Auditorio de la Expo, Guadalajara (México)
Lunes 11 de octubre de 2004
ÂÂLa Iglesia vive de la EucaristíaÂÂ (EdE 1). El testimonio personal del Papa Juan Pablo II ilustra esta verdad fundamental de la doctrina Católica en una manera que anima a los católicos por todo el mundo a imitar su devoción al Santísimo Sacramento. Escuchen la recolección del Santo Padre que se encuentra en su más reciente encíclica Ecclesia de Eucharistia: ÂÂDesde hace mas de medio siglo, cada día, a partir de aquel 2 de Noviembre de 1946 en el que celebré mi primera misa en la cripta de San Leonardo de la catedral del Wawel en Cracovia, mis ojos se han fijado en la hostia y el cáliz en los que, en cierto modo, el tiempo y el espacio se han ÂÂconcentradoÂÂ y se ha representado de manera viviente el drama del Gólgota, desvelando su misteriosa ÂÂcontemporaneidadÂÂÂÂ (EdE 59). Hoy, nosotros que somos privilegiados a estar presente en Guadalajara nos detenemos a este mismo misterioso ÂÂcontemporaneidadÂÂ cuando cada uno de nosotros nos arrodillamos en adoración ante el Señor Eucaristía, descubrimos que estamos profundamente juntos en la vida y misión de la Iglesia. En otras palabras, nos encontramos unidos ÂÂprofundamente en Cristo.ÂÂ
Los congresos eucarísticos dan a todos los católicos en el mundo una oportunidad extraordinaria a desarrollar su amor común por la eucaristía. Esta celebración del Congreso Eucarístico en México excepcionalmente marca el comienzo de una época que el Santo Padre ha dedicado expresivamente como ÂÂAño de la Eucaristía.ÂÂ Durante los meses después de octubre, la Iglesia entera sacara renovada fuerzas del regalo que Cristo les dio primero a los Apóstoles en la noche antes de sufrir. El Santo Padre quiere que cada uno de nosotros retome de nuevo el llamado dado al comienzo del nuevo Milenio: ÂÂComienza de nuevo desde Cristo.ÂÂ En Octubre del 2005, la Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos triará en este año de gracia y devoción a su conclusión. Al mismo tiempo, obispos de todo el mundo se reunirán de nuevo en Roma para considerar el especifico tema propuesto por el Santo Padre: ÂÂLa Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y misión de la Iglesia.ÂÂ
La Eucaristía ocupa el centro de la vida de la Iglesia. En cada misa, oímos al sacerdote proclamar, ¡Mysterium Fidei! ¡El Misterio de la Fe! Esta misma Santísima Eucaristía es el centro de la realidad sacramental de la Iglesia. Desde el momento que la sangre y el agua broto del costado de Cristo, comenzó a existir en el mundo una fuente de vida divina que permanece sin igualdad. Por siglos, artistas cristianos han retratado la preciosa sangre y el agua que broto de las heridas de Cristo siendo detenidos por medio del ministro de ángeles y hombres que soportan la copa. Ninguna gota debe ser desperdiciada. Estas imágenes retratan la fuente de la vida sacramental en la Iglesia, se atiene como la fuente de salvación para cada persona en el planeta. El agua: un bautismo. La sangre: una Eucaristía. De la Eucaristía, viene la comunión de la Iglesia.
Me han pedido que represente la sección del norte del continente americano, concretamente Canadá y Estados Unidos, y me han requerido que comente sobre la situación actual de la practica y devoción Eucarística de estas dos naciones. Para poder reflexionar adecuadamente las circunstancias de esta lingüística diversidad y enorme región geográfica de nuestro continente, les escribí a varios obispos de Canadá y los Estados Unidos, y les pregunte que me proporcionaran un corto relato de las brillantes y menos que brillantes puntos de la practica de la Eucarística en sus diócesis y regiones. Era mi intención aprender a primera mano, de los pastores de la Iglesia, como la misión de la Iglesia de hacer la Eucaristía ÂÂla fuerza generadora de la unidad del Cuerpo de CristoÂÂ (EdE 24) esta progresando en la parte norte del continente americano.
Las Luces
1. El signo mas notable es de la extensión viviente de la devoción a la eucarística, permanece la practica de frecuente comunión. No debemos desvalorar este desarrollo eclesial. La gracia que el Papa San Pío X, el Papa de la Eucaristía, medio a la Iglesia al comienzo del siglo veinte sigue floreciendo en las parroquias de Norte América. Ya no es el caso de desordenados escrúpulos sobre el valor personal para comunicar a la gente no permitida a entrar en una comunión Eucarística que es la Iglesia, y que solo, satisface la necesidad para la comunión fraternal entre los hombres y mujeres. Uno recuerda los anhelos que marco los ardientes deseos de los santos del siglo veinte como Santa Teresa de Lisieux y bendita Imelda Lambertini al recibir la Eucaristía. Hoy estos deseos se encuentran en niños católicos ya que obtienen la edad de discreción. Para mi, esta actual disciplina en la Iglesia compensa por la primer luz de la practica Eucarística.
2. Otra Luz que ocurre en las Parroquias de los Estados Unidos y Canadá es la realización de las instrucciones del Concilio Vaticano II que cada miembro de la celebración Eucarística participe completamente, conscientemente, y activamente en la acción litúrgica. Miembros de la Iglesia desde luego que cumple con este mandato de acuerdo de la estación de cada uno en la Iglesia. La unidad que la Eucaristía significa, aparece en su propia diferencia cada vez que los varios miembros de la asamblea cumple las funciones propias de sus varias oficinas o roles. En el centro de la acción Eucarística esta indispensablemente el sacerdocio que el solamente puede ofrecer con eficacia el sacrificio Eucarístico en unión con los obispos por medio de el, con el Obispos de Roma. Alrededor del sacerdote que se sacrifica, nosotros también observamos a los lectores, acólitos, músicos, persona que lleva la ofrenda, y otros ministros reconocidos o servidores que demuestran la diversidad en la que la acción Eucarística se hace un pan, un cuerpo. La mayoría de los que asisten a la celebración eucarística participa en reuniéndose con la intención del celebrante, y por medio de el a adorar a Cristo mismo. (ver EdE 16). Sin esta mínima implícita intención, esos que asisten a la misa se quedan cortos de lo que la Iglesia entiende como completa, activa y consciente.
3. Entre los puntos brillantes que brilla adelante en la gente católica de Canadá y de los Estados Unidos, a mi me gustaría especialmente recordar la practica de adorar la Eucaristía fuera de la misa. Esta importante luz brilla mas radiante cada día según como los católicos respondan a la invitación del Papa Juan Pablo II que el da en forma de una pregunta: ¿Cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? (EdE 25). Nosotros sabemos que los misioneros que vinieron al nuevo mundo a mediados del siglo dieciséis trajeron con ellos las practicas de la Reforma Eclesial que se recorrieron por toda la Iglesia en los umbrales del Concilio de Trento. En México, para citar un ejemplo, las custodias de la época colonial Barroco esta como un silencioso recordatorio de la devoción del aprecio de fe de nuestros antepasados hacia la Eucaristía expuesta para todos adorar en los altares de las iglesias cristianas. Aquellos depravados de la luz del Evangelio esperaron los tiempos designados del amanecer y puesta del sol para ofrecer sus tributos al dios sol. Cristianos se alegraron que el verdadero hijo de justificación brille a cada momento durante el día, donde quiera que el corazón de Jesús en el Santísimo Sacramento del altar es alabado, adorado, y glorificado.
Es una fuente de animo y alegría excepcional, entonces, para observar la adoración Eucarística que ahora florece al curso, de la renovación pos-conciliar del que el Papa Juan Pablo II ha presidido por mas de veinticinco años. Aunque lo que es mas importante de anotar, es la atracción de que nos arrodillamos ante el Señor Eucaristía parece ser mas fuerte entre la juventud norteamericana. (Y yo estoy seguro que es lo mimo para los países de Latino América). Yo he sido privilegiado a observar este fenómeno, que considerando todo, sugiere ninguna otra explicación que la gracia del Espíritu Santo. Seria imposible identificar todos los lugares donde la practica de la adoración de la Eucaristía forma el corazón de una comunidad particular. Dejen que cite un ejemplo, la Universidad Franciscana de Steubeville localizada en el estado de Ohio. Ahí, sobre el periodo de varias décadas, los estudiantes han desarrollado agresivamente la tradición de la adoración a la Eucaristía. Y otros ejemplos pudieran ser citados en Canadá y Estados Unidos, especialmente en el ambiente parroquial. Un sacerdote joven que conozco a comenzado a exponer al Santísimo por un corto tiempo después de la misa parroquial de la mañana, y el permanece ahí con aquellos que desean prolongar su ÂÂoración de adoración ante el Cristo presente bajo las especies EucaristíaÂÂ (EdE 25). Yo personalmente encontré esto reconfortante sobre las estadísticas que llegaron de los obispos que consulte. Estos indicaban que el numero de capillas eucarísticas en la diócesis han multiplicado en años recientes, y que las ocasiones cuando las devociones eucarísticas son realizadas a aumentado en cada año que pasa.
4. Otro punto brillante revela como la Eucaristía santifica al mundo surge en la misma persona del Santo Padre. Ya he citado de sus palabras en la reciente carta encíclica, Ecclesia de Eucharistia. La Iglesia, el Papa nos recuerda, nace de la Eucaristía. Pero no se nos debe olvidar las muchas y varias formas en que el Santo Padre mismo a tratado de poner la Eucaristía en el centro de las vidas de cada creyente cristiano. La larga serie de el Día de la Juventud Mundial alcanza un momento espléndido de cómo el Papa Juan Pablo II atrae a la gente joven (y otros) a Cristo por medio de su testimonio de fe y la celebración de los sacramentos. No solamente impresionan el numero de comunicantes jóvenes, pero también el numero de gente joven que recibe el sacramento de la reconciliación (me gustaría aplaudir a los sacerdotes que se ponen a la disposición de los ejercicios extraordinarios de la nueva evangelización). El Día de la Juventud Mundial se da momentos privilegiados para la catequesis. Veremos esto suceder de nuevo en Cologne, Alemania en 2005. En mi punto de vista, el papado del Papa Juan Pablo II será recordado por su constante devoción a tres misterios cristianos. La misión universal de la Iglesia, el sacramento de la Eucaristía, y la Virgen Madre de Dios. Cada uno de estos misterios representa una única y central misterio de mediación que los cristianos de todas partes reconocen, esto es posible una vez y por siempre en el nacimiento, vida, pasión, muerte y resurrección del Señor Jesucristo. Sin descansar, el Papa Juan Pablo II nos invita a abrazar Nuestro Señor con completa devoción. Esta apertura ocurre en un modo que sobre pasa cualquier otra forma de unión personal con el salvador en el momento cuando cualquier miembro bautizado de la Iglesia dignamente recibe el cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo en la Eucaristía.
Las Sombras
El enfoque de las sombras es con la intención a iluminar esas áreas de la practica Eucarística y utilización de la liturgia donde la Nueva Evangelización todavía tiene que alcanzar su plena y completa exposición.
1. Generalmente reportan que aquellos que asisten a misa regularmente los domingos y días santos de obligación han declinado en numero. Hemos perdido el sentido del Domingo como un día dedicado al Señor, para descansar y recrear, y cuando es posible estar con la familia. Es importante recordar la Carta Apostólica del 1998, Dies Domini, ÂÂEn observar el día del SeñorÂÂ. Ahí, el Santo Padre nos recuerda que ÂÂcuando el domingo pierdo el significado originario y se reduce a un puro ÂÂfin de semanaÂÂ, puede suceder que el hombre quede encerrado en un horizonte tan restringido que no le permite ya ver el ÂÂcieloÂÂ. Entonces, aunque vestido de fiesta interiormente es incapaz de ÂÂhacer fiestaÂÂ (Dies Domini 4). El Papa nos recuerda que hay intersecciones de valores humanas y divinas en observar el día santo Sábado. En el centro de este misterio de la creación porque hasta el Señor Dios descanso de todo lo que había hecho ÂÂ esta la celebración de la resurrección de Cristo. El Domingo es el Día del Señor. Esto quiere decir que el Sábado Cristiano le pertenece a Dios, y nosotros que somos sus creaturas le debemos en este día el servicio de nuestra adoración. Cuando fracasamos en absolver esta obligación de justicia, que pertenece no solo la ley divina revelada y eclesial, pero también en la ley natural, la persona humana sufre un disminuir de su carácter y dignidad. Ya no podemos ver los cielos. Imagina lo que pudiera pasar si cada persona que esta escuchando mi voz en este momento, invitara a alguien que ya no va a misa los Domingos para regresar a la adoración de Nuestro Señor.
2. Mientras el numero de aquellos que asisten a misa han disminuido, también se pueden encontrar unas sombras entre aquellos que asisten a la Santa Iglesia los domingos o en otras ocasiones, como funerales o bodas. Me parece que se ha desarrollado, especialmente después del Concilio Vaticano II, la presunción del derecho para recibir la Santa comunión. Me detendré en especular las causas de esta perdida dramática de la obligación de prepararse uno mismo a recibir el Cuerpo y Sangre de Cristo. Pero debemos recordar una verdad importante: La Eucaristía intensifica el amor en el corazón de uno que ha sido convertido al Señor. No afecta la conversión del corazón. El sacramento de la reconciliación es la única manera para que el católico se aleje de un serio pecado y reciba el perdón que Dios a confiado a la Iglesia por medio del ministerio de los sacerdotes. Desgraciadamente, se a desarrollado el punto de vista que con el solo hecho de estar presente en la misa y tienes el deseo de comulgar, entonces el o ella disfruta el derecho de recibir la Santa Comunión. Este error no es nuevo; hasta le llamo la atención al Apóstol, que advirtió que cualquier persona que come la Eucaristía en pecado merece su condenación. Todos estamos obligados a adorar a Dios, hasta aquellos que por cualquier razón se encuentra fuera de la comunión del amor de la Eucaristía que crea entre los santos, ÂÂAsí pues, si el cristiano tiene conciencia de un pecado grave, esta obligado a seguir el itinerario penitencial, mediante el sacramento de la Reconciliación, para acercarse a la plena participación en el Sacrificio eucarístico.ÂÂ (EdE 37).
3. Hay una tercera sombra que detiene el esplendor de la Eucaristía de brillar en los católicos. Hay muchos católicos que todavía les faltan disfrutar plenamente los beneficios de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica que ha hecho posible para que ellos reciban. La instrucción en la fe permanece deficiente entre ciertos miembros de la Iglesia. Tristemente, esta privación afectó a los laicos y al clero. A veces la privación de una plena instrucción se manifiesta en y es reforzada en sencillas cosas, como asumir una postura impropia durante la misa. Por ejemplo, cuando alguien esta parado cuando debe arrodillarse. Otras veces, la privación afecta el conocimiento que los católicos debe poseer sobre la Eucaristía misma, el sacerdocio apostólico, y el carácter sacrificial de la misa. Se extenderá más allá de mi propósito de este momento para proporcionar un relato agotado de la deficiencia teologal y catequética de la Eucaristía, o para comentar en los abusos litúrgicos, que brotan de estas deficiencias. Es suficiente observar que la Iglesia ha proporcionado remedios para esta privación. Me gustaría mencionar especialmente el Catecismo de la Iglesia Católica, las ÂÂcartasÂÂ del Jueves Santo del Papa a los sacerdotes de todo el mundo, especialmente la reciente encíclica Ecclesia de Eucharistia con el documento que lo acompaño, Redempotionis Sacramentum, publicado hace poco este año. Los laicos y el clero deben estudiar cuidadosamente estos últimos dos documentos; estos completan la instrucción del Concilio Vaticano II sobre la Eucaristía en la misma manera que Veritatis Splendor completo la llamada del concilio a una renovación de la moral teológica. Su eterna conexión con la nueva Instrucción General del Misal Romano también debe ser tomado en cuenta. ¿Por qué tanta preocupación por la Eucaristía y su propio y digna celebración? Papa Juan Pablo II nos da la respuesta. Este sacramento constituye ÂÂlo mas precioso que la Iglesia puede tener en su caminar por la historiaÂÂ (EdE 9).
Nosotros reconocemos estas sombras con tristeza, pero no sin esperanza. Este Congreso Eucarístico Internacional y el Año de la Eucaristía que la anterior mencionada inaugura, puede pedir a la Iglesia esa gracia que pueda deshacer las sombras. Esta es nuestra oración. Que la luz de la Eucaristía ilumine cada miembro de la Iglesia, para que todos puedan descubrir que están unidos ÂÂprofundamente en Cristo.ÂÂ Para la persona humana, no hay ninguna otra plena perfección o posible felicidad.