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ANÓNIMO DEL S. XVI
ESMALTE DE LIMOGES SOBRE LÁMINA DE COBRE - MUSEOS VATICANOS

TERCERA ESTACIÓN
Jesús es condenado por el Sanedrín
   

V /. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R /. Quia por sanctam crucem tuam redemisti mundum.

Lectura del Evangelioegún San Lucas. 22, 66-71

Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo,
o sea, sumos sacerdotes y letrados,
y, haciéndole comparecer ante su sanedrín, le dijeron:
"Si tú eres el Mesías, dínoslo".
Él les contestó: "Si os lo digo, no lo vais a creer;
Y si os pregunto, no me vais a responder.
Desde ahora el Hijo del hombre
estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso".
Dijeron todos:
Entonces ¿tú eres el Hijo de Dios?".
El les contestó: vosotros lo decís, yo lo soy."
Ellos dijeron: "¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios?
Nosotros mismos lo hemos oído de su boca".

MEDITACIÓN

Jesús está sólo ante el sanedrín.
Los discípulos han huído.
Desorientados por la detención a la que alguno
trató de reaccionar con la violencia.
Huído también quien poco antes había exclamado:
"¡Vayamos también nosotros a morir con él!" (Jn 11, 16).
El miedo los ha vencido.
La brutalidad del acontecimiento
ha prevalecido sobre su frágil propósito.
Han cedido, arrastrados por la corriente de la vileza.
Dejan que Jesús afronte, solo, su suerte.
Sin embargo, formaban del círculo de sus íntimos,
Jesús los había llamado sus "amigos""(Jn 15, 15).
Alrededor de él ahora queda sólo una muchedumbre hostil,
concorde en desear su muerte.
Ya otras veces se había cernido la muerte sobre Jesús,
cuando aludía a su origen divino.
Ya otras veces, quien lo escuchaba había intentado apedrearlo.
"No por ninguna obra buena -afirmaban-, sino por la blasfemia,
porque tú, que eres hombre, te haces Dios" (Jn 10, 33).
Ahora el sumo sacerdote le apremia
a declarar ante a todos si es o no Hijo de Dios.
Jesús no rehúsa: lo confirma con la misma gravedad.
Firma así la propia condena a muerte.

ORACIÓN

Jesús, testigo fiel (Ap 1, 5)
ante la muerte has confesado serenamente tu identidad divina
y has anunciado tu vuelta gloriosa al final de los tiempos
para llevar a término la obra que el Padre te confió.
Confiamos nuestras dudas a tu misericordia,
el continuo vaivé entre los impulsos de generosidad
y los momentos de desidia,
en los cuales dejamos que "la preocupación del mundo
y el engaño de la riqueza" (Mt 13, 22) ahoguen la chispa
que tu mirada o tu Palabra han hecho brotar
en nuestros corazones endurecidos.
Anima a los que han iniciado el camino del seguimiento,
para que no se asusten ante las dificultades
y las renuncias que se prevén.
Recuérdales que tú eres manso y humilde de corazón
y que tu yugo es suave y tu carga ligera.
Concédeles experimentar el alivio que sólo tú puedes dar (Mt 11, 28-30).

Jesús,
sereno ante la muerte inminente,
sólo justo ante el injusto Sanedrín.

R /. A ti la alabanza y la gloria por los siglos.

Todos:

Pater noster, qui es in cælis:
sanctificetur nomen tuum;
adveniat regnum tuum;
fiat voluntas tua, sicut in cælo, et in terra.
Panem nostrum cotidianum da nobis hodie;
et dimitte nobis debita nostra,
sicut et nos dimittimus debitoribus nostris;
et ne nos inducas in tentationem;
sed libera nos a malo.

O quam tristis et afflicta
fuit illa benedica
mater Unigeniti!

  

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