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#ViaggioApostolico di Sua Santità Francesco in Thailandia e Giappone (19-26 novembre 2019) – Visita privata all’Imperatore Naruhito e Incontro con i giovani nella Cattedrale di Santa Maria Immacolata di Tokyo, 25.11.2019


Visita privata all’Imperatore Naruhito

Incontro con i Giovani nella Cattedrale di Santa Maria Immacolata di Tokyo

Visita privata all’Imperatore Naruhito

Alle ore 11.00 locali (3.00 ora di Roma) il Santo Padre Francesco si è recato al Palazzo Imperiale di Tokyo in visita privata all’Imperatore del Giappone, Sua Maestà Imperiale Naruhito.

Al Suo arrivo il Papa è stato accolto dall’Imperatore all’ingresso del Palazzo e, dopo aver attraversato insieme il cortile, hanno raggiunto la Sala delle udienze. Dopo la foto ufficiale, ha avuto luogo l’incontro privato.

Al termine, l’Imperatore Naruhito ha accompagnato Papa Francesco all’ingresso principale per il congedo. Quindi il Santo Padre si è trasferito in auto alla Cattedrale di Santa Maria Immacolata.

[01876-IT.01]

Incontro con i Giovani nella Cattedrale di Santa Maria Immacolata di Tokyo

Discorso del Santo Padre

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua tedesca

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua portoghese

Traduzione in lingua polacca

Traduzione in lingua araba

Alle ore 11.45 locale (3.45 ora di Roma), il Santo Padre Francesco ha incontrato i giovani nella Cattedrale di Santa Maria Immacolata di Tokyo.

Al Suo arrivo, il Papa è stato accolto all’ingresso della cattedrale da S.E. Mons. Tarcisius Isao Kikuchi, S.V.D., Arcivescovo di Tokyo, dal Parroco e dal Vicario Generale, che Gli hanno porto il crocifisso e l’acqua benedetta per l’aspersione. Quindi ha percorso la navata laterale fino ai piedi dell’altare dove due giovani gli hanno offerto dei fiori che egli ha deposto davanti al Santissimo.

Dopo una breve preghiera silenziosa, Papa Francesco ha raggiunto il podio mentre la corale ha intonato un canto. Dopo le testimonianze di tre giovani – un cattolico, un buddista e un migrante – e l’esecuzione di un canto, il Santo Padre ha pronunciato il Suo discorso. Quindi ha avuto luogo la consegna dei doni al Papa.

Al termine dell’incontro, mentre veniva intonato un canto, Papa Francesco ha lasciato la Cattedrale attraverso la navata centrale ed è rientrato rientra in auto alla Nunziatura Apostolica dove, alle ore 13.00 (5.00 ora di Roma) ha pranzato con i Membri del Seguito Papale.

Pubblichiamo di seguito il discorso che il Papa ha pronunciato nel corso dell’incontro con i giovani:

Discorso del Santo Padre

Queridos jóvenes:

Gracias por venir, gracias por estar aquí. Ver y escuchar vuestra energía y entusiasmo me da alegría y me da esperanza. Les estoy agradecido por esto. También agradezco a Leonardo, Miki y Masako sus palabras de testimonio. Se necesita gran coraje y valentía para compartir lo que se lleva en el corazón como ustedes lo hicieron. Estoy seguro de que sus voces fueron eco de muchos de sus compañeros aquí presentes. ¡Gracias! Sé que en medio de ustedes hay jóvenes de otras nacionalidades, algunos de ellos buscan refugio. Aprendamos a construir juntos la sociedad que queremos para mañana.

Cuando los miro, puedo ver la diversidad cultural y religiosa de los jóvenes que viven en el Japón hoy, y también algo de la belleza que vuestra generación ofrece al futuro. La amistad entre ustedes, su presencia aquí recuerda a todos que el futuro no es monocromático, sino que es posible si nos animamos a mirarlo en la variedad y en la diversidad de lo que cada uno puede aportar. Cuánto necesita aprender nuestra familia humana a vivir juntos en armonía y paz sin necesidad de que tengamos que ser todos igualitos. No nos hicieron a máquina, todos en serie. Cada uno viene del amor de sus padres y de su familia, por eso somos todos distintos, cada uno trae una historia para compartir. (Cuando yo digo algo que no está traducido, lo va a traducir él, ¿de acuerdo?) Necesitamos crecer en fraternidad, en preocupación por los demás, en respeto por las diferentes experiencias y puntos de vista. Este encuentro es una fiesta porque estamos diciendo que la cultura del encuentro es posible, que no es una utopía, y que ustedes, los jóvenes, tienen esa sensibilidad especial para llevarla adelante.

Me impresionaron las preguntas que hicieron, porque reflejan vuestras experiencias concretas, y también vuestras esperanzas y vuestros sueños para el futuro.

Gracias, Leonardo, por compartir la experiencia de bullying y discriminación que sufriste. Cada vez más los jóvenes encuentran el valor de hablar sobre experiencias como la tuya. En mi edad, cuando yo era joven, nunca se hablaba de cosas como las que dijo Leonardo. Lo más cruel del bullying, del acoso escolar, es que hiere nuestro espíritu y nuestra autoestima en el momento en que más necesitamos fortaleza para aceptarnos a nosotros mismos y poder encarar nuevos retos en la vida. En ocasiones, las víctimas de bullying incluso se culpan a sí mismas por haber sido blanco “fácil”. Pueden sentirse fracasados, débiles y sin valor, y llegar a situaciones altamente dramáticas: “Si tan solo yo fuera diferente...”. Sin embargo, paradójicamente, son los acosadores los que hacen el bullying, los verdaderamente débiles, porque piensan que pueden afirmar su propia identidad lastimando a los demás. Algunas veces atacan a cualquiera que consideran diferente, que representa algo que los amenaza. En el fondo, los acosadores, los que hacen el bullying tienen miedo, son miedosos que se cubren en la apariencia de fortaleza. Y en esto —presten atención—, cuando ustedes sientan, vean que alguno tiene necesidad de herir a otro, de hacer el bullying a otro, de acosarlo, ese es el débil, el acosado no es el débil, es el que acosa al débil porque necesita hacerse el grandecito, el fuerte para sentirse persona. Yo le dije a Leonardo recién: “Cuándo te digan que sos obeso, decíle, es peor ser flaco como vos”. Debemos unirnos todos contra esta cultura del “bulismo”, todos juntos contra esta cultura del “bulismo”, y aprender a decir: ¡Basta! Es una epidemia donde la mejor medicina la pueden poner entre ustedes mismos. No alcanza con que las Instituciones educativas o los adultos usen todos los recursos que están a su alcance para prevenir esta tragedia, sino que es necesario que entre ustedes, entre amigos, entre compañeros, puedan unirse para decir: ¡No! No al “bulismo”, no a la agresión al otro. Eso está mal. No hay mayor arma para defenderse de estas acciones que la de poder “levantarse” entre compañeros y amigos, y decir: Esto que estás haciendo, el “bulismo”, es grave.

El que hace “bulismo” es un miedoso, y el miedo siempre es enemigo del bien, por eso es enemigo del amor y de la paz. Las grandes religiones, todas las religiones que cada una de nosotros practica, enseñan tolerancia, enseñan armonía, enseñan misericordia; las religiones no enseñan miedo, división o conflicto. Para nosotros los cristianos, escuchamos a Jesús que constantemente les decía a sus seguidores que no tuvieran miedo. ¿Por qué? Porque si estamos con Dios y amamos con Dios y a nuestros hermanos ese amor expulsa el temor (cf. 1 Jn 4,18). Para muchos de nosotros, como bien nos lo recordaste Leonardo, mirar la vida de Jesús nos permite encontrar consuelo, porque Jesús mismo sabía lo que significaba ser despreciado y rechazado, incluso hasta el punto de ser crucificado. También sabía lo que era ser un extraño, un migrante, uno “diferente”. En cierto sentido —y acá estoy hablando a los cristianos y a los que no son cristianos, véanlo como modelo religioso—, Jesús fue el más “marginado”, un marginado lleno de Vida para dar. Leonardo, podemos siempre mirar todo lo que nos falta, pero también podemos descubrir la vida que somos capaces de dar y donar. El mundo te necesita, nunca te olvides de eso; el Señor te necesita, tiene necesidad de ti para que puedas darle el coraje a tantos que hoy piden una mano que los ayude a levantarse. Les quiero decir una cosa a todos, que les va a servir en la vida: mirar con desprecio, menosprecio a una persona es mirarla de arriba hacia abajo, es decir, yo soy superior y vos sos inferior, pero hay una sola manera que es lícita y que es justa de mirar a una persona de arriba hacia abajo, para ayudar a levantarla. Si alguno de nosotros, y me incluyo, mira a una persona de arriba hacia abajo con desprecio, es poca cosa; pero si alguno de nosotros mira a una persona de arriba hacia abajo para tenderle la mano y ayudarla a levantarse, ese hombre o esa mujer es un grande. Así que cuando miren a uno de arriba hacia abajo pregúntense: ¿Dónde está mi mano, está escondida o está ayudándolo a levantarse?; y van a ser felices. ¿De acuerdo? ¿De acuerdo o no?. Están todos mudos.

Y esto implica aprender a desarrollar una cualidad muy importante, pero devaluada: la capacidad de aprender a donar tiempo para los demás, a escucharlos, a compartir con ellos, comprenderlos; y sólo así vamos a abrir nuestras historias y nuestras heridas a un amor que nos va a transformar y comenzar a cambiar el mundo que nos rodea. Si no donamos, si no perdemos tiempo, ganamos tiempo” entre las personas, lo perderemos en muchas cosas que, al final del día, nos dejarán vacíos y aturdidos —en mi tierra natal dirían nos llenan de cosas hasta que nos empachan—. Así que, por favor, dediquen tiempo para su familia, dediquen tiempo a los amigos, y también para Dios, orando y meditando, cada uno según su propia creencia. Y, si les resulta difícil, rezar; no se rindan. Un sabio guía espiritual dijo una vez: la oración se trata principalmente de estar simplemente allí. Estate quieto, hacé espacio para que entre Dios, déjate mirar y Él te va a llenar de su paz.

Y esto es exactamente lo que Miki nos decía; preguntó cómo pueden los jóvenes hacer espacio para Dios en una sociedad frenética, enfocada en ser solamente competitiva y productiva. Es habitual ver que una persona, una comunidad o incluso una sociedad entera pueden estar altamente desarrolladas en su exterior, pero con una vida dentro pobre y encogida, con el alma y la vitalidad apagada, parecen muñequitos ya terminados que no tienen nada dentro. Todo les aburre, hay jóvenes que no sueñan, es terrible un joven que no sueña, un joven que no hace espacio para soñar, para que entre Dios, para que entren las ilusiones y sea fecundo en la vida. Hay hombres o mujeres que se olvidaron de reír, que no juegan, que no conocen el sentido de la admiración y la sorpresa. Hombres y mujeres que viven como zombis, su corazón dejó de latir. ¿Por qué? Por la incapacidad de celebrar la vida con los demás. Escuchen esto, ustedes van a ser felices, ustedes van a ser fecundos si mantienen la capacidad de celebrar la vida con los demás. ¡Cuánta gente en todo el mundo es materialmente rica, pero vive esclava de una soledad sin igual! Pienso aquí en la soledad que experimentan tantas personas, jóvenes y adultas, de nuestras sociedades prósperas, pero a menudo tan anónimas. La Madre Teresa, que trabajaba entre los más pobres de los pobres, dijo una vez algo que es profético, algo que es rico: «La soledad y la sensación de no ser amado es la pobreza más terrible». Quizás nos hace bien preguntarnos: Para mí, ¿cuál es la pobreza más terrible, cuál sería para mí el grado de pobreza mayor? Y si somos honestos nos vamos a dar cuenta que la pobreza más grande que podemos tener es la soledad y la sensación de no ser amado. ¿Entienden? Está demasiado aburrido el discurso o puedo seguir. ¿Está aburrido? [Jóvenes responden: No] Falta poco.

Combatir esta pobreza espiritual es una tarea a la que todos estamos llamados, y ustedes, los jóvenes tienen un papel especial que desempeñar, porque exige un cambio importante en nuestras prioridades, en nuestras opciones. Implica reconocer que lo más importante no radica en todas las cosas que tengo o puedo conquistar, sino a quién tengo para compartirlas. No es tan importante focalizarse y cuestionarse para qué vivo, sino para quién vivo. Aprendan a hacerse esa pregunta: No, para qué vivo; sino para quién vivo, con quién comparto la vida. Las cosas son importantes pero las personas son imprescindibles; sin ellas nos deshumanizamos, perdemos rostro, perdemos nombre, y nos volvemos un objeto más, quizás el mejor de todos, pero objetos, y no somos objetos, somos personas. El libro del Eclesiástico dice: «Un amigo fiel es un refugio seguro: el que lo encuentra encontró un tesoro» (6,14). Por eso, es siempre importante preguntarse: «¿Para quién soy yo? Ciertamente para Dios, Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 286), para compartir con otros, no sólo vivir la vida sino compartir la vida. Compartir la vida.

Y esto es algo hermoso que ustedes pueden ofrecer a nuestro mundo. Los jóvenes tienen que dar algo al mundo. ¡Sean testigos de que la amistad social, la amistad entre ustedes, es posible! Esperanza en un futuro basado en la cultura del encuentro, la aceptación, la fraternidad y el respeto a la dignidad de cada persona, especialmente hacia los más necesitados de amor y comprensión. Sin necesidad de agredir o despreciar, sino aprendiendo a reconocer la riqueza de los demás.

Un pensamiento que nos puede ayudar, para mantenernos vivos físicamente, tenemos que respirar, es una acción que realizamos sin darnos cuenta, todos respiramos automáticamente. Para mantenernos vivos en el sentido pleno y amplio de la palabra, necesitamos también aprender a respirar espiritualmente, a través de la oración, la meditación, en un movimiento interno, mediante el cual podemos escuchar a Dios, que nos habla en lo profundo de nuestro corazón. Y también necesitamos de un movimiento externo, por el que nos acercamos a los demás con actos de amor, con actos de servicio. Este doble movimiento nos permite crecer y descubrir no sólo que Dios nos ha amado, sino que nos confió a cada uno una misión, una vocación única y que la descubriremos en la medida en la que nos demos a los demás, a personas concretas.

Masako nos habló sobre estas cosas desde su propia experiencia como estudiante y maestra. Preguntó cómo se puede ayudar a los jóvenes a que se den cuenta de la propia bondad y valor. Una vez más, les quisiera decir que, para crecer, para descubrir nuestra propia identidad, la propia bondad y la propia belleza interior, no podemos mirarnos en el espejo. Se han inventado muchas cosas, pero gracias a Dios todavía no existen selfies del alma. Para ser felices, necesitamos pedirle ayuda a los demás, que la foto la saque otro, es decir, salir de nosotros mismos, ir hacia los demás, especialmente hacia los más necesitados (cf. ibíd., 171). Les quiero decir una cosa, no se miren demasiado a ustedes mismos, no se miren demasiado en el espejo de ustedes mismos, porque corren el riesgo de que de tanto mirarse se rompa el espejo. Y ya termino, ¡era hora! De modo particular, les pido que extiendan los brazos de la amistad y reciban a quienes vienen, a menudo después de un gran sufrimiento, a buscar refugio en su país. Con nosotros está aquí presente un pequeño grupo de refugiados; vuestra acogida testimoniará que para muchos pueden ser extraños, pero para ustedes pueden ser considerados hermanos y hermanas.

Un maestro sabio dijo una vez que la clave para crecer en sabiduría no era tanto encontrar las respuestas correctas, sino descubrir las preguntas correctas. Cada uno de ustedes piense:¿Yo sé responder a las cosas? ¿Y yo sé responder bien a las cosas, hacer las respuestas correctas. Si alguno dice que sí, te felicito, pero hacete la otra pregunta: “¿Yo sé hacer las preguntas correctas? Yo tengo el corazón inquieto que me lleva a preguntar continuamente a la vida, a mí mismo, a los demás, a Dios?”. Con las respuestas correctas ustedes pasan el examen, pero sin las preguntas correctas no pasan la vida. No todos ustedes son maestros como Masako, pero espero que puedan hacerse muy buenas preguntas, cuestionarse y ayudar a otros a hacerse buenas y cuestionadoras preguntas sobre el significado de la vida, de cómo podemos dar forma a un futuro mejor para quienes vendrán después de nosotros.

Queridos jóvenes: Gracias por vuestra amistosa atención, y gracias por la paciencia, por todo este tiempo que me regalaron y poder compartir un poco de vuestras vidas. No tapen los sueños, no aturdan sus sueños, den espacio a los sueños y anímense a mirar grandes horizontes, y anímense a mirar lo que les espera si se animan a construirlos juntos. Japón los necesita, el mundo los necesita despiertos, no dormidos, los necesita generosos, alegres y entusiastas, capaces de construir una casa para todos. Yo les prometo que voy a rezar por ustedes, para que crezcan en sabiduría espiritual, para que sepan hacer las preguntas correctas, para que se olviden del espejo y sepan mirar los ojos de los demás.

A todos ustedes, y a sus familias y amigos les hago llegar mis mejores deseos, mi bendición, y les pido que se acuerden también de mandarme buenos deseos y mandarme bendiciones.

Muchas gracias.

[01862-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

Cari giovani,

grazie di essere venuti, grazie di essere qui! Vedere e ascoltare la vostra energia e il vostro entusiasmo mi dà gioia e mi dà speranza. Vi sono grato per questo. Ringrazio anche Leonardo, Miki e Masako per le loro parole di testimonianza. Ci vuole grande coraggio per condividere ciò che si porta nel cuore come avete fatto voi. Sono sicuro che le vostre voci si sono fatte eco di molti dei vostri compagni qui presenti. Grazie! So che tra di voi ci sono giovani di altre nazionalità, alcuni di loro cercano rifugio. Impariamo a costruire insieme la società che vogliamo per il domani.

Quando vi guardo, posso vedere la diversità culturale e religiosa dei giovani che vivono oggi in Giappone, e anche qualcosa della bellezza che la vostra generazione offre al futuro. L’amicizia tra di voi e la vostra presenza qui ricorda a tutti che il futuro non è “monocromatico”, ma che, se ne abbiamo il coraggio, è possibile guardarlo nella varietà e nella diversità degli apporti che ciascuno può dare. Quanto ha bisogno la nostra famiglia umana di imparare a vivere insieme in armonia e pace senza che dobbiamo essere tutti uguali! Non ci hanno fatto a macchina, tutti in serie. Ognuno viene dall’amore dei suoi genitori e della sua famiglia, per questo siamo tutti diversi, ognuno ha una storia da condividere. Abbiamo bisogno di crescere in fraternità, nell’attenzione agli altri e nel rispetto delle diverse esperienze e dei vari punti di vista. Questo incontro è una festa perché stiamo dicendo che la cultura dell’incontro è possibile, che non è un’utopia, e che voi giovani avete la speciale sensibilità per portarla avanti.

Mi hanno colpito le domande che avete fatto, perché riflettono le vostre esperienze concrete, e anche le speranze e i vostri sogni per il futuro.

Grazie, Leonardo, per aver condiviso l’esperienza di bullismo e discriminazione che hai subito. Sono sempre di più i giovani che trovano il coraggio di parlare di esperienze come la tua. Ai miei tempi, quando ero giovane, non si parlava mai di cose come quelle che ha raccontato Leonardo. La cosa più crudele del bullismo scolastico è che ferisce il nostro spirito e la nostra autostima nel momento in cui abbiamo più bisogno di forza per accettarci e affrontare nuove sfide nella vita. A volte, le vittime di bullismo accusano addirittura sé stessi di essere stati obiettivi “facili”. Potrebbero sentirsi falliti, deboli e senza valore, e arrivare a situazioni molto drammatiche: “Se solo io fossi diverso...”. Paradossalmente, tuttavia, sono i molestatori, quelli che fanno il bullismo ad essere veramente deboli, perché pensano di poter affermare la propria identità facendo del male agli altri. A volte attaccano chiunque considerano diverso e che vedono come una minaccia. In fondo, i molestatori, quelli che fanno bullismo, hanno paura, sono dei paurosi che si coprono con la forza. E in questo – fate attenzione – quando sentite, vedete che qualcuno sente il bisogno di fare del male a un altro, di fare del bullismo su un altro, di molestarlo, quello è il debole. Il molestato non è il debole; è colui che molesta il debole, perché ha bisogno di farsi grande, forte, per sentirsi qualcuno. L’ho detto a Leonardo poco fa: quando ti dicono che sei obeso, digli: “È peggio essere magro come te”. Dobbiamo unirci tutti contro questa cultura del bullismo, tutti insieme contro questa cultura del bullismo, e imparare a dire: basta! È un’epidemia per la quale la migliore medicina la potete trovare voi stessi. Non è sufficiente che le istituzioni educative o gli adulti utilizzino tutte le risorse a loro disposizione per prevenire questa tragedia, ma è necessario che tra voi, tra amici, tra compagni, vi mettiate insieme per dire: No! No al bullismo, no all’aggressione verso l’altro. Questo è male! Non esiste un’arma più grande per difendersi da queste azioni di quella di “alzarsi” tra compagni e amici e dire: “Quello che stai facendo, il bullismo, è grave”.

Chi fa bullismo è un pauroso, e la paura è sempre nemica del bene, per questo è nemica dell’amore e della pace. Le grandi religioni - tutte le religioni che ognuno di noi pratica - insegnano tolleranza, insegnano armonia, insegnano misericordia; le religioni non insegnano paura, divisione e conflitto. Per noi cristiani: ascoltiamo Gesù che diceva sempre ai suoi seguaci di non avere paura. Perché? Perché se stiamo con Dio e amiamo con Dio i nostri fratelli, l’amore scaccia il timore (cfr 1 Gv 4,18). Per molti di noi – come ci hai ricordato, Leonardo – guardare alla vita di Gesù ci permette di trovare conforto, perché Gesù stesso sapeva cosa significa essere disprezzato e respinto, persino fino al punto di essere crocifisso. Sapeva anche cosa significa essere uno straniero, un migrante, uno “diverso”. In un certo senso – e qui mi rivolgo ai cristiani, e quelli che non sono cristiani lo vedano come modello religioso – Gesù è stato il più “emarginato”, un emarginato pieno di Vita da donare. Leonardo, possiamo sempre guardare a tutto ciò che ci manca, ma possiamo anche scoprire la vita che siamo in grado di dare e di donare. Il mondo ha bisogno di te, non dimenticarlo mai; il Signore ha bisogno di te perché tu possa dare coraggio a tanti che oggi chiedono una mano, per aiutarli a rialzarsi.

Vorrei dire a tutti una cosa che può essere utile nella vita. Guardare con disprezzo una persona, guardarla dall’alto in basso, è dire: “Io sono superiore e tu sei inferiore”. Ma c’è un solo modo lecito e giusto di guardare una persona dall’alto in basso: per aiutarla ad alzarsi. Se uno di noi – me compreso – guarda una persona dall’alto in basso con disprezzo, vale poco. Ma se uno di noi guarda una persona dall’alto in basso per tenderle la mano e aiutarla ad alzarsi, quest’uomo o questa donna è grande. Quindi, quando guardate una persona dall’alto in basso, chiedetevi: “Dove sta la mia mano? È nascosta o sta aiutandolo ad alzarsi?”. E sarete felici. D’accordo?

E questo comporta imparare a sviluppare una qualità molto importante ma sottovalutata: la capacità di donare tempo per gli altri, a ascoltarli, a condividere con loro, capirli. E solo così apriremo le nostre storie e le nostre ferite a un amore che ci possa trasformare e iniziare a cambiare il mondo che ci circonda. Se non doniamo, se non perdiamo tempo e “risparmiamo tempo” con le persone, lo perderemo in molte cose che, alla fine della giornata, ci lasceranno vuoti e storditi. Nella mia terra natale direbbero: ci riempiono di cose finché facciamo indigestione. Quindi, per favore, dedicate tempo alla vostra famiglia dedicate tempo ai vostri amici, ma e anche a Dio, pregando e meditando, ognuno secondo la propria credenza. E se pregare vi risulta difficile, non arrendetevi. Una saggia guida spirituale disse una volta: la preghiera consiste principalmente nel rimanere lì. Stai fermo, fai spazio per far entrare Dio, lasciati guardare da Lui e Lui ti riempirà della sua pace.

E questo è esattamente ciò che ci ha detto Miki: ha chiesto come possono i giovani fare spazio a Dio in una società frenetica e focalizzata sull’essere solo competitivi e produttivi. È abituale vedere che una persona, una comunità o persino un’intera società possono essere altamente sviluppate all’esterno, ma con una vita interiore povera e ridotta, con l’anima e la vitalità spente; sembrano bambole già fatte che non hanno niente dentro. Tutto per loro è noioso. Ci sono giovani che non sognano più. È terribile un giovane che non sogna, un giovane che non fa spazio al sogno, per far entrare Dio, per far entrare i desideri ed essere fecondo nella vita. Ci sono uomini e donne che non sanno più ridere, che non giocano, che non conoscono il senso della meraviglia e della sorpresa. Uomini e donne che vivono come zombi, il loro cuore ha smesso di battere. Perché? A causa dell’incapacità di celebrare la vita con gli altri. Ascoltate questo: voi sarete felici, sarete fecondi se conservate la capacità di festeggiare la vita con gli altri. Quanta gente nel mondo è materialmente ricca, ma vive come schiava di una solitudine senza eguali! Penso alla solitudine che sperimentano tante persone, giovani e adulti, delle nostre società prospere, ma spesso così anonime. Madre Teresa, che lavorava tra i più poveri dei poveri, una volta disse una cosa che è profetica, una cosa preziosa: “La solitudine e la sensazione di non essere amati è la povertà più terribile”.

Forse ci fa bene domandarci: Per me, qual è la povertà più terribile? Quale sarebbe per me il grado di povertà più grande? E se siamo onesti ci rendiamo conto che la povertà più grande che possiamo avere è la solitudine e la sensazione di non essere amato. Capite? È troppo noioso il discorso o posso andare avanti?... È noioso? [I giovani: “No!”] Manca poco.

Combattere questa povertà spirituale è un compito a cui siamo tutti chiamati, e voi, giovani, avete un ruolo speciale da svolgere, perché richiede un grande cambiamento nelle nostre priorità, nelle nostre scelte. Implica riconoscere che la cosa più importante non è tutto ciò che possiedo o che posso acquistare, ma con chi posso condividerlo. Non è così importante concentrarsi e domandarsi perché vivo, ma per chi vivo. Imparate a farvi questa domanda: non per cosa vivo, ma per chi vivo, con chi condivido la mia vita. Le cose sono importanti, ma le persone sono indispensabili; senza di esse ci disumanizziamo, perdiamo il volto, perdiamo il nome e diventiamo un oggetto in più, forse il migliore di tutti, ma sempre un oggetto; e noi non siamo oggetti, siamo persone. Il libro del Siracide dice: «Un amico fedele è rifugio sicuro: chi lo trova, ha trovato un tesoro» (6,14). Ecco perché è sempre importante chiedersi: «“Per chi sono io?”. Tu sei per Dio, senza dubbio. Ma Lui ha voluto che tu sia anche per gli altri, e ha posto in te molte qualità, inclinazioni, doni e carismi che non sono per te, ma per gli altri» (Esort. ap. postsin. Christus vivit, 286), da condividere con gli altri. Non solo vivere la vita, ma condividere la vita. Condividere la vita.

E questo è qualcosa di bello che puoi offrire al mondo. I giovani possono dare qualcosa al mondo. Testimoniate che l’amicizia sociale, l’amicizia tra di voi è possibile! La speranza in un futuro basato sulla cultura dell’incontro, dell’accoglienza, della fraternità e del rispetto per la dignità di ogni persona, specialmente verso i più bisognosi di amore e comprensione. Senza bisogno di aggredire o disprezzare, ma imparando a riconoscere la ricchezza degli altri.

Una riflessione che può aiutarci: per mantenerci fisicamente vivi, dobbiamo respirare, è un’azione che eseguiamo senza accorgercene, tutti respiriamo automaticamente. Per rimanere vivi nel senso pieno e ampio della parola, dobbiamo anche imparare a respirare spiritualmente, attraverso la preghiera, la meditazione, in un movimento interno, attraverso il quale possiamo ascoltare Dio, che ci parla nel profondo del nostro cuore. E abbiamo anche bisogno di un movimento esterno, col quale ci avviciniamo agli altri con atti di amore, con atti di servizio. Questo doppio movimento ci permette di crescere e di riconoscere non solo che Dio ci ha amato, ma che ha affidato a ciascuno di noi una missione, una vocazione unica e che scopriremo nella misura in cui ci doniamo agli altri, a persone concrete.

Masako ci ha parlato di queste cose partendo dalla sua esperienza di studente e di insegnante. Ha chiesto come si possono aiutare i giovani a rendersi conto della loro bontà e del loro valore. Ancora una volta, vorrei dire che, per crescere, per scoprire la nostra identità, la nostra bontà e la nostra bellezza interiore, non possiamo guardarci allo specchio. Hanno inventato tante cose, ma grazie a Dio non ci sono ancora i selfie dell’anima. Per essere felici, dobbiamo chiedere aiuto agli altri, che la foto la faccia un altro, cioè uscire da noi stessi e andare verso gli altri, specialmente i più bisognosi (cfr ibid., 171). Voglio dirvi una cosa: non guardate troppo a voi stessi, non guardate troppo nello specchio di voi stessi, perché correte il rischio che a forza di guardarvi lo specchio si rompa!

E qui finisco: era ora! In particolare, vi chiedo di stendere le braccia dell’amicizia e di accogliere quelli che vengono, spesso dopo grandi sofferenze, a cercare rifugio nel vostro Paese. Con noi qui c’è un piccolo gruppo di rifugiati; la vostra accoglienza testimonierà che per molti possono essere estranei, ma per voi si possono considerare fratelli e sorelle.

Un maestro saggio una volta disse che la chiave per crescere nella saggezza non sta tanto nel trovare le risposte giuste, ma nello scoprire le domande giuste. Ognuno di voi pensi: io so rispondere alle cose? So rispondere bene alle cose? Ho le risposte corrette? Se qualcuno mi dice di sì, sono contento per te. Però fatti un’altra domanda: Io so fare le domande giuste? Ho un cuore inquieto che mi porta a interrogarmi continuamente sulla vita, su me stesso, sugli altri, su Dio? Con le risposte corrette passate l’esame, ma senza le domande corrette non passate la vita! Non tutti voi siete insegnanti come Masako, ma spero che possiate farvi delle ottime domande, mettervi in discussione e aiutare gli altri a porsi domande buone e provocatorie sul significato della vita e su come possiamo costruire un futuro migliore per coloro che verranno dopo noi.

Cari giovani, grazie per la vostra amichevole attenzione, e grazie per la pazienza, per tutto questo tempo che mi avete dato e per aver condiviso un po’ della vostra vita. Non coprite i sogni! Non stordite i vostri sogni, date spazio ai sogni e osate guardare a grandi orizzonti, osate guardare ciò che vi attende se avrete il coraggio di costruirli insieme. Il Giappone ha bisogno di voi, il mondo ha bisogno di voi, svegli, non addormentati. Ha bisogno di voi, generosi, gioiosi ed entusiasti, capaci di costruire una casa per tutti. Vi prometto che pregherò per voi, perché cresciate in saggezza spirituale, perché sappiate fare le domande giuste, perché vi scordiate dello specchio e sappiate guardare gli occhi degli altri.

A tutti voi, alle vostre famiglie e agli amici, rivolgo i miei migliori auguri e la mia benedizione. E vi chiedo di ricordarvi anche di mandarmi buoni auguri e benedizioni. Grazie!

[01862-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

Chers jeunes,

Merci d’être venus et merci d’être rassemblés ici. Voir et sentir votre énergie ainsi que votre enthousiasme me donne de la joie et me donne de l’espérance. Je vous en suis reconnaissant. Je remercie également Leonardo, Miki et Masako pour leurs témoignages. Il faut un grand courage et de l’audace pour partager, comme vous l’avez fait, ce qu’on a dans le cœur. Je suis certain que vos voix ont été un écho de celles de beaucoup de vos compagnons ici présents. Merci! Je sais que parmi vous il y a des jeunes d’autres nationalités dont certains cherchent un refuge. Apprenons à construire ensemble la société que nous voulons pour demain.

Quand je vous regarde, je peux voir la diversité culturelle et religieuse des jeunes qui vivent au Japon aujourd’hui et également quelque chose de la beauté que votre génération offre à l’avenir. L’amitié entre vous et votre présence ici rappellent à tous que l’avenir n’est pas monochromatique, mais qu’il est possible si nous avons le courage de le regarder dans la variété et dans la diversité de ce que chacun peut apporter. Comme notre famille humaine a besoin d’apprendre à vivre ensemble dans l’harmonie et dans la paix sans que nous ayons besoin d’être tous pareils! Nous n’avons pas été créés à partir du même moule, tous en série. Chacun provient de l’amour de ses parents et de sa famille. Voilà pourquoi nous sommes différents, chacun apporte une histoire à partager. (Quand je dis quelque chose qui n’a pas été traduit, il va le faire lui, d’accord?) Il nous faut grandir dans la fraternité, dans le souci des autres, dans le respect des expériences et des points de vue différents. Cette rencontre est une fête, car nous sommes en train de dire que la culture de la rencontre est possible, que ce n’est pas une utopie, et que vous, les jeunes, vous avez cette sensibilité spéciale pour la faire progresser.

Les questions que vous avez posées m’ont impressionné, parce qu’elles reflètent vos expériences concrètes, et également vos espérances ainsi que vos rêves pour l’avenir.

Merci, Leonardo, de partager l’expérience du harcèlement et de la discrimination dont tu as souffert. De plus en plus les jeunes ont le courage de parler d’expériences comme la tienne. En mon temps, quand j’étais jeune, on ne parlait jamais des choses comme celles relatées par Leonardo. Le plus cruel du harcèlement en milieu scolaire, c’est qu’il blesse notre esprit et notre auto-estime au moment où nous avons le plus besoin de force intérieure pour nous accepter nous-même et pouvoir faire face à de nouveaux défis dans la vie. Il arrive que des victimes du harcèlement se culpabilisent même d’avoir été une cible ‘‘facile’’. Ils peuvent se sentir ratés, faibles et sans valeur, et aboutir à des situations hautement dramatiques: ‘‘Si seulement j’étais différent…’’. Cependant, paradoxalement, ce sont ceux qui harcèlent qui sont les vrais faibles, parce qu’ils pensent qu’ils peuvent affirmer leur identité propre en faisant du mal aux autres. Ils s’en prennent parfois à toute personne qu’ils estiment différente, qui représente quelque chose qui les menace. Au fond, ceux qui harcèlent ont peur, ce sont des peureux qui se cachent derrière une force apparente. Et en cela – écoutez bien - quand vous sentez, quand vous voyez que quelqu’un éprouve le besoin de faire du mal à un autre, de harceler un autre, de le brimer, c’est celui-là qui est faible. Celui qui est brimé, ce n’est pas lui qui est faible, c’est celui qui brime, parce qu’il a besoin de faire le grand, le fort pour se sentir une personne. Je viens de dire à Leonardo: ‘‘Quand ils te disent que tu es obèse, réponds-leur: c’est pire d’être maigre comme vous!’’. Nous devons tous nous unir contre cette culture de harcèlement, tous ensemble contre cette culture de harcèlement, et apprendre à dire: ça suffit! À cette épidémie, c’est vous-mêmes qui pouvez porter le meilleur remède. Il ne suffit pas que les institutions éducatives et les adultes utilisent toutes les ressources qui sont à leur portée pour prévenir cette tragédie, mais il faut qu’entre vous, entre amis, entre compagnons, vous puissiez vous unir pour dire: non! Non au harcèlement, non à l’agression de l’autre! Ça, c’est mauvais. Il n’est pas de plus grande arme pour se défendre contre ces actions que celle de pouvoir ‘‘se lever’’ entre compagnons et amis pour dire: ce que tu es en train de faire, le harcèlement, est grave.

Celui qui harcèle est un peureux, et la peur est toujours l’ennemi du bien, c’est pourquoi il est l’ennemi de l’amour et de la paix. Les grandes religions, toutes les religions que chacun d’entre nous pratique enseignent la tolérance, elles enseignent l’harmonie, elles enseignent la miséricorde; les religions n’enseignent pas la peur, la division ou le conflit. En ce qui nous concerne nous chrétiens, écoutons Jésus qui disait constamment à ses disciples de ne pas avoir peur. Pourquoi? Parce que si nous sommes avec Dieu et que nous aimons avec Dieu et aimons nos frères, cet amour chasse la crainte (cf. Jn 4, 18). Pour beaucoup d’entre nous, comme nous l’a si bien rappelé Leonardo, regarder la vie de Jésus nous permet de trouver la consolation, car Jésus savait lui-même ce que signifie être méprisé et rejeté, jusqu’au point d’être crucifié. Il savait également ce que c’est que d’être un étranger, un migrant, quelqu’un de ‘‘différent’’. Dans un certain sens – et ici, je parle aux chrétiens ainsi qu’à ceux qui ne sont pas chrétiens, considérez-le comme un modèle religieux -, Jésus a été le plus ‘‘marginalisé’’, un marginalisé rempli de Vie à donner. Leonardo, nous pouvons toujours regarder ce qui nous manque, mais nous pouvons aussi découvrir la vie que nous sommes capable de donner et d’offrir. Le monde a besoin de toi, ne l’oublie jamais! Le Seigneur a besoin de toi, il a besoin de toi pour que tu puisses donner du courage à tant d’autres qui demandent aujourd’hui une main qui les aide à se relever. À vous tous, je voudrais dire une chose qui va vous servir dans la vie: regarder avec mépris, avec dédain une personne, c’est la regarder de haut, c’est lui dire: je suis supérieur et toi tu es inférieur; mais il y a une seule façon licite et juste de regarder une personne de haut, c’est en l’aidant à se relever. Si l’un d’entre vous, moi compris, regarde une personne de haut, avec mépris, il est peu de chose. Mais si l’un d’entre nous regarde une personne de haut pour lui tendre la main et pour l’aider à se relever, cet homme ou cette femme est grand. Donc, quand vous regardez quelqu’un de haut, demandez-vous: où se trouve ma main, est-elle cachée ou est-elle en train de l’aider à se relever? Et vous serez heureux. D’accord? D’accord, oui ou non? Vous êtes tous muets!

Et cela suppose qu’il faut apprendre à développer une qualité très importante, mais dévaluée: la capacité d’apprendre à donner du temps aux autres, à les écouter, à partager avec eux, à les comprendre. Et ce n’est qu’ainsi que nous allons ouvrir nos histoires et nos blessures à un amour qui va transformer et commencer à changer le monde qui nous entoure. Si nous ne donnons pas, si nous ne perdons pas du temps, si nous ‘‘gagnons du temps’’ au dépens des personnes, nous le perdrons dans beaucoup de choses qui, en fin de compte, nous laissent vides et abrutis - dans mon pays on dirait qu’on nous remplit de choses jusqu’à l’indigestion -. Donc, s’il vous plaît, consacrez du temps à vos familles, consacrez du temps à vos amis, et aussi à Dieu en priant et en méditant, chacun selon sa croyance. Et si pour vous il est vous difficile de prier, ne vous découragez pas! Un guide spirituel sage a dit une fois: prier, c’est d’abord être simplement là. Reste calme, crée de l’espace pour que Dieu entre, laisse-toi regarder et il va te remplir de sa paix.

Et c’est exactement ce que Miki nous disait; il a demandé comment les jeunes peuvent créer de l’espace pour Dieu dans une société frénétique, ne visant qu’à être compétitive et productive. Il est fréquent de constater qu’une personne, une communauté ou une société entière peuvent être très développées extérieurement, mais avoir une vie intérieure pauvre et rabougrie, ainsi qu’une âme et une vitalité éteinte; elles sont comme des poupées usées qui n’ont rien à l’intérieur. Tout les ennuie, il y a des jeunes qui ne rêvent pas; c’est terrible, un jeune qui ne rêve pas, un jeune qui ne fait place aux rêves, pour que Dieu entre, pour que les illusions rentrent et que la vie soit féconde. Il y a des hommes et des femmes qui ont oublient de rire, qui ne jouent pas, qui ignorent le sens de l’admiration et de la surprise. Des hommes et des femmes tels des zombis, dont le cœur a cessé de battre. Pourquoi? En raison de l’incapacité à célébrer la vie avec les autres. Écoutez bien ceci: vous serez heureux, vous serez féconds si vous gardez la capacité de célébrer la vie avec les autres. Que de personnes dans le monde sont matériellement riches, mais vivent esclaves d’une solitude sans pareille. Je pense ici à la solitude que connaissent tant de personnes, jeunes et adultes, de nos sociétés prospères, mais souvent si anonymes. Mère Teresa, qui travaillait parmi les plus pauvres des pauvres, a dit une fois quelque chose de prophétique, quelque chose de profond: «La solitude et le sentiment de ne pas être aimé sont la pauvreté la plus terrible». Il convient peut-être que nous nous demandions: pour moi, quelle est la pauvreté la plus terrible, pour moi quel serait le niveau le plus élevé de pauvreté? Et si nous sommes honnêtes, nous nous rendrons compte que la plus grande pauvreté qui puisse nous affecter, c’est la solitude et la sensation de n’être pas aimés? Vous entendez? Le discours est trop ennuyeux ou bien je peux continuer? Est-il ennuyeux? [Les jeunes répondent: Non!]. C’est presque fini!

Combattre cette pauvreté spirituelle est une tâche à laquelle nous sommes appelés, et vous les jeunes, vous avez un rôle spécial à jouer, car cela exige un changement important dans nos priorités, dans nos options. Cela implique de reconnaître que le plus important ne réside pas dans les choses que j’ai ou que je peux acquérir, mais dans la personne que j’ai pour les partager avec elle. Il n’est pas si important de se focaliser et de s’interroger sur ce pour quoi je vis, mais sur la personne pour laquelle je vis. Apprenez à vous poser cette question: Non pas, pour quoi je vis; mais pour qui je vis, avec qui je partage ma vie. Les choses sont importantes mais les personnes sont indispensables; sans elles, nous nous déshumanisons, nous sommes privés de visage, nous sommes privés de nom, et nous devenons un objet de plus, peut-être le meilleur de tous, mais des objets, or nous ne sommes pas des objets, nous sommes des personnes. Le livre de l’Ecclésiastique dit: «Un ami fidèle est un puissant soutien; qui l'a trouvé a trouvé un trésor» (6, 14). C’est pourquoi il est toujours important de se demander: «Pour qui suis-je ? Certainement pour Dieu. Mais il a voulu que tu sois aussi pour les autres, et il a mis en toi beaucoup de qualités, des inclinations, des dons et des charismes qui ne sont pas pour toi, mais pour les autres » (Christus vivit, n. 286), pour partager avec les autres, pas uniquement pour vivre ta vie, mais la partager. Partager la vie!

Et ceci est quelque chose de beau que vous pouvez offrir à notre monde. Les jeunes doivent donner quelque chose au monde. Soyez des témoins du fait que l’amitié sociale, l’amitié entre vous, est possible! Il faut l’espérance d’un avenir fondé sur la culture de la rencontre, l’acceptation, la fraternité et le respect de la dignité de chaque personne, surtout de ceux qui ont le plus besoin d’amour et de compréhension, sans qu’il soit nécessaire d’agresser ou de mépriser, mais en apprenant à reconnaître la richesse des autres.

Une pensée qui peut nous aider: pour que nous restions physiquement vivants, nous devons respirer; c’est une action que nous faisons sans nous en rendre compte, nous respirons tous de manière automatique. Pour que nous restions vivants au sens plénier et large du mot, il nous faut apprendre à respirer à travers la prière, la méditation, dans un mouvement intérieur, par lequel nous pouvons écouter Dieu qui nous parle du profond de notre cœur. Et nous avons aussi besoin d’un mouvement extérieur par lequel nous nous approchons des autres à travers des actes d’amour, des actes de service. Ce double mouvement nous permet de grandir et de découvrir non seulement que Dieu nous a aimés, mais qu’il a confié à chacun une mission, une vocation unique et que nous la percevrons dans la mesure où nous donnons aux autres, à des personnes concrètes.

Masako nous a parlé de ces choses à partir de son expérience personnelle comme étudiante et enseignante. Elle s’est demandé comment on peut aider les jeunes à percevoir leur propre bonté et valeur. Une fois de plus, je voudrais vous dire que, pour grandir, pour découvrir notre propre identité, votre propre bonté et votre propre beauté intérieure, nous ne pouvons pas nous regarder dans un miroir. Beaucoup de choses ont été inventées, mais grâce à Dieu, les selfies de l’âme n’existent pas encore. Pour être heureux, nous avons besoin de demander de l’aide aux autres, de faire tirer la photographie par quelqu’un d’autre, c’est-à-dire de sortir de nous-mêmes pour aller vers les autres, surtout vers les plus démunis (cf. Ibid., n. 171). Je voudrais vous dire une chose, ne vous regardez pas trop vous-mêmes, ne vous regardez pas trop dans le miroir, car vous courrez le risque qu’à force de vous regarder le miroir se brise.

J’ai bientôt fini. Il était temps! À titre particulier, je vous demande d’étendre les bras de l’amitié et de recevoir ceux qui viennent, parfois après une grande souffrance, chercher refuge dans votre pays. Avec nous est présent un petit groupe de réfugiés; votre accueil témoignera que pour beaucoup ils peuvent être des étrangers, mais que pour vous ils peuvent être considérés comme des frères et des sœurs.

Un enseignant sage a dit une fois que la clef pour grandir en sagesse n’était pas tant de trouver les réponses justes que de découvrir les questions justes. Que chacun d’entre vous pense: est-ce que je sais répondre aux questions, donner les bonnes réponses? Si quelqu’un dit oui, je le félicite, mais pose-toi une autre question: ‘‘Est-ce que je sais poser les bonnes questions? Ai-je un cœur troublé qui me conduit à interroger sans cesse la vie, moi-même, les autres, Dieu?’’ Avec les bonnes réponses, vous passez l’examen, mais sans les bonnes réponses vous ne passez pas la vie. Vous n’êtes pas tous des enseignants comme Masako, mais j’espère que vous pouvez vous poser de très bonnes questions, vous interroger et aider les autres à se poser des questions bonnes et instructives concernant le sens de la vie, la façon dont nous pouvons préparer un avenir meilleur pour ceux qui viendront après nous.

Chers jeunes: merci de votre attention amicale, et merci de votre patience, de tout ce temps que vous m’avez donné et de m’avoir permis de partager un peu de vos vies. N’entravez pas vos rêves, ne tuez pas vos rêves, faites place aux rêves et osez regarder des horizons larges, osez regarder ce qui vous attend si vous vous mettez à construire ensemble. Le Japon a besoin de vous, le monde a besoin de vous, éveillés, pas endormis, il a besoin de vous généreux, joyeux et enthousiastes, capables de construire une maison pour tous. Je promets de prier pour vous, afin que vous grandissiez en sagesse spirituelle, afin que vous sachiez poser les bonnes questions, afin que vous oubliiez le miroir et que vous sachiez regarder les autres dans les yeux.

À vous tous, ainsi qu’à vos familles et amis, j’adresse mes souhaits les meilleurs, ma bénédiction et je vous demande de vous souvenir de me faire parvenir aussi vos bons souhaits et de me faire parvenir des bénédictions.

Merci beaucoup!

[01862-FR.02] [Texte original: Espagnol]

Traduzione in lingua inglese

Dear Young Friends,

Thank you for coming, thank you for being here. Seeing and hearing your energy and enthusiasm gives me joy and hope. For this, I am thankful. I am also grateful to Leonardo, Miki and Masako for their words of testimony. It takes great courage to open your hearts and share as you did. I am sure that your voices echoed those of many of your classmates present here. Thank you! I know that there are young people from other nationalities among you, some of whom are seeking refuge. Let us learn to build together the society we want for tomorrow.

As I look out at you, I can see the cultural and religious diversity of the young people living in Japan today, and also something of the beauty that your generation holds for the future. Your friendship with one another and your presence here remind everyone that the future is not monochrome; if we are courageous, we can contemplate it in all the variety and diversity of what each individual person has to offer. How much our human family needs to learn to live together in harmony and peace, without all of us having to be the same! We were not mass-produced on an assembly line. Each one comes from the love of their parents and their family, and so each of us is different, each one has a story to share. (When I say something that is not translated, he will translate, okay?). We need to grow in fraternity, in concern for others and respect for different experiences and points of view! Our meeting today is so joyful precisely because we are saying that the culture of encounter is possible, that it is not a utopia, and that you young people have the special sensitivity needed to carry it forward.

I was impressed by the questions you asked, because they reflect your concrete experiences, but also your hopes and dreams for the future.

Thank you, Leonardo, for sharing the experience of bullying and discrimination. More and more young people are finding the courage to speak up about experiences like yours. In my time, when I was young, we never spoke about things like the ones Leonardo spoke about. The cruellest thing about bullying is that it attacks our self-confidence at the very time when we most need the ability to accept ourselves and to confront new challenges in life. Sometimes, victims of bullying even blame themselves for being “easy” targets. They can feel like failures, weak and worthless, and end up in very tragic situations: “If only I were different…” Yet paradoxically, it is the bullies – those who carry out bullying – who are the truly weak ones, for they think that they can affirm their own identity by hurting others. Sometimes they strike out at anyone they think is different, who represents something they find threatening. Deep down, bullies are afraid, and they cover their fear by a show of strength. And in so doing, take note, when you sense, when you see that someone “needs” to hurt another person, to bully another, to harrass them: he is the weak one. The victim is not the weak one; it is the one who bullies someone weaker because he needs to feel like a big boy, the powerful one, in order to feel that is a human being. I said this to Leonardo a little while ago: “When they say you are fat, tell them: “It’s worse to be skinny like you!”. We must all unite against this culture of bullying, all of us together against this culture of bullying, and learn to say “Enough!” It is an epidemic, and together you can find the best medicine to treat it. It is not sufficient that educational institutions or adults use all the resources at their disposal to prevent this tragedy; it is necessary that among yourselves, among friends and among colleagues, you join in saying: “No! No to bullying, no to attacking another. That’s wrong”. There is no greater weapon against these actions than standing up in the midst of our classmates and friends and saying: “What you are doing – bullying – is wrong”.

A bully is fearful, and fear is always the enemy of goodness, and so it is the enemy of love and peace. The great religions, all the religions that we practice, teach tolerance, teach harmony, teach mercy; religions do not teach fear, division and conflict. For us Christians, we hear Jesus constantly telling his followers not to be afraid. Why? Because if stand with God and we love God and our brothers and sisters, this love casts out fear (cf. 1Jn 4:18). For many of us, as Leonardo reminded us, looking to the life of Jesus gives us consolation, for Jesus himself knew what it was to be despised and rejected – even to the point of being crucified. He knew too what it was to be a stranger, a migrant, someone who was “different”. In a sense – and here I am speaking to Christians and non-Christians who can see him as a religious model – Jesus was the ultimate “outsider”, an outsider who was full of life to give. Leonardo, we can always look at all the things we don’t have, but we can also come to see all the life that we can give and share with others. The world needs you. Never forget that! The Lord needs you, he needs you so that you can encourage all those people around us who are looking for a helping hand to lift them up. I would like to tell you something which will stand you in good stead for your lives: to look at someone with contempt, with scorn, is to look them up and down, that is to say: “I am superior and you are inferior”; but there is only fair and right way to look a person up and down: to help them to get up. If one of us, and that includes me, looks a person up and down, with contempt, it doesn’t amount to much. But if one of us looks a person up and down to give them a hand, to help them get up, that man or that woman is truly great. So, when you look someone up and down, ask yourselves: “Where is my hand? It is hidden or is it helping this person to get up?” and you will be happy. Okay?

Now this involves developing a very important but underestimated quality: the ability to` learn to make time for others, to listen to them, to share with them, to understand them. Only then can we open our experiences and our problems to a love that can change us and start to change the world around us. Unless we are generous in spending time with others, in “wasting” time with them, we will waste time on many things that, at the end of the day, leave us empty and confused; “stuffed”, as they would say in my home country. So please make time for your family, dedicate time to your friends, and also make time for God through meditation and prayer, each one of us according to his or her own belief. And if you find it hard to pray, don’t give up. A wise spiritual guide once said: prayer is mostly just a matter of being there. Be still; make space for God to come in; let him look at you and he will fill you with his peace.

That is exactly what Miki talked about. Miki asked how young people can make space for God in a society that is frenetic and focused on being competitive and productive. More and more we see that a person, a community or even a whole society can be highly developed on the outside, but have an interior life that is impoverished and underdeveloped, lacking real life and vitality; they seem like ready-made dolls that have nothing inside. Everything bores them; there are young people who do not dream; a young person who does not dream is a terrible thing, one who does not make space for dreaming, for God to enter in, for dreams to enter in so that the person can live a fruitful life. There are men and women who have forgotten how to laugh, who do not play, who have no sense of wonder or surprise. They are like zombies; their hearts have stopped beating. Why? Because of their inability to celebrate life with others. Listen: you will be happy, you will be fruitful, if you maintain your ability to celebrate life with others. How many people throughout our world are materially rich, but live as slaves to unparalleled loneliness! I think of the loneliness experienced by so many people, young and old, in our prosperous but often anonymous societies. Mother Teresa, who worked among the poorest of the poor, once said something prophetic, something deep: “Loneliness and the feeling of being unloved is the most terrible form of poverty”. It might be good to ask ourselves: “For me, what is the worst form of poverty, what would be for me the greatest kind of poverty? And if we are honest, we will realise that the worst kind of poverty we could face is loneliness and the feeling of being unloved. Do you understand? Is this really boring, or may I keep going? Is it boring? [Young people reply: No]. We don’t have long to go.

Combating this spiritual poverty is a task to which we are all called, and in which you, the youth, have a special role to play, because it demands a major change in priorities, in our options. It means recognizing that the most important thing is not what I have or can acquire, but with whom I can share it. It is not so important to focus on what I live for, but whom I live for. Learn to ask yourselves this question: not what do I live for, rather, for whom do I live? With whom do I share my life? Things are important, but people are essential. Without them we grow dehumanized, we lose our faces, we lose our names, and we become just another object, perhaps better than everyone, but nothing more than an object, and we are not objects; we are people. The book of Sirach says: “Faithful friends are a sturdy shelter: whoever finds one has found a treasure” (6:14). That is why it is always essential to ask: “For whom do I live? Certainly, for God. But he has decided that you should also be for others, and he has given you many qualities, inclinations, gifts and charisms that are not for you, but to share with those around you” (Christus Vivit, 286), to share with others, not only to live your life but to share your life. Sharing life.

This is something beautiful that you can offer to our world. Young people need to give something to the world. Bear witness that a “social friendship”, friendship among yourselves, is possible! Put your hope in a future based on the culture of encounter, acceptance, fraternity and respect for the dignity of each person, especially those most in need of love and understanding. Without sensing the need to attack or despise others, but learning instead to recognize their gifts.

One thought that can help us is that in order to stay alive physically, we have to keep breathing; it is something we do without realizing it; we all breathe automatically. To stay alive in the fullest sense of the word, we also need to learn how to breathe spiritually, through prayer and meditation, in an inward movement by which we can hear God speak to us in the depths of our heart. Yet we also need an outward movement, by which we reach out to others in acts of love and acts of service. This double motion is what enables us to grow, and to discover not only that we are loved by God, but that he has called each of us to a unique mission and vocation. We will discover this to the extent that we give ourselves to others, to specific persons.

Masako spoke about all this from her own experience as a student and a teacher. She asked how young people can be helped to discover their innate goodness and worth. Here again I would say to you that in order to grow, to discover our own identity, our own goodness and our own inner beauty, we cannot look at ourselves in a mirror. We have invented all sorts of gadgets, but we still can’t take selfies of the soul. Thank God! Because to be happy, we need to ask others to help us, to have the photo taken by someone else. We need to go out of ourselves towards others, especially those most in need (cf. Christus Vivit, 171). I want to say something to you: don’t look at yourselves too much; don’t look too much at yourselves in the mirror, because you run the risk that by looking at yourselves the mirror will break!

And now I’m finishing: it was about time! In a special way, I ask you to extend the hand of friendship to those who come here, often after great sufferings, seeking refuge in your country. Indeed, a small group of refugees is present with us here, and your kindness to them will show that they are not strangers. Not in the least, for you regard them as brothers and sisters.

A wise teacher once said that the key to growing in wisdom is not so much finding the right answers but discovering the right questions to ask. Each of you should think: “Do I know how to respond to things? Do I know how to respond well to things, to give the right answers?” If someone says “yes”, well done! But ask the next question: “Do I know how to ask the right questions? Do I have a restless heart that prompts me continually to ask myself about life, about myself, about others, about God? With the right answers, you pass an exam, but without the right questions you do not pass the exam of life! Not all of you will become teachers like Masako, but I hope that you will keep asking, and help others to ask, the right questions about the meaning of our life and about how we can shape a better future for those who are coming after us.

Dear young people, I thank you for your friendly attention, and thank you for your patience, for all of this time you have given me and for sharing something of your lives. Don’t cover up your dreams! Don’t set them aside. Give your dreams plenty of room, dare to glimpse vast horizons and see what awaits you if you aspire to achieve them together. Japan needs you, and the world needs you to be alert, not sleeping; it needs you to be generous, cheerful and enthusiastic, capable of making a home for everyone. I promise to pray for you, that you will grow in spiritual wisdom, that you will be able to ask the right questions, that you will forget the mirror and be able to look into the eyes of others.

To all of you, and to your families and friends, I extend my best wishes, my blessing, and I ask you to remember also to send me good wishes and your blessings.

Thank you very much.

[01862-EN.02] [Original text: Spanish]

Traduzione in lingua tedesca

[01862-DE.01] [Originalsprache: Spanisch]

Traduzione in lingua portoghese

Queridos jovens!

Obrigado por terdes vindo, obrigado por estardes aqui. Ver e sentir a vossa energia e entusiasmo dá-me alegria, dá-me esperança. Estou-vos grato por isso. Agradeço também a Leonardo, Miki e Masako as suas palavras de testemunho. É preciso grande coragem para partilhar, como vós fizestes, o que se tem no coração. Estou certo de que as vossas vozes se fizeram eco de muitos dos vossos companheiros presentes. Obrigado! Sei que, no vosso meio, há jovens doutras nacionalidades, sendo alguns deles refugiados. Aprendamos a construir juntos a sociedade que queremos para amanhã.

Ao fixar-vos, posso ver a diversidade cultural e religiosa dos jovens que, hoje, vivem no Japão, e também algo da beleza que a vossa geração oferece ao futuro. A amizade entre vós e a vossa presença aqui lembram-nos a todos que o futuro não é «monocromático», mas – se tivermos coragem para isso – podemos contemplá-lo na variedade e na diversidade das contribuições que cada um pode dar. Como precisa a nossa família humana de aprender a viver conjuntamente em harmonia e paz, sem necessidade de sermos todos iguais! Não nos fizeram como carros, todos em série. Mas cada qual vem do amor de seus pais e da sua família; por isso, somos todos diferentes, cada um tem uma história a partilhar. Necessitamos de crescer em fraternidade, na solicitude pelos outros e no respeito pelas diferentes experiências e pontos de vista! Este encontro é uma festa, porque estamos a dizer que a cultura do encontro é possível, que não é uma utopia, e que vós, jovens, tendes uma sensibilidade especial para a levar por diante.

Fiquei impressionado com as perguntas que me fizestes, por refletirem as vossas experiências concretas e também as vossas esperanças e sonhos para o futuro.

Obrigado, Leonardo, por teres partilhado a experiência do bullying e discriminação que sofreste. São cada vez mais os jovens que têm a coragem de falar de experiências como a tua. No meu tempo, quando era novo, não se falava de coisas como as que nos contou Leonardo. O ponto mais cruel do bullying escolar é que fere o nosso espírito e autoestima no momento em que mais precisávamos de força para nos aceitar a nós mesmos e enfrentar novos desafios na vida. Por vezes, as vítimas do bullying chegam a culpar-se a si mesmas por serem alvos «fáceis». Podem sentir-se fracassadas, frágeis e sem valor, e chegar a situações profundamente dramáticas: «Se ao menos eu fosse diferente...». Paradoxalmente, porém, os molestadores, aqueles que fazem o bullying, é que são frágeis de verdade, pois pensam que podem afirmar a sua identidade fazendo mal aos outros. Às vezes, atacam quem quer que considerem diferente e que veem como uma ameaça. No fundo, os molestadores, aqueles que fazem bullying, têm medo; são medrosos que se escondem por trás da força. Atenção a isto! Quando ouvirdes e virdes alguém que sente necessidade de ferir o outro, de fazer bullying ao outro, de o molestar, esse é o frágil. O molestado não é o frágil; frágil é aquele que molesta, porque tem necessidade de se fazer grande, forte, para se sentir alguém. Há pouco disse a Leonardo: quando te disserem que és gordo, responde-lhe «é pior ser magro como tu». Todos nos devemos unir contra esta cultura do bullying, todos juntos contra esta cultura do bullying, e aprender a dizer: Basta! É uma epidemia, cujo melhor remédio o podeis encontrar vós próprios. Não é suficiente que as instituições educacionais ou os adultos usem todos os recursos à sua disposição para prevenir esta tragédia; ocorre que vos junteis entre vós, entre amigos, entre companheiros, para dizer não ao bullying, não à agressão ao outro. Dizer: Isto não! Isto é mal! Não existe arma maior para se defender de tais ações do que poderdes levantar-vos, entre companheiros e amigos, e dizer: Aquilo que estás a fazer, o bullying, é grave.

Quem faz bullying é um medroso, e o medo é sempre inimigo do bem; por isso, é inimigo do amor e da paz. As grandes religiões – todas as religiões que são praticadas por cada um de nós – ensinam tolerância, ensinam harmonia, ensinam misericórdia; as religiões não ensinam medo, divisão e conflito. Quanto a nós, cristãos, sabemos que Jesus não Se cansava de dizer aos seus seguidores para não terem medo. Porquê? Porque, se estamos com Deus e, com Deus, amamos os nossos irmãos, este amor expulsa o temor (cf. 1 Jo 4, 18). Para muitos de nós – como nos lembraste, Leonardo – contemplar a vida de Jesus permite-nos encontrar conforto, porque o próprio Jesus sabia o que significa ser desprezado e rejeitado, chegando ao ponto de O crucificarem. Sabia também o que era ser um estrangeiro, um migrante, um «diferente». Em certo sentido – e aqui dirijo-me aos cristãos; aqueles que não são cristãos, vejam-No como modelo religioso –, Jesus foi o mais «marginalizado», um marginalizado cheio de Vida para dar. Leonardo, sempre podemos olhar para tudo o que nos falta, mas podemos também descobrir a vida que somos capazes de comunicar e oferecer. O mundo precisa de ti: nunca te esqueças disto! O Senhor tem necessidade de ti, para poderes dar coragem a tantos que hoje pedem uma mão para os ajudar a levantar-se.

Gostaria de dizer a todos algo que pode ser útil na vida. Olhar com desprezo uma pessoa, como quem a olha de cima para baixo, é dizer: «Eu sou superior e tu és inferior». Ora, só existe uma maneira lícita e justa de olhar uma pessoa de cima para baixo: para ajudá-la a levantar-se. Se um de nós – incluindo-me a mim mesmo – olha uma pessoa de cima para baixo com desprezo, vale pouco. Mas, se um de nós olha uma pessoa de cima para baixo a fim de lhe estender a mão e ajudá-la a erguer-se, este homem ou esta mulher é grande. Então, quando olhardes uma pessoa de cima para baixo, perguntai-vos: «Onde está a minha mão? Está escondida ou está a ajudá-la a levantar-se?» E sereis felizes. Estais de acordo?

Isto supõe aprender a desenvolver uma qualidade muito importante, mas desvalorizada: a capacidade de disponibilizar tempo para os outros, ouvi-los, partilhar com eles, compreendê-los. E só assim abriremos as nossas histórias e as nossas feridas a um amor que nos possa transformar, começando a mudar o mundo que nos rodeia. Se não oferecermos, se não perdermos tempo e «ganharmos» tempo com as pessoas, perdê-lo-emos em muitas coisas que, no final do dia, nos deixarão vazios e maldispostos. Na minha terra natal diriam: enchem-nos de coisas até apanharmos uma indigestão. Então, por favor, dedicai tempo à vossa família, dedicai tempo aos vossos amigos e também a Deus, rezando e meditando, cada qual segundo a própria crença. E se sentirdes dificuldade em rezar, não desistais. Uma guia espiritual sábia disse uma vez: a oração consiste principalmente em estar lá. Fica quieto, dá espaço para fazer entrar Deus, deixa-te olhar por Ele e Ele te encherá da sua paz.

A isto mesmo aludia Miki, quando perguntou como podem os jovens dar espaço a Deus numa sociedade frenética e focalizada apenas em ser competitiva e produtiva. É comum ver que uma pessoa, uma comunidade ou mesmo uma sociedade inteira podem estar altamente desenvolvidas no seu exterior, mas com uma vida interior pobre e tolhida, com a alma e a vitalidade amortecidas; parecem bonecas, que não têm nada dentro. Tudo lhes aborrece. São jovens que já não sonham. É terrível um jovem que não sonha, um jovem que não abre espaço para o sonho, para deixar Deus entrar, para fazer entrar os desejos e ser fecundo na vida. Há homens e mulheres que já não sabem rir, que não brincam, nem conhecem o sentimento de admiração e surpresa. Homens e mulheres que vivem como duendes, o seu coração deixou de bater. Porquê? Porque incapaz de celebrar a vida com os outros. Atenção! Sereis felizes, sereis fecundos se mantiverdes a capacidade de celebrar a vida com os outros. Em todo o mundo, quantas pessoas são materialmente ricas, mas vivem como escravas duma solidão sem igual! Penso na solidão que vivem tantas pessoas, jovens e adultas, das nossas sociedades prósperas mas frequentemente tão anónimas. Uma vez Madre Teresa, que trabalhava entre os mais pobres dos pobres, disse algo que é profético, uma coisa importante: «A solidão e a sensação de não ser amado é a pobreza mais terrível».

Talvez nos ajude perguntarmo-nos: para mim, qual é a pobreza mais terrível? Para mim qual seria o maior grau de pobreza? E, se formos honestos, perceberemos que a pobreza maior que podemos ter é a solidão e a sensação de não ser amado. Compreendeis?

O discurso é muito chato, ou posso continuar? É chato? [os jovens: «Não!»] Falta pouco… Combater esta pobreza espiritual é um dever a que todos somos chamados, e vós, jovens, tendes um papel especial a desempenhar nisso, porque requer uma grande alteração nas nossas prioridades, nas nossas opções. Implica reconhecer que o mais importante não é a quantidade de coisas que tenha ou possa adquirir, mas as pessoas com quem posso partilhá-las. Importante não é tanto concentrar-me e questionar-me por que vivo, como sobretudo para quem vivo. Aprendei a colocar-vos a pergunta: não para que coisa vivo, mas para quem vivo, com quem partilho a minha vida? As coisas são importantes, mas as pessoas são indispensáveis; sem elas, desumanizamo-nos, perdemos o rosto, perdemos o nome e tornamo-nos mais um objeto; talvez o melhor de todos, mas sempre um objeto; e nós não somos objetos, somos pessoas. Lê-se no livro de Ben Sirá: «Um amigo fiel é uma poderosa proteção; quem o encontrou, descobriu um tesouro» (6, 14). Por isso, sempre é importante perguntar-me: «“Para quem sou eu?” És para Deus, sem dúvida alguma; mas Ele quis que fosses também para os outros, e colocou em ti muitas qualidades, inclinações, dons e carismas que não são para ti, mas para os outros» (Christus vivit, 286), para partilhar com os outros. Não só viver a vida, mas partilhar a vida. Sim, partilhar a vida.

Isto é algo estupendo que podeis oferecer ao nosso mundo. Os jovens podem dar algo ao mundo. Sede testemunhas de que a amizade social, a amizade entre vós é possível! Tende esperança num futuro baseado na cultura do encontro, na aceitação, na fraternidade e no respeito pela dignidade de cada pessoa, especialmente para com os mais carecidos de amor e compreensão; sem necessidade de agredir ou desprezar, mas aprendendo a reconhecer a riqueza dos outros.

Uma reflexão que pode ajudar-nos: para nos manter vivos fisicamente, temos que respirar: é uma ação que se realiza sem nos darmos conta, todos respiramos de maneira automática. Para nos manter vivos no sentido mais amplo e pleno da palavra, devemos também aprender a respirar espiritualmente, através da oração, da meditação, num movimento interior, pelo qual podemos escutar a Deus que nos fala no íntimo do nosso coração. Mas necessitamos também dum movimento exterior, pelo qual nos aproximamos dos outros mediante atos de amor, com atos de serviço. Este duplo movimento permite-nos crescer e descobrir não só que Deus nos amou, mas também que confiou a cada um de nós uma missão, uma vocação única, que descobriremos na medida em que nos dermos aos outros, às pessoas concretas.

Destas coisas nos falou Masako, a partir da própria experiência como aluna e professora. Perguntou como se pode ajudar os jovens a darem-se conta da bondade e valor próprios. Gostaria de dizer uma vez mais que, para crescer, para descobrir a nossa identidade, a nossa bondade e a nossa beleza interior, não serve olhar-nos ao espelho. Inventaram-se muitas coisas, mas, graças a Deus, não existem ainda selfies da alma. Para ser felizes, devemos pedir ajuda aos outros, pedir a outro que tire a fotografia, ou seja, sair de nós mesmos e ir ter com os outros, especialmente os mais necessitados (cf. ibid., 171). Quero dizer-vos uma coisa: não olheis demasiado para vós mesmos, não vos olheis demasiado ao espelho, porque há o risco de, à força de vos olhardes nele, o espelho se romper!

E agora termino! Era tempo… De modo particular peço-vos que estendais os braços da amizade e recebais quantos vêm, muitas vezes depois dum grande sofrimento, buscar refúgio no vosso país. Está aqui presente connosco um pequeno grupo de refugiados; a vossa aceitação dará testemunho de que, embora para muitos possam ser estrangeiros, vós os considerais irmãos e irmãs.

Um sábio professor disse um dia que a chave para crescer na sabedoria não está tanto em encontrar as respostas certas, como sobretudo em descobrir as perguntas certas. Pense cada um de vós: Sei responder às coisas? Sei responder bem às coisas? Tenho as respostas corretas? Se algum de vós me responder que sim, alegro-me por ele. Mas coloca-te outra pergunta: Sei fazer as perguntas certas? Tenho um coração inquieto que leva a interrogar-me continuamente sobre a vida, sobre mim mesmo, sobre os outros, sobre Deus? Com as respostas corretas, passas no exame, mas sem as perguntas certas, não conseguireis passar na vida! Nem todos vós sois professores como Masako, mas espero que possais colocar-vos ótimas perguntas, questionar-vos e ajudar os outros a colocarem-se perguntas boas e interpeladoras sobre o significado da vida e como podemos construir um futuro melhor para quantos vierem depois de nós.

Queridos jovens, obrigado pela vossa atenção amiga, obrigado pela paciência, por todo este tempo que me destes e por terdes compartilhado um pouco da vossa vida. Não tapeis os sonhos! Não entorpeçais os vossos sonhos, dai espaço aos sonhos e ousai contemplar grandes horizontes, ousai ver o que vos espera se tiverdes a coragem de construí-lo juntos. O Japão precisa de vós, o mundo precisa de vós, despertos, não adormecidos. Tem necessidade de vós generosos, alegres e entusiastas, capazes de construir uma casa para todos. Prometo rezar por vós para que cresçais em sabedoria espiritual, para que saibais fazer as perguntas certas, para que vos esqueçais do espelho e saibais fixar os outros nos olhos.

Formulo para todos vós, vossas famílias e amigos, venturosos votos e dou-vos a minha bênção. E peço-vos para vos lembrardes também de me mandar bons votos e bênçãos.

Muito obrigado!

[01862-PO.02] [Texto original: Espanhol]

Traduzione in lingua polacca

Drodzy młodzi,

Dziękuję za przybycie, dziękuję za to, że tu jesteście. Z radością i nadzieją dostrzegam i słyszę waszą energię i entuzjazm. Jestem wam za to wdzięczny. Dziękuję również Leonardo, Miki i Masako za ich słowa świadectwa. Trzeba wielkiej odwagi, by dzielić się tym, co nosi się w sercu, tak jak to uczyniliście. Jestem pewien, że wasze głosy wywarły głęboki oddźwięk w obecnych tu waszych kolegach. Dziękuję! Wiem, że są wśród was młodzi innych narodowości, niektórzy z nich szukają schronienia. Nauczmy się razem budować społeczeństwo, jakiego chcemy dla dnia jutrzejszego.

Patrząc na was, mogę dostrzec różnorodność kulturową i religijną młodych mieszkających dzisiaj w Japonii, a także trochę piękna, jakie wasze pokolenie oferuje przyszłości. Przyjaźń między wami i wasza tutaj obecność przypomina wszystkim, że przyszłość nie jest jednobarwna, ale, o ile mamy odwagę, można na nią spojrzeć w wielorakości i różnorodności tego, co każdy może wnieść. Jakże bardzo nasza rodzina ludzka musi nauczyć się żyć razem w harmonii i pokoju, chociaż nie musimy być wszyscy jednakowi. Nie zostaliśmy zrobieni maszynowo, seryjnie. Każdy wywodzi się z miłości swoich rodziców i swojej rodziny, dlatego jesteśmy różni, każdy ma swoją historię, którą może się dzielić. Potrzebujemy wzrastać w braterstwie, we wrażliwości na innych i szacunku dla różnych doświadczeń i punktów widzenia. To spotkanie jest świętem, ponieważ mówimy, że kultura spotkania jest możliwa, że nie jest utopią i że wy, młodzi macie szczególną wrażliwość, aby ją rozwijać.

Wielkie wrażenie wywarły na mnie zadane przez was pytania, ponieważ odzwierciedlają one wasze konkretne doświadczenia, a także nadzieje i marzenia na przyszłość.

Dziękuję, Leonardo, za podzielenie się doświadczeniem nękania i dyskryminacji, jakich doznałeś. Coraz więcej młodych ma odwagę mówić o doświadczeniach takich, jak twoje. W moich czasach, gdy byłem młody, nigdy nie mówiło się o takich rzeczach, jak te, które opowiedziałeś, Leonardo. Najokrutniejszą rzeczą w znęcaniu się na terenie szkoły jest to, że rani naszego ducha i poczucie własnej wartości w chwili, kiedy najbardziej potrzebujemy siły, aby zaakceptować siebie i stawić czoła nowym wyzwaniom życiowym. Czasami ofiary mobbingu obwiniają wręcz siebie, za to że stały się „łatwymi” celami. Mogą czuć się nieudacznikami, słabymi i bezwartościowymi, i dojść do sytuacji bardzo dramatycznych: „gdybym tylko był inny...”. Paradoksalnie jednak to prześladowcy, ci, którzy dopuszczają się znęcania, są naprawdę słabi, ponieważ myślą, że mogą podkreślać swoją tożsamość, raniąc innych. Czasami atakują każdego, kogo uważają za innego, i postrzegają jako coś, co im zagraża. W głębi duszy prześladowcy się boją, są ludźmi lękliwymi, którzy zasłaniają się swoją siłą. W związku z tym – zauważcie – kiedy słyszycie, widzicie, że ktoś ma potrzebę zrobienia czegoś złego drugiemu, znęcania się nad innym, molestowania go, to właśnie on jest słaby. Molestowany nie jest słaby; ten, kto molestuje jest słaby, bo potrzebuje pokazać się jako wielki, mocny, żeby poczuć się kimś. Powiedziałem Leonardo przed chwilą: kiedy mówią ci, że jesteś gruby, odpowiedz: „Gorzej jest być chudym, jak ty”. Wszyscy musimy się zjednoczyć przeciwko tej kulturze mobbingu, wszyscy razem przeciw tej kulturze znęcania się, i nauczyć się mówić: dość! Jest to epidemia, na którą najlepsze lekarstwo możecie znaleźć wy sami. Nie wystarczy, by instytucje edukacyjne lub dorośli wykorzystali wszystkie środki, jakim dysponują, żeby zapobiec tej tragedii, ale trzeba, abyście między wami, między przyjaciółmi, kolegami połączyli się razem, żeby powiedzieć: nie! Nie dla znęcania się, nie dla agresji przeciw drugiemu. To jest zło. Nie ma lepszej broni do obrony przed tymi działaniami, niż „powstać” w gronie kolegów i przyjaciół, i powiedzieć: „To, co robisz, znęcanie się, jest bardzo złe”.

Kto ucieka się do znęcania, jest lękliwy, a lęk jest zawsze wrogiem dobra, dlatego jest wrogiem miłości i pokoju. Wielkie religie – wszystkie religie, jakie każdy z nas praktykuje – uczą tolerancji, uczą harmonii i uczą miłosierdzia; religie nie uczą lęku, podziału ani konfliktu. Dla nas chrześcijan: słuchajmy Jezusa, który stale mówił swoim uczniom, by się nie lękali. Dlaczego? Ponieważ, jeśli jesteśmy z Bogiem, jeśli miłujemy z Bogiem naszych braci, to miłość usuwa lęk, (por. 1 J 4, 18). Jak przypomniałeś Leonardo, dla wielu z nas spojrzenie na życie Jezusa pozwala znaleźć pociechę, ponieważ sam Jezus wiedział, co to znaczy być pogardzanym i odrzucanym, nawet aż po ukrzyżowanie. Wiedział też, co to znaczy być obcym, migrantem, „innym”. W pewnym sensie – i tu zwracam się do chrześcijan i tych, którzy nie będąc chrześcijanami widzą w Nim religijny wzór – Jezus był najbardziej „usuniętym na margines”, zepchniętym na margines, będąc pełnym życia, które chciał przekazać. Leonardo, zawsze możemy spojrzeć na wszystko, czego nam brak, ale możemy także odkryć życie, które jesteśmy w stanie dać i przekazać. Świat ciebie potrzebuje - nigdy o tym nie zapominaj, że Pan ciebie potrzebuje, abyś mógł obdarzyć odwagą tak wielu, którzy dziś proszą o podanie im ręki, aby im pomóc się podnieść.

Chciałbym powiedzieć wszystkim jedną rzecz, która może być użyteczna w życiu. Patrzeć z pogardą na osobę, patrzeć na nią z góry, to mówić: „Jestem wyższy, a ty jesteś niższy”. Ale jest tylko jedna sytuacja, w której jest usprawiedliwione i słuszne patrzenie na osobę z góry: gdy się chce pomóc jej wstać. Jeśli ktoś z nas – ze mną włącznie – patrzy na osobę z góry, z lekceważeniem, mało znaczy. Ale jeśli ktoś z nas patrzy na osobę z góry, aby podać rękę i pomóc jej podnieść się, taki mężczyzna czy ta kobieta są wielcy. Zatem, kiedy patrzycie na osobę z góry, zapytajcie się: „Gdzie jest moja ręka? Jest schowana, czy pomaga podnieść się?” I będziecie szczęśliwi. Zgoda?

I to oznacza uczenie się rozwijania bardzo ważnej, lecz niedocenianej cechy: umiejętności poświęcania czasu innym, słuchania ich, dzielenia się z nimi, rozumienia ich. Tylko w ten sposób otworzymy nasze historie i nasze rany na miłość, która może nas przemienić i zacząć zmieniać otaczający nas świat. Jeśli nie dajemy, jeśli nie tracimy czasu i „oszczędzamy czas” z ludźmi, to będziemy go tracić w wielu rzeczach, które pod koniec dnia pozostawią nas pustymi i ogłupionymi. W moim kraju rodzinnym powiedzieliby: napełniamy się rzeczami, aż do niestrawności. Proszę więc, poświęcajcie czas swojej rodzinie, poświęcajcie czas przyjaciołom, a także Bogu, modląc się i rozważając, każdy zgodnie ze swoją wiarą. A jeśli trudno wam się modlić, nie poddawajcie się. Powiedział kiedyś mądry przewodnik duchowy: modlitwa polega głównie na trwaniu przed Bogiem. Nie ruszaj się, uczyń miejsce dla Boga, pozwól, by On na ciebie spoglądał, a On napełni ciebie swoim pokojem.

Właśnie to powiedziała nam Miki. Zapytała, jak ludzie młodzi mogą uczynić miejsce dla Boga w społeczeństwie szalonego pośpiechu, nastawionym jedynie na to, aby być konkurencyjnym i produktywnym. Często widzimy, że dana osoba, wspólnota, a nawet całe społeczeństwo może być wysoko rozwinięte na zewnątrz, ale z ubogim i ograniczonym życiem wewnętrznym, ze zgaszoną duszą i witalnością; wyglądają jak już wykonane lalki, które w sobie nic nie mają. Wszystko jest dla nich nudne. Są młodzi, którzy, nie mają już marzeń. Okropny jest młody człowiek, który nie marzy, młody człowiek, który nie daje miejsca marzeniu, aby wpuścić Boga, aby wpuścić pragnienia bycia płodnym w życiu. Są kobiety i mężczyźni, którzy nie potrafią się już śmiać, nie bawią się, nie słyszeli o poczuciu zadziwienia i zaskoczenia. Mężczyźni i kobiety żyjący jak zombie, ich serce przestało bić. Dlaczego? Z powodu niemożności świętowania życia z innymi. Posłuchajcie: będziecie szczęśliwi, będziecie płodni, jeśli zachowacie zdolność świętowania życia z innymi. Iluż ludzi na całym świecie jest materialnie bogatych, ale żyją jak niewolnicy samotności, której nie da się porównać z niczym innym! Myślę tu o samotności doświadczanej przez tak wiele osób, młodych i starszych, z naszych zamożnych, ale często bardzo anonimowych społeczeństw. Matka Teresa, która pracowała wśród najbiedniejszych z ubogich, powiedziała kiedyś coś proroczego, coś cennego: „Najstraszniejsza bieda to samotność i poczucie bycia niekochanym”.

Być może warto, abyśmy zadali sobie pytanie: jaka jest dla mnie najstraszniejsza bieda? Jaki stopień biedy byłby dla mnie najstraszniejszy? A jeśli jesteśmy uczciwi, to zdamy sobie sprawę, że największym ubóstwem, jakie możemy mieć, jest samotność i poczucie, że nie jesteśmy kochani. Czy rozumiecie? Czy przemówienie jest zbyt nudne, czy mogę iść dalej? ... Czy jest nudne? [Młodzi ludzie: „Nie!”]. Niewiele brak do końca.

Walka z tym duchowym ubóstwem jest zadaniem, do którego powołani jesteśmy wszyscy, a wy, młodzi, macie szczególną rolę do spełnienia, ponieważ wymaga to poważnej zmiany naszych priorytetów i naszych opcji. Oznacza to uznanie, że rzeczą najważniejszą nie jest to wszystko, co posiadam czy mogę nabyć, ale z kim mogę to dzielić. Nie jest tak ważne skupianie się i zastanawianie dla czego żyję, ale dla kogo żyję. Nauczcie się zadawać sobie to pytanie: nie dla czego żyję, ale dla kogo żyję, z kim dzielę swoje życie. Rzeczy są ważne, ale osoby są niezbędne. Bez nich odczłowieczamy samych siebie, tracimy oblicze, tracimy imię i stajemy się jeszcze jednym przedmiotem, może najlepszym ze wszystkich, ale stale jedynie przedmiotem; a my nie jesteśmy przedmiotami, jesteśmy osobami. Księga Mądrości Syracha mówi: „Wierny przyjaciel potężną obroną, kto go znalazł, skarb znalazł” (Syr 6, 14). Dlatego zawsze ważne jest postawienie sobie pytanie: „«Dla kogo jestem?». Jesteś niewątpliwie dla Boga. Ale On chciał, abyś był także dla innych, i wyposażył cię w wiele cech, skłonności, darów i charyzmatów, które nie są dla ciebie, ale dla innych” (Posynod. adhort. apost. Christus vivit, 286), do dzielenia z innymi. Nie tylko przeżyć życie, ale dzielić życie. Dzielić życie.
I jest to coś pięknego, co możesz zaoferować światu. Młodzi mogą coś dać światu. Bądźcie świadkami, że przyjaźń społeczna, przyjaźń między wami jest możliwa! Nadziei na przyszłość opartą na kulturze spotkania, akceptacji, braterstwa i szacunku dla godności każdej osoby, szczególnie wobec osób najbardziej potrzebujących miłości i zrozumienia. Bez potrzeby atakowania czy pogardzania, ale ucząc się rozpoznawania bogactwa innych.

Pewna refleksja może nam pomóc: aby fizycznie pozostać przy życiu, musimy oddychać, wszyscy oddychamy automatycznie, nie zdając sobie z tego sprawy. Aby pozostać przy życiu w pełnym i szerokim znaczeniu tego słowa, musimy także nauczyć się oddychać duchowo, poprzez modlitwę i medytację, w ruchu wewnętrznym, dzięki któremu możemy usłyszeć Boga przemawiającego do nas głęboko w naszych sercach. Potrzebujemy także ruchu zewnętrznego, poprzez który zbliżamy się do innych z aktami miłości i aktami służby. Ten podwójny ruch pozwala nam się rozwijać i rozpoznać nie tylko, że Bóg nas umiłował, ale powierzył każdemu z nas misję, pewne wyjątkowe powołanie, a odkryjemy je na tyle, na ile dajemy siebie innym, konkretnym osobom.

Masako powiedziała nam o tych rzeczach, wychodząc ze swojego doświadczenia studentki i nauczycielki. Zapytała, w jaki sposób można pomóc ludziom młodym w zdaniu sobie sprawy ze swej dobroci i wartości. Po raz kolejny chciałbym powiedzieć, że aby się rozwijać, aby odkryć naszą tożsamość, naszą dobroć i nasze wewnętrzne piękno, nie możemy patrzeć w lustro. Wynaleziono wiele rzeczy, ale dzięki Bogu wciąż nie ma „selfie” duszy. Aby być szczęśliwym, musimy innych poprosić o pomoc, żeby zdjęcie zrobił ktoś inny, to znaczy opuścić samych siebie i udać się do innych, zwłaszcza potrzebujących (por. tamże, 171). Chcę wam powiedzieć jedno: nie patrzcie zbytnio na siebie, nie patrzcie zbyt wiele na siebie w lustrze, ponieważ grozi wam, że patrząc na was lustro pęknie!

I tutaj kończę: najwyższa pora! W szczególności proszę was, abyście wyciągnęli ręce przyjaźni i ugościli tych, którzy, często po wielkich cierpieniach, przybywają w poszukiwaniu schronienia do waszego kraju. Jest tutaj z nami mała grupa uchodźców. Wasza gościnność będzie świadectwem, że dla wielu mogą być obcymi, ale przez was mogą być uważani za braci i siostry.

Mądry nauczyciel powiedział kiedyś, że kluczem do rozwoju mądrości nie jest znalezienie właściwych odpowiedzi, ale odkrycie właściwych pytań. Niech każdy z was pomyśli: czy umiem reagować na różne rzeczy? Czy umiem dobrze reagować na rzeczy? Czy mam poprawne odpowiedzi? Jeśli ktoś powie mi „tak”, jestem z ciebie zadowolony. Ale zadaj sobie kolejne pytanie: czy umiem stawiać właściwe pytania? Czy mam niespokojne serce, które prowadzi mnie do ciągłego pytania siebie o życie, o siebie samego siebie, innych, Boga? Z prawidłowymi odpowiedziami zdacie egzamin, ale bez właściwych pytań nie przeżyjecie życia! Nie wszyscy jesteście nauczycielami jak Masako, ale ufam, że możecie zadać sobie bardzo dobre pytania, poddać w wątpliwość swoje pewniki i pomóc innym zadać sobie dobre i prowokujące pytania dotyczące sensu życia i tego, jak możemy budować lepszą przyszłość dla tych, którzy przyjdą po nas.

Drodzy młodzi, dziękuję za waszą życzliwą uwagę, za waszą cierpliwość, za cały ten czas, który mi daliście i podzielenie się odrobiną waszego życia. Nie przesłaniajcie marzeń! Nie przesłaniajcie ani nie obezwładniajcie waszych marzeń, czyńcie przestrzeń na marzenia i miejcie odwagę, by patrzeć na wspaniałe perspektywy, miejcie odwagę patrzeć na to, co na was czeka, jeśli odważycie się budować je wspólnie. Japonia was potrzebuje, potrzebuje was świat, żwawych, nie ospałych. Potrzebuje was szczodrych, radosnych i entuzjastycznych, zdolnych do budowania domu dla wszystkich. Obiecuję wam, że będę się za was modlił, abyście wzrastali w duchowej mądrości, abyście potrafili zadawać właściwe pytania, abyście zapomnieli o lustrze i umieli patrzeć w oczy innym.

Wam wszystkim, waszym rodzinom i przyjaciołom, składam najlepsze życzenia i udzielam wam mego błogosławieństwa. I proszę was również, abyście pamiętali o przesłaniu mi dobrych życzeń i błogosławieństw! Dziękuję!

[01862-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua araba

الزيارة الرسولية إلى اليابان

كلمة قداسة البابا فرنسيس

لقاء مع الشبيبة

في كاتدرائية الصعود

توكيو، 25 نوفمبر/تشرين الثاني 2019

أيّها الشبيبة الأعزّاء،

شكرًا لمجيئكم، شكرًا لحضوركم هنا. إن رؤية طاقتكم وحماسكم والاستماع لها يفرحني ويبعث فيَ الرجاء. أشكركم على ذلك. كما أشكر ليوناردو، وميكي وماساكو على شهاداتهم. إن مشاركتكم بما تحملونه في قلبكم، كما فعلتم الآن، تتطلّب شجاعة كبيرة. وأنا متأكّد من أن أصواتكم قد ردّدت صدى العديد من أصوات رفاقكم الحاضرين هنا. شكرًا! أعلم أنّ في وسطكم شبيبة من جنسيّات أخرى، وبعضهم يبحثون عن ملجأ. فلنتعلّم أن نبني معًا المجتمع الذي نريده للغد.

عندما أنظر إليكم، أستطيع أن أرى التنوّع الثقافيّ والدينيّ للشبيبة الذين يعيشون اليوم في اليابان، وأرى كذلك شيئًا من الجمال الذي يقدّمه جيلكم للمستقبل. إن الصداقة التي تجمعكم وحضوركم هنا يذكّران الجميع بأن المستقبل ليس "أحاديّ اللون"، ولكن، إذا كانت لدينا الشجاعة، فمِن الممكن أن ننظر إليه عبر تنوّع واختلاف المساهمات التي يستطيع أن يقدّمها كلّ منكم. كم أن عائلتنا البشريّة تحتاج لأن تتعلّم العيش المشترك في وئام وسلام دون الحاجة لأن نكون جميعًا متشابهين! لم تصنعنا الآلات، كلّنا في تسلسل. كلّ منّا يأتي من حبّ والديه وأسرته، ولذا فنحن مختلفين، كلّ له قصّة يشارك بها. نحن بحاجة لأن ننمو في الأخوّة، وفي الانتباه للآخرين، وفي احترام الخبرات ووجهات النظر المختلفة. وهذا اللقاء هو احتفال، لأننا به نقول إن ثقافة اللقاء هي ممكنة، وإنها ليست يوتوبيا، وإنكم أنتم الشبيبة تملكون الحساسية الخاصّة للمضيّ بها قدمًا.

لقد أدهشتني الأسئلة التي طرحتموها، لأنها تعكس خبراتكم الملموسة، وكذلك آمالكم وأحلامكم للمستقبل.

شكرًا، ليوناردو، لمشاركتنا بتجربة التنمر والتمييز التي عانيت منها. فالمزيد من الشبيبة اليوم يجدون الشجاعةَ للتكلّم عن تجارب مثل تجربتك. لم نكن نتحدّث أبدًا في أيامنا، عندما كنت شابًّا، عن أمورٍ مثل الأمور التي حدّثنا عنها ليوناردو. الأمر الأصعب في التنمر المدرسي هو أنه يضرّ بروحنا وباحترامنا لذاتنا في الوقت الذي نحتاج فيه بشدّة إلى القوّة لقبول أنفسنا ومواجهة تحدّيات جديدة في الحياة. وأحيانًا، يتّهم ضحايا التنمر أنفسهم بأنهم أهداف "سهلة". قد يشعرون بالفشل والضعف وبأنه لا قيمة لهم، ويصلون إلى حالات مأساوية للغاية: "أه لو كنت مختلفًا ...". ولكن، للمفارقة، فالمتنمرين، الذين يقومون بالتنمر، إنهم هم الضعفاء في الحقيقة، لأنهم يعتقدون أنهم يستطيعون إثبات ذواتهم عن طريق إيذاء الآخرين. فيهاجمون أحيانًا أيّ شخص يعتبرونه مختلفًا ويرون فيه تهديدًا. في الواقع، إن المتنمرين، الذين يقومون بالتنمر، يخافون، هم جبناء، يختبئون خلف قوّتهم. وفي هذا -كونوا حذرين- عندما تسمعون، أو ترون أن هناك مَن يشعر بالحاجة إلى إيذاء شخص آخر، أو إلى التنمر، أو إلى مضايقة شخص آخر، إنما هو الضعيف. الشخص الذي هو ضحيّة التنمر ليس ضعيفًا. الضعيف إنما هو الشخص الذي يقوم به، لأنه يحتاج إلى أن يُظهِر عظمته وقوّته، إلى أن يشعر بأنه مهمّ. لقد قلته لليوناردو قبل قليل: عندما يقولون إنك بدين، قُل: "من الأسوأ أن أكون نحيفًا مثلك". يجب أن نتّحد جميعًا ضدّ ثقافة التنمر هذه، وأن نتعلّم أن نقول: كفى! إنه وباء يمكنكم أنتم إيجاد أفضل دواء له. لا يكفي أن تستخدم المؤسّسات التعليمية أو البالغين جميع الموارد التي في متناول أيديهم لمنع هذه المأساة، لكن من الضروريّ أن تتّحدوا فيما بينكم، أنتم الأصدقاء والرفاق كي تقولوا: كلّا! كلّا للتنمر، كلّا للتعدّي على الآخر. هذا أمر سيّء! فما مِن سلاح أكبر لمكافحة هذه الأفعال سوى أن "تقفوا"، الرفاق والأصدقاء معًا، وتقولوا: "إن ما تفعله، التنمر، هو أمر خطير".

إن مَن يقوم بالتنمر هو شخص جبان، والخوف هو دائمًا عدو الخير، ولذا فهو عدو الحبّ والسلام. والأديانُ الكبيرة –جميع الأديان التي يمارسها كلّ منّا- تُعلِّم التسامحَ، تُعلِّم الوئام والرحمة. لا تعلّم الأديانُ الخوفَ والانقسام والصراع. بالنسبة لنا نحن المسيحيين، نسمع يسوع الذي قال لتلاميذه على الدوام ألّا يخافوا. لماذا؟ لأننا إذا كنّا مع الله، ومعه نحبّ وإخوتنا وأخواتنا، فالمحبّة تنفي الخوف (را. ١ يو ٤، ١٨). بالنسبة للكثيرين منّا - كما ذكّرتنا ليوناردو- إن التأمّل في حياة يسوع، يسمح لنا بأن نجد الراحة، لأن يسوع نفسه كان يعرف معنى الاحتقار والرفض، وحتى الصلب. كان يعرف أيضًا معنى أن يكون أجنبيًّا أو مهاجرًا أو "مختلفًا". كان يسوع، بمعنًى ما، -وهنا أتوجّه للمسيحيين، أمّا غير المسيحيين فلينظروا إليه كمثال دينيّ- هو الأكثر "تهميشا"، منبوذًا مليئًا بحياة يرغب بإعطائها. ليوناردو، يمكننا دائمًا أن ننظر إلى كلّ ما نفتقر إليه، لكن يمكننا أيضًا أن نكتشف الحياة التي نستطيع منحها وإعطاءها. العالم بحاجة إليك، لا تنسى هذا أبدًا؛ الربّ يحتاج إليك حتى تشجّع الكثيرين الذين يطلبون يد المساعدة اليوم، كي تساعدهم على النهوض من جديد.

أودّ أن أقول للجميع شيئًا قد يكون مفيدًا في الحياة. إن النظر إلى شخص آخر بازدراء، بنظرة فوقية، يعني القول: "أنا أفضل منك وأنت أدنى منّي". ولكن هناك طريقة واحدة مشروعة ومحقّة للنظر إلى شخص من الأعلى إلى الأسفل: لمساعدته على النهوض. إذا نَظرَ أحدُنا -بمن فيهم أنا- إلى شخص باحتقار، فهو رخيص. ولكن إذا نظر أحدنا إلى شخص من الأعلى إلى الأسفل ليمدّ يده ويساعده على النهوض، فهذا الرجل عظيم أو هذه المرأة عظيمة. لذلك عندما تنظرون إلى شخص من الأعلى إلى الأسفل، اسألوا انفسكم، "أين يدي؟ هل هي مخفية أم أنها تساعده على النهوض؟" وسوف تنالون السعادة. اتّفقنا؟

ويتضمّن ذلك أن نتعلّم تنمية ميزة مهمّة للغاية ولكن يُستهان بها: القدرة على إعطاء الوقت للآخرين، والاستماع إليهم، ومشاركتهم، وفهمهم. وبهذه الطريقة فقط نفتح قصصنا وجروحنا على حبّ يمكن أن يغيّرنا فنبدأ في تغيير العالم من حولنا. إذا لم نعطِ وقتنا للأشخاص، إذا لم نضيّع وقتنا بل "وفّرناه"، فسوف نخسره في أشياء كثيرة سوف تتركنا، في نهاية اليوم، خاليين ومبهوتين -يقولون في وطني: يشغلونا بالكثير، حتى يصيبنا عسر الهضم. لذا من فضلكم، خصّصوا بعض الوقت لعائلتكم، خصّصوا بعض الوقت لأصدقائكم، ولكن أيضًا لله، والصلاة والتأمّل، كلّ وفق معتقداته. وإذا صعبت عليكم الصلاة، فلا تستسلموا. قالت مرّة مرشدة روحيّة حكيمة: الصلاة تتكوّن أساسًا من البقاء هناك. قف ساكنًا، وافسح المجال لله كي يدخل، ودعه ينظر إليك وسوف يملأك بسلامه.

هذا ما قاله لنا ميكي بالتحديد: سأل كيف يمكن للشبيبة أن يفسحوا المجال لله في مجتمعٍ محموم يركّز على القدرة التنافسيّة والإنتاجية وحسب. من المعتاد أن نرى أشخاصًا أو جماعة أو حتى مجتمعًا بأكمله ربّما متطوّرين بشكل كبير خارجيًّا، ولكن فقراء ومتدنّين داخليًّا، ماتت فيهم الروح والحيويّة؛ يبدون وكأنهم دمى مصنوعة، فارغة في الداخل. كلّ شيء مملّ بالنسبة لهم. هناك شبيبة لا يحلمون. إن الشابّ الذي لا يحلم هو فظيع، وأيضًا الشابّ الذي لا يفسح المجال للحلم كي يسمح لله وللرغبات بالدخول، وكي يكون خصبًا في الحياة. هناك رجال ونساء لا يعرفون الضحك، لا يلعبون، لا يعرفون الشعور بالاندهاش والمفاجأة. رجال ونساء يعيشون مثل الزومبي، توقّفت قلوبهم عن النبض. لماذا؟ بسبب عدم القدرة على الاحتفال بالحياة مع الآخرين. اسمعوا هذا: سوف تنالون السعادة وسوف تكونون أخصاب إذا ما حافظتم على القدرة على الاحتفال بالحياة مع الآخرين. كم من الأشخاص في العالم أغنياء ماديًّا، لكنهم يعيشون كعبيد لوِحدة لا مثيل لها! أفكّر بالوِحدة التي يعيشها كثير من الأشخاص، فتيان وبالغين، في مجتمعاتنا المزدهرة ولكن التي غالبًا ما تفتقر إلى هويّة. قالت ذات مرّة الأم تيريزا، التي عملت مع أفقر الفقراء، شيئًا نبويًّا، شيئًا ثمينًا: "إن الشعور بالوِحدة وعدم الشعور بالحبّ هو الفقر الأفظع".

من المفيد لنا ربّما أن نسأل أنفسنا: ما هو أفظع فقر بالنسبة لي؟ ما هي أعظم درجة من الفقر بالنسبة لي؟ وإذا كنّا صادقين، فإننا ندرك أن أكبر فقر هو الشعور بالوِحدة وبأننا لسنا محبوبين. هل تفهمون؟ هل كلامي مملّ أم أستطيع المتابعة؟ ... هل هو مملّ؟ [الشبيبة: "كلّا!"] تبقّى القليل.

إن محاربة هذا الفقر الروحيّ هي مهمّة كلّنا مدعوّون للقيام بها، وأنتم، الشبيبة، لديكم دور خاصّ تلعبونه، لأنها تتطلّب تغييرًا كبيرًا في أولويّاتنا وفي خياراتنا. وهذا يعني أن ندرك أن الأمر الأهمّ ليس كلّ ما أملكه أو ما يمكنني اكتسابه، ولكن مع مَن يمكنني مشاركته. ليس من المهمّ التركيز والتساؤل عن دوافع عيشي، ولكن من أجل مَن أعيش. تعلّموا أن تسألوا أنفسكم هذا السؤال: لا من أجل أيّ شيء أعيش، ولكن من أجل مَن أعيش، ومع مَن أشارك حياتي. الأمور مهمّة، لكن الأشخاص لا غنى عنها؛ بدونهم، نفقد إنسانيتنا، ونفقد الوجه ونفقد الاسم ونصبح غرضًا إضافيًّا، ربما الأفضل، ولكن غرضًا؛ ونحن لسنا بأغراضٍ، إننا أشخاص. يقول سفر يشوع بن سيراخ: "الصَّديقُ الأَمينُ مَلجَأ حَصين ومَن وَجَدَه وَجَدَ كَنزَاً" (6، 14). ولذا فمن المهمّ دائمًا أن نسأل أنفسنا: "مِن أجل مَن أنا؟". "أنت لله، دون شكّ. لكنه أراد منك أن تكون للآخرين أيضًا، وقد زيّنك بالعديد من الصفات والميول والمواهب والكاريزما التي ليست لك، بل للآخرين" (الإرشاد الرسولي ما بعد السينودس المسيح يحيا، 286). للمشاركة مع الآخرين. لا يكفي أن نحيا الحياة، بل يجب أن نتشارك بها. نتشارك بحياتنا.

وهذا أمر جميل يمكنكم تقديمه للعالم. باستطاعة الشبيبة أن يقدّموا شيئًا للعالم. اشهدوا أن الصداقة الاجتماعية، أن الصداقة فيما بينكم ممكنة! فالرجاء بالمستقبل يقوم على ثقافة اللقاء والقبول والإخاء واحترام كرامة كلّ شخص، لا سيّما تجاه المحتاجين إلى المحبّة والتفهّم؛ دون الحاجة إلى مهاجمة الآخرين أو احتقارهم، بل نتعلّم كيف نعترف بغنى الآخرين.

إليكم هذا التأمّل الذي قد يساعدنا: كي نبقى على قيد الحياة جسديًّا، علينا أن نتنفّس، وهو عمل نقوم به دون أن ندرك، كلّنا نتنفّس تلقائيًّا. وكي نبقى على قيد الحياة بكلّ معنى الكلمة، علينا أيضًا أن نتعلّم التنفّس بشكل روحيّ، من خلال الصلاة والتأمّل، في حركة داخليّة، يمكننا من خلالها الاصغاء لله، الذي يتحدّث إلينا في أعماق قلبنا. ونحتاج أيضًا إلى حركة خارجيّة، نتقرّب من الآخرين من خلالها بأعمال المحبّة والخدمة. هذه الحركة المزدوجة تسمح لنا بالنموّ وبأن نعترف، ليس فقط بأن الله قد أحبّنا، بل إنه عَهَدَ إلى كلّ منّا برسالة، ودعوة فريدة، وأننا نكتشفها بقدر ما نبذل ذواتنا من أجل الآخرين، من أجل أشخاص ملموسين.

كلّمنا ماساكو عن هذه الأشياء بدءًا من تجربته كطالب وكمعلّم. سأل كيف يمكن مساعدة الشبيبة على إدراك صلاحهم وقيمتهم. أودّ مرّة جديدة، أن أقول، أنه كي ننمو، وكي نكتشف هويّتنا، وصلاحنا وجمالنا الداخلي، لا يمكننا أن ننظر إلى ذواتنا في المرآة. لقد اخترعوا الكثير من الأشياء، لكن بنعمة الله لم يخترعوا بعد صور السيلفي للروح. فكي نكون سعداء، نحتاج لطلب المساعدة من الآخرين، لأن يلتقط الصورة شخص آخر، أي، أن نخرج من أنفسنا ونذهب إلى الآخرين، وخاصة الأكثر احتياجًا (را. نفس المرجع، 171). أريد أن أقول لكم شيئًا: لا تنظروا كثيرًا إلى أنفسكم، ولا تنظروا كثيرًا إلى مرآة نفسكم، لأن المرآة، إذا أكثرتم من نظراتكم لذاتكم هذه، قد تنكسر!

وأنهي كلمتي بهذا: أخيرًا! أطلب منكم على وجه الخصوص، أن تمدّوا يد الصداقة والترحيب إلى الذين غالبًا ما يأتون بعد معاناة كبيرة، لطلب اللجوء في بلدكم. معنا هنا مجموعة صغيرة من اللاجئين؛ وسوف يشهد استقبالكم لهم أنهم بالنسبة للكثيرين قد يكونون غرباء، لكن بالنسبة لكم يُعتَبرون إخوة وأخوات.

قال معلّمٌ حكيمٌ ذات مرّة إن مفتاح النموّ في الحكمة لا يكمن في إيجاد الإجابات الصحيحة، بل في اكتشاف الأسئلة الصحيحة. ليفكّر كلّ منكم: هل أعرف كيف أجيب على الأشياء؟ هل أجيب بشكل جيّد على الأشياء؟ هل لديّ الإجابات الصحيحة؟ إذا قال لي أحدكم أجل، أنا أفرح لك. لكن اطرح سؤالاً آخر على نفسك: هل أطرح الأسئلة الصحيحة؟ هل لديّ قلب لا يهدأ ويدفعني إلى التساؤل باستمرار عن الحياة وعن نفسي وعن الآخرين وعن الله؟ مع الإجابات الصحيحة، تجتازون الامتحان، ولكن بدون الأسئلة الصحيحة، لا تجتازون الحياة! لستم جميعكم معلّمين مثل ماساكو، لكنني آمل أن تطرحوا على أنفسكم أسئلة جيّدة، وتستجوبوا أنفسكم وتساعدوا الآخرين على أن يطرحوا على أنفسهم أسئلة جيّدة واستفزازية حول معنى الحياة وكيف يمكننا بناء مستقبل أفضل للذين يأتون من بعدنا.

أيها الشبيبة الأعزّاء، أشكركم على اهتمامكم الودّي، وأشكركم على هذا الوقت الذي منحتموني إيّاه وعلى مشاركتكم القليل من حياتكم. لا تخبّئوا أحلامكم! لا تحطّموا أحلامكم، ولا تشتّتوها، اعطوها المجال واجرؤوا على النظر إلى آفاق عظيمة، واجرؤوا على النظر إلى ما ينتظركم، إذا كانت لديكم الشجاعة لبنائه معًا. إن اليابان بحاجة إليكم، والعالم بحاجة إليكم، متيقّظين، لا نائمين. إنه بحاجة إليكم أسخياء، وسعداء ومتحمّسين، قادرين على بناء بيت للجميع. أعدكم بالصلاة من أجلكم، كيما تنموا في الحكمة الروحية، وكيما تطرحوا الأسئلة الصحيحة، وكي تنسوا المرآة وتنظروا في عيون الآخرين.

لكم جميعًا، ولعائلاتكم ولأصدقائك، أقدّم أطيب تمنياتي وأمنح البركة. وأطلب منكم ألّا تنسوا بأن تمنحوني تمنياتكم الطيّبة وبركاتكم. شكرًا!

[01862-EN.02] [Original text: Spanish]

[B0922-XX.01]