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#ViaggioApostolico di Sua Santità Francesco in Thailandia e Giappone (19-26 novembre 2019) – Incontro con le vittime del triplice disastro nella Bellesalle Hanzomon di Tokyo, 25.11.2019


Incontro con le vittime del triplice disastro nella Bellesalle Hanzomon di Tokyo

 

Discorso del Santo Padre

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua tedesca

Traduzione in lingua portoghese

Traduzione in lingua polacca

Traduzione in lingua araba

 

Questa mattina, alle ore 9.15 locali (1.15 ora di Roma) Papa Francesco ha incontrato un gruppo di ragazzi giapponesi coinvolti nelle iniziative di Scholas Occurrientes in Giappone, accompagnati da una rappresentanza della Fondazione.

Subito dopo, il Santo Padre si è trasferito in auto alla Bellesalle Hanzomon, uno dei centri convegnistici più importanti di Tokyo.

Alle 10.00 locali (2.00 ora di Roma), il Papa ha incontrato le vittime del sisma di magnitudo 9 che generò poi il successivo tsunami e l’incidente alla centrale nucleare di Fukushima nel marzo 2011, causando 18.000 morti.

Al Suo arrivo, il Papa è stato accolto all’ingresso della Bellesalle Hanzomon dall’Arcivescovo di Tokyo, S.E. Mons. Tarcisius Isao Kikuchi, S.V.D., e da S.E. Mons. Martin Tetsuo Hiraga, Vescovo di Sendai, la diocesi maggiormente colpita dal terremoto e dallo tsunami, e con loro ha raggiunto l’auditorium. Arrivato sul podio, Papa Francesco ha salutato una rappresentanza delle vittime del triplice disastro. Quindi, dopo la testimonianza di tre di esse, il Santo Padre ha pronunciato il Suo discorso.

Al termine dell’incontro, il Papa ha lasciato l’auditorium mentre veniva intonato un canto. Quindi si è trasferito in auto al Palazzo Imperiale di Tokyo per la visita privata all’Imperatore Naruhito.

Pubblichiamo di seguito il discorso che il Santo Padre Francesco ha pronunciato nel corso dell’incontro:

Discorso del Santo Padre

Queridos amigos:

            Este encuentro con ustedes es un momento importante en mi visita a Japón. Les agradezco la bienvenida con música argentina. De manera especial, agradezco a Toshiko, Tokuun y Matsuki, quienes han compartido su historia con nosotros. Ellos y también ustedes representan a todos los que han sufrido de manera tan grande a causa del triple desastre —el terremoto, el tsunami y el accidente nuclear—, que afectó no sólo a las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima, sino a todo el Japón y a sus ciudadanos. Gracias por expresar con sus palabras y con su presencia la tristeza y el dolor sufrido por tantas personas, pero también la esperanza abierta a un futuro mejor. Matsuki, al terminar su testimonio, me invitaba a unirme a ustedes en oración. Hagamos un rato de silencio y que nuestra primera palabra sea rezar por las más de dieciocho mil personas que perdieron la vida, por sus familiares y por los que aún están desaparecidos. Hagamos una oración que nos una y nos dé el coraje de mirar hacia adelante con esperanza.

            También agradezcamos el esfuerzo de los gobiernos locales, organizaciones y personas que trabajan en la reconstrucción de las áreas donde ocurrieron los desastres y para aliviar la situación de las más de cincuenta mil personas que fueron evacuadas, actualmente en viviendas temporales, sin poder aún regresar a sus hogares.

            Agradezco de modo especial, como bien lo señaló Toshiko, la rapidez con que muchas personas, no sólo de Japón sino de todo el mundo, se movilizaron inmediatamente después de los desastres, para apoyar a las víctimas con la oración y la ayuda material y financiera. Una acción que no puede perderse en el tiempo y desaparecer después del shock inicial, sino que debemos perpetuar y sostener. En relación a lo que señaló Matsuki, algunos de los que vivían en las áreas afectadas ahora se sienten olvidados y no pocos deben hacer frente a continuos problemas de tierras y bosques contaminados y los efectos a largo plazo de la radiación.

Que este encuentro sirva para que, entre todos, podamos hacer un llamamiento a todas las personas de buena voluntad para que las víctimas de estas tragedias sigan recibiendo la ayuda que tanto necesitan.

            Sin recursos básicos: alimentos, ropa y refugio, no es posible llevar adelante una vida digna y tener lo mínimo necesario para poder lograr una reconstrucción, que reclama a su vez la necesidad de experimentar la solidaridad y el apoyo de una comunidad. Nadie se “reconstruye” solo, nadie puede volver a empezar solo. Es imprescindible encontrar una mano amiga, una mano hermana, capaz de ayudar a levantar no sólo la ciudad, sino la mirada y la esperanza. Toshiko nos dijo que, aunque ella perdió su hogar en el tsunami, está agradecida por poder apreciar el regalo de la vida y sentir la esperanza al ver a las personas unirse para ayudarse entre sí. Ocho años después del triple desastre, Japón ha demostrado cómo un pueblo puede unirse en solidaridad, paciencia, perseverancia y resistencia. El camino hacia una recuperación completa puede ser todavía largo, pero siempre es posible si cuenta con el alma de este pueblo capaz de movilizarse para socorrerse y ayudarse. Como dijo Toshiko, si no hacemos nada el resultado será cero, pero si das un paso entonces avanzarás un paso adelante. Así pues, los invito a avanzar cada día, poco a poco, para construir el futuro basado en la solidaridad y el compromiso de unos con otros, por ustedes, por sus hijos y nietos, y por las generaciones venideras.

            Tokuun preguntó cómo podemos responder a otros problemas importantes que nos afectan y que, como ustedes bien saben, no pueden entenderse o tratarse separadamente: guerras, refugiados, alimentos, disparidades económicas y desafíos ambientales. Es un grave error pensar que hoy en día se pueden abordar aisladamente los temas sin asumirlos como parte de una red más grande. Como acertadamente señaló, somos parte de esta tierra, parte del medio ambiente; porque todo está, en última instancia, interconectado. El primer paso —creo yo—, además de tomar decisiones valientes e importantes sobre el uso de los recursos naturales, y en particular sobre las futuras fuentes de energía, es trabajar y caminar hacia una cultura capaz de combatir la indiferencia. Uno de los males que más nos afectan versa en la cultura de la indiferencia. Urge movilizarnos para ayudar a tomar conciencia de que si un miembro de nuestra familia sufre, todos sufrimos con él; porque no se alcanza la interconexión si no se cultiva la sabiduría de la pertenencia, única capaz de asumir los problemas y las soluciones de manera global. Nos pertenecemos unos a los otros.

            En este sentido, quisiera recordar, de manera particular, el accidente nuclear de Daiichi en Fukushima y sus secuelas. Además de las preocupaciones científicas o médicas, también existe el inmenso trabajo para restaurar el tejido de la sociedad. Hasta que no se restablezcan los lazos sociales en las comunidades locales y las personas tengan de nuevo una vida segura y estable, el accidente de Fukushima no se resolverá por completo. Lo cual implica, a su vez —como bien lo señalaron mis hermanos obispos en Japón—, la preocupación por el uso continuo de la energía nuclear, y pidieron la abolición de las centrales nucleares.

            Nuestra era siente la tentación de hacer del progreso tecnológico la medida del progreso humano. Este “paradigma tecnocrático” de progreso y desarrollo modela la vida de las personas y el funcionamiento de la sociedad y, a menudo, conduce a un reduccionismo que afecta a todos los ámbitos de nuestras sociedades (cf. Carta enc. Laudato si’, 101-114). Por tanto, es importante, en momentos como este, hacer una pausa, detenernos y reflexionar sobre quiénes somos y, quizás de manera más crítica, quiénes queremos ser. ¿Qué clase de mundo, qué clase de legado queremos dejar a los que vendrán después de nosotros? La sabiduría y la experiencia de los ancianos, unidas al celo y al entusiasmo de los jóvenes, pueden ayudar a forjar una visión diferente, una visión que ayude a mirar con reverencia el don de la vida y la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en la única, multiétnica y multicultural familia humana.

            Al pensar en el futuro de nuestra casa común, debemos darnos cuenta de que no podemos tomar decisiones puramente egoístas y que tenemos una gran responsabilidad con las generaciones futuras. En ese sentido, se nos pide elegir una forma de vida humilde y austera que dé cuenta de las urgencias que estamos llamados a encarar. Toshiko, Tokuun y Matsuki nos han recordado la necesidad de encontrar un nuevo camino para el futuro, un camino basado en el respeto por cada persona y en el respeto por el mundo natural. En este camino, «todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades» (ibíd., 14).

            Queridos hermanos: En el trabajo continuo de recuperación y reconstrucción después del triple desastre, muchas manos deben juntarse y muchos corazones deben unirse como si fueran uno solo. De esta manera, los que han sufrido recibirán apoyo y sabrán que no han sido olvidados. Sabrán que muchas personas, activa y efectivamente, comparten su dolor y continuarán extendiendo una mano fraterna para ayudar. Una vez más, celebremos y demos gracias por todos aquellos que, de modo sencillo, han tratado de aliviar la carga de las víctimas. Que esa compasión sea el camino que les permita a todos encontrar esperanza, estabilidad y seguridad para el futuro.

            Gracias de nuevo por estar aquí. Por favor, recen por mí; y que Dios les conceda a todos ustedes y a sus seres queridos las bendiciones de sabiduría, de fortaleza y de paz. Muchas gracias.

[01861-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua italiana

Cari amici,

Questo incontro con voi è un momento importante nella mia visita in Giappone. Vi ringrazio per l’accoglienza con musica argentina. In modo speciale, ringrazio Toshiko, Tokuun e Matsuki, che hanno condiviso la loro storia con noi. Loro, e anche voi, rappresentate tutti coloro che hanno sofferto così tanto per il triplice disastro – il terremoto, lo tsunami e l’incidente nucleare –, che ha colpito non solo le prefetture di Iwate, Miyagi e Fukushima, ma tutto il Giappone e i suoi abitanti. Grazie per aver espresso con le vostre parole e con la vostra presenza la tristezza e il dolore sofferti da tante persone, ma anche la speranza aperta ad un futuro migliore. Matsuki, concludendo la sua testimonianza, mi ha invitato ad unirmi a voi in preghiera. Facciamo un momento di silenzio e lasciamo che la nostra prima parola sia pregare per le oltre diciottomila persone che hanno perso la vita, per le loro famiglie e per coloro che sono ancora dispersi. Facciamo una preghiera che ci unisca e ci dia il coraggio di guardare avanti con speranza.

Ringraziamo anche per gli sforzi delle amministrazioni locali, delle organizzazioni e delle persone che lavorano nella ricostruzione delle aree in cui si sono verificate le catastrofi e per alleviare la situazione delle oltre cinquantamila persone che sono state evacuate, attualmente in alloggi temporanei, senza poter ancora tornare a le loro case.

Sono particolarmente grato, come ha sottolineato Toshiko, per la prontezza con cui molte persone, non solo dal Giappone ma da tutto il mondo, si sono mobilitate immediatamente dopo le catastrofi per soccorrere le popolazioni colpite con la preghiera e l’assistenza materiale e finanziaria. Un’azione che non può andare perduta nel tempo e venire meno dopo lo shock iniziale, ma che dobbiamo prolungare e sostenere. A proposito di quanto sottolineato da Matsuki, alcuni di coloro che vivevano nelle aree colpite ora si sentono dimenticati e non pochi devono affrontare continui problemi di terreni e foreste contaminati e gli effetti a lungo termine delle radiazioni.

Possa questo incontro servire affinché, tutti insieme, rivolgiamo un appello alle persone di buona volontà perché le vittime di queste tragedie continuino a ricevere l’aiuto di cui hanno tanto bisogno.

Senza risorse di base: cibo, vestiario e riparo, non è possibile condurre una vita dignitosa e avere il minimo necessario per poter ottenere una ricostruzione, che a sua volta richiede di sperimentare la solidarietà e il sostegno di una comunità. Nessuno si “ricostruisce” da solo; nessuno può ricominciare da solo. È essenziale trovare una mano amica, una mano fraterna, in grado di aiutare a risollevare non solo la città, ma anche lo sguardo e la speranza. Toshiko ci ha detto che, pur avendo perduto la casa nello tsunami, è grata di poter apprezzare il dono della vita e di provare speranza vedendo le persone unirsi per aiutarsi a vicenda. Otto anni dopo il triplice disastro, il Giappone ha dimostrato come un popolo può unirsi in solidarietà, pazienza, perseveranza e resistenza. La strada per un pieno recupero può essere ancora lunga, ma è sempre possibile se può contare sull’anima di questa gente capace di mobilitarsi per soccorrersi e aiutarsi a vicenda. Come ha detto Toshiko, se non facciamo nulla il risultato sarà zero, ma se fai un passo, avanzerai di un passo. Quindi, vi invito ad andare avanti ogni giorno, a poco a poco, per costruire il futuro basato sulla solidarietà e l’impegno reciproco, per voi, per i vostri figli e nipoti, e per le generazioni a venire.

Tokuun ha chiesto come possiamo rispondere ad altri importanti problemi che ci riguardano e che, come ben sapete, non possono essere visti e trattati separatamente: guerre, rifugiati, alimentazione, disparità economiche e sfide ambientali. È un grave errore pensare che oggi i problemi possano essere affrontati in maniera isolata senza considerarli come parte di una rete più ampia. Come ha giustamente sottolineato, facciamo parte di questa terra, dell’ambiente; perché tutto, in ultima analisi, è interconnesso. Il primo passo – credo – oltre a prendere decisioni coraggiose e importanti sull’uso delle risorse naturali, e in particolare sulle future fonti di energia, è lavorare e camminare verso una cultura capace di combattere l’indifferenza. Uno dei mali che più ci colpiscono sta nella cultura dell’indifferenza. Urge mobilitarsi per aiutare a prendere coscienza che se un membro della nostra famiglia soffre, tutti soffriamo con lui; perché non si raggiunge una interconnessione se non si coltiva la saggezza dell’appartenenza, l’unica capace di assumere i problemi e le soluzioni in modo globale. Apparteniamo gli uni agli altri.

In tal senso, vorrei ricordare particolarmente l’incidente nucleare di Daiichi a Fukushima e le sue conseguenze. Oltre alle preoccupazioni scientifiche o mediche, c’è anche il lavoro immenso per ripristinare il tessuto della società. Fino a quando i legami sociali non saranno ristabiliti nelle comunità locali e le persone avranno di nuovo una vita sicura e stabile, l’incidente di Fukushima non sarà completamente risolto. Ciò implica, al tempo stesso – come hanno ben sottolineato i miei fratelli vescovi del Giappone – la preoccupazione per il prolungarsi dell’uso dell’energia nucleare, per cui hanno chiesto l’abolizione delle centrali nucleari.

La nostra epoca è tentata di fare del progresso tecnologico la misura del progresso umano. Questo “paradigma tecnocratico” di progresso e di sviluppo modella la vita delle persone e il funzionamento della società e, spesso, porta a un riduzionismo che tocca tutti gli ambiti delle nostre società (cfr Enc. Laudato si’, 101-114). È dunque importante, in momenti come questo, fare una pausa, fermarci e riflettere su chi siamo e, forse in modo più critico, su chi vogliamo essere. Che tipo di mondo, che tipo di eredità vogliamo lasciare a coloro che verranno dopo di noi? La saggezza e l’esperienza degli anziani, insieme all’impegno e all’entusiasmo dei giovani, possono aiutare a plasmare una visione diversa, una visione che aiuti a guardare con grande rispetto il dono della vita e la solidarietà con i nostri fratelli e sorelle nell’unica, multietnica e multiculturale famiglia umana.

Quando pensiamo al futuro della nostra casa comune, dobbiamo renderci conto che non possiamo prendere decisioni puramente egoistiche e che abbiamo una grande responsabilità verso le generazioni future. In tal senso, ci è chiesto di scegliere uno stile di vita umile e austero che risponda alle urgenze che siamo chiamati ad affrontare. Toshiko, Tokuun e Matsuki ci hanno ricordato la necessità di trovare un nuovo percorso per il futuro, un percorso basato sul rispetto per ogni persona e per l’ambiente naturale. In questo percorso, «tutti possiamo collaborare come strumenti di Dio per la cura della creazione, ognuno con la propria cultura ed esperienza, le proprie iniziative e capacità» (ibid., 14).

Cari fratelli, nel continuo lavoro di recupero e ricostruzione dopo il triplice disastro, molte mani devono stringersi e molti cuori devono unirsi come se fossero una cosa sola. In questo modo, quanti hanno sofferto riceveranno sostegno e sapranno di non essere stati dimenticati. Sapranno che molte persone, attivamente ed efficacemente, condividono il loro dolore e continueranno a tendere una mano fraterna per aiutare. Ancora una volta, lodiamo e ringraziamo tutti coloro che, con semplicità, hanno cercato di alleggerire il peso delle vittime. Possa questa compassione essere la strada che permetta a tutti di trovare speranza, stabilità e sicurezza per il futuro.

Grazie ancora per essere stati qui. Per favore, pregate per me. E che Dio conceda a tutti voi e i vostri cari le benedizioni di saggezza, di fortezza e di pace. Grazie!

[01861-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

Chers amis,

Cette rencontre avec vous est un moment important de ma visite au Japon. Je vous remercie pour l’accueil avec une musique argentine. Je remercie en particulier Toshiko, Tokuun et Matsuki qui ont partagé leur histoire avec nous. Eux, et vous aussi, vous représentez tous ceux qui ont si terriblement souffert de la triple catastrophe – le tremblement de terre, le tsunami et l’accident nucléaire -, qui a touché non seulement les préfectures d’Iwate, de Miyagi et de Fukushima, mais aussi tout le Japon et ses habitants. Merci d’exprimer, par vos paroles et par votre présence, la tristesse et la souffrance vécues par tant de personnes, mais aussi l’espérance d’un avenir meilleur. Matsuki, à la fin de son témoignage, m’a invité à m’unir à vous par la prière. Faisons un moment de silence et que notre première parole soit une prière pour les plus de 18.000 personnes qui ont perdu la vie, pour leurs familles et pour les disparus. Faisons une prière qui nous unisse et nous donne le courage de regarder en avant avec espérance.

De même, je remercie pour les efforts des gouvernements locaux, des organisations et des personnes qui travaillent dans la reconstruction des zones touchées par la catastrophe et pour aider les plus de 50.000 personnes évacuées qui vivent actuellement dans des logements temporaires, sans pouvoir même retourner chez elles.

Je remercie de manière spéciale pour la rapidité, comme l’a si bien signalé Toshiko, avec laquelle de nombreuses personnes, non seulement au Japon mais aussi dans le monde entier, se sont mobilisées immédiatement après la catastrophe, pour aider les victimes par la prière et le soutien matériel et financier. Une action qui ne doit pas se perdre avec le temps et disparaître après le choc initial, mais que nous devons perpétuer et soutenir. Concernant ce qu’a souligné Matsuki, certains de ceux qui vivaient dans les zones touchées se sentent maintenant oubliées et un grand nombre doit faire face à de continuelles difficultés: des terres et des forêts contaminées ainsi que les effets à long terme de la radioactivité.

À l’occasion de rencontre puissions-nous ensemble lancer un appel à toutes les personnes de bonne volonté afin que les victimes de cette catastrophe reçoivent l’aide dont elles ont grand besoin!

Sans les ressources de base, c’est-à-dire aliments, vêtements et logement il n’est pas possible de mener une vie digne et d’avoir le minimum nécessaire pour pouvoir accomplir une reconstruction, laquelle suppose par ailleurs solidarité et soutien de la part d’une communauté. Personne ne se “reconstruit” tout seul, personne ne peut recommencer tout seul. Il est indispensable de trouver une main amicale, une main fraternelle en mesure d’aider à relever non seulement la ville, mais aussi le regard et l’espérance. Toshiko nous a dit que, même si elle a perdu sa maison dans le tsunami, elle est reconnaissante de pouvoir apprécier le don de la vie et d’éprouver de l’espérance en voyant les personnes s’unir entre elles afin de s’aider mutuellement. Huit ans après la triple catastrophe, le Japon a montré comment un peuple peut s’unir dans la solidarité, avec patience, persévérance et endurance. Le chemin d’un récupération complète, cependant, peut être encore long, mais il est toujours possible si l’on compte avec l’âme de ce peuple capable de se mobiliser pour porter secours et aider. Comme l’a dit Toshiko, si nous ne faisons rien, le résultat sera nul, mais si l’on fait un pas, alors ce sera un pas en avant. Par conséquent, je vous invite à avancer chaque jour, pas à pas, pour construire l’avenir sur la base de la solidarité et de l’engagement des uns et avec les autres, pour vous, vos enfants et petits-enfants, et pour les générations à venir.

Tokuun a demandé de quelle manière nous pouvons répondre à d’autres problèmes importants qui nous touchent et qui, comme vous le savez bien, ne peuvent pas être compris ni traités séparément: guerres, réfugiés, alimentation, disparités économiques et défis environnementaux. C’est une grave erreur de penser que, de nos jours, on peut aborder facilement ces sujets sans les considérer comme parties intégrantes d’un ensemble plus vaste. Comme il l’a souligné à juste titre, nous faisons partie de cette terre, nous faisons partie de l’environnement; car, en définitive, tout est interconnecté. Le premier pas, je crois, outre la prise de décisions courageuses et importantes concernant l’exploitation des ressources naturelles, et en particulier concernant les futures sources d’énergie, c’est d’œuvrer et de tendre vers une culture en mesure de combattre l’indifférence. L’un des maux qui nous touchent le plus, c’est la culture de l’indifférence. Il est urgent de nous mobiliser pour aider à prendre conscience que si un membre de notre famille souffre, nous souffrons tous avec lui; car on ne parvient pas à l’interconnexion si l’on ne cultive pas la sagesse de l’appartenance, seule capable de considérer les problèmes et les solutions de manière globale. Nous appartenons les uns aux autres.

Dans cette perspective, je voudrais rappeler, de manière particulière, l’accident nucléaire de Daiichi à Fukushima et ses conséquences. Outre les préoccupations scientifiques et médicales, il y a aussi l’immense travail pour restaurer le tissu social. Tant que les liens sociaux ne seront pas rétablis dans des communautés locales, et que les personnes n’auront pas retrouvé une vie sûre et stable, l’accident de Fukushima ne sera pas complètement surmonté. Ce qui implique, également, comme l’ont si bien signalé mes frères évêques du Japon, la préoccupation concernant la persistance de l’utilisation de l’énergie nucléaire; et ils ont demandé la fermeture des centrales nucléaires.

Notre époque est tentée de faire du progrès technologique la mesure du progrès humain. Ce “paradigme technocratique” du progrès et du développement façonne la vie des personnes et le fonctionnement de la société et, souvent, conduit à un réductionnisme qui touche tous les milieux de nos sociétés (cf. Laudato si’, n. 101-114). Par conséquent, il est important, en des moments comme celui-ci, de marquer une pause, de nous arrêter et de réfléchir sur qui nous sommes et, peut-être de manière plus critique, sur qui nous voulons être. Quel genre de monde, quel genre d’héritage désirons-nous laisser à ceux qui viendront après nous? La sagesse et l’expérience des anciens, associés au zèle et à l’enthousiasme des jeunes, peuvent aider à forger une vision différente, une vision qui aide à regarder avec respect le don de la vie et la solidarité avec nos frères et sœurs de l’unique famille humaine, multiethnique et multiculturelle.

En pensant à l’avenir de notre maison commune, nous devons nous rendre compte que nous ne pouvons pas prendre des décisions purement égoïstes, et que nous avons une grande responsabilité envers les générations futures. Dans cette perspective, il nous faut opter pour une forme de vie humble et austère qui prenne en compte les urgences que nous sommes appelés à affronter. Toshiko, Tokuun et Matsuki nous ont rappelé la nécessité de trouver un nouveau chemin pour l’avenir, un chemin basé sur le respect de toute personne et sur le respect de la nature. Sur ce chemin, «tous, nous pouvons collaborer comme instruments de Dieu pour la sauvegarde de la création, chacun selon sa culture, son expérience, ses initiatives et ses capacités » (ibid., n.14).

Chers frères: dans le travail continuel de récupération et de reconstruction suite à la triple catastrophe, beaucoup de mains doivent se joindre et beaucoup de cœurs s’unir comme s’ils n’étaient qu’un seul. Ainsi, ceux qui ont souffert recevront un soutien et sauront qu’ils n’ont pas été oubliés. Ils sauront que de nombreuses personnes prennent activement et effectivement part à leur souffrance et continueront à tendre une main fraternelle pour les aider. Une fois de plus, célébrons et rendons grâce pour tous ceux qui, de manière simple, ont essayé d’alléger le fardeau des victimes. Que cette compassion soit le chemin qui permette à tous de trouver espérance, stabilité et sécurité pour l’avenir!

Merci de nouveau pour votre présence! S’il vous plaît, priez pour moi; et que Dieu vous accorde à tous et aux personnes qui vous sont chères, les bénédictions de sagesse, de force et de paix! Merci beaucoup!

[01861-FR.02] [Texte original: Espagnol]

Traduzione in lingua inglese

Dear Friends,

This meeting with you today is an important part of my visit to Japan. I thank all of you for welcoming me with music from Argentina. In a special way, I thank Toshiko, Tokuun and Matsuki, who shared their stories with us. They, and all of you, represent everyone who suffered so greatly as a result of the triple disaster – the earthquake, the tsunami and the nuclear accident – that affected not only the prefectures of Iwate, Miyagi and Fukushima but the whole of Japan and its inhabitants. Thank you for expressing in your words and by your presence the sorrow and pain, but also the hope of a better future, experienced by so many. At the end of his testimony, Matsuki invited me to join you in prayer. Let us spend a moment in silence, so that our first word will be one of prayer for the more than eighteen thousand people who lost their lives, for their families and for those who are still missing. Let us pray that we be united and given the courage to look forward with hope.

Let us also give thanks for the efforts of the local governments, organizations and individuals working for the reconstruction of the areas where the disasters struck, and for the relief of the over fifty thousand persons who have been evacuated and are living in temporary housing, still unable to return to their homes.

I especially appreciate, as Toshiko pointed out, the speed with which many people, not only from Japan, but from all over the world, mobilized immediately after the disasters to support the victims with an outpouring of prayers and material and financial aid. We should not let this action be lost with the passage of time or disappear after the initial shock; rather, we should continue and sustain it. As Matsuki told us, some of those who lived in the affected areas now feel forgotten by others, and many must face ongoing problems: contaminated land and forests and the long-term effects of radiation.

May this meeting help us to appeal together to all persons of good will, so that the victims of these tragedies will continue to receive much needed assistance.

Without basic resources such as food, clothing and shelter, it is not possible to live a worthy life and have the bare minimum needed to succeed in rebuilding. This, in turn, calls for experiencing the solidarity and support of a community. No one “rebuilds” by himself or herself; nobody can start over alone. We have to find a friendly and fraternal hand, capable of helping to raise not just a city, but also our horizon and our hope. Toshiko told us that although she lost her home in the tsunami, she is still thankful for being able to appreciate the gift of life, and for the experience of hope that came from seeing people come together to help one another. Eight years after the triple disaster, Japan has shown how a people can unite in solidarity, patience, perseverance and resilience. The path to a full recovery may still be long, but it can always be undertaken if it counts on the spirit of people capable of mobilizing in order to help one another. As Toshiko said, if we do nothing, the result will be zero. But whenever you take one step, you move one step forward. I invite you, then, to move forward each day, little by little, to build a future based on solidarity and commitment to one another, for yourselves, your children and grandchildren, and for the generations to come.

Tokuun asked how we can respond to other major issues we face: wars, refugees, food, economic disparities and environmental challenges. These, as you well know, cannot be understood or treated separately. It is a serious mistake to think that nowadays these issues can be dealt with in isolation, without viewing them as part of a much larger network. He rightly pointed out that we are part of this earth, part of the environment, inasmuch as everything is, in the end, interconnected. Important decisions will have to be made about the use of natural resources, and future energy sources in particular. But the most important thing, I believe, is to progress in building a culture capable of combating indifference. One of our greatest ills has to do with a culture of indifference. We need to work together to foster awareness that if one member of our family suffers, we all suffer. Real interconnectedness will not come about unless we cultivate the wisdom of togetherness, the only wisdom capable of facing problems (and solutions) in a global way. We are part of one another.

Here, I would like to mention, in a particular way, the accident at the Daiichi Nuclear Power Station in Fukushima and its aftermath. In addition to scientific or medical concerns, there is also the immense challenge of restoring the fabric of society. Until social bonds in local communities are re-established, and people can once more enjoy safe and stable lives, the Fukushima accident will not be fully resolved. In turn, this involves, as my brother bishops in Japan have emphasized, concern about the continuing use of nuclear power; for this reason, they have called for the abolition of nuclear power plants.

Our age is tempted to make technological progress the measure of human progress. This “technocratic paradigm” of progress and development shapes the lives of individuals and the workings of society, and often leads to a reductionism that affects every aspect of human and social life (cf. Laudato Si’, 101-114). So it is important at times like this, to pause and reflect upon who we are and, perhaps more critically, who we want to be. What kind of world, what kind of legacy, will we leave to those who will come after us? The wisdom and experience of elders, united to the zeal and enthusiasm of young people, can help to forge a different vision, one that fosters reverence for the gift of life and solidarity with our brothers and sisters in the one multiethnic and multicultural human family.

As we think about the future of our common home, we need to realize that we cannot make purely selfish decisions, and that we have a great responsibility to future generations. Consequently, we must choose a humble and sober way of life that recognizes the urgent realities we are called to face. Toshiko, Tokuun and Matsuki have each reminded us of the need to find a new path for the future, a path rooted in respect for each person and in respect for the natural world. Along this path, “all of us can cooperate as instruments of God for the care of creation, each according to his or her own culture, experience, involvements and talents” (ibid., 14).

Dear friends, in the ongoing work of recovery and rebuilding after the triple disaster, many hands must join together and many hearts unite as one. In this way, those who are suffering will be supported and know that they have not been forgotten. They will realize that many people actively and effectively share their sorrow and continue to extend a fraternal helping hand. Once again, I thank all those who, in ways large and small, have tried to ease the burdens of the victims. May that compassion be the path that enables all to find hope, stability and security for the future.

Thank you again for being here. Please pray for me. And may God grant to all of you, and to your loved ones, his blessings of wisdom, strength and peace. Thank you.

[01861-EN.02] [Original text: Spanish]

Traduzione in língua tedesca

Liebe Freunde,

dieses Treffen mit euch ist ein wichtiger Moment während meines Besuches in Japan. Danke für euren Empfang mit argentinischer Musik. Ich danke besonders Toshiko, Tokuun und Matsuki, die uns ihre Geschichte mitgeteilt haben. Sie wie auch ihr steht stellvertretend für alle, die wegen der dreifachen Katastrophe – dem Erdbeben, dem Tsunami und dem Atomunfall – so viel gelitten haben. Sie hat nicht nur die Präfekturen Iwate, Miyagi und Fukushima getroffen, sondern ganz Japan und seine Bürger. Danke, dass ihr mit euren Worten und eurer Anwesenheit das traurige Unglück und den Schmerz, die so viele Menschen erlitten haben, aber ebenso die Hoffnung auf eine bessere Zukunft zum Ausdruck gebracht habt. Am Ende seines Zeugnisses hat mich Matsuki eingeladen, im Gebet mich mit euch zu verbinden. Halten wir einen Augenblick Stille und unser erstes Wort sei das Beten für die über achtzehntausend Opfer, die ihr Leben verloren haben, für ihre Familien und für die weiterhin Vermissten. Sprechen wir ein Gebet, das uns verbinden und den Mut schenken möge, voll Hoffnung vorwärts zu schauen.

Danken wir auch für die Anstrengungen seitens der lokalen Verwaltungen, der Organisationen und Menschen, die am Wiederaufbau der Katastrophengebiete arbeiten und damit die Situation von über fünfzigtausend Personen lindern, die evakuiert wurden und gegenwärtig in provisorischen Unterkünften wohnen, ohne bisher in ihre Häuser zurückkehren zu können.

Ich bin besonders dafür dankbar, was Toshiko hervorgehoben hat, nämlich wie rasch viele Menschen nicht nur in Japan, sondern in der ganzen Welt unmittelbar nach den Katastrophen aktiv wurden, um den betroffenen Bevölkerungen mit dem Gebet und mit materieller und finanzieller Unterstützung zu helfen. Eine solche Aktion darf nicht mit der Zeit verloren gehen und nach dem ersten Schock weniger werden, wir müssen sie vielmehr fortführen und aufrechterhalten. Wie Matsuki darauf hingewiesen hat, fühlen sich einige der früheren Bewohner der betroffenen Gebiete jetzt vergessen und nicht wenige müssen sich den anhaltenden Problemen von verseuchten Böden und Wäldern und den langfristigen Auswirkungen der Strahlungen stellen.

Möge dieses Treffen dazu dienen, dass wir alle gemeinsam einen Appell an die Menschen guten Willens richten, damit die Opfer dieser Tragödien weiter die Hilfe erhalten, die sie so sehr brauchen.

Ohne eine Grundversorgung durch Essen, Kleidung und Unterkunft ist es nicht möglich, ein Leben in Würde zu führen und das Allernotwendigste zu haben, um einen Wiederaufbau zu schaffen; dieser wiederum ist auf die Erfahrung von Solidarität und Unterstützung seitens einer Gemeinschaft angewiesen. Keiner „baut sich von selbst wieder auf“; keiner kann von allein wieder anfangen. Es ist unbedingt nötig, eine Freundeshand, eine brüderliche Hand zu finden, die in der Lage ist zu helfen, nicht nur die Stadt, sondern auch den Blick und die Hoffnung aufzurichten. Toshiko hat uns gesagt, dass sie, obschon sie das Haus beim Tsunami verloren hat, dankbar ist, das Geschenk des Lebens schätzen zu können und Hoffnung zu empfinden, wenn sie die Menschen sieht, die sich zur gegenseitigen Hilfe zusammentun. Acht Jahre ist die dreifache Katastrophe her, und Japan hat gezeigt, wie ein Volk in Solidarität, Geduld, Beharrlichkeit und Durchhaltevermögen zusammenstehen kann. Der Weg bis zu einer vollständigen Erholung kann noch lang sein, ist jedoch immer möglich, wenn man auf den Geist dieser Leute zählen kann, die sich für gegenseitige Unterstützung und Hilfe in Bewegung zu setzen vermögen. Wie Toshiko gesagt hat, ist das Ergebnis null, wenn wir nichts tun, aber wenn du einen Schritt machst, dann wirst du einen Schritt vorwärtsgehen. Ich ermuntere euch daher, jeden Tag nach und nach vorwärtszugehen, um für euch, für eure Kinder und Enkel wie auch für die künftigen Generationen die Zukunft auf der Grundlage der Solidarität und des gegenseitigen Einsatzes aufzubauen.

Tokuun hat gefragt, wie wir auf andere wichtige Probleme reagieren können, die uns betreffen und die, wie ihr wisst, nicht getrennt gesehen und behandelt werden können: Kriege, Flüchtlinge, Ernährung, wirtschaftliche Ungleichheit und Umweltfragen. Es ist ein schwerer Fehler zu meinen, dass heute die Fragen gesondert angegangen werden können, ohne sie als Teil eines größeren Netzes zu sehen. Wie Tokuun treffend hervorgehoben hat, sind wir Teil dieser Erde, der Umwelt, denn letzten Endes ist alles miteinander verbunden. Der erste Schritt, denke ich, besteht darin – neben kühnen und wichtigen Entscheidungen hinsichtlich der Verwendung der natürlichen Ressourcen und vor allem hinsichtlich der künftigen Energiequellen –, auf eine Kultur hinzuarbeiten und auf sie zuzugehen, die imstande ist, die Gleichgültigkeit zu bekämpfen. Eines der Übel, das uns am meisten trifft, ist die Kultur der Gleichgültigkeit. Es ist dringend notwendig, sich in Bewegung zu setzen und zu helfen, um sich bewusst zu machen, dass wir alle mitleiden, wenn ein Glied unserer Familie leidet. Man gelangt nämlich nicht zu einer Verbindung untereinander, wenn man nicht die Weisheit der Zugehörigkeit pflegt; sie allein ist fähig, die Probleme und die Lösungen auf globale Weise in Angriff zu nehmen. Wir gehören zueinander.

In diesem Sinn möchte ich besonders an den Atomunfall in Fukushima Daiichi und seine Folgen erinnern. Neben den Sorgen wissenschaftlicher oder medizinischer Art besteht auch die immense Arbeit, das Gesellschaftsgefüge wiederaufzubauen. Solange in den Gemeinden vor Ort die gesellschaftlichen Bande nicht wiederhergestellt sind und die Menschen wieder ein sicheres und stabiles Leben haben, wird der Unfall von Fukushima nicht ganz gelöst sein. Dies schließt zugleich – wie meine Brüder, die Bischöfe Japans, hervorgehoben haben – die Sorge über die fortdauernde Nutzung der Kernenergie mit ein; deswegen haben sie die Abschaffung der Kernkraftwerke gefordert.

Unsere Zeit ist versucht, den technologischen Fortschritt zum Maß für den menschlichen Fortschritt zu machen. Dieses „technokratische Paradigma“ des Fortschritts und der Entwicklung gestaltet das Leben der Menschen und das Funktionieren der Gesellschaft; oft führt es zu einem Reduktionismus, der alle Bereiche unserer Gesellschaft berührt (vgl. Enzyklika Laudato si’, 101-114). Es ist daher von Bedeutung, in Momenten wie diesen anzuhalten, innezuhalten und darüber nachzudenken, wer wir sind und – vielleicht etwas kritischer – wer wir sein wollen. Welche Welt, welches Erbe wollen wir denen hinterlassen, die nach uns kommen? Die Weisheit und Erfahrung der Alten zusammen mit dem Eifer und der Begeisterung der Jungen können helfen, eine andere Sicht zu bilden, eine Sicht, die hilft, mit großer Achtung das Geschenk des Lebens und die Solidarität mit unseren Brüdern und Schwestern in der einen multiethnischen und multikulturellen Menschheitsfamilie zu betrachten.

Wenn wir an die Zukunft unseres gemeinsamen Hauses denken, müssen wir uns bewusst werden, dass wir nicht rein egoistische Entscheidungen treffen können und dass wir eine große Verantwortung gegenüber den künftigen Generationen haben. In diesem Sinn wird von uns verlangt, einen bescheidenen und schlichten Lebensstil zu wählen, der den drängenden Angelegenheiten entspricht, die wir angehen sollen. Toshiko, Tokuun und Matsuki haben uns daran erinnert, wie notwendig es ist, einen neuen Weg für die Zukunft zu finden, einen Weg, der auf der Achtung jedes Menschen und der Natur und Umwelt beruht. »Alle können wir« auf diesem Weg »als Werkzeuge Gottes an der Bewahrung der Schöpfung mitarbeiten, ein jeder von seiner Kultur, seiner Erfahrung, seinen Initiativen und seinen Fähigkeiten aus« (ebd., 14).

Liebe Brüder und Schwestern, bei der fortdauernden Arbeit zur Wiederherstellung und zum Wiederaufbau nach der dreifachen Katastrophe müssen sich viele Hände zusammentun und sich viele Herzen verbinden, als wären sie eins. Auf diese Weise werden alle Leidtragenden Unterstützung erhalten und wissen, dass sie nicht vergessen worden sind. Sie werden wissen, dass viele Menschen aktiv und wirksam ihren Schmerz teilen und weiter als Bruder oder Schwester eine helfende Hand reichen werden. Einmal mehr würdigen wir alle und danken allen, die einfach versucht haben, die Last der Opfer zu lindern. Möge dieses Mitgefühl der Weg sein, der es allen möglich macht, Hoffnung, Stabilität und Sicherheit für die Zukunft zu finden.

Nochmals danke für eure Anwesenheit hier. Bitte, betet für mich. Und Gott schenke euch allen und euren Lieben die segenbringenden Gaben der Weisheit, der Stärke und des Friedens. Vielen Dank!

[01861-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]

Traduzione in lingua portoghese

Queridos amigos!

Este encontro convosco é um momento importante na minha visita ao Japão. Agradeço-vos as boas-vindas, com música argentina. De maneira especial, agradeço a Toshiko, Tokuun e Matsuki, que partilharam a sua história connosco. Eles e vós também representais todos aqueles que tanto sofreram por causa do tríplice desastre – o terremoto, o tsunami e o acidente nuclear – que afetou não só as prefeituras de Iwate, Miyagi e Fukushima, mas o Japão inteiro e os seus habitantes. Obrigado por terdes expresso, com as vossas palavras e a vossa presença, a tristeza e a dor sofridas por tantas pessoas, mas também a esperança aberta para um futuro melhor. Ao concluir o seu testemunho, Matsuki convidou-me a unir-me a vós em oração. Façamos um momento de silêncio e deixemos que a nossa primeira palavra seja rezar pelas mais de dezoito mil pessoas que perderam a vida, pelas suas famílias e pelos que ainda estão desaparecidos. Façamos uma oração que nos una e dê a coragem de olhar em frente com esperança.

Agradeçamos também os esforços dos governos locais, organizações e pessoas que trabalham na reconstrução das áreas onde se verificaram as catástrofes e procuram aliviar a situação das mais de cinquenta mil pessoas que foram evacuadas e se encontram atualmente em alojamentos provisórios, sem poder ainda regressar às suas casas.

Agradeço de modo especial a prontidão – como assinalou Toshiko – com que muitas pessoas, não só do Japão mas de todo o mundo, se mobilizaram logo depois das catástrofes, para socorrer as populações atingidas; fizeram-no com a oração e com a assistência material e financeira. Uma ação que não se pode exaurir no tempo desaparecendo após o choque inicial, mas que devemos prolongar e apoiar. Entretanto – lembrou Matsuki – alguns dos que viviam nas áreas afetadas agora sentem-se esquecidos, e parte deles deve fazer frente a problemas contínuos de terras e florestas contaminadas e os efeitos a longo prazo das radiações.

Que este encontro sirva para podermos, juntos, lançar um apelo a todas as pessoas de boa vontade, para que as vítimas destas tragédias continuem a receber a ajuda de que tanto necessitam.

Sem os recursos básicos, como comida, roupas e abrigo, não é possível levar por diante uma vida digna e ter o mínimo necessário para conseguir uma reconstrução; esta, por sua vez, necessita da solidariedade e apoio de toda uma comunidade. Ninguém se «reconstrói» sozinho, ninguém pode começar de novo sozinho. É essencial encontrar uma mão amiga, uma mão irmã, capaz de ajudar a erguer não só a cidade, mas também o olhar e a esperança. Toshiko disse-nos que, apesar de ter perdido a casa no tsunami, está agradecida por poder apreciar o dom da vida e sentir esperança quando vê as pessoas unir-se para se ajudarem entre si. Nestes oito anos após o tríplice desastre, o Japão demonstrou como um povo se pode unir em solidariedade, paciência, perseverança e resistência. O caminho para uma recuperação completa poderá ser ainda longo, mas sempre é possível enquanto contar com a alma deste povo capaz de se mobilizar para prestar mútuo socorro e ajuda. Se não fizeres nada, como disse Toshiko, o resultado será zero, mas se deres um passo, terás avançado um passo. Por isso, convido-vos a avançar um pouco cada dia na construção do futuro, baseado na solidariedade e empenho recíproco, para vós, para vossos filhos e netos, e para as gerações vindouras.

Tokuun perguntou como podemos dar resposta a outros problemas importantes que nos afetam e que não podem, como bem sabeis, ser considerados e tratados isoladamente: guerras, refugiados, alimentação, disparidades económicas e desafios ambientais. É um erro grave pensar que, hoje, se podem enfrentar os problemas de maneira isolada, sem os assumir como parte duma rede mais ampla. Como justamente assinalaste, fazemos parte desta terra, do meio ambiente, já que, em última instância, tudo está interligado. Penso eu que o primeiro passo, além de tomar decisões corajosas e importantes sobre o uso dos recursos naturais e, em particular, sobre as fontes futuras de energia, é trabalhar e caminhar rumo a uma cultura capaz de combater a indiferença. Um dos males que mais nos afeta está na cultura da indiferença. Urge mobilizar-se para ajudar a tomar consciência que, se um membro de nossa família sofre, todos sofremos com ele; porque não se alcança uma interconexão, se não se cultiva a sabedoria da mútua pertença – pertencemo-nos uns aos outros –, a única capaz de assumir os problemas e as soluções de maneira global.

Nesta linha, gostaria de recordar especialmente o acidente nuclear de Daiichi em Fukushima e as suas consequências. Além das preocupações científicas ou médicas, existe ainda um trabalho imenso a fazer para restaurar o tecido da sociedade. Enquanto não se restabelecerem os laços sociais nas comunidades locais e as pessoas não voltarem a ter uma vida segura e estável, não estará completamente solucionado o acidente de Fukushima. Daqui brota a preocupação com o prolongamento do uso da energia nuclear, como justamente apontaram os meus irmãos bispos do Japão, que pediram a abolição das centrais nucleares.

No nosso tempo, há a tentação de fazer do progresso tecnológico a medida do progresso humano. Este «paradigma tecnocrático» de progresso e desenvolvimento molda a vida das pessoas e o funcionamento da sociedade, levando frequentemente a um reducionismo que afeta todas as áreas da nossa sociedade (cf. Laudato si’, 101-114). Por isso, em momentos como este, é importante fazer uma pausa, parar e refletir sobre quem somos e – talvez de forma mais crítica – quem queremos ser. Que espécie de mundo, que tipo de legado queremos deixar a quantos vierem depois de nós? A sabedoria e a experiência dos idosos, juntamente com o empenho e o entusiasmo dos jovens, podem ajudar a plasmar uma visão diferente, uma visão que ajude a olhar com grande respeito o dom da vida e a solidariedade com os nossos irmãos e irmãs na única, multiétnica e multicultural família humana.

Ao pensar no futuro da nossa casa comum, devemos perceber que não podemos tomar decisões puramente egoístas, pois temos uma grande responsabilidade para com as gerações futuras. Neste sentido, é-nos pedida a opção por um estilo de vida humilde e austera, que tenha em conta as urgências que somos chamados a enfrentar. Toshiko, Tokuun e Matsuki lembraram-nos a necessidade de encontrar um novo caminho para o futuro, um caminho baseado no respeito por toda a pessoa e pelo ambiente natural. Neste caminho, «todos podemos colaborar, como instrumentos de Deus, no cuidado da criação, cada um a partir da sua cultura, experiência, iniciativas e capacidades» (Ibid., 14).

Queridos irmãos, no trabalho contínuo de recuperação e reconstrução depois do tríplice desastre, muitas mãos se devem juntar e muitos corações se devem unir como se fossem um só. Desta forma, as pessoas que sofreram receberão apoio e saberão que não foram esquecidas. Saberão que muitas pessoas compartilham, ativa e eficazmente, o seu sofrimento e continuarão a estender uma mão fraterna para ajudar. Mais uma vez, louvemos e demos graças por todos aqueles que procuraram, com simplicidade, aliviar o peso das vítimas. Que esta compaixão seja o caminho que permita a todos encontrar esperança, estabilidade e segurança para o futuro.

De novo obrigado por terdes estado aqui. Por favor, rezai por mim; e que Deus conceda a todos vós e vossos entes queridos as bênçãos de sabedoria, fortaleza e paz.

Muito obrigado!

[01861-PO.02] [Texto original: Espanhol]

Traduzione in lingua polacca

Drodzy przyjaciele,

To spotkanie z wami jest ważnym momentem mojej wizyty w Japonii. Dziękuję za powitanie z argentyńską muzyką. Dziękuję w sposób szczególny Toshiko, Tokuun i Matsuki, którzy podzielili się z nami swoją historią. Oni, a także wy, reprezentujecie tych wszystkich, którzy bardzo ucierpieli z powodu potrójnej katastrofy - trzęsienia ziemi, tsunami i awarii nuklearnej – która dotknęła nie tylko prefektury Iwate, Miyagi i Fukushimy, ale także całą Japonię i jej mieszkańców. Dziękuję za wyrażanie waszymi słowami i waszą obecnością smutku i cierpienia doświadczanych przez tak wiele osób, ale także nadziei otwartej na lepszą przyszłość. Matsuki, kończąc swoje świadectwo zaprosiła mnie do przyłączenia się do was w modlitwie. Pozostańmy chwilę w milczeniu i pozwólmy, aby naszym pierwszym słowem była modlitwa za ponad osiemnaście tysięcy osób, które straciły życie, za ich rodziny i za tych, którzy są wciąż uznawani za zaginionych. Wznieśmy modlitwę, która nas zjednoczy i da nam odwagę, by spoglądać z nadzieją w przyszłość.

Dziękujemy także za wysiłki samorządów lokalnych, organizacji i osób pracujących na rzecz odbudowy obszarów, na których miały miejsce katastrofy, oraz złagodzenia sytuacji ponad pięćdziesięciu tysięcy osób, które zostały ewakuowane i przebywają obecnie w lokalach tymczasowych, nadal bez możliwości powrotu do swoich domów.

Jestem szczególnie wdzięczny, jak to podkreśliła Toshiko, za szybkość, z jaką wiele osób, nie tylko z Japonii, ale z całego świata, zmobilizowało się, bezpośrednio po katastrofach, by wspierać poszkodowaną ludność modlitwą oraz pomocą materialną i finansową. Działania te nie mogą się zatracić z upływem czasu i zaniknąć po początkowym szoku, ale musimy je kontynuować i podtrzymywać. Jak zauważył Matsuki, niektórzy z tych, którzy mieszkali na obszarach dotkniętych katastrofą, czują się teraz zapomniani i wielu musi stawić czoło nieustannym problemom skażonej ziemi i lasów oraz długotrwałych skutków promieniowania.

Oby to spotkanie przysłużyło się wspólnemu skierowaniu apelu do wszystkich ludzi dobrej woli, żeby ofiary tych tragedii nadal otrzymywały tak bardzo potrzebną pomoc.

Bez środków podstawowych: żywności, odzieży i dachu nad głową nie można prowadzić godnego życia i posiadać minimum niezbędne do osiągnięcia odbudowy, która wymaga z kolei doświadczania solidarności i wsparcia wspólnoty. Nikt nie „odbudowuje się” sam, nikt nie może sam zacząć od nowa. Konieczne jest znalezienie pomocnej dłoni, braterskiej ręki, zdolnej do podźwignięcia nie tylko miasta, ale także spojrzenia i nadziei. Toshiko powiedziała nam, że chociaż w tsunami straciła dom, jest wdzięczna, że może docenić dar życia i doświadczyć
nadziei, widząc, że ludzie się spotykają, aby sobie nawzajem pomóc. Osiem lat po potrójnej katastrofie Japonia ukazała, że naród może się zjednoczyć w solidarności, cierpliwości, wytrwałości i determinacji. Droga do pełnej odbudowy może być jeszcze długa, ale jest ona zawsze możliwa, jeśli może liczyć na duszę tych ludzi, zdolnych do mobilizacji, żeby siebie nawzajem ratować i pomóc. Jak powiedziała Toshiko, jeśli nic nie uczynimy, to rezultatem będzie zero, ale jeśli zrobisz krok, pójdziesz o krok dalej. Zachęcam was zatem, abyście codziennie stopniowo postępowali naprzód, budując przyszłość w oparciu o solidarność i wzajemne zaangażowanie dla was, dla waszych dzieci i wnuków oraz dla przyszłych pokoleń.

Tokuun zapytał, w jaki sposób możemy odpowiedzieć na inne ważne problemy, które nas dotyczą, i że, jak dobrze wiecie, nie można ich zrozumieć ani traktować osobno: wojen, uchodźców, żywności, różnic gospodarczych i wyzwań środowiskowych. Poważnym błędem jest mentalność, jakoby dzisiejsze problemy można rozwiązywać w oderwaniu od siebie, nie zakładając, że stanowią część większej sieci. Jak to słusznie zauważył, jesteśmy częścią tej ziemi, częścią środowiska, bo wszystko jest ostatecznie połączone ze sobą. Uważam, że pierwszym krokiem oprócz odważnych i istotnych decyzji dotyczących wykorzystania zasobów naturalnych, a zwłaszcza przyszłych źródeł energii, jest działanie i podążanie ku kulturze zdolnej do przezwyciężenia obojętności. Jedno z nieszczęść, które dotyka nas najbardziej, polega na kulturze obojętności. Należy pilnie zmobilizować się, aby pomóc nam sobie uświadomić, że jeśli członek naszej rodziny cierpi, wszyscy cierpimy wraz z nim; ponieważ nie zostanie osiągnięte wzajemne powiązanie, jeśli nie będzie pielęgnowana mądrość przynależności; tylko ona jest w stanie podjąć problemy i rozwiązania w sposób globalny. Należymy jedni do drugich.

W związku z tym, chciałbym szczególnie przypomnieć awarię jądrową w elektrowni Daiichi w Fukushimie i jej następstwa. Oprócz problemów naukowych czy medycznych, jest także ogromna praca, by przywrócić tkankę społeczną. Dopóki w społecznościach lokalnych nie zostaną przywrócone więzi społeczne, a ludzie nie będą mieli bezpiecznego i stabilnego życia, awaria w Fukushimie nie zostanie całkowicie rozwiązana. To z kolei oznacza, jak zauważyli moi bracia biskupi Japonii, obawy o dalsze wykorzystanie energii jądrowej i dlatego wezwali do likwidacji elektrowni jądrowych.

Nasza epoka ma pokusę czynienia z postępu technologicznego miary postępu człowieka. Ten „paradygmat technokratyczny” postępu i rozwoju kształtuje życie ludzi i funkcjonowanie społeczeństwa, i często prowadzi do redukcjonizmu, który wpływa na wszystkie obszary naszych społeczeństw (por. Enc. Laudato si’, 101- 114). Jest zatem ważne, aby w chwilach takich jak ta, zatrzymać się i zastanowić nad tym, kim jesteśmy i, być może w sposób bardziej krytyczny - kim chcemy być. Jaki świat, jakie dziedzictwo chcemy pozostawić tym, którzy przyjdą po nas? Mądrość i doświadczenie osób starszych, wraz z aktywnością i entuzjazmem ludzi młodych, mogą pomóc w ukształtowaniu innej wizji, która pomogłaby patrzeć z wielkim szacunkiem na dar życia i solidarność z naszymi braćmi i siostrami w jednej wieloetnicznej i wielokulturowej rodzinie ludzkiej.

Myśląc o przyszłości naszego wspólnego domu, musimy zdać sobie sprawę, że nie możemy podejmować decyzji czysto egoistycznych i że ponosimy wielką odpowiedzialność wobec przyszłych pokoleń. W związku z tym jesteśmy proszeni o obranie skromnego i surowego stylu życia, który odpowiada pilnym wyzwaniom, z którymi mamy się zmierzyć. Toshiko, Tokuun i Matsuki przypomnieli nam o potrzebie znalezienia nowej drogi na przyszłość, drogi opartej na szacunku dla każdej osoby i dla świata przyrody. W ten sposób „wszyscy możemy współpracować jako narzędzia Boga w trosce o stworzenie, każdy ze swoją kulturą i doświadczeniem, swoimi inicjatywami i możliwościami” (tamże, 14).

Drodzy bracia, w ciągłym dziele regeneracji i odbudowy po potrójnej katastrofie wielu musi podać sobie ręce i wiele serc musi zjednoczyć się, jakby były czymś jednym. W ten sposób ci, którzy cierpieli, otrzymają wsparcie i będą wiedzieli, że nie zostali zapomniani. Będą wiedzieli, że wiele osób, aktywnie i skutecznie uczestniczy w ich cierpieniu i nadal będą wyciągały bratnią rękę, by pomóc. Jeszcze raz pochwalmy i podziękujmy tym wszystkim, którzy w prosty sposób starali się ulżyć ofiarom. Niech to współczucie będzie drogą, która pozwoli wszystkim znaleźć nadzieję, stabilność i bezpieczeństwo na przyszłość.

Jeszcze raz dziękuję za to, że tu jesteście. Proszę, módlcie się za mnie; i niech Bóg obdarzy was wszystkich i waszych bliskich błogosławieństwem mądrości, męstwa i pokoju. Dziękuję!

[01861-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua araba

الزيارة الرسولية إلى اليابان

كلمة قداسة البابا فرنسيس

أثناء اللقاء مع ضحايا الكارثة الثلاثية

في بيليسالي هانزومون

توكيو، 25 نوفمبر/تشرين الثاني 2019

أيّها الأصدقاء الأعزّاء،

إن هذا اللقاء معكم هو لحظة مهمّة من زيارتي لليابان. أشكركم على الاستقبال بالموسيقى الأرجنتينية. وأشكر بشكل خاصّ، توشيكو وتوكون وماتسوكي، الذين شاركوا قصّتهم معنا. إنهم يمثّلون، وأنتم كذلك، جميع الذين عانوا الكثير من الكارثة الثلاثية -الزلزال، وموجة التسونامي والحادث النووي- التي طالت ليس فقط محافظات إيواتي، مياجي وفوكوشيما، إنما اليابان بأسره وسكّانه. شكرًا لكم لأنكم عبّرتم بكلماتكم وحضوركم عن الحزن والأسى اللذين عانى منهما الكثير من الأشخاص، ولكن أيضًا الرجاء المفتوح لمستقبل أفضل. دعاني ماتسوكي، في ختام شهادته، لأتّحد بكم في الصلاة. لنقِف لحظة صمتٍ ولتكن أوّلُ كلمةٍ لنا، كلمةَ صلاة من أجل أكثر من ثمانية عشر ألف شخص توفّوا، ومن أجل أسرهم، ومن أجل الذين ما زالوا مفقودين. ولنتلو صلاة توحّدنا وتمنحنا الشجاعة لننظر إلى الأمام برجاء.

فلنشكر أيضًا على الجهود التي بذلتها الإدارات والمنظّمات المحلّية والأفراد العاملين على إعادة إعمار المناطق التي وقعت فيها الكوارث وعلى مساعدة أكثر من خمسين ألف شخص أخلوا، وهم حاليًّا في مساكن مؤقّتة، دون أن يتمكّنوا من العودة بعد إلى منازلهم.

أشكر بشكل خاصّ، كما أشار توشيكو، على تجمّع الكثير من الأشخاص، ليس فقط من اليابان ولكن من جميع أنحاء العالم، فورًا بعد الكوارث لمساعدة السكّان المتضرّرين عبر الصلاة والمساعدة المادّية والمالية. وهذا عملٌ لا يجب أن يضيع مع مرور الوقت أو يتوقّف بعد الصدمة الأولى، إنما يجب أن نمدّده وندعمه. فيما يتعلّق بما أشار إليه ماتسوكي، فإن البعض ممّن يعيشون في المناطق المتضرّرة يشعرون الآن بأنهم منسيّون، والكثير منهم يواجهون مشاكل مستمرّة: الأرض والغابات الملوّثة وتأثير الإشعاعات على المدى الطويل.

عسى أن يسمح لنا هذا اللقاء بأن نوجّه معًا نداءً إلى الأشخاص ذوي الإرادة الصالحة حتى تستمرّ ضحايا هذه المآسي في تلقّي المساعدة التي يحتاجونها بشدّة.

بدون الموارد الأساسيّة: الغذاء والملبس والمأوى، لا يمكن للمرء أن يعيش حياة كريمة وأن يتوفّر له الحدّ الأدنى الضروري من أجل إعادة البناء، التي بدورها تتطلّب تضامن المجتمع ودعمه. لا أحد "يعيد بناء" نفسه؛ لا أحد يستطيع أن يبدأ من جديد لوحده. من الضروري أن تمتدّ يد صديقة، يد شقيقة، قادرة على المساعدة ليس فقط في إعادة تشييد المدينة، إنما أيضًا في رفع النظر وتقوية الرجاء. أخبرتنا توشيكو أنها على الرغم من خسارتها منزلها في كارثة تسونامي، فإنها ممتنة لهبة الحياة وللرجاء التي تشعر به عند رؤية الأشخاص يتّحدون لمساعدة بعضهم البعض. لقد أظهرت اليابان، بعد ثماني سنوات من الكارثة الثلاثية، كيف يمكن لشعب أن يتّحد في التضامن والصبر والمثابرة والمقاومة. لا يزال الطريق إلى تعافٍ تامٍّ طويلًا، ولكنه ممكن على الدوام إن كان يستطيع الاعتماد على روح هؤلاء الأشخاص القادرين على التحرّك من أجل إعانة ومساعدة بعضهم البعض. كما قال توشيكو، إذا لم نفعل شيئًا، فستكون النتيجة صفرًا، ولكن إذا قمت بخطوة، فستتقدّم خطوة. لذلك، أدعوكم للمضيّ قدمًا كلّ يوم، شيئًا فشيئًا، لبناء المستقبل على أساس التضامن والالتزام المتبادل، لكم ولأبنائكم وأحفادكم، وللأجيال القادمة.

سأل توكون كيف يمكننا مواجهة المشاكل الهامّة الأخرى التي تخصّنا والتي، كما تعلمون، لا يمكن رؤيتها ومعالجتها بشكل منفصل: الحروب واللاجئون والغذاء والفوارق الاقتصاديّة والتحدّيات البيئية. من الخطأ الجسيم الاعتقاد بأن مشكلات اليوم يمكن معالجتها بمعزل عن غيرها دون اعتبارها جزءًا من شبكة أوسع. كما أوضحه بحقّ، إننا جزء من هذه الأرض، من البيئة؛ لأن كلّ شيء مترابط في النهاية. والخطوة الأولى -على ما أعتقد- إضافةً إلى اتّخاذ قرارات شجاعة وهامّة بشأن استخدام الموارد الطبيعية، وخاصّة بشأن مصادر الطاقة المستقبليّة، هي العمل والسير نحو ثقافة قادرة على مكافحة اللامبالاة. فإحدى الشرور التي تصيبنا تكمن في ثقافة اللامبالاة. ومن الملحّ أن نساعد على الإدراك أنه إذا كان أحد أفراد عائلتنا يعاني، فنحن جميعًا نعاني معه؛ لأننا لن نبلغ الترابط ما لم ننميّ حكمة الانتماء، فهي الوحيدة القادرة على تحمّل المشكلات وإيجاد الحلول بطريقة شاملة. إننا ننتمي إلى بعضنا البعض.

وفي هذا الشأن، أودّ أن أذكر بشكل خاصّ حادث دايتشي النووي في فوكوشيما ونتائجه. بالإضافة إلى الهموم العلميّة أو الطبّية، هناك أيضًا عمل ضخم لاستعادة نسيج المجتمع. فلن ينطوي حادث فوكوشيما بالكامل طالما أن الروابط الاجتماعية في المجتمعات المحلّية لم تُستَرجَع ولا يتمتّع الناس من جديد بحياة آمنة ومستقرّة. وهذا يعني، في الوقت نفسه -كما أشار أخوتي أساقفة اليابان- القلق بشأن إطالة استخدام الطاقة النووية، ولذا فقد طالبوا بإلغاء محطّات الطاقة النووية.

إن عصرنا يميل إلى اتّخاذ التقدّم التكنولوجي كمقياس للتقدّم البشري. وهذا "النموذج التقني" للتقدّم والتنمية يصوغ حياة الناس وسلوك المجتمع، وغالبًا ما يؤدّي إلى اختزال يمسّ كلّ مجالات مجتمعاتنا (را. الرسالة العامة كن مسبّحًّا، 101- 114). لذلك من المهمّ، في مثل هذه الأوقات، أن نستريح قليلًا، أن نتوقّف ونفكّر في مَن نكون وأيضًا، ربما بشكل تقييميّ، في مَن نريد أن نكون. أيّ نوع من العالم، أيّ نوع من الإرث نريد أن نتركه لمن يخلفنا؟ إن حكمة المسنّين وتجربتهم، مع التزام الشبيبة وحماسهم، تستطيع أن تساعد في صياغة رؤية مختلفة، رؤية تساعد على النظر باحترام كبير إلى هبة الحياة والتضامن مع إخوتنا وأخواتنا في العائلة البشريّة المتعدّدة الأعراق والثقافات.

عندما نفكّر في مستقبل بيتنا المشترك، علينا أن ندرك أنه لا يمكننا اتّخاذ قرارات أنانية بحتة وأنه لدينا مسؤولية كبيرة تجاه الأجيال المقبلة. في ذلك الشأن، يُطلب منّا اختيار نمط حياة متواضع وبسيط يستجيب للأمور الملحّة التي علينا مواجهتها. ذكّرنا توشيكو وتوكون وماتسوكي بالحاجة إلى إيجاد سبيلٍ جديد للمستقبل، مسارٍ يعتمد على احترام كلّ شخص والبيئة الطبيعية. في هذا المسار، "باستطاعتنا جميعًا التعاون كأدوات لله من أجل العناية بالخليقة، كلٌّ عبر ثقافته وخبرته الخاصة، وعبر مبادراته وقدراته الخاصة" (نفس المرجع، 14).

أيّها الإخوة الأعزّاء، في هذا العمل المستمرّ من التعافي وإعادة الإعمار بعد الكارثة الثلاثية، يجب أن تتكاتف الكثير من الأيدي وتتّحِد العديد من القلوب كما لو كانت واحدًا. وبهذه الطريقة، ينالُ الدعمَ الذين عانوا فيدركوا أنهم ليسوا منسيّين. وسوف يفهمون أن العديد من الناس، بنشاط وفعالية، يشاركونهم آلامهم ويمدّون باستمرار يدًا شقيقة للمساعدة. نُشيد بجميع الذين حاولوا تخفيف أعباء الضحايا ببساطة، ونشكرهم مجدّدًا. عسى أن تكون هذه الشفقة هي الدرب التي تسمح للجميع بإيجاد الرجاء والاستقرار والأمن من أجل المستقبل.

أشكركم مجدّدًا على حضوركم. من فضلكم صلّوا من أجلي. وليمنح الله لكم جميعًا ولأحبّائكم بركات الحكمة والقوّة والسلام. شكرًا!

[01861-AR.01] [Original text: Spanish]

[B0921-XX.02]