SEGUNDA ESTACIÓN Jesús lleva la cruz, carga con el peso de la verdad
V/. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. Lectura del Evangelio según san Juan 19, 6-7. 16-17 Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Pilato les dijo: «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él». Los judíos le contestaron: «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios»… Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota). Pilato vacila, busca un pretexto para soltar a Jesús, pero cede a la voluntad que prevalece y alborota, que apela a la Ley y lanza insinuaciones. Una vez más se repite la historia del corazón herido del hombre: su mezquindad, su incapacidad para levantar la mirada fuera de sí mismo, para no dejarse engañar por las ilusiones del pequeño provecho personal y elevarse, impulsado por el vuelo libre de la bondad y la honestidad. El corazón del hombre es un microcosmos. En él se deciden los grandes retos de la humanidad, se resuelven o se acentúan sus conflictos. Pero la opción es siempre la misma: tomar o perder la verdad que libera. Humilde Jesús, Ven, Espíritu de la Verdad, Todos: Pater noster, qui es in cælis: Cuius animam gementem, [1] Cf. Tratados sobre el Evangelio de san Juan, 26, 5.
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