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PENSIONISTA DE LOS SARRACENOS (TRABAJÓ EN ROMA EN 1610-1620) ÓLEO SOBRE TELA - MUSEOS VATICANOS CUARTA ESTACIÓN Jesús es negado por Pedro V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi. R /. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum. Lectura del Evangelioegún San Lucas. 22, 54b-62 Pedro lo seguía desde lejos. Los soldados, encendieron un fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro se sentó entre ellos. Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y le dijo: "También éste estaba con él". Pero él lo negó diciendo: "No lo conozco, mujer". Poco después lo vio otro y le dijo: "Tú también eres uno de ellos". Pedro replicó: "Hombre, no lo soy". Pasada cosa de una hora, otro insistía: "Sin duda, también éste estaba con él, porque es galileo". Pedro contestó: "Hombre, no sé de qué hablas". Y estaba todavía hablando cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: "Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces". Y, saliendo afuera, lloró amargamente. MEDITACIÓN De los discípulos que había huídos, regresan dos, siguiendo a distancia a los soldados y a su prisionero. Movido por una especie de curiosidad, quizás por no darse cuenta del riesgo. Pedro no tarda en ser reconocido: lo delata el acento galileo y el testimonio de quién lo ha visto desenvainar la espada en el huerto de los Olivos. Pedro se refugia en la mentira: niega todo. No se percata de que así reniega de su Señor, desmiente sus ardientes declaraciones de fidelidad absoluta. No entiende que así niega también su propia identidad. Pero un gallo canta, Jesús se vuelve, dirige su mirada a Pedro y da sentido a aquel canto. Pedro entiende y rompe en lágrimas. Lágrimas amargas, pero endulzadas por el recuerdo de las palabras de Jesús: "No he venido para condenar, sino para salvar" (Jn 12, 47). Ahora le reitera aquella mirada de "ternura y piedad", la misma mirada del Padre "lento a la cólera y grande en el amor", "qué no nos trata según nuestros pecados, no nos paga conforme a nuestras culpas" (Sal 103, 8.10). Pedro se sumerge en aquella mirada. En la mañana de Pascua las lágrimas de Pedro serán lágrimas de alegría. ORACIÓN Jesús, única esperanza de los que, débiles y heridos, caen; tú sabes lo que hay en cada hombre (Jn 2, 25). Nuestra debilidad aumenta tu amor y suscita tu perdón. Haz qué, a la luz de tu misericordia, reconozcamos nuestros pasos desviados y, salvados por tu amor, proclamemos las maravillas de tu gracia. Concede a cuantos tienen autoridad sobre los hermanos de jactarse no de haber sido elegidos, sino de sus debilidades por las cuales habita en ellos tu poder (2 Co 12, 9). Jesús, dirigiendo su mirada a Pietro, suscitas lágrimas amargas de arrepentimiento, ríos de paz de nuevo bautismo. R /. A ti la alabanza y la gloria por los siglos. Todos: Pater noster, qui es in cælis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem; sed libera nos a malo. Quæ mærebat et dolebat Pia mater, cum videbat Nati poenas incliti. |