EL ROL DEL DELEGADO NACIONAL
P. Ferdinand Pratzner, S.S.S.
1.0. Una mirada sobre el origen de los Congresos Eucarísticos Los Congresos Eucarísticos Internacionales tienen su raíz (antes de los Congresos Eucarísticos nacionales y diocesanos) en la segunda mitad del siglo XIX en la espiritualidad Eucarística de San Pedro Julián Eymard (1811 – 1868) que había comprendido que la verdadera fuerza de la renovación de la Iglesia, que estaba marginada por una sociedad secularizada, era la fe en Jesucristo presente en el Sacramento del Amor de Dios que es la EUCARISTÍA. Siguen siendo actuales todavía las palabras con las cuales el Padre Eymard ha descrito la situación religiosa de su tiempo: “El gran mal del tiempo es, que no se recurre a Jesucristo como Salvador y como Dios. Se abandona el único fundamento, la única ley, la única gracia de la salvación. El mal de la piedad estéril es porque ya no viene de Jesucristo y no lleva a Él. Nos detiene por el camino, nos complace en formas externas... El amor divino que ya no pone su vida, su centro en el Sacramento de la Eucaristía ya no tiene las condiciones necesarias para explicar su fuerza. Se apaga muy pronto como un fuego que no se alimenta; rápidamente se convierte en un amor puramente humano... Entonces, ¿qué podemos hacer? Regresar a la fuente de la vida, a Jesús; no sólo al Jesús que pasaba por Judea o al Jesús glorioso en el cielo, sino siempre y sobre todo a Jesús presente en la Eucaristía... Se sabe bien: un siglo se desarrolla en razón de su culto a la divina Eucaristía. Esta es la vida y la medida de su fe, de su caridad y de su virtud. Que este Reino de la Eucaristía venga más y más: bastante largo tiempo han reinado sobre la tierra la impiedad y la ingratitud. Venga tu Reino” (P.J. Eymard, en: Le très Saint Sacrement, juillet 1864, pp. 12-13). Fuertemente cogido por este Amor se apresuró a hacerlo conocer promoviendo el sentido de la adoración Eucarística y la obra de las primeras comuniones por medio de los sacerdotes y laicos. Encendido con tal “fuego espiritual” “él abrió el camino para aquellos congresos, que constituirían un triunfo estupendo de Jesús presente en la Eucaristía”. Fue una hija espiritual, la señorita Emilie Tamisier (1834 – 1910) a tomar la iniciativa de organizar, superando no pocos obstáculos y con la ayuda de otros laicos, sacerdotes, obispos y la bendición del Papa León XIII, el primer Congreso Eucarístico Internacional en 1881 en Lille en Francia. “Hacer conocer, amar y servir, siempre mejor a Nuestro Señor Jesucristo en su Misterio Eucarístico, centro de la vida de la Iglesia y de su misión para la salvación del mundo” (Estatuto del Pontificio Comité art. 2). Con estas palabras se definió desde el principio la visión original de los Congresos Eucarísticos Internacionales que como fuego debían encender las cuatro puntas del mundo. 2.0. La Preparación y continuación de los Congresos Eucarísticos Internacionales 2.1. Los Comités Eucarísticos Nacionales Después del primer Congreso Eucarístico Internacional de Lille en 1881 se constituyeron los primeros comités nacionales permanentes. En el Congreso Eucarístico Internacional de Bruselas en 1898 se expresó el deseo: “Sería útil que todos los países imitaran el ejemplo de los Obispos de España, Italia y de los Estados Unidos, de constituir un Comité Nacional para promover juntamente con los Comités diocesanos más fácilmente las obras del Santísimo Sacramento y para asegurar los frutos de los Congresos Eucarísticos”. El Reglamento del Comité permanente de los Congresos Eucarísticos Internacionales de 1930 afirma en el artículo 9 bajo el título Comités Nacionales, Regionales y Diocesanos: “Para facilitar la preparación de los Congresos y para que produzcan resultados concretos y duraderos, el comité Permanente procura crear, de acuerdo con la autoridad eclesiástica, los Comités Nacionales, Regionales y Diocesanos, con los cuales el secretario general tiene relaciones frecuentes, no solamente referentes a los Congresos mismos, sino también para promover y desarrollar todas las obras que pueden contribuir a aumentar el honor debido a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento del Amor”. La lista de los Comités Permanentes nacionales es del 1° de noviembre 1957. Las siguientes son las naciones: Argentina, Brasil, Canadá, Costa Rica, Francia, India, Italia, México, Holanda, Estados Unidos de América, España, Uruguay. 2.2. Institución y rol de los Delegados Nacionales Un Congreso Eucarístico Internacional no puede contentarse solamente con las celebraciones y las varias manifestaciones en las cuales la Eucaristía aparece sólo durante algunos días como el centro de la Iglesia. Como acontecimiento de la Iglesia universal trata de comprometer en la preparación pastoral y en el trabajo, después del Congreso, a las Iglesias particulares de todos los continentes: las diócesis, las parroquias, las comunidades religiosas, las asociaciones y los movimientos eclesiales de manera especial si tienen ya una espiritualidad eucarística. Para la preparación pastoral de los Congresos Eucarísticos Internacionales era necesario encontrar en las Iglesias particulares –por la falta, casi total de los Comités Permanentes Nacionales– la solución en la institución de los Delegados Nacionales, comenzando en los años 60 ya que sólo existían los Comités permanentes nacionales de Italia y de las Filipinas. La institución de los Delegados Nacionales para los Congresos Eucarísticos Internacionales es reciente y ha sido aprobada por el Siervo de Dios Juan Pablo II el 2 de abril 1986. Por lo tanto, el Presidente del Comité Pontificio pide –según el Estatuto de 1986– a las Conferencias Episcopales y a los Sínodos Patriarcales “que nombren los Delegados Nacionales, los cuales se comprometen en la preparación de los Congresos y cuando es necesario constituyen, con la aprobación y concurriendo la autoridad eclesiástica local, los Comités Eucarísticos Nacionales” (Art. 3b). El fin sigue siendo siempre actual y es el que desde el principio ha inspirado los Congresos Eucarísticos: “Siempre hacer conocer, amar y servir mejor a Nuestro Señor Jesucristo en su Misterio Eucarístico, centro de la vida de la Iglesia y de la misión de la Iglesia” (Tema del XI Sínodo Ordinario de los Obispos sobre la Eucaristía en el Año de la Eucaristía 2005). En la última Asamblea Plenaria del 5 de noviembre 2002 el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II habló de la importancia del rol del Delegado Nacional en lo que se refiere a la preparación y al trabajo después de los Congresos Internacionales”... cuánta mayor importancia tiene la obra de los Delegados Nacionales, nombrados por su respectiva Autoridad de las Iglesias del Occidente y del Oriente. Ellos están llamados a sensibilizar sus Iglesias sobre el tema del Congreso Internacional sobre todo durante el periodo de su preparación, para que llegue a ser un acontecimiento fundamental del cual fluyan en las Iglesias particulares frutos de vida y de comunión... Los Congresos Eucarísticos Internacionales contribuyen también a este fin que es exquisitamente eclesial. La participación de los fieles provenientes de diversos lugares para participar en este acontecimiento eucarístico simboliza, de hecho, la unidad y la comunión. Los Delegados Nacionales pueden llevar a sus comunidades el espíritu del fervor eucarístico y de comunión que se vive en estos tiempos intensos de adoración, de contemplación, de reflexión y de compartir. El congreso, vivido profundamente, es un fuego para forjar animadores de comunidades eucarísticas vivas y evangelizadores de aquellos grupos que todavía no conocen en profundidad el amor que está en la Eucaristía”. Concluía exhortando a perseverar “con empeño y pasión” en este apostolado eucarístico, “animando y difundiendo la devoción eucarística en todas sus diferentes expresiones”. 3.0. Sugerencias para la preparación pastoral y para después del Congreso Las palabras del siervo de Dios, Juan Pablo II, nos ofrecen indicaciones fundamentales en las cuales nos podemos inspirar para la preparación y el trabajo después de cada Congreso Eucarístico Internacional: 1° Los Delegados Nacionales “están llamados a sensibilizar sus Iglesias sobre el tema del Congreso”. Esto comporta, en primer lugar la difusión del Texto Base en los diferentes idiomas por medio de la prensa y otros medios de comunicación en las diferentes diócesis como también en los centros pastorales, que, a su vez, deben promover un conocimiento vasto detallado en las parroquias y las comunidades religiosas. Organizar días de estudio, las llamadas semanas eucarísticas, los ejercicios espirituales y días de retiro espiritual particularmente para sacerdotes, religiosos /as, para laicos comprometidos y para los jóvenes aprovechando los tiempos fuertes de Adviento y de Cuaresma y de la semana antes de la Fiesta de Corpus Domini. Por lo tanto, serían necesarios subsidios preparados sobre el Texto Base para la catequesis eucarística, las homilías y los esquemas de adoración. 2º El Papa ha afirmado que los Congresos Eucarísticos Internacionales, contribuyen al “fin exquisitamente eclesial” de unidad y de comunión para la “participación de los fieles que provienen de diversas partes”. Por lo tanto, conviene suscitar y promover este espíritu de comunión eclesial en las iglesias particulares a través de Congresos Eucarísticos nacionales, diocesanos y otros. 3º. Sobre el trabajo después del Congreso el Papa estimula a los Delegados nacionales para que “puedan llevar a sus comunidades el espíritu de fervor eucarístico y de comunión que se vive en estos tiempos fuertes de adoración, de contemplación, de reflexión y de compartir”. Un conocimiento profundizado de la Eucaristía debe comprometer a los Obispos, los sacerdotes, los catequistas y otros agentes pastorales, con el fin de que puedan impartir una catequesis eucarística que sea lo más completa posible y que promueva una vida cristiana de servicio, de compartir y de solidariedad sobre todo con los pobres. 4º. “El Congreso vivido en profundidad es fuego para forjar animadores de comunidades eucarísticas vivas y evangelizadores de aquellos grupos que aun no conocen profundamente el amor que encierra la Eucaristía”. El Papa no incita a un espíritu eucarístico intimista, sino misionero que haga redescubrir el amor profundo en la Eucaristía centro de las comunidades verdaderamente cristianas que, a su vez, dan testimonio de la fuerza evangelizadora. Por lo tanto, es conveniente darse cuenta del nivel de fe eucarística de los fieles invitando a cada parroquia, a cada comunidad religiosa, a cada responsable de la Iglesia y de los Santuarios a un examen de conciencia o de verificación sobre el estilo de las celebraciones eucarísticas y del culto de adoración fuera de la Misa y sobre la vida coherente personal y social. Por fin, no parece inútil recordar de nuevo las palabras en síntesis pronunciadas por Juan Pablo II en la Asamblea Plenaria de 1988 en preparación del 44º Congreso Eucarístico Internacional de Seúl en Corea del Sur: “El congreso debería comprometer a cada diócesis, a cada parroquia, a las comunidades religiosas, a los movimientos eclesiales; todos deberían sentirse llamados a participar espiritualmente por medio de una catequesis más intensa sobre la Eucaristía, con una participación más conciente y activa en la Liturgia Eucarística y con el sentido de adoración que ayuda a interiorizar la celebración del misterio pascual que transforme, siguiendo el ejemplo de Cristo, la vida entera en una ofrenda por la vida del mundo” (cf. Jn 10,10-11). Durante la última Asamblea Plenaria del mes de noviembre 2002 el Reverendo Padre Jesús Castellano Cervera, OCD, desde 2005 miembro del Comité Pontificio, y que desgraciadamente falleció repentinamente el 15 de junio pasado, en su relación intitulada: “La Eucaristía en la Iglesia Universal y en las Iglesias particulares” habló de una “visión” renovada de los Delegados Nacionales que “deben ser los animadores permanentes del culto eucarístico en sus respectivas naciones e Iglesias locales, para mantener vivo el impulso y la llama entre los dos Congresos, como puente vital, de un acontecimiento al otro”. Conclusión En su historia de más de cien años, los Congresos Eucarísticos Internacionales manifiestan la fe de la Iglesia respecto a la Eucaristía: son un reflejo de la vida eucarística en cada época. No sólo muestran la riqueza de la Eucaristía celebrada, venerada y vivida en las diferentes culturas, pero a veces tenían un significado profético: anunciaban y anticipaban lo que debería ser el sitio central de la Eucaristía en la Iglesia que preanuncia el día en el cual Dios preparará un banquete solemne “para todos los pueblos”, “un banquete con vinos elegidos, comidas exquisitas” (Is 25, 6). Los Delegados nacionales se han insertado en esta historia de los Congresos Eucarísticos Internacionales que fue abierta por un Sacerdote (San Pedro Julián Eymard), porque cogido fuertemente del don inestimable del Amor de Cristo perpetuado en la Eucaristía. Los Delegados Nacionales a su vez, encendidos de tal fe y amor hacia Jesucristo en la Eucaristía pueden continuar a caminar en este camino a través del mundo hacia la ciudad de Québec en el Canadá donde se está preparando la “Statio Orbis” en el 2008.
Para terminar algunas preguntas: 1° ¿Se invita a los Delegados Nacionales a formar parte de la Comisión Episcopal de la Liturgia o de la Pastoral, o a participar cuando se tratan argumentos referentes a la Eucaristía? 2° ¿Cuáles son las posibilidades de promover iniciativas que tienen el fin de aumentar en sus diferentes dimensiones el culto eucarístico fuera de la Misa? (Cfr. Estatuto, art. 3c). 3° ¿Cuáles son las relaciones del Delegado Nacional con las Asociaciones y Movimientos Eucarísticos? (Cfr. Estatuto, art. 3 d). 4° ¿Habéis ofrecido a los Obispos vuestros servicios de conferencias en las diferentes diócesis?
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