JOSEPH FÜHRICH (1800-1876) VÍA CRUCIS 1844-46 IGLESIA DE SAN JUAN NEPOMUCENO - VIENA CUARTA ESTACIÓN Jesús encuentra a su Madre V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum. Lectura del Evangelio según San Juan. 19, 25 - 27 Junto a la cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su Madre, María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su Madre, y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. MEDITACIÓN En los Evangelios no se habla directamente de un encuentro de Jesús con su Madre a lo largo del camino de la cruz, sino de la presencia de María al pie de la cruz. Y allí Jesús se dirige a ella y al discípulo amado, Juan el evangelista. Sus palabras tienen un sentido inmediato: encomendar María a Juan, para que se ocupe de ella. Y un sentido mucho más amplio y profundo: al pie de la cruz María ha sido llamada a pronunciar un segundo “sí”, después del sí de la Anunciación, con el cual se convierte en Madre de Jesús, abriéndonos así la puerta de la salvación. Con este segundo sí, María se convierte en madre de todos nosotros, de todo hombre y de toda mujer por los cuales Jesús ha derramado su sangre. Una maternidad que es signo viviente del amor y de la misericordia de Dios por nosotros. Por eso, los vínculos de afecto y confianza que unen a María con el pueblo cristiano son tan profundos y fuertes; por eso acudimos espontáneamente a ella, sobre todo en las circunstancias más difíciles de la vida. María, sin embargo, ha pagado un precio muy elevado por su maternidad universal. Como profetizó de ella Simeón en el templo de Jerusalén, “una espada te traspasará el corazón” (Lc 2, 35). María, Madre de Jesús y madre nuestra, ayúdanos a experimentar en nuestras almas, en esta noche y siempre, ese sufrimiento lleno de amor que te unió a la cruz de tu Hijo. Todos: Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo. Quæ mærebat et dolebat pia Mater, cum videbat Nati poenas incliti. © Copyright 2010- Libreria Editrice Vaticana |