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FORMELLE (2009)
BENEDETTO PIETROGRANDE (MILÁN 1928 - )
CAPILLA DEL CENTRO DEL MOVIMIENTO DE LOS FOCOLARES
ROCCA DI PAPA (ROMA)

SEXTA ESTACIÓN
La Verónica enjuga el rostro de Jesús

 

V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R/. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.
 

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 6

Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.

Verónica, una de las mujeres que sigue a Jesús, que ha intuido quién es él, que lo ama, y por eso sufre al verlo sufrir. Ahora ve su rostro de cerca, ese rostro que tantas veces había hablado a su alma. Lo ve demudado, sangriento y desfigurado, aunque en todo momento manso y humilde.

No resiste. Quiere aliviar sus sufrimientos. Toma un paño e intenta limpiar la sangre y el sudor de aquel rostro.

En nuestra vida, a veces hemos tenido ocasión de enjugar lágrimas y sudor de personas que sufren. Tal vez hemos atendido a un enfermo terminal en un pasillo de hospital, hemos ayudado a un inmigrante o a un desocupado, hemos escuchado a un recluso. E, intentando aliviarlo, quizás hemos limpiado su rostro mirándolo con compasión.

Y, sin embargo, pocas veces nos acordamos
de que en cada uno de nuestros hermanos necesitados
te escondes tú, Hijo de Dios.
¡Qué distinta sería nuestra vida
si lo recordáramos!
Poco a poco tomaríamos conciencia de la dignidad
de cada hombre que vive en la Tierra.
Toda persona, bonita o fea, capaz o no,
desde el primer instante en el vientre de la madre
o tal vez ya anciana, te representa, Jesús.
No sólo. Cada hermano eres tú.
Mirándote, reducido a bien poca cosa allí en el Calvario,
entenderemos con la Verónica
que en toda criatura humana podemos reconocerte.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo

Quis non posset contristari,
Christi Matrem contemplari
dolentem cum Filio?

 

© Copyright 2012 - Libreria Editrice Vaticana

 

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