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MAESTRO DE LA OBSERVANCIA (PRIMERA MITAD DEL S. XV),
TEMPLE SOBRE TABLA - PINACOTECA MUSEOS VATICANOS

SEXTA ESTACIÓN
Jesús es flagelado y coronado de espinas
   

V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del S. Evangelio según Lucas y según S. Juan
Lc 22, 63-65 y Jn 19, 2-3

Los hombres que sujetaban a Jesús
se burlaban de él dándole golpes.
Y tapándole la cara, le preguntaban:
"Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?"
Y proferían contra él otros muchos insultos.

Los soldados trenzaron una corona de espinas,
se la pusieron en la cabeza
y le echaron por encima un manto color púrpura;
y acercándose a él le decían:
"¡Salve, rey de los judíos!"

MEDITACIÓN

A la condena inicua se añade el ultraje de la flagelación.
Entregado en manos de los hombres, el cuerpo de Jesús es desfigurado.
Aquel cuerpo nacido de la Virgen Maria,
qué hizo de Jesús "el más bello de los hijos de Adán",
qué dispensó la unción de la Palabra
- "la gracia está derramada en tus labios" (Sal 45, 3)-,
ahora es golpeado cruelmente por el látigo.
El rostro transfigurado en el Tabor es desfigurado en el pretorio:
rostro de quién, insultado, no responde;
de quién, golpeado, perdona;
de quién, hecho esclavo sin nombre,
libera a cuantos sufen la esclavitud.
Jesús camina decididamente por la vía del dolor,
cumpliendo en carne viva, hecha viva voz, la profecía de Isaías:
"Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que mesaban mi barba.
No oculté el rostro a insultos y salivazos" (Is 50, 6).
Profecía que se abre a un futuro de transfiguración.

ORACIÓN

Jesús,
"reflejo de la gloria del Padre, impronta de su ser" (Hb 1, 3),
has aceptado ser reducido a un pedazo de hombre,
un condenado al suplicio, que mueve a piedad.
Tú llevaste nuestros sufrimientos,
cargaste con nuestros dolores,
fuiste aplastado por nuestras iniquidades (Is 53, 5).
Con tus heridas, cura las heridas de nuestros pecados.
Concede a los que son despreciados injustamente o marginados,
a cuantos han sido desfigurados por la tortura o la enfermedad,
comprender que, crucificados al mundo contigo y como tú (Ga 2, 19),
llevan a cabo lo que falta a tu Pasión,
para la salvación del hombre (Col 1, 24).

Jesús,
pedazo de humanidad profanada,
en ti se revela el carácter sagrado del hombre:
arca del amor que devuelve el mal con el bien.

R /. A ti la alabanza y la gloria por los siglos.

Todos:

Pater noster, qui es in caelis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in tierra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed liberanos a malo.

Quis no posset contristari,
Christi matrem contemplari,
dolentem cum Filio?

   

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