Vía Crucis, Felix Anton Scheffler - 1757 Iglesia de San Martín - Ischl, Seeon (diócesis de Múnich) - Alemania DECIMOTERCERA ESTACIÓN Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum. Lectura del Evangelio según San Mateo 27,55.57-58; 17,22-23 C. Había allí muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde Galilea para atenderle. Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Éste acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran C. Mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos la Galilea, les dijo Jesús: V. «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres y lo matarán, pero resucitará al tercer día». C. Ellos se pusieron muy tristes. MEDITACIÓN Se ha perpetrado el delito: nosotros hemos matado a Jesús.
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Y las llagas de Cristo arden en el corazón de María, mientras que un mismo dolor abraza a la Madre con el Hijo. La Piedad. Sí, la Piedad grita, conmueve e hiere incluso a quien está acostumbrado a herir. La Piedad. A nosotros nos parece que tenemos compasión de Dios, y, en cambio una vez más es Dios quien tiene compasión de nosotros La Piedad. El dolor ya no es desesperado y jamás lo será, porque Dios ha venido a sufrir con nosotros. Y con Dios, ¿cómo se puede desesperar? ORACIÓN María, en el Hijo abrazas a cada hijo y sientes el desgarro de todas las madres del mundo. María, tus lágrimas pasan de siglo en siglo y riegan los rostros y lloran el llanto de todos. María, tú conoces el dolor... pero crees. Crees que las nubes no apagan el sol, crees que la noche prepara la aurora. María, tú que has cantado el Magnificat,
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entónanos el canto que vence el dolor como un parto del que nace la vida. María, ruega por nosotros. Ruega para que llegue también hasta nosotros el contagio de la verdadera esperanza. Todos: Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo. Fac me vere tecum flere, Crucifixo condolore, donec ego vixero.
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Zc 12, 10.
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Lc 1, 46-55. © Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana |