Vía Crucis - Siglo XX Archivo Casa Generalicia S.V.D.- Roma QUINTA ESTACIÓN Jesús es juzgado por Pilato V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum. Del Evangelio según san Marcos 15, 12-15 Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?». Ellos gritaron de nuevo: «Crucifícalo». Pilato les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho?». Ellos gritaron más fuerte: «Crucifícalo». Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran (Mc 15, 12-15). MEDITACIÓN Pilato parecía poderoso; tenía derecho sobre la vida y la muerte de Jesús. Se complacía en ironizar sobre el «rey de los judíos», pero en realidad era débil, cobarde y servil. Temía al emperador Tiberio, temía al pueblo y a aquellos sacerdotes, a pesar de que los despreciaba en su corazón. Entregó a Jesús para que lo crucificaran, aun sabiendo que era inocente. En su intento veleidoso de salvar a Jesús, dejó libre incluso a un peligroso homicida. Inútilmente buscaba lavarse las manos, que chorreaban sangre inocente. Pilato es la imagen de todos los que detentan la autoridad como instrumento de poder y no se preocupan de la justicia. ORACIÓN Jesús, al declararte valientemente rey, intentaste despertar en Pilato la voz de su conciencia. Ilumina la conciencia de tantas personas constituidas en autoridad, para que reconozcan la inocencia de tus seguidores. Dales el valor de respetar la libertad religiosa. La tentación de adular al poderoso y de oprimir al débil está muy difundida. Y los poderosos son aquellos que han sido constituidos en autoridad, los que controlan el comercio y los medios de comunicación; pero existe también la gente que se deja manipular fácilmente por los poderosos para oprimir a los débiles. ¿Cómo fue posible que aquella gente, que te habían conocido como un amigo lleno de compasión y que sólo hizo el bien a todos, gritara "crucifícalo"? Todos: Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo. Quis est homo qui non fleret, matrem Christi si videret in tanto supplicio? © Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana |