31 de enero del 2000 Jornada dedicada a la comunión
1. Se propone la celebración de una Liturgia penitencial comunitaria con confesión y absolución individual, para ofrecer a todas las personas consagradas la oportunidad de prepararse dignamente a la celebración del Jubileo. Con este fin es conveniente preocuparse de antemano para que haya un buen número de confesores y los lugares para las confesiones sean bien visibles. 2. Se ofrecen algunas indicaciones, que remiten al Ritual de la Penitencia, con algunas sugerencias complementarias. 3. Sería oportuno, según las circunstancias del lugar, prepararse previamente con un día de ayuno, de manera que lo obtenido de esta privación, junto con otras aportaciones económicas o en especie, se pueda dar a los pobres. El Jubileo al que nos estamos preparando estaría así marcado por la oración, el ayuno y la limosna, signos de comunión con Dios, de reconciliación consigo mismo y de caridad hacia los demás. 4. La liturgia se desarrolla en un clima de sobriedad. Se puede resaltar el crucifijo, puesto de relieve en medio de la asamblea y el símbolo del agua bendita.
Mientras el Presidente con los otros ministros se acercan al presbiterio, la asamblea entona un canto penitencial apropiado. Saludo litúrgico del Presidente: Gracia, misericordia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y de Jesucristo, su Hijo nuestro Señor. Amén. El Presidente de la celebración se dirige a la asamblea con estas palabras u otras similares: Hermanos y hermanas: En este día el Señor nos invita a vivir el encuentro sacramental con Él, teniendo presente el misterio de la comunión a la que Él nos llama. « Con la constante promoción del amor fraterno en la forma de vida común —escribe el Papa— la vida consagrada pone de manifiesto que la participación en la comunión trinitaria puede transformar las relaciones humanas, creando un nuevo tipo de solidaridad. Ella indica de este modo a los hombres tanto la belleza de la comunión fraterna, como los caminos concretos que a ésta conducen. Las personas consagradas, en efecto, viven “para” Dios y “de” Dios. Por eso precisamente pueden proclamar el poder reconciliador de la gracia, que destruye las fuerzas disgregadoras que se encuentran en el corazón humano y en las relaciones sociales » (VC, n. 41). En esta liturgia penitencial queremos pedir perdón para nosotros y para todos, para que se refuerce el vínculo de la comunión con Dios, entre nosotros y entre todos, a través del don del Espíritu Santo que se nos dará como remisión de nuestros pecados en Jesucristo nuestro Hermano y Redentor. El Padre manifestó su gran misericordia reconciliando al mundo en Cristo, restableciendo la paz con su sangre preciosa, y Jesús no sólo exhortó a la penitencia sino que acogió a los pecadores y los reconcilió con el Padre. « Por lo tanto, acerquémonos a Dios, dispensador de la gracia; conseguiremos su misericordia y, por su favor, recibiremos ayuda en el momento oportuno » (Heb 4,16). Todos oran en silencio. El celebrante dice una de las oraciones del Ritual.
Se sugieren estas lecturas: 1a Lectura: Rom 12: La vida cristiana: tener en cuenta a los demás. Salmo responsorial: Del Salmo 50. Aleluya. Evangelio: Jn 13,34-35; 15,10-13: Os doy un mandamiento nuevo. Homilía Para la homilía se puede utilizar el texto preparado: Comunión-Ecumenismo (Apéndice I.B). EXAMEN DE CONCIENCIA Un lector puede sugerir algunas consideraciones para hacer un breve examen de conciencia.
III. Rito de la Reconciliación El Sacerdote invita a todos a ponerse de rodillas. Éste, de pie, ante la Cruz, invita a la penitencia con estas palabras: Hermanos y hermanas: Dios nos llama una vez más a la conversión: oremos para obtener la gracia de una vida nueva en Cristo Señor. Oremos al Señor: Kyrie eleison. Señor Jesús, tú que sanabas a los enfermos y abrías los ojos a los ciegos, tú que perdonaste a la mujer pecadora y confirmaste a Pedro en tu amor, perdona nuestros pecados y danos un corazón nuevo para poder vivir en comunión perfecta. Kyrie eleison. Señor Jesús, tú que quisiste ser llamado amigo de los pecadores, por el misterio de tu muerte y resurrección: líbranos de nuestros pecados y danos tu paz para que podamos dar frutos de caridad, de justicia y de verdad. Kyrie eleison. Señor Jesucristo, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la reconciliación con el Padre en la gracia del Espíritu Santo, y transfórmanos en criaturas nuevas para alabanza de tu gloria. Kyrie eleison. Señor Jesucristo, ten piedad de nosotros, en tu gran misericordia, no mires nuestros pecados y cancela todas nuestras culpas; crea en nosotros un corazón puro y renueva en nosotros un espíritu de fortaleza y de santidad. Kyrie eleison. Señor Jesús, que nos mandaste amarnos los unos a los otros hasta la entrega de la vida, danos tu Espíritu de caridad y de unidad, de comunión y de misericordia, para que podamos amarnos y perdonarnos siempre, como tú nos perdonas y nos amas. Kyrie eleison. Todos se ponen de pie y cantan, como preparación a la confesión, la oración del Señor: Padre nuestro... El Presidente, en silencio, rocía a toda la asamblea con agua bendita como signo de purificación y recuerdo del bautismo. CONFESIONES INDIVIDUALES Se reservará un momento bastante largo para las confesiones. Durante este tiempo se pueden cantar algunos salmos o cantos penitenciales. Durante el tiempo reservado a las confesiones las personas pueden depositar a los pies del Crucifijo, dentro de recipientes apropiados, los dones en dinero o en especie que quieran ofrecer para los hermanos que necesitan ayuda. ORACIÓN DE AGRADECIMIENTO Terminadas las confesiones, el Presidente invita a la Asamblea a agradecer al Señor por el don de la gracia recibida cantando el Magníficat. Terminado el canto, el Presidente concluye la celebración con la siguiente oración: Padre de misericordia y Dios de todo consuelo, que no quieres la muerte sino la conversión de los pecadores, ayuda a tu pueblo para que vuelva a ti y viva. Concédenos escuchar siempre tu voz, dejarnos guiar por tu Santo Espíritu en el camino de la vida y, agradecidos por tu perdón, progresaremos en todo y siempre en la adhesión a Cristo tu Hijo que nos ha llamado a seguirle en el camino de los consejos evangélicos. El, que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Todos: Amén. El presidente invita a la asamblea a darse el signo de la paz, mientras se entona un canto apropiado.
IV. Ritos finales BENDICIÓN CONCLUSIVA Y DESPEDIDA El sacerdote celebrante bendice a la asamblea con una de las fórmulas del Ritual y despide al pueblo. CANTO FINAL La asamblea concluye alabando a Dios con un canto apropiado.
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