iglesia” (n. 9). La preocupación de la Iglesia por la efectiva promoción de la mujer no termina con el Vaticano II. En 1973, a seis años de la erección del Consilium de Laicis Pablo VI, respondiendo a una explícita solicitud del Sínodo de los obispos y en vista del Año internacional de la mujer convocado por las Naciones Unidas en 1975, instituye la “Comisión de estudio sobre la mujer en la sociedad y en la Iglesia”. En 1988, acogiendo el pedido del Sínodo de los obispos sobre la participación de los laicos en la vida de la Iglesia en profundizar la cuestión de la mujer, Juan Pablo II publica la Mulieris dignitatem. Es significativo que esta carta se haya escrito durante el Año Mariano, un tiempo providencial para mirar a la mujer, mirando a María. En este camino de reflexión, la Mulieris dignitatem es una piedra miliar: por primera vez un documento pontificio está enteramente dedicado a la mujer. Juan Pablo II realiza un análisis antropológico y a la luz de la Revelación extrae verdades fundamentales, tanto de los primeros capítulos del Génesis como de las palabras y las obras de Jesucristo, como son la igualdad en la dignidad del hombre y de la mujer creados a imagen de Dios, la unidad de ambos y la llamada a la comunión, la importancia de la complementariedad y reciprocidad entre el hombre y la mujer, la apreciación del “genio” femenino, la figura de María como modelo de la mujer y realización plena del ser humano llamado a la santidad. Podemos comprobar que a veinte años de la Mulieris dignitatem el lenguaje y los contenidos del magisterio de Juan Pablo II no sólo han sido acogidos sino que han generado una perspectiva de renovada valorización de la mujer y una más aguda conciencia de la importancia de la reciprocidad entre el hombre y la mujer. Juan Pablo II ha puesto los fundamentos de un nuevo feminismo y su reflexión ha traído una bocanada de aire fresco a una cultura a menudo herida por las tendencias antagónicas de la relación hombre-mujer, un tema que posteriormente será desarrollado en la carta sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo que la Congregación para la Doctrina de la Fe publica en 2004. Benedicto XVI, por su parte, ha manifestado en diversas ocasiones el aprecio de la Iglesia por la contribución de la mujer. Baste citar aquí la catequesis en la audiencia general del 14 de febrero de 2007, dedicada precisamente a la mujer y a su responsabilidad eclesial desde las primeras comunidades cristianas hasta hoy. En el vigésimo aniversario de la Mulieris dignitatem, el Consejo Pontificio para los Laicos retoma este camino de profundización de la relación hombre-mujer y de la participación de la mujer en la misión de la Iglesia, organizando un Convenio sobre el tema: “Mujer y varón, la totalidad del humanum - A veinte años de la Carta apostólica Mulieris dignitatem”, que se realizará en Roma del 7 al 9 de febrero de 2008 con la participación de aproximadamente 250 personas provenientes de los cinco continentes. Este Congreso tiene como objetivo por un lado, realizar un balance del camino recorrido en estos últimos veinte años en el ámbito de la promoción de la mujer y del reconocimiento de su dignidad. Por otro lado, desea profundizar, a la luz de la Revelación, en los nuevos paradigmas culturales y las dificultades que las mujeres católicas deben enfrentar para vivir la propia identidad y colaborar en fecunda reciprocidad con los hombres en la edificación de la Iglesia y de la sociedad. Al mismo tiempo, quiere invitar a las mujeres a redescubrir la belleza de su vocación a la santidad, alentándolas a responder a ésta con creciente conciencia y, en cuanto protagonistas de la misión de la Iglesia, a poner toda la riqueza del “genio” femenino al servicio del apostolado, de la familia, del mundo del trabajo y de la cultura. Testimoniar a Cristo en el mundo del trabajo IX Fórum internacional de jóvenes La temática al centro del IX Fórum internacional de jóvenes “Testimoniar a Cristo en el mundo del trabajo”, realizado en Rocca di Papa del 28 de marzo al 1 de abril pasado, trata una de las cuestiones fundamentales en la experiencia humana y refleja, especialmente en la edad juvenil, la complejidad de nuestro mundo globalizado, constituyendo así un desafío para la evangelización y la vida cristiana. En un mundo en veloz transformación, donde la fragmentación de las relaciones tradicionales abre el camino a nuevos estilos de vida y no siempre a mejores formas de trabajo, caracterizado por la marginación de jóvenes y ancianos y por una creciente distancia entre ricos y pobres, anunciar el Evangelio es verdaderamente un desafío apasionante y difícil. Los casi trescientos delegados, provenientes de aproximadamente ochenta países del mundo, invitados a Rocca di Papa por el Consejo Pontificio para los Laicos, afrontaron con pasión los intensos días del Fórum. S.E. Mons. Stanisław Ryłko delineó en las conclusiones una eficaz síntesis de lo vivido: «Confrontándonos con las transformaciones de este tiempo que en nuestros días marcan el mercado del trabajo, penalizando sobre todo a las jóvenes generaciones, nos hemos preguntado: ¿Cómo puede el cristiano vivir el propio compromiso laboral en un mundo globalizado que cambia tan rápida y profundamente? ¿Cómo puede volver a encontrar el verdadero significado de su esfuerzo cotidiano, para que éste no se transforme en rutina y en un activismo que tiene la finalidad en sí mismo y que reseca el espíritu? ¿Cómo puede vivir situaciones de precariedad o desempleo, hoy tan frecuentes y que generan malestar? ¿Tiene el “Evangelio del trabajo” proclamado por la Iglesia en el mundo laboral, condicionado en nuestros días tan fuertemente por férreas leyes del mercado y de una competencia despiadada, aún algo que decir a nuestros contemporáneos y sobre todo a los jóvenes? ¿Cómo dar testimonio de Cristo en el contexto laboral totalmente ajeno a la lógica de la fe? El Fórum ha sido un tiempo de apasionada búsqueda de las respuestas a estos interrogantes, tomando en consideración las lecciones escuchadas, la confrontación en las mesas redondas, el diálogo y el intercambio de experiencias dirigido por cada uno de vosotros, pero también los momentos de oración y recogimiento ante al Señor presente en la Eucaristía». El recorrido de esta búsqueda, partiendo del análisis de la realidad delineada por los profesores Giancarlo Rovati y Michele Tiraboschi y profundizada por una mesa redonda y de numerosísimas intervenciones de los delegados, se desarrolló en torno al tema del significado del trabajo en la vida humana, para después llegar a la parte esencial del encuentro: “Anunciar el ‘Evangelio del trabajo’ hoy” y también, como lo expresó en su conferencia el obispo de Eichstätt (Alemania), S.E. Mons. Gregor Maria Hanke OSB, “unificar vida profesional y vida cristiana”. Ante la imposibilidad de citar en esta breve crónica todos los huéspedes que intervinieron en las conferencias, mesas redondas, los trabajos de grupo, personalidades con experiencias diferentes maduradas en los cinco continentes, deseamos poner de relieve cómo, bajo su dirección y la riqueza de sus reflexiones unidos a la pasión con la que los delegados han participado, el Fórum ha crecido día tras día. Las síntesis propuestas por los trabajos de grupo constituyen un precioso testimonio de esta dinámica: “Es en los hechos y en los gestos cotidianos que cada uno de nosotros testimonia a Cristo”, “Destacarse por el valor y la escucha. Tenemos que ser fieles a nuestra elección de bautizados”, “Constituir una pastoral del trabajo en nuestros países, donde todavía no existe, y profundizar la doctrina social de la Iglesia”, “Es importante estar cerca de los que sufren; ayudar a los jóvenes a reconciliar la vida de la fe con la vida laboral; poner en práctica la experiencia que hemos vividos en estos días”, “En estos días he descubierto la maternidad de la Iglesia con respecto a los movimientos. La Iglesia posee un tesoro de humanidad que no la conserva para sí sino para regalarlo al mundo. Tenemos que ser testigos de la caridad”. En este camino, Su Santidad Benedicto XVI nos ha sostenido con su apreciada y paternal palabra, por medio de un mensaje autógrafo, rico en reflexiones y enseñanzas: “La última referencia de toda actividad sólo puede ser el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios”; por lo tanto “toda actividad humana debería ser ocasión y lugar de crecimiento de los individuos y de la sociedad”. Refiriéndose a las transformaciones que “han modificado radicalmente la fisonomía y las condiciones del mercado del trabajo”, el Papa destacó “las formas preocupantes de marginación y explotación” que éstas a veces crean en los jóvenes. De ahí el aliento del Pontífice, que recordó “la necesidad de valorizar la dimensión humana del trabajo y de tutelar la dignidad de la persona”. Recordando lo que dijo en el Mensaje para Jornada mundial de la juventud, concluyó: «No cuenta sólo hacerse más “competitivos” y “productivos”, hay que ser “testigos de la caridad”». En la experiencia de fe y universalidad de la Iglesia, el Fórum vivió una fuerte dinámica espiritual a través de los momentos de oración, las celebraciones eucarísticas –presididas, además de S.E. Mons. Ryłko, por los cardenales Renato Martino e Ivan Dias y por S.E. Mons. Josef Clemens–, la peregrinación sobre los pasos de los Apóstoles Pedro y Paolo, a quienes fue dedicada una jornada y, por último, el encuentro en la plaza de San Pedro con Su Santidad Benedicto XVI, para la XXII Jornada mundial de la juventud. De Viaje con la Cruz el Icono de las JMJ Finalizada la peregrinación de la Cruz y del Icono de la Virgen María en África En la última fase de la peregrinación en el continente africano, que se inició después de la Navidad de 2006, la Cruz y el Icono alcanzaron los países de Tanzania, Malawi, Zambia, Botswana, Sudáfrica, Swazilandia, Mozambique, Madagascar. Aquí, como en las etapas precedentes, millares de jóvenes y menos jóvenes, cristianos y no cristianos, dieron la bienvenida a la Cruz y al Icono con coros alegres y danzas, para arrodillarse seguidamente en adoración y confiar a Jesús y a María sus intenciones. El período de permanencia de la Cruz y del Icono no fue siempre igual para los diferentes países. Sin embargo, cuando fueron acogidos sólo por dos días, como en el caso de Swazilandia y Botswana, también aquellos breves momentos fueron vividos como un tiempo de gracia. A veces, la Cruz y el Icono no pudieron llegar hasta los jóvenes en sus comunidades, como sucedió en Mozambique. De hecho, el tiempo apremiaba y la temporada de las lluvias hizo muchos lugares inaccesibles. Por ello, los jóvenes se citaron en Maputo, saliendo con mucha antelación para estar preparados para la llegada de la Cruz y del Icono. En cada etapa, la Iglesia local expresaba sus necesidades que a menudo se convirtieron en intenciones de oración. En Sudáfrica, por ejemplo, la Cruz y el Icono llegaron a algunos territorios del país, como al Eastern Cape que los mismos organizadores no dudaron en llamar “la tierra de la muerte, del desastre y de la desesperación”. Aquí, la droga, la ausencia de expectativas de trabajo, pero sobre todo el SIDA, causan la muerte entre los más jóvenes. Pero estrechamente unidos a sus obispos y llenos de esperanza, los jóvenes sudafricanos rezaron afligidos al Señor y a su Madre, que con ocasión de esta peregrinación se han hecho aún más cercanos, pidiéndoles la curación de su país y su pueblo. Con la etapa del Madagascar, se realizó el último acto de una extraordinaria experiencia de fe iniciada el 12 de abril de 2006 en Senegal. Políticos, miembros del gobierno y altos cargos constitucionales se unieron al Nuncio apostólico, a los obispos y, sobre todo, a una inmensa multitud de jóvenes cristianos para darle a la Cruz y al Icono una acogida digna de los huéspedes más ilustres. En la ceremonia de despedida, en el aeropuerto de Antananarivo, estaba idealmente presente toda África y no sólo aquella veintena de países que tuvieron el privilegio de hospedar la Cruz y el Icono durante esta larga peregrinación. El 17 de febrero de 2007, la Cruz y el Icono partieron de África hacia Seúl, en Corea, donde llegaron para guiar la última etapa de preparación de la JMJ de Sydney, un camino de acercamiento que atravesará numerosos países de Asia y del Pacífico. El paso por Corea, Filipinas, y las islas del Pacífico Cada parada efectuada en el camino de África hacia Australia ha tenido su propia característica especial, pero el sentimiento que unió a todos ha sido sin duda ese sentimiento de comunión con los jóvenes del resto del mundo, experimentando delante de aquella Cruz y aquel Icono, que ya han viajado por numerosos países y que han sido tocados por numerosos coetáneos. Los jóvenes de Corea llevaron la Cruz y el Icono al llamado “ Puente de la Libertad ” cerca de la zona fronteriza con Corea del Norte, y rezaron por la unidad del pueblo de ambas partes del país y por la paz en el mundo, convencidos de que los jóvenes juegan un papel importante para asegurar este objetivo. La visita en Filipinas despertó la conciencia en la Iglesia del país, de que su propia misión no puede quedarse concentrada en sí misma sino que debe salir al encuentro de tantos jóvenes que todavía no han podido encontrarse personalmente con Jesucristo. A su llegada a la isla de Guam, la Cruz y el Icono fueron llevados en peregrinación por el territorio durante cuatro días, acompañados de una multitud de jóvenes y familias. Después, sólo se pudieron quedar por un día en Majuro, en las Islas de Marshall, donde fueron seguidos en procesión por numerosas personas durante ocho millas. Otra breve pero intensa parada fue aquella en las Islas Chuuk. Aquí fueron llevados de parroquia en parroquia sobre pequeñas barcas a lo largo de los ríos, a través de la jungla y por mar, navegando de isla en isla, saludados por la gente que cantaba y lanzaba flores. La parada sucesiva fue Palau, para después pasar a Papua Nueva Guinea, donde se concentró la más grande multitud jamás vista en estas zonas para seguir la Cruz y el Icono en procesión. En las Islas Salomón una de las áreas visitadas fue la devastada por un terremoto y un tsunami sólo dos semanas antes del desastre natural. Los jóvenes de la región pasaron una noche en oración con la Cruz y el Icono junto a la catedral dañada, reflexionando sobre la Cruz como símbolo de la Resurrección. La reconciliación fue, en cambio, el tema del paso de la Cruz y del Icono por Timor Leste, país donde ha habido recientes tensiones entre las comunidades locales. El viaje continuó de isla en isla: Kiribati, Samoa Occidental, las islas Samoa Americanas, Tahití, Tonga –donde la Cruz y el Icono fueron acogidos por una multitud de jóvenes en trajes tradicionales y donde las lluvias torrenciales no consiguieron interrumpir las celebraciones– las Islas Fiji, Nueva Caledonia, Vanuatu. En Nueva Zelanda el itinerario de tres semanas se organizó verdaderamente bien. La peregrinación intentó llegar a los jóvenes en cada una de sus situaciones: en la escuela, en las áreas rurales y urbanas, entre las minorías étnicas, etc., deteniéndose para la oración en lugares cargados de un significado especial en la memoria local. La Cruz y el Icono fueron acogidos en Sydney el 1 de julio donde dio comenzó una peregrinación de un año por las diócesis australianas y que conducirá a los jóvenes del país hacia la Jornada mundial de 2008. La preparación de la JMJ 2008 En todo el mundo, Internet se ha convertido en el medio más usado por los departamentos de la pastoral juvenil para recoger las inscripciones de los jóvenes peregrinos, para informarles sobre los encuentros, las celebraciones litúrgicas y otras reuniones. A través de la red, se anima a las parroquias a patrocinar la participación de algunos de sus jóvenes representantes, y a los jóvenes se les sugiere ser creativos en la búsqueda de formas de financiamientos para su viaje. El registro de los grupos, a través del sito oficial, se abrió en marzo, mientras que la inscripción de los peregrinos individuales apenas ha comenzado en julio. Para la JMJ de Sydney 2008, cada miembro de un grupo tendrá que registrarse individualmente. Desde principios de 2007 hasta hoy, los representantes del Comité organizador de Sydney de 2008 han estado en Roma en cuatro ocasiones para encontrarse con el Consejo Pontificio para los Laicos y tratar las cuestiones técnicas y organizativas. También algunos funcionarios del Gobierno han estado en Roma para afrontar con el Vaticano algunas cuestiones sobre el plan de seguridad. El segundo encuentro pastoral de preparación para la JMJ de 2008 tendrá lugar en Sydney del 15 al 17 de octubre de 2007 y estarán invitados los representantes de la pastoral juvenil de las conferencias episcopales y de los movimientos, comunidades y asociaciones internacionales. * * * Fundación “Juan Pablo II para la juventud” La Fundación “Juventud Iglesia Esperanza” ha cambiado de nombre. Después de la decisión tomada por el Consejo de administración de la Fundación durante la reunión del 8 de enero de 2007, y de acuerdo con los superiores del Consejo Pontificio para los Laicos, el nuevo nombre que se ha dado a la Fundación es: “Juan Pablo II para la juventud”. Así se rinde homenaje al Pontífice que tuvo la gran intuición de las Jornadas mundiales de la juventud, eventos que han dado un gran impulso a la pastoral juvenil en la Iglesia. La Fundación nació para sostener las actividades de la Sección “Jóvenes” del Dicasterio y fue erigida en persona jurídica pública el 29 de junio de 1991 por el presidente de Consejo Pontificio para los Laicos con la finalidad de “contribuir a la puesta en práctica de las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia católica en orden a la prioridad de la pastoral juvenil, particularmente manifestada en las jornadas mundiales de la juventud” y de “promover la evangelización de los jóvenes y apoyar la pastoral juvenil en todo el mundo” (Estatuto, art. 1, 2.1). Reconocimientos jurídicos y aprobaciones de estatutos El Consejo Pontificio para los Laicos: Con decreto del 16 de octubre de 2006, ha aprobado los nuevos estatutos de la Fédération Internationale des Mouvements d’Adultes Ruraux Catholiques (FIMARC). Con decreto del 8 de diciembre de 2006, ha concedido al Movimiento de Espiritualidad Vivere In la aprobación definitiva de los estatutos. Con decreto del 1 de enero 2007, ha aprobado los nuevos estatutos de la Union Mondiale des Organisations Féminines Catholiques (UMOFC). Con decreto del 22 de enero de 2007, ha concedido la aprobación definitiva de los estatutos de la asociación Silenziosi Operai della Croce. Con decreto del 9 de febrero de 2007, ha aprobado las modificaciones aportadas a los estatutos de la Asociación Laical “Memores Domini”. Con decreto del 22 de febrero de 2007, ha reconocido como asociación internacional de fieles la Comunidad Católica Shalom, aprobando sus estatutos “ ad experimentum ”. Con decreto del 15 de marzo de 2007, ha aprobado las modificaciones aportadas a los estatutos de la Obra de María (Movimiento de los Focolares). Con decreto del 15 de marzo de 2007, ha aprobado los nuevos estatutos de la Association Internationale des Charités (AIC). Con decreto del 25 de marzo de 2007, ha reconocido como asociación internacional de fieles, la asociación Franciscanos de María, aprobando sus estatutos “ad experimentum”. Con decreto del 5 de abril de 2007, ha reconocido como asociación internacional de fieles la asociación Les Maisons d’Adoration, aprobando sus estatutos “ad experimentum”. Con decreto del 11 de abril de 2007, ha aprobado los nuevos estatutos del Mouvement International des Intellectuels Catholiques (MIIC - Pax Romana). Con decreto del 26 de abril de 2007, ha aprobado los nuevos estatutos de la Association Catholique Internationale de Services pour la Jeunesse Féminine (ACISJF - In Via). Con decreto del 19 de mayo de 2007, ha concedido a la asociación Institute for World Evangelisation - ICPE Mission la aprobación definitiva de los estatutos. Con decreto del 26 de mayo de 2007, ha concedido la aprobación definitiva de los estatutos de la Comunità Missionaria di Villaregia. Con decreto del 27 de mayo de 2007, ha aprobado los nuevos estatutos de la Fédération Internationale des Hommes Catholiques (FIHC – Unum Omes). Con decreto del 15 de junio de 2007, ha reconocido como asociación internacional de fieles a la asociación Apostolate for Family Consecration, aprobando sus estatutos “ ad experimentum ”. Actualmente, el Dicasterio está procediendo al examen de las solicitudes de reconocimiento canónico presentadas por las siguientes agregaciones laicales: Alliance of the Holy Family International, Fondacio, Comunidad Católica de Integración, Families of Nazareth Movement, Milicia de Santa María, Famiglia Speranza, Renovación Carismática Siervos de Cristo Vivo, Movimiento Luz-Vida, Movimiento Apostólico de Schönstatt, Hogares Nuevos-Obra de Cristo, Comunità Cenacolo, Comunidad Cançao Nova, Cellule Parrocchiali di Evangelizzazione, Pan- American Health Care Network, Fédération Internationale des Centres de Préparation au Mariage, Movimiento de la Palabra de Dios. Prosigue el proceso de reorganización canónica de las Organizaciones Internacionales Católicas (OIC). Hasta ahora han sido aprobados los nuevos estatutos de diez de estas realidades: ACISJF - In Via, AIC, BICE, CIJOC, FIHC - Unum Omnes, FIMARC, MIAMSI, MIIC - Pax Romana, UCIP, UMOFC. Entre noviembre de 2006 y abril del presente año tuvieron lugar las visitas ad limina de los obispos italianos. Los prelados se turnaron región por región para manifestar la plena comunión con la Sede de Pedro, expresando personalmente su gratitud al Santo Padre por su intervención en el reciente Convenio nacional de la Iglesia italiana en Verona, contribución esencial para orientar la pastoral en Italia para los próximos años. Nuestro Dicasterio acogió a la delegación de Lazio, Emilia y Romagna, Marche, Puglia, Sicilia y Toscana. Los encuentros confirmaron las palabras del Papa en Verona, que describen Italia como “un terreno muy favorable para el testimonio cristiano”, donde “las tradiciones cristianas con frecuencia aún están arraigadas y siguen produciendo frutos, mientras que se está llevando a cabo un gran esfuerzo de evangelización y catequesis, dirigido en particular a las nuevas generaciones, pero también cada vez más a las familias”. Los obispos dieron testimonio tanto de la reanudación del asociacionismo tradicional como de la sorprendente difusión de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades, que están contrarrestando eficazmente el avanzar del relativismo, extrema deriva de la secularización y, según Benedicto XVI, “un corte radical y profundo no sólo con el cristianismo, sino, más en general, con las tradiciones religiosas y morales de la humanidad”. Los obispos nos informaron sobre los progresos del “ proyecto cultural ” elaborado por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) con la contribución de numerosos laicos, y definido por el Papa “ una intuición feliz y una contribución muy importante ” para que los católicos dispongan de instrumentos idóneos para hacer crecer la cultura del país. Una obra de auténtica evangelización “ nunca consiste sólo en adaptarse a las culturas, sino que siempre es también una purificación, un corte valiente, que se transforma en maduración y saneamiento, una apertura que permite nacer a la “ nueva criatura ” que es el fruto del Espíritu Santo ”. Recorrimos con los obispos los cinco ámbitos de la existencia humana, que determinaron la organización del debate del Convenio de Verona, es decir, hablamos del testimonio de los fieles laicos sobre la vida afectiva y la familia, sobre el trabajo y la fiesta, sobre la educación y la cultura, sobre las condiciones de pobreza y enfermedad, sobre la responsabilidad en la vida social y política. En este contexto se profundizó el tema de la formación cristiana como descubrimiento de la potencialidad implícita en los sacramentos de iniciación para que, según las indicaciones del Papa, “ se realice efectivamente, en la realidad diaria de nuestra vida, lo que el Espíritu Santo ha emprendido en nosotros con el bautismo: estamos llamados a ser hombres y mujeres nuevos, para poder ser auténticos testigos del Resucitado y de este modo portadores de la alegría y de la esperanza cristiana en el mundo, concretamente en la comunidad de hombres y mujeres en la que vivimos ”. El compromiso social y político de los católicos muestra signos alentadores de reactivación, después de un período en el que prevalió una actitud de renuncia, de aplanamiento respecto a posiciones ajenas a la experiencia cristiana. Pero aún hay que trabajar para que se pueda afrontar, según el deseo del Pontífice, con “ determinación y claridad de propósitos, el peligro de opciones políticas y legislativas que contradicen valores fundamentales y principios antropológicos y éticos arraigados en la naturaleza del ser humano, en particular con respecto a la defensa de la vida humana en todas sus etapas, desde la concepción hasta la muerte natural, y a la promoción de la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión que contribuirían a desestabilizarla, oscureciendo su carácter peculiar y su insustituible función social ”. Por otro lado, el Papa reconoció en Verona que “ el testimonio abierto y valiente que la Iglesia y los católicos italianos han dado y están dando a este respecto son un valioso servicio a Italia, útil y estimulante también para muchas otras naciones. Ciertamente, este compromiso y este testimonio forman parte del gran “ sí” que como creyentes en Cristo decimos al hombre amado por Dios ”. Contactos con asociaciones y movimientos
Otros encuentros
* * * Actividades en el Centro Internacional Juvenil “San Lorenzo” El 2 de febrero, fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, S.E. Mons. Renato Boccardo, secretario general del Estado de la Ciudad del Vaticano, celebró la santa misa en el Centro “ San Lorenzo ”. El 16 de febrero, la santa misa fue celebrada por Mons. Mauro Parmeggiani, prelado secretario del Vicariato de Roma y responsable de la pastoral juvenil diocesana. El 9 de marzo, S.E. Mons. Stanisław Ryłko celebró la santa misa para los jóvenes a quienes, después de la eucaristía, presentó el mensaje de Benedicto XVI a los jóvenes del mundo para la XXII Jornada mundial de la juventud. El 4 de mayo, S.E. Mons. Clemens, en el Centro Internacional San Lorenzo, tuvo un encuentro y celebró la santa misa con un grupo de estudiantes de la Internationale Akademie für Evangelisation (IAE), escuela internacional de evangelización de la Comunidad del Emmanuel en Viena. En la tarde del 14 de junio, celebró Mons. Kohn la santa misa en la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, después de haber tenido una reunión con los responsables de la animación del Centro – P. Sébastien Dehorter, capellán, Pamela Fabiano y Leen den Blauwen – para hacer una evaluación del año 2006/2007 y reflexionar sobre el proyecto para 2007/2008. Sobre la animación del Centro Mons. Kohn tuvo también un encuentro con el P. Xavier Brizard, responsable de los jóvenes en la Comunidad del Emmanuel. Últimas publicaciones Colección “Laicos hoy”
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