Vía Crucis, Felix Anton Scheffler - 1757 Iglesia de San Martín - Ischl, Seeon (diócesis de Múnich) - Alemania QUINTA ESTACIÓN El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum. Lectura del Evangelio según San Mateo 27, 32; 16, 24 C. Al salir, encontraron a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a que llevara la cruz. Jesús había dicho a sus discípulos: V. «El que quiera venir conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga». MEDITACIÓN Simón de Cirene, tú eres un insignificante y pobre labrador desconocido, del que no hablan los libros de historia. Y, no obstante, ¡tú haces la historia! Has escrito uno de los capítulos más hermosos de la historia de la humanidad: tú llevas la cruz de otro, levantas el madero del patíbulo e impides que aplaste a la víctima. Tú nos devuelves la dignidad a todos nosotros recordándonos que somos nosotros mismos sólo cuando no pensamos en nosotros mismos.
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Tú nos recuerdas que Cristo nos espera en el camino, en el rellano, en el hospital, en la cárcel... en las periferias de nuestras ciudades. ¡Cristo nos espera...!
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¿Lo reconoceremos? ¿Lo asistiremos? ¿O moriremos en nuestro egoísmo? ORACIÓN Señor Jesús, se está apagando el amor y el mundo se convierte en un lugar frío, inhóspito, inhabitable. Rompe las cadenas que nos impiden correr hacia los demás. Ayúdanos a encontrarnos con nosotros mismos en la caridad. Señor Jesús, el bienestar nos está deshumanizando, la diversión se ha convertido en una alienación, una droga: y la publicidad monótona de esta sociedad es una invitación a morir en el egoísmo. Señor Jesús, reaviva en nosotros la llama de humanidad que Dios nos puso en el corazón al inicio de la creación. Líbranos de la decadencia del egoísmo y recuperaremos de inmediato la alegría de vivir y las ganas de cantar. Todos: Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo. Quis est homo qui non fleret, matrem Christi si videret in tanto supplicio?
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Lc 9, 24.
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Mt 25, 40. © Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana |